Nov24


AU: Fantasía.

Prompt: Relación fingida

Kink: ¿Polla enorme?


Fue el inicio de una larga noche.

Como guardabosques Kazutora se trataba de alguien excepcional, había pertenecido al ejército en su juventud, por lo que su entrenamiento le había permitido destacar entre sus compañeros al momento de capturar a los que intentaban pasarse de listos cruzando los límites establecidos, siempre saliendo impune de ataques animales donde se aseguraba de proteger al débil y herido. Ciertamente ni siquiera él se aventuraba en adentrarse demasiado al bosque cuando no era necesario (previas experiencias le habían hecho priorizar su propia seguridad) pero esa ocasión simplemente no pudo ignorar a la figura que había visto desde el cristal de su torre.

No era la primera vez que advertía la formación de esa sombra anormalmente alta, más cada vez se había tratado de convencer que eran imaginaciones suyas, pues cuando enfocaba la luz de su lámpara hacia dicha dirección, la silueta se desvanecía justo como si nunca hubiera pertenecido a un ser vivo y por el contrario se tratase del reflejo del tronco junto al que se posaba. Lo que difería esa noche de muchas otras fueron los gritos que resonaron por todo el bosque en cuanto la sombra pareció desaparecer de un momento a otro. Entonces Hanemiya dejó de preocuparse por ello y enfocó toda su atención en los gritos femeninos que aún invadían el silencioso ambiente nocturno. Llamó por su radio para reportar el inquietante acontecimiento pero ésta sólo emitía una torrencial estática que lo desesperó en su espera por respuestas, así que tomó su arma y se apresuró al exterior.

Siguió el incesante sonido manteniéndose cauteloso mientras avanzaba por los irregulares caminos, tratando de encontrar al par de estúpidos que se burlaron del guardabosque de turno que Kazutora suplantó, sólo para verse envueltos en un destino desagradable. Quedaban muchos animales violentos y grandes habitando aquellas zonas, no era extraño pensar que estas personas estuvieran siendo presas de alguno de estos peligrosos cazadores. Cuando llegó a la ubicación desde donde provenían los gritos, Kazutora se sorprendió de presenciar escenario semejante. La mujer que gritaba yacía prendada de un árbol pero a su alrededor no había nada ni nadie, así que el guardabosques se dirigió rápidamente a ella para comenzar a interrogarla y pedirle lo acompañara a la salida, pero ella no dejaba de repetir la misma frase, envuelta en pánico.

« ¡Se lo llevó! ¡El bosque se lo llevó!»

Aquello sólo le indicaba que quedaba alguien más sufriendo las consecuencias de sus temerarios actos, así que le ordenó a la chica correr a la torre donde estaría a salvo, y aguardara su regreso para devolverla a la civilización. Ella obedeció asintiendo frenéticamente entre gemidos aterrorizados, fue la oportunidad de Kazutora para ir en busca del otro civil aunque en su interior dudara encontrarlo con vida. Le hubiese gustado pedir más detalles a la muchacha para saber a qué se estaba enfrentando, pero se resignó a realizar su trabajo totalmente a ciegas.

De todas formas ningún testimonio lo habría preparado para lo que vio tras seguir un rastro de sangre hasta el corazón del bosque.

La sinuosa criatura que había estado devorando el cuerpo del desafortunado citadino, parecía una con las tinieblas del arbolado, acrecentando la sensación de pavor en el guardabosque que admiraba consternado la manera en que ese prominente hocico de afilados colmillos se clavaba en la carne fresca y arrancaba considerables trozos. Creía saber lo que ese misterioso ser era, pero en el momento que esos intensos ojos rojos se encontraron con los suyos, se dio cuenta que moriría aunque tratase de huir, así que apuntó su arma y disparó en un vano intento por herirlo. El alargado brazo esquelético lanzó a un lado el cadáver que sostenía para dirigir sus garras hacia Kazutora con claras intenciones de capturarlo, haciéndolo liberar un profundo grito de terror que ahogó en el momento que el rostro del Wendigo rompió la distancia con él, sólo observando sus facciones faciales en silencio.

—Ellos… ¿te han insultado de alguna forma? —La criatura no pareció inmutarse ante la repentina pregunta de Hanemiya, que lucía al borde de las lágrimas—. Siento que hayan invadido tu hogar sin consentimiento, juro que cuidaré mejor de tu casa, por eso, por favor… no me mates.

Sabía que era una maniobra ridícula, pero Kazutora se encontró aferrándose a la menor posibilidad de sobrevivir al asalto. Y aunque no había manera de que pudiera ser escuchado por un espectro sanguinario, quedó en shock cuando el Wendigo tomó entre sus colmillos su arma, haciéndola trizas frente a sus ojos luego de liberarlo y quedarse quieto sin apartarle la mirada de encima. Aun sin saber qué hacer, el guardabosque lentamente comenzó a levantarse del suelo. Las pupilas brillantes del Wendigo todavía lo veían cuando se dio la vuelta y echó a correr hacia su torre, dispuesto a quedarse ahí hasta que amaneciera.

Con los primeros rayos del sol Kazutora condujo a la traumatizada mujer fuera del bosque, y aunque había pensado seriamente en renunciar a su puesto, sólo se tomó dos días libres, pues estaba intrigado con el motivo por el que aquella criatura le había dejado vivir. El resto del tiempo mantuvo vívido el recuerdo en su cabeza, disertando una y otra vez sobre su elección de quedarse como guardabosque en lugar de huir. ¿Acaso valoraba tan poco su vida o realmente había enloquecido? En todo caso esto no arruinó su desempeño normal, a pesar de verse tan distraído mientras observaba las profundidades del espacio silvestre cuando caía el atardecer.

—Buen día, Kazutora. —El chico siguió el sonido de aquella voz a la entrada de su despacho en la torre, encontrándose con su jefe, un hombre de larga melena negra y colmillos afilados que de alguna manera le recordaban al Wendigo que había visto aquella fatídica noche, a pesar de ser una comparación absurda—. Te ves cansado, ¿no deberías pedirle a otro que te cubra por esta ocasión?

—Está bien, hace frío, normalmente no ocurren cosas importantes con este clima.

—Bueno, es cierto. Siempre es en estos días que sufro hambre.

Su frase llamó la atención de Kazutora ya que la consideraba muy fuera de lugar. Eso le llevó a recordar las escasas veces que el equipo había compartido una comida con Baji Keisuke, a quien nunca habían visto ingerir alimento. Hanemiya no podía decir que tenían una amistad íntima pero no se llevaba mal con él, incluso podía presumir que Baji lo buscaba específicamente para ser libre de compartir bromas oscuras, las cuales normalmente poseían como tema céntrico el canibalismo.

— ¿Te quedarás hacerme compañía? —quiso saber, mirándolo de reojo. Ya hacían meses que fingían una relación amorosa a la vista de la familia de Kazutora como un favor de colegas, ya que de esa manera el guardabosque se libraba de la crítica familiar, quienes a menudo temían que se muriese solo y amargado como alguna vez ocurrió con un pariente lejano.

— ¿Alguna cena que quieras evitar?

—Mis abuelos vendrán a visitarnos hoy.

—En ese caso, no hay problema. Tampoco yo tengo buena relación con mis abuelos.

—Tomaré unas fotos de nosotros disfrutando de una cena romántica y se la enviaré a mi madre.

—La excusa perfecta —se burló Baji dirigiéndose nuevamente a la puerta—. ¿Qué se te antoja?

—Cualquier cosa que sea comestible, igual no habrá muchos establecimientos abiertos a estas horas de la tarde.

—Cierto, será mejor que me apure hacer el pedido. Te veo en un rato, tigre.

Baji se retiró con una sonrisa encantadora y Kazutora miró a través del cristal el inmenso bosque que le precedía, preguntándose cómo es que seguía vivo y ejerciendo lo que pudo causar su prematura muerte. No quedaba duda que había perdido la razón. Al caer la noche siguió vigilando el mismo punto en que le pareció ver esa sombra monstruosa tantas veces, apenas importándole la presencia de Keisuke, quien se limitaba a beber agua, ignorando las latas de sake dispuestas sobre la mesa y a su orden de comida tibia sin tocar.

— ¿Esperas a alguien?

—No —respondió Kazutora con desgana antes de tomar en cuenta un detalle que le hizo irritarse—. ¿Qué clase de pregunta es esa? A menos que un idiota vuelva a colarse al bosque en busca de su muerte, nadie puede venir aquí.

—Realmente parecías interesado en ver a alguien delante de tu ventana —comentó Keisuke divertido—. Pensaba que quizás hubieras conocido a un espíritu del bosque.

— ¿Crees en esas cosas? Tanto tiempo haciéndote cargo de estas instalaciones seguro te han vuelto supersticioso —dijo Hanemiya de forma burlesca pero Baji se alzó de hombros.

—Hay cosas en este basto mundo que la humanidad ignora, yo no puedo descartar posibilidades. Después de todo nunca hablaste de lo que viste esa noche.

— ¿Cuál noche?

—De nada te sirve fingir demencia, tigre. Aquella chica realmente parecía temerosa de cada hierba, arbusto o roble que le rodeaba antes de que se fuera.

—Normal si su acompañante murió por un reto estúpido de jóvenes.

— ¿Contra qué se enfrentaron? —Kazutora creyó ver que la sonrisa de Keisuke se afilaba, pero prefirió desviar la amenazadora hoja punzocortante y no mirarlo a los ojos por temor a develar una verdad que no estaba preparado para descubrir.

—No sé, yo sólo encontré el cuerpo. Lo reporté, ¿recuerdas? Aunque al día siguiente no había nada, probablemente su depredador se llevó los restos.

—La hambruna no es fácil de enfrentar. Sin duda el apetito del pobre Wendigo era monstruosa. Te habría comido también a ti si no le gustaras tanto.

— ¿Qué? —Kazutora sintió a una corriente helada recorrer su columna vertebral, razón por la que también dejó caer su lata de sake mientras paralizado veía cómo Keisuke recogía su lado de la mesa. El guardabosque no le había contado a nadie sobre su encuentro sobrenatural de esa noche, no por temor a que lo juzgaran sino porque ni siquiera él podía creerse lo que había visto y que Baji lo mencionara como si nada lo perturbó gravemente.

—Me iré temprano a dormir, si quieres compañía no dudes llamarme, ¿sí?

—Baji… —Su voz surgió antes de que pudiera pensar en detenerse por el peligro que representaba el suceso, así que fue inquietante visualizar la tétrica sonrisa de su jefe bajo la luz de la parpadeante bombilla—. ¿Te gusto?

—Mucho.

— ¿Qué tanto?

—Tanto que te comería de la forma en la que lo hacen los amantes.

— ¿E-En serio?

Kazutora apenas se dio cuenta de que había tartamudeado, más preocupado por ver a Baji inclinarse hacia él, motivo por el que retrocedió de golpe y apretó la silla sobre la que yacía sentado. Sentirlo tan frío y tan cerca provocó una revolución de adrenalina y miedo que no pudo aliviar con su lujuriosa excitación. El aroma de Baji de pronto se tornaba agrio, despidiendo un hedor que sólo podía acreditarse al de la propia muerte.

— ¿Quieres ponerme a prueba?

—Yo…

—Ven entonces.

Dicho aquello Baji desapareció por la puerta a la vez que la bombilla reventaba, dispersando fragmentos de vidrio por el suelo y entregando su luz a la oscuridad del exterior. Kazutora estaba hiperventilando cuando se dio cuenta de esto, pero se obligó ponerse de pie para emerger al puente que conectaba con otras torres. A un costado había una escalera que le llevaba directo al bosque pero por primera vez en su vida Kazutora se estaba cuestionando si sería buena idea descenderlas. Baji estaba por alguna parte y el simple pensamiento lo horrorizó. ¿Sería esta su última noche? ¿Aquel ser finalmente lo mataría? Había sido un estúpido, nunca debió abrir la boca y externar sus sospechas. Debió haber renunciado cuando tuvo la oportunidad.

—Kazutora… —Aquel murmullo en el viento lo hizo sobresaltar, atrayendo su mirada al punto que hace apenas unos momentos había estado mirando, descubriendo a la misma sobrecogedora sombra que juró jamás iba volver a notar. Aun así se dirigió hasta ella como hipnotizado, sintiéndose dejar de respirar cuando las manos humanas de Baji lo empujaron al tronco del árbol violentamente, casi como si midiera su nivel de accesibilidad. En alguna parte de su perturbada mente, Hanemiya todavía quería que aquello fuese una mentira, una broma de mal gusto.

—No vas a matarme… ¿o sí? —inquirió con un hilo de voz que delató su pánico, pero la siniestra sonrisa de Baji fue tierna cuando redujo la distancia de sus labios.

—Sólo si prometes cuidar bien de mi casa.

—Lo… lo… lo intentaré.

—Sé que lo harás bien. —La lengua viperina de Baji probó su cuello, haciéndolo estremecer ante la idea de que el sabor de su carne pudiese hacerlo perder el control, pero mientras lo acariciaba era tan gentil que Kazutora casi bajó la guardia; no podía permitirse olvidar que su acompañante era un Wendigo. Estaba en constante riesgo con él—. Te trataré con cuidado, tigre. No tengas miedo.

—No puedo… evitarlo. Antes has dicho que… días como estos estás hambriento.

—Mi secreto es que siempre tengo hambre, Kazutora. Por eso te aseguro que me aparearé contigo correctamente.

— ¿Aparearte?

—Oh, sí, supongo que es un término extraño para los humanos. Ustedes lo llaman «relaciones sexuales» y «sexo».

—Al final… —Kazutora tragó saliva con dureza—, todos somos animales, así que no importa.

Keisuke bufó divertido y prosiguió con su tarea, deslizando lentamente sus heladas manos debajo de la ropa que vestía a Kazutora, olvidando mantener su forma humana conforme su libido aumentaba. Hanemiya pudo ver cómo de sus sedosos cabellos comenzaba a surgir una retorcida cornamenta que sería capaz de penetrar el concreto de la torre si así lo quisiera. Fue impactante ver a su piel tornarse gris y sentir sus garras arañarlo suavemente mientras aumentaba de tamaño, o la manera en que sus ojos marrones se teñían de un intenso escarlata brillante. Pero su metamorfosis dejó de importarle cuando lo cargó sin dificultad alguna, penetrando en su interior sin previo aviso y haciéndolo gritar tanto por la sorpresa como por el súbito placer que presionó su próstata sin compasión. El paisaje se volvió más oscuro para él cuando su mirada se desenfocó.

—Me fascina cómo suena eso —gruñó el ser con voz ronca en su oído—. Mucho mejor que el grito de agónica desesperación en una presa acorralada.

— ¿C-Cómo… lo hiciste… Baji?

—Llámalo «devoción por la carne». Quiero proyectar en ti lo mucho que disfruto comer humanos.

Con un gruñido más monstruoso el Wendigo inició los movimientos, consiguiendo que Kazutora se olvidara de mostrar prudencia ante el hecho de que se estaba mezclando con un espectro maligno del bosque. Pero, ¿cómo podría mantener compostura cuando un goce tan inmenso le estaba siendo entregado con tal devoción? Nunca algo tan doloroso lo había vuelto eufórico de felicidad. Hubiera intentado mirar hacia abajo –donde se unían sus cuerpos sin previa preparación para comprobar cómo era posible– si el vaivén que Baji había establecido no fuera tan aniquilador.

—Ah, ¡Ah! Baji… grande, tan… me gusta así, no te detengas, n-no… ¡Keisuke!

La criatura no cesó el embriagador movimiento de caderas en respuesta a la petición de Kazutora, disfrutando en grande verlo a su merced, desnudo y empapado de saliva y lágrimas; arruinado. Había olvidado lo bien que se sentía involucrarse con alguien de esta manera. En su cerebro apenas y quedaban vestigios de su época como hombre, una era en donde se le hizo fácil consumir carne de otras personas por motivos de supervivencia, todo para al final encontrarle el gusto y así basar su dieta únicamente de ello, sin saber que acabaría transformándose en la criatura que era en la actualidad. Nunca renegó, así que tampoco creyó terminaría sintiendo interés por este guardabosque cuando ya había devorado a muchos de sus insignificantes compañeros. Sin embargo, tenía la certeza de que podría amarlo a muerte a partir de ese momento.

Fin.


Notas Finales: Batallé un poco en integrar los temas porque… bueno, es fantasía pero fantasía oscura, jaja. De haber sabido que podía tomar una sola opción del enlistado, todo habría sido menos estresante para mi, jaja. Hacía mucho que quería escribir algo así, tal vez por eso me quedó tan extenso. Y como no pude imaginarme a ninguno de estos personajes como alguna criatura mágica más genérica, pues me fui a los extremos (como siempre). Aun así espero lo disfrutaran.

¡Kazutora Monsterfucker confirmado!