Sinopsis:
Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.
(Sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries) (Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)
Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros.
(Damon POV)
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—Ella se salvó pero ustedes no —dije girándome para hacerles frente.
—¡¿Qué demonios?! —uno de los hombres habló mientras me miraba o por lo menos intentaba fijar su vista en mí. Todos tenían unas caras de confusión y dolor por los golpes que les había dado hace rato. Bien, vamos por buen camino.
—Demonios los que vas a conocer cuando te mande al infierno —gruñí ferozmente. Todos dieron un pequeño salto hacia atrás, después soltaron un par de risas.
—¡Wow! —dijo uno dando pasos tambaleantes hacia mí. —¿Por qué no dejas de jugar al súper héroe y te metes en tus asuntos.
Lo miré. El imbécil tenía razón, yo debía estarme encargando de mis asuntos, había muchas cosas que hacer en Mystic y el camino era demasiado largo hasta allá.
—¿Sabes qué? Tienen razón —dije tranquilo. —Tengo asuntos de los cuales ocuparme.
Ellos se rieron y asintieron felices de haberse salvado. Me encogí de hombros mientras caminaba tranquilamente hacia el lado contrario de donde ellos se encontraban.
—¡Vámonos! ¡Vamos al bar por mi casa! ¡Sí, ahí hay zorras buenas! ¡Quiero follarme a una!
Mis silenciosos y lentos pasos se perdían entre sus ruidosas voces, todos hablaban a la vez, pero sus palabras quedaron registradas en mi cerebro, causándome más asco del que ya sentía por ellos.
Mis pasos se detuvieron en seco. Tome una fuerte respiración, me giré y me lancé a uno de ellos tirándolo al asfalto frio, me coloqué en la misma posición en la que ellos tenían a la mujer de ojos chocolates. El rostro del hombre fue casi poético, la sorpresa, el miedo, el horror y la angustia aparecieron como flashes en sus expresiones, lástima que no era tan benevolente como para dejar que las expresara con su propia voz.
Mis manos se colocaron a cada lado de su rostro, y con un solo movimiento separé su cabeza del resto de su cuerpo, su sangre salpicó mi rostro y mi ropa, pero no me pareció nada atrayente, al contrario, me produjo un par de arcadas.
—Hermano —uno de ellos suplicó —No…. No… nos hagas… daño.
—Dijiste… dijiste que… ya te ibas —otro de ellos lloriqueo.
Me levanté, lancé, lejos de mí, al cuerpo sin vida del hombre sin cabeza. Camine lentamente hacia ellos, cada paso que daba hacia ellos aumentaba la adrenalina corriendo por mis venas, tenía bastante tiempo sin una cacería sangrienta como la que pensaba darles a estos tipos.
—Cierto —dije apremiando su buena memoria a pesar de lo ebrios que estaban, bueno, creo que el susto hizo que el alcohol se evaporara de sus venas. —Dije que iba a meterme en mis asuntos.
Todos asintieron dándome la razón. Les sonreí con la mejor expresión inocente que pude. Ellos se rieron relajados, sintiendo la vida entre sus dedos. Yo por mi parte, sentí las venas llenándose de sangre mientras brotaban alrededor de mis ojos y también sentí el dolor en mi boca que me avisaba que mis colmillos crecían y se volvían filosos.
—Resulta que la castaña de hace unos minutos —mi voz grave causó que mis próximas victimas dieran un salto atrás. —Es mi asunto.
Me lancé por cada uno de ellos, asegurándome que sintieran el peor dolor de sus vidas, quería que me rogaran por sus vidas. Quería que sus asquerosas bocas me suplicaran que los enviara al infierno.
Y ellos cumplieron mis deseos. Mis gruñidos eran ahogados por los gritos y gemidos de dolor, esos hombres soltaban sollozos y suplicas entrecortadas, pero nada de eso causó emoción alguna en mí. Me dedicaba a proyectar todo mi coraje en ellos, sin piedad. Unos minutos después, tenía varias partes humanas esparcidas a mí alrededor, el olor a sangre era demasiado penetrante, atrayente para cualquiera de mi especie, pero a mí me resultaba asqueroso.
Me puse de pie sacudiendo el polvo de mi ropa, la sangre pegada iba a ser imposible de sacar. Qué asco, al menos voy a poder justificar porque de repente llegue a casa con ropa nueva, lo más seguro es que Stefan me reclame si la ve. Lo bueno que fui inteligente y lancé mi chaqueta lejos, esa si me dolería perderla, es mi favorita.
Aclaré mi garganta mientras movía mis pies para caminar por la oscura y solitaria calle. Anduve en el mismo sentido en que el que el automóvil con las dos personas que me interesaban, debía asegurarme que la castaña de hace un rato estuviera bien. Mientras vagaba cerca del puerto, agudicé mis oídos en busca de alguna señal de la policía o de los servicios de emergencia que me indicara que ya habían encontrado mi obra de arte. Decidí que si me convertía en cuervo, analizar la zona me tomaría menos tiempo que en mi forma humana, después de unos minutos me di a mí mismo la razón.
—¡Jess, Angela! —a mis oídos llegó la voz de la joven. Mis piernas se movieron automáticamente en la dirección que provenía.
—¿Es la voz de Bella? —una voz calmada preguntó.
—Creo que sí —una voz nasal respondió.
Llegué justo a tiempo para ver a dos mujeres girarse para encontrar a la persona que me ha tenido loco toda la noche, acompañada de lo que aparentaba ser un adolescente de su edad, pero su aroma a hielo, sus rasgos de cazador y la falta de latido en su corazón, lo delataban como el frio que anteriormente había llegado por ella en su automóvil.
—¡Bella! —una de ellas se acercó a ellos.—¿Qué te pasó? ¿Estás bien? —la miraba mientras su boca soltaba montones de preguntas.
—¿Dónde has estado? —la otra se unió a las preguntas, pero su tono de voz era poco amigable.
—Me perdí, y luego me encontré con Edward —la castaña, respondió.
Bien, ya tengo dos nombres. La enigmática joven que parece no apreciar su vida, se llama Bella, y el vampiro frio con cara de dolor que se parece a mi hermano, se llama Edward. ¿Qué tan anciano estará?
—¿Les importa que lleve a Bella a casa esta noche? Así no tendrán que esperar mientras cena.
La voz dulce del hombre, Edward, me sacó de mis pensamientos.
—Supongo que… no hay… problema —la voz nasal le respondió.
—De acuerdo —la voz amigable volvió a responder. —Nos vemos mañana, Bella, Edward.
Las dos amigas caminaron a un auto, a la vez que la pareja se daba vuelta e ingresaba al restaurante para pedir una mesa. Me acerqué un poco más, posándome sobre el techo del automóvil que estaba al frente.
—¿Crees que esté bien? —la amiga buena preguntó. Era una joven sencilla y simple, su ropa causal pero no llamativa, su cabello negro atado en una coleta y unos lentes de aumento que adornaban su rostro.
—¿Junto a Edward? ¿Quién no lo estaría? —la voz nasal respondió. Me di cuenta que la otra mujer, era muy diferente a la primera. Se parecía a Caroline, era como de ese estilo, solo que no era totalmente rubia.
Me estremecí, supongo que, esta ciudad no es tan diferente a Mystic.
—Vámonos a casa —dijo la de los lentes. —Forks aún está muy lejos de aquí.
La otra respondió arrancando el motor y preparándose para partir. La amiga buena miró por la ventana, curiosamente mirándome cuando pasaron al lado del auto en el que yo estaba, sus ojos me dan una mirada de sorpresa y luego una mirada de sospecha.
¿Qué me ve?
No me moví hasta que el auto desapareció por la calle. Volé hasta una de las ventanas para poder escuchar más. Encontré el lugar perfecto que me daba una vista directa a la mesa donde estaban ellos.
—Vaya, me la he dejado en el coche de Jessica. —Bella habló con voz pensativa. Su acompañante se quitó con elegancia la cazadora que traía y se la pasó. Ella aceptó encantada.
Sentí que mi boca trataba de sonreír de una manera no muy feliz, pero me limité a observar como ella se inclinaba para aspirar el aroma de la prenda.
—Tu piel tiene un aspecto encantador con ese color azul —la voz excesivamente encantadora del vampiro me produjo una arcada. Si, el azul de su blusa que ahora estaba debajo de la cazadora. Que pervertido, ni yo me atrevía a tanto. Pero debo admitir que el azul si le quedaba encantador a su tono de piel.
Hablando sobre ciertas nauseas que amenazaban mi estómago, recordé mi ropa. Debía conseguir ropa que no esté cubierta de sangre. Miré de nuevo al frente, topándome con la escena de dos jóvenes aparentemente enamorados en una cita romántica. Rodeé los ojos. Si en verdad supiera ella la verdad, estoy seguro que no lo estaría mirando con esos ojos tiernos.
Sacudí la cabeza y volví a salir volando al centro de la ciudad, sé que por la hora, la gran mayoría de tiendas estarían cerradas, pero no me va a impedir conseguir ropa nueva. Entré a un par de tiendas y me tomé mi tiempo para elegir lo que quería, deje unos billetes y las etiquetas en el mostrador y salí en busca de mi auto. Me tomo un poco de tiempo encontrarlo, no porque estuviera perdido, definitivamente recordaba el camino, pero después de la búsqueda y persecución de Bella, no presté mucha atención a las calles.
Coloqué la ropa en la parte trasera, después me ocuparía de quemarla. Conduje a la "escena de crimen" debía echar una leve mirada a ver como estaban evolucionando las cosas. Los cadáveres seguían donde mismo, al parecer nadie se ha dado cuenta aun. Bien, aun tenía tiempo. Recogí mi chaqueta y los libros que había dejado en mi escondite y conduje de regreso al restaurante donde la parejita feliz estaba. Pasé por la calle del frente justo para verlos subirse a un Volvo. Aparqué unos metros adelante.
Ellos pasaron a mi lado sin darse cuenta de mi presciencia. Encendí el auto de nuevo y conduje unos metros detrás por algún tiempo, hasta que giraron a la derecha en una intersección, yo frené de golpe mientras miraba los letreros. Ambos me hacían tomar la 101, pero, si giraba a la derecha, me llevaría hasta Bella, pero si giraba a la izquierda, me llevaba a Casa.
Golpeé el volante con frustración.
¿Qué estás haciendo Salvatore? Me pregunté buscando alguna respuesta en mi mente. Gruñí.
— ¿Qué carajos estás haciendo Salvatore? —me grité. En mi mente pasaron miles de imágenes de Mystic Falls, desde que nos mudamos cuando aún éramos niños, Katherine apareciendo en nuestras vidas, el ejército, las peleas con mi hermano, nuestras muertes, nuestra nueva vida y todo el dolor que he vivido para volver a casa. Elena apareció de repente en mi mente, la noche en que la conocí, su sonrisa, sus ojos molestos cubierta de lágrimas por lo que se ha convertido su vida desde que nos conoció. Pero, el rostro se distorsionó hasta convertirse en el rostro de Bella, sus ojos chocolates llenos de miedo y lágrimas, su boca sonriéndome en la biblioteca, sus labios sobre los míos…
—Mierda —murmuré. —Mierda, mierda, mierda.
Aun gruñendo y soltando mil maldiciones, giré el volante. Estaba rogándome a mí mismo no arrepentirme de mi decisión.
—Si te arrepientes de esto —me amenacé, —nos pondré bajo el sol sin nuestro anillo.
Con mi pie, pisé el acelerador a fondo, cuadré mis hombres y coloqué ambas manos en el volante del coche, mis puños se apretaron con fuerza alrededor del plástico, mis ojos se posaron en la oscura autopista. Me mantuve todo el camino moviéndome estrictamente lo necesario, sentía que cualquier movimiento que mi cuerpo realizará, me iba a llevar a una muerte segura.
Tal vez eso sea lo que necesito. Ya he vivido muchos años, he pasado por muchísimas cosas a través de mis dos vidas, alguien de mi edad no debería estar pasando por esto, tanto estrés, el dolor, las amenazas, los enemigos que yo no me he buscado, las estacas que me han tratado de poner en el corazón, ¿eso es vivir?
Solté una carcajada. Hoy ando muy melodramático, quizás es el ambiente, el clima, o la sangré seca que hay en una bolsa en la parte de atrás. Sí, definitivamente ese aroma ya me estaba haciendo daño. Nunca me he arrepentido de la vida que he llevado a través de los años, y hoy no iba a ser la excepción. Mi vida está llena de buenos momentos y sé que mi hermano me envidia por eso, digo ¿Quién no? Quizás si he tomado muchas vidas en mis manos, pero siempre va a ser un mal necesario, en este mundo, debes estar tu primero, antes de los demás.
El auto que iba delante me obligó a disminuir la velocidad, miré a mi alrededor sorprendido por encontrarme repentinamente rodeado del inicio de un poblado. Busqué desesperadamente un letrero, un anuncio, algún humano, algo que me dijera donde me encontraba.
"Bienvenidos a Forks"
Bueno, oficialmente estoy perdido.
No conduje por mucho tiempo, ¿o sí? No, fueron apenas 30 minutos, me supongo que el lugar no es muy lejos de Port Angeles.
Fijé mi atención en el coche que iba siguiendo, el llamativo pero a la vez discreto volvo parecía muy familiarizado con las calles en las que circulaba. Mantuve una distancia segura, no quería que me notaran, al menos no aun, pero si estaba lo suficientemente cerca como para notar que ambos ocupantes mantenían una conversación tranquila.
Sonreí satisfecho.
El automóvil plateado se detuvo frente a una casa, parecía muy similar al resto de las viviendas del pueblo. Las luces encendidas indicaban que alguien estaba en casa, una patrulla y una vieja camioneta estaban estacionadas afuera en la calle.
— ¿Vas a prometerme algo? —la misma voz empalagosa sonó con claridad mientras la puerta del copiloto se abría.
—Si —la voz de Bella sonó clara y refrescante.
—No vayas sola al bosque —le advirtieron.
—¿Por qué? —preguntó ella confundida.
—No soy la criatura más peligrosa que ronda por ahí afuera.
Si tan solo él supiera, me dije a mi mismo. La joven descendió del automóvil y se adentró en la casa. Bueno, supongo que mi misión ha terminado, ella está a salvo ahora. Tomé el volante para girar por donde vine, pero el motor del volvo sonó cuando se encendió y las ruedas derraparon levemente en el asfalto.
—Se me debe quitar lo curioso —murmuré molesto mientras arrancaba el motor de mi automóvil. —Nunca es bueno husmear, Salvatore.
Sacudí mi cabeza y avancé de nuevo detrás del coche plateado que circulaba las calles a gran velocidad. En minutos salimos por una calle lo bastante ancha como para ser una avenida, pero lo que la hacía diferente, era que este camino conducía cada vez más profundo en el bosque. Unos minutos más tarde, unas luces aparecieron en mi campo de visión, una hermosa casa, bastante moderna y nada parecida al resto del pueblo, sobresaltaba del resto del bosque oscuro.
El volvo plateado giró con gracia y se aparcó afuera de la entrada de la casa, pero después pareció arrepentirse y se dirigió al garaje. Detuve mi auto unos metros atrás, pero tratando de no perderme nada de vista, pero tratando de que tampoco me noten. La verdad, me sorprende que no me hayan notado, o soy muy listo escondiéndome, o ellos son muy estúpidos.
El sonido del otro motor apagándose, una puerta abriéndose, alguien bajando del auto, la puerta cerrándose y finalmente unos pasos subiendo por una escalera, pareciera que la persona dueña de esos pasos, trataba de retrasar todo lo posible el tiempo que tardaba en subir la escalera, pero evidentemente llego a su destino.
Alguien corrió demasiado rápido, pero no estaba seguro de a donde se movió.
—Te vamos a ayudar —una voz chillona fue el recibimiento. —No importa lo que decidas.
—Lo siento —respondió el que sonaba similar a la persona que tengo identificada como Edward.
—También lo siento —la voz desconocida sonaba muy arrepentida. —Debí poner más atención, estuvo cerca.
—Demasiado cerca —Edward gruñó, pero después soltó un suspiro.
—Te están esperando —la voz chillona sonó muy baja.
—Sí, —respondió él. —Puedo escuchar lo fuerte que piensa Rosalie.
Un momento… ¿A qué se refiere con "lo que piensa"? ¿De qué están hablando? Escuché de nuevo los pasos arrastrados de Edward, y unos más ligeros detrás de él, unos segundos después se volvieron a detener.
—Lo siento, Rosalie —Edward le respondió a alguien, pero, a excepción de él, nadie había hablado. Aun tenía un par de dudas, por ejemplo ¿quién es Rosalie? ¿Y cómo es posible que Edward responda a preguntas no hechas?
—Lo siento —Edward habló de nuevo. Fulminé la casa con la mirada, no me gustaba saber las cosas a medias.
—No —repitió. —Yo no le dije.
— ¿Entonces? —Otra voz, un poco más gruesa preguntó.
—Bella es amiga del tataranieto de Efrain Black —Edward respondió. Ok, ya tengo otro nombre en mi lista, pero sigo sin saber de qué hablan y mi paciencia no da para más. —No creo que los lobos nos den problemas, a ellos tampoco les conviene que sepan de su existencia.
¿Lobos? ¿Aquí también hay lobos?
—Ese tema es para después —otra voz, casi empalagosa interrumpió la extraña conversación.
—¿Qué planeas hacer Edward? —le preguntó una nueva voz de un hombre, en un tono bastante calmado y pacífico. —Alice nos contó lo que pasó con Bella.
Bueno una nueva pista, hablaban de Bella, eso ya lo tenía claro, pero creo saber hacia dónde se dirige la conversación, me voy a quedar un poco más a escuchar, necesito saber si yo también estoy a salvo, aunque no les tengo miedo, ni es como si pudieran hacerme daño, pero no quiero añadir otro problema a mi lista.
—Casi pasó —volvió a gruñir el niño bonito, a.k.a Edward.
—Bueno, casi pasó —la voz sin nombre le hablaba conciliadoramente.
—Tengo un dilema, Carlisle —. Gracias a que Edward pareció comenzar a hablar sin filtro alguno, ya tengo un nuevo nombre a la lista de voces.—Tengo ganas, muchas… de matarlos, muchísimas ganas, pero, sé que es incorrecto, porque sería venganza y no justicia.
Sus palabras me pusieron a pensar, lo que yo había hecho él lo consideraba venganza, porque los maté por lo que pudieron haberle hecho a ella, solo por eso. Ellos se merecían todo ese dolor por el simple hecho de que pensaron en lastimarla, pero, si yo no hubiera intervenido, ellos iban a hacer algo muy cruel. Así que yo lo considero justica, tomada por mi propia mano, sí, pero al final era justica.
—Aun así, ¡No puede ser justo dejar a un grupo de violadores y asesinos ande por las calles de Port Angeles!
—Edward tiene razón —una nueva voz de mujer llegó a mis oídos. Ugh, sonaba como Caroline. Debe ser también rubia.
—¡¿Qué?! —varias voces preguntaron a la vez.
—Bella no es de mi agrado, eso no es secreto —la misma voz respondió. —Pero no podemos dejar que alguien más tome el lugar de ella. Esas otras mujeres en Port Angeles… no está bien que tengan a esos… animales…. acechándolas.
—¿Qué propones? —la voz del que se hacía llamar Carlisle volvió a escucharse.
—Cortarles sus partes preciadas y hacer que se las coman, luego podemos matarlos y dejarlos afuera de la comisaria en pedazos.
Un silencio total rodeo la casa, incluso los ruidos del bosque pararon. Si soy honesto, la mujer no había sido de mi agrado por haber dicho que odiaba a Bella, pero, debo admitir que su manera de pensar me agrada bastante y eso la hace tolerable.
—Si, lo siento Rosalie —Edward habló calmadamente. ¿Me había perdido de algo en la conversación? —Pero me agrada tu idea.
—A mí no me agrada la idea de disponer de sus vidas —la voz de Carlisle sonaba ahora preocupada. Vaya que es bueno para quitarle la emoción a las cosas.—Pero, si podemos evitar que sigan lastimando personas.
Pues, creo que yo ya les gané.
—Vayamos a Port Angeles, capturemos a los hombres y los dejamos en la comisaria con la evidencia necesaria.
Miré hacia la casa con la boca abierta. No podía creer que la voz de ese hombre sonara tan llena de autoridad, humanidad, y, y… no estoy seguro de que otra cosa era. Casi me recordó a mi hermano, aunque Carlisle parecía decirlo más convencido por sus principios y no por autocompasión.
—Podemos encargarnos de eso —la voz chillona de Alice tenía un timbre ahora animado. Ese nombre me resultaba familiar, pero no estaba seguro de donde lo había escuchado.
—Bueno, andando —las palabras de Carlisle causaron un efecto en todos. Automáticamente se escuchó bastante movimiento en el interior de la casa, el sonido de pasos contra el suelo se fue haciendo tenue, dándome a entender que se internaron aún más en la casa, otros sonaron más claros y fueron seguidos de la crujiente madera de unas puertas que parecieron abrirse, y el sonido de dos autos encendiéndose en el interior del garaje. El primer auto, el volvo plateado que he estado siguiendo por horas, con Edward al volante. El otro auto, un Jeep negro último modelo, siendo conducido por un frio de cuerpo muy musculoso, a su lado, una rubia, la que sería considerada como la típica Barbie. Sin duda, era más llamativa que Caroline.
Por la puerta principal de la casa, salieron un hombre rubio y una mujer de cabello negro pero de rostro amable, por la apariencia del hombre, estaba muy seguro de que se trataba de Carlisle, su voz parecía concordar con su rostro. Ambos se subieron a la parte trasera del Jeep.
Detrás, una mujer pequeña con cabellos negros y muy cortos acompañada de un hombre rubio y con postura rígida. Él se entretuvo un poco con la puerta, supongo que asegurándose de cerrarla, ella bajó con gracia los escalones y se acercó al volvo, antes de subirse, su rostro se giró en dirección a donde yo me encontraba oculto en la oscuridad.
¿Me notó? ¿Está mirándome? ¿A mí?
Sí, si me está mirando a mí, sus ojos dorados entrecerrados son demasiado evidentes de que si me ve a mí. Mierda, mierda, mierda. Se supone que estoy escondido, se supone que no me deben de ver porque si me ven, esto puede acabar muy mal.
A ver, Damon, actúa natural, agaché la mirada haciendo que estaba buscando algo en la guantera, muy bien, aquí no pasa nada, solo soy alguien normal, perdido en el bosque, que busca algo en su auto. Pues sí, Salvatore, pero lo ideal es que no estemos aquí, vigilando la casa y escuchando conversaciones ajenas de un grupo de vampiros fríos.
Por el rabillo del ojo, un movimiento al frente de la casa volvió a picar mi curiosidad. Levanté lentamente la mirada, tratando de que pareciera pura casualidad.
Un movimiento al frente volvió a picar mi curiosidad, levanté la mirada tratando de que pareciera casualidad, y me encontré que cerca de la mujer pequeña, se había parado un hombre rubio. Se miraron entre ellos, y la mujer apuntó con su mano hacia mi auto, el hombre miró en la misma dirección encontrándose con mi mirada.
¿Mayor Whitlock? ¿Ese es Jasper Whitlock?
Estaba seguro que su expresión era un reflejo de la mía, sus ojos dorados abiertos totalmente por la sorpresa y la confusión se debían sentir totalmente como los míos, con dolor por estarse casi saliéndose de su lugar.
Su acompañante le dio un ligero empujón, Jasper pareció darme un leve saludo con un movimiento de cabeza, pero, yo lo sentí como si me hiciera saber que estaba siendo notado. La pareja se tomó de la mano brevemente para luego subir al automóvil donde sólo estaba Edward detrás del volante. Los dos motores rugieron con fuerza y ambos automóviles se perdieron en el camino.
Solté la respiración de golpe.
Debo irme de aquí, ahora.
Encendí el motor y me giré para recorrer el mismo camino por donde llegue, pero esta vez tratando de alejarme de esta casa. Mi pie pisaba el acelerador a fondo, podía notar los nudillos apretados y rojos alrededor del volante que se movía ocasionalmente para rodear uno que otro obstáculo del camino.
En menos de 10 minutos estuve de nuevo en la entrada del pueblo de mis tragedias. Forks de noche era bastante calmado y estoy seguro que de día era igual. Lo más emocionante que estas personas deben tener en sus vidas, es un grupo de 7 vampiros acechándolos.
Detuve mi auto en el borde que dividía el pueblo del gran bosque que lo rodeaba. Coloqué mis manos en mi rostro tallándolo con bastante fuerza.
—¿En qué te metiste Salvatore? —gruñí, pero no me pude responder. No sabía cómo acabaría esto, no entendía porque estaba pasando por esto, ya tenía lo que quería, debí irme en cuanto lo tuve en mis manos. Miré el asiento del copiloto, ahí debajo de mi chaqueta negra, estaban las bolsas con los libros que compre en Port Angeles.
La lluvia comenzó a golpear los cristales de mi auto, el sonido de cada gota cayendo, era como si me clavaran una daga en el cuerpo.
—Quizás si… le devuelvo los libros de ella, me aseguro de que esté bien… Después de eso puedo volver tranquilo a enfrentarme con los problemas en Mystic. Sí, debe ser eso lo que me preocupa.
Abrí la puerta, tomé las bolsas de libros y bajé del auto. Caminé hasta la carretera por la que había seguido al Frio y corrí para adentrarme en el pueblo, no me tomó más de 5 minutos llegar hasta la casa de Bella. En el frente de la casa, se notaba una leve luz que salía por una de las ventanas, me asomé con cuidado, un hombre sentado en el sofá de espaldas a mí, pero de frente al televisor encendido en el cual se veía un partido, se veía bastante interesado y sin notar a su alrededor. Sabía que era muy probable que la puerta estuviera cerrada con seguro y aunque podía hipnotizar al hombre para que me dejara entrar, me parecía tedioso hacer todo eso solo para dejar un par de bolsas en el interior. Decidí que podía ver si había alguna entrada en la parte de atrás.
Le di una mirada a la casa mientras la rodeaba, era bastante similar a las demás, una típica casa de Forks. Sonreí satisfecho al ver la puerta trasera, aunque mi sonrisa se borró cuando noté que estaba cerrada con seguro. ¿De verdad les preocupa que alguien entre sin permiso a su casa? Digo, cualquier cosa sobrenatural lo puede hacer, pero me refiero a algún humano.
Miré el árbol que estaba junto a mí, su tronco era lo suficientemente fuerte y una de sus ramas chocaba contra los muros de arriba de la casa. La sonrisa regreso a mis labios al ver la rama gruesa que pasaba al borde de una ventana. Con facilidad trepé y me coloque al frente del cristal. La habitación que mis ojos notaron fue totalmente diferente a lo que esperaba.
Una cama estaba en el medio de la habitación, cubierta de telas moradas que complementaban los demás adornos de la habitación, cerca de la ventana en la que yo me encontraba, una cómoda de cajones, sobre ella estaban unos marcos con lo que quería imaginar eran fotografías. Del otro lado, un escritorio con una laptop, varios cuadernos y libros esparcidos encima, y con una silla de madera del mismo color del mueble. Frente a la cama había un par de puertas, al parecer era un especie de ropero o closet. Después seguía un librero enorme repleto de libros que me parecían interesantes. Y finalmente, justo frente a la ventana, estaba la puerta para entrar.
Pero, la habitación estaba vacía.
Agudicé mis oídos en busca de la mujer castaña, el chorro del agua corriendo en algún lugar de la casa, llamó mi atención. Supuse que se encontraba en el baño.
—Bueno, a lo que vinimos.
Abrí con cuidado el cristal de la ventana, estiré mi cuerpo lo más que mis piernas me permitieron, necesitaba estar seguro de hasta dónde podía llegar.
Extendí mi brazo hacia el interior de la habitación, mis dedos cruzaron el marco de la ventana, siguieron adelante un poco más y por un segundo creí que podría entrar completamente a la habitación con toda la libertad del mundo.
—Ahí estas —murmuré cuando sentí mi mano chocar contra la fría pared invisible. Me dejaba entrar lo suficiente como para dejar caer las bolsas al suelo de la habitación.
Solté un leve suspiro. Repetí el proceso, estiré mi cuerpo, mi mano con las bolsas y las dejé caer dentro de la habitación, hicieron un sonido seco, pero no muy llamativo. Puse atención al interior de la casa, pero pareció que nadie se dio cuenta. Mis labios se levantaron en una mueca parecida a una sonrisa. Miré la puerta de la habitación con la esperanza de que alguien, o más bien ella se asomara, pero por supuesto que nada pasó.
—Hora de volver a casa.
¡Hola! ¿como estan? Tiempo sin leernos jajaja
Ahí va mi excusa, estuve enferma y les juro que sentía que me moría. Cuídense muchísimo y espero que el cap les haya gustado!
Hasta la próxima.
