Capítulo VI

Portal al averno

"¿Cómo sabes si la Tierra no es más que el infierno de otro planeta?"
ALDOUS LEONARD HUXLEY (escritor y filósofo británico)

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Todo iba volviendo, de a poco, a la normalidad en el palacio. El tema de la esperada fiesta fallida no se había vuelto a tocar. Pero, aun se respirada un aire pesado por doquier.

Después de dos días en cama, Himeko sentía las energías renovadas. Pero aún tenía una gran tristeza en su corazón. Recordó el portal. ¿Aun estaría en esa colina? ¿Sería capaz de abrirlo nuevamente?

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Se sentía fatal, no recordaba haberse sentido de ese modo desde que había llegado a Céfiro. Le dolía la cabeza, se sentía mareada, le costaba respirar, sentía mucho frio, pero, a la vez, el rostro caliente como si le estuviera dando el sol de lleno en una calurosa tarde de verano. El baño le hizo bastante bien, al menos la hizo sentir un poco mejor durante un rato. Hikaru la revisó con cuidado. Tocó su frente, revisó sus ojos, escuchó sus pulmones con ese extraño aparato, la versión autosamita del estetoscopio, creía haberlo visto alguna vez en el pequeño consultorio médico que la guerrera del fuego había montado en Neo Autosam. Hikaru lo solía usar para escuchar a los bebés en el vientre materno, ya que en Céfiro las enfermedades prácticamente no existían.

-¿Qué opinas? - preguntó, con cierta ansiedad, la rubia. Hikaru se encogió de hombros. Estaba confundida. Cierto era que ella no era médica clínica, sino obstetra. Aun así, en Céfiro había ejercido de prácticamente todo, hasta de dentista.

-Mm… es extraño…- meditó.

-¿Qué? ¿Qué pasa? - Fuu comenzaba a asustarse.

-Podría jurar que es un coronavirus… el virus de la gripe para ser más precisa…

-¿Gripe? Pero…- Fuu titubeó. ¿Gripe? ¿En Céfiro? Los virus prácticamente eran inexistentes en Céfiro, más aún desde que ellas estaban allí. ¿Adónde Himeko habría pescado una gripe?

La niña se puso nerviosa. ¿Una gripe? Era claro donde se había contagiado. Si su madre llegará a enterarse.

-No te preocupes, estará bien en unos tres o cuatro días… Aunque… - Hikaru pensó un momento. Un virus extraño podría llegar ocasionar un caos en cualquier parte del universo en que cayera. Volteó a ver a Himeko. Quería pensar en alguna manera en que la niña se hubiera agarrado una gripe, pero no había de otra, sólo podía haber enfermado estando en la Tierra. ¿Acaso era posible? Prefirió guardar silencio, no quería atosigarla con preguntas, tampoco quería preocupar más a Fuu. Le sonrió. - Será mejor que guardes reposo por algunos días, y que veas a la menor cantidad de gente posible. - le dijo. Luego volteó a ver a Fuu nuevamente. - Tendremos que extremar cuidados, limpiar todo cuidadosamente…- llevó la mano derecha a su mentón, cómo si eso la ayudará a hacer memoria. - Creo tener unos cuantos barbijos en mí consultorio… No podemos arriesgarnos a qué el virus se propague, no sabemos que puede ocasionar en el organismo de personas que no han desarrollado ningún tipo de anticuerpos.

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Si lograba volver a Mundo Místico, debía ser muy cuidadosa, no podía arriesgarse a volver a contraer alguna enfermedad extraña para los cefirianos. Dos días había pasado encerrada en su alcoba, ni siquiera había podido ver a su amiga. Y podía agradecerle a la guerrera del agua el no haber estado encerrada más días.

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-¿Qué es eso? - preguntó Hikaru, curiosa, mientras observaba con detalle el pequeño frasco que llevaba dentro un líquido rojizo. Le daba vuelta para un lado, para el otro, con cierta desconfianza.

-Es una poción… ayudará a neutralizar el virus…- Hikaru volvió a dar vuelta el frasco.

-¿Estás segura?

-¿Con quién crees que estás hablando? - Umi se encogió de hombros, molesta. Cierto era que Umi había aprendido de Clef el arte de preparar pociones de todo tipo. En la actualidad, el laboratorio del gurú pertenecía a ambos, de modo que ella tenía la total licencia para ingresar y tomar lo que deseara. Pero Hikaru, a pesar de vivir en un mundo como Céfiro, seguía siendo una mujer de ciencia. - Puedes poner en "cuarentena" a Himeko durante 10 días, al menos, y esperar que su cuerpo eliminé el virus, o puedes dejarla tomar esta poción y en dos días estará completamente sana y libre de salir sin el temor de contagiar a nadie.

-No lo sé… ¿es seguro?

-¿Fuu?- Umi miró a su amiga, apelando a que tome partido en la disputa. Fuu titubeó.

-¡Mamá! - intervino Himeko, quien había presenciado la discusión desde su cama. - Déjame tomar la poción, no quiero estar aquí encerrada 10 días.

Y aunque el dichoso virus era una buena excusa para mantenerla encerrada, acabó por dejar que Himeko tomé la poción.

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Suspiró. Después de todo, había tenido suerte de enfermar, sus padres se habían preocupado por su estado de salud, así que habían evitado los regaños y el interrogatorio. Pero la tregua, seguramente, no duraría demasiado. Se había encargado de convencer a su madre de que había escapado para evitar la fiesta, y había evitado responder a las preguntas sobre que había hecho durante toda la noche. Sin embargo, sabía que ni su madre ni sus tías habían creído demasiado en esa versión.

¿Qué podía hacer? Deseaba volver a esa colina, ver si el portal seguía ahí, ver si podía regresar. Pero no podía volver a escapar. Aunque lograra salir, ¿Qué excusa pondría cuando se den cuenta de su ausencia?

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Observaba el atardecer desde la ventana de su despacho. Se había pasado ahí el día entero, tratando de encontrar en sus libros una respuesta a lo que estaba pasando, a lo que estaba sintiendo.

Ella lo encontró con la guardia baja. Se sobresaltó al cerrarse la puerta. Solía respetarlo cuando se encerraba a estudiar sus libros, pero la incertidumbre la estaba matando.

-Clef, ¿se puede saber por qué me has estado evitando? - preguntó con un tono bastante serio. El gurú tragó saliva. Si había algo que lo ponía nervioso era Umi enojada.

-No he estado evitándote, sirena – respondió, tratando de lucir lo más calmado posible. Bien sabía que ella estaba en lo cierto. Durante los últimos dos días había tratado de verla lo menos posible, incluso se iba a acostar lo suficientemente tarde para asegurarse de que ella esté dormida. Había estado muy preocupado, tenía un mal presentimiento, y no quería que ella lo notará.

-¿Qué has sentido Clef?

-¿Qué?

-El portal… ya no siento su energía, ¿Es que acaso…? Pero… esa energía oscura sigue ahí… Es como si algo fuera a pasar de un momento para el otro… Sé que también lo has sentido.

-No lo sé… no estoy seguro… ¿Qué sabes de Himeko?

-No ha contado mucho. Quisimos darle su espacio, no es buena idea invadirla con preguntas… Sin embargo… Hikaru está convencida de que estuvo en Mundo Místico.

-¿Le dijiste del portal?

-Lo descubrió ella, también sintió su energía… Y esa gripe que se pescó quien sabe dónde… Clef, tú mejor que nadie sabes que aquí los virus no existen…- Clef lo meditó unos segundos. Todo encajaba. La pregunta era, ¿Cómo la niña había logrado abrir el portal?

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La luna se ocultaba detrás de un manto fino de nubes. El mar danzaba al compás del viento, ese viento que siempre había sentido que le hablaba. Él le sonrió, con esa dulzura que siempre le sonreía. Unas lágrimas escaparon de sus ojos y rodaron por sus mejillas. Estaba tan feliz de verlo de nuevo.

-No llores, princesa…- su voz resonó en su cabeza. Él siempre la había llamado princesa. Irónico que ella lo sea en verdad.

-Te eché mucho de menos…- él volvió a sonreír.

De repente, el cielo se abrió. Una silueta se dibujó por encima del mar. Entonces, sus aguas se alborotaron. Él volteó asustado. Ella observó con pavor como una enorme criatura salía de las aguas. Tenía el cuerpo de una serpiente, y cabeza de dragón, con unos enormes cuernos. La criatura abrió la boca y lanzó una llamarada de fuego. Sintió el terror correr por sus venas. Se quedó inmóvil, no supo cómo reaccionar. La criatura avanzó unos cuantos metros, hasta quedar sobre la orilla. Entonces, hincándose hacia adelante, se devoró al hombre de una bocanada.

-¡NOO! ¡Yiee!- gritó, mientras amargas lágrimas caían de sus ojos.

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Despertó sobresaltada, mientras se sentaba en su cama. Sudaba frío. Su corazón estaba agitado. Había sido un sueño. ¿Sólo un sueño? Se había sentido real, demasiado real. Eso no podía haber sido un simple sueño. Tenía la sensación de que algo pasaría... ¿en Mundo Místico? ¿Yie estaría en peligro?

-Debes ir allá... debes buscarlo... debes protegerlo...- resonó en su cabeza. Y tuvo la sensación de que esa extraña voz ya la había oído calar en lo más profundo de su mente.

Necesitaba ir a Mundo Místico, saber que allá estaba todo bien. Necesitaba volver a Neo Cizeta, saber si el portal seguía allá, si seguía abierto. Pero ¿cómo lo lograría? ¿Escapar nuevamente del palacio?

-Tú puedes hacerlo... tienes el poder... Puedes salir sin que nadie te vea... Puedes abrir el portal...- esa extraña voz volvió a resonar en su mente. Se levantó de prisa al ver la silueta de un hombre reflejada sobre la pared. Miró alrededor, allí no había nadie más que ella misma. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Un frio inusitado invadió la habitación. ¿Qué estaba ocurriendo?

Sin pensar, casi como si estuviera hipnotizada, abrió su ropero y comenzó a buscar entre sus prendas. Se apresuró a quitarse el camisón. Se puso unos pantalones negros y una remera blanca, sin ningún adorno. Era ropa que Caldina había confeccionado especialmente para ella, emulando la ropa que solía usarse en Mundo Místico. Hikaru, Umi y Fuu siempre le pedían ese tipo de diseños a la ilusionista, esa ropa era mucho más cómoda que la que solían usar en Céfiro. Tomó la mochila que siempre la acompañaba en sus aventuras y metió dentro una especie de buzo en color rosa bebé y una chaqueta. Buscó en el primer cajón de su tocador. Allí guardaba sus joyas más finas. Tomó algunas de ellas y las metió en su mochila. Ató su largo cabello en una cola baja. Y así, sin más, se aventuró a los pasillos, sin tener en cuenta los horarios de las guardias nocturnas.

Sus pasos retumbaban en el corredor, el palacio vacío exageraba el sonido. El silencio era tan grande que hasta podía escucharse. Llegó hasta la caballeriza sin que nadie pudiera notarla. Allí, ensilló el caballo con el que solía tener sus prácticas de equitación. La rodeaba un aura oscura, como una energía del más allá que la guiaba. Subió al caballo y salió del palacio, cuál si fuera una ráfaga de viento: veloz e invisible. Desde la entrada a las caballerizas, Mokona la observaba, inmóvil. Por detrás de la criatura, se dibujaba la silueta de un hombre, como una sombra en la que sólo resaltaban sus intensos ojos azules.

Cabalgó a toda velocidad por los senderos seguros del bosque, tal como si conociera los caminos a la perfección, a pesar de que sólo había salido de palacio a bordo de la cápsula mágica de Mokona.

Llegó en tiempo récord hasta la cima de la colina de Neo Cizeta. Bajó de su caballo y entonces reaccionó. Pero, a pesar de estar como en un trance todo el camino, de no saber cómo había hecho para salir del palacio sin ser vista, era plenamente consciente de dónde estaba y lo que estaba haciendo. Inmediatamente, el caballo huyó corriendo del lugar, espantado por la energía oscura que allí se sentía.

Ella se acercó al añejo árbol que había sido testigo de sus encuentros con aquel joven. Una lágrima rodó por su mejilla al recordar. Volvió a voltear al sentir una energía familiar detrás suyo. Era el portal, podía sentirlo. Su energía era débil, pero ahí estaba. Cerró los ojos, y el viento comenzó a rodearla, hasta hacer un tornado alrededor de ella. Entonces, el portal comenzó a brillar con intensidad, con más intensidad, incluso, que la vez anterior. Sin pensarlo demasiado, cruzó hacia el otro lado.

Detrás de ella, el portal comenzó a perder intensidad, hasta quedar cerrado por completo. Los vientos que la habían rodeado se dispersaron por todo Céfiro, perdiendo intensidad lentamente, hasta convertirse en una suave brisa. Pronto, la calma volvió al lugar. Por el oeste, el Astro Rey comenzaba a mostrar ese color violáceo que tomaba en cada alborada y en cada ocaso. Un nuevo día comenzaba en Céfiro.

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N/A

Buenas, ¡este capítulo me quedó muy corto! Y ni siquiera lo había notado, simplemente sentí que ahí debía terminar. A decir verdad, tengo varios capítulos más ya terminados, y ni siquiera había notado lo corto que era, hasta que volví a darle una última leída para subirlo. Pero, bueno, para compensar a los ansiosos (como yo), prometo subir pronto el siguiente, quizás en uno o dos días, de todos modos, esta listo para subir, solo que no actualizo tan seguido porque estoy tratando de terminar esta historia lo antes posible, para después si, actualizar como se debe.

Espero sigan del otro lado. ¡Nos leemos!