HONNE

Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

Capítulo 6. ¿Qué quiere Sakura para sí misma?

Todavía no puedo creer que Mebuki-san accediera a esto — un pequeño de cabellos y ojos negros le comentaba a su amiga mientras la veía preparar su arco —. Y al mismo tiempo no estoy sorprendido de que tu padre lo hiciera.

Tuve que hacer muchas promesas para que me dejaran practicar y me consiguieran donde tomar lecciones, pero juro que valdrá la pena — su acompañante, una criatura de cabello corto y rosado y un par de ojos verdes, le respondió con una nota de emoción en su voz.

Acto seguido se puso en posición, apuntó y tiró una flecha en dirección a la hoja de papel con un círculo pintado que habían colgado en lo alto de un árbol del jardín de los Haruno.

Ese era el séptimo tiro al blanco consecutivo que conseguía dar y, desde su lugar en el porche, el Uchiha hizo una nota mental actualizando su puntaje, pues sabía que cuando terminara el día la pelirrosa le pediría el resultado final. Dispuesta a superarlo en su próxima práctica.

¿Cómo cuáles? — ante ese cuestionamiento la niña se mostró algo tímida antes de responder.

No descuidar mis otras lecciones y dejar de acompañarte a buscar tesoros a las afueras de la ciudad.

De modo que me cambiaste por esto — Sasuke entrecerró los ojos en una expresión amenazante que consiguió darle escalofríos a su amiga.

¡Lo siento! Era la única manera en que me dejarían continuar con esto y además no tengo la intención de obedecer en esa condición en específico.

¿En serio? — el pequeño Uchiha no pudo evitar dudar.

¡Claro! ¿Qué sentido tiene practicar esta disciplina si no puedo usarla para aventurarme contigo? — la pelirrosa abandonó un momento su entrenamiento para sentarse al lado de su acompañante, teniendo cuidado al colocar frente a ella el arco nuevo que su padre acababa de comprarle.

Más te vale... — el chico sonrió más animado contagiándole su humor a su amiga, quien miró al cielo con una expresión decidida y soñadora.

Ya lo veras Sasuke-kun, dentro de poco me convertiré en la mejor arquera del país y todo el mundo sabrá mi nombre.

Sakura había descubierto su talento por mera casualidad o más bien en el proceso de llevar a cabo una travesura.

Un grupo de niños que pertenecían a la misma academia de kendo que Sasuke habían estado molestándolo durante días debido a su amistad con ella. Ya fuera acosándolo, interponiéndose en sus entrenamientos y de paso insultando a Sakura, llegando a puntos tan inaceptables que no le dejaron de otra al par de niños que vengarse.

Aquel día cada uno se había ocultado en la copa de un árbol con una bolsa de rocas lista para ser descargada sobre aquel grupo de tontos cuando los vieran pasar y, llegado el momento, los tiros que los acribillaron desde la izquierda les dieron con un nivel de acierto que los de la derecha no pudieron igualar.

Sakura le había dado a cada punto que sus manos apuntaron, ya fuera en la frente, las piernas, la nuca o puntos tan pequeños como la nariz, consiguió darles sin fallar, sorprendiéndola gratamente.

Esos idiotas ni siquiera habían sabido de dónde vino el ataque y una vez que terminaron con su fechoría la única hija de los Haruno se quedó deseosa de más, tanto que se la pasó días soñando con aquel gratificante momento y pensando sin cesar si acaso ese era el talento especial que tanto había esperado descubrir.

Al compartirle aquello a Sasuke, él recordó haber visto un arco y flechas en el viejo cobertizo de su casa y sin siquiera consultarlo con nadie, se los regaló para que practicara.

Ella tenía apenas diez años y ese equipo era para un adulto, pero consiguió arreglárselas para usarlo, poniendo su máximo esfuerzo tanto en la teoría, la cual aprendió en base a libros que también sacaron de la biblioteca de los Uchiha, y la práctica, siendo ésta última la que más trabajo le costó.

Al menos logró tener el tiempo suficiente para dominar el pesado arco y hacer impresionantes tiros con él antes de ser descubierta.

Sakura todavía recuerda perfectamente la forma en que el rostro de su madre se movía frenético mientras gritaba y trataba de hacerle entender que no podría practicar un deporte como ese siendo una señorita, así como el hecho de que ella estaba muy concentrada llorando porque también se habían enterado de la procedencia del armamento y habían reñido a Sasuke.

Odiaba meterlo en problemas y que se llevara parte de los castigos que solo a ella le correspondían.

Él ya tenía suficientes cosas en su plato como para tener que lidiar con la carga extra que su egoísta amiga añadía con sus actos.

Mebuki siempre había presumido de tener mano dura con su pelirrosa hija, teniendo que cubrir la disciplina que su esposo fallaba en darle, no obstante, siempre que la veía llorar terminaba levantándola en brazos para abrazarla y consolarla, justo como hizo en esa ocasión.

Lo siento mami... Es mi culpa, todo fue mi idea, no te molestes con Sasuke-kun...

Yo sé que lo sientes cariño y descuida a pesar de todo no estoy enojada contigo ni mucho menos con él.

Porque había criado una niña sumamente responsable de sus decisiones y consciente de las consecuencias de sus actos. Sakura podía asumir sin protestar cualquier castigo o regaño que se mereciera, así que cuando lloraba era una clara señal de que era por su amigo por quien estaba preocupada.

Todos sabían que luego de la muerte de Fugaku e Itachi, así como el colapso de Mikoto, la niña de ojos verdes se había vuelto demasiado sobreprotectora con Sasuke.

Temía de cualquier cosa que pudiera hacerle daño, tanto física como emocionalmente y era una preocupación y un miedo tan latentes en ella que cuando su padre la abordó para explicarle que no podía seguir jugando a ser arquera se vio en la necesidad de suplicar y contarle los motivos por los que tenía que continuar con él pasara lo que pasara.

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—Así puedo proteger a Sasuke-kun si llega a necesitarme en algún momento — en el presente, Sakura respondió el cuestionamiento del emperador acerca del motivo por el que había decidido practicar la arquería.

—Ya veo, eso suena muy loable, ahora dale a esa campanilla de por ella — el hombre respondió mientras observaba de cerca su práctica, maravillándose con como ella daba en cualquier blanco que él le señalara por más difícil que fuera —. ¿Pero que no dijiste que tu prometido es el mejor espadachín que conoces?

—Lo es, pero eso no quiere decir que no necesitara quien le cubra las espaldas o un apoyo en quien pueda confiar — el peliplata reflexionó esa respuesta con interés al tiempo que se cruzaba de brazos

—Ya veo... Bueno, entre más me cuentas de él y de su infancia juntos más reafirmo que es un niño con suerte.

—Perdió a su familia ¿Qué clase de suerte es esa? — la Haruno se volvió hacia él con una expresión triste e inconforme ante esa idea tan errónea, su amigo había pasado por cosas muy difíciles siendo solo un niño inocente y aun hoy en día estaba sufriendo por ellas. Sasuke Uchiha era inmerecidamente desafortunado.

—Pero aun te tiene a ti Sakura... — el emperador respondió audazmente como si hubiera leído sus pensamientos —. Y eso es más de lo que yo puedo decir.

—Kakashi-sama... — la pelirrosa murmuró avergonzada para después darle la espalda y regresar a su práctica con el propósito de ocultar su sonrojo.

Las últimas dos semanas luego de llegar al palacio habían sido bastante extrañas, por decirlo de alguna manera.

Al soberano no le había importado mucho recibir la noticia de que estaba comprometida y el mismo día que la conoció decidió hacerle una propuesta que por sus estipulaciones era tan conveniente que rayaba en lo sospechoso.

Para empezar, Kakashi no quería que cumpliera al pie de la letra con todo lo que ser su concubina implicaba, sobre todo la parte del acto sexual, sino que esperaba que fingiera serlo y llevara a cabo más bien las funciones de una dama de compañía, todo con el propósito de que sus consejeros lo dejaran en paz.

La joven intentó convencerlo de que lo mejor era buscar a otra persona que no tuviera ningún compromiso de por medio para que llevara a cabo ese teatro, pero él expresó que solo ella era la indicada para el papel.

"No puedo confiar en que otra mujer en tu lugar no vaya a querer delatarme o me quiera chantajear, pero sí en que tú no serias capaz de hacer algo así ya que me demostraste que tienes un corazón honesto y fiel al hablarme de tu amor por Sasuke".

Entendía que siendo un emperador había ciertas situaciones o costumbres de las que a pesar de su cargo no podía esquivar, así como lo frustrante que debía ser el ser obligado a hacer cosas que no quería, pero por más comprensiva que fuera no podía prestarse para algo así.

De modo que, anticipándose a su negativa, Kakashi le planteó el hecho de que sería temporal y que a cambio podría pedirle lo que quisiera.

"¿Lo que sea?"

"Incluso si suena imposible de conseguir lo tendrás, te lo aseguro"

Sakura dudó mucho antes de hacerle saber el más grande deseo que había tenido guardado dentro de sí misma desde hacía mucho tiempo, pero al final, con la esperanza de que hablara en serio y pudiera concedérselo, decidió hacerlo.

"Solo quiero que Sasuke-kun y su familia obtengan la justicia que merecen, porque solo de esa manera él podrá ser libre"

El emperador no tenía conocimiento previo respecto al accidente que le había arrebatado la vida a los Uchiha, pero no dudo ni un poco de las palabras de la pelirrosa cuando ésta le contó la serie de irregularidades y cosas sospechosas que envolvían el caso, aceptando ayudarla a desvelar la verdad.

Su contrato verbal entonces fue simplificado de la siguiente manera: Ella se convertiría en su concubina solo de título, manteniendo su nombre y rostro en secreto tanto como fuera posible y sin ninguna obligación de por medio más allá de hacerle compañía y guardar las apariencias. Mientras que Kakashi se encargaría de asegurar el bienestar de Sasuke en Kioto y poner a su disposición todos los recursos en pro de su investigación, tanto para encontrar los motivos detrás del crimen como para castigar a los culpables.

Siendo esto último, el punto que marcaría el fin de su acuerdo.

Una vez que Sasuke Uchiha consiguiera paz mental al cumplir con su objetivo, ella sería libre para ir con él, casarse y por fin tener esa vida que siempre soñó a su lado.

Sakura entonces había aceptado mudarse temporalmente al palacio y convivir con Kakashi bajo todo ese asfixiante ambiente en el que se sentía una invasora, con tal de asegurar el futuro de su amado.

Pero fuera de las estrictas reglas y protocolos que era necesario sufrir cada día, lo cierto era que resultaba agradable conversar con el hombre de cabellos plateados y hacer actividades como jugar shōgi, comer juntos o visitar la biblioteca con él.

Inclusive le había pedido que usara su nombre de pila cuando le hablara y se olvidara de usar su título de emperador. Algo que Sakura aceptó de buena gana.

Tenía la sensación de que podrían llegar a ser buenos amigos y la idea le agradaba, pues, a pesar de sus defectos, el emperador era gentil, respetuoso y atento con ella, siempre buscando hacerla sentir cómoda y calmando su mente cuando sentía que estaban haciendo algo terrible.

Tal vez el único rasgo extraño que poseía era su apego por el pequeño libro de tapa verde que siempre llevaba consigo y que nunca quiso contarle de qué trataba, pero fuera de ello, no parecía haber nada de lo que hubiera que preocuparse.

Cosas que se aseguraría de decirle a Sasuke cuando tuviera que enfrentarse a él para contarle lo que había hecho.

—Solo espero que recuerde ese extraño mito de que pasan cosas malas cuando pelean entre ustedes y sepa entender lo que está pasando — el soberano había comentado cuando ella le explicó que no podría guardarle el secreto al Uchiha y que le diría todo en cuanto tuviera la oportunidad —. Porque sería realmente injusto que se moleste con su ángel guardián.


Mientras Sakura se ocupaba de sus propios asuntos, su prometido se encontraba bastante preocupado por el hecho de no haberla vuelto a ver o siquiera contactado con ella por medio de cartas desde el día en que se comprometieron.

Era consciente de que eso se podía arreglar simplemente buscándola, pero lo que se le hacía extraño era que ella no hubiera tenido la iniciativa de hacerlo en primer lugar, como era costumbre suya.

Su silencio y ausencia nunca le habían parecido más inquietantes que en ese momento y encendían alarmas y preocupaciones en él que lo habían devuelto al agujero de incertidumbre en el que había estado metido previo a que confesaran sus sentimientos y decidieran casarse.

¿Podría ser eso señal de que ella se había arrepentido de comprometerse con él? ¿Tal vez un indicio de que en realidad no estaba segura de querer que fueran algo más que amigos?... ¿O quizá podría deberse a que estaba reflexionando si valía la pena esperarlo?

—Ahí viene...

Pero antes de que pudiera contestar esas preguntas, ya fuera de manera que pudiera consolarse a sí mismo o, por el contrario, martirizarse, Suigetsu le anunció que Hashirama estaba saliendo de casa como cada mañana cuando era hora de iniciar su jornada laboral.

Con un breve gesto el jefe los saludo y luego el trío comenzó a encaminarse al carruaje, teniendo un viaje silencioso e incómodo en el que tanto el Senju como Hozuki se dieron cuenta que ese día Sasuke estaba más extraño que el usual.

—Entra hijo, hay algo muy importante que tenemos que discutir — el oficial mayor le pidió a su subordinado en cuanto estuvieron en la estación de policía.

Sin inmutarse, el Uchiha le obedeció y se adentró en su oficina bajo la angustiada mirada de su compañero de cabellos blancos.

"Espero no lo despidan porque sin él este trabajo será una pesadilla aún más difícil para mí" pensó mordiéndose el labio inferior.

—Toma asiento Sasuke, porque lo vas a necesitar — esa afirmación consiguió interesar al mencionado, quien compuso una mueca curiosa mientras se sentaba —. Verás, dentro de un par de días uno de los hombres más allegados a nuestro emperador estará de visita y ha solicitado que seas tú quien lo escolte en todo momento mientras está aquí en Kioto.

—¿Por qué me ha pedido específicamente a mí? — frunció el ceño, contrariado, si era un trabajador del palacio podía mejor traer su propia escolta desde allá.

—Es que... Puede que a tu muy sociable superior se le fuera un poco la mano al presumir que, desde que trabajas para mí, los molestos funcionarios que antes tanto me agobiaban dejaron de acercárseme — Hashirama tenía una expresión de vergüenza y suplica como si temiera que Sasuke se molestara, aun cuando éste jamás lo había hecho sin importar cuan irritante podía llegar a ser, ni siquiera cuando le rogó oficiar su boda durante días —. Así que, siendo una persona cercana al emperador, lo que Iruka-san más necesita es quien ahuyente con su sola presencia a cualquiera que intente quedar bien con él o pedirle información extraoficial.

Al menos esa era una explicación lo suficientemente aceptable para él.

—Entendido señor — creyendo que ya tenía sus órdenes dadas y por lo tanto ya debía irse, se preparó para levantarse, pero fue detenido por un gesto nervioso de su jefe —. ¿Sucede algo más?

—Oh Sasuke, lo cierto es que sí... No soy bueno con estas cosas, pero necesito saber qué te pasa.

—¿A mí?

—Bueno, yo no soy quien se la ha pasado distraído y con un aura depresiva a mi alrededor más fuerte que nunca — aunque intentó darle un aire menos serio a la conversación, el oficial no lo comprendió y sin dudar se inclinó en una reverencia.

—Lo lamento mucho señor, aceptare cualquier reprimenda por mi compor...

—¡No hijo, no quiero castigarte! Solo saber qué es lo que tiene así, se supone que deberías estar feliz — "exacto, se suponía que así debía sentirse" Sasuke pensó, frustrado —. ¡Vas a casarte!

—Es justo esa afirmación de la que ya no estoy tan seguro — su tono de voz fue tan amargo que a Hashirama le dio un escalofrió en la columna.

En poco más de un minuto, Sasuke le explicó a grandes rasgos que temía que esa extraña distancia que había entre su prometida y él se debiera a que ella estuviera arrepintiéndose de haberse comprometido y quisiera buscar la manera de romper con él.

Siendo amigos de la infancia y cambiando el estatus de su relación tan abruptamente y sin un desarrollo en su relación como lo sería el noviazgo, esa una posibilidad que no lo había dejado dormir bien los últimos días y que atacaba su mente por más atento a su trabajo que se esforzara por estar.

—Ya veo, ahora todo tiene sentido... — el Senju se masajeo la barbilla.

—No pretendo excusarme señor y prometo que buscaré la manera de concentrarme igual que antes en el trabajo. Le pido no se preocupe.

Aunque se suponía que la seriedad y formalidad con la que el pelinegro se comportaba era una cualidad que le permitía desenvolverse adecuadamente en su trabajo, a su jefe no le gustaba mucho que fuera así.

Ni siquiera él con la edad y el cargo que tenía era así de recto y solemne.

—Escucha Sasuke, ya te había dicho que en serio me agradas y que genuinamente estoy satisfecho por el desempeño que has tenido hasta ahora como mi oficial, por ambas cosas es que me aventuré a preguntarte qué te sucede — Hashirama se relajó en el sillón detrás de su escritorio mientras le hablaba con la suavidad que un padre usaba para aconsejar a su hijo —. Es natural que estés preocupado, pero, aunque tengas miedo de saber los verdaderos sentimientos de tu prometida debes enfrentarte a ellos... ¿Te has preguntado si acaso ella no se siente igual que tú? ¿Si también siente incertidumbre por tu distancia? ¿Si piensa que eres tú el que ya no quiere casarse?

—En realidad no... No lo había pensado así.

—Ahí tienes entonces hijo, ten en cuenta esa posibilidad y úsala como motivación para resolver esto lo antes posible ¿Entendido?

—Sí señor... — con una pequeña venia, Hashirama le indicó que eso era todo y que podía retirarse, pero Sasuke dudó un momento antes de hacerlo.

—¿Sasuke? — enarcó una ceja observando con preocupación a su subordinado.

—¿P-puedo hacerle una pregunta, señor?

—Claro muchacho, adelante — nuevamente hizo falta una pausa para que el Uchiha se animara a dejar atrás sus inseguridades y pudiera pedirle consejo respecto a otra situación que también lo estaba haciendo sentir mal.

—Tener un trabajo como este... ¿Me impedirá ser un buen esposo?

Hashirama quedó momentáneamente desconcertado. En realidad, no se lo había planteado nunca, ni siquiera en el contexto de su propia relación. Nuevamente, por el mero hecho de cuestionarse cosas así, el Uchiha demostraba tener un juicio y madurez que él no poseía.

Así mismo, no pudo evitar pensar en lo mucho que Sasuke debía amar a su prometida y lo tierno que de repente le resultaba ese introvertido joven.

—Bueno... Supongo que eso depende de lo que tú quieras que tu matrimonio sea o lo que tu esposa desee de él — contestó al cabo de un momento.

—Yo solo quiero que Sakura este feliz y ser yo quien la haga sentir así.

—¿Y ella? — ahora la aflicción presente en el rostro de Sasuke se transformó en vergüenza, pues la honesta respuesta a esa pregunta era deshonrosa.

—No lo sé...

Es decir, Kizashi Haruno siempre le había enseñado que si quería ser un buen esposo para Sakura debía tenerla consentida y proveer cualquier cosa que ella deseara por más pequeña que fuera. Su satisfacción debía ser su prioridad.

Mebuki en cambio en una ocasión mencionó que se sentiría tranquila si su pelirrosa y terca hija se casara con alguien capaz de contener su espíritu luchador, no eliminarlo, más sí mantenerlo a raya. Para ella era más importante la cuestión de la complementación.

Desde muy chico había escuchado a su profesor de kendo hablar sobre el deber que tenía un hombre de ser fuerte para proteger a su esposa y a la familia que formaría con ella. Un espadachín debe brindar seguridad a los suyos.

Podía recordar a su padre decir que un marido debía siempre asegurar que a su mujer no le faltara nada y viviera cómodamente y que debía cuestionarse constantemente a sí mismo respecto a la suficiencia del trabajo que estaba haciendo. Fugaku creía que un hombre debía ser competente en todo, incluyendo el matrimonio.

Tenía memorias vagas de su madre diciéndole que un buen esposo era alguien capaz de dar más amor del que estaba dispuesto a recibir. Siendo una mujer demasiado sensible y cariñosa era de esperarse que ella viera las muestras de afecto como lo más esencial.

Y como última referencia, estaba una breve conversación que había tenido con Itachi antes de que se decidiera quién se casaría con Sakura y en la que su hermano mayor le explicó que, sin importar quien fuera el elegido, debía estar dispuesto a abrazar con responsabilidad lo poco convencional que ella era, para nunca descuidarla o vulnerarla. Para él, la adaptabilidad era indispensable.

Pero en realidad nunca se había preguntado qué era lo que Sakura esperaba del futuro marido con el que algún día compartiría su vida.

Nunca habían tocado el tema antes de poner sus sentimientos a discusión, de hecho, el matrimonio siempre fue tabú entre ellos y recién se daba cuenta del terrible error que eso había sido.

Si se había atrevido a pedirle que se casaran antes de lo planeado era porque no quería perder más tiempo en su propósito de demostrarle lo mucho que la amaba y la gran importancia que tenía en su vida.

¿Cómo se suponía que haría eso si no tenía idea de lo que Sakura esperaba de él?

—Otra cosa que debes hablar con ella hijo y te recomiendo que lo hagas lo más pronto posible... — Hashirama interrumpió sus cavilaciones mentales con una sugerencia, aunque luego tuvo que corregirla al recordar algo de repente —. Aunque Iruka-san estará aquí dentro de dos días, así que vas a tener que esperar un poco.


Kakashi había sido muy cuidadoso al mantener a Sakura fuera de los ojos curiosos que habitaban en ciertos rincones del palacio y por ello había elegido hospedarla en un ala lejos de las áreas comunes para que nadie pudiera encontrársela por casualidad.

Quería complacerla tanto como pudiera para asegurar que serían buenos socios el tiempo que fuera necesario, así como también por un gusto a verla feliz que había adquirido luego de la primera vez que la vio sonreír.

Si cuando se estaba seria o reflexiva era una doncella digna de ser pintada en el más grande los lienzos, cuando sonreía su rostro adquiría tal belleza y luz que era como estar frente a una aparición divina.

Una que se manifestaba especialmente cuando hablaba de su amado prometido: Sasuke Uchiha.

Un joven al que desde la primera vez que escuchó su nombre mandó investigar para conocer qué tipo de hombre era, de cierta forma, su "competencia". Aunque no consiguió averiguar nada más allá de lo que Sakura le contó de él, por lo que no tenía de otra más que confiar en que ese desconocido que tenía en sus manos el corazón de la joven de ojos esmeralda era, en efecto, ese chico maravilloso y noble que su prometida juraba que era.

Y era precisamente porque no tenía disponible información sobre él que viniera de una fuente objetiva, que había planeado una audaz treta para conseguirla.

—¿Me llamó Kakashi-sama? — Sakura entró en su oficina con una expresión preocupada y al mismo tiempo asustada.

Según su acuerdo lo mejor era que ella permaneciera lejos de esas áreas tan frecuentadas por sirvientes, funcionarios o cualquier persona que pudiera verla y saber quién era, pero sorpresivamente Iruka había aparecido en sus aposentos para informarle que su emperador quería hablarle y debía acudir a él de inmediato.

Así entonces, ahora la dama estaba ahí presente y con el cabello cubierto por un chal de algodón profundamente oscuro capaz de ocultar el particular rosado de sus hebras.

Iruka le hizo una señal a la chica para que se sentará al lado de Kakashi y, acto seguido, el más leal siervo del soberano se plantó en una esquina de la habitación.

—¿Sucede algo malo? — con las manos temblándole en el regazo y el miedo inscrito en su voz y su mirada, Kakashi no se contuvo en inclinarse hacia ella y poner su mano sobre su cabeza para reconfortarla.

—No cariño, en realidad es algo bueno, tranquila — teniendo cuidado, el emperador poco a poco le quitó el velo para ver ese cabello color rosado que todavía lo dejaba fascinado cada que lo veía —. Te he llamado porque quiero pedirte un favor.

—¿Qué clase de favor, señor? — por un momento la doncella temió que fuera algo que no estuviera dispuesta a hacer o para lo que no estuviera lista.

—¿Recuerdas que te conté que hay una tienda de dulces que hace chocolates tan deliciosos que me dan ganas de llorar cada que los cómo? — la pelirrosa asintió rápidamente —. Normalmente tienen a alguien que nos los hace llegar hasta acá, pero hace poco el dueño, un hombre ya bastante entrado en años, ha enfermado y me temo que sus hijos, quienes también son sus empleados no quieren separarse de él.

—Que triste ¿Va a recuperarse? — enternecido por su sincera preocupación, visible a través de su mirada, Kakashi le puso un mechón rosado tras la oreja acariciándolo en el proceso.

—Eso no lo sé, por eso necesito que vayas a verlo y hagas dos cosas — imaginándose que era como un guerrero a las órdenes de su amo tal y como en sus libros de cuentos, Sakura asintió y puso mucha atención en lo que debía hacer —. Lo primero es que recojas un pedido que ya hemos hecho y que únicamente necesita quien lo traiga aquí y lo segundo es que le hagas saber a ese honorable hombre cuan agradecido está su emperador por su servicio brindado durante todos estos años ¿Comprendes Sakura?

—Sí, lo hago.

—¿Y puedes hacerlo?

—¡Claro! ¡Será pan comido! — la pelirrosa estaba entusiasmada tanto por salir del palacio luego de casi un mes ahí dentro escondida, como por la idea de llevar a cabo una misión para el hombre más importante del país.

Algo a lo que solía jugar cuando era niña y que volviéndolo realidad no perdería oportunidad para contarle a sus hijos y sus nietos en el futuro.

—De acuerdo linda, confío en ti y por supuesto en mi más cercano amigo también — con una breve mirada el peliplata le señaló a Iruka detrás de ellos —. Él irá contigo sólo como guía y para vigilar que todo vaya bien, no te preocupes.

Eso último era mentira, pero una chiquita. No había necesidad de que Sakura supiera cuál era la verdadera misión del hombre que la acompañaría, pues era algo inofensivo.

—Está bien Kakashi-sama, ¿Cuándo nos vamos?

—Mañana mismo y asegúrate de llevar ropa abrigada, Kioto ha tenido una temporada de lluvias bastante fuertes y no quiero que te enfermes.

—¿K-Kioto? ¿Iremos a Kioto? — sorprendida por escuchar a donde irían, la dama alternó su verde mirada entre Kakashi e Iruka, quienes afirmaron con la cabeza. ¡Irían a Kioto! ¡Que destino más conveniente y maravilloso! Tal vez podría... —. Kakashi-san... En realidad, me está enviando a mi para...

—Ups, parece que me olvidé de la tercera cosa que quería pedirte — aprovechando que Sakura estaba estupefacta y emocionada por su próximo viaje, el emperador la sostuvo por los hombros con delicadeza y la miró con una seriedad que no se conjugaba bien con su jovial sonrisa —. Vas a encontrarte con un tal Sasuke Uchiha antes de ir a ver a mi maestro chocolatero y tendrás exactamente doce horas para hablar y pasar un rato con él, ¿Eso te parece difícil?

—En lo absoluto... — ella apenas pudo susurrar sintiendo que la alegría se desbordaba de su ser.

¡Vería a Sasuke! Su adorado y hermoso prometido al cual tenía demasiadas cosas que contarle y deseaba con toda su alma ver hasta el cansancio y besar con abandono.

Ese maravilloso hombre con el que quería pasar el resto de sus vidas y por el que estaba dispuesta a hacer lo que fuera con tal de verlo feliz. Incluyendo hacer un descabellado trato con un emperador y que bien podía salir muy mal al menor descuido.

Mismo del que tenía que informarle sí o sí en esa visita que iba a hacerle.

—Sakura... — viendo tanto su alegría como preocupación por el encuentro con su amado presentes en su mirada, Kakashi tuvo que sacarla de su ensoñación mental —. Me refiero si te parece difícil ir a verlo y tener que regresar aquí después.

—¿Eh?

—Pequeño ángel, dime si debo temer que, al enviarte a ver a esa persona que tanto amas y extrañas, no desees separarte de él y elijas ya nunca regresar — a pesar de que su tono de voz era conciliador y en sus ojos estaba la misma mirada gentil y ausente de siempre, Sakura captó que realmente necesitaba una respuesta para estar tranquilo al dejarla ir.

—Descuide Kakashi-san le di mi palabra de estar aquí y ayudarlo y no pienso retroceder en ella — incluso Iruka en su papel de espectador pudo captar la seguridad con la que hablaba.

—¿Ni siquiera si él te pide que te quedes?

La chica de ojos verdes se mordió el labio inferior mientras meditaba su respuesta, aunque no tardó mucho en esbozar una tierna sonrisa que venía acompañada de un encantador rubor en sus mejillas.

—Si hay algo que puedo asegurarle de Sasuke-kun es que me respeta a mí y mis decisiones con una madurez que le impediría llevarme la contraria — el emperador se quedó momentáneamente deslumbrado por el profundo amor que inundaba cada parte de la pelirrosa cuando hablaba de ese chico y se sintió... —. Me ama tanto como yo a él y sabrá esperarme hasta que podamos estar juntos, lo cual no será dentro de mucho ¿O sí?

... Se sintió realmente envidioso por ello.

—No cariño, ya me estoy encargando de todo, descuida — aunque admitía que si seguía sintiendo su corazón agrandarse en gozo por estar con ella podría terminar retrasando su promesa de ayudar a Sasuke en su investigación.

—Entonces yo también haré mi parte de nuestro trato y en cuanto consiga esos chocolates y hable con Sasuke-kun estaré aquí de regreso ¡Lo prometo!

Más tranquilo de poder dejarla irse a ver a su prometido, ya que confiaba en que ella volvería a su lado después, el emperador procedió a darle los detalles sobre su viaje y luego la dejo marcharse para que pudiera descansar lo suficiente y afrontara su pequeña aventura con mucho ánimo y fuerza.

Iruka se quedó adentro de aquella habitación con Kakashi, pues tenían otros asuntos que discutir, así que Sakura tuvo que irse sola de regreso a sus aposentos y aunque había memorizado el camino casi en su totalidad por un momento temió perderse.

Cubriendo su cabello de nuevo con el chal y aprovechando que la poca luz de la recién llegada noche podría ocultarla bien, la dama camino sigilosa, aunque sin prisa por los pasillos.

Demasiado distraída en lo que auguraba su próximo encuentro con Sasuke, lo feliz que estaba de volverlo a ver y al mismo tiempo lo preocupada que se sentía por la posibilidad de herir sus sentimientos por no haber tomado en cuenta su opinión antes de que ella decidiera meterse en todo ese embrollo.

Pero como ya le había dicho a Kakashi, sabía que él entendería sus motivos y eso conseguía reconfortarla.

Sonriendo perezosamente durante su trayecto y perdida en sus cavilaciones, casi se cruza con un par de presencias que estaban por doblar en el pasillo por el que ella iba, aunque hábilmente consiguió esconderse en una habitación que para su buena suerte se encontraba vacía y sin cerradura.

—Tal vez debería hablar con él, seguro que lo escuchara señor.

—Eso espero, nuestro emperador es muy necio en ocasiones, pero sé que con un poco de persuasión conseguiré convencerlo...

Curiosa por ver quienes estaban hablando de Kakashi, la pelirrosa abrió un poco la puerta para asomarse y cuando enfocó su visión en el par de hombres que caminaban y conversaban ignorando que estaban siendo observados desde las sombras, una exclamación de horror casi se le escapa.

Menos mal que fue rápida al cubrir su boca con una mano y silenciosa al retroceder con pasos torpes hasta el fondo de su escondite, mientras su expresión comenzaba a demostrar lo enferma que se sentía de repente.

Una reacción que era de esperarse dado que había reconocido a uno de esos hombres y que hasta ese momento lo había creído congelado en el tiempo.

Atrapado en el pasado e imposibilitado para existir en el presente.

...

NOTAS FINALES:

iiiiii el siguiente capítulo va a estar... Nombre para que les cuento jeje, espérenlo.

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¿Qué les pareció este capítulo amixes? Ya saben que me encanta leer sus opiniones, asi que les mega agradecería que me dejen un comentario.

Como siempre les agradezco desde el fondo de mi corazón a cada persona que me deja su apoyo y que me motiva a seguir con esta historia, lxs apreció mucho.

Sin más, nos leemos en la próxima actualización. BYE!