Disclaimer: South Park es propiedad de Matt Stone y Trey Parker. Los Mitos de Cthulhu son propiedad de H. P. Lovecraft y los miembros del Círculo Lovecraft.


Universo Lovecraft-Park

Karen, en las Tierras del Sueño


V. Viaje a la ciudad de los Gules


Las zonas inferiores de las Tierras del Sueño son uno de los sitios más peligrosos en los que un soñador puede aventurarse. En dicho sitio habitan criaturas espantosas. Como los lívidos: seres similares a los humanos, aunque de piel fotosensible, debido a vivir toda su vida en la oscuridad. Estas criaturas son increíblemente veloces y saltan largas distancias gracias a sus piernas similares a las de los canguros. Son carnívoros, por lo que persiguen la carne de otras criaturas, como los gugos y los gules, con especial malicia. Debido a su falta de ojos, se guían por el olfato para encontrar a sus presas en la oscuridad. Por otro lado, su inteligencia infrahumana provoca que ocasionalmente se devoren entre sí a falta de más alimento.

Los gugos son otra de las criaturas que habitan estos hostiles territorios subterráneos. Estos seres, velludos y gigantescos, en el pasado habitaron el Bosque Encantado, en dónde ahora moran los Zoggs, más allá del valle del Río Skai. En dicho lugar todavía se conserva una gigantesca lápida de roca circular que encubre la morada y marca el sitio en donde llevaban a cabo sus terribles rituales para adorar a sus dioses perversos. Por tales crímenes, los Dioses Arquetípicos los desterraron a la oscuridad de las cavernas inferiores de las Tierras del Sueño. A pesar de eso, los habitantes del bosque mantenían su distancia con respecto a la losa de piedra, no fuera a ser que en cualquier momento se alzara dejando salir a las horribles bestias de aquellas horribles zonas inferiores.

En algún sitio de allá abajo, los Dholes, gigantescos gusanos, cavaban sus madrigueras. A los Dholes nadie les ha visto, y es solo por los rastros que dejan tras de sí al moverse por el subsuelo que se les identifica; además de por los sonidos y crujidos que hacen al arrastrarse entre las pilas de huesos que cubren las cavernas inferiores del mundo onírico.

Como es natural, de todas estas cosas le habló el profesor Carter a Karen. Era poco probable que ella terminara yendo allá abajo alguna vez, pero más le valía estar preparada sobre las temibles criaturas que habitaban allí.

Carter le había instruido en muchas formas sobre cómo afrontar los peligros de las Tierras del Sueño. Así, aprendió el lenguaje chirriante de los zoggs, por lo cual podía moverse por el Bosque Encantado y comunicarse con estas criaturas de tal manera que no se atrevieran a atacar. No es desconocido que muchos soñadores se han internado en ese bosque para acabar siendo devorados por estos. Aunque el profesor, siendo un veterano y experimentado soñador, sabía cómo tratarlos y así enseñó a su pupila. Además, los zoggs no se atreverían a dañar a quien tenía el favor de los gatazos soldados de Ulthar.

Mucho tiempo atrás, en los tiempos en que Carter realizó su peligroso viaje a Kadath, los zoggs y los gatos se habían enfrascado en una guerra. Siendo derrotados, los temibles roedores del bosque encantado no tuvieron más remedio que aceptar las condiciones de los felinos triunfantes. Así pues, todo aquel que se encontrase bajo la protección de la tribu de los gatos era intocable para los zoggs. Los zoggs aún guardaban rencor por esto, pues la carne de los soñadores era un manjar para ellos, y los soñadores son aliados de los gatos.

Poco tiempo después de que Atal muriera, Karen se encontró con el profesor Carter en la salida del Bosque Encantado. Era una noche despejada en la cual el río Skai brillaba como una serpiente plateada a la luz de la luna llena. Karen se dio cuenta, sin embargo, que el profesor no estaba solo. Junto a él se encontraba un grupo de seres extraños. Eran de piel amarillenta y tenían unos rostros perrunos y salvajes. Se comunicaban mediante una serie de gruñidos y aullidos de lo más «pintorescos», por usar una palabra amable.

Percatándose de la presencia de la joven soñadora, estos seres intentaron atacar. Por suerte, Carter, hablando en el lenguaje de los gruñidos, les contuvo.

Se trataba de un grupo de gules, explicó el hombre mayor. Karen ya había escuchado de ellos, y sabía que el mismo profesor había realizado un sello sobre la tumba de Atal para evitar que profanaran sus restos, pues los gules son carroñeros y no iban a dudar en desenterrar un poco de carne fresca. Estos seres, tan comunes en las leyendas árabes, son posiblemente el origen de muchos de los mitos de seres como zombis y vampiros de la actualidad. Son una especie de degradación del género humano. Habitan indistintamente entre el Mundo Vigil y las Tierras del Sueño, pudiendo moverse entre estos a través de los cementerios. No es extraño entonces encontrarles en las noches alimentándose de los cadáveres frescos, o que incluso ataquen a las personas desprevenidas que se topan con ellos en los lugares oscuros. Además, los gules tienen una ciudad subterránea en las zonas inferiores de las Tierras del Sueño, en dónde comúnmente se reúnen los líderes de las distintas tribus.

Hasta ese momento, Karen no sabía que el profesor Carter tuviera una relación amistosa con tales criaturas. Algo muy poco usual entre los soñadores, claro está. Aunque, dado que tenía vastos conocimientos sobre sus costumbres, su alimentación y su idioma, en retrospectiva era algo que la joven soñadora debió haber sospechado.

Se enteró entonces que los gules habían venido a ver a Carter, puesto que recientemente muchos de los suyos habían desaparecido, y el líder actual de la ciudad subterránea, un gul de apellido Pickman, siendo un viejo amigo suyo, había pedido su ayuda. Así pues, el profesor estaba por emprender un viaje a las zonas inferiores, y planeaba descender mediante el pasaje oculto debajo de la temida losa de piedra del bosque.

Originalmente, el profesor Carter no tenía pensado llevar a Karen, pero esa noche en específico sabía los gatos se habían marchado hacia la cara oculta de la Luna Onírica, saltando como siempre hacían desde los tejados de paja de las casitas de Ulthar y otras ciudades cercanas, y los zoggs jóvenes permanecerían al acecho de cualquier soñador al cual pudieran tomar desprevenido. Así pues, no tuvo más remedio que llevarla con él en tan peligroso viaje.

Más tarde, Karen se preguntó si no habría algún motivo más oculto. En especial porque una alianza con Pickman terminó siendo de gran ayuda para ella y el resto de Coon y Amigos.

Se adentraron al bosque, avanzando entre los robles inmensos y viejos en dirección al círculo de piedra. Levantaron la losa, y comenzaron el descenso por una larga escalinata que parecía internarse varios kilómetros bajo tierra. En el pasado, dicha escalinata había sido de peldaños de casi tres metros de altura, pues estaba hecha para los temibles gugos. Los gules recientemente habían hecho modificaciones. Y por suerte los peldaños, ahora tan pequeños. Además, el Signo Arquetípico había sido grabado en varias piedras a su alrededor, para evitar que estas fueran usadas por los gugos para volver a la superficie, creando así un pasaje seguro cercano a las Puertas del Sueño Profundo.

Karen no pudo reprimir su miedo cuando, al llegar abajo, se percató de que el piso estaba llenó de huesos triturados. Además, debían moverse con cuidado, pues el menor ruido podía atraer a otras criaturas que no eran afectadas por el sello. Afortunadamente, los lívidos solían dormir mientras los Gugos andaban de cacería, y los gules eran expertos esquivándolos. De hecho, a veces los cazaban, pues la carne de uno de estos enormes seres podía mantener alimentada a la ciudad durante semanas.

Finalmente, tras un largo camino, llegaron a un acantilado. Los gules comenzaron a emitir sonidos en su lengua de gruñidos y aullidos. Al poco tiempo, una escalera de cuerda fue bajada. Carter y Karen subieron, mientras los gules que les escoltaban permanecían atrás montando guardia antes de también subir.

Arría les esperaba una escolta de más de cinco gules. Recorrieron un sendero y varios túneles, hasta finalmente llegar a una serie de construcciones toscamente talladas en la roca viva de la tierra. Ardían varias antorchas y en algunos lugares se podía ver como los gules luchaban por trozos de carne y restos de huesos.

En una de aquellas toscas construcciones finalmente se encontraron con Pickman. En tiempos pasados había sido un extraño pintor de Boston. Carter le había conocido en aquellos lejanos días. Fue él quien le introdujo y le enseñó el lenguaje de los gules. Pickman había hecho un pacto con ellos: a cambio de poder pintarlos en sus retratos y óleos, él les ayudaba a conseguir carne fresca. Pickman, sin embargo, descubrió más tarde que su afinidad con estos seres se debía a que él mismo era un gul. La vieja leyenda de que estos secuestraban a los niños de sus cunas para reemplazarlos con sus propias crías resultó ser cierta. La gran afinidad con estos seres, y su continua búsqueda de retratar el miedo mismo y no solo la belleza como los demás pintores de su época, le llevaron a conocer esta verdad. Finalmente, se había retirado a las zonas inferiores de las Tierras del Sueño, en dónde se hizo cargo de una tribu de gules.

Ahora Pickman estaba preocupado. Durante el último año, algunas de las patrullas de caza no habían regresado. Al principio se temía que fuera a causa de los dholes, los gugos o los lívidos. Solo en días más recientes, se habían percatado de que las temibles bestias lunares habían abierto una entrada de la ruinosa ciudad de Sarkomand. Karen no pudo evitar dar un respingo ante la mención de tal lugar. Esas mismas ruinas, cercanas a Leng, eran las que tantas veces había visitado y en dónde el sacerdote de túnica amarilla casi la había atrapado.

Mucho tiempo atrás, los gules habían ayudado a Carter a llegar a Kadath, luego de que este les había ayudado a su vez a enfrentar a las bestias lunares, quienes habían capturado y torturado a algunos de los suyos. Esto desató una batalla en la cual los gules destruyeron uno de sus campamentos, en los cuales cargaban las galeras que zarpaban cargadas de esclavos hacia la ciudad que tenían en la luna. Desde entonces eran sus enemigos, aunque hasta ahora no se habían atrevido a hacer un movimiento directo contra ellos.

Carter entonces se comprometió a ayudarles nuevamente, y Karen también. Esas bestias le desagradaban, más al saber que servían a Nyarlathotep, quien tanto daño había hecho a su familia y a su pueblo en el pasado.

Pickman les agradeció. Carter entonces partió en dirección a Sarkomand con un ejército de gules con la misión de sellar de una vez por todas aquella entrada a las zonas inferiores. Karen, sin embargo, fue enviada de regreso. Ese no era trabajo para ella.

Pickman se despidió cuando fue enviada de regreso a la dirección de Ulthar con una escolta de Gules. Para el viejo pintor deformado en bestia, era un placer poder hacer uso del viejo inglés de su vida vigil y le instó a volver o pedir su ayuda cuando quisiera.

Karen más tarde se enteraría de que, a pesar de sellar la entrada, muchos gules habían sido capturados.

Un tiempo después, la razón de esto fue obvia cuando los gules cautivos, ahora esclavizados por un falso culto que decía servir a Hastur, atacó a South Park.

Pickman, por otro lado, demostró ser un gran aliado años más tarde, cuando el emperador de Kadath –ocupando el trono que una vez fue de Nyarlathotep– envió a su embajador. Y a través de Karen, Celephaïs crearía una alianza con ambas ciudades.