Dos días habían pasado desde su llegada a la pequeña isla, Hetam y Nevrik se habían entretenido pescando en la cercanía mientras Asami se rehusaba a abandonar la orilla desde dónde ella y Sai habían escuchado el misterioso llamado que desde entonces no se había vuelto a repetir.

Una pequeña choza hecha de ramas y hojas le ayudaban a protegerse del sol abrazador que bañaba la playa desde el mediodía y hasta la puesta del sol. Ninguno de los maestros agua habían cuestionado sus acciones pues a su parecer Asami solo se estaba tomando un tiempo para asimilar la muerte de su amada.

Los tres comían juntos en la mañana, tarde y noche. Asami charlaba con ellos como de costumbre compartiendo distintas anécdotas de sus tantas aventuras hasta que los tres terminaban sus alimentos y volvían a sus actividades previas.

Tal vez era una nueva obsesión, tal vez era ella misma rehusándose a soltar la imagen de Korra, pero lo cierto era que se negaba a partir sin antes resolver el misterio de aquel inusual llamado. Sai también lo había escuchado, no era solo un producto de su imaginación.

La meditación eventualmente la llevó al mundo espiritual, una técnica que le había aprendido a Korra y que había tenido la oportunidad de mejorar durante los meses de recuperación luego de la guerra, algo realmente útil para la ocasión ya que solo existía un lugar en dónde lograría encontrar información sobre los espíritus que habitaban en el antiguo Reino Fuego, la biblioteca de su viejo amigo, Wan Shi Tong.

La lechuza la recibió con gusto y la llevó personalmente hasta la sección en dónde podría llegar a encontrar lo que buscaba, entre ambos repasaron los títulos e índices de un par de docenas de libros y redujeron la búsqueda a cuatro de ellos, cada uno tan ancho y pesado como el otro, ninguno se podía considerar "lectura ligera" e indagar en ellos llevaría tiempo y varias visitas al mundo espiritual.

A la noche del tercer día Asami ya sabía que su estadía podía llegar a prolongarse más de lo que Hetam y Nevrik habían anticipado, le tomaría al menos un mes completar su investigación de forma satisfactoria y no quería obligar a sus acompañantes a quedarse varados en aquel reducido espacio de tierra carente de actividades y entretenimiento.

Durante la cena Asami les dio su nueva versión de lo que debía pasar, ellos debían volver a casa y permitirle a ella quedarse en la isla durante un mes antes de volver a la isla para llevarla de vuelta a casa.

- Necesito tiempo a solas para completar mi duelo, les prometo que no me moveré de este lugar, si me dejan la mitad de sus raciones y tomando en cuenta lo que puedo pescar, puedo sobrevivir cómodamente durante un mes y medio.

Hetam se negó al principio, pero al final se vio forzado a aceptar. Asami podía ser menor que él, y hasta cierto punto podía ser considerada su amiga, pero al final del día seguía gozando de un rango superior al suyo y desobedecerla significaba una gran falta de respeto que él no estaba dispuesto a cometer, después de todo, Asami Sato era conocida por ser una persona inteligente y perfectamente capaz de sobrevivir por sí sola. Dejarla sola no era una idea para nada descabellada.

Un mes tendría que bastar, Hetam mismo se encargaría de volver por ella, no era tanto tiempo como ella hubiera querido, pero estaba segura de que si se esforzaba sería capaz de concluir su investigación dentro del tiempo pactado así que accedió sin objetar más de la cuenta.

Los maestros Agua se marcharon temprano por la mañana, Hetam no quería perder tiempo pues el lapso de un mes apenas iba a alcanzar para volver al pueblo a reabastecerse y regresar por Asami. La joven Sato los despidió y vio navegar hasta que su silueta desapareció en el horizonte.

Así inició una rutina simple pero efectiva, despertaba a las cinco de la mañana a meditar para viajar al mundo espiritual dónde permanecía hasta las ocho de la mañana, de ocho a diez se dedicaba a desayunar, asearse y pescar algo para comer durante la tarde, de diez a una volvía al mundo espiritual, de una a dos comía, de dos a seis volvía a estudiar y de las seis en delante cenaba y se enfocaba en tomar notas sobre lo aprendido en su desgastada bitácora de páginas amarillentas y pastas de piel remendadas que había hecho para ese viaje en específico.

Aprender era algo que le fascinaba, conocer la historia del antiguo Reino Fuego y los espíritus que lo habitaban resultaba altamente estimulante para la joven Sato, pero desafortunadamente las descripciones de los espíritus no hablaban mucho sobre los sonidos que cada uno de ellos emitía.

- Diez y nueve días Sai, mi tiempo casi se termina... - Suspiró antes de llevarse un bocado de la sopa de pescado y algas que se había aventurado a preparar en base a una simple receta que había aprendido durante su estadía en las Tierras Frías del Sur.

El Sol comenzaba a posarse sobre el horizonte y ella se deleitaba viendo los colores que se pintaban en las nubes mientras el viento le acariciaba el rostro y jugaba con su cabello.

- Tal vez sería alguna serpiente marina peleando por territorio... - Teorizó. El pequeño Zorro la vio y giró su cabeza un poco de lado como si se encontrara sopesando la idea, Asami rio por lo bajo y continuó comiendo. - No pareces muy convencido de mi teoría. - Agregó ella.

Sin darle más vueltas al asunto se puso de pie y comenzó a ordenar su campamento pues no le gustaba irse a dormir sabiendo que un desorden la esperaría al despertar.

- Se avecina una tormenta. - Advirtió al notar que las nubes se amontonaban y comenzaban a llenar los huecos que había entre ellas. Mirando hacia la pequeña casa de acampar con la que contaba supo que tal vez se encontraba por pasar una noche un tanto difícil, pero nada que no pudiera manejar. Pensó en un intento por mantenerse optimista.

- ¡Espiritus! - Gritó asustada lanzando sus utensilios de comida por los aires al ver una enorme silueta parada detrás de ella. Instintivamente desenvaino la navaja que escondía en su guante derecho y levantó la guardia solo para bajarla de inmediato al reconocer la figura del enorme perro oso polar que alegre le meneaba la cola.

- ¡Naga! - Se lanzó hacia ella y la abrazó por el cuello, mientras la sostenía contra ella su mente comenzaba a inundarse de dudas e ideas abrumadoras. ¿Qué hacía ahí? ¿Cuánto tiempo llevaba en aquel lugar? ¿Korra? ¿Estaba viva? si no lo estaba ¿Su cuerpo se encontraba cerca? Debía haber un motivo para la aparición del fiel espíritu acompañante de su amada morena. Lamentablemente Naga, al igual que Sai, no era del tipo de espíritu que pudiera hablar y dar explicaciones.

El enorme espíritu le lamió el rostro y dio un par de ladridos antes de terminar con un aullido y unos cuantos saltos llenos de emoción y energía.

- ¿Que pasa Naga? - Asami no tardó en notar la inquietud que el espíritu mostraba, era obvio que intentaba transmitirle algo, pero ella no estaba segura de lo que era. Un par de ladridos más con Naga corriendo y chapoteando en la orilla del agua en dirección a dónde Asami había escuchado el llamado días atrás bastaron para ayudar a la joven a darse una idea de lo que intentaba decirle.

- ¿Eras tú? - Sonrió viendo hacia el horizonte. Naga se acercó a ella y mordiendo suavemente la manga de su blusa la arrastró un poco en su dirección antes de soltarla y volverle a ladrar en la cara.

Incrédula Asami aún batallaba para entender lo que estaba pasando y se cuestionaba si lo que veía era real ¿En verdad era Naga? ¿Y quién si no? Sai se mostraba tranquilo y familiarizado con el espíritu, no podía ser un espíritu salvaje, además ¿Perros oso polares en las ruinas del antiguo Reino Fuego?

El cielo rugió poderoso recordándole a la joven sobre la tormenta que se avecinaba. La ruta que Naga quería hacerla seguir requería adentrarse al agua lo cual no era para nada recomendable. Asami se tomó un momento para aclarar su mente, era evidente que resultaba más seguro quedarse en la isla a esperar a que la tormenta pasara, pero la inquietud de Naga le hacía dudar que aquel espíritu pudiera esperar a que se diera un momento más apropiado para la joven ojiverde.

Después de respirar profundo Asami optó por dejar de pensar y comenzó a guardar lo que consideró indispensable dentro de su mochila, debía seguir a Naga, era obvio que el espíritu quería mostrarle algo y la posibilidad de que aquello pudiera tratarse del paradero final de Korra era algo que impulsaba a Asami a ignorar los posibles riesgos que aquel viaje implicaba.

- Vamos chica. - Asami sonrió subiendo al lomo del perro oso polar. Naga no dudó en darse media vuelta y adentrarse al agua, el pequeño espíritu de zorro las siguió de igual manera y así los tres desaparecieron en el obscuro horizonte.

La tormenta azotó con fuerza, una cortina de lluvia tan pesada que resultaba imposible ver más allá de medio metro de distancia y olas tan grandes que con facilidad se habrían tragado un navío mediano. Asami se aferraba con todas sus fuerzas al pelaje del espíritu que se las apañaba para seguir avanzando a través de la tempestad.

Aquello era una locura, un deseo de muerte, pensaba Asami mientras luchaba por respirar y escupía bocanadas de agua salada que se le metía a la boca cuándo jadeaba en busca de aire ¿Sobreviviría? Poco a poco sentía como sus músculos se debilitaban y acalambraban bajo el esfuerzo sobrehumano que implicaba sujetarse a Naga.

Su mano derecha cedió primero, sus debilitados y adoloridos tendones no lograron mantener la misma resistencia que su mano izquierda, la falta de sus dedos tampoco le ayudó, por más que luchaba por volver a formar un puño la acción resultaba demasiado dolorosa e imposible de mantener.

Un grito ahogado alertó a Naga cuando su debilitada jinete fue arrastrada por una ola, el perro oso polar se devolvió al instante y sujetando a Asami por el cuello de su chaqueta continuó arrastrándola a través de la tormenta.

El agotamiento había forzado a Asami a perder la consciencia, la joven iba y venía, pero siempre que abría los ojos no veía otra cosa que relámpagos en el cielo, la lluvia que le caía en el rostro y el agua que luchaba por arrebatarla del hocico del espíritu que la llevaba.

La ojiverde permanecía inconsciente cuándo las patas de Naga al fin tocaron tierra. El enorme espíritu no batalló demasiado para arrastrarla fuera del agua y llevarla tierra adentro hasta una cueva en dónde la refugió de la lluvia torrencial. Sai apareció a un lado de la ojiverde y se pegó a su pecho con tal de compartirle un poco de su calor, Naga parecía querer dirigirse a otro lugar, pero al ver la acción del zorro decidió hacer lo mismo y rodeó el cuerpo de Asami con el suyo.

Solo los imprudentes y desesperados eran capaces de retar a una tormenta en el medio del mar.


Saludos!
Quiero poder publicar una actualización por semana como promedio, dos si las cosas van bien o una cada dos semanas si por algo me llego a atrasar. Ese será mi propósito. Deseenme suerte.

Igual notarán que los capítulos serán significativamente cortos si los comparamos con lo que solía publicar en Futuro Incierto.

Espero les guste.

(¿Ya escucharon el soundtrack de Avatar the last air bender? Disponible en Spotify y otros medios, está hermoso.) Nos leemos pronto ;)