Percy Jackson, pertenece a Rick Riordan.
Corrige tus errores y sonríe al futuro.
05: La Hija de Poseidón vs El Hijo de Pasifae.
Cada vez que había un relámpago, miraba a Grover sentado a mi lado en el asiento trasero. Él decidió hablar, mientras que yo empuñaba mis armas, sin que él se percatara de ellas.
—Tenía que... mantenerte vigilada. Asegurándome de que estuvieras bien. Pero no estaba fingiendo ser tu amigo. —añadió apresuradamente —Soy tu amigo.
No lo podía negar y creo que jamás, en ningún renacimiento, iba yo a negarlo. —Gracias por tu amistad, Grov —le dije, enseñándole una sonrisa. Al parecer, por un instante olvidé que ahora soy una chica, pues Grover se sonrojó. — ¿Qué está pasando exactamente?
— ¿Eran esas ancianas en el puesto de frutas un mito, Percy? ¿Era la señora Dodds un mito? —Me preguntó él.
— ¡Entonces admites que hubo una señora Dodds!
—Por supuesto.
—Entonces por qué...
—Cuanto menos supieras, menos monstruos atraerías —dijo Grover, como si eso fuera perfectamente obvio. —Pusimos Niebla sobre los ojos de los humanos. Esperábamos que pensaras que el Bondadoso era una alucinación. Pero no sirvió de nada. Empezaste a darte cuenta de quién eres.
— ¿Monstruos? Espera un momento, ¿Qué quieres decir? —El rugido del Minotauro volvió a sonar en algún lugar detrás de nosotros, más cerca que antes.
—Percy, —dijo mi mamá tensa —hay mucho que explicar y no hay suficiente tiempo. Tenemos que ponerte a salvo.
— ¿Seguridad de qué? ¿Quién me persigue?
—Oh, nadie mucho —dijo Grover con sarcasmo. —Sólo el Señor de los Muertos y algunos de sus secuaces más sanguinarios.
— ¡Grover!
—Lo siento, señora Jackson. ¿Podría conducir más rápido, por favor?
La última vez, me había esforzado por intentar comprender lo que estaba pasando, pero no pude hacerlo. Ahora, sabía lo que pasaría. Yo no era un genio, no era una hija de Atenea, pero con los años, me había vuelto muy buena en ciertos aspectos matemáticos. Solo odiaba que estuviera lloviendo tanto. Hice los cálculos que pude, medí la distancia a la cual estábamos, la velocidad a la cual conducía mi madre, la velocidad de un rayo de Zeus y a cuanto debíamos estar de llegar al portal del Campamento. — ¡MAMÁ! —Grité (o más bien: Chillé) — ¡FRENA! —Mi madre, espantada, frenó de golpe, Grover y yo, nos golpeamos contra los asientos del conductor y del acompañante, justo cuando el Minotauro aparecía frente a nosotros y el rayo del tío Zeus, casi le daba.
— ¡PERCY, GROVER, SALGAN DEL AUTO! —Nos ordenó mi madre. Así lo hicimos nosotros, conmigo agarrando mi mochila. Se escuchó un mugido.
Mire hacia atrás. En un relámpago, a través del parabrisas trasero salpicado de barro, vi una figura que avanzaba pesadamente hacia nosotros en el arcén de la carretera. Verlo me puso la piel de gallina. Era la silueta oscura de un tipo enorme, como un jugador de fútbol. Parecía estar sosteniendo una manta sobre su cabeza. Su mitad superior era voluminosa y borrosa. Tenía cuernos. —El Hijo de Pasifae —dijimos mi madre y yo, al mismo tiempo.
—Penny, tienes que correr. ¿Ves esas enredaderas? —Me giré y vi cientos de plantas, formando alguna especie de muralla. —Ese es el límite de la propiedad —dijo mi mamá. —Supera esa colina y verás una gran granja en el valle. Corre y no mires atrás. Grita pidiendo ayuda. No te detengas hasta llegar a la puerta.
—Mamá, tú también vendrás. —Su rostro estaba pálido, sus ojos tan tristes como cuando miraba el océano. — ¡No! —Grité. —Vienes conmigo. Ayúdame a llevar a Grover.
— ¡Alimento! —Grover gimió, un poco más fuerte.
El Minotauro seguía acercándose a nosotros, emitiendo sus gruñidos y resoplidos.
—Él no nos quiere —me dijo mi madre. —Él te quiere. Además, no puedo cruzar la línea de propiedad.
—Pero...
—No tenemos tiempo, Penny. Ve. Por favor. —La miré con lágrimas en los ojos, mientras subía a Grover y abrí la puerta bajo la lluvia. La manta se le cayó, su cabeza de toro apareció, mugió y corrió hacía mi madre.
Apreté los dientes furiosa y yo corrí hacía él. Tomé aire, me permití sentir mis brazos calientes, esperé a que se acercara y cargué en su contra, hice que el suelo temblara, para sorpresa de mi madre. El Hijo de Pasifae cayó y yo lo taclee, usando el poder de la conexión con la Tierra, ¿Qué?, ¿Creen que mi padre solo es el Dios del Mar? Pues no. Es el dios de la Tierra, junto al tío Hades, después de todo: Por un motivo, mi padre puede causar terremotos.
Así que yo, extraje mi fuerza extra literalmente, desde Gaia, la hice parte de mí y aproveché, que estuviera lloviendo, para taclear al Minotauro, como si fuera un Quaterback, extraje mi espada y lo decapité, transformándolo en polvo dorado.
Un grupo de campistas aparecieron en ese momento, en un segundo, yo estaba derribada en el suelo y sobre mí, estaba Thalía. — "Bienvenida a casa, Srta. Jackson".
— "Hola, Cara de Pino". —bromeé con ella, mientras que varios Semidioses, nos auxiliaban a Grover, a mamá y a mí, llevándonos al interior del Campamento.
