Nov23
AU: Criminal.
Prompt. Tú eres lo más importante para mí.
Kink: Exhibicionismo.
Llevaba un tiempo observando los gestos irritados que se dibujaban en el rostro normalmente muerto de Kazutora, y como la luz era tenue en aquella habitación le ardían los ojos, por lo que Baji no podía evitar parpadear con más frecuencia de la normal. Los lloriqueos del sujeto a quien habían secuestrado esa tarde eran amainados por la cinta que rodeaba sus labios, quijada y nuca, así que no conseguía atraer su atención más que la figura de su socio desplazándose de un lado a otro con el teléfono móvil casi adherido en su oreja.
Extorsionar no era el fuerte de Keisuke, por eso dejaba al chico con mechas rubias hacerse cargo del dialogo intensivo; esta ocasión el oficial de policía asignado para negociar con ellos parecía bastante complicado, así que no se permitió interrumpir el intercambio a favor de la paz mental del «tigre psicópata» que siempre hacía honor a su nombre. Su pareja era astuta, fría y calculadora, poseía información valiosa que no dudaría usar en contra de quien lo enfrentase, siempre iba un paso por delante de sus perseguidores, así que no había forma que alguien siquiera osara ocupar su espacio sin que él lo supiera. Baji confiaba en que siempre se mantendría en la cima.
—Muy bien, agente Sano. Si quiere ir por el camino difícil, lo haremos a su manera —declaró embozando una sonrisa que exhalaba confianza teñida de sadismo—. Le daré 72 horas para cambiar de opinión, por eso si elige continuar con este salto de fe absurdo, le aseguro que su hermano Shinichiro-kun pagará las consecuencias. Lo cual sería una desgracia, después de todo es un político de suma importancia para su partido, nadie querría verlo exhibido al ojo público inhumanamente mutilado, ¿verdad? Y por cierto, mi colega, le envía saludos.
Con aquello dicho cortó la llamada en seco, no permitiendo que aquel del otro lado de la línea replicase cualquier cosa, tomándose la libertad de inclusive estirarse con pereza luego de tan desgastante comunicación. Baji ya había comprobado lo acostumbrado que su colega estaba a estas charlas pero por una vez se le notaba el agotamiento, así que no supo de qué manera moverse. ¿Debería separarse de la ventana contra la que había permanecido recargado aplastando las cortinas? ¿Sería conveniente decir algo al respecto? Pero su respuesta llegó cuando Kazutora se giró hacia él con movimientos felinos, casi como si lo estuviera cazando instantes antes de lanzarse a sus brazos con un alegre abrazo, con el cual le transmitía mucha dulzura.
— ¿Te gustó el espectáculo? —preguntó sobre su oído.
— ¿Era necesario mencionarme?
—Si —contestó sin culpa—. Necesito que Mikey pierda la calma y sé que le afectará mucho una vez ate cabos y se dé cuenta que, desde el momento en que desapareciste, fue el momento exacto que te uniste a mí. Cuando lo haga sabrá que todo este tiempo fuiste tú quien me estuvo facilitando información confidencial, entenderá que siempre fuiste un traidor, de esa manera ya no podrá confiar en nadie y se lanzará a la cacería completamente solo. Será entonces cuando tenga la oportunidad de obtener mi venganza. Y todo te lo debo a ti, Keisuke.
—Dudo que sea tan sencillo —señaló—. Mikey aún posee aliados importantes, gente peligrosa a su disposición. Además, ni Draken o Emma lo dejarán solo sin importar lo que llegue a pensar del resto de sus camaradas. Todavía no podemos asumir que ganamos esta guerra.
—Bueno, si eso ocurre improvisaremos.
Kazutora no perdió su buen humor pese a las palabras de su socio de crimen, así que se apartó lo suficiente para probar los labios de Baji, quien apenas acertó corresponder al inesperado acto entregando su boca a la pasión con la que Hanemiya comenzó a besarle, no importándole la mirada recriminatoria que les lanzó su rehén, misma que el chico de cabellos largos no pudo ignorar aunque intentara ahogar la incomodidad de efectuar estas descaradas muestras de afecto entre él y Kazutora frente a quien una vez respetó. A veces se sentía mal por manchar de esta manera tan vil su propia imagen, pero el calor y disponibilidad de su socio le hacía creer que valía completamente la pena arriesgarse a ganar el odio de sus seres queridos. Pensar en su piel caliente y su cuerpo suave difuminaba su definición de justicia, intercambiada por su deseo más primitivo que era poseer a Kazutora en su totalidad.
— ¿Quieres salir a celebrar nuestra pequeña victoria? —coqueteó Hanemiya acariciando el pómulo derecho de Baji con innatural delicadeza.
—Pero Shinichiro…
—Ya me encargo de él —espetó, recogiendo un bate metálico del suelo con el que procedió golpear la cabeza del aludido sin siquiera titubear, lo cual sorprendió al ex-policía enseguida. El cuerpo del Sano se derrumbó con dureza, absolutamente noqueado—. ¿Nos vamos?
— ¿Estará bien?
—Te preocupas demasiado, Baji. Sano-san está bien atado, todas las posibles salidas estarán selladas, ya viste que incluso los barrotes en las ventanas dificultan el escape. Además te apuesto que volverá a la consciencia cuando ya estemos de regreso, si no es que mucho más tarde.
— ¿No lo matará? El golpe de recién.
—No —aseguró—. He golpeado suficientes personas en la cabeza para saber de qué manera matarlos de un solo golpe, así que Sano-san sólo permanecerá inconsciente, puedes acercarte y comprobarlo por ti mismo si no me crees.
—No es necesario, confío que sabes lo que haces.
Kazutora volvió a descolgarse del cuello de Baji para capturar sus labios con mayor fogosidad antes de que los pulmones de ambos exigieran aire y tuvieran que separarse. Sin agregar nada más a la conversación, emergieron a las calles de Tokio. El barrio donde se habían instalado para realizar el secuestro no era tranquilo pero tampoco representaba un peligro para sus actividades ilícitas, ya que los potenciales testigos solían encontrarse lo suficiente enviciados con las máquinas tragaperras para prestar atención a los demás por más de cinco segundos. Baji jamás había sentido interés por los juegos de azar pero no podía evitar que llamaran su atención los colores tan variados exponiéndose entre partidas.
— ¿Sabes cómo jugar? —inquirió Kazutora contemplando la expresión de su pareja con interés.
—Jamás lo he intentado.
— ¿Quieres probar?
— ¿Por qué? ¿Es acaso es esta tu idea de celebración?
—No pero realmente pareces interesado, podemos detenernos aquí un rato.
Keisuke no pudo evitar mirar con desconfianza la aglomeración de personas, pero la actitud animada de Kazutora al empujarlo dentro del local lo convenció de darle una oportunidad a la máquina de lotería que tenía enfrente, rebuscó entre sus bolsillos las monedas indicadas en la pantalla y lo puso en marcha, mirando con curiosidad el juego de luces que le siguió. Apretó botones sin orden al desconocer el mecanismo, pero lejos de recibir una explicación Kazutora éste guardó silencio, perdiéndose en la vista de aquel collar negro que se ajustaba a la garganta de Baji, luciendo un crucifijo de metal; tenía entendido que se lo había regalado su madre antes de morir. Mientras el joven de largos cabellos se entretenía aprendiendo a usar el aparato, Hanemiya posó todo su peso sobre su espalda, adorando el perfume de sus cabellos y la comodidad de sus posturas. Baji no se inmutó por sus acciones.
—Esto es más difícil de lo que se ve. ¿Cómo hacía Ryusei para obtener siempre un premio?
De un momento a otro Kazutora dejó de escuchar el ruido de quienes ocupaban sus alrededores hasta incluso perder el sentido del oído con la máquina que el otro manejaba. Pronto únicamente fue consciente de su colega; Baji Keisuke en todo su esplendor. Percibía su calor, su respiración que se alteraba por la frustración de momentos y el tono cambiante de su voz. Los movimientos de sus extremidades se sentían bien, también la forma en que sus cabellos rozaban su piel desnuda. Kazutora ya no pudo controlar la forma en que su cuerpo reaccionaba ante la sola existencia del hombre más importante en su vida, mucho más que su incontrolable sed de sangre, pues si se alimentara de Baji, aspectos insignificantes como el hambre y el sueño se esfumarían de su sistema motor. Dejó caer su mano a la entrepierna de Keisuke, logrando que este reaccionara tensándose y dedicándole una mirada que exigía respuestas antes que sus labios.
— ¿Qué haces?
—Nada —ronroneó, fascinado por el nerviosismo que se mezclaba al tono confundido de Baji.
—Esto no es "nada". Suéltame, Tora.
Hanemiya tarareó sobre el cuello de su pareja, encontrando irresistible que lo llamara por un apodo de infancia en un momento como ese; sólo podía pensar que estaba actuando sumiso. En otras circunstancias Baji ya lo hubiese apartado, que no lo hiciera lo animaba continuar.
— ¿Me dejarías hacerlo aquí.… a plena vista? Para que todos te vean.
—Tora… —fue todo lo que Baji pudo responder cuando la mano de Hanemiya se coló bajo su ropa y comenzó a masturbarlo furiosamente, exhibiendo su erección sin temor.
—Eso pensé…
Los labios de Baji se separaron pero no emitieron ningún sonido, después de todo sabía cuándo guardar silencio. Kazutora podía escuchar su alterada respiración, sentirlo temblar contra su cuerpo y contra sus manos, así que miró a su alrededor para asegurarse que nadie estaba mirando en su dirección, en especial la cámara de seguridad que se encontraba en un ángulo peligroso sobre la pared delante suyo. Si bien los estaba filmando directamente, su delito debía estar siendo cubierto en mayor medida por la máquina que tenían enfrente. De no ser así ojalá pudiera adueñarse de la cinta y así inmortalizar el momento preciso en que Keisuke eyaculara en una zona pública. Sólo pensarlo aumentaba la rigidez en su propia erección que se frotaba contra los glúteos de su socio.
—Maldita sea, voy a…
—Si… —Kazutora volvió a ronronear pero esta vez directo a su oído con voz ronca—. Hazlo por mí, deja que todos sean testigos de tu perversión, señor ley.
—Mierda… —jadeó Baji sin aliento, ensuciando la palma entera de Hanemiya, quien lejos de asquearse por ello sonrió complacido por esta pequeña aventura.
—Se cancela la salida, volvamos a casa para terminar con esto —espetó más ansioso de lo que le gustaría y Baji estuvo de acuerdo, de todos modos nunca se sintió cómodo dejando al hermano de Mikey solo en el edificio, sería más prudente estar lo más cerca posible de su presa para vigilar cualquier improvisto, aunque dudaba encontrarse en sus cinco sentidos ahora que Kazutora le había puesto las manos encima.
Fin.
