Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.


(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)

La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)


Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Damon POV)

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—Ahí estas —dije abriendo la puerta.

No estaba de humor para visitas, mucho menos para ver el horrible y despreciable rostro de Jhon Gilbert que acaba de aparecer frente a mí en mi propia casa. Y pensar que yo tenía la creencia que este fin de semana seria tranquilo y que lo disfrutaría al máximo.

—Desde hace días te he buscado para tener una conversación —dice mientras me ofrece una mirada seca. —Desapareciste como si estuvieras huyendo.

Se escapa una mueca por la mención de mi desaparición. Creí que nadie se había dado cuenta, pero al parecer sí. Pueblo chico, infierno grande. Me voy cuatro malditos días y todo aquí en Mystic se pone de cabeza. ¿De verdad me necesitan para que controle todas las idioteces que hacen? ¿O es porque necesitan a un idiota para que controle a los demás? ¿De verdad no pueden dejarme tranquilo por un jodido día?

Bola de idiotas.

Como el que tengo justo en este momento al frente, recostado en el marco de la puerta mirándome con impaciencia como si yo no fuera un vampiro que puede sacarle el corazón en dos segundos. Ambos estamos jugando una especie de competencia de miradas asesinas, los ojos no mienten, pero según él, está siendo amigable conmigo.

Sé que algo quiere, por eso está aquí, Jhon no es de los que hacen solo una visita de cortesía. Bueno, sí, sé que quiere asesinarme, pero hay algo más oculto.

—Puedes pasar —digo con falsa dulzura en mi voz. Me hago a un lado mientras lo veo pasar tranquilo a mi lado.

Ten paciencia Salvatore.

—He pensado… —ruedo los ojos. ¿Qué planea? ¿Darme una charla motivacional y ablandarme el inexistente corazón? Vaya frase que fue a elegir. —Haciendo los sentimientos a un lado, claro —ruedo los ojos de nuevo ¿él tiene sentimientos? —Sé que tú y Stefan harán todo lo posible por proteger a Elena.

Lo miro. ¿Enserio? No me digas, imbécil.

—Estoy de acuerdo con tu apreciación —sonrío.

—Pero, estamos todos de acuerdo en que necesitan un poco de ayuda.

¿Un poco? Necesitamos demasiada ayuda, pero, no de imbéciles como tú.

—Ya que ese es el caso —su rostro está cubierto con insuficiencia, —me aparezco con obsequios.

Frunzo mis cejas ¿de qué carajos habla?

Abre su chaqueta, sacando del interior algo que está envuelto en una tela más vieja que yo.

—Ten cuidado —le digo. —No se vaya a deshacer de lo nuevo que está.

Me da una mirada molesta, pero no puedo quitar la burla en mí rostro. Ignorándome se acerca a la mesa que hay al lado de nosotros, sus manos se mueven con extremo cuidado, desenvolviendo lo que sea que se esconde entre la tela de los calzones de su abuelo. Espero que si se rompe no empiece a llorar.

—¿Qué es eso? —pregunto. Miro el frasco y la daga. Mierda, me va a tratar de asesinar de nuevo, más le vale que no sea lo que me estoy imaginando. Le doy una mirada amenazadora para que no me mienta a la hora de responder.

—Esto, Damon, es con lo que se mata a un original.

Bueno, hasta que ya estamos hablando el mismo idioma, ya es un progreso enorme.

—Aquí —levanta un frasco con un polvo blanco.

—No sabía que te gustaran las drogas, Jhon.

Sí, está a nada de enterrarme la daga a mí, puedo verlo.

—Es ceniza de un roble blanco que existe desde el génesis de los originales —explica. La daga, debe tocar la ceniza y se la metes al corazón.

Le arrebato la daga antes de que se le ocurra enterrarla en mi corazón. La idea es buena, lo acepto, y es muy probable que se pueda realizar si me esfuerzo en encontrar la ocasión perfecta para hacerlo.

Espera, espera, Salvatore, no tan rápido.

¿Puedo confiar en lo que me está diciendo este asno?

Mi mente sonríe por la palabra asno, nadie me había dicho así, no hasta que ella me dijo justo después de lanzarme un objeto a la cara.

Carajo, concéntrate, Salvatore.

—¿Tu como sabes de esto, Jhon? —levanto una ceja en su dirección.

—Oh —suelta un dramático suspiro. — ¿Se te olvida quien fue mi esposa? Isobel es muy buena investigando, pero eso ya lo sabes.

—¿Dónde está Isobel? —le pregunto, esa es una duda que aun nadie puede responder.

En los días que estuve perdido, me entere que este imbécil había soltado de más la sopa con Jenna, y ahora ella y Rick estaban peleados porque nadie le quería decir que había pasado en verdad. Yo pude decírselo, pero Elena me lo impidió.

—Digamos que —desvía su mirada, algo sabe y no me dice. — Si Isobel cumple su cometido, Klaus nunca pondrá un pie sobre Mystic Falls.

Suena interesante sus promesas, pero aun siento que se me escapa algo. No confío en Jhon.

—Respecto de Elena, estamos del mismo lado, Damon.

Esas son todas las palabras que me dirige antes de girarse y salir de la casa dejándome con una posible solución y miles de preguntas en mi cabeza. Miro aun con desconfianza las cosas que siguen en la mesa, no quiero usarlas, pero lo peor del caso es que, no tenemos muchas opciones.

Mi curiosidad me gana, por supuesto. Tomo entre mis dedos el frasco de ceniza blanca, lo examino con detenimiento, en realidad parece algo muy normal. Lo abro, vaciando un poco de contenido en la mesa, mis dedos pueden tocarla sin ningún problema. ¿De verdad puede hacerle daño a un original?

Mi celular suena con un mensaje de Rick. Mierda, había olvidado la reunión o más bien la fiesta, que Carol había organizado en honor de Elijah. Sí, ese maldito tenía a todas las mujeres de Mystic muy cautivadas y engañadas con su falsa apariencia de hombre encantador que anda cazando la historia del pueblo.

Quizás podemos probar hoy si funcionan los juguetitos de Jhon.

Subo a mi habitación para una ducha rápida, nadie me quita mi puesto de rompecorazones de Mystic Falls. 20 minutos después me encuentro rumbo a la mansión Lookwood, estaciono mi auto afuera, mirando el resto de los autos pertenecientes a todos aquellos chismosos que no valoran su vida.

—Damon —Jenna me saluda sorprendida y burlona cuando me ve entrar. —No puedo creer que vinieras.

—Yo tampoco —le respondo.

—Por cierto, ella es mi amiga —apunta a una rubia a su lado. La otra mujer se acerca a mí sonriendo coquetamente. —Damon Salvatore, ella es...

—Te conozco —interrumpo, le ofrezco a la rubia una sonrisa, —das las noticias.

Ella suelta una risa —Sí, soy Andie Star, es un placer.

Le ofrezco un silencio incomodo en respuesta. Usualmente le diría un par de palabras y la tendría ya a mis pies, pero hoy no estoy de humor para lidiar con esos asuntos. Mi prioridad es asesinar a un original.

Además que hay alguien rondando molestamente mi mente.

—Damon, ¡Vaya sorpresa!

—Hola, Carol —le sonrío caminando en su dirección, para mi buena suerte, lejos de las amigas.

—Elijah, déjame presentarte a Damon Salvatore —la voz de la mujer es animada. —Su familia fue de las fundadoras de Mystic Falls.

—Es un placer conocerte —extiendo mi mano hacia el original. Debemos ser civilizados y comportarnos como dos hombres comunes, por lo menos mientras encuentro el tiempo perfecto para asesinarlo.

—El placer es todo mío —responde a mi mentira. Su rostro es amable, pero sus ojos no.

—Si me disculpan —Carol nos toca el hombro levemente a ambos, —debo ir a saludar al resto de los invitados.

Nosotros asentimos mientras la vemos atravesar la casa. Le hago una seña a Elijah para que me siga, me mira calculadoramente, pero aun así, se escabulle de la dichosa reunión.

—¿Qué hace Damon con Elijah? —la furiosa voz de John llega a mis oídos.

—¿Yo porque sabría? —se queja Rick.

—Porque lo ayudas siempre —responde Gilbert. Es todo lo que escucho.

—¿Qué puedo hacer por ti, Damon? —Elijah me regresa al presente.

—Esperaba que pudiéramos tener una conversación —me encojo de hombros.

—¿Dónde está Elena? —pregunta mirando alrededor.

—Con Stefan, a salvo —le digo. —Se fueron a la casa del lago que tenían los padres de Elena.

—¿Escapada romántica? —me mira con una ceja arriba.

—Casi —me encojo de hombros. —En realidad quiere escapar de Jhon.

Asiente —¿Quién no?

Sonrió satisfecho, al parecer no somos los únicos que pensamos de cierta manera sobre ese tipo.

—Entonces, ¿Qué hago aquí?

—En realidad eso es lo que quiero saber —hablo mientras me colocó frente a él.

Me da una mirada.

—Concéntrate en mantener a Elena a Salvo y deja que yo me encargue del resto.

Su maldita sonrisa burlona y presumida me molesta. Me adelanto para evitar que salga por la puerta.

—Eso no me basta —digo entrecerrando los ojos.

Me analiza. Su mano toma mi cabeza y me estrella en el muro del otro lado.

Bueno, honestamente, no pensé que esto fuera a pasar.

Mi mano trata de alcanzar también su cuello y apretarlo. Sin quitarme la mirada de encima, toma mi mano y la gira haciendo que mis huesos truenen. Suelto un gemido de dolor.

—Los vampiros jóvenes son tan arrogantes —gruñe mientras estrella de nuevo mi cabeza. —¿Cómo te atreves a venir a desafiarme?

—No puedes matarme —trato de decirle. —Es parte del trato con Elena.

—Soy un original, muéstrame algo de respeto —encaja un lápiz en mi cuello, soltándome en el proceso. La sangre brota de mi piel y el dolor es muy agudo. Saca un pañuelo totalmente blanco, lo extiende en mi dirección. —Cuando dejes de serme útil, Damon, te asesino.

Le arrebato el pañuelo y lo pongo contra mi herida.

—Nos vemos más tarde —me sonríe, se da la vuelta y sale por la puerta del estudio donde estábamos hablando. ¿Más tarde? ¿A qué carajos se refiere?

Bueno, ya tendré tiempo de lidiar con eso. Me quedo alejado de la dichosa fiesta por un rato más, hasta que me aseguré que mi herida ya no sangraba, no quería preguntas y mucho menos tenía ganas de hipnotizar a todos los presentes. Cuando por fin salgo, la fiesta parece haber seguido su curso normal. Un par de horas después, voy de regreso a mi casa, con Rick a mi lado, al parecer cuando todos vieron que Elijah había salido indignado de la mansión Lookwood, Jenna, la reportera y el idiota Gilbert salieron corriendo detrás de él.

¿Qué son? ¿Un club de fans?

—Entonces —llama mi atención Rick— ¿John solo te los regaló? ¿O hay algo que quiere a cambio?

—Parece que se quiere redimir con Elena —respondo distraído.

—No puedo creerlo —se queja Rick cuando entramos a la casa.

—Yo tampoco.

—¿Qué saca él de beneficio con la muerte de Elijah? —Rick murmura.

—Supongo que cuando suceda, lo averiguaremos.

—Esa reunión fue un asco —suspira mientras se deja caer en un sofá.

—Hmm —sirvo un par de vasos con Bourbon. Me estiro para darle uno.

—¿Cómo está la garganta? —pregunta.

—Adolorida —respondo. Mi cuerpo se deja caer en otro sofá, colocó uno de mis brazos detrás de mi cabeza, y sobo mi nuca tratando de quitar la tensión.

—Sí, Elijah da mucho miedo —acepta. —Pero, vaya peinado.

Puaj, ahora resulta que también Rick cayó bajo sus encantos. Bebo el contenido de mi vaso de un solo golpe.

—¿Otro? —se levanta y me quita el vaso de entre mis manos.

—Va a ser difícil matarlo.

—Sí —suelta la respiración. —Damon, piénsalo mucho antes de confiar en que la daga y la ceniza harán algo. Necesitas información.

—¿Cómo carajos la voy a conseguir? —le pregunto.

—Que tal… ¿La reportera? —me extiende de nuevo mi vaso.

—¿Esperas que me prostituya para obtener información? —pregunto ofendido. —¿Me crees de ese tipo?

Alaric me mira haciendo una mueca y rodando los ojos.

—La reportera no me sirve, a ella solo le dan la información que quieren que salga a la luz. Necesito a alguien que sepa de este mundo, que conozca a los originales y que no le de miedo morir.

—No mates a nadie, por favor —me pide. Ahora fue mi turno de rodar los ojos.

—Debo irme, quede de ayuda a Jenna a unas cosas —da una palmada en mi hombro. —No te molestes, conozco la salida.

—Suerte —le gritó mientras lo escucho correr a la salida.

—Gracias —responde. Mis sentidos lo escuchan abrir la puerta de la casa, es cuando puedo cerrar los ojos y tratar de relajarme, después de todo, tenía la casa para mí solo.

Se escucha un golpe, un forcejeo y otro golpe. Mi cuerpo actúa por sí solo, me levanto del sofá caminando a la entrada de la casa. ¿Ahora resulta que quieren hacer un robo a la casa? ¿Qué mierda le pasa a este pueblo?

Al asomarme, me encuentro con un tipo, está arrastrando el cuerpo inconsciente de Rick.

¿Qué carajos?

Mis ojos detectan un movimiento de mi lado derecho, otro hombre se me lanza encima. Le doy un par de golpes, me los regresa, por supuesto. Sigo forcejeando con él, pero desde arriba de la casa aparece otro más y se cuelga de mi espalda, entre los dos tratan de inmovilizarme. Mi cuerpo les ofrecen batalla, aunque me duele escuchar los adornos de la casa romperse, Stefan se va a molestar cuando vuelva.

Algo se inserta en mi garganta. ¿Tienen un fetiche con mi garganta o qué?

Un líquido se introduce en mi cuerpo, los ojos me pesan de repente, mi fuerza se desaparece, mi velocidad ya no está. Los escucho reírse mientras la oscuridad me absorbe.

Mis ojos batallan cuando quieren abrirse de nuevo, aún hay algo de luz a mi alrededor, bueno, teniendo en cuenta las cortinas a medio cerrar que hay por toda la casa, pero esa luz no me permite saber si he pasado horas o días inconsciente.

Mis ojos enfocan el cuerpo de Alaric, tirado en el suelo frente a mí. Sus ojos y su boca están abiertos, su pecho no sube y baja como cuando normalmente está respirando. Miro a su mano, el anillo sigue ahí.

Bien, no va a morir, bueno ya está muerto, de hecho. Pero va a revivir.

—Buenos días, solecito —la voz de un chiquillo llega a mis oídos. Miro hacia dónde provino el sonido.

El tipo parece un niño de 15 años. Maldita sea, no tengo nada de ánimos para lidiar con esto.

—Un día vi una película ¿Sabes? —habla con una voz muy alegremente fastidiosa. —Era una porno de tortura.

Hago una mueca ¿en eso se entretienen los jóvenes de ahora? No soy partidario de torturar a alguien en el sexo, pero no me negaba a unas esposas, un látigo y una soga o unas cadenas.

Miro a mí alrededor tratando de ponerme en contexto. Estoy en una silla, hay cadenas atando mis tobillos, mis brazos están en los descansos, pero atadas de las muñecas y de los brazos. Mi torso está sujeto con varias cadenas, mi cuello tiene un peso extra que no logro identificar, pero, sé que de ahí salen las cadenas que hay en las manos del mocoso.

—Tenían un collar armado que ¡me encantó! Así que modifiqué uno, con los clavos de madera y que al activarlo…

Veo cuando tira de las cadenas en sus manos, ciento que un millón de estacas cubiertas de verbena se instalan en la piel de mi cuello, quemándome el interior. Suelto un jadeo por el dolor, mis puños se aprietan en un miserable intento de hacerlo más soportable.

—Dicen que tienes la piedra de luna —otro hombre se une a la celebración. El mocoso deja de tirar de las cadenas y me permite respirar.

No puedo evitar la risa que sale de mí. En mi cabeza aparecen imágenes de Mason unos cuantos días atrás, cuando yo lo torture casi de la misma manera.

—Si vieran la ironía del momento justo ahora.

Me miran confundidos.

—Les voy a decir que va a ocurrir, me torturan —miró a los demás tipos que se acercan a nosotros, —yo no hablo, alguien pierde el corazón… El último fue ese tal Jason y su novia ¿Cómo se llamaba?

El tipo levanta las cadenas de nuevo, mis puños se aprietan de nuevo, preparándose para el dolor de mi cuello.

—Esta vez, vas a ser tú.

Las estacas del collar se incrustan en mi cuello de nuevo. Mis ojos se cierran mientras mi garganta se desgarra por la verbena y por el grito que trata de salir. Ellos se divierten mientras me torturan, no es la peor tortura a la que me han sometido, pero si duele como el demonio, y gracias a que Elijah me debilitó hace unas horas y no me he alimentado, me cuesta mucho trabajo luchar para liberarme y patearles el trasero.

Si no, juro que ya se hubieran quedado sin cuello. Lo juro

Que extraño, en el medio de mis divagaciones no me di cuenta que todo estaba en silencio. Sé que aún no se van, puedo sentir sus esencias en el aire, aunque, hay un extraño aroma a flores que no estaba. ¿Aún no me muero y ya están haciendo mi funeral?

—Ay, carajo, no lo pensé —la voz de una mujer llega mis oídos. Su voz demuestra lo histérica que esta, pero aun así, es un sonido tan armonioso que pareciera una melodía cantada por un ángel del cielo.

¿Por qué parece que estoy teniendo un déjà vu? Oh, quizás es porque eso es lo que está pasando, Salvatore. ¿Ya olvidamos el incidente de la borrachera que nos pusimos?

Sí, gracias a mi conciencia por recordarme que duré cuatro días ebrio y que cuando desperté estaba en ese maldito pueblo olvidado de la gracia divina. Nunca se me olvidará que mi retorcido destino se empeña en, cada que tiene la maldita oportunidad, ponerme frente a ella.

—Ustedes tranquilos —suena risueña la mujer. —Yo solo estoy de paso.

¿Entonces el ángel no vino para llevarme al paraíso? Ja, como si eso pasara.

No creo que unas estacas en el cuello me maten, además, si muero, no creo para nada en ir al cielo, si es que existe, claro. Pero dijiste paraíso, Salvatore. Me gruño internamente.

Cierto, pero creo, no, apuesto mi vida a que solo hay una persona en este planeta que me da la ilusión de estar en mi propio paraíso y mi propio infierno a la vez. Y esa persona, está a casi 5 mil kilómetros lejos de aquí y me juré a mí mismo no volver a verla.

Amenacé al maldito destino, a Dios, al Buda, al universo, a todo aquel que se me ocurrió, amenacé a todos, rogué, supliqué e imploré que no la pusieran frente a mi otra vez. No necesito en mi vida el cliché de una damisela en apuros que necesitaba un héroe para ser salvada. Ya tengo a Elena en el papel de damisela en apuros, y yo no soy ningún héroe que va por la vida salvado a todo aquel que lo necesita.

—¿Tú eres? —alguno pregunta, yo también quiero saber la respuesta, pero a la vez me rehúso a abrir los ojos. Una parte de mi sabe que es imposible, es muy poco probable que sea quien creo que es, ¿verdad?

—Hola, me llamo Isabella.

Mis ojos se abren de golpe. Esa maldita chiquilla a la que decidido llamar mi némesis, esa bambina que en solo un par de semanas, ha hecho que mi vida se ponga de cabeza, está ahí, de pie frente a esta bola de imbéciles, sonriendo de una manera tan humana, fresca y sensual.

¿Qué carajos hace aquí? ¿Por qué está aquí? ¿Cómo demonios llegó aquí? ¿Acaso quiere morir?

—Que mal educados —murmuró cuando notó que nadie tomaba la mano que tenía extendida. Sus ojos chocolates se posaron sobre mí. Maldición sus ojos son hermosos.

—¿Qué haces tú aquí? —uno de los imbéciles le pregunta. Le tendré clemencia cuando me encargue de ellos, solo por haber hecho esa pregunta en voz alta.

—Yo también quisiera saber eso —suspira ella, nos mira dudosa de que hacer, por fin parece decidirse y se pasea delante de nosotros. Nos tiene a todos como idiotas siguiéndola con la mirada. —Espero que no te importe.

Sus nuevas palabras son dirigidas a mí, al inicio me sorprendo, pero me limito a observarla los ojos entrecerrados tratando de averiguar qué es lo que trama. Se coloca cerca de la mesa donde tengo las botellas de Whiskey. Aun inmovilizado, levanto la mano indicándole que proceda. ¿Quién soy yo para negarle un trago antes de morir?

—¿Alguien quiere un poco? —nos pregunta. Todos negamos, ella se encoge de hombros. La veo servirse un vaso demasiado lleno.

—¡Hay que acabar ya con esto! —grita el que está a mi lado.

—¡Idiota! —chilla ella. —¡Hiciste que se me cayera!

—¿Y a mí qué? —le gritan. Oh no, no debieron hacer eso, ¿Quién se cree el tipo? Siento la cólera subir por mis venas —Más vale que te quedes callada si no quieres que te ponga un collar como a él.

Tironean de nuevo de las cadenas. Ahora me siento en doble de furioso. ¿Este idiota que se cree? No necesito ser lector de mentes para saber lo que pensaron todos. ¿Qué no saben respetar a una señorita?

Sí, yo también tengo un par de ideas que me gustaría hacer hechos, pero no por eso significa que lo voy a decir en voz alta, al menos no sí ella no quiere.

—No gracias —su voz sale con asco. —No tengo fetiches tan depravados como los suyos.

Una sonrisa florece en mis labios al escucharla.

—¡Ya! —grita otro. —Hay que ignorarla y seguir con lo nuestro.

—Sí, ignórenme —dice ella. Toma su vaso y se sienta en el sofá que esta frente a mí. —Yo me sentaré aquí, en silencio, espero.

Los imbéciles se acomodan de nuevo, rodeándome por el frente. ¿Y qué van a hacer? ¿Bailarme?

—¿Y si… usamos la escopeta?

Maldita sea, ¿Trajeron una escopeta?

—¿Sabes que es lo bueno de ellas? —me preguntan. Levanto mis cejas en respuesta, hay muchas cosas buenas, pero no sé a cuál se refieran con exactitud. —Esparcen las municiones por todo el cuerpo, el daño es máximo.

Les ofrezco una sonrisa. ¡Vamos, mátenme!

—¿Dónde está la piedra? —me apuntan con el arma.

—Supéralo Jhon Wick de segunda —le digo. —Jamás la van a tener.

El imbécil del arma, no luce feliz. Bien, somos dos.

—Esperen, esperen —su voz de nuevo llega a mis oídos. —Hay algo que no entiendo…

—Y eso es nuestro problema ¿Por qué…?

—¿Lo van a matar por una luna de piedra? —pregunta inocente. Sonrió ladinamente.

—Piedra de luna —la corrigen.

—Sí, eso —se encoge de hombros.

—Una humana tan estúpida como tú no lo entendería —de nuevo el imbécil gruñe en su dirección. ¿Cuál es su maldito problema? ¿Por qué la insulta? Creo que quiere que pateé su trasero.

—Tienes razón, no entiendo —responde ella. ¿Qué demonios? Se levanta y camina unos pasos hacia nosotros. —No entiendo la estúpida necesidad de los hombres de llamarnos estúpidas.

Oh, oh, la sexy humana está de malas. Me gusta.

—Pues porque… —balbucean.

—Es decir, ¿acaso no se han visto en un espejo? ¿No se dan cuenta de las estupideces que hacen? ¿Qué no escuchan la sarta de babosadas que dicen?

Con lo que me queda de fuerza de voluntad, ahogo mi carcajada. Todos se quedaron de piedras. Al parecer no están acostumbrados a ser reprendidos. ¿Su mami nunca los regañó?

—Escúchame —uno de ellos habla con voz filosa.

—No —gruñe ella. —Ustedes me van a escuchar —pone sus manos en la cadera. —Sé que él puede ser un idiota que actúa por impulso.

Su dedo se posa en mi dirección. La miro ofendido. Sí es cierto lo que dice, pero, ¿quién carajos se cree como para decirme mis verdades? Siendo honesto, admiro el hecho que se esté enfrentando a un grupo de licántropos, pero no es justo que me exponga.

—Sí, es el típico comportamiento de hombre —rueda los ojos, —pero, ¿de verdad lo creen tan idiota como para guardar consigo mismo algo que es buscado por todo este maldito lugar?

Pues, sí. Sí puedo ser así de idiota.

Los imbéciles se miran entre ellos. Es maravilloso Lo bueno de ella es que ya sembró un poco de la duda en ellos.

—Ahora, si ustedes son los inteligentes, díganme una cosa —se recarga en el posa brazos del sofá, como dije, malditamente sexy, —ustedes lo amenazan, él no responde, ustedes lo torturan y lo matan ¿Correcto?

Todos asintieron. ¿De verdad ese era su plan?

—¿Y luego? —pregunta con una ceja arriba. —¿Se van por unas cerveza?

—¡Es que no lo entiendes! —grita el de la escopeta. —¡El asesinó a Mason!

¡A sí! ¡Así se llamaba el lindo perrito!

—¿Y eso qué? —ella sonríe alivianada. —Cada maldita hora, alguien nace en algún lugar del mundo y alguien se muere del otro lado. ¡Es la ley de la vida!

No veo como discutir contra eso.

—¡Deja de parlotear! —gritan de nuevo. Mierda, son licántropos no viejas histéricas. —Debemos concentrarnos.

—Oigan, pero —titubeo uno. —Nosotros nunca mencionamos que era de luna…

Lo miramos. ¿De cuál se fumó?

—La piedra —explica. —Nunca dijimos que era la piedra de luna, pero ella lo sabía.

La miramos a ella. Si hago memoria, ella apareció después de que me lo preguntaran por primera vez, después de eso, solo se mantuvieron preguntando por la piedra, así que, tenemos dos opciones. Uno, es que, ella ya estaba dentro de la casa cuando ellos llegaron, o al menos cuando yo desperté. Dos, ella sabe que es esa cosa y lo más seguro es que la tenga.

¿La curiosidad mató al gato? Si. Pero, de todas maneras voy a morir si estos idiotas siguen, entonces, qué más da que yo también tenga curiosidad por saber cómo es que Isabella sabe de la piedra de luna.

—Yo, err, es que yo —tartamudea, —no es difícil adivinarlo, todo Mystic está buscando lo mismo.

—Eso es cierto —soy honesto.

—Bueno, sigamos —regresan su atención a mí. Giro los ojos con molestia, este jueguito ya me está cansando.

—Una última cosa antes de que prosigan —Isabella de nuevo habla, —¿Cómo es esa cosa de luna? Quizás la haya visto.

Entonces ella la tiene. Bien hecho Salvatore, ya podemos volvernos detectives. El tipo de las cadenas comenzó a balbucear y a hacer gestos, cada maldito movimiento hacia que la cosa alrededor de mi cuello se jalara hacia los lados, por ende, se enterraba un poco en mi piel.

—Es pequeña, de color rosa y es una piedra, como así…

Vaya, sí que se esmeró en los detalles.

—Que buena descripción —la Elijah suena cerca. ¿Vino a burlarse de mí? ¿A esto se refería con más tarde?

—Querida, te he estado buscando —baja los escalones en nuestra dirección. Llaga hasta donde esta Isabella y la toma de la cintura. —Veo que hiciste nuevos amigos.

¿Querida? ¿La ha buscado? ¿Amigos? ¿Qué mierda?

—Ahora, ¿Por qué no les muestras el regalo que les tenemos? —le pide, sus ojos no se apartan de nuestros acompañantes.

Isabella saca de sus bolsillos algo, su mano se extiende. Todos soltamos un gemido ahogado. Está ahí, luciendo endemoniadamente sexy al lado del original, su rostro de inocencia y sus labios bailando en una sonrisa de maldad, su mano extendida en nuestra dirección, en la palma, la piedra de luna.

Entonces mis suposiciones son ciertas, ella sabe cosas de más. Elijah la toma, la coloca sobre la mesa y se aleja.

—Adelante, tómenla —ofrece con tranquilidad.

No, no, no, estamos jodidos.

El primer imbécil se adelanta para tomarla. Elijah hace lo mismo, rompiéndole un par de huesos en el proceso, evitando que tome la piedra. El resto trata de imitarlo, pero, él es un original, no van a poder con él. Yo soy más fuerte que ellos, y ya hice la idiotez de tratar de desafiarlo.

Isabella se había alejado de los golpes. Chica lista. Y se había refugiado cerca de mí, al menos sabía que mientras el original los mantuviera ocupados, ellos no le harían daño. Ya que no podía mover mi cabeza, giré mis ojos hasta el tope para verla, tenía una ligera sonrisa, sus ojos miraban embelesados como se desarrollaba la pelea frente a ella.

Quizás no es tan malo que esté aquí.

—Es bueno, lo admito —digo mirándola. Una risa escapa de sus labios. Sí, ella cree que me refiero a las habilidades de Elijah.

Hablando de él, aparece muy galante frente a Isabella, sus manos tienen un corazón latiente cada uno.

—Para ti, querida. No puedo ofrecerte mi propio corazón, pero…

—Muy amable de tu parte —murmura ahogadamente.

Ay sí, ahora me van a decir que Elijah es un romántico insuperable. No me jodas.

—Tómalos —le insiste. Ella sacude furiosamente su cabeza. ¿De verdad le da miedo un órgano? ¿No tiene Biología en la escuela?

—No, no gracias, paso.

¿Por qué parece estar a punto de vomitar?

—¿Qué dices nenito? —Elijah mira al joven que se mantuvo perplejo a nuestro lado. —¿Tú sí los quieres?

El imbécil hace el mismo gesto que Isabella, sacude su cabeza en negación, pero a diferencia de la humana, él parece que está a nada de mojar sus pantalones.

—¿No? No los quiere —Elijah se queja. Me encojo de hombros. ¿Qué quiere que yo haga? —Ven.

Toma al muchacho y en menos de dos segundos, lo asesina. Suelto la respiración con alivio, por fin se acabó este circo.

—No es queja —llamo su atención. —Pero ¿Qué haces aquí?

Ella se encoge de hombros. —Elijah.

¿Solo eso dirá?

—Sabía que ustedes serían tan idiotas como para no saber hacer su trabajo, así que aseguré mis flancos —Elijah responde esta vez.

¡Ese cabrón lo sabía! ¿Cuánto tiempo lleva ella aquí? ¿Por qué demonios está del lado de Elijah? Bueno, supongo que no le han contado las dos versiones de la historia y por eso eligió el lado malo.

Tú también eres malo, Salvatore. Gruño. Maldita conciencia, hoy ha sido un dolor en el trasero.

El original se acerca a mí, analizando las cadenas alrededor de mi cuerpo. Las levanta, las analiza, ¿Me acaricia? Un momento, ¿Por qué me está manoseando? De nuevo, no es queja, pero, nunca imagine que el perfecto y correcto vampiro anciano sea de este tipo.

Miro discretamente a Isabella, su rostro está cubierta de sorpresa y ¿excitación? ¿Así que es de esas chicas?

—No te muevas —me ordena el original. Supongo que debo obedecerle, no quiero arriesgarme a morir a manos de él, se supone que será al revés. De un segundo a otro, las cadenas crujen y se rompen sobre mi cuerpo.

Sonrío complacido.

—Esta es la tercera vez que salvo tu vida —la advertencia en la voz de Elijah es clara. Se aleja de mí. —Isabella, querida, ¿Por qué no le ayudas a Damon en lo que yo despierto a Alaric?

Bien, ya me cae bien Elijah. Lástima que lo tenga que matar.

—Aja, sí, yo ayudo —responde ella. Uy ya quiero ver cómo va a ayudarme.

Camina hacia mí, me analiza, me observa con atención. Aunque ya le ayudaron a liberar mi torso, aún tengo cadenas en mis brazos, piernas y cuello. Ella se inclina a recoger las cadenas que penden de mi cuello. No creo que lo haga, ¿o sí?

Sí, sus ojos me dicen que sí lo hará.

—No, ni se te ocurra. No, no, no —ella tira de las cadenas. —¡Ay carajo!

Siento los picos introducirse en mi piel. El dolor se hace presente, no tan fuerte como cuando el imbécil tiraba de las cadenas, pero, maldición, ya tengo no sé cuánto rato con estas cosas dentro.

—Quítame esto, maldita sea.

—¿Ahora es la princesa quien debe salvar al príncipe del dragón? —habla divertida y orgullosa.

—No soy un príncipe —niego.

—Qué bueno que no soy una princesa —sonríe mientras me mira a los ojos. Si no me sintiera tan cansado y adolorido, podría decir algo más.

—Ya voy ya voy —me dice al entender mi mirada.

Se inclina hacia el frente, siendo muy cuidadosa de que ninguna parte de su cuerpo toque alguna parte del mío. Por supuesto que no alcanza a llegar a la base de mi nuca para quitarme el collar de perro que tengo puesto. Regresa a su posición, erguida delante de mí. Me mira, su mente parece trazar un plan para cumplir su deber.

—Espera, déjame intentar algo.

Me quedo quieto esperando a que ejecute su malévolo plan. Parece estarse debatiendo pero hay una parte de ella que gana, su rostro se vuelve pícaro y no aparta su mirada mientras se coloca a horcajadas sobre mi regazo. Podía decirle que se bajara, pero, no lo haré, esto es probablemente lo más cerca que llegaré a tenerla.

—Si querías estar sobre mí, lo hubieras dicho desde la primera vez —mi mente recuerda la primera vez que la toqué en la librería para besarla. No me molestaría repetirlo.

La sangre viaja por sus mejillas, su aroma se intensifica y me hace agua la boca. Se inclina hacia delante, sé que su misión es tratar de alcanzar el broche de la cosa en mi cuello, sí, esa misión tan inocente. Pero parece que su cuerpo tiene la misión de tentarme hasta caer en el infierno que me merezco, pues el contraste de su piel y escoté de su blusa color rojo fresa hacia que me imaginara de mil maneras su cuerpo completo.

Sus dedos tocaron la piel de mi cuello causando que se escapara un suspiro de mis labios. ¡Mierda Salvatore! ¿Qué eres? ¿Un maldito adolescente que no controla sus hormonas?

Mis ojos se cierran. Si me sigue tentando de esa manera, si sigo viendo sus ojos hipnotizarme con falsa inocencia, voy a hacer una locura.

Ella siguió trabajando con las cadenas de mi cuello, de vez en cuando se movía en mi regazo haciendo que tuviera problemas para controlarme. Por fin pareció cumplir su misión, me sentí libre y la piel de mi cuello dejó de tener el constante ardor por las estacas y la verbena.

Abrí los ojos justo a tiempo para verla darme una mirada de preocupación. Sentí las heridas comenzar a sanar, no tan rápido como deberían, pero ya era un avance. Isabella enderezo su espalda, también ella se veía liberada, me sonrío y estiró su mano con el collar y las cadenas que acaba de quitar de mi cuerpo. Sus ojos me rogaban.

—Dilo —le pido. Necesito que lo diga en voz alta. —Dímelo y te enseño todo lo que podríamos hacer con esas cadenas.

Estuvo a nada de responderme, sabía que lo deseaba, sabía que esta parte de ella ha estado cautiva durante mucho tiempo, puedo ver el miedo que le da ser libre. Yo puedo enseñarle a ser libre, yo puedo liberar esa parte de ella, pero necesito que me lo permita.

Suelta el collar y se ocupa quitándome el resto de las cadenas de mi cuerpo. Su mirada se enfoca en mí de nuevo, esta vez más segura.

—Ahora que lo mencionas…

Su voz ronca, su sonrisa traviesa y esos malditos ojos chocolates hacen que mi control se vaya al carajo. No me importa que haya personas viendo la escena, no me importa si sus convicciones se van a la mierda, tampoco me importa si el Frio se muere de nuevo, lo único que quiero es a ella. Quiero todo de ella.

Termino de liberar mis brazos de un tirón, la madera de la silla cruje anunciando que cumplí mi cometido. Mis manos se colocan en su cadera, necesito aprisionarla contra mi cuerpo, no quiero que huya.

Ella luce asombrada al inicio, pero luego me muestra que siente lo mismo que yo.

Alguien carraspea detrás de ella. Mis ojos no se mueven, podemos ignorar cualquier cosa, menos a nosotros. Puedo asegurarme que nadie interrumpa el momento en que sus suaves labios estén de nuevo sobre los míos, lo necesito, no he parado de pensar en ellos desde el momento en que la conocí.

Alguien vuelve a hacer el odioso sonido. ¿Quién carajos necesita aclarase la garganta tantas veces?

—¿Interrumpimos algo? —una voz molesta llega a nuestros oídos.

—Sí —gruñimos al unísono. Nuestras miradas rompen el contacto y se giran a mirar a la persona que ha arruinado el momento.

Elijah nos está dando una mirada divertida. Rick luce demasiado confundido y adolorido.

—¡Al fin! —le digo. —Te perdiste la diversión.

Rick me señala a la muchacha en mi regazo, no quiero dejarla ir, pero no me queda otra opción. Suelto sus caderas y ella se baja de mi cuerpo.

—¿Isabella? —Alaric grita sorprendido.

—Hola Rick —sonríe tímida.

—¿Se conocen? —me pongo de pie muy confundido. Ellos me ignoran, Isabella se acerca a mi amigo y lo envuelve en un cálido abrazo.

Ruedo los ojos. Elijah se burla de mí en silencio, su rostro tiene una sonrisa y una mueva divertida, además que según él, está imitando mi reacción, cosa que es falsa porque yo no estoy celoso.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —Rick está feliz. —¿Años?

Isabella asiente y se desprende de sus brazos.

—¿Se conocen? —pregunto de nuevo.

—Sí —me responde mi amigo. Su felicidad se esfuma por un segundo. —Ella es sobrina de Isobel.

—¿Qué, tú, qué? —tomo de los hombros a la humana.

—¿No escuchaste? ¿Tu oído de vampiro ya está fallando? —pone los ojos en blanco. —Soy sobrina de Isobel.

—¿Isobel? —susurro en dirección a mi amigo. —¿Esa Isobel? ¿La Isobel?

—Sí —responde Elijah. —Isobel Flemming, la madre biológica de Elena.

—No jodas —los miro molesto a todos, quedamos que entre nosotros no nos guardaríamos secretos.

Un segundo ¿La bambina es prima de Elena?

—¡¿Así de retorcido eres?! —gruño al cielo. —¡¿Qué te hice para merecer esto?!

Una risa se escucha a mi lado.

—Se me ocurren un par de cosas —Alaric se burla. Gruño.

—¿Elena lo sabe? —pregunto. Ella nunca ha mencionado nada.

—Sí lo sabe, pero no lo recuerda —responde Isabella con voz débil.

—¿Qué carajos significa eso?

—Significa eso —se encoge de hombros, —que no me recuerda.

El teléfono de Alaric interrumpe nuestra conversación, nos ofrece una mirada de disculpa y se va a la cocina a responder. Los sigo con la mirada hasta que se pierde en la casa. Entonces, él conoce a Isabella desde que estaba con Isobel, eso debió ser hace 10 años, si no es que más. Todo este tiempo, Elena tenía más familia y ¿se lo ocultaron? ¿Qué demonios significa eso de que Elena no la recuerda? ¿Alguna vez se conocieron?

—Un momento —digo cuando mi cerebro piensa la situación. —¿Ustedes cómo se conocen?

Isabela y Elijah se miran.

—Esos detalles son los menos importantes —se encoje de hombros él.

Les doy una mirada desconfiada. No me fio de Elijah, y si la Bambina está con él, tampoco me fio de ella.

—Hablé con Jenna —Alaric entra de nuevo con una sonrisa. —Le dije que tenía una sorpresa para ella.

Isabella asiente emocionada. —¿Podré verla?

—Nos encontraremos con ella en el Grill.

—Que emoción —ruedo los ojos.

—No vengas si no quieres —Alaric me da un empujón. Es muy tentadora su oferta, pero siendo honesto, soy muy chismoso y me quiero enterar de los detalles de la vida de Isabella, al menos, saber que tanto podemos confiar en ella.

—Bien, andando.

A mí alrededor explota una bomba de emoción. Mierda, hay que salir de aquí antes de que me vuelvan loco. Rick y yo vamos en mi auto, siguiendo la camioneta de Elijah.

—¿Quieres explicarme? —le pregunto a mi amigo.

—¿Qué quieres que te explique? —responde incómodo.

—No sé, la existencia de la Isabella, por ejemplo.

—Ay —suspira. —Es hija de la hermana mayor de Isobel. Yo la conocí en una visita que ella y su madre nos hicieron, pero, tengo entendido que vivió aquí en la época en la que Elena nació.

—¿Por eso no la recuerda?

—Elena era muy pequeña cuando Isabella se fue, pero, en realidad eran inseparables. Algo pasó, no estoy seguro de qué, exactamente.

—¿Podemos confiarnos?

—Escucha, Damon, no sé porque razón vino con Elijah, pero Isabella es una persona leal a quienes ama. No sé si ya está enterada de la situación con Elena, pero, te aseguro que hará todo por ayudarnos a salvarla.

Le doy una mirada Rick parece muy seguro de conocerla. Supongo que, podría tratar de confiar en ella, si se le ocurre hacer algo estúpido o traicionar a su prima, le rompo el cuello. Así de sencillo.

Detengo el auto en las afueras del Grill. Observo al original abrir la puerta de nuestra acompañante, ella se baja y le ofrece una sonrisa Alaric y yo nos acercamos a ellos. Isabella nos sonríe y entra casi corriendo.

—¡Está igual a como lo recordaba! —grita emocionada.

La gran mayoría de los presentes se giran para observarla. Hay un montón de miradas provenientes de una manada de mocosos hormonales que recorren su cuerpo como si fuera carne fresa.

Sí, creo que ya he dejado claro que se ve sexy, pero, ella es demasiado como para esos mocosos que aún no pueden lavar su ropa solos.

Miro por el rabillo del ojo que Alaric nos consigue una mesa. Pero yo estoy concentrado en los movimientos de esos hormonales, si alguien se le lanza encima se las verá conmigo.

—Andando, baboso —Elijah me empuja.

—¿Perdón?

—Andando, baboso —se encoje de hombros, —estas babeando, Damon.

Gruño molesto. Claro que no estoy babeando por ella, si la notaba andar de un lado a otro, pero, solo la miré un par de veces, hasta ahí. Aun gruñendo sigo a Elijah hasta donde Alaric que me mira con las cejas arriba. ¿Qué me ve?

—¿Tenías que venir? —Rick le escupe a Elijah.

—No te preocupes, tú y Jenna están en la lista de protegido de Elena.

Alaric mantiene su rostro serio.

—No te pongas celoso, sé que soy irresistible, pero, a mí no me gustan jóvenes

Golpe bajo para Alaric.

—Relájate, es broma —le da un empujón, Rick asiente. Les doy a ambos una mirada, si yo ya decía que mi vida era extraña, era porque no había vivido esta escena frente a mí.

—¡Isabella! —Jenna aparece por la puerta con una sonrisa. La joven estira los brazos para recibirla.

—¡Jenna! Te extrañe mucho.

Ambas se abrazan, saltan, lloran y no sé qué más hacen. Qué horror, es muy emotivo que me da asco. Miro las bebidas que la mesera puso en la mesa, al menos, me puedo entretener en algo.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta Jenna.

—Elijah me invitó —Jenna le da una mirada sorprendida la vampiro, sí, no es la única sorprendida por el amable gesto. —Yo… necesitaba unas pequeñas vacaciones.

—¿Viniste tú sola con él?

—No, una de mis amigas vino conmigo. Pero no te preocupes —le dice, —Charlie lo sabe.

¿Quién es Charlie? Mi cerebro me muestra todas las conversaciones donde sale ese nombre, sin temor a equivocarme, Charlie es el padre de Isabella.

Las mujeres siguen con su conversación mientras se colocan en la mesa. Elijah se levanta de su asiento y empuja a Isabella en la silla cerca de mí, luego acomoda a Jenna a su lado y él se coloca entre ella y Rick.

—Entonces —llamé la atención, mi dedo apunto a Elijah y la mujer a su lado, —oí que ustedes pudieron unir sus mentes ¿correcto?

—Pues, sí, eso creo —ella se sonroja.

—¿Unir sus mentes? —Isabella habla risueña.

—Elijah ha estado haciendo una investigación —Jenna explica. Isabella mira con las cejas levantadas al mencionado. — Es sobre la historia de Mystic Falls.

—Interesante —la humana asiente. —¿Y cómo va todo?

—Muy bien, Elijah sabe muchas cosas de historia, la retroalimentación es mutua.

—No me des todo el crédito Jenna —Elijah sacude la cabeza. —Aprecio mucho que te des el tiempo de ayudarme.

Alaric suelta un bufido, ahora es mi turno de darle una mirada de burla. ¿Celoso?

—Quizás puedas ayudarnos, Isabella —Jenna toma su mano. —Sabes mucho de Mystic, has leído muchos libros, y tu memoria nos podría ayudar.

—¿Memoria? —pregunto interesado. La humana me mira incomoda.

—Tiene lo que llaman memoria fotográfica —explica Rick. —¿Cómo se llamaba?

—Memoria Semántica —responde Jenna.

Por primera vez me siento agradecido de que la bambina aparezca en mi vida. Ella será mi fuente de información, solo necesito separarla de Elijah.

—¿Qué planeas hacer esta noche? —le pregunto pasando uno de mis brazos por sus hombros.

Su cuerpo se tensa, pero deja que la recueste cerca de mí, me da una mirada, parece como si estuviera tratando de descubrir mis verdaderas intenciones. Al final parece rendirse. Sus dedos quitan de mi mano el vaso, sin dejar de mirarme, se lo lleva a los labios y bebe el contenido de golpe.

—Acostarme contigo, no.

Touché. Adiós a ese método de convencimiento.

—¿Isabella? —preguntan. Supongo que van a actuar siempre así de locos cada que alguien la descubra.

—¡Matt! ¡Hola! —levanta su mano y la sacude.

El humano se acerca a nuestra mesa. —No puedo creerlo.

—Pues créelo —murmuro alejando mi vista. Todos me ignoran.

—¿Qué haces aquí? ¿Cuánto llevas aquí en Mystic? ¿Ya viste a los demás?

Isabella se ríe por la avalancha de preguntas.

—Apenas llegué hoy Matt, no he visto a nadie.

—¡Debemos hacer algo! —maldito humano y su jodido entusiasmo tan tedioso. —Voy a llamar a todos, y te aviso.

Ella asiente, intercambian teléfonos y el humano se va. ¿No era obvio que estaba en el medio de una conversación de adulos? ¿Tenía que aparecer así de la nada?

—No te pongas celoso, Damon —Rick me da un golpe por debajo de la pierna.

—No estoy celoso —me defiendo.

—Sí, claro —es la respuesta colectiva que recibo. ¿Qué carajos?

—Me encantaría seguir con esto, pero, si me disculpan, debo irme —Alaric se pone de pie. —Yo, uh, debo ir a calificar exámenes.

—Sí, deberíamos seguir con esto —Isabella habla entusiasmada. —Hagamos una fiesta.

La miro, no puedo ser el único que sospecha que algo trama, ¿O sí?

—Oh —la atraigo de nuevo a mí. —Mi chica llena de buenas ideas.

Me mira con los ojos entrecerrados. —No soy tu chica.

—Pero lo serás —le sonrío.

—Ni en tus mejores sueños, Damon —pone los ojos en blanco.

—¿Apuestas? —levanto una ceja en su dirección. Me giro al resto, —Yo pongo mi casa.

Sin proponérselo, la bambina me había dado una muy buena oportunidad de asesinar a Elijah.

—Oigan, no creo que... —Alaric comienza a mirarnos a todos.

—Yo sí quiero —Jenna le da una mirada altanera. Las cosas siguen mal entre ellos, se respira la tensión en el aire.

—Sería un placer —Elijah se encoje de hombros.

—Traeré a Angela para que la conozcan —dice emocionada Isabella.

—¿Mañana? ¿Les parece? —pregunto.

Todos asienten. —Bien, decidido.

Mañana asesinaré a Elijah.


¡Holaaaaaa! ¿Como estaaaan? ¿Me extrañaron? Yo se que sí jijijijij.

Ya extrañaba a Damon, ¿Ustedes no? Por cierto, aquí donde soy, ¡hoy es el día del libro!

Nos leemos en el que sigue.