HONNE

Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

Capítulo 4. Mejor tarde que nunca no es suficiente.

"Querido Sasuke-kun, han pasado un montón de cosas que me hacen reafirmar lo mucho que desearía que estuvieras conmigo para poder decírtelas en persona, pero me temo que por este medio lo mejor es limitarme a contar solo un par de ellas:

La primera es que estuve en la lista de doncellas seleccionadas para asistir a la segunda ronda de concubinato al servicio del emperador.

Debido a ciertos inconvenientes respecto a la situación económica de mi familia, ya había considerado asistir si acaso era abierta, pero cuando recibí una invitación con mi nombre no tuve de otra más que de verdad hacerlo, por más asustada e insegura que me sentía.

El palacio realmente es un lugar enorme, mucho más de lo que puedes imaginarte y cada parte de su arquitectura te hace sentir diminuto en comparación. Además, es bastante colorido, algo que me vino bien ya que tuve varios estímulos visuales con los que distraer mi nerviosismo.

Éramos un total de doce mujeres, todas completamente distintas las unas de las otras, tanto que parecía que habíamos sido elegidas en base a nuestras diferencias físicas. Varias estaban tan preocupadas y deseosas de salir de ahí como yo, pero la gran mayoría rebozaba en tranquilidad y confianza. Algunas incluso fueron hostiles conmigo o con las chicas más tímidas.

Aunque pensé que el momento en que nos llevarían frente al emperador sería más ceremonioso y prolongado, en realidad solo nos ordenaron en tres filas y fuimos vistas por nuestro soberano a un metro de distancia, con una cortina de bambú de por medio.

Estábamos inclinadas en una profunda reverencia por lo que no podíamos ver su rostro, solo escuchar su voz, la cual recuerdo que era tan suave como perezosa.

Lo sorprendente fue que él mismo ordenó solo a unas pocas levantar la cabeza y entre ellas estuve yo.

Como mencioné, había un velo que me impedía verlo con claridad, pero, aun con la poca visibilidad, pude notar que el cabello del emperador era de un reluciente platinado y su piel era pálida como la leche.

Para pedirme que me irguiera, me identificó por el color de mi cabello y, luego de los más largos segundos de mi vida, me dejo volver a inclinarme.

Nunca nos dirigió la palabra ni mucho menos nos pidió responderle alguna pregunta, lo que de cierta forma agradecí, ya que muchas estábamos demasiado nerviosas como para articular una sola oración coherente.

Luego, sin siquiera despedirse, el soberano abandonó la habitación y a nosotras nos dejaron ir un par de minutos después.

Le platique a mi madre todo acerca del encuentro y ella lo encontró tan peculiar e intrigante como yo. Es más que obvio que nadie fue de su agrado una vez más, pero, ¿Acaso estaba siquiera haciendo el intento de que así fuera?

De cualquier manera, con el mero hecho de atender a la solicitud de ponerme frente a él conseguí lo que quería. Varios de los socios y compradores de mi padre han acudido a nuestro hogar para reanudar los tratos que se habían pausado cuando él murió y nuestra tambaleante situación económica por fin se vio estabilizada.

Estoy sorprendida de la forma en que la gente desea asociarse con alguien solo por haber sido invitado al palacio y, con esa cuestión resuelta, también me encuentro más que tranquila y sobre todo satisfecha por haber sido de utilidad a mi familia.

Aunque ni por un segundo llegues a considerar que me he olvidado de cuánto te extraño y anhelo estar contigo como antes de que nuestros caminos se separaran.

Todo el tiempo pienso en ti y mis oraciones de cada día son dedicadas a tu nombre.

Sasuke-kun, siempre eres lo más importante que vive en mi mente y mi corazón, sin importar la distancia entre nosotros, eres a quien más quiero en este mundo.

Lo que me lleva a decirte el otro motivo por el que te escribo:

Dentro de una semana, siendo más exactos el 2 de abril, estaré en Kioto.

Mi madre ha accedido a cerrar un importante trato con comprador nativo de allá y yo la acompañaré en el viaje. Así que Sasuke-kun, si acaso te es posible, por favor encontrémonos, aunque sea un par de minutos.

Prometo que no te robare mucho tiempo o que te meteré en problemas, solo quiero verte y saber que estas bien. De esa manera, cuando vuelva a casa podré resistir tu ausencia otro largo tiempo sin que mi corazón se preocupe por tu estado cada que piense en ti.

Creo que ya me he extendido demasiado, así que por ahora me despido y te agradezco por leerme.

Cuídate mucho y recuerda que te amo.

~Sakura"

Una vez que terminó de leer la misiva de su mejor amiga, Sasuke suspiró pesadamente y acto seguido escondió el rostro entre sus brazos, mientras se hacía ovillo en una esquina del pequeño cuarto en el que se había estado quedando desde que llegó a Kioto.

Para solo haberle dado dos noticias en aquella larga carta, estas habían sido suficientemente poderosas como para provocarle un mar de emociones en su interior.

Tal y como pensó que podría pasar, Sakura había terminado presentándose al emperador y cumplió así con uno de las principales inquietudes que le asustaba que se volvieran realidad con su partida.

Al menos, según lo que leyó, la pelirrosa no había llamado la atención del soberano y seguía siendo una chica disponible únicamente para él.

—Lo más importante en mi mente y corazón... — repitió con aire anhelante las palabras que le había escrito y que su vez representaban lo que él también sentía respecto a ella.

Llegar a un lugar desconocido, completamente solo y con el alma malherida por lo que había tenido que dejar atrás, le había supuesto a Sasuke un constante infierno mental del que sólo tenía oportunidad de escapar cuando hacía guardia en la oficina de su jefe o cuando tocaba escoltarlo a algún lugar.

Kioto resultaba un lugar muy diferente a la ciudad en la que había nacido y aunque con el paso de los meses había conocido a un par de personas que al menos le agradaban, nada podía sosegar el vacío en su vida que solo Sakura tenía el poder de llenar.

Todas las noches se acostaba pensando en ella, recordando todos los valiosos momentos que había pasado a su lado y anhelando tenerla con él para deleitarse otra vez con cada detalle suyo, lo que a su vez le hacía arrepentirse enormemente de haberla dado por sentado.

Ahora, evocar la suavidad de su largo cabello, el calor de su delicado cuerpo contra el suyo, el sonido de su voz cuando lo llamaba, el brillo de sus tiernos ojos o la sensación de sus afelpados labios cuando le daban un beso, eran tanto un consuelo como una tortura para él.

Extrañaba a su amiga con toda su alma y por ello realmente haría todo en su poder para liberarse de trabajo ese 2 de abril.

Necesitaba aprovechar esta oportunidad de estar con Sakura la mayor cantidad de tiempo posible y, de la misma manera que ella había expresado querer hacer con él, llenarse de su presencia hasta conseguir recargar fuerza y voluntad para volver a despedirse y seguir con lo suyo.

Porque en esos seis meses todavía no había conseguido hacer avances en la investigación que lo obligó a abandonar al amor de su vida en Tokio, en primer lugar.


Cuando el 2 de abril llegó, Sakura no tenía ni idea de si su amigo había aceptado o no verla en su visita a la ciudad, ya que éste nunca le había respondido la carta que le envió.

El viaje en tren había estado tan lleno de incertidumbre y aflicción debido a lo que interpretó como una negativa de su parte a verla que no pudo ocultarle su tristeza a su madre, mientras que Mebuki no pudo encontrar las palabras adecuadas para aminorar su dolor.

Por eso, una vez que arribaron a Kioto y bajaron del vagón, la expresión antes devastada de Sakura cambió radicalmente cuando, a varios metros de distancia, divisó una alta y oscura figura que reconocería donde fuera.

No pudo evitar olvidarse de que era una señorita educada en una sociedad conservadora y apenas aquel hombre la miró a los ojos, se apartó del agarre de su madre y corrió hasta él tan rápido como pudo. Internamente agradeció estar usando unos de sus hakamas formales pues gracias a eso en cuestión de segundos se encontró en los brazos del hombre que más adoraba en el mundo.

—Sasuke-kun... — murmuró entre lágrimas mientras él seguía sosteniéndola en un abrazo y le acariciaba el cabello para reconfortarla.

—Bienvenida Sakura.

A su alrededor, varias personas que pasaban cerca no se sintieron ofendidos por la abierta muestra de afecto en un lugar público, más bien parecían conmovidos por lo que parecía el reencuentro de un par de amantes.

Y aunque se hubieran molestado eso no le hubiera impedido al Uchiha tomar entre sus manos el rostro de Sakura para beber de su imagen por primera vez luego de mucho sin verla.

No había cambiado nada, seguía siendo tan hermosa que robaba el aliento el solo verla y el intenso amor con el que siempre lo miraba todavía seguía presente en sus ojos.

De no ser porque eso ya hubiera llamado demasiado la atención para mal, la habría besado repetidamente en la frente y las mejillas.

Estaba tan abrumado de verla que solo reaccionó una vez que la señora Haruno también estuvo frente a él.

—Te hemos extrañado mucho Sasuke, que bueno es verte con bien — Mebuki sonrió genuinamente, aunque por dentro sus estrictos modos y costumbres le estaban rogando que separara al par de jóvenes que aún seguía envueltos en un abrazo.

—Lo mismo digo — él respondió trémulamente y entendiendo a la perfección lo que la mirada de la mujer mayor quería comunicarle, soltó a Sakura hasta simplemente tomarla de la mano. Fue entonces que recordó algo importante y le extendió el ramo de narcisos que había llevado para ella —. Lamento haber tardado tanto en dártelas.

—Son preciosas Sasuke-kun... — la pelirrosa las tomó con el rostro emocionado y nuevamente comenzó a derramar incontrolables lágrimas, mismas que él no se contuvo en limpiar con delicadeza —. Lo siento, es que estoy muy feliz.

—Yo también.

En las expresiones de ambos era demasiado obvio lo extasiados que se encontraban por finalmente reencontrarse luego de muchos meses separados, así como también lo enamorados que estaban.

Solo Sasuke tenía el poder de regresarle la vida al antes apagado corazón de Sakura, mientras que ella era la única que conseguía que sacar el lado más afectuoso de ese introvertido muchacho.

Y aunque la señora Haruno no quería tener que arruinar el momento, no le quedó de otra, pues no quería llegar tarde a su cita de negocios.

—Bueno, me imagino que tienen mucho de qué hablar para ponerse al día, así que Sasuke, cariño, si pudieras encaminarnos a esta dirección te lo agradecería mucho — le extendió una tarjeta y el muchacho aceptó su pedido con un firme asentimiento, para después tomar en sus manos el maletín que la mujer cargaba en su mano derecha —. En cuanto lleguemos, los dejaré pasar todo el tiempo que quieran juntos.

—Muchas gracias mamá — se suponía que Sakura estaría acompañándola en esa reunión importante para la que habían ido a Kioto, pero en definitiva preferiría pasar el día con Sasuke.

—Eso sí, recuerden comportarse como el par de niños decentes y bien educados que siempre les he enseñado a ser — Mebuki les recordó con una amenazante mirada a la que el par de amigos solo pudieron asentir.


Tal vez lo apropiado hubiera sido llevar a Sakura a algún restaurante o a dar un paseo para conocer la ciudad, sin embargo, dado lo necesitado que estaba de estar con ella a solas, Sasuke terminó por llevarla al pequeño departamento en el que había estado viviendo (retorciéndose en su soledad) los últimos seis meses.

Por ello, en ese momento se encontraban sentados el uno al lado del otro simplemente observando la vista de la ciudad que era visible desde el balcón, mismo que solo en esa ocasión el Uchiha se había atrevido a abrir.

Cumpliendo con lo que tanto había anhelado, la pelirrosa estaba recargada en el hombro del Uchiha mientras entrelazaba su pequeña mano con la suya y de vez en cuando levantaba la mirada para verlo con absoluto cariño.

—Kioto es un lugar tan... — la joven fue la primera en romper el agradable silencio en el que habían estado envueltos hasta el momento.

—Diferente, lo sé — él completó la oración dándole un profundo análisis visual a la arquitectura de la ciudad —. Realmente no me gusta, por mucho prefiero Tokio.

—¿Extrañas estar en casa? — cuando lo vio asentir, Sakura se incorporó y le acarició el cabello a modo de consuelo —. Nosotros también a ti. Las cosas han cambiado bastante desde que ya no estás, pero he hecho mi mejor esfuerzo por mantener algunas cosas tal y como las dejaste.

—Como mi madre, me imagino — eso era lo primero que se le venía a la mente cuando pensaba en aspectos de su vida que siempre mantendrían igual, por más que quisiera que cambiaran —. ¿Y qué hay de las que no has podido controlar? ¿Quieres hablarme un poco más de tu visita al emperador?

Al cuestionarla sobre ese asunto, Sasuke se giró para verla de frente y sostuvo su mirada con un interés que la imposibilitó de evadir el tema.

—Ah, y-yo... En realidad, ya te conté todo lo que pasó en la carta que te envié.

—No me contaste que te pusiste para ir a verlo — a Sakura le sorprendió su curiosidad por ese aspecto.

—Nada espectacular comparado con los atuendos que otras mujeres llevaron — era verdad, a pesar de lo elegante de su propio ajuar fue el más sencillo de todos —. Aunque a mí me gustó como me veía, me sentí... bonita

—Siempre lo has sido, incluso cuando terminas de entrenar y tienes la cara sucia o el cabello enmarañado — ofuscada por el señalamiento, Sakura cerró la distancia entre ambos y lo abrazó, escondiendo el rostro en su pecho para que no viera su apenado sonrojo.

—Pero eso fue diferente, es la primera vez que me vestí como una verdadera dama y además... — las pequeñas manos de la chica juguetearon nerviosas con la tela del haori índigo de su amigo antes de continuar —. No estaba lista para verme de esa manera, siempre creí que lo haría hasta que llegara...

—El día de nuestra boda — Sasuke la interrumpió con una declaración que le hizo levantar la mirada, conmocionada, mientras el corazón le latía sin control —. ¿Me equivoco? — demasiado confundida por el giro de la conversación, la Haruno apenas dio un pequeño y tímido asentimiento luego de un momento de reflexión —. Ahora que lo pienso, me alegro de haber estado lejos y no tener que haberte visto arreglada para otro hombre.

—¿P-por qué?

—Asi podemos imaginar que nunca pasó y mantener la ilusión de verte así por primera vez hasta que nuestro momento llegue — tantas palabras reveladoras salidas de la nada dejaron estupefacta a Sakura, por lo que su acompañante la sacó de su ensoñación tomando su rostro entre sus manos con delicadeza —. ¿Eso te gustaría?

—Sasuke-kun, y-yo... — la pelirrosa intentó separarse de él para cuestionarlo sobre su inesperada actitud, pero no le fue permitido —. ¿Por qué estas...? ¿Por qué tan de repente dices...?

Estaba tan nerviosa que no podía completar sus preguntas y tenía el rostro tan rojo que el corazón de su acompañante se regocijó por lo adorable que lucía.

La verdad era que no había tenido intenciones de usar ese reencuentro entre ambos para empujar una confesión de los verdaderos sentimientos que tenían el uno por el otro. Sin embargo, después de días de pensar en lo cerca que había estado de perderla ante una figura de absoluto poder como el emperador, se dio cuenta de que seguir divagando entre ocultarle cosas y darle verdades a medias era un enorme error que podría costarle su futuro con ella.

Así que, por fin, luego de años aguantando dentro de sí mismo lo mucho que la quería, no quería ni podía seguir haciéndolo.

—¿Tú me amas Sakura? — sabía la respuesta, pero necesitaba que ella misma se lo reafirmara. Sin pensarlo mucho, la chica asintió con firmeza, pero, para nada satisfecho con eso, él negó con la cabeza lentamente —. Dímelo.

—Sí, te amo Sasuke-kun...

—¿Qué tanto? — de repente él parecía ligeramente desesperado por escucharla expresar más sobre ello.

—Más que a nada ni a nadie, eres... Eres y siempre has sido la prioridad en mi mente y corazón — a la doncella se le estaba rompiendo un poco la voz, tenía miedo de a donde estaba yendo esa conversación, pero no podía negarse a responderle con la verdad.

—¿Tanto que incluso aceptarías pasar toda tu vida a mi lado si te lo pidiera? — tras esa pregunta hubo una intensidad en su mirada que la dejó tan sobrecogida que incluso comenzó a temblar.

—S-sí — respondió como pudo.

—¿Serias mi esposa entonces Sakura? Porque yo también te amo y siempre he anhelado que lo seas — Sasuke se sentía embriagado por la calidez de su femenino cuerpo contra el suyo, la belleza de conmovido rostro y la deliciosa consciencia de por fin estar con ella luego de tanto tiempo separados, tanto que poco a poco se acercó aún más a ella y rozo sus labios contra la piel de sus mejillas —. ¿Tú también quieres eso?

—Lo hago, con todo mi corazón, p-pero... — las temblorosas manos de la doncella seguían prensadas a la tela del haori de Sasuke, como si quisiera aferrarse al hermoso momento que estaban pasando juntos temiendo que se tratara de un sueño —. Tú... De verdad me quieres ¿De esa manera?

A pesar de ser un hecho que todos a su alrededor tenían muy claro, Sakura siempre fue renuente a creer que ella despertara esos sentimientos en su mejor amigo. Algo de lo que el Uchiha tenía conocimiento y francamente no entendía.

Después de todo, ella era la mujer más hermosa y especial en su vida y solo un idiota sería capaz de desperdiciar la oportunidad de tener en sus brazos un tesoro tan precioso como lo era Sakura Haruno.

—¿Quieres que te lo demuestre?

Tras solo un pequeño intercambio de miradas desbordadas de amor y una pequeña afirmación de la doncella, Sasuke dejó de perder el tiempo y posó sus labios sobre los de ella, por fin iniciado el contacto que por años soñó que compartían y que siempre se preguntó cómo se sentiría.

Y fue justo como imaginó que sería.

Una devastadora combinación de sensaciones plácidas, tiernas y al mismo tiempo apasionadas que lo hicieron pensar en lo tonto que había sido al esperar tanto tiempo para poseer los llenos y suaves labios de la mujer que había amado desde que tenía memoria.

El primer beso apenas fue un pequeño contacto que duró escasos cinco segundos y que al separarse dejó a la pelirrosa necesitada de más.

—Sasuke-kun... — ella se inclinó de regreso a él solo un poco, con los ojos suplicantes y las mejillas encendidas —. ¿Puedes...? ¿Puedes hacerlo otra vez?

Enormemente afectado por su pedido él no demoró en complacerla, pues la necesidad en su pecho también era tan ardiente que le clamaba que volviera a tomarla una vez más.

En esta ocasión sus labios se movieron sobre los de ella, en un contacto mucho más amoroso y dominante. Él apresó su labio inferior entre los suyos, saboreando la dulzura de su boca y con la mente trabajando en identificar cada sensación que ella le producía mientras se besaban, para poder recordar por siempre ese momento.

De a poco, él aumentó el ímpetu con el que se apoderaba de su boca y ella se lo permitió, incapaz de resistirse.

Se entregó a sus besos, ofreciéndose y dejando que él la abrazara contra su cuerpo con fuerza, mientras ella se recreaba en la perfección del momento, siendo que éste incluso superaba con creces sus infantiles fantasías acerca de cómo creyó que sería.

Al cabo de unos minutos, cuando el oxígeno en sus pulmones ya no les fue suficiente, se vieron en la necesidad de romper el contacto, aunque ninguno se separó del otro.

—Perdón por haber tardado tanto en decírtelo... — Sasuke murmuró al tiempo que rozaba su nariz con de ella en aquel personal gesto de ternura que conocían tan bien.

—Está bien, también lamento no haberlo hecho yo antes — Sakura bajó la mirada mientras se recostaba en su pecho para escuchar el acelerado latido del corazón del hombre —. Es solo que siempre me dio miedo que no te sintieras igual y terminaras alejándote de mí.

—Como si pudiera hacer eso por mi propia voluntad — captando de inmediato lo incorrecto que sonaba eso cuando en realidad sí se había alejado de ella, el Uchiha de inmediato le explicó la profundidad de su complicada situación —. Si estoy aquí en Kioto, muriéndome de melancolía por no tenerte a mi lado, es porque siempre había tenido muy en claro que debía ocuparme de mis problemas personales antes de entregarme a ti.

—¿Porqué? No hay necesidad de que pases por eso solo.

—Ni de que tú tuvieras que pasar por penas que no te corresponden — él la estrechó aún más contra sí y recargo su barbilla sobre su rosada cabeza recreándose en ese aroma que tanto caracterizaba a la joven —. Siempre has sido lo más brillante y perfecto que he tenido en mi vida. Hermosa, dulce y alegre sin importar las circunstancias. No quería que la oscuridad que llevo dentro se te contagiara y por eso elegí tomar este camino yo solo. — al sentir como su pecho se humedecía denotando que Sakura lloraba silenciosamente, él volvió a levantar su rostro tomándola por la barbilla delicadamente y le regaló un nuevo beso que solo consiguió hacerla llorar aún más —. Sé que eres lo suficientemente fuerte como para incluso acompañarme en mi angustia ahora, porque siempre has sido un apoyo invaluable cuando te necesito. Por eso me odie por haber tenido que dejarte sola cuando tu padre murió, perdóname por eso.

—No tienes que disculparte, no tenías de otra... — esta vez fue la pelirrosa quien se incorporó lentamente para asi ser ella quien refugiara a su amigo en su hombro, algo que él aceptó con gran facilidad —. Siempre te lo he dicho, no importa lo que hagas, digas o en donde estés, mis sentimientos por ti son imposibles de cambiar.

—Fui muy necio y tonto Sakura. Cuando leí en tu carta que te habías presentado al emperador, aun cuando escribiste que no habías sido elegida, mi mente no dejó de torturarse pensando en qué hubiera pasado si lo hubiera hecho — en su normalmente apacible voz fue evidente lo afectado que lo ponía esa posibilidad, por lo que la chica de ojos verdes le plantó un casto beso en la frente —. Pero ya entendí que estuve haciendo todo en el orden incorrecto.

Con deliberada parsimonia, él se separó de ella para asi contemplarla de frente cuando le compartiera sus planes que tenía ahora que su corazón finalmente le había sido entregado.

—¿A qué te refieres?

—A que, aunque prometí cumplir con mi objetivo de conseguir justicia para mi familia antes de estar contigo, ahora sé que no puedo hacerlo si estoy tan lejos de ti — Sakura lo estaba mirando con tal adoración y deseo que el pelinegro no se contuvo en besarla otra vez. Ahora que había probado sus labios se le hacía imposible dejarlos en paz —. Así que, si me aceptas, casémonos pronto... — cuando la escuchó gemir sorprendida por su pedido se sintió aún más motivado a continuar besándola con fuerza —. Déjame ser tu marido y quédate aquí a mi lado hasta que pueda regresar a Tokio contigo...

—¿Lo dices en serio? — la chica se alejó de él para escucharlo expresar más de ese plan.

—Siempre quise hacer mi vida contigo cuando tuviera el alma y la consciencia libres, para así poder entregártelas a ti sin ninguna cuestión de por medio, pero ahora me he dado cuenta de que en tu ausencia ambas cosas pesan aún más — el hombre entrelazó ambas manos con las de su amada, deleitándose en lo pequeñas que se veían y sentían entre las suyas y reconociendo que ese era el lugar al que pertenecía y siempre perteneció —. Toda mi voluntad reside en ti Sakura y me temo que te necesito para vivir más de lo que podría expresarte.

—Sasuke-kun... — esta vez fue ella quien se inclinó para rozar sus labios contra los del hombre al tiempo que sonreía demasiado emocionada para ocultar la intensidad de su alegría.

—Solo dame un par de semanas mientras preparo todo aquí y en cuanto pueda iré a Tokio para casarnos allá ¿Te parece bien?

—¡Más que bien! ¡Es más de lo que siempre había soñado que algún día tendría! — ella le rodeó el cuello con ambos brazos y se rió libremente mientras derramaba un par de nuevas lágrimas.

—Es reconfortante escuchar eso, porque sabes muy bien lo importante que es para mí que estes contenta — él le sostuvo la cabeza contra el espacio entre su cuello y su hombro y le acarició el largo cabello amorosamente —. Aunque seguro que tu padre estaría furioso conmigo por estarte pidiendo esto sin primero tener su autorización o la de tu madre.

—¡No la necesitas! Ellos saben cuánto te amo y nunca se negarían a dejarnos estar juntos — la ahora prometida del Uchiha se separó de él y dejó fluir libremente las lágrimas por su rostro y lo contemplaba con inconmensurable devoción, así como una brillante sonrisa. Esa que Sasuke tanto había extrañado —. Todos saben que mi corazón y mi existencia son solo tuyos.

Ese día, antes de que el atardecer comenzara a caer en el horizonte, anunciando que era momento de ir a buscar a Mebuki en el punto de encuentro que habían acordado antes de separarse, el par de chicos siguió conversando y haciendo todo tipo de planes y promesas respecto a su futuro juntos.

Sakura le confesó cuanto tiempo había guardado esos sentimientos dentro suyo y juró esforzarse mucho por ser una buena esposa y cuidar de él eternamente.

Sasuke le contó por fin de aquel acuerdo verbal entre sus padres que prácticamente los tuvo comprometidos más de una década, así como también su intenso deseo de convertirla en la mujer más dichosa de la tierra.

Cuando fue momento de despedirse, con los tres arribando a la estación de tren ya entrada la noche, la señora Haruno, a quien prometieron contarle después de sus planes de boda, les dio un nuevo momento a solas mientras ella esperaba a su hija dentro del vagón.

—Te voy a estar esperando Sasuke-kun, por favor ven por mi...

Aprovechando que la iluminación de la estación era escasa y que el lugar estaba desierto, el Uchiha rozó sus labios contra los de su prometida en un contacto que prometía que así lo haría.

Ahora con la certeza de que muy pronto estarían juntos por fin, la despedida fue más sencilla y Sasuke incluso se permitió sonreír mientras veía a la mujer que amaba subir al tren y alejarse de él.

Llevándose su corazón consigo, hasta que pudiera regresárselo una vez que se convirtieran en marido y mujer.

Mebuki no dijo nada ni preguntó que había pasado en esa reunión entre su niña y el chico al que consideraba su hijo adoptivo, pues, por la enorme sonrisa que adornaba el rostro de la pelirrosa mientras admiraba el ramo de narcisos en su regazo y el fuerte abrazo en el que la sostuvo durante todo el viaje, podía imaginar que ambos ya se habían enfrentado a la verdad detrás del amor que sentían el uno por el otro.

Tal y como pensó y su esposo siempre le dijo, solo Sasuke tenía el poder de consolar y alegrar a Sakura.

Aunque esa algarabía y enorme esperanza en el futuro de la que la bella sonrisa de la joven hacia alarde, se vio cruelmente destruida cuando, al arribar a su hogar, se encontraron con un grupo de oficiales uniformados que apenas las vieron las abordaron mostrándoles un documento con el sello real pintado en él.

—Nuestro honorable emperador solicita la presencia de la señorita Sakura Haruno en el palacio lo más pronto posible. Acompañemos, por favor.

...

NOTAS FINALES:

Lo siento! Pero creo que saben que cuando una confesión de amor pasa tan pronto es porque más adelante habrá problemas interponiéndose en el curso del amor xD

Me encantó escribir este capítulo, sé que a muchos les puede sacar de onda que el Sasuke que yo escribo es bastante más demostrativo que el de la serie original, pero hay que tomar en cuenta que el personaje siempre ha sido de sentimientos mega intensos y que su actitud fría se debe a que se quedó completamente solo desde muy niños, algo que en este fic no pasó porque si tuvo gente que lo apoyara y le brindara amor, así que para mí no es tan descabellado que actúe así.

(Aunque obvio yo me paso de cursi porque ese es mi estilo de escritura y pues los que son mis lectores frecuentes ya saben que conmigo esto es así jeje)

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Como en cada ocasión quiero darles las gracias por leerme y comentar que les está pareciendo la historia. Ya sé que no quieren sufrir demasiado, pero esta vez SÍ PROMETO QUE ESTO TENDRA UN FINAL FELIZ, así que este viaje valdrá la pena.

No se olviden de también contarme sus pensamientos de este capítulo y sin más por agregar nos leemos en la siguiente actualización. BYE!