Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.


(Sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries) (Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)

Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros.


(Damon POV)

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Algunas semanas antes…

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—¿Vas a dejarme entrar o no? Alaric viene con demasiadas cosas y necesito ayudarle —dijo el pequeño Gilbert. Después de que le rompiera el cuello, y de que, con la ayuda de mi hermano Stefan, él tratara de vengarse. Aunque bueno, para mí buena suerte se Jeremy se arrepintió, aunque ahora es básicamente mi sombra.

—¿Estas tan desesperado por encontrar un propósito de vida, que prefieres venir a ayudarme? —le pregunté haciéndome a un lado. Yo no voy a mover ni un dedo, el tema si me interesa, pero no lo suficiente como para ayudarles a traer todo.

—Cállate —respondió mientras me empujaba. Rick llegó frente a mí, segundos después, su maletín colgaba de su hombre, en sus brazos traía una caja, le eche una ojeada rápida, al parecer eran libros y no sé qué más cosas.

—Damon —me saludo Le saludé y me hice a un lado para que entrara, después cerré la puerta y me gire a mirar como hacían un desastre en mi sala.

—¿Elena sabe que estas involucrado? —le preguntó Rick a Jeremy mirándolo con curiosidad. Jeremy negó inseguro y me dio una mirada. ¿Esperaba que yo explicara su existencia?

—¿Qué tenemos aquí? —pregunté para desviar el tema. Alaric me miró y soltó un suspiro, sus ojos volvieron a las cosas frente a él.

—¿Recuerdas la investigación de Isobel? —me preguntó, yo asentí recordando a la sexy asistente que nos había pasado esa información. —Pues ¿recuerdas la maldición azteca?

—Sol, luna, bla bla bla —dije moviendo los brazos exageradamente.

—Se supone que hace siglos, vampiros y licántropos no tenían problemas para transformarse, pero un chamán les puso una maldición para retenerlos —Rick explicó. —Desde entonces los licántropos solo se transforman en luna llena y los vampiros son dañados por el sol.

—Solo la mayoría —le enseñé mi anillo sonriendo presumidamente. Mi amigo asintió dándome la razón.

—La parte de los hombres lobo, la selló la piedra de luna.

—¿Cómo que "sellar"? —Jeremy preguntó mientras veía los dibujos que le dio Rick.

—Son cosas de brujas —respondí. —Lo que pone y sella la maldición, normalmente es la llave para quitarla.

—Mason planea usar la piedra de luna para romper la maldición —Jeremy nos miró asombrado por su descubrimiento.

—Si Mason comienza a creer en una maldición de un libro —dije— es un idiota.

—¿Quién tiene la piedra ahora? —preguntó Alaric.

—Tyler.

—Bien pequeño Gilbert, es tu deber conseguirla —le di una mirada que no daba lugar a quejas.

—Así que tu si crees en la maldición —me preguntó mirándome divertido.

Rodeé los ojos. —Es el mismo libro que dice que los licántropos matan vampiros. Ignorarlo, solo me haría más… idiota.

—Bien vamos a hacer un plan para terminar con esto. —Alaric dijo, pero no sonaba tan convencido, para su buena suerte, yo si lo estaba. —Yo me encargo de contarle a Stefan.

Sabía que mi hermano estaba en la mansión Lockwood ayudando a la decoración del baile de máscaras, y sé que también Mason debía estar ahí. Conduje rápidamente a ese lugar, si todo salía bien, quizás podamos tener dos tiros en uno.

—Brujita, necesitamos tu ayuda —le dije a Bonnie cuando la vi en el jardín de la casa de los lobos. No estaba nada contenta con verme, y debo admitir que yo tampoco a ella, pero era un mal necesario.

—¿Qué quieres Damon? —preguntó.

—Un favor —Stefan llegó a mi lado. Me dio un asentimiento mientras miraba a Bonnie.

—Ay que lindos —se burló la bruja. —Los hermanitos se unieron para pedirme un favor.

—¿Para qué vine? —me quejé.

—Sé que no somos de tu agrado, —Stefan le dijo. —Pero si nos ayudas, podemos tener una ventaja sobre Katherine.

El celular de mi hermano sonó avisando que tenía una llamada.

—Tengo que explicarle esto a Elena, ha estado nerviosa últimamente —nos miró alejándose un poco. —Ustedes llévense bien, por favor.

—Vamos Bonnie, —le dije. —Solo tienes que tocar a Mason de nuevo para saber si ya le dio la piedra a Katherine.

—Así no funciona —respondió molesta. —No te voy a ayudar a lastimar a nadie.

—Mason es licántropo, Katherine una perra —dije gruñendo. —No te hagas ahora la policía buena.

—Por favor —Stefan regreso y le sonrió inocentemente. Sé que mi hermano había estado escuchando la conversación.

—Bien, ¿cuál es el plan?

—Ayúdanos a causarle uno de esos trucos de bruja que haces cuando mi cerebro se quema —le expliqué.

—¿Un aneurisma?

—Solo a noquearlo —le aseguró Stefan. —Nosotros hacemos el resto.

Ella asintió y salió a buscar a Mason para llamar su atención. Al poco rato me llegó un mensaje de Bonnie, diciendo que tenía a Mason en la mira y que estaba lista para actuar. Resulta que se encontraban en las afueras de la casa, Bonnie fue muy inteligente como para hacer que nuestro objetivo se acercara a ella con la excusa de ayudarla con… lo que sea que estaba haciendo. Bonnie comenzó a hacer su magia, Stefan aparcó la camioneta secar de ellos, me bajé de un salto para darle un buen golpe a Mason para terminar de noquearlo, sus gritos eran horriblemente molestos.

Le hicimos una señal a Bonnie para que nos esperara adentro de la camioneta, ella nos dio una larga mirada pero obedeció, se subió a la camioneta mientras Stefan y yo cargábamos el maletero con el casi cadáver, me subí detrás del volante y nos puse en marcha.

Rodeando Mystic para evitar encontrarnos con las personas conocidas, además de la velocidad que iba, llegamos rápido a casa, dejé que Stefan se encargara de ir con Elena, si se quedaba solo me arruinaría la diversión.

Bonnie me ayudó a colocar unas mantas en el suelo de unas de las habitaciones vacías, no quería que la alfombra se manchara de asquerosa sangre de licántropo. Acerqué una silla y depositamos al muerto en ella.

—Ya casi despierta. —Bonnie me miraba nerviosa.

—Vamos a ponerle una correa —le dije mientras sacaba las cadenas. No me voy a arriesgar a que se me pegue la rabia.

Bonnie se acercó y puso sus manos en la cabeza de Mason.

—¿Qué haces? —le pregunté dudoso.

—Trato de ayudarte, leyendo su mente —dijo cerrando los ojos.

—Bien gracias. Averigua si tiene la piedra, que piensa hacer con ella y que tiene que ver Katherine —le dije extrañamente agradecido. Se quedó unos segundos con sus ojos cerrados, pero de repente abrió los ojos y me miró.

—Es un pozo —dijo, sus cejas se unieron como si estuviera analizando algo. —Creo que ya sé dónde está.

Mason hizo un movimiento brusco que nos sobresaltó a los dos.

—Bien es todo tuyo—dijo ella.— Ya me voy.

—¡Oye! —le grité antes de que saliera. —Gracias.

Asintió con una sonrisa leve, la vi salir por la puerta y me giré de nuevo a mi presa.

—¡Despierta lobito! —dije con voz alegre y le di un fuerte golpe. Mason despertó desorientado, sus ojos se tardaron en enfocarme, pero cuando lo hizo trato de zafarse. Le di una mirada para asegurarme que de verdad no se podía mover, tome una de las espadas que tenemos como adorno cerca de la puerta y me dispuse a calentarla en el fuego de la chimenea. Los gruñidos de Mason me alertaban de lo desesperado que estaba por liberarse, no me tomé la molestia de mirarle.

—El lobito tiene rabia —dije divertido, pero solté una risa cuando lo escuché caerse de espaldas con todo y la silla. Me levanté de mi posición con el metal caliente en la mano.

—¿Qué quieres? —me gruñó.

—No, no, no, sin gruñir, perro malo —lo regañé, coloqué el metal caliente sobre su pecho y empuje hacia el suelo. Sus gritos de dolor no se hicieron esperar. —Si sientes dolor, quiere decir que no eres tan bestia.

Me acerqué a ver la herida —Te curas rápido, eso no es bueno.

Volví a ponerme de cuclillas cerca del fuego, estiré mi mano para volver a colocar la espada en el fuego, ver como el metal se cambiaba a un color rojo vivo era llamativo de ver. Decidí hacer unas preguntas mientras tanto.—¿Cómo conoces a Katherine?¿Qué es lo que quiere?

Me puse de pie frente a Mason de nuevo, sus ojos estaban asesinándome pero su boca permaneció en una línea dura.

—Bien, tenemos todo el día—le dije mientras volvía a enterrar el metal caliente en su pecho.

El pequeño Gilbert entro a la habitación y en su rostro apareció una mueca deformada, más de lo usual en él, por los gritos de Mason.

—Te dije que te fueras —le gruñí.

—Encontré algo en los libros de Alaric —me dijo mostrándome la caja que tenía en los brazos. Lo miré curioso.

—Hay una planta, que se llama Aconitum Variegatum, según internet se le conoce como "mata lobos".

—Se ve toxica —le dije tomando una. Jeremy asintió. Volví a poner mi atención en Mason, esta era una muy buena oportunidad para ver que hacia la planta.

—¿Qué hace Katherine en Mystic Falls? —le pregunté con la mejor expresión seria que pude. Sus ojos me miraban pero no pronunció ninguna palabra. Me encogí de hombros, levanté la planta y la rocé contra su rostro, su piel comenzó a quemarse como la de un vampiro expuesto al sol. Ouch. Eso sí que dolía.

—¡Ella está conmigo! ¿Celoso? —me respondió entre los jadeos que le producía el dolor.

—Ay pero que mal educado soy —dije preocupado. —No te he ofrecido nada de cenar.

Empujé toda la planta en el interior de su boca. Mason comenzó a ahogarse y a tratar de escupir con desesperación.

—¡La piedra! ¡Un libro! ¡Eso quiere Katherine!

—¿Por qué? —volví a preguntarle. Tomé otra planta que me ofreció Jeremy.

—Quiere… quiere levantar la maldición de la luna.

—¿Por qué demonios ayudaría un vampiro a un licántropo a convertirse cuando quisiera? —pregunté confundido.

—¡Porque me ama! —gritó Mason. —Y ya no hablaré más.

—Eres un idiota —le dije. —Jeremy vete a pasear si no quieres que te mate a ti también.

El pequeño Gilbert me miró y salió casi corriendo por la puerta.

—¿Sabes Mason? —dije mirándolo. —Tu y yo somos muy parecidos, pero yo soy menos imbécil y más sexy.

—La amo, Damon —me dijo con desesperación.

—Ya lo sé, yo pasé por eso —me coloqué frente a él inclinándome para apoyarme en los posa brazos de la silla. —Ella te va a arrancar el corazón, Mason.

Solté un suspiro. —Y yo le voy a ayudar.

Le arranqué el corazón de un solo tirón. Tomé su celular y le escribí un mensaje a Carol Lockwood diciéndole que Mason no iba a volver en un largo tiempo. Stefan llegó en ese momento y miró con asco el muerto a mi lado, lo envolvió en las sabanas y lo colocó en una bolsa.

—¿Ultima llamada? —le pregunté mostrándole el celular.

—No la provoques —gruñó y trató de quitarme el celular. Marqué el número de Katherine y espere a que contestara.

—Muñeco, debiste llegar hacer más de una hora.

—Muñeco sí, pero no el que esperabas —dije sonriente.

—Damon —contestó ella con desgana. —Supongo que estas con Mason.

—¿Tu galán que se quedó sin corazón? —le pregunté.

—No debiste hacer eso, Damon —gruñó ella. —¿Creen que no tengo un plan B? Dile a Stefan que lo amo.

Y me colgó. Miré a Stefan, estaba molesto por supuesto, pero no podía desaprovechar la oportunidad de restregarle en la cara a Katherine que por primera vez, le habíamos ganado.

Volvimos a nuestras tareas de deshacernos del cuerpo y de limpiar por si había algún resto. Algunas horas más tarde, estábamos brindando Stefan y yo, pero una llamada de Elena diciendo que Katherine había obligado a Jenna a apuñalarse, nos alarmó de nuevo.

—Elena, perdón, yo.. yo —le dije en cuanto la vi afuera del hospital. —Yo la provoqué, no pensé las cosas, nunca lo hago… pero yo… mi culpa..

—Tranquilo Damon —dijo ella. Las lágrimas salieron de sus hermosos ojos. — No importa. Ella ya ganó.

Y se fue con el corazón destrozado y me dejó a mí de igual manera.

Ahora me sentía como un idiota. Maldita Katherine, si antes la odiaba, ahora lo hago más. Esa perra solo busca su propio beneficio y no le importaba dañar a quien fuera en el proceso. Si buscaba algo que Stefan y yo tenemos, que venga a nosotros a buscarlo, no tenía por qué meter a Elena en esto. Elena no le ha hecho nada, ella no quiere dañar a nadie. Elena no merecía haberse topado con personas tan mierdas como nosotros.

Pero hay algo que haré, no importa si muero en el intento, voy a proteger a Elena y voy a hacer que la perra de Katherine pague por esto.

Pero primero, iré por un trago para poder pensar en un plan. Me dirigí al Grill, Me quedé hasta que cerraron en la madrugada. Después me dirigí al bosque, no tenía ganas de ir a casa, ni tampoco de lidiar con las miles de situaciones que tenemos, ahí pasé más tiempo, no sé exactamente cuánto, pero la voz de Caroline gritando mi nombre.

—¡Damon! —la rubia apareció frente a mí —Hay algo, yo, tengo que decirte algo.

Me conto con detalles lo que le había pasado hace unas horas cuando estaba en el Grill.

—Hay que ir con Stefan —le dije, de repente me sentía sobrio. Me indicó el camino hacia su auto, tuvimos una pelea por quien conducía, y ahora yo voy felizmente en el asiento del copiloto. ¡Que emoción! Gruñí internamente. ¿Qué no puedo tener un poco de paz en este infernal pueblo? Me mantuve refunfuñando todo el camino, aparqué afuera de la casa y le dí una mirada a la rubia para que se bajara de mi auto.

—¡Hermanito! —canturreé cruzando la puerta de entrada a la casa. —Tenemos algo importante que decirte.

La nueva Barbie vampiro entró detrás de mí. Stefan apareció de repente cerca de nosotros.

—Dile —extendí mi mano hacia el frente. Me acerqué al bar a preparar unas bebidas, definitivamente las vamos a necesitar.

—¿Qué pasó? —Stefan la presionó.

Le extendí un vaso a mi hermano y uno a Caroline. Ambos lo tomaron felices. —Ya, dile, le va a encantar la historia.

—Es que… —habló la rubia. —Hoy vi a Katherine en el Grill.

—Continua —Stefan se sentó a su lado.

—Al principio pensé que era Elena, pero luego traté de irme y ella me detuvo. Me pidió que les diera un mensaje.

—¿Cuál fue ese mensaje? —Stefan preguntó. Mi hermano anda ansioso hoy.

—"Dile a Damon y a Stefan que me den la piedra de luna o no voy a parar hasta que llueva sangre."

Stefan me dio una mirada rápida. Le sonreí, — aún falta lo mejor.

—"Hoy, en el baile de las máscaras".

—Quiere hacerlo en público.

—Está desesperada —dije casualmente. —Ya no tiene trucos.

—Matar a Mason la puso así. —Stefan me regañó. Puse los ojos en blanco. —No la subestimes, Damon.

—¿Y si le damos la piedra? —habló la rubia. —Que se largue.

—No le voy a dar nada. Ya me hartó —dije molesto. —Voy a ir a ese baile y la voy a matar.

—No la vas a matar —Stefan me miró acusadoramente.

—¡Ay por favor! No me vengas con eso.

—No lo vas a hacer —se puso frente a mí.

—¿A no? —le pregunté retadoramente.

—No —dijo seguro. —Porque lo haré yo.

Sonreí. Ambos chocamos nuestros vasos.

—¡Que comience la fiesta! —grité emocionado.

Al poco rato, mi casa estaba llena de gente. Caroline le llamó a la brujita para que nos ayudara. Alaric nos trajo algunas municiones, y el menor de los Gilbert anda muy servicial después de que le rompiera el cuello.

—¡Hola, recibí el mensaje de Stefan! —Bonnie entró en la casa. —¿Qué pasa aquí?

—Hola, trajiste el Grimoire, gracias Bonnie —mi hermano la recibió. Yo estaba bastante entretenido con los juguetitos de Alaric. Rápidamente di una mirada a la escena frente a mí, Bonnie traía su libro de pócimas en los brazos, Stefan le ayudaba a cargar otras cosas con las que supongo que había entrado a la casa.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó.

—Vamos a matar a Katherine —le respondimos todos.

—Podemos… intentar encerrarla en la tumba —propuso la bruja.

Todos la miramos, su idea no suena tan mal. Pero necesitamos estar bien preparados.

—Alaric, necesito que te quedes junto a Elena. No sabemos cómo va a actuar ella. —Stefan como siempre preocupándose de su novia, bueno ahora exnovia. Rick asintió.

—Si alguien tiene dudas mejor lárguese —advertí mirando a todos. —No quiero que algo salga mal.

—Si lo dices por mí —Caroline me miró frunciendo el ceño. ¡Ding!, acerté. —No pasará, ella me mató, me la debe.

—Mientras no haya hombres lobos cerca, todo estará bien —Jeremy habló.

—Yo maté a Mason, así que estamos bien —dije presumiendo.

—Mientras Tyler no mate a nadie, lo estaremos —Stefan asintió.

—Andando —Rick nos apresuró. Nos pusimos en marcha a la mansión Lockwood. Había demasiada gente en el lugar, por supuesto que todo el pueblo asistiría a la fiesta de máscaras, lo que es un gran problema porque hay más ojos curiosos de los que necesitamos.

Me la pasé un rato dando vueltas por la fiesta, bastante aburrida debo decir, pero por suerte no me había topado con la perra. Miré el reloj en mi muñeca, bien, era hora de actuar. Me encontré con Stefan en el interior de la mansión, la rubia ya debería estar en camino con Katherine.

—Ve a esconderte —le di un empujón a mi hermano. Me escondí detrás de la puerta en la habitación de al lado, esperando mi señal.

—Vaya, no pensé ser capaz de hacerlo —Caroline habló entre sollozos y risas. —No pensé que podría engañarte a ti, pero lo hice.

—¿De qué mierda hablas? —Katherine preguntó.

—Hola Katherine —Stefan le habló. La rubia salió de la habitación casi corriendo, dejándonos encargarnos del problema.

—¿Crees que vas a poder matarme con esta estaca? —Katherine se burló de mi hermano.

—No, yo no —Stefan habló tranquilo. Era mi señal. Abrí la puerta con cuidado, tome el arma y le apunté a Katherine en la espalda a la altura del corazón. —Pero él sí.

Y le disparé.

Katherine cayó al suelo gimiendo de dolor. Miré a mi hermano con una sonrisa cómplice. Me lancé sobre ella para tratar de encajarle una estaca, pero fue más rápida, Stefan se unió tirándola del cuello. Pronto los tres nos vimos envueltos en una lucha.

—¡Esperen! Le hacen daño a Elena —Jeremy apareció detrás de la puerta. —Todo lo que le hacen a ella, a Elena también le pasa.

Mire a Katherine. Esa zorra tenía una sonrisa burlona en su cara.

—¿De verdad pensaron que son los únicos en tener una bruja de su lado?

Stefan y yo la soltamos dándonos una mirada preocupada. Katherine se sentó en uno de los sofás mientras nos veía balanceándonos de un lado a otro. Jeremy volvió junto a Elena para asegurarse que estaba bien. Al parecer la bruja había hecho el hechizo para que ningún vampiro saliera de la habitación, y ahora estábamos encerrados junto con ella.

—Qué bueno volver a estar los tres en una habitación como en los viejos tiempos —ella suspiró. La miré como si tuviera cinco cabezas, volví a mi tarea de tratar de empujar la barrera invisible en la puerta. De verdad no iba a soportar un segundo encerrado con ellos.

—El hermano que ama de más, y el que no ama lo suficiente. —Katherine se mofó de nuevo.

—Y la zorra vampira que solo se ama a ella —le respondí con un tono similar.

—¿Qué pasó contigo Damon? —me preguntó usando el tono que usaba en aquellos tiempos. —Solías ser tan dulce y educado.

—Ese Damon murió hace mucho tiempo —le respondí.

—Bien —contestó. —Era muy aburrido.

—¿Por qué mejor no se callan los dos? —Stefan al rescate. —¿Para qué quieres realmente la piedra?

—¿Elena goza que ustedes dos la adoren tanto? —Katherine nos conocían tan bien, que sabía perfectamente como molestarnos. Era odiosa.

—Lo de Mason me tiene confundido —Stefan habló ignorándola. —¿Para qué quieres un licántropo? Si se rompe la maldición, eso ayudaría a matar a los vampiros ¿Qué ganas tú de eso?

—Siento lo de tu perrito —le dije en un puchero a Katherine. —Mejor lo hubieras dejado con la correa.

—Eso no me importa, hay más lobos aquí.

Los tres nos miramos. Noté que la mente de Stefan comenzó a trazar un plan o… lo que sea que estaba pensando, así que dejé que él se encargara de eso.

—Pero ¿Qué demonios pasa con la bruja? —pregunté volviendo a chocar con la pared invisible.

—¿Quieren jugar? —Katherine sonaba animada.

—¡Vendiste la piedra! —Stefan gritó.

¡¿Qué carajos?!

—Hiciste un trato con George Lockwood para fingir tu muerte. —Stefan se acercó a la loca. —Me dijiste que le diste algo que necesitaba, era la piedra de luna.

—¡Bien hecho Stefan! —Katherine lo felicito. —Habría funcionado, pero se enteraron que no estaba realmente ahí. Gracias por eso Damon.

Levanté mi vaso hacia ella.

—¿Ya te dije que es muy molesta tu obsesión conmigo? —me preguntó.

—Lo es para ambos, querida. —tomé un sorbo del ron en mi vaso.

—¿Para que la quieres de regreso? —Stefan volvió con su interrogatorio. —Querías fingir tu muerte, pero ¿De quién te escondes?

Katherine solo sonrió.

—Katherine —una mujer morena apreció en la puerta. En sus manos estaba la piedra lunar. —Cuando te dé esto, ya no te voy a deber nada.

—Bien, de acuerdo —aceptó Katherine. —Dámela.

—Yo no haría eso si fuera tu —dije mientras avanzaba hacia ellas. La mujer le dio la piedra, pero algo paso en Katherine, que se desvaneció en el suelo.

—Eso te pasa por no decirme que había otra bruja involucrada —dijo la mujer. Nos dio una mirada. —Rompí el hechizo de vinculación, Elena está bien. Y ya se pueden ir.

Murmuró un perdón y salió de la habitación.

—Bien, hay que encargarnos del cadáver.

Tomé a Katherine y me la eché sobre un hombro. Caminé tranquilamente a la tumba de donde no debió salir, moví la enorme piedra y arrojé el cuerpo dentro. Sacudí mi traje y me senté a esperar a que despertara para darle la bienvenida a su nuevo hogar.

"Tyler se transformó"

El mensaje provenía de la rubia Caroline. Mierda. Solucionamos un problema y nos llega otro.

—Maldita sea —escuché a la perra quejarse mientras luchaba por levantarse.

Caminé hasta quedar frente a ella. —Hola Katherine.

—¿Dónde estoy? —su voz enojada me hacía querer reír.

—Donde siempre debiste haber estado. —le respondí tranquilo. —Creí que habías aprendido a respetar a las Bennett, pero parece que no.

—Debieron matarme —gruñó.

—Eso hubiera sido tenerte piedad —gruñí de regreso. Tomé una respiración profunda y avancé preparándome para cerrar la tumba.

—¡No! ¡Damon no! ¡Espera! —trató de detenerme inútilmente. —¡Me necesitas!

Puse los ojos en blanco. Que ego se carga esta mujer.

—¡Elena está en peligro! —chilló. Me detuve, esa información sí me interesaba.

—¿Porqué? —le pregunté para asegurarme. Su labio tembló. Estúpida mentirosa. —No es verdad, siempre mientes.

—¿Por qué crees que no la mato? —preguntó. —Ella es el doppelgänger. Necesita protección.

—Bien, yo la voy a proteger.

—No, Damon.

—Tú te puedes ir al infierno —le sonreí.

—¡Damon! ¡Haré lo que sea! ¡Damon por favor! ¡Me necesitas!

Sus gritos y suplicas se escuchaban mientras movía la enorme piedra. Me aseguré de dejarla bien sellada, no podía arriesgarme.

Di unos pasos para atrás para admirar mi trabajo. Suspiré. Un problema menos, pero la verdad es que, Katherine me había dejado con la duda sobre Elena, pero eso lo dejaría para después. Tomé mi auto y conduje hasta el Grill, hoy estaría cerrado porque todo el pueblo estaba en la fiesta de máscaras, así que entré y me atendí yo solo, tomé las botellas que quería y volví a salir de ahí. Luego las pagaría.

Abrí una en el camino a mi auto, lo encendí y conduje hasta la casa Salvatore, en momentos como estos, podía mirar Mystic Falls tal y como yo lo conocí, las calles solas adornadas con las casas antiguas, solo que ahora los humanos que habitaban estos lugares eran los tátara nietos de los que yo conocí.

Seguí mi camino hasta la casa, Stefan no estaba así que tenía la casa solo para mí. Pude haber celebrado, traer a alguien conmigo y pasar bien la noche, pero, después de los últimos acontecimientos solo deseaba beber hasta perder la conciencia. Y así lo hice.

Desperté en mi habitación, con la misma ropa de ayer, el traje que usé para el baile de máscaras, las botellas a mí alrededor me decían que cumplí mi cometido, pero me seguía sintiendo igual que la noche pasada. Al parecer era lunes, o eso decía mi celular, mi hermano debía estar en la escuela así que podía disfrutar de la mañana para reponerme.

Me di una larga ducha, mi piel se sentía demasiado sucia, sentía que todos lo malo o lo que había hecho solo a mi favor, estaban cobrándome factura. Cuando terminé bajé a la cocina, tomé uno de los contenedores de sangre que tenía en mi refrigerador y la metí al microondas. La verdad así no era mi manera favorita de beber sangre, pero, más tarde podría conseguir sangre fresca. Saqué la bolsa de sangre y la abrí con los dientes para beber de ella. Mi celular sonó con un mensaje de Stefan.

"Elena desapareció."

Escupí el líquido de mi boca.

—Maldición —gruñí viendo el desastre que había causado. Miré mi teléfono de nuevo. —Mierda.

Salí corriendo de la casa, me subí a mi auto y conduje con el acelerador a fondo hasta el instituto, Stefan ya me estaba esperando, se movía de un lado a otro frente a su auto.

—Esto tiene Katherine escrito por todos lados —dijo en cuanto me vio.

—Me aseguré de dejarla bien encerrada en la tumba —le conteste.

—¿Seguro que si la dejaste ahí? —preguntó. Lo miré frunciendo mi frente. ¿Tan mentiroso me cree?

—Sí, Stefan, me asegure de dejarla ahí —Refunfuñé. —Aunque, me dijo algo que me dejo pensando…

Stefan se giró curioso.

—¡¿Qué te dijo?! —me preguntó con desesperación muy evidente en su voz.

—Me necesitas, Elena está en peligro —repetí las palabras con nerviosismo.

—¿Y no se te ocurrió que te explicara? —me gritó. Lo miré ofendido.

—Esa perra siempre está mintiendo, ¿Cómo iba a saber que empezaría a decir la verdad?

Stefan comenzó a dar vueltas en su lugar, como un vampiro enjaulado.

—Vamos a hablar con ella —mi hermano corrió a mi auto. Después de un par de horas hablando con Katherine, solo nos dejó más confundidos, así que le pedimos a Bonnie que hiciera un hechizo de localización con la sangre de Jeremy. Stefan y yo viajamos cerca de tres horas hasta donde Bonnie nos había marcado en el mapa. Era una casa vieja y parecía estar abandonada, bueno casi, dentro estaban unos vampiros y un humano.

Stefan y yo entramos a la casa y nos topamos con unos rostros extraños mirándonos. Elena parecía estaba de pie en las escaleras y nos dio una mirada sorprendida.

—Hermanos Salvatore —nos saludó un hombre con acento inglés.

—¿Quién eres tú? —le pregunté.

—Permítanme presentarme, soy Elijah Mikaelson —el hombre hizo una especie de reverencia con la cabeza. Stefan y yo nos miramos extrañados, pero ambos proseguimos con el plan. Mi hermano se lanzó hacia donde estaba Elena, mientras yo me lanzaba a derribar al inglés.

—No pueden contra mí, Damon —dijo el hombre elegante antes de darme una patada en el estómago. —No pueden luchar contra un original.

Tomé una de las tablas del suelo y la rompí con mis manos. Me levanté decidido a acabar con él, usando toda mi fuerza lo sostuve contra la pared.

—Bueno, fue un ¿placer? —y le enterré la madera en el corazón, sus brazos que trataban de liberarse de mí, se aflojaron y cayeron a su lado.

—¡Vamos! —Stefan llegó corriendo junto a Elena.

—¿Y los demás? —les pregunté.

—Uno está muerto, la otra se escapó. —me dijo mi hermano. Asentí y le eché una mirada a Elena para asegurarme que estaba bien. Lucia completa y molesta así que supongo que si estaba bien.

Volvimos a Mystic con más calma, Elena permaneció dormida en los asientos traseros, mi hermano a veces me decía una que otra cosa, pero, ninguno quiso entablar una conversación para no molestar la humana. Todos en el pueblo estaban preocupados por Elena, pero al día siguiente que mi hermano y yo fuimos a buscarla, ella fue tranquila al Instituto y les dijo a todos que estaba bien.

Los días pasaron un poco más tranquilos, hasta que se apareció en nuestra casa Rose, la vampira que había escapado y que había ayudado a raptar a Elena.

—¿Puedo pasar? Hay algo que tengo que decirles. —Stefan estaba de pie en la puerta, me dio una mirada para preguntarme que hacer, yo solo me encogí de hombros.

—Pasa —le dijo mientras se hacía a un lado. Rose entro despacio, dio una mirada a su alrededor, parecía sorprendida por el aspecto de la casa. Mi hermano se acercó a mí, aun con duda en sus ojos, pero yo estaba igual que él.

—¿Creen que Elena pueda venir? Ella es la parte más importante de esto —Rose preguntó insegura. —Les juro que solo quiero hablar con ella, advertirles de unas cosas.

Stefan asintió y tomó su celular para mandarle un mensaje a Elena.

—En un momento viene —dijo mi hermano. Rose asintió. El ambiente estaba muy serio y muy incómodo. Los tres nos mirábamos atentos al más mínimo movimiento. Después de un rato, nos relajamos lo suficiente como para meternos en nuestros propios pensamientos.

Mi cabeza comenzó a traicionarme, aún tenía grabadas a fuego las palabras de Katherine, "siempre fue Stefan". En esa época, yo era muy joven y muy tonto, caí ante las palabras y promesas de amor que esa perra me ofrecía, pero ahora, con todos los años que he pasado, me di cuenta que no la había amado, solo amaba la ilusión de la vida que ella me daba. Pero, algo en mí sentía que con Elena podía ser diferente, quizás esta vez podía ser yo quien ganará.

Quizás no lo parece, pero si amo a mi hermano, antes de que Katherine apareciera, éramos muy unidos y me duele que no hayamos seguido de la misma manera, pero cada uno se enfrentó a distintas situaciones, cada uno trata de lidiar con el dolor de manera diferente y eso nos hace ser quienes somos. Pero, así como amo a Stefan, amo a Elena y quiero ser tan malditamente egoísta para que ella me ame a mí. Yo también merezco que me alguien me ame ¿verdad?

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

—Hola Elena —dije al abrir la puerta.

—Hola —respondió nerviosa.— ¿Está Stefan? Dijo que había algo importante…

—Pasa —me hice a un lado para que ella entrara. Stefan la recibió, pero también la recibió nuestra invitada, Rose.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Elena le preguntó.

—Vine a decirles algo importante —Rose hizo unas señales para que nos sentáramos. Elena si aceptó su oferta, Stefan se quedó de pie del lado derecho del sofá donde estaba Elena y yo me recargue en el escritorio a la izquierda.

—Deben entender que solo sé lo que he escuchado a través de los años —Rose nos explicó. Se paseaba de un lado a otro frente a nosotros, —no estoy segura de que es verdad y qué es mentira.

—Ese es el problema con los vampiros —mencionó Elena.

—Pero Klaus es muy real —le respondió Rose. Elena la miró confundida.

—¿Quién es Klaus?

—Uno de los originales —le respondí. —Una leyenda.

—La primera generación de vampiros —comentó Stefan.

—¿Cómo Elijah? —preguntó Elena.

—No —dijo Rose, —Elijah era un amor en comparación. Él era solo un soldado, Klaus es el verdadero general.

—Klaus es el más… viejo —dijo Stefan.

—A ver... —Elena nos miraba procesando toda la información. —Dices que el vampiro más viejo en la historia… ¿Está persiguiéndome?

—Si—dijo Rose.

—No —dijo Stefan. Ambos se miraron molestos por la contradicción.

—Lo que quieren decir es, bueno —intervine, —si todo eso es cierto y… —mire a Rose, —no lo dices solo para salvar tu pellejo.

—¿Cómo crees? —me respondió. Mi vista volvió a Elena.

—La probabilidad de que sea cierto, es un… —lo pensé, —tal vez.

—Oye—Stefan le habló a Elena. —Elijah está muerto, nadie más sabe de tu existencia.

—Según ustedes —Rose sonó casual.

—No estas ayudando —le dije entre dientes.

—Yo no conozco a nadie que lo haya visto —dijo Stefan tratando de calmar a Elena. —Son siglos de verdad, mezclada con ficción. Puede ser solo un cuento.

—¡Es real! —Rose gritó desesperada. —Y jamás se rinde. Si quieren algo, lo consigue, y si no le temen a Klaus están idiotas.

—Estoy temblando —me sacudí dramáticamente. —Ya te entendimos.

Elena se levantó, tomo sus cosas y caminó hacia la salida.

—¿A dónde vas? —Stefan le preguntó.

—A la escuela —dijo tranquila. —Voy tarde.

—Deja tomar mis cosas y te acompañó —propuso mi hermano.

—No, quédate —respondió ella. —Sé llegar.

Elena se fue dejando a mi hermano.

—Está en negación —le expliqué a Rose, ella asintió comprendiendo la situación.

—¡Cállate Damon! —me gruñó mi hermano y se fue a su habitación a lamentarse.

—Oye Rose, quiero respuestas —ella me miró. —¿Cómo encuentro a Klaus?

—No lo busques —me respondió. —Él te busca a ti

—¡Por favor! —resoplé. —Alguien debe conocer a alguien, que conozca a alguien, que sepa donde ésta.

—Agrégale otros cien a ese alguien y ni así te vas a acercar —dijo dándome un vaso con Whisky.

—Pensemos—dije ideando un plan. —Tu encontraste a Elijah, ¿Cómo lo hiciste?

—Lo encontré con alguien no tan importante —dijo.

—Bien, tu conduces —le dije caminando a la puerta. —Yo si tolero el sol.

Algunas horas después nos encontramos con Slater, Rose se tiró a sus brazos y se saludaron efusivamente, le di una mirada para analizarlo, era algo… común.

—Slater te presento a …

—Damon Salvatore —dijo el mirándome con interés. Supongo que mi cara de sorpresa y confusión, porque él siguió hablando. —Convertido en 1864 en Mystic Falls por Katherine Pierce, a.k.a Katherina Petrova, es un placer.

Tome, aun no muy convencido, la mano que estiraba ante mí.

—Al grano —dije —¿Cómo llego a Klaus?

—Directo. —dijo sonriente. —Mis conexiones se acabaron con Elijah que ahora está muerto.

—No entiendo —volví a hablar— Elijah podría estar de día, en otras palabras, que los originales conocen sobre los anillos, ¿Por qué querrían los originales levantar la maldición?

—Ellos no querían que los licántropos lo hicieran primero —me respondió. —Si un licántropo rompía la maldición, los vampiros quedarían malditos para siempre y viceversa.

—Pero los licántropos están extintos —dijo Rose. Miré hacia la ventana pensando en los últimos acontecimientos con Mason y con Tyler. —O ese fue el rumor que escuché

—No es un rumor —dije sonriendo con ironía.

—Mystic Falls —dijo Slater. Yo asentí confirmándolo. —Debo ir a conocer ese lugar suena tan asombroso como Fo…

Lo miré, ¿Hay más lugares como Mystic? ¿Había una manera de proteger a Elena?

—¿Podemos evitar que se rompa la maldición? —pregunté. Slater me miró confundido. —Es decir, si la piedra fuera inservible, la maldición no se rompería.

—Es… probable —dijo el. —Pero ¿por qué querrías hacerlo?

—Eso no te importa, solo dime como.

Mi cara estaba tranquila, pero por dentro casi estaba haciendo un baile de felicidad. Slater me miraba entre sorprendido y asustado.

—¿De verdad crees que te voy a decir cómo hacer algo que va a molestar a un original?

—Si tú me ayudas, yo te ayudo—dije mostrando mi anillo. Sabía que Rose y Slater querían ser libres de andar por donde fuera, a la hora que fuera, y era algo sencillo de conseguir, pero primero debían darme algo que yo quiero.

Escuchamos un crujido a nuestro lado, y de repente, el cristal polarizado que nos separaba de la calle, estaba hecho trocitos sobre las personas y el suelo. Slater salió huyendo en cuanto pudo, pero Rose se quedó en el suelo quemándose. La tome en brazos y salí corriendo hasta la camioneta.

—¿Quién hizo esto? —le pregunté. —¿Quién fue?

—Fue Klaus, ¿aun no lo entiendes? Es nuestro fin.

La miré, su piel se estaba recuperando, pero ella seguía llorando, no estoy muy seguro si era por el dolor o por la situación. La acomodé en el asiento y me subí detrás del volante, después de casi una hora, aparqué afuera de la casa, para nuestra buena suerte, ya había caído la noche y Rose pudo entrar con tranquilidad a la casa.

Fui directamente al bar, necesitaba un buen trago, o quizás dos. No era fácil ser un vampiro, pero tampoco era fácil lidiar con la idea de que debo arriesgar mi trasero por la vida de Elena.

—Siento lo de hace rato —Rose se aceró a mí con cautela. Le sonreí y le ofrecí un vaso, ella lo tomo y lo vació en un segundo. Como el buen caballero que soy, lo llené de nuevo y esperé a que continuara hablando. —No sabía que eso pasaría.

—Te voy a creer —le dije no muy convencido.

—Quisiera salvar a Elena —dijo ella. —Sé que tú quieres.

—Y lo haré —mi voz salió fuerte y clara. De eso no tenía dudas.

—Haces bien en negarlo —dijo de repente. La miré confundido. ¿Dos tragos y ya se le habían subido las copas?

—Lo que sientes por ella —me aclaró. Mi vista se posó sobre el fuego, analizando las posibilidades que tenia de lanzarla ahí si seguía hablando.

—¿Por qué? —le pregunte.

—Porque si quieres sobrevivir, necesitas que no te importe nadie.

Fruncí el ceño.

—Eso te puede matar, ¿no?

—Solo si es la persona correcta —su voz seria me causó escalofríos. Le di una mirada curiosa, aun no entendía a donde quería llegar. —¿No lo entiendes verdad?

—Ilumíname —le pedí.

—Si te enamoras de la persona correcta, vas a desear ser todo para esa persona, y vas a darlo todo, incluso vas a estar dispuesto a dar tu vida.

—¿Y crees que no estoy dispuesto a eso por Elena? —le pregunté molesto.

—No lo estas —me respondió. —Crees estar enamorado, pero no lo estas.

—¿Ah no?

—Estás enamorado de la idea de amar a alguien. —su voz se volvió dulce. —Y está bien, Damon. Si quieres ayudar a tu hermano a proteger a la mujer que ama, está bien, pero, deberías darte la oportunidad de encontrar a alguien que quiera protegerte a ti.

Solté un suspiro. Detestaba que la gente viera alguna debilidad en mí, después se aprovechan de eso.

—Tal vez, Damon —Rose se detuvo unos instantes. —Tal vez es tiempo de que apagues tus emociones.

—Lo haré si tú lo haces—dije acercándome más a ella. —Después de todo, el amor también te está matando.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar a esa persona. Su teléfono sonó y pareció volver en sí.

—¿Rose estas bien? —la voz de Slater sonaba tensa. Rose respondió que sí. —Investigue un poco, pueden romper la maldición, pero necesitan tres cosas.

Hice la seña para que siguiera hablando más, Rose le preguntó que era necesario.

—La piedra, una bruja, y un libro.

—¿Qué libro? —pregunté casi gritando.

—Saben que todos los linajes de brujas, tienen una especie de libro parecido al grimoire, algo así como una antología de los hechizos de la familia —Rose movió la cabeza afirmativamente, aunque solo yo podía verla. —Tienen que buscar el de Sarah Wildes, no sé exactamente el nombre de la familia, pero tiene que aparecer ese nombre. Rose, ¿crees que tu amigo lo consiga?

Asentí mirando al teléfono, haría todo lo que sea necesario para salvar a Elena.

Rose término la llamada. Me levanté y le envié un mensaje a Stefan que andaba por el bosque matando a Bambi y a sus amigos. Mientras lo esperaba, me di una ducha, me cambie y me senté a esperarlo. Cuando llegó le conté lo que había pasado en las últimas 24 horas que no había sabido de él, él me contó que Elena había ido con Katherine a sacarle información sobre Klaus y que la muy perra terminó asustando más a Elena.

El plan era encargarnos de Katherine, sacar la piedra de luna de la tumba y volver a dejar a nuestra sexy ex encerrada para siempre. Después de eso, romperíamos la maldición y listo.

—Quizás deberías ir a buscar ese libro —dijo Stefan. —Yo puedo encargarme de Katherine.

—¿Y dejarte toda la diversión? —le pregunté.

—Cada segundo que nos tardemos es un segundo menos en la vida de Elena.

Lo miré molesto. Tenía razón, pero ¿Por qué tenía que ir yo a buscarlo?

—No sabemos dónde está, ni quien lo tiene —dijo mi hermano. —Si tu vas, harás todo para conseguirlo.

Bueno, ya tiene otro punto a favor, a mí no me va a importar matar lo que sea, para conseguir ese libro.

—Vamos con la bruja para que nos ayude a encontrarlo.

Stefan le mandó un mensaje, Bonnie le respondió que saliendo de la escuela vendría a ayudar.

Subí a mi habitación para preparar una mochila con algunos cambios de ropa y con cosas que tal vez necesitaría. Rick nos había dado algunas armas cuando nos encargamos de Mason, en ese entonces no utilizamos todas, quizás ahora si tendría oportunidad.

—¡¿Qué ustedes van a buscar qué?!

Creo que la doble medio competente de Sabrina ya llegó. Bajé las escaleras con mi mochila en el hombro, Stefan estaba de pie en el medio de la sala con una humana tratando de matarlo a golpes.

—¿Qué pasa aquí? —pregunté medio divertido.

—¿Sabes que están buscando ¿Sabes que contiene ese libro? ¿Sabes quién lo escribió?¿Sabes por qué lo hizo? ¿Tienes idea de porque decidieron que debían desaparecerlo de la faz de la tierra?

Miré a Bonnie con aburrimiento esperando a que terminara su interrogatorio.

—No, no, no, no y no —le respondí.

Stefan soltó una leve risa.

—Ese libro está prohibido para cualquier creatura en este planeta —Bonnie explico exasperada. —Si lo escondieron fue para que nadie lo leyera.

—Si alguien lo escondió, alguien sabe dónde está —le dije. Ella rodo los ojos. —Y tú me vas a ayudar a encontrarlo.

—No lo haré —se cruzó de brazos. —Ya me puse bastante en riesgo por culpa de ustedes, si les ayudo a conseguir ese libro estaría firmando mi sentencia de muerte.

—Eres una bruja, tu mejor amiga está en riesgo, tu otra mejor amiga es un vampiro, tu amigo es un hombre lobo —comencé a enumerar. —Creo que ya has firmado tu sentencia de muerte.

—Esto es diferente. —reprochó ella.

—Solo te estamos pidiendo ayuda para saber dónde está —Stefan trato de convencerla. —Solo eso.

Bonnie nos miró, nos analizó a cada uno de nosotros, podía notar en sus ojos lo dudosa y nerviosa que estaba. Juro que si se tardaba un segundo más en decidir…

—Bien —dijo. —Pero después de decirles dónde está, no voy a tener nada que ver con ese libro.

Stefan y yo nos miramos satisfechos, miramos a Bonnie y asentimos.

Acerqué la mesa mientras Stefan sacaba un mapa y lo extendía frente a la bruja. Ella nos miró y extendió unas cuantas hierbas, frascos y no sé qué más cosas sobre el mapa.

—Tienen que saber que no va a decir dónde está exactamente —Bonnie detuvo sus movimientos, y nos ofreció una mirada de advertencia.

—Eso es mejor que nada —le respondí encogiéndome de hombros.

La brujita siguió haciendo lo suyo, su boca se movía murmurando palabras extrañas, las cosas sobre el mapa se comenzaron a mover por todos lados hasta que después de unos segundos, se detuvieron. Stefan me miró y yo lo miré, nuestros ojos se posaron sobre Bonnie. Ella apuntó con su dedo un punto en el mapa.

—Ahí está.

—Es Seattle — Stefan leyó la ubicación en el mapa. Me miró con una cara culpable.

—¿Tengo que cruzar todo el país por un libro de cuentos? —pregunté abriendo mucho los ojos.

Ya no quiero irme.


¡Hola! ¿Cómo les va?

Este capitulo me costó un poco jajaja tuve que ver más de 1 temporada de la serie para poder ponerme a mi misma en contexto. Pero ya tengo varias ideas de lo que va a pasar. Espero que les guste y que también ustedes entren en contexto.

Gracias por sus comentarios y especialmente gracias a quienes han agregado mi historia a sus favoritos, no tienen idea de lo que significa para mí.

Nos leemos en el siguiente.