Disclaimer: Twilight es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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Thank you for allowing me to translate your story into Spanish, Kristina!
Link de la historia original: www fanfiction net /s / 14175055/ 1/ Holiday-Arrangements
―Oh, noche santa... ―Atrapado en su trabajo, con los dedos tejiendo una cinta naranja a través de las hebras de mimbre de una cornucopia, Edward primero tarareó y luego cantó para sí mismo―. Tanto esperó el mundo*...
―Hermano. ―La aguda voz de Emmett era mitad gemido, mitad orden en auge―. Me estás matando aquí. Cierra la puta boca.
Edward sonrió, jalando los botes de flores hacia él mientras miraba a su hermano.
―Vas a tener que aguantarte, ranúnculo. ¿Quieres saber por qué?
La mirada de Emmett era siniestra desde detrás de su portapapeles al otro lado de la tienda donde estaba haciendo el inventario.
―Porque eres un nerd que no sabe mirar el calendario.
―No. ―Edward comenzó a colocar brillantes girasoles y lirios anaranjados en el ladrillo de espuma―. Porque... es la temporada festiva ―canturreó.
―Sí, pero es la festividad equivocada. ―Emmett se acercó y agitó una cornucopia vacía en la cara de Edward―. ¿Esto te parece un árbol de Navidad?
―No es mi culpa ni mi problema que el Día de Acción de Gracias no tenga música.
Emmett entrecerró los ojos.
Edward sonrió serenamente.
Su hermano suspiró.
―¿Puedes al menos mantenerlo en un ruido sordo? Cantas canciones a todo pulmón como si pensaras que eres el suplente de Idina Menzel.
Edward dejó pasar un momento mientras parpadeaba. Luego, cantó el coro de "Oh Noche Santa" exactamente como debía cantarse: el diafragma tenso y los hombros hacia atrás.
―Ponte de rodillas…
―¡Papá! ¿Puedes hacer una regla de "no se permite nada navideño hasta que superemos el coma de triptófano o nos recuperemos de nuestras lesiones de compras del Viernes Negro"?
Se escuchó el sonido de una silla con rodos zumbando hacia atrás, luego el rostro de su padre apareció en la puerta de la oficina trasera, su expresión nada divertida.
―Sabes que ambos son adultos, ¿verdad? Que yo sepa, todos mis hijos tienen al menos una década de experiencia en la edad adulta ―indicó, mirando a Edward.
Emmett abrió los brazos con un dramático encogimiento de hombros.
―No te estoy apelando como mi padre; te estoy apelando como mi jefe. Maneja esta situación.
Su padre inclinó la cabeza.
―Bueno, dado que la encargada de Recursos Humanos es tu madre... me siento confiado en decirte que lo resuelvas por ti mismo. Simplemente no manchen las flores con sangre.
Y con eso, cerró la puerta entre la oficina trasera y la floristería de la familia.
Los hermanos se miraron.
Entonces, Edward respiró hondo.
―Escucha, cómo suenan las campanas, dulces campanas de plata. Todas parecen decir, tira las preocupaciones* ―cantó con una voz lo suficientemente alta como para llenar la habitación.
―Guau. ―La palabra rugió por encima del estruendo del canto de Edward y las quejas de Emmett. Todos los sonidos se cortaron, y ambos miraron hacia la puerta.
Allí, como por arte de magia, se encontraba una mujer. Aunque pequeña en estatura, la mirada feroz en su rostro; sonrojada, aunque era por el aire frío del exterior, y su postura rígida la hacían intimidante. Había algo glorioso en ella. Edward parpadeó, enderezando automáticamente los hombros y prestando atención.
―Por el amor de Dios. Es 7 de noviembre. Halloween ni siquiera está frío en su tumba. ¿Podemos no hacerlo? ―preguntó ella.
―Mmm.
Edward, por supuesto, sabía lo que significaba la palabra estupefacto. Nunca le había pasado a él, y la experiencia era desconcertante, por decir lo menos. Por un lado, por qué diablos, de hecho, se quedó mudo ante esta alma en pena morena ―y si la primera impresión fuera una indicación― esta sería otra anécdota de "los clientes apestan" para agregar a su arsenal.
Se aclaró la garganta, tratando de volver a meter la cabeza en el juego.
―Lo siento, señorita.
Ella cerró los ojos, resoplando mientras lo hacía. Inclinando la cabeza hacia atrás, inhaló profundamente y cuando volvió a hablar, su voz era tranquila.
―Perdón. ―Otra respiración profunda―. Lo siento. No quise gritarte, solo estoy… ―Ella negó con la cabeza―. No estoy de buen humor.
Edward mostró su sonrisa tranquilizadora de servicio al cliente.
―Bueno, como dijiste, es temprano. ¿Qué tal si empezamos de nuevo? Soy Edward. ¿Qué estás buscando hoy?
Sus facciones se contrajeron, su boca se levantó en una comisura en lo que podría haber sido una sonrisa traviesa si no fuera por la mirada airada y fría que vio en sus ojos.
―Las flores tienen un significado, ¿verdad? ¿Las rosas significan amor y todo eso? ―Puso un toque de sarcasmo en su voz con esa última línea.
―Bueno, las rosas rojas significan amor ―explicó Edward, acariciando su barbilla―. Usarías rosas rosadas para expresar gratitud. Amarillas para la amistad. Blancas para la inocencia.
Al otro lado de la tienda, Emmett se aclaró la garganta ruidosamente.
Edward inclinó la cabeza, sonriendo de nuevo a su clienta, que parecía, pensó, algo desconcertada.
»De todos modos. Sí. Las flores tienen significados.
―Bueno. ―Ella giró los hombros, viéndose casi enojada otra vez, aunque él no pensó que fuera contra él esta vez―. Entonces, ¿cómo sería un gran ramo de vete a la mierda?
Edward sintió que sus cejas se contraían, pero por lo demás, se las arregló para mantener su expresión serena. Sin embargo, escuchó a su hermano sofocar una tos de sorpresa.
―Hmm ―musitó, tocándose la barbilla―. Realmente no estás lista para difundir la alegría navideña.
―Sí, bueno. Resulta que mi prometido, con quien he estado durante diez años, ha estado difundiendo mucho más que alegría durante unos tres de esos años, así que...
El corazón de Edward cayó.
―Ah.
―Quiero un gran ramo entregado a su trabajo. ―Tragó saliva, claramente luchando contra la furia y el dolor. Sus ojos brillaban con lágrimas, pero no cayeron―. Él no es un cerdo misógino; no quiero que pienses que soy tan estúpida para estar con un tipo así, pero todos sus amigos tontos del trabajo lo son. Me ha sometido a su estupidez durante una maldita década. Ellos nunca maduraron más allá de los doce años, y un chico recibiendo flores es más de lo que sus diminutos cerebros infantiles pueden soportar.
―Conozco a esa clase ―dijo Edward, asintiendo―. Definitivamente podemos ayudarte. ―Acercó un cuaderno y comenzó a escribir―. Ahora, los significados de las flores son como cualquier tipo de comunicación. Se trata de contexto. Los geranios, por ejemplo, se usan comúnmente para dar la bienvenida a los nuevos vecinos. Sin embargo, son una flor simple, y en la época victoriana simbolizaban la estupidez. Así que, en el contexto de este ramo, los geranios rojos serían un buen lugar para comenzar.
»Las dedaleras o digitalis son otra planta con una dicotomía interesante. Son venenosas y medicinales. Pero como flor, tienen un significado de falta de sinceridad. Las usaría en rosa porque el rosa simboliza la curación emocional y... bueno, estoy seguro que los amigos de este imbécil lo encontrarían divertido.
La clienta estalló en una amplia sonrisa, aunque algo incrédula. Cuando ella no se opuso, él continuó.
»Un puñado de ranúnculos para denotar comportamiento infantil.
―Oh ―susurró Emmett en voz baja, probablemente dándose cuenta un poco tarde de por qué Edward se refería a él como esa flor en particular con tanta frecuencia.
―Claveles amarillos para la decepción y el rechazo ―continuó Edward―, y justo en el centro, dos flores. Un solo lirio naranja para simbolizar el odio y una sola dalia negra. ―Él le dirigió una mirada comprensiva―. Traición.
Había algo intenso en la mirada de los ojos de su clienta, y Edward le devolvió la mirada como si estuviera atrapado en la de ella. Una vez más, se quedó mudo, incapaz de apartar la vista durante uno, dos, tres largos segundos que parecieron pesados y acalorados.
Ella tragó saliva, sus labios fruncidos por otro momento antes de hablar.
―Eso fue... caliente ―musitó, su voz áspera y un tono o dos más bajo de lo que había hablado antes.
Él parpadeó.
La lengua de ella salió disparada para lamerse los labios.
―¿Cómo te sientes sobre ser el tipo de rebote para el inevitable desastre que seré más tarde? Sin expectativas ni promesas, porque nunca antes he hecho esto.
Los ojos de Edward casi se salen de sus órbitas. Sus mejillas se sonrojaron. Se pasó una mano por el cabello mientras tropezaba con sus palabras.
―Quiero decir, yo... ¿no tengo ningún plan?
En algún lugar de la tienda, escuchó el sonido distintivo de Emmett golpeándose la frente con la palma de la mano.
La clienta asintió lentamente.
―Hm. Bueno. Eso es algo que sé ahora. ―Ella tomó una rápida bocanada de aire, apartando la mirada de él como si el hechizo que acababa de caer sobre ellos se hubiera roto―. De todos modos, ¿cuánto me va a costar esta monstruosidad?
De alguna manera, Edward logró completar el pedido. Su corazón latió con fuerza todo el tiempo, el aire entre ellos cargado y tal vez un poco incómodo. Discretamente tecleó el descuento de empleado mientras establecía sus expectativas para un tiempo de entrega. La dalia negra le iba a llevar uno o dos días conseguirla.
―Y esto, si me lo permites, es para ti ―agregó, sintiéndose un poco tonto. Le entregó tres flores que había envuelto rápidamente en celofán―. Boca de dragón. Son tenaces. Crecen incluso en los momentos más oscuros. ―La miró a los ojos, de un marrón tan hermoso―. Mereces algo mejor.
Las yemas de sus dedos se rozaron cuando ella extendió la mano para tomar las flores, y sus ojos se llenaron de lágrimas que, de nuevo, no derramó. Ella tomó una respiración temblorosa.
―Gracias ―dijo en un susurro. Respiró de nuevo, levantando la barbilla―. Gracias ―repitió con más volumen. Ella asintió una vez―. Volveré cuando esté soltera.
Y luego se fue, dejando a Edward mirando la puerta.
―Amigo ―masculló su hermano, acercándose a él y dándole un saludable golpe en la espalda―. ¿Qué demonios acaba de pasar?
*Oh Holy Night/Oh Noche Santa es el nombre del primer villancico que está cantando Edward.
*Carol of the Bells es el segundo villancico que canta Edward a todo pulmón antes que entre Bella a su tienda.
Bueno, aquí les traigo otra historia navideña. No sé cuántos capítulos tendrá, ni cuándo actualizaré, ya que Kristina la acaba de subir y traduciré a la par de ella. Espero que la disfruten, y no olviden dejar su agradecimiento en un review ;)
