¡Cha, cha, cha, chan!

Gracias Sheyla Palacio, Zusannah, Altheamajikku, zulaypao22, Hikari03, Athe1214, Hitmomimouri, Linbel, arielhl17, Serenity 743, Invitado, Ferchus12356, Violetita, palomaredblack, por sus reviews. ¡Les comento al final, y desde ya, perdón la tardanza en actualizar!

Ninguno de los personajes o canciones mencionadas en este capítulo me pertenecen. A continuación, los dueños de cada cosa:

El Inspector Gadget es obra de Bruno Bianchi.

La canción de I don't want to set the world on fire, fue creada por Bennie Benjamin, Eddie Durham, Sol Marcus and Eddie Seiler.

Los personajes de Star wars fueron creados por George Lucas y vendidos posteriormente a Disney.

Los personajes del universo de Detective Conan pertenecen a Gosho Aoyama.


Hospital General Hamatia – Viernes 10.50 hs.

Los oídos le pitaban. El cuerpo le dolía. Y todo se veía borroso. Aunque se encontraba confundido, pudo identificar los rostros de Shinichi, Yusaku y Shuichi sobre él. No estaba seguro, pero creía que algo les dijo antes de que todo se ponga negro.

El claro y fuerte sonido de las sirenas de las ambulancias lo trajeron al mundo de la realidad, al mismo tiempo que identificaba las luces rojas de los vehículos. Dos hombres vestidos con uniformes amarillos se acercaron con una camilla mientras le hablaban. Ahora, ¿Sobre qué tema? No tenía ni la más pálida idea. No entendía una sola palabra de lo que le decían.

La oscuridad cernió sobre él otra vez, hasta que un nuevo zarandeo provocó que se alertara y se despertara. Quiso mover su cuello a los costados para ver, pero no pudo. Llevó sus manos hacia la zona, dándose cuenta de que se encontraba inmovilizado, probablemente por un collarín. Luego, sintió como una persona vestida de celeste que estaba a su lado le tomó suavemente la muñeca, para llevarla al costado de su cuerpo.

Fijó su mirada hacia el techo blanco, no pudiendo dirigir la cabeza hacia ningún otro lado. Los paneles de luz de led blanca lo estaban encegueciendo, al punto que tuvo que entrecerrar los ojos y aguantarse el dolor de cabeza que le generaba realizar dicha acción.

Empezó a percibir el ambiente con sus otros sentidos. Reconoció que estaba en un hospital y que lo estaban trasladando por un pasillo que no parecía tener fin. De reojo podía observar el continuo paso de la gente vestida de celeste o blanco, que no paraba de gritar órdenes, murmurar o hablar.

Más ruido y voces confusas.

Genial.

Llegó la hora de volver a apagar la tecla de luz del cerebro.

No fue hasta que pasaron cinco horas que los párpados de Rei fueron abriéndose lentamente, para encontrarse con un insulso techo de color blanco. Esta vez, las luces estaban apagadas. Pero, aun así, existía cierta luminosidad natural, indicándole que debía existir alguna ventana, cuyas persianas habían sido ajustadas para no privarle el sentido de la vista cuando despertara.

Por un momento, pensó que estaba sobre la cama de su habitación en su departamento. Sin embargo, varios factores negaron esa posibilidad al instante. Para empezar, la fragancia de las sábanas no era la misma. Faltaba el claro contraste entre el perfume cítrico de bergamota de Azusa y el dulce aroma de la pastelería de la tarde de Poirot. Además, la habitación se encontraba bastante fría, por lo que dedujo que el aire acondicionado estaba encendido y a tope. Si estuviese en su casa, sabe que no puede ponerlo demasiado fuerte debido a que su novia y Haro eran friolentos, y siempre terminaban acercándose a su cuerpo como si fuese una fuente de calor.

- Rei.

- "Ehhhh, ¿Perdón? ¿Qué demonios? Espero que esa voz masculina no pertenezca a Azusa o entraré a preocuparme. ¿Con quién estuve viviendo todo este tiempo?"

Movió la cabeza sobre la almohada, hasta que la presencia de un leve dolor sobre el lado derecho, lo obligó a quedarse quieto.

- ¿Qué diablos pasó? – Preguntó con falta de claridad.

- Se hicieron mierda. Eso pasó.

El confundido agente dirigió los ojos hacia la persona que le contestó, y su cerebro empezó a activar neurona por neurona.

- ¿Heiji? ¿Qué...? ¿Dónde estamos?

- Calma, calma. Está bien. – Le explicó de forma pausada y clara, colocando sus manos sobre los hombros de él para retenerlo. – Estamos en el hospital general de Hamatia. Sufriste un accidente de auto junto con Jodie.

- ¿Accidente? ¿De qué hablas? – Dijo entrecerrando los ojos e intentando recordar lo que sucedió.

Pasaron siete segundos cuando finalmente, la secuencia de las últimas escenas vividas llegó a su memoria. Y tenía que hacerla. Tenía que realizar la pregunta, cuya respuesta, sabía que lo iba a atormentar.

- Dime que el grupo está completo. Las cuatro están con nosotros, ¿No?

A lo que recibió un silencio sepulcral que provocó que todo le doliese tres veces más.

- Se llevaron a Mouri-san y a Nakamori-san. Kazuha y Jodie están con nosotros.

- No te lo puedo creer. Maldición. – Se refregó la frente, a pesar de dolerle.

- No fue culpa tuya, Rei.

- ¿Cuánto tiempo estuve dormido? – Preguntó, ignorándolo por completo.

- Unas cinco o seis horas. Son casi las once de la mañana. – Le explicó, abriendo las persianas de a poco para que la luz solar entre a la habitación.

- ¿Jodie?

- Está en la habitación contigua y fuera de peligro. – Contestó, acercándose a él otra vez. – Solamente está durmiendo, al igual que tú, por el estrés mental y corporal acumulado que sufrió en todos estos días.

- ¿Está con Shuichi?

- Estaba. Él se fue hace unas horas. Está con el grupo, no muy lejos de acá, intentando averiguar cualquier cosa que nos ayude a encontrarlas.

- ¿Y nadie la está vigilando? Estamos en prefectura enemiga. ¿Qué tal si nos inyectan algo y nos morimos? Solamente una jeringa con aire, sirve y sobra.

- No te preocupes y calma la paranoia. Kazu y su padre están con ella, y mi papá requirió dos personas del equipo táctico de la Prefectura de Osaka para vigilarnos. Los conozco y son de entera confianza, sin mencionar que son altamente profesionales. Se encuentran afuera de las habitaciones, sobre el pasillo, atentos a cualquier anomalía.

- ...

- Además, estuve hablando con los médicos que los atendieron y la mayoría de los que trabajan aquí dentro no tienen buenas opiniones sobre la Prefectura y el Gobernador. Intentan cumplir con su trabajo y con su juramento hipocrático de la mejor forma posible, con los pocos insumos que reciben.

- Ok. – Respondió, no muy seguro y con algo de desconfianza.

- Otra cosa. Sentíamos que teníamos que comunicarle a Enomoto-san lo que te pasó. Así que, Shuichi se encargó de hablar con ella.

- Oh, oh.

- No, tranquilo. Estaba preocupada y quería venir en el primer tren bala disponible. Pero le aconsejamos que se abstenga de hacerlo y que, ante cualquier novedad, la íbamos a llamar. Sería bueno que después te comuniques con ella para terminar de sosegarla.

- Lo haré. Pero primero, necesito saber cuál es la situación.

- ¿Resumidamente? Ninguno de ustedes sufrió graves golpes debido a las maniobras que hiciste para disminuir la velocidad al volcar, a que llevaban el cinturón de seguridad puesto, y a que tu auto tenía airbags al frente y a los costados. Jodie por su lado, tiene que usar un cuello por un tiempo, debido a que el impacto le generó el típico latigazo cervical al mover la cabeza repentinamente hacia atrás y luego hacia adelante. Pero fuera de eso y un par de golpes, no tiene más nada. Su columna no se dañó y tampoco tiene lesiones en la cabeza. Los médicos dijeron que como mucho, podría llegar a tener un poco de dolor y mareo por un par de días.

- Ok.

- Tú, por otro lado, tienes un esguince en la mano derecha, una lesión en el hombro derecho, y un gran golpe en la cabeza. Gracias a esta última, tienes una hinchazón importante en el rostro y es por eso que te dolió al darte vuelta para verme. Si bien te hicieron todos los exámenes y por el momento no salió nada relevante, quieren mantenerte en observación por un tiempo. Sabes que hay lesiones que pueden aparecer con posterioridad.

- Olvídalo. Alcánzame mi ropa que tenemos que irnos. – Le dijo, intentando levantarse.

Se quejó al hacerlo, siendo consciente de lo mucho que le dolía el cuerpo. Todas las fibras de su ser, se encontraban agarrotadas, duras y tensas.

- Frena un poco el carro. – Lo paró el del oeste, gruñendo en el proceso. – ¿A dónde quieres ir en ese estado? Recién recobras el conocimiento, y no nos iremos hasta que terminen de hacerte todos los análisis y controles. Y por cierto... no me hagas mover tanto.

Fue en ese momento que Rei se dedicó a verlo en detalle, y el de Osaka, se dio cuenta de la pregunta silenciosa que le quería hacer.

- Tal como predije, lo peor de todo es un par de fisuras en las costillas. Luego, es solo una nariz rota como me dijo Mouri-san y un par de golpes y cortes. Si bien nada es preocupante para ponerme en riesgo de muerte, me quita de actividad física por al menos un mes. Un poco más y hago de doble de la madre de Kaito. – Exclamó con ironía.

- ¿Necesitarás cirugía? – Preguntó al verle el vendaje sobre la nariz y como un tono bordó se distribuía en la zona donde se encontraban las bolsas de sus cansados ojos.

- No. Ya me la reposicionaron manualmente y me pusieron una férula. Se curará sola con el tiempo.

Heiji se sentó con pesadumbre sobre la silla que estaba al costado de la cama.

- Me siento un inservible al no poder ayudar a Shinichi y a Kaito a encontrarlas, después de todo lo que hicieron. ¿Cómo pudo irse todo tan a la mierda en unos meros segundos?

- Sé cómo te sientes. – Respondió con una mirada oscura. – No obstante, si bien no podremos movernos como quisiéramos, al menos podemos hacer análisis documental y de estrategia operativa.

- Tienes razón. No es el tiempo para estar lamentándose. Llamaré a Shuichi con tu celular. Seguro que querrán saber qué pasó, y en estos momentos, no podemos dejar pasar ningún detalle por alto.

El moreno tomó el teléfono del rubio que se encontraba sobre la mesa sanatorial, y una vez que le dijo el PIN para desbloquearlo, presionó el número de Shuichi.

- Da ocupado. En cinco vuelvo a llam...

El sonido del celular interrumpió sus pensamientos en voz alta.

- ¿Video llamada?

El de Osaka aceptó la invitación con algo de extrañeza y con el entrecejo fruncido. Una vez que se conectó, encontró a otro contacto en la conversación además de Shuichi.

- Heiji... ¡Wow! Cada hora que pasa te encuentras más hermoso. ¿Tienes novedades?

- Gracias por el cumplido. – Le respondió con ironía. – Cortito y al grano, ¿No? Tengo novedades, pero... ¿Quién demonios es él? – Consultó, con algo de desconfianza.

- Ah, perdón. Estaba hablando con Steve y me queda terminar de preguntarle algunas cosas. No pensé que ibas a atender tan rápido.

- ¿El loco desquiciado del que tanto hablaron en la cena de ayer? – Preguntó, analizando la contextura física y los rasgos de su rostro.

- Menos mal que no entiende una sola palabra en japonés o estarías muerto.– Dijo con gracia.

- ¿Quieres que hablemos en inglés? ¿Por qué está en la conversación?

- Steve, te presento a Heiji Hattori. El Shinichi del oeste de Japón.– Dijo, cambiando de idioma.

- Era hora de que empiece a unir rostros con nombres. Mucho gusto en conocerte.– Exclamó el hombre.

- El gusto es mío.

- Solo espero que no seas un desquiciado deductivo como tu amigo.

- No sabría muy bien qué responderte, aunque yo estoy un poco más cuerdo que él.

- Seguro, cómo no.– Exclamó Shuichi con sarcasmo. – Bueno, volviendo a las novedades...

- ¿Adivina quién despertó con ansias de saquear el arsenal de la Prefectura, y quiere salir de la cama para ir a buscar en persona a los que secuestraron a las chicas?

- Que no joda y que se quede tranquilo. Ya bastantes problemas tengo entre las manos para encargarme de ese renacuajo que tiene más vidas que un gato resucitado después de haber vivido sus siete vidas.

- Vete bien a la mierda, Shuichi. – Le respondió el rubio, sin pelos en la lengua.

El que estaba en Estados Unidos empezó a reírse con ganas después de escucharlo. Tuvo que silenciar el micrófono por un par de segundos para no interrumpir la conversación.

- Por cierto, no sé si notaste que no tengo puesto los auriculares y tengo el altavoz activado. – Agregó el de Osaka, sentándose al lado del agente, para que ambos salieran por la cámara.

- Ya me di cuenta, pedazo de idiota. ¿Cómo te encuentras, PSB boy?– Preguntó el del FBI.

- Para el orto. Y dime así otra vez, y te juro que te mataré con mis propias manos, por más que tenga un esguince en una de ellas. Por cierto... hola, Steve. ¿Terminaste de reírte? Espero que te asfixies con tu propia saliva, maldito payaso.

- Hola, Rei. Veo que quedaste hecho moco y que amanecimos con un humor espectacular. Muchacho, diles a los médicos que le pongan más drogas en la intravenosa. Quizás algunos miligramos de Ketamina logren ponerlo un poco más feliz.– Le aconsejó el de operaciones especiales al del oeste.

- Déjate de tonterías. Lo que menos necesito en estos momentos son drogas para aplacarme el cerebro y que encima, son rápidamente adictivas. No estamos para bromear ni un poco.

- Créeme que lo sé mejor que nadie.– Le respondió el del FBI. – Pero si no me ayudan a ponerle un poco de onda a la situación, te juro que soy capaz de llenar la pileta de la cocina y ahogarme en ella.

- No hagas eso, Shuichi. No me quiero quedar solo con estos dos malditos demonios.– Dijo Hakuba, una vez que entró a la cocina y escuchó las últimas oraciones del agente.

- ¿Huiste también? – Pregunto Heiji.

- ¡Obvio! ¿Te crees que soy imbécil? No tienes idea del dolor de cabeza que tengo... ¿Por qué estamos hablando en inglés? – Ya era tan natural para él que no se dio cuenta del cambio de idioma.

- Tengo a Steve en la conversación. – Le explicó Akai.

- ¿La persona desquiciada y loca de ayer a la noche?

Y Shuichi se mordió los labios para suprimir la risa.

- ¿Perdón? – Consultó el milico, alzando una ceja.

- Kaito te describió de esa manera durante la cena de ayer. Es más, se atrevió a decir que eres más controlador que Shinichi. – Le explicó el del FBI, tratando de salvar al de Inglaterra.

- Con que dijo eso, eh. Pues dile que disfrute muy bien de sus últimos días en Japón si sobrevive. Porque cuando vuelva, conocerá la muerte. De repente me encuentro motivado para diseñarles las nuevas rutinas.

- Oraremos por su alma. – Dijeron los dos de ojos verdes.

- Steve, además de entrenarlos físicamente, ¿Qué más les estuviste enseñando durante este tiempo? – Consultó Rei.

- ¿A qué te refieres?

- Tienen conocimiento técnico y táctico que antes no tenían.

- Ah, eso. Sí, les estuve enseñando un par de cosas. Y tú, hace rato que no te apareces por aquí. Quizás por eso notaste tanto la diferencia. – Le respondió con un tinte de orgullo.

- ¿Con qué motivo?

- ¿Por qué no lo haría?

- ¿Por qué me respondes con más preguntas?

- ...

- Es solo que me sorprendieron. Emplearon maniobras, estrategias y análisis bastante avanzados para la poca experiencia que tienen en el campo.

- ¿Poca experiencia? ¿Vos me estás cargando, Rei?

- ...

- ¿Te golpeaste fuerte la cabeza y te olvidaste de todo lo que les pasó en los últimos cuatro años? Todos los que estamos en esta conversación vimos y vivimos cosas que la mayoría de las personas no tienen ni idea de que ocurren en el mundo… ¿Y tú me vienes a decir que tienen poca experiencia en el campo? No habrán ido nunca a una guerra y espero que jamás lo hagan. Pero eso no quiere decir que no los prepare para ello por si pasa.

- Punto a favor. – Agregó Shuichi.

- Prefiero que tengan herramientas de sobra para sobrevivir al día de mañana, a que los liquiden por no haberse sabido defender. Además, no sé si te enteraste. Pero Shinichi está aprovechando su estadía en el FBI para exprimir el mayor conocimiento que tiene la agencia para el tratamiento de operaciones tácticas de seguridad.

- Por eso se anota en absolutamente todos los cursos que se brindan. Si bien no debería poder acudir porque no es un oficial, tanto a él como a Kaito se les hizo la salvedad a través de James, por la colaboración en el caso de la Organización. Son dos malditas esponjas.– Adhirió el del FBI.

- ¿Por qué hacen eso? Cuestionó el agente de Seguridad con asombro, al enterarse de la nueva información. Shuichi nunca le había mencionado esto.

- Kaito, al principio, lo hacía para acompañar a Shinichi. Luego, notó que empezó a gustarle el tema y que le ayudaba a incorporar conocimientos y perspectivas a su modo de pensar y moverse. Y en el caso de Blue, él tiene sus objetivos muy claros, Rei. Uno de ellos, es ayudarte a recuperar el control de Tokio.

El rubio no pudo pronunciar ni una palabra después de escuchar la última oración.

- No eres el único que tiene pasión por su país. – Le explicó el Seal. – Entiende que también es su casa y quiere volver a ella. Por eso trabaja tan duro día a día. Tiene muchas cosas que recuperar, y eso incluye a su ex novia también, a la cual, por motivos de seguridad propia, no pienso mencionar. – Terminó diciendo con sorna.

- Ya puedes sacar la palabra ex de su estado. Le corrigió el de Osaka.

- ¿Se arreglaron? ¡Ja! Ayer no quise preguntarle demasiado por teléfono. Pero veo que no está perdiendo el tiempo para nada.

- El problema es que se la llevaron, junto a la… amiga de Kaito. – Informó, dudando sobre la relación de este último.

- Me enteré. ¿Quiero saber cómo están las cosas por ahí? – Consultó el militar.

- Te lo digo sin problema y reitero la frase del PSB boy. ¡Para el orto! – Respondió el del FBI.

- Bue. – Dijo el rubio, rodando los ojos por más que le duela.

- No, no. No tienen idea de la atmosfera asfixiante que hay acá. – Agregó Hakuba, quien se encontraba callado hasta el momento, dado que el contenido de la conversación le interesaba.

- Kaito y Shinichi, ¿Cómo están con todo esto?

- El primero está relativamente bien, considerando que a pesar de lo enojado que está, exterioriza un poco lo que le pasa. – Relató Akai.

- O sea que Shinichi…

- No lo sé. Está muy callado y controlado. Está… raro y su comportamiento es… atípico, considerando que Ran-san fue secuestrada. Y hace solo un momento, Kaito empezó a imitar las acciones de él. Es por eso que llamé a Steve para que me explicara un poco lo que está pasando.

- Déjame adivinar. ¿Están calmos, concentrados, comiendo bastante a pesar del mal momento, respiran profundo y hasta hablan y hacen todo lento? – Preguntó el de operaciones especiales.

- Exacto. Además de que aparentan como que todo está bien y que nada pasó. ¿Quién puede comer pan, frutos secos y cereal con azúcar en estos momentos?

- Uh. – Exclamó, rascándose el entrecejo.

- ¿Qué significa "uh"?

- ¿Eso es malo? Mientras estén así, más enfocados estarán sobre la información para encontrarlas. – Inquirió el de Inglaterra.

- No lo adjetivaría como malo, si no como preocupante. – Contestó el Seal.

- ¿Por qué?

- Porque se pusieron en modo de descarga intensiva para la puesta a punto.

- ¿Qué diablos significa eso?

- Quiere decir que, a pesar de que el tiempo para hacerlo es escaso, le están dando el suficiente reposo a sus cuerpos y a sus cerebros. ¿Cómo logran eso? A través de la correcta oxigenación, un descenso en la frecuencia cardíaca, evitando la suba de los niveles de estrés y por sobre todas las cosas, la incorporación de una buena alimentación calórica y saludable. Ambos saben que no cuentan con mucho tiempo para poder encontrarlas, por lo que están reservando su energía y sus neuronas para el momento en que tengan que aplicarlas con explosividad.

- Y el problema en eso radica en...

- ¿En Kaito? Espero que no mucho, dado que no tiene complicaciones físicas. Lo de él pasaría más por un límite de aguante mental. En cambio, en Shinichi, la preocupación pasa por su problema cardíaco. Es tan autoexigente y cabrón, que no se va a dar cuenta del sobre esfuerzo que va a estar haciendo.

- Y si se da cuenta de su límite, no le va a llevar el apunte y tampoco se lo dirá a nadie. – Agregó Shuichi.

- ¡Exacto! Y te puedo asegurar, que no va a parar hasta estallar. Y tú, mejor que nadie, sabe muy bien de lo que estoy hablando. Así que, prepárate mentalmente para volver al día uno de su estadía.

- Shit. Not again.

- Me había olvidado de su desperfecto. – Comentó Saguru.

- Yo también. No mostró por el momento ningún indicio de que tiene un problema, por lo que no tenemos idea de cuando se está sintiendo mal. – Agregó el moreno.

- Te darás cuenta enseguida. Créeme. – Dijo el del FBI con ironía.

- Sí, claro. Como ustedes anoche, ¿No? – Comentó con acidez. – Salieron corriendo como si el mismísimo Thanatos los hubiera perseguido, y todo al divino botón.

- ¿Qué pasó? No debería de sentirse mal. – Expuso un inquieto Steve.

- Fue una falsa alarma. Solo se estaba estirando después de haber manejado por tanto tiempo. – Lo calmó Akai.

- Ah, eres un estúpido a la doble potencia.

- ¿Recién te das cuenta de eso? – Le preguntó Rei.

- Mejor cállate, que tú también te uniste a la carrera. – Lo acusó Shuichi.

- Supongo que ésta será la prueba de fuego. Podremos saber finalmente hasta qué punto de resistencia es capaz de llegar. – Afirmó el Seal, con interés.

- Sí, es lo que me temía. Aunque... prefiero que no llegue a ese punto. Ya lo vi caerse demasiadas veces como para volver a revivir eso. – Confesó el agente con un tono de desagrado.

- Lamentablemente, no tienes otra opción.

- Lo . ¿Pero qué hago con el factor enojo? Menos mal que Hormo Testo se normalizó en los últimos análisis.

- ¿Acaso le tienes miedo, Shuichi? – Preguntó, con una mueca de gracia en sus labios.

- ¡Obvio que sí, maldito militar desquiciado! Ni siquiera un frasco entero de clonazepam va a sosegarlo.

- Todos estamos de ese modo. No veo por qué la alarma. – Opinó Heiji.

- El problema con la ira y sobre todo con Shinichi, es que no hay un maldito tic tac que te marque cuando va a explotar. No es una bomba de tiempo. – Relató Steve.

- Su comportamiento es más de reacción y tolerancia, ¿No? – Agregó Rei.

- Exacto. Si llega a ese punto, las cosas se van a poner… un poquito complicadas. Es más, les aconsejo que dejen todo lo que están haciendo en ese momento para frenarlo porque va a perder la cordura. ¿Me entendieron?

- ¿No estás exagerando un poco? – Consultó Saguru, con un poco de incredulidad. – Lo hemos visto caliente en el pasado, y nunca necesitó que lo retengamos. Shinichi no es de esa clase de persona.

- No estás realizando una comparación razonable. ¿En cuántas de esas situaciones estaba envuelta la única persona que lo obliga a despertarse y respirar día a día? ¿Tú crees que está en modo pacífico porque solo tiene que concentrarse para encontrar a su novia? Míralo bien a los ojos y vas a notar que lo único que ve, es el color rojo de la sangre de estos tipos. Te lo digo por experiencia. No sabes la cantidad de veces que me quiso cagar a trompadas por hacerlo enojar más de la cuenta. Cuando la punta de sus pies pasa el límite de la línea de tolerancia que dibujó, sin advertencias, sin señales, ni rastros, vas a ver como la violencia que estuvo conteniendo se desata en una milésima de segundo. Va a ser demasiado tarde para decirle que se calme. Es más, no se lo digas porque se va a calentar el triple.

- Bye-bye to the good guy we used to know. – Dijo Rei.

- Pensé que Kaito era el volátil. Es lo que me dijiste en el avión. – Exclamó Saguru, viendo al del FBI con reproche.

- Lo es, desde otra perspectiva. – Contestó Akai.

- Me estás confundiendo. Quieren por una vez, ser claros en algo.

- Durante todo este tiempo, le estuvimos enseñando a Kaito a ser más expresivo y reactivo. Ahora sabes cuándo se está enojando, o directamente te lo advierte si no te das cuenta. Con Shinichi, es una historia totalmente distinta. Puede que te des cuenta de que esté enojado, pero nunca sabes cuándo va a reaccionar por ello.

- Es impredecible por el autocontrol que tuvo que adquirir para soportar su problema cardíaco, y por eso es el más peligroso de manejar. Mientras más se cierre, peor será leerlo o anticiparse a sus acciones. – Opinó Steve.

- Entonces, esperemos que no haya que hacer un scrum al estilo rugbier sobre él para frenarlo. ¿Qué podemos hacer para encontrarlas y así evitar cualquier asesinato en masa? – Preguntó Heiji, queriendo ayudar a sus amigos.

- Ojo que estoy yendo con el resto del equipo. – Dijo Akai, mientras se movía hacia el living de la pequeña casa que alquilaron como base de operaciones.

- Yo me retiro y los dejo trabajar. Avísame si necesitas algo, Shuichi.

- Gracias, Steve. Te mantengo al tanto.– Se despidió, abriendo la puerta y pasando al nuevo ambiente junto a Saguru. – Bueno, ¿Qué tal si nos explicas que pasó antes del accidente?

- ¿Rei despertó? ¿Está bien? – Preguntó un serio mago.

Que extraño que era escuchar sus cuerdas vocales en una tonalidad tan grave y lenta. Su voz fácilmente te advertía del poco hilo que tenía su mecha.

- Estoy bien, Kaito. Siento mucho no haberlos ayudado en nada.

- No seas tonto. Lo de ayer fue una locura absoluta y las probabilidades de que saliéramos ilesos y triunfantes eran muy bajas. Deja de auto flagelarte con eso y agradezcamos que no murió nadie.

- ¡Diablos! Los papeles se revirtieron por un momento. Ahora eres tú el que me da los sermones. – Exclamó con pena y una imperceptible sonrisa. – Pero volviendo a tu pregunta, Shuichi, había gente de la policía de Hamatia durante el secuestro.

- ¿Cómo lo sabes? – Cuestionó el agente.

- Por dos simples cosas: me emplearon la maniobra TIP, la cual ya sabes, es una táctica de persecución que generalmente solo las fuerzas de seguridad conocen. Y, además, me estaban esperando con una trampa. Los muy malditos estaban más preparados de lo que suponíamos.

- Déjame deducir la segunda. Te pusieron una banda de pinchos extensibles, ¿No? – Inquirió el del oeste.

- ¿Se dieron cuenta de ello?

- Vimos los cuatro neumáticos desinflados y el dibujo de las frenadas que dejaste sobre el asfalto. Por la trayectoria y el daño sobre el auto, tenemos una leve idea sobre lo que pasó. Aun así, sería bueno que relates lo que sucedió.

- ¿Ahora son peritos de la política científica? – Opinó, haciendo una leve sonrisa. – Bien. Entonces comenzaré a relatarles desde que nos separamos de Kaito.


HamatiaViernes 4.20 am

- Jodie, ¿Qué tan lejos estamos de la ruta? ¡Malditos pozos!

La mujer sacó su teléfono para poner el mapa, y una vez colocada la prefectura a la que debían ir, le contestó.

- Solo unos 5 kilómetros más en esta dirección y la verás.

- El terreno y la oscuridad no me gusta. El espacio angosto debido a los árboles de un lado, y las cercas de los campos por el otro, no me gustan. El continuo serpenteo, tampoco me gusta. Nada me gusta. Y cuando algo no me gusta...

- ¡Rei! ¡Ten cuidado! – Advirtió Jodie, al ver como unas camionetas negras con las luces altas encendidas venían de frente hacia ellos.

- ¡Ja! No pienso bajar la velocidad. ¿Quién se creen que son? ¡Agárrense de lo que puedan! Esto va a estar movidito. – Gruñó el agente, apretando los dientes.

El agente bajó el tapasol para bloquear la luz, y segundos antes de chocar de frente, se desvió hacia la ladera del lado derecho, donde se encontraban las cercas de alambre de los campos, rozando contra el costado de uno de los vehículos. A pesar de esto, no sacó el pie del acelerador. Una vez que logró estabilizar el auto sobre el césped, fue volviendo al camino original, empezando a aumentar más la velocidad.

Observó sobre el espejo retrovisor, como las tres camionetas pivotearon rápidamente para volver a seguirle el rastro. Dos de ellas se colocaron atrás y en hilera, dado que el ancho del camino era angosto y no les permitía ir a la par. La camioneta faltante, se dirigía en diagonal sobre el lado derecho, como estuvo él, hace solo unos momentos.

- No son novatos como los que estaban en la casa. Están bien sincronizados, tienen muy buenas técnicas de manejo y sus rodados tienen mejor motor que el mío. Eso es una gran desventaja. – Apreció Rei, con mirada sombría.

El vehículo de atrás aceleró para golpearlo reiteradamente, y así intentar disminuirle la velocidad o cambiarle la dirección.

- ¿Están locos? ¡Claramente quieren matarnos! – Exclamó una asustada Kazuha.

- Ustedes solo encárguense de sujetarse fuerte y de nunca sacarse los cinturones de seguridad. – Les gritó Jodie desde adelante, preparando su arma para empezar a disparar.

El rodado que se encontraba sobre el lado derecho aumentó la velocidad para intentar chocarlos a la altura de las puertas donde estaban las chicas. Sin embargo, Rei le tiró el auto encima antes de que lo haga.

Una y otra vez, los persecutores realizaron la misma acción, dándose cuenta de que no podían detenerlo de esta manera. Claramente se toparon con un gran rival, el cual no tenía pensado darse por vencido.

Al menos... no tan rápido.

- ¡Son policías o tienen conocimiento táctico! Nos llegan a golpear a esta velocidad sobre la rueda de atrás y estamos fritos. Nos sacarán de eje. – Informó Jodie, quien le disparaba al auto de atrás cuando éste quería adelantarse en los momentos que Rei se desviaba a la derecha.

- Lo sé. – Respondió el rubio.

- ¡Escopeta a la derecha, Rei! ¡Aléjate!

El rubio volanteó hacia la izquierda y aceleró, tomando distancia del arma que sacó la persona de la camioneta por la ventana. Sin embargo, la maniobra no evitó que la persona dispare.

Ran, Aoko y Kazuha, gritaron al sentir como los perdigones se incrustaron atrás suyo, sobre la chapa del auto blanco.

- ¡Agáchense! – Advirtió Furuya.

- Solo nos asustamos. Estamos bien. – Le contestó Ran, con la mayor tranquilidad que su mente podía transmitir en esos momentos para no ponerlo más nervioso.

Jodie aprovechó para salir por su ventana e intentó dispararle a la camioneta que tenían atrás. Pero el ángulo y lo estrecho del camino no le permitía un disparo limpio. No podía apuntar como era debido a las ruedas o al conductor, dado que la persona se encontraba del lado opuesto al de ella. Sería un desperdicio de balas y no le quedaban tantas.

El de Seguridad intentó sorpresivamente chocar a su contrincante de al lado, y así poder sacarlo del carril. Pero el que manejaba el rodado de mayor calibre, era un excelente conductor y lograba esquivarlo.

- ¡Maldición! Rei... – Y Jodie le dirigió una mirada al agente, la cual le decía todo.

- Ponte el cinturón de nuevo y reserva las municiones. Tienen las ventanas blindadas.

Aoko y Ran veían la interacción de los dos pasajeros de adelante, y al verse entre ellas, llegaron a la misma conclusión.

- Por más que no lo digan en voz alta, entendemos lo que significa esto.

Ambos agentes se sorprendieron al escuchar las palabras tan serenas de la karateca.

- Las probabilidades de que nos suceda algo y que sea inevitable, son altas. – Agregó Aoko.

- Dejen de hablar como si ya estuviéramos condenados. – Las retó el conductor.

- Solo estamos siendo objetivas. – Le respondió Ran. – ¿Acaso nos equivocamos?

El agente evaluó las nulas posibilidades de evasión, el camino, la cantidad de balas que tenían, las camionetas, la preparación que tenían los que los perseguían... pero no podía admitirlo. Tenía que hacer hasta lo imposible para evitar que los detengan. El resto del equipo iba a demorarse en alcanzarlos, por lo cual, no podían contar con su ayuda.

- Si yo fuese Shinichi, ¿Qué le contestarías?

- Que no se equivoca. – Admitió con pesar, luego de un incómodo silencio que usó para pensar qué responderle.

- Entonces, entienden que debemos pensar en un plan b.

- Ah, ¿Sí? Si tienen uno, empiecen a compartirlo. – Se quejó Jodie.

- Si es que no podemos evitar que eventualmente algo suceda, debemos al menos salvaguardar la cantidad de víctimas y ganar tiempo. Y saben muy bien a lo que me refiero.

Rei respiró muy profundo y con pesar. Miró por el espejo retrovisor a Ran, quien asomaba la cabeza por el medio de los asientos a pesar de tener el cinturón puesto. Sus ojos eran tan determinantes y expresivos, que no necesitaba preguntarle a qué se refería.

Shinichi iba a matarlo. Y si después encontraba a Ran... también iba a matarla a ella, por ofrecerse como conejilla de indias.

- Rei-kun. No hay otra forma y lo sabes.

- Por más que no quiera aceptarlo... tienes razón. Antes que nada, debemos sacar a Toyama-san del auto. – Indicó el agente.

- ¿Qué? ¿Por qué? – Preguntó la aludida.

- Kazuha-chan, todo estará bien. Pero debes quitarte el cinturón y saltar cuando te lo indiquemos. – Le explicó Aoko.

- ¿Por qué hablas como si fuese a ser la única que haga eso?

- Porque si algo nos pasa, nosotras tenemos más probabilidades de... ganar algo más de tiempo.

- ¿Qué demonios significa eso? ¡Quieren matarnos, no raptarnos para vendernos! – Le gritó con indignación.

- No lo sabemos con seguridad. Pero si es la segunda opción, entiende que teóricamente, nosotras dos estamos menos expuestas a que nos usen en el corto plazo. ¿Entiendes a qué me refiero?

- No, no… no me hagan esto. – Les imploró con lágrimas en los ojos, captando el mensaje.

- Es lógica pura. Tú tienes una relación con Heiji. Tu destino será muy distinto al de ellas dos, si las capturan. No estarás con ellas. Estarás en una maldita habitación, sola, drogada y con más de un tipo jugando con tu cuerpo. ¿Quieres eso? – Le exclamó Rei.

El rostro del agente se encontraba totalmente ensombrecido por el enojo que sentía al imaginarse la situación. Sus nudillos estaban totalmente blancos ante la falta de irrigación sanguínea por la presión que estaba ejerciendo sobre el volante.

- Toyama-san, tus amigas tienen razón. Debes hacerlo. – Confirmó Jodie, al mismo tiempo que Nakamori le desabrochaba el cinturón.

- ¡No! ¡Aoko-chan! ¡Por favor! ¿Qué les diré a Kuroba-kun y a Shinichi-kun?

- No debes decirles nada. Ellos lo entenderán. – Dijo Ran, con un tono de seguridad. – Además, Shinichi prometió buscarme, y sé muy bien que Kaito-kun hará lo mismo por Aoko-chan. Son unos hermanos muy unidos.

- Y muy cabrones e insistentes, por cierto. – Agregó Jodie.

- Furuya-kun... – Le avisó Aoko.

- Prepárate para hacerlo cuando te diga. No tendremos mucho tiempo para ejecutarlo, por lo que la inmediatez, es fundamental. Deberá ser rápido para que no se den cuenta de ello, ¿Ok? Voy a tener que derrapar el auto para que no la vean. El resto, agárrense fuerte porque es muy probable que nos choquen. ¿Entendieron?

- Sí.

- ¡No! ¡No lo haré! ¡No quiero! – Dijo la de ojos verdes con lágrimas en los ojos y sobre su rostro. Su cuerpo exudaba desesperación y desacuerdo ante la decisión general.

- Sí que lo harás. Se acabó la discusión. Y cuando lo hagas, quédate callada y escóndete. ¡No hagas que todo el esfuerzo sea en vano!

- ¡Hazlo ahora que hay pastizales! – Gritó el agente, cuando vio que empezaba otro tramo de serpenteo.

Aoko no perdió el tiempo cuando Rei puso el freno de mano. Con sus dedos tomó la manija de la puerta trasera del acompañante, y cuando pudo finalmente abrirla con un esfuerzo descomunal, debido a la fuerza en contra que le ocasionaba la maniobra de Rei, tiró a Kazuha por la misma.

Hubiera jurado que los dos dioses griegos del tiempo la estaban acompañando en ese momento.

Cronos, con su poder sobre el tiempo cronológico y el de los relojes, logró que los segundos transcurriesen lo suficientemente lento para que Aoko apreciara en alta definición, la expresión de pánico y de dolor de la del oeste. Observó como aumentaba la congestión del sistema vascular de sus párpados al circular más sangre por sus vasos sanguíneos, provocando que sus ojos verdes se rodeen de pequeñas venas rojas y se llenen de lágrimas. Detalló como su pequeña boca quedó abierta, al no haber podido reaccionar y pelear en contra de su acción. Y como sus manos quedaron supeditadas en el aire, no pudiéndose agarrar de ninguna superficie.

Jamás olvidaría ese rostro, gracias al poder del tiempo de Kairos. El dios de lo vivido. El que retiene los instantes únicos en la memoria de cada persona. Y por eso... uno de los más odiados por la humanidad.

Un estruendoso y doloroso golpe en la carrocería del auto logró traer a la del este a la actualidad. Tal cual calculó el agente, los habían chocado.

- ¡Aoko-chan! – Gritó Ran con urgencia, trayéndola hacia adentro y cerrando la puerta.

La del este se sentó en el lugar de Kazuha y rápidamente se colocó el cinturón, al igual que Ran.

Rei logró estabilizar el auto luego de que lo chocaron varias veces, y recobró el trayecto del camino, acelerando cada vez más.

- Ahí está la ruta. ¡Al fin! – Festejó Jodie.

Pero la alegría de haber llegado a ella, duró solo unos segundos. Había otra camioneta estacionada más adelante de ellos, sobre un costado.

- "¿Por qué está a un lado? ¿Por qué está estacionada y encima no tiene patente? Me podría haberme tapado el camino. Algo me huele mal."

No fue hasta que se acercó lo suficiente al rodado, que una persona salió de atrás de la misma, lanzando a la carretera una especie de cadena plana, ancha y retráctil.

Y los dos agentes que iban en la parte delantera del auto, sabían lo que era. Ellos la usaban bastante a la hora de tener que evitar la fuga de vehículos sin poner en grave peligro a los agentes de la policía y demás civiles. Pero a la rapidez que iban…

- ¡La put...!

No llegó a terminar de insultar, que los huecos y metálicos clavos de la banda, se incrustaron en los cuatro neumáticos del auto, desinflándolos instantáneamente. La trayectoria y la alta velocidad, provocaron que Rei perdiera el control total del vehículo.

Sabiendo esto, y las consecuencias que podrían ocurrir si seguía en esta dirección, el agente zigzagueó y derrapó lo más posible para disminuir la marcha, golpeó el guardarraíl del lado derecho, y volcó, trasladándose unos cuantos metros sobre el techo.

Los gritos de las mujeres, el estruendoso sonido de los vidrios estallarse en miles de pedazos y el constante chirrido de la chapa del techo contra el asfalto pavimentado, fue lo último que el rubio pudo percibir, antes de que quedara de cabeza. El impacto ocasionó que un intermitente zumbido le taladre la cabeza. El lado derecho del cuerpo le dolía, producto del golpe contra la valla de protección de la ruta. Las luces de las camionetas que se acercaron lo dejaron ciego, no pudiendo observar a ninguna de las personas que abrieron las puertas de su ahora destrozado auto.

Estaba totalmente estúpido y no podía moverse por el severo traumatismo sufrido. Sin embargo, recordaba algunas cosas, como por ejemplo, el cañón de una pistola sobre su cabeza y la visualización de unos hombres, sacando a las chicas a la fuerza.


Nueva casa alquilada como base de operaciones – Hamatia – Viernes 11.00 hs.

- Tengo la sensación de que hablaron o comentaron algo. Pero por más que lo intento, no puedo recordar más nada. Quizás Jodie cuando despierte, pueda ayudarnos con ello.

- Ahora entiendo cómo Kazuha quedó tan lastimada, y por qué se encontraba a unos cuantos metros del accidente.– Opinó Heiji, recordando el modo angustioso y lastimoso en que la encontró.

- Ran-san y Nakamori-san fueron muy astutas y valientes en pensar de esa forma. No iban a poder saltar las tres sin ser vistas. Pero, ¿Acaso Toyama-san no está bien? – Consultó el de Seguridad con preocupación, pensando que algo malo le había sucedido al tirarla del auto.

- Está despierta y está bien. Solo tiene unos golpes importantes y algunos hematomas y heridas. Nada que el tiempo no cure. Su malestar pasa más por lo mental que por lo físico. Desde ayer que le estaba costando asimilar un poco lo que vivimos y ahora con esto último, sumado a la separación de sus amigas y el cargo de culpa por haberse salvado y ellas no, volvió a entrar como en una especie de shock traumático. Cada dos por tres voy a ver cómo está, pero no elabora mucho.

- Me imagino.

- Sin embargo, cuando denotó que habíamos llegado a la escena del accidente, salió rápidamente de su escondite para decirme las patentes de dos de las camionetas antes de que se quiebre y se las olvide.

- Las cuales me imagino que ya saben de quien son.

- Adivina, adivinador. – Lo desafió Shuichi.

- ¿De Eiji Ken?

- Una sí. La otra es del Grupo Yamamoto, por lo que me juego a que el resto de los rodados están también a nombre de éste último.

- ¿El que fue a la casa del gobernador ayer? ¿El de las carpetas? – Pregunto Rei.

- Ese mismo. Hattori-kun iba a enviar el audio de la conversación de ese día, sumado a las últimas llamadas que realizó Ken-kun con su celular. Tenemos que interceptar dónde será el punto de entrega de esa supuesta venta de droga. Eso quizás nos ayude a encontrarlas también.

- ¿Alguien puede decirme que pasó después del choque? Recuerdo tener un arma en la cabeza.

- Déjanos decirte que tienes una suerte de aquellas. Y luego te molestas cuando te digo que eres un maldito gato resucitado.

- ¿A qué te refieres?

- A que un montón de granjeros salieron armados con escopetas a protegerlos cuando escucharon el estruendoso accidente y los gritos de las chicas. Uno de ellos intentó grabar lo que pasaba mientras corría. Pero la oscuridad y el movimiento no ayudó mucho a obtener una nítida imagen.

- Diablos. ¿Algo que nos ayude a identificarlos o que nos de alguna pista? ¿Alguna frase, audio o gesto?

- Nada. Solo se veía mucho forcejeo por parte de las chicas. Aparentaban estar ilesas, dado que se estaban defendiendo bastante bien a las piñas y patadas. Creo que los persecutores no esperaban a que sepan artes marciales. Más de uno recibió un cross boxeador que los dejó por un momento en el piso.

- ¿Y qué las detuvo de seguir peleando, correr o huir?

- Ustedes. – Respondió, con un tono que mostraba obviedad. – ¿Ahora recuerdas por qué tenías un cañón en la cabeza?

- Maldición.

- No los mataron de casualidad porque se armó una especie de pequeña guerra civil con la gente que vive ahí.

- No recuerdo nada de eso.

- Estabas más inconsciente que una persona en coma.

- Gracias por la divina imagen.

- Yusaku habló con algunos de ellos. ¿Algo que quieras compartir? – Le inquirió al hasta ahora callado hombre.

- No mucho. Pero como siempre, no son cosas que salgan en las noticias. Me contaron que desde hace años que están en conflicto con los Ken. Los habitantes de aquí son muy sobreprotectores de sus terrenos y están cansados de que la gobernación les aumente los impuestos o les restrinjan la comercialización de sus productos. Si no cooperas con ellos, le otorgan beneficios a la competencia para que sus bienes sean más baratos y económicos, o acuerdan con los proveedores que son vitales en la actividad de ellos para que les aumenten el precio de los insumos. Como todos esos costos se trasladan al producto, dejan de ser competitivos en el mercado y terminan no vendiéndolos. Encima, no son productos que puedas almacenar por mucho tiempo, dado que son perecederos o mercadería fresca. Por ende, te terminan ahorcando financieramente debido a que los ingresos casi nunca pueden superar el costo de la inversión inicial. – Comentó el mayor de los Kudo. – Muchos de los habitantes o familias que eran muy antiguas fueron desalojadas por no haber podido pagar las deudas fiscales. Claramente, el fin era quedarse con sus tierras, ya sea para obtener ingresos por la venta de las mismas o hasta la propia utilización del espacio como lugar de encuentro para la venta de drogas, poniendo en peligro a los lugareños.

- Es como la versión campestre de donde vive la madre de Okero Giro. – Opinó Saguru.

- Exacto. Digamos que la prefectura en sí, está en una crisis total. Vayas donde vayas.

- Ok. ¿Cómo va el tema relacionado al camión de paltas? – Consultó el rubio.

- Llegó a destino a las 20hs. Toichi junto con Yukiko, están como espías en el hotel. – Comentó Shuichi.

- ¿Hotel? ¿No era un restaurante?

- Resultó ser un restaurante, que queda dentro de un hotel.

- Yusaku, ¿Estás bien con que tu mujer haya vuelto a la prefectura?

- Está con Toichi y sé que la cuidará. Además, Yuki es muy buena para actuar... y es otra con la que tienes que tener cuidado en estos momentos. – Respondió el mayor de los Kudo.

- ¿Por qué?

- Oh, bueno... digamos que se puso en papel de... suegra sobreprotectora y no está nada feliz con los últimos acontecimientos.

- Ooookey...

- Hablando de Roma. – Dijo Saguru, llamando la atención de todos. – El papá de Heiji envió los audios al grupo.

- Hazme el favor de reproducirlo en altavoz, así no estamos todos con los celulares, haciendo eco en la comunicación. – Sugirió el del FBI.

- Mouri-san no se encuentra en los alrededores, ¿No?

Shuichi se acercó a la ventana, viendo al mismo sentado debajo de un árbol en la plazoleta de la otra cuadra. Estaba conversando con alguien, probablemente con Eri, y un cigarrillo se encontraba prendido en su boca.

- No. Aprovechemos que está bastante lejos.

El de Inglaterra tocó la pantalla de su teléfono y puso a reproducir el audio, al mismo tiempo que imaginaba como se desarrollaba la escena de los dos hombres charlando en sus cómodos sofás y tomando unos tragos de whiskey. Pero la transición de la película en su cabeza se frenó, en el momento que entendió el mensaje subliminal en cada frase que decían.

- ¡Esto no es ninguna venta de droga, estúpidos! – Exclamó a los gritos el mago.

- Cálmate, Kaito. – Dijo Shuichi, intentando acercarse a él. Hacía rato que no lo veía tan repentinamente descontrolado a nivel emocional.

- ¡¿Cómo mierda quieres que me calme?!

- Oye, sabemos y entendemos tu enojo. Pero esto no va a ayudar a encontrarlas. Concen...

- Vete a la mierda, Saguru.

- Kaito. – Lo llamó fríamente Shinichi, quien yacía con los ojos concentrados en la pantalla de su celular.

- ¡¿Qué?!

El detective giró su rostro hacia él, y el mago se calló al verlo, no necesitando más palabras por parte de él para tranquilizarlo. Kaito esquivó su mirada a los segundos, y empezó a caminar de un lado al otro, mientras resoplaba para calmarse.

- "O sea que tú tampoco le puedes mantener la vista. Ahora me siento mejor al no ser el único."– Pensaba el de Osaka, al verlos por el teléfono. – "Como me alegra no estar ahí. Pobre Saguru."

- Iré a hablar con Mouri-kun. – Dictaminó el detective del este, guardándose su teléfono en el bolsillo del pantalón.

- Shinichi, ¿Te encuentras bien? – Consultó un preocupado Yusaku, al verlo tan estoico y frío.

- ¿Recuerdas la canción del año del pedo que nos hizo escuchar mamá?

- ¿Cuál de todas? – Comentó irónicamente.

- I don't want to set the world on fire.

- Es una hermosa canción. – Dijo el padre, no pudiendo evitar que un deje de felicidad lo inunde al enterarse de su positivismo, ante la crítica situación.

- Sí... – Respondió con una cara de puro sarcasmo y una sonrisa absolutamente falsa. – ... lástima que quiero hacer todo lo contrario al título de la misma.

El gesto de alegría que se hace curvando la boca hacia arriba, se esfumó del rostro de Yusaku en cuestión de segundos cuando los ojos de su hijo se volvieron totalmente azulados y oscuros. Tampoco ayudó que desaparezca la falsa sonrisa que vestía, para dejar lugar a unos labios llenos de tensión, los cuales solamente expresaban el vano intento de contención o disimulo de la ira que sentía.

- Debido al traumatismo que tiene Rei, los analgésicos que le dieron y la cara de confusión que tiene, sé que no está pudiendo seguir el ritmo. Si se lo quieren explicar en detalle, déjenme que salga y tome aire... o les juro que romperé todo lo que se encuentre a mi alcance. – Admitió, yéndose de la habitación.

- Lo acompañaré. – Dijo Kaito, cuando lo vio salir del cuarto.

Que… atmósfera incómoda quedó supeditada en el ambiente cuando el grupo se quedó sin ellos dos.

- Shit.

Pero por más que Yusaku lo haya susurrado, el resto del equipo que lo rodeaba pudo escucharlo.

- Bueno. Al menos creo que nos quedó bien claro de que está enojado. – Dijo Heiji, para alivianar el silencio sepulcral.

- Si ya está así, no me quiero imaginar lo que es estando furioso. – Opinó Saguru.

- Cuando Steve dice algo, háganle caso. – Aclaró el del FBI.

- ¿Qué hago? ¿Los sigo?

- No. Dales un tiempo a que se enfríen. Eso nos da un momento a nosotros para relajarnos. Volviendo al caso, Rei, pasaremos a describirte la situación.

Y el de Inglaterra puso a reproducir el audio una vez más.

- "Tengo un interesado que quiere adquirir ciertos productos"

- "¿Con servicio o sin servicio?"

- "Con servicio."

- Presta atención. – Dijo, colocándole pausa a la conversación. – Están diferenciando lo que es un producto de un trabajo. Si fuese una venta de droga, sería sin servicio, dado que es mercancía o un objeto.

- Les está pidiendo mujeres.– Dedujo el internado.

- Exacto.

- Ya veo por donde va esto y no me gusta nada.

El de ojos marrones apretó el símbolo con forma de triángulo para seguir con el audio.

- "¿Para las vacaciones o para fines laborales?"

- "Vacaciones."

- "Excelente. ¿Algún requisito en particular?"

- "Lo de siempre. Que sea... espirituosa."

- "Qué gustos interesantes. ¿Cantidad de valijas?"

- "A confirmar. Pero me parece que dos serían suficientes."

- ¿Qué es lo que sientes cuando vas de vacaciones?

- ... placer. – Respondió con disgusto.

- Exacto. Si hubiese dicho fines laborales, sería para... explotación. Claramente, quieren a dos personas que sean despiertas y reactivas para divertirse. La primera parte de lo que viene a continuación, sí que no tengo idea. – Admitió el agente.

- "¿Te dejó alguna referencia para la entrega?"

- "Terremoto de 1966."

- "¿Nivel de pureza? Me imagino que por su historial de compra, quiere que sea al 100%, ¿No?"

- "Correcto."

- "Ok. No creo que sea un problema, pero tengo que ver qué es lo que tengo en stock."

- "Vas a tener uno."

- "¿Y sería?"

- "Expectación del chiche nuevo."

- "Oh, tenemos un serio problema de ansiedad. Veré el inventario, y si no, seguro que puedo hacer algo al respecto."

- Rei, ¿Tengo que explicarte algo más que no sea referido al movimiento sísmico?

- No. Ahora entiendo por qué los chicos se tuvieron que ir. Claramente querían mujeres vírgenes y para el día de ayer.

- Lo que no nos deja mucho tiempo para accionar, dado que ya las tienen en su poder. No sé por dónde empezar. – Admitió el del FBI.

- Por más que mande a aumentar los controles en los aeropuertos y puertos, si no hemos detectado su operatoria hasta el momento, no lo haremos. Por ende, debemos encontrarlas antes de que las transporten.

- Resultados de países con terremotos en 1966: Estados Unidos, Turquía y Chile. – Dijo el de Inglaterra, viendo su teléfono. – O sea, las quieren fuera del país.

- Pero es extraño... ¿Tan lejos? ¿Se van a arriesgar tanto por una actividad que es secundaria? Mínimamente hay ocho mil kilómetros entre Japón y esos países. – Agregó Heiji. – Algo no me cuadra.

- No creo que se animen a salir del continente. Además, algunos de los países que mencionaron tienen fuertes políticas contra el trato de personas. – Comentó Furuya.

- El que tengan políticas no significa que no ocurra. – Le aseguró Shuichi.

- Sí, pero las probabilidades son menores. Quieras o no, un mínimo de control te acompleja más la ejecución de un plan ilegal.

- Bien. Entonces, ¿Qué tal si primero probamos con los países que tienen mayor tráfico de personas en Asia? – Preguntó Saguru, fijándose en su notebook. – Veamos... este no, este tampoco, este no tuvo terremotos en el año que indicaron...

- Alto. – Indico el mayor de los Kudo, señalando en la pantalla uno de los lugares que le llamó la atención. – Este.

- ¿Tashkent?

- ¿Dónde diablos queda eso? – Consultó Shuichi.

- En Uzbekistán, Asia Central. – Aclaró el hombre mayor, buscando algo en su teléfono.

- ¿Por qué no me aparece en el listado de terremotos? – Indagó Saguru.

- Porque me parece que solo están listándote los que fueron mayores a 6.1 en la escala de Richter o si fue menor, los que tuvieron gran cantidad de víctimas. En el caso de este país, por lo que leo en las noticias, fue una sucesión de varios temblores a lo largo del año 1966 que provocaron grandes daños a las construcciones. No fue el sismo en sí lo que terminó dando como resultado, un gran número de víctimas. Sino, el derrumbamiento de los edificios por no contar con los materiales adecuados para su construcción, y la propagación de graves enfermedades e infecciones al tener que desviar el agua y el alcantarillado para que la gente pueda vivir en la calle.

- ¿Y en qué nivel está con respecto a las políticas sobre el tráfico de personas? – Preguntó Shuichi.

- ... está en rojo y catalogado como uno de los más peligrosos en ese sentido. – Confirmó Hakuba.

- ¿Distancia?

- Seis mil kilómetros.

- Es un poco más lógico y menos riesgoso. Ok, punto número dos: tienen que salir por aguas abiertas sí o sí, por lo que ya habíamos analizado días atrás cuando volvimos de nuestra excursión del campamento.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Sabes lo complicado que es detectar esto? Coimas de por medio, pueden hacerlo por debajo del agua, a través de algún puerto, dentro de contenedores, pasando por la aduana... Necesito más información. – Pensó el de Seguridad.

- Ok. Mientras trabajamos para disminuir el alcance, quiero que me consigas un listado de todos los puertos, puertitos, y hasta el muelle más pedorro y chico que existe en Hamatia. Quiero saber si podes salir en lancha, canoa o hasta con un maldito flota flota entre las piernas.

- Kazami me va a querer tanto.– Dijo irónicamente.

- Dejen de ser tacaños y páguenle las horas extras que se merece.

- Bue. Tercero: sabemos que está metida la policía de la prefectura. Son los únicos que están habilitados a usar las bandas con clavos.

- Pueden haberlas conseguido en el mercado negro.

- Es verdad. Pero si no son policías, al menos sabemos que son gente que tuvo entrenamiento militar.

- No quiero aumentar tu ego, maldito. Pero tengo que admitir que, si pudieron contra tus habilidades para manejar, es porque formaron parte de algún organismo defensivo.

- Rei, ¿Tienes idea de las edades aproximadas de los que te atacaron? – Consultó Yusaku.

- Variado. Pero entre 30 y 40 años. Algunos nos dispararon, por lo que tuvieron que bajar las ventanas. Si bien muchos de ellos tenían capucha, algunos no llevaban protección facial. Recuerdo algunos rostros, sobre todo los de los conductores. Puedo describírselos a alguien de arte forense en la Policía Científica, para luego contrastarlo con la base de datos.

- Hazlo. Quizás salte algún nombre que nos ayude a localizarlos.

- Cuarto...– Agregó Heiji, llamando la atención de todos. – Tenemos una fuga de información y tenemos que encontrarla.

- ¿Fuga?

- Nos siguieron el rastro. Supieron dónde estábamos. ¿En dónde fallamos? Tuvimos todas las precauciones en cuenta.

- Tienes razón. Pueden volver a identificarnos y anticipar nuestros pasos si seguimos cometiendo el mismo error. – Comentó Saguru.

- Déjame ver. Modificamos permanentemente los destinos, eliminamos toda la data del teléfono y de la notebook de Heiji, borramos las huellas y toda evidencia de la vieja casa de seguridad, cambiamos diariamente los autos rentados... – Enumeró el del FBI. – Es imposible que nos siguieran o localicen, si hasta cambiamos las patentes...

Heiji en ese momento, se golpeó la frente. El doloroso chasquido hizo que todos lo vean a través del teléfono.

- ¡Qué pelotudo que soy!

- ¿Qué pasó? – Preguntó un alarmado detective de ojos marrones.

- Las patentes.

- Pero las camb… ¡Oh!

- Exacto. Cambiamos la del auto de Shinichi... pero no la de mi moto. Y yo estuve en el hotel donde me cagaron a tiros, en la antigua casa de seguridad, en la casa de los maizales, en el alojamiento de ayer, en la última casa de seguridad... ¡La puta madre! ¡No puede ser que no me haya percatado de eso! ¡Qué boludo! – Se recriminó con furia.

- Heiji, ninguno de nosotros pensó en eso. Ni Shinichi, ni Kaito, pensaron en eso tampoco. A todos se nos pasó. Sabes lo difícil que es tener el control de todo cuando somos muchos, estamos todos emocionalmente involucrados, y encima, cansados como lo estamos. – Lo calmó Shuichi.

– Shinichi me va matar cuando lo sepa.

- Relájate, que no se enojará contigo. – Le aseguró Yusaku. – En estos momentos, no necesita que te sientas abatido por ello. Lo que sí necesita, es la ayuda de sus amigos para encontrar a Ran-san. Así que, todos a trabajar y a dar lo mejor. Tenemos que encontrar a dos personas que nos importan mucho.

El del oeste simplemente asintió con la cabeza.

- Ustedes tienen mi moto. Así que, que alguno la deje en el estacionamiento de algún shopping. Si es bajo tierra, mejor.

- Lo haremos. Por cierto, Rei, necesito otro favor. Te explotaré, ya que estarás ahí por un buen rato. – Dijo Akai.

- ¿Qué necesitas?

- ¿Tienes forma de acceder a los logs de acceso de los controladores de tráfico de la Prefectura?

- Escapa a mi conocimiento. Pero puedo pedirle a la gente de sistemas que me consigan esa información. No te preocupes, te conseguiré los nombres y apellidos de los policías que ayudaron a estos hijos de puta.

- Finalmente, alguien se está despertando.

- Espera que me den el alta y ya verán hasta donde soy capaz de llegar.


Exterior de la casa alquilada como base de operaciones – Hamatia – Viernes 11.20 hs.

Shinichi salió de la casa, escuchando los pasos de Kaito a unos metros atrás suyo. Imaginaba que al igual que él, no iba a poder escuchar ese audio otra vez.

- "Que difícil que se me está haciendo mantener la cabeza fría con todo esto. No saber qué le pueden estar haciendo, si la están tocando, si la..."

Sus manos se cerraron fuertemente en forma de puños. La pared de ladrillo rojo que tenía a un costado, le estaba resultando bastante tentadora para golpearla. Sin embargo, descartó la idea al saber que se iba a romper la mano y que lamentablemente en vez de ayudar, iba a empeorar más las cosas.

Tenía un nudo en la garganta. Tenía ganas de romper algo solamente para liberarse un poco... y por sobre todas las cosas, tenía unos malditos deseos de agarrar una enorme ametralladora y empezar a buscarlos uno por uno. Los pondría en fila, uno atrás del otro, y vaciaría el cartucho hasta que no quede ni una sola bala.

Frenó su caminata, cerró los ojos y respiró muy profundo y sonoramente.

-"Pensar así no me va a servir en nada."

Luego, exhaló de una sola vez todo el aire que había contenido en sus pulmones, y siguió caminando hasta encontrar la figura de Kogoro. Se encontraba abatido, viendo fijamente el celular y con los ojos absolutamente rojos. Denotó como una tremenda cantidad de colillas de cigarrillos se encontraban a sus pies. Sin importarle las mismas, se sentó en el cantero de piedra bajo el árbol, hasta quedar a su lado.

- Recién corté con Eri. Estaba... alteradísima, y era de esperarse. – Empezó a relatarle con voz quebrada después de unos segundos, aunque Shinichi no le dijo ni una sola palabra.

Ambos observaban como Kaito se iba hacia otro lado de la plazoleta con los auriculares inalámbricos puestos, probablemente para dejarles espacio. Aparentemente, estaba bastante concentrado con algo que le llegó a su teléfono.

- Sabes, recuerdo este día como si hubiera sido ayer. – Le comentó el viejo detective, alcanzándole el teléfono para que vea la fotografía que no podía dejar de apreciar. – Nos levantamos temprano un sábado, con ganas de escaparnos un poco de la ciudad. Rentamos un auto, agarramos las mochilas y las llenamos con algunas cosas de casa. Pasamos por un supermercado a comprar lo que faltaba, y manejamos por una hora y media, yendo a las afueras de Tokio.

- ¿Dónde queda esto? – Preguntó, aumentando el zoom para ver el escenario de atrás.

- Se llama Parque Korime. Menos mal que las mujeres controlan mi vida y me obligaron a dejar la bebida, fumar y hacer ejercicio. Bueno... – Exclamó al ver el paquete en sus manos. – ... en estos momentos me agarró una fuerte recaída. Pero había logrado dejarlo.

- Quedará entre nosotros.

Kogoro sonrió levemente ante su conspiración.

- Me hicieron subir un millón de escaleras y me llevaron de acá para allá. Si sacaron cuatrocientas fotos ese día, es poco decir. Sin embargo, de todas ellas, la que más me gustó fue esa que estás viendo.

- Se ven naturales.

- Por eso me gusta. Ran y Eri se estaban abrazando, intentando sacar la foto perfecta mientras el Sol se desvanecía en el horizonte, sin darse cuenta de que ese momento que estaban viviendo, ya era perfecto por sí solo. Sus rostros iluminados, la curvatura de sus labios, el sonido de sus risas y los comentarios al descartar las fotos que consideraban que eran horribles, todo eso las hacían brillar más que la propia luz de la bola de fuego que se extinguía atrás de ellas.

Shinichi no podía evitar sonreír tristemente al ver dicha imagen. Se imaginó la escena como si hubiera estado presente.

- Y todo eso desapareció en un segundo. – Dijo, mientras un par de gotas saladas salían de sus ojos. – No quiero ser malditamente negativo con todo esto, pero no puedo evitarlo. La incertidumbre de no saber dónde está mi pequeña princesa me está volviendo loco, Shinichi-kun. No sé cómo está, qué pasó con ella, qué le hicieron o con quién está. – Se desquitó, frotando sus mejillas. – No pude ni pasar un cuarto de día con Ran, después de no verla por diez días. Podría haberle dicho tantas cosas y no tuve la oportunidad.

- Antes que nada, no hables como si no fueses a verla otra vez.

Kogoro lo miró con gran aflicción, al saber que generalmente las probabilidades de encontrar a una persona en estos casos, son extremadamente bajas. Vamos. Él trabajó en la policía por muchos años, y también como detective. Le han pedido un sin fin de veces que encuentre a personas desaparecidas. Los números, cálculos y experiencias no favorecían en nada a lo que el mocoso le decía.

- Además, Ran no necesitaba que le digas nada. Ella sabe muy bien lo mucho que tú y Kisaki-san la aman. No ha parado de hablarme de ustedes dos y de lo feliz que está con que Kisaki-san haya vuelto a vivir con ustedes. Es gracias a ese cariño que le otorgaron y a esa fortaleza que le enseñaron, que luchará para no dejarse vencer. Créeme. Estoy seguro de que más de uno de esos tipos, la va a parir. Lo mínimo que espero de ella es que le haya propinado a alguno, una muy buena patada en los huevos.

- Odio que seas tan optimista. – Comentó, luego de intentar reírse un poco, aunque no lo logró.

- No es ser optimista. Le hice la promesa de que si nos separábamos, iba a ir a buscarla. Y ella me prometió que iba a hacer todo lo posible para aguantar. Yo no pienso faltar a mi palabra, y espero que Ran tampoco. Si no... me encargaré de matarla cuando la encuentre. Siempre y cuando tenga antes tu permiso.

- Permiso concedido desde este momento.

- Excelente. Me encanta que estemos de acuerdo en algo desde el principio.

Kogoro se lo quedó mirando por un buen momento, dado que solo pudo verlo poco tiempo el día que había aterrizado en Japón y en el día de ayer.

Y sí que había cambiado…

- Y tú... ¿Cómo te sientes con todo esto?

- ¿Por dónde quieres que empiece? ¿Extremadamente furioso? ¿Preocupado por las mismas razones que tú? ¿Sencillamente hecho mierda? Elige el adjetivo que más te guste.

El hombre de ojos negros sabía que le iba a hacer la pregunta más estúpida del universo. Pero quería confirmarlo.

- ¿Por qué? ¿Por qué te empecinaste tanto en venir a por ella?

- ¿En serio me estás preguntando algo tan tonto?

- Shinichi-kun, desapareciste de la faz de la tierra por dos años.

- Ah, veo que no te contaron nada.

- ¿Quieres saber el por qué no se nada? O con quien hablaba no era la persona indicada para contármelo, o no era el lugar o el tiempo correcto, o era una historia muy larga... Opta por la excusa que quieras.

- Todas tienen algo de cierto en algún punto. ¿Te sirve de algo que te lo cuente ahora?

- ¿Se lo contaste a ella?

- Sí.

- ¿Lo aceptó?

- "¿Yyyyy que quieres que te diga? Quiero creer que si me dejó besarla de la forma en que lo hice, y encima se me prendió como un koala... voy a deducir de que sí. ¡Ja! Llego a decirle eso y me colgará de las pelotas en el primer puente que encuentre." – Pensaba con diversión, después de haber estado decaído por horas. – Sí, hablamos del tema. Sé lo que le pasó a ella también.

- Ok.

- ¿Ya está? ¿Vas a dejar el tema ahí?

- ¿Qué otra cosa quieres que haga?

- ...

- La sigues amando, ¿No?

- Nunca dejé de hacerlo.

El viejo detective sonrió al oír la seguridad en su tono de voz.

- En otra época te hubieras puesto rojo como un cardenal si te hacía esa pregunta.

- ¿Eso es bueno o malo? – Consultó, alzando una ceja.

- No sabría decirte. Fue una simple observación.

- ...

- Igualmente, te seguiré odiando, maldito enano crecido. No creas que me he olvidado de la cantidad de veces que me pusiste a dormir.

- Si ni te dabas cuenta, Mouri-kun.

Kogoro volteó a verlo. Estaba a punto de agarrarlo por el cuello y empezar a zarandearlo hasta que su cabeza ruede.

- Solo me estoy conteniendo porque te necesito para encontrar a Ran. Pero mejor que sepas, que tú serás el próximo en mi lista. Primero nos encargaremos de estos sujetos. Luego, me ocuparé del que se quiere llevar a mi nena.

- Vamos, futuro suegro. Pórtese bien con su futuro yerno. – Comentó con gracia, levantándose.

- Te ahorcaré en tres, dos...

- Vayamos a la ciudad. – Anunció repentinamente, cambiando el curso de la conversación.

- ¿Qué? ¿Te volviste loco?

- No. ¡Kaito, ven! ¡Nos vamos! Mientras vamos por el auto, te contaré lo que quieres saber.


Hotel Kohny – Hamatia – Viernes 12.40 hs.

- Buenos días, ¿En qué podemos ayudarlos? – Consultó la recepcionista del hotel, mientras hacía una reverencia.

- Buenos días. Quisiéramos saber si existe la posibilidad de almorzar en el restaurante. Me lo han recomendado unos viejos amigos por ser excelente.

- Me alegra que lo hayan valorado de esa manera. Pero lamentablemente, cubrimos todas las reservas del día de hoy, tanto del mediodía como de la noche.

- Que mala suerte. ¿Y cuál sería el horario de atención? Quizás podamos venir otro día. – Consultó Toichi.

- El horario es de 12 a 14 horas y de 18 a 20 horas. ¿Desean que les tome una reserva para otro día? Recuerden que al ser feriado estos días, se dificulta un poco más la posibilidad.

- Le agradezco. Pero como usted dice, al ser festivo, quiero primero confirmar con nuestros amigos a ver si acceden a venir. Yo no creo que se nieguen. Pero por si las dudas prefiero esperar su validación. No quiero causarles problemas a ustedes, reservando lugares que quizás no se ocupen.

- No hay problema, señor. Si tiene cualquier consulta, pueden llamarnos. Nuestro teléfono aparece en el sitio web y en las redes sociales.

- Lo tendré en cuenta, muchas gracias. Hasta luego.

- Hasta luego. Gracias por venir.

Toichi salió junto con Yukiko a la calle, la cual estaba siendo reparada. El ruido del taladro sobre el duro cemento y los gritos de los obreros, no permitían mantener una adecuada conversación. Así que, decidieron alejarse unas cuadras antes de empezar a intercambiar comentarios.

- ¿Y ahora qué? – Preguntó la mujer.

- Necesito altura para terminar de ver los alrededores.

- Estamos rodeados de edificios. Por ende, no sé qué tanto vas a poder ver convirtiéndote en un pajarito blanco y sin llamar la atención.

- Muy graciosa.

La actriz sacó su teléfono para buscar en el navegador, y al desbloquearlo, algo le llamó la atención al mago.

- ¿Y esa foto? – Preguntó con curiosidad.

- ¿La del fondo de pantalla? Son los hombres de mi vida. – Exclamó riéndose, entregándole el dispositivo.

En la pantalla se apreciaba una imagen de ella en el medio y abrazada por atrás por Yusaku, junto a Shinichi y a Kaito a los costados. Este último era el que había sacado la foto, dado que se encontraba con el brazo estirado para sostener el celular y sacar la selfie. Se encontraban en la playa, y evidentemente, era de tarde por la mezcla de colores anaranjados y amarillentos del escenario que los rodeaba.

- Por la vestimenta que llevan y la falta de mallas, estimo que salieron a caminar.

- Solemos ir casi todos los fines de semana cuando ya empieza a bajar el Sol. Entre los entrenamientos y actividades de ellos, y el trabajo de Yusaku, no es mucho el tiempo que nos vemos durante la semana. Así que en lo posible, hacemos alguna actividad grupal en los días de descanso de todos.

- Salió sonriendo. Se le nota mucho más al tener los anteojos puestos. – Apreció con nostalgia el hombre, al ver a su hijo. – Allá es… ¿Feliz?

- Creo que es una pregunta que deberías hacerle a él, ¿No te parece?

- …

- Pero sí te puedo asegurar que los extraña. ¿No notaste que últimamente se comunica más seguido con ustedes?

- Sí. Es verdad. – Confirmó, mientras recordaba la gran cantidad de mensajes que intercambiaron antes de que Kaito vuelva a Japón.

- Es un gran chico. En cualquier momento les pido los papeles de adopción.

- ¡Ey! Pero que ni se te ocurra.

- Ohhh, pero es tan lindo ver a los dos hermanitos juntos.

- Algún día se nos chiflará el moño con Chikage, e iremos hacia allá solamente para secuestrarlo y traerlo de vuelta.

- Alguien claramente lo extraña.

- Noooo. Te parece. – Ironizó el viejo mago.

- Se les hizo difícil, ¿No? Yo no vi a Shinichi por un año y ya estaba desesperada.

- Multiplica eso por diez. Es más, súmale dos años más a esa cuenta.

- Ni loca. No quiero ni imaginarlo.

- Básicamente, me perdí toda su vida. – Le declaró con angustia, al mismo tiempo que le devolvía el teléfono.

- Recién lleva un quinto de ella. Tienes 80 años para dar vuelta el resultado y pasar la mayor parte de su vida con él.

- ...

- ...

- Nunca lo había pensado de esa forma. Aunque debo decirte que tu esperanza de vida es 20 años mayor a la que indica el Ministerio de Trabajo, Salud y Bienestar. – Le criticó con gracia, para ponerle un poco más de chispa a la seria conversación que se había armado.

- Los médicos le dieron menos de seis meses de vida a mi hijo, y aquí está. Vivito y coleando como una lagartija. ¡Al diablo los números y las estadísticas! ¡No funcionan con ellos!

El mago no pudo evitar reírse a carcajadas con los comentarios de su ex alumna y gran amiga.

- ¿Sabes? Deberían venir a quedarse con nosotros algún tiempo. Siempre serán bienvenidos en casa y tenemos lugar de sobra. Yo creo que le haría bien a Kaito, pero confírmenlo con Shuichi cuando esto termine.

- La gran incógnita: cómo terminará esto. De todos los escenarios, me estoy preparando siempre para el peor.

- Qué negativo.

- Preventivo. Y si algo te puedo asegurar, es que pase lo que pase, sea bueno o malo, no me pienso despegar de él esta vez. Ya bastante me costó venir acá y no quedarme con ellos.

Toichi la miró de soslayo, observando que su mirada estaba perdida y se estaba mordiendo la uña del dedo pulgar derecho. Una acción poco común en ella y que daba a entender que se encontraba nerviosa y preocupada.

- Sé cómo te sientes porque también quisiera estar con Shinichi. Pero por más que queramos estar con nuestros hijos en este difícil momento, creo que les seremos de más utilidad estando acá y averiguando lo que podamos, a que estar encerrados con ellos preguntándoles cada tres segundos cómo están. – Le dijo la actriz en un serio tono.

Simplemente asintió, no sabiendo muy bien cómo o qué responderle.

- Si es que no tienen un grupo de hombres armado en los mensajes, créenlo. Les recomiendo que le pongan el nombre: "Los excesivamente proteccionistas."

- Lo pensaré. No es mala idea y me gusta como suena.

Yukiko sonrió mientras colocaba la palabra "mirador" en los mapas, apareciendo algunos resultados cercanos.

- Fíjate cual te sirve más. – Le dijo, alcanzándole el teléfono.

- Este sería ideal. – Dijo, marcando el punto con el dedo y empezando a caminar.

- ¿Qué te pareció el restaurante?

- Demasiado... extravagante a mi gusto. Prefiero algo más simple, como un buen lugar de Ramen.

- ¡No me refería a eso! – Le recriminó.

- Veamos, son quince metros desde la entrada del hotel hasta la entrada del lugar. Hay un guardia de seguridad bastante morrudo para acceder y cuatro más adentro. La estructura del lugar no es adecuada para grandes sobresaltos, dado que las paredes son relativamente bajas y están adornadas con maderas, las cuales no permitirían un buen agarre a la misma. El ambiente tampoco es grande, no permitiendo el desarrollo de mucha movilidad desde adentro, ni aunque tirase humo.

- ¿Pudiste analizar todo eso en tan poco tiempo?

- Pues a eso me dedico. A ver los detalles para encontrar oportunidades.

- ¿Encontraste alguna en todo ese detallismo hasta ahora negativo?

- Hay tres entradas: una para el personal y dos para la clientela. La que nos importa es la del personal, que es por huella dactilar y se encuentra por atrás del hotel.

- Nada bueno por el momento.

- Yo no diría eso. Hasta Kaito se ha infiltrado en un edificio lleno de policías. Un restaurante narco será algo mucho más sencillo.

- Agrega algo más al nombre del grupo: "Los excesivamente proteccionistas, irónicos y locos de remate de Japón."

- No creo que la cantidad de caracteres lo permita. Pero me gusta cada vez más.

Yukiko rodó los ojos mientras subían el ascensor. Notó que el décimo quinto piso se encontraba marcado por otra persona. Cuando la campanilla sonó, se bajaron, para encontrar el espacio relativamente concurrido.

- Cuanta gente.

- Mejor para nosotros.

- No con este calor. No solo hay que soportar el natural, sino también el humano. Ah, mira, mira. – Le exclamó a Toichi, tomándolo de un brazo y arrastrándolo hasta uno de telescopios de columna para miradores que se encontraban enfrente de los grandes ventanales.

- ¿Qué querías mostrarme con tanta urgencia?

- No lo sé. Simplemente se desocupó y quería aprovecharlo para ver si se te ocurría algo.

- Eres una excelente actriz. Sin embargo, los nervios y la ansiedad te están delatando, querida vieja amiga. – Le dijo, observando por el instrumento óptico.

- Llegas a decirme vieja de vuelta y te juro que destrozo el vidrio de la ventana y te tiro por ella.

- Que manera de tratar a lo que fue tu maestro en una época.

- Cállate. ¿Cómo haremos para entrar, Toichi?

- Yo me encargo de eso. Pero necesito ir a un bazar o una tienda de camping. – Le explicó, mientras veía el mapa en su celular, y buscaba el negocio que le quedaba más cerca.

- ¿Qué? ¿Para qué? – Preguntó una muy confusa Yukiko.

- Ya verás. Mientras yo me encargo de eso, necesito que me compres algo en… el lugar que te compartiré. También te enviaré la foto de la ropa.

Solo bastó esperar un par de segundos para que dichos mensajes apareciesen en el teléfono de la mujer. Cuando los abrió, se sorprendió por un instante.

- Ok. Ya entendí tu plan. Déjame ver… – Y dio dos vueltas a su alrededor, mirándolo de arriba a abajo. – ¿Talle L?

- Sí. Pero, ¿Tenías que mirarme tanto para eso? ¿Por qué no me preguntaste directamente?

- Déjame hacer mi tarea un poco más divertida. ¿Cuánto calzas?

- ¿Tu ojo biónico no sirve para medir calzado?

- Eres igual de sarcástico que tu hijo. – Dijo, rodando los ojos.

- 45.

- Bien. Nos vemos en 20 minutos en la entrada a los baños del patio de comidas de este Shopping. – Le informó, señalándole el lugar en su teléfono.

Y fue así que la actriz se separó de lo que en algún momento fue su maestro en disfraces.

Por suerte, el negocio al que tenía que ir no quedaba muy lejos. Estaba acostumbrada al Sol en California, pero siempre evitaba las horas de mayor exposición. O sea, ¡La de ahora!

- ¡Qué calor! Por favor. – Se quejó, mirando la temperatura en su celular. – Treinta y nueve grados y no tiene la más mínima intención de llover en el corto plazo. ¡Hermoso!

Sus pasos seguían un ritmo estable y siempre estaban en la búsqueda de las lonas de los negocios o de los altos edificios, cosa de obtener la mayor sombra posible sobre su cabeza. Las gotas de transpiración rodaban por su cuello y las raíces de su largo pelo se encontraban mojadas.

- "Al menos la caminata ayudó a despejarme un poco la cabeza. Todo esto se convirtió en realmente un gran lío. No puedo creer que lograron llevarse a las chicas. Era lo único que le faltaba a Shin-chan. Solo espero que salga todo bien porque si no… no habrá nada, ni nadie, que logre sacarlo a flote esta tan solo pensar que podemos volver a foja cero me está lentamente aniquilando. No quiero revivir todo de nuevo. Ver cómo día a día pierde peso y las ganas de vivir. Mirar sus ojos y encontrarlos vacíos y sin sentido. Escuchar como soporta el dolor de su corazón..."

- "¡Basta, Yukiko! Deja de pensar en este modo tan pesimista o terminarás en recaída emocional nuevamente. Tienes trabajo qué hacer y debes ayudar a rescatarlas. Encontrarlas es lo único que equilibrará toda esta situación."

Llegó al local, cuyas vidrieras tenían escritas las palabras "ropa de trabajo" en amarillo. Entró y un pequeño timbre sonó al cruzar sus puertas. Cuando giró su cabeza hacia el lado izquierdo, se dio cuenta de la presencia del pequeño sensor de movimiento que anunciaba las visitas.

Una mujer de avanzada edad y con el pelo canoso se acercó al mostrador para atenderla. Vestía un holgado vestido blanco con flores, y un abanico se encontraba en su mano.

- Buenos días, señora. ¿En qué puedo ayudarla?

- Buenos días. Estaba buscando un mono de trabajo de construcción para mi esposo.

- ¿En qué talle?

- L, por favor.

- ¿Lo prefiere ancho o con elástico?

- Con elástico. – "Estimo que es la mejor opción para darle mayor movilidad. Al menos, es el estilo que más usa Kaito."

-¿Azul o negro?

- Mmm. ¿Cuál es el que más se usa?

- Generalmente el azul. El negro es un poco más peligroso para vestir en las noches, y además, con este calor, nadie lo usa mucho. Sin embargo, algunas empresas lo siguen utilizando.

- No, no. Prefiero que llegue vivo y sano a casa, por favor. Me llevaré el azul.

- ¿Necesita guantes de protección?

- Sí. Y también la gorra, por favor. El Sol terminará de rostizarlo si sigue usando el que tiene, el cual está gastadísimo.

- Debe cuidarse mucho y más con estos días. ¿Necesita algo más?

- Botas talle 45, y eso será todo. Muchas gracias.

- Su rostro me suena conocido. – Indicó la vendedora, mientras sacaba de un mueble una muda de ropa cerrada en bolsa de plástico, y la dejaba sobre el mostrador junto a las protecciones y el calzado.

- Todo el mundo me dice que me parezco a la actriz. Pero no estoy justamente casada con un famoso novelista. – Dijo con gracia, dándole suaves palmaditas a la nueva ropa.

- Claro que no. – Le contestó, riéndose. – Pero es verdad que se le parece mucho. Quizás podría hacer de su doble.

- No sería mala idea. Lástima que soy pésima actuando.

- Todo se aprende, querida.

Una vez que pagó y se despidió de la tan agradable señora, emprendió el camino hacia el shopping, el cual quedaba a diez cuadras de distancia.

El decir que llegó como una sopa, fue poco. Pero si hay algo que realmente agradeció, fue que los aires acondicionados estaban encendidos, logrando una gran cámara frigorífica.

¡Ah, cómo le gustaban las compras! Ver las vidrieras y la ropa de moda. Sentir las fragancias de los locales de perfumería. Mirar las jugueterías y la ropa de bebé, e imaginarse lo que sería tener nietos y malcriarlos.

- ¡Definitivamente hay que encontrar a Ran-chan cuanto antes!

El aroma a comida inundaba sus fosas nasales cuando accedió al patio de comidas. La mezcla del olor a pizza, hamburguesa y la típica comida japonesa, estaban produciendo quejas en su estómago, el cual yacía vacío desde hace más de doce horas.

- "Perdón pancita. Pero no tenemos tiempo de parar y menos con todo lo que está sucediendo. El tiempo es vital." – Pensaba, mientras balanceaba la bolsa de papel de la compra con su mano izquierda.

- "Bien. Baños a la derecha." – Se hablaba internamente, al leer el cartel indicador.

Las instalaciones se encontraban entre el patio de comidas y la salida de los cines, por lo que la circulación de gente era bastante elevada. Aun así, pudo fácilmente distinguir a Toichi, quien venía de frente a ella. Solo bastó que el mago tome la bolsa, y que ella la suelte al mismo tiempo, para hacer el intercambio.

Toichi ingresó al baño de caballeros y se metió en un cubículo para cambiarse. Sacó rápidamente la etiqueta de la ropa nueva y dobló la que tenía puesta dentro de la bolsa. Luego, se colocó el traje de operario y sacó su maquillaje para hacer un poco más oscura la piel de su rostro y cuello. ¡Y obviamente, no podían faltar los accesorios! Una barba ovalada y relativamente tupida, combinados con unas cejas más gruesas que las suyas, se adhirieron a su cara.

- Guantes, botas, gorro, termo blanco, nota escrita… y estamos listos. Empieza la acción.

Salió del baño y caminó por los largos pasillos. Cuando dio la vuelta a una columna, disimuladamente dejó la bolsa con la ropa para que Yukiko la tomara. Egresó del shopping y ahora vestido de obrero, se dirigió a la reparación del asfalto.

Solo bastó con suplantar a la persona, que mágicamente había perdido el conocimiento hace unos veinte minutos en un oscuro callejón, ensuciarse un poco la ropa y la cara, mancharse los guantes con un poco de cemento, desgastar un poco su nuevo termo con una paleta de alisar que encontró, y escuchar alguna que otra conversación para copiar el léxico y tono de voz.

¡Voila! Ya estaba listo.

Cruzó la calle hacia el restaurante, haciéndose el distraído, y se acercó a la puerta del personal del mismo, donde se hallaba un guardia de seguridad.

- Buenos días, señor. ¿Sería mucha molestia si le pido un poco de agua a temperatura ambiente? – Consultó de forma humilde.

- Por supuesto que no es molestia, hombre. – Le contestó, estirando su brazo hasta alcanzar el termo. – Admiro que puedan trabajar sobre el cemento en estas condiciones.

- A usted se lo ve demasiado abrigado y también está bajo el Sol. No sé quién admira más a quién en este caso.

- Usted está peor, créame. Yo al menos puedo de vez en cuando pasar adentro de este lugar, el cual parece tener un portal teletransportador al polo norte.

- Dejé de admirarlo para envidiarlo. – Le dijo de forma risueña.

- ¿Está seguro que no prefiere agua fría en vez de natural?

- Natural estará bien, gracias. Estoy recién recuperado de una faringitis. Justamente, por culpa del aire acondicionado.

- Ya se la traigo.

El guardia puso su dedo pulgar sobre el lector de huellas y abrió la puerta para pasar al interior del restaurante. Dos minutos habrán pasado hasta que reapareció con la botella llena.

- Tome. Aquí tiene.

Toichi veía atentamente las áreas del termo, y decidió rodearlo con sus manos, cerca de la base del mismo.

- Muchísimas gracias, señor. Que tenga buen día.

- Usted también.

Con una sonrisa salió de la entrada y se dirigió rápidamente donde habían estacionado el auto.

- Claramente, encontraste mi nota en la bolsa.

- No podía esperarme otra cosa. No solo comparten la ironía con tu hijo, sino también el encanto de dejar notas escritas.

- Sostenme esto por un momento. Tómalo por la base y no toques la superficie de la mitad hacia arriba. – Y el mago le alcanzó el termo por la ventana del conductor. – Buscaré mi mochila en el baúl.

- ¿Era necesario uno tan grande? – Preguntó finalmente la mujer, cuando vio que el hombre se sentó en el asiento del acompañante con la mochila sobre el piso del auto, entre sus pies.

- Mientras más grande, más pesado. Si es más pesado, debes agarrarlo más fuerte. Si lo agarras más fuerte, mejor quedarán tus huellas dactilares en la superficie. – Explicó con una sonrisa socarrona, mientras corría lo más atrás que podía el asiento.

Toichi sacó su kit para tomar huellas dactilares y tomó el polvo negro para empezar a esparcirlo por el termo.

- Estimo que elegiste ese color por algo en particular, ¿No?

- Una superficie blanca funciona mejor para el método que estoy utilizando. – Le respondió, observando lo bien que quedaron marcadas las huellas.

Sacó su celular para sacarle varias fotos con la mayor calidad de imagen que poseía, para después abrirlas en una aplicación de edición que ya tenía previamente descargada. Jugó un largo tiempo con ella hasta que consiguió que la huella quede blanca y el fondo negro.

- Perfecto. – Comentó, sacando una pequeña impresora con un cable USB, y colocando la mochila en la parte trasera del auto.

- Esto ya es demasiado. – Dijo con burla la actriz, encendiendo el auto para no ahogar la batería del vehículo.

- ¿Qué? – Exclamó, conectando todo y dejando la máquina sobre el piso.

- Pareces el inspector Gadget.

- Este chiche es el hobbie de Chikage. Ella imprime fundas de teléfono con relieve y contenedores de plástico con nombres para los niños del jardín… y yo la uso para falsificar huellas.

- Actividades parecidas en todos los sentidos. Sobre todo en la legalidad.

- Va a tardar un poco y no podremos mover el auto. – Avisó, mientras terminaba de enviar las órdenes por bluetooth desde su teléfono. – Si quieres, en el mientras tanto, podemos comer algo rápido. Me estoy muriendo de hambre.

- Menos mal. Y yo que creí que no íbamos a probar bocado hasta que todo termine. – Confesó, sacando su billetera.

- Ah, ah. – Indicó, moviendo un dedo de un lado al otro. – Quédate en el auto. Yo invito. ¿Qué quieres?

Una melodía sonó en el celular del mago, provocando que Yukiko se quede con las ganas de responder.

- ¿Quién es? – Consultó la actriz, al ver la cara de desorbitado de Toichi cuando se dio cuenta de quien lo llamaba.

- Tu hijo.


Nueva casa alquilada como base de operaciones – Hamatia – Viernes 13.50 hs.

- ¿Dónde estás? ¿Cómo que en el centro? Pero y…

Shuichi ya tenía los pelos de punta con las respuestas de Shinichi al teléfono. Todo se le estaba yendo de las manos, y cuando eso pasaba, todo se pudría.

Y eso incluía su humor…

- Me está por agarrar un ataque y será por culpa de todos ustedes... ¿Qué me tranquilice un poco? – Gritaba al teléfono.

- Esto se está poniendo cada vez mejor. – Le comentó Saguru a Yusaku, viendo como los colores del rostro del agente del FBI iban subiendo de tonalidad.

- Querer tener todo controlado, te descontrola.

- Perdón, Yusaku-kun. Pero es que tu hijo es incontrolable. A cualquiera se le volaria la peluca de la cabeza.

- Pues ya debería estar acostumbrado a ello.

El claro y maravilloso sonido del timbre resonó dentro de la estructura de la casa. Su vibración transmitía un armonioso eco y sentido de libertad, el cual ni el escritor, ni el detective, podían dejar de percibir.

Y un hombre de melena castaña miró a un hombre de pelo morocho, quien justamente giró también su cabeza para observarlo.

Sus ojos se cruzaron.

Sus labios se levantaron. Y...

... empezó la carrera.

- Yo voy. – Anunció el rubio.

- No. Yo voy. – Respondió el escritor.

Ambos se levantaron de sus asientos y salieron corriendo rápidamente hacia la puerta, queriendo escapar del aura negra de Shuichi, y tratando de competir a ver quién llegaba antes. Entre empujones y tiradas de brazos, pasaron al pequeño pasillo que daba a la salida.

- ¡Yusaku-kun! Sea maduro, por favor.

- Y tú debes obedecer a tus mayores, jovencito. ¿O quieres que me ponga una peluca larga con una tonalidad rojiza y morocha, y encima te diga cariño? Quizás así me digas que sí a todo.

- ¡Hey! No digo que sí a todo. – Le recriminó, poniéndose un poco colorado al saber que hablaba de Akako.

- Claaaaaro. Quiero escuchar la misma afirmación en un par de meses. ¡Los años de pareja que te quedan por transitar!

Los gritos y golpes se escuchaban desde el otro lado de la puerta, donde un serio Heizo y un deprimido Ginzo, se encontraban esperando.

- ¿Qué les pasa a ustedes? ¿Acaso se drogaron colocando las pastillas que compraron en el microondas? – Preguntó Heizo, una vez que la puerta se abrió.

- ¿Tienen algún exorcista en el equipo de la Prefectura de Osaka? – Consultó Yusaku.

Ahora, los dos oficiales recién llegados se vieron entre ellos.

Cejas alzadas, caras escépticas y bocas arrugadas en confusión, son solo algunas de las expresiones faciales que aparecieron con justa causa.

- Definitivamente se drogaron.

- ¡¿QUÉ KAITO HIZO QUÉ?!

- ¿Ese es Akai-kun? – Consultó Hattori con sorpresa, al escuchar los gritos del agente. – Ahora entiendo por qué quieren rajarse.

- ¿Y ahora qué pasó con ese idiota? – Exclamó el más joven del grupo entrando a la casa, siendo seguido por el resto del equipo.

Cuando los cinco pasaron el umbral de la puerta de la sala que habían asignado para la investigación, se encontraron a un agente parado con una pierna más adelantada que la otra, las manos apoyadas sobre la mesa y con los ojos fijos en la nada.

- Kaito está con Yukiko y Mouri-san. – Comenzó a decir el agente sin que nadie le preguntara algo. – No se sentía apto para continuar con esta operación, por lo que se hizo a un costado.

- ¿Y Shinichi? – Inquirió Yusaku.

- Está dando vueltas por el centro de Hamatia.

- ¿Sólo?

- No. Está con Toichi. Y aparentemente sabía lo de Tashkent apenas terminó de escuchar el audio.

- ¿Cómo lo supo? – Preguntó Hattori.

- A través de la lógica y una maldita pestaña en un navegador. – Contestó Saguru.

- A veces me exaspera que sea tan inteligente. Está siempre un paso adelante y no le puedo seguir el ritmo. – Opinó el del FBI.

- Yo no tengo la culpa de ello. – Se adelantó Yusaku, rodando los ojos.

Sabía que se le venía la recriminación.

- No quiero imaginarte lo que fuiste siendo de chico o lo que fueron tus padres. Ustedes y sus malditos genes deductivos. ¡Más de un profesor habrá querido renunciar y dejar su carrera por inepto!

- Entonces, no dejemos que nos gane mi hijo. ¿Dónde está Toyama-kun?

- Una vez que se cercioró de que Kazuha-chan estaba bien y acompañada por Heiji, se fue del hospital y volvió al auditorio. – Explicó el de Osaka, haciendo comillas para resaltar el lugar. – Alguien tiene que quedarse para seguir escuchando las conversaciones del gobernador.

- Ok. Entonces, ¿Con qué información actual contamos?

- Rei me pasó el análisis de los logs del sistema de las últimas dos semanas. Pero hay un problema. – Le aclaró Akai al novelista.

- ¿Y sería...?

- Están hasta las bolas de laburo, y son más de un archivo, donde el formato apesta, y encima, son globales. Además, vas a tener que cruzar las planillas, dado que si bien están identificados por el ID, no tienen el nombre y apellido del agente.

- Listo. Pásamelo que yo me encargo en dos minutos de limpiarlo y cruzarlo. – Avisó Saguru, tomando su computadora.

- Maníaco.

- Mejor cállate y pásame ese mail.

- ¿Misma casilla de siempre?

- Por supuesto.

- Ok. Hattori-kun, ¿Puedes ingresar a tu base de datos para buscar a las personas que te indique Saguru? – Preguntó, mientras le reenviaba el mail al castaño desde su teléfono. – Tienes mi laptop o la de Shinichi para ello. Ambas están sin contraseña.

- Finalmente llegó la hora de sacar los trapos podridos al Sol. Ya me estaba cansando de estar siempre huyendo. – Dijo Saguru, clickeando el mouse y el teclado a máxima velocidad.

- ¿Y cómo haremos eso? – Preguntó un dubitativo Heizo, sabiendo que el panorama no era muy favorable.

- Fácil. ¿Cómo se desarma un grupo? – Interrumpió Akai.

- …

- Empiezas persona por persona, hasta que solamente queda uno. – Contestó Saguru, ante el silencio del hombre mayor.

- Exacto. Empezaremos por la cabeza, y el resto… se irá desintegrando solito.

- ¿Quieres agarrar a Eiji Ken? – Preguntó el superintendente de la Prefectura de Osaka.

- ¿Agarrarlo nada más? ¡Ja! Eso describe de forma muy empobrecida lo que realmente quiero hacerle después de lo que le hizo a Jodie y a mi querido compañero de pelea.

La mirada que le dedicó Shuichi, provocó que un mal presentimiento se genere dentro de su estómago y recorra a gran velocidad todas las prolongaciones internas de su cuerpo. No estaba diciendo un chiste y mucho menos estaba bromeando. Y nunca hubiera creído que el Shuichi Akai vengador, iba a aparecer una vez más. No después de haber derrotado a la Organización.

- Bien. Tengo los nombres de los que accedieron a los controladores de tráfico: Kazumi Yamagawa, Mako Ito, Azumi Nishimura y Kuta Fujiwara. – Comunicó Saguru.

- Eso fue rápido, ¿Cómo hiciste? – Inquirió Heizo.

- Sencillísimo. Apliqué una fórmula lógica para que me traiga del resto de los archivos, los nombres de los oficiales según su ID y la prefectura a la cual están designados. Luego, filtré los agentes que corresponden a la Prefectura de Hamatia y eliminé los registros duplicados por día. Finalmente, usé una fórmula para limpiar las fechas y el formato, y listo.

- Ya había olvidado lo que era trabajar con ustedes. – Dijo, al mismo tiempo que rodaba los ojos y se sentaba enfrente de una de las computadoras para ingresar a la base de la policía de Osaka. – ¿Tienen turnos rotativos o cada uno está en una franja específica?

- Dame un momento. – Pidió, volviendo a unir las yemas de sus dedos con las teclas del dispositivo. – Los tienen fijos, por lo menos en los últimos 15 días, y son turnos de 6 horas.

- Entonces, del día de ayer, necesitamos el nombre de la persona que estuvo conectada hasta la hora en que Shinichi llegó a la casa. – Razonó el agente federal.

- Esa sería Azumi Nishimura.

- ¿Qué día viajó Heiji a la casa de campo?

- Fue el Domingo pasado, entre las seis de la mañana y las doce del mediodía. – Indicó el padre del mencionado.

- Ok. Entonces... estuvo Mako Ito. – Señaló el castaño.

- ¿Qué quieres hacer con la data? – Preguntó Heizo, una vez que tenía la información a la vista.

- Lo obvio. Ir a buscarlos. – Respondió el del FBI, mirando ambas pantallas y sacándoles una foto con su celular. – Ahora vengo.

- No tendrás pensado ir solo, ¿No? – Exclamó Yusaku, quien se había quedado callado hasta el momento.

- Por supuesto que no. Nakamori-san vendrá conmigo. Tú te quedarás al mando acá, sirviendo de centralizador de información. ¿Ok?

- De acuerdo. ¿Pero por qué Ginzo?

- Oye, Nakamori-san. ¿Quieres encontrar a tu hija?

El oficial simplemente sacó su arma para verificar que estaba cargada, y una vez que la guardó, caminó con paso seguro hacia la salida de la casa.

- Con mucho gusto.

- Justamente por eso, él vendrá conmigo. Saguru, hazme el favor de guardar la moto de Heiji en algún lugar bajo tierra. – Terminó diciendo, antes de salir del cuarto.

- De acuerdo.


Hospital General Hamatia – Viernes 15.30 hs.

- ¿Personalidad y actitud? – Preguntó el oficial.

- Del tipo serio y frío. – Contestó Rei, a través de su teléfono.

- ¿Seguro o nervioso? Por lo antes contestado, me inclino a la primera.

- Estás en lo cierto.

- Bien. ¿Qué tal este tipo de ojos?

- Más alargados y oscuros.

- Iré probando con distintos tipos hasta que pienses que demos con el correcto. Párame como cuando hicimos con la primer persona.

- Ok.

- ¿Qué están haciendo? – Consultó Kazuha en un mero y neutro susurro a su pareja, para no interrumpir el análisis.

- Rei le está describiendo los rasgos generales, específicos y particulares de los conductores de las camionetas. Una vez que obtengan una imagen, a través de un software, realizan un proceso de reconocimiento contra la base de datos poblacional. – Le contó Heiji, quien se encontraba sentado con una mano entrelazada a la de ella, sobre la pierna de la mujer.

- ¿Y eso les indica quién puede ser la persona?

- Exacto.

- ¿Es como en las películas y series policiales?

- Algo menos ficticio y con una mayor capacidad de error. Pero, sí.

- ¿A qué rama de la policía pertenece?

- ¿Arte forense? Forma parte de la policía científica.

- Bien. Déjame darle los últimos retoques de tu relato. – Dijo, modificando la zona de la nariz y de los ojos en el software, para hacerlos más oscuros. – Se que es difícil verlo en un dispositivo tan chico como lo es un celular. Así que, mismo procedimiento que antes. Te estoy enviando la foto a tu teléfono para que la puedas analizar mejor.

- Sí. Se parece bastante, por no decir que es casi igual. – Admitió, aumentando el zoom de la imagen.

- Excelente. ¿Qué modificarías, ya que me mencionaste un "casi"?

- Te gusta la perfección, ¿No? El pelo era más lacio y apenas un poco más largo. Espera que la edito para marcarte los límites del pelo, y te la envío.

- Bien. Sin embargo, debo corregirte en algo. No es un tema de perfección. Mientras más parecido a la realidad, menos falsos positivos y mejores resultados obtendremos.

Luego de que Rei le envió la imagen para que el oficial realice los últimos cambios, corrieron la primera de ellas contra la base de datos.

- Genial. Hay más de ciento cincuenta resultados. – Avisó la persona que estaba realizando el bosquejo. – Bastante bien para ser el primer filtro. Veamos qué parámetros ajustar para poder reducir la cantidad.

- ¿Cuántos de ellos formaron parte de algún organismo defensivo? – Preguntó Rei, de forma repentina.

- ¿A qué te refieres?

- A que quiero que elimines todos los registros cuyas profesiones sean maestros, abogados, contadores, médicos, etc.

- Apuntas a ex oficiales de policía, ex militares o...

- Sí. Incluso gente que formó parte de nuestra agencia.

El de arte forense abrió los ojos e inhaló, antes de ponerse a filtrar los resultados. Odiaba este tipo de situaciones donde podías llegar a desconfiar hasta de tu compañero de trabajo.

- Bueno, quedaron cinco, y uno de ellos, está muerto. Tienes suerte.

- Pásame todos los datos e información que tengas, y haz el mismo procedimiento de filtrado con la otra persona que dibujamos. Apenas lo tengas, envíamelo por favor.

- De acuerdo.

El agente colgó la comunicación y lo primero que dijo fue...

- ¿Y ahora qué demonios le pasa a este maldito tipo del FBI? ¡No paran de llegarme mensajes! ¿No ve que estaba ocupado?

- Sabes que su pareja está dormidita al lado nuestro, ¿No? – Le replicó Heiji.

- Estaba. Hasta hace medio minuto atrás. – Le respondió la susodicha, con los ojos aun cerrados.

- ¡Jodie-san! – Exclamaron los tres.

- Dejen de gritar, por favor. Mis tímpanos parecen haberse destruido. ¿Por qué están todos en lo que creo que es mi habitación? ¿Dónde está Shuu?

- Pasaron cosas.

- Pues empiecen a decírmelas. ¡Rayos! Mi cuello. – Exclamó, al sentir un punzante dolor en la parte del cuerpo que une la cabeza con el tronco.

- Antes que nada, preocupémonos por tu salud. – Dijo Kazuha, quien se acercó a ella para ayudarla a sentarse, acomodarle las almohadas y presionar el botón de la enfermera.

Una mujer que vestía un pijama sanitario de color celeste, no tardó en aparecerse junto con otra persona uniformada de policía. La primera, al ver la escena y que la paciente femenina había despertado, empezó a hacerle las típicas preguntas, pruebas cognitivas y de reflejos, para así poder determinar su estado.

- Ustedes dos. – Dijo la enfermera, prestando su entera atención a los dos hombres. – ¿Podrían salir un momento, por favor? Debo terminar de revisar físicamente a la paciente.

- ¿Pueden Kazuha y Mia-san quedarse contigo? – Le preguntó seriamente el de Osaka a la de Estados Unidos, señalando con un dedo a la oficial.

- ¿Mia-san?

- Medidas... precautorias.

- ¿Seguimos en Hamatia?

- Sí.

- Entonces no hay problema en que se queden. – Le respondió, captando el sentido de la necesidad de seguridad en su mensaje.

Heiji asintió, y ayudó a Rei a trasladarse a su silla de ruedas para poder salir.

- Gracias, Mia-san. – Le comentó el moreno a la mujer, quien veía todo con suma atención.

- De nada, señor.

Una vez que la puerta se cerró tras él...

- ¿Señor? Ah, bueno. ¡Pero que seniority que adquirimos en los últimos años! – Le dijo el rubio, con una total connotación de ironía divertida.

- Cállate. Me sentí de 80 años por un momento. Y deja de reírte o te golpearé el lado derecho de tu cabeza.

- Cuanta agresividad contenida.

- Aprovechemos a llamar a Shuichi. Parecía importante dado que insistía en demasía. Además, prefiero que Kazu no escuche nada. – Sugirió el del oeste.

- ¿Cómo la viene llevando? Vi que estuvo preguntándote cosas mientras hablaba con el de arte forense.

- Creo que elabora un poco más cuando tiene la necesidad de dejar de recordar lo que pasó. Al tener su mano sobre su pierna, podía sentir como temblaba involuntariamente, y es ahí que empezaba a cuestionar cosas.

Ambos callaron al observar como el médico que los estaba atendiendo se acercaba a la habitación que hasta hace unos instantes habitaron. Los saludó con una leve inclinación en la cabeza, e ingresó a la misma, cerrando la puerta tras suyo.

- Espero que tu novia sepa gritar si es que algo sucede.

- Te puedo asegurar y sin lugar a dudas, que es una profesional altamente experimentada en eso.

- Ok. – Contestó, buscando el contacto de Shuichi en su teléfono, y presionando el ícono verde.

- Rei, ¿Qué quieres?

- Uy, que humor del orto que tienes.

- Obvio que tengo un humor del orto. ¿Acaso no leíste ninguno de los mensajes que te envié?

- Estaba hablando con el de arte forense. Logramos avanzar respecto del tema. Y justo después, despertó tu querido amorcito.

- ¿Jodie? ¿Cómo está? – Preguntó con un tono que demostraba ansiedad y preocupación.

- Aparentemente solo adolorida. Justo entraron la enfermera y el médico para examinarla. Ahora cuando nos digan el parte, te paso su estado definitivo.

- Gracias. ¿Está acompañada?

- ¿Tú que crees? Por cierto, ahórrame la lectura. ¿Qué decían tus mensajes?

Para ambos, fue una sorpresa la noticia de que Kaito decidió hacerse un paso al costado.

- No esperaba que se apartara así, tan... repentinamente. – Opinó el del FBI.

- Fueron unos días complicados. Quizás el contraste de la paz que encontró en Estados Unidos, hizo corto circuito con todo este desastre.

- Claramente, todavía no estaba listo para volver. Aún le falta un largo camino por recorrer. – Advirtió, entre el ruido de las bocinas.

- Al menos levantó la mano antes de implosionar. Por cierto, ¿Por qué se escucha tanto tráfico de fondo? ¿Dónde estás?

- Averiguamos quienes fueron los que accedieron a los controladores de tráfico. Adivina, adivinador. ¿Dónde crees que estoy?

- Conociéndote... en la puerta de sus casas.

- ¡Bingo! Y tengo un padre con sed de sangre al lado mío.

- No lleves a Nakamori-san por el mal camino. – Le recriminó Heiji.

- No puedo prometerte nada. Los dejo y los mantengo al tanto.

El rubio cortó la comunicación, y vio de forma sospechosa como un sujeto se acercaba a ellos a paso decidido. Vestía traje gris, corbata y zapatos negros bien lustrados, como si fuera una persona que trabajaba en lo administrativo. Pero también, tenía apariencia de policía. Por lo que instintivamente, su lastimado cuerpo se tensó para prepararse ante cualquier eventualidad.

- Hei-chan. – Exclamó una persona, quitando de concentración al de Seguridad Nacional.

- Otaki-han. Llegaste.

- ¿Qué demonios te pasó? Estás más hecho pedazos de lo que creí.

- Gracias. Se agradece la obvia apreciación. Ya eres el segundo que me dice eso. – Respondió con ironía, viendo la cara de confusión del rubio. – Es como mi tío. Es jefe inspector del distrito de policía de Osaka. Lo llamé para que escolte a las chicas a casa, una vez que tengamos el alta.

- Buen plan.

- Como siempre. Hay que pensar por adelantado.

- Que no se te suban los humos a la cabeza.

- Tiene un doctorado en eso. – Agregó Otaki.

- No empiecen a criticarme como dos chusmas del barrio.

- ¿Otra vez? – Se quejó el rubio, al atender el teléfono en voz alta. – ¿Y ahora qué quieres? ¿Ya me extrañaste? Solo pasaron cinco minutos, querido mío.

- ¡Ah! Pero, ¿Cómo lo sabías, tontuelo? – Le respondió el del FBI, con un tono más que dulce y exagerado.

- Ay, ay. Me ruborizo con tan solo escucharte. Que tierno eres.

- Otaki-han, vámonos. Esto ya es mucho. – Indicó un muy avergonzado Heiji, al ver la escena de los dos agentes.

- Pasada la broma, vuelvo a preguntar. ¿Qué mierda quieres ahora? – Consultó Rei, con su frío tono de siempre.

- Estamos trabadísimos en el tráfico. ¡Maldito viernes!

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué te mande un helicóptero?

- ¿Puedes?

- Shuichi….

- Lo que quiero, es que hagas lo mejor que sabes hacer. O sea, romper las bolas.

- Explícate.

- Se nos fue más de mediodía. Necesitamos ganar más tiempo. Por ende, ¿Qué posibilidades tenemos de volver a usar el poder de tu jefe?

- Me matará por seguro. ¿Por qué él?

- Porque un organismo nacional es lo único que se moverá lo suficientemente rápido para hacerlo. Si elevamos una causa, tardará siglos a nivel procedimental y legal hasta que se haga efectiva.

- ¿Qué propones?

- Piensa lo siguiente. De todos los involucrados en esta operación, ¿Quién tiene la mejor capacidad para transportar mercadería fuera del país sin levantar sospechas en su recurrente actividad?

- Las empresas de Yamamoto. – Respondió el moreno de Osaka.

- Exacto. Autos de lujo, ropa y bastón de lujo, calzado carísimo, armas ilegales, una flota de camionetas secuestradoras…

- ¿Quieres que lo investiguemos por lavado de dinero? Sabes muy bien lo difícil que es hacer eso. Tú también realizas este tipo de investigaciones del otro lado del planeta. Además, es el mundo comercial privado, el cual tiene un tratamiento legal totalmente distinto al del ámbito público. No podremos meternos ahí como Organismo Nacional.

- Sí. Pero, ¿Qué me dices de lavado de dinero, asociado a la malversación de fondos de la Gobernación de Hamatia?

- … ¿Cómo…?

- Estuviste hablando con Kisaki-san, ¿No? – Dedujo Heiji, con una gran sonrisa de venganza.

- ¿Nos dispararon con ametralladoras? Pues nosotros les apuntaremos con cañones. ¿Tienes a algún equipo en Hamatia, Rei?

- Por supuesto. Está Kazami junto con un equipo de seis personas.

- Intenta que no vaya él. Ya estuvo muy expuesto en la auditoría del puerto de Tokio.

- ¿Ir a dónde?

- Pues, a empresas Yamamoto. ¿Dónde más?


Departamento del agente N°1 - Hamatia – Viernes 16.00 hs.

Luego de que Shuichi cortó la comunicación con los hospitalizados, se dedicó a observar el escenario mientras Ginzo manejaba por las impolutas calles. Dos cosas le llamaron la atención: la cantidad de fuertes y grandes casas construidas con pared de ladrillo, lo cual ya era un indicio sobre el nivel económico de la gente que vivía en ella al no ser materiales de construcción baratos, y la cantidad de pisos por departamento, los cuales no superaban los tres o cuatro niveles. Esto último, era una prueba de que la zona debía ser catalogada como residencial, por lo que las construcciones tenían límites en la altura por dos motivos principales: no negarle el Sol a ninguno de los residentes y el control de la cantidad poblacional. Al existir poca gente, menos ruido, menos problemas de tráfico y menos quejas para la prefectura.

- ¿Me detengo en algún lado? Estamos a trescientos metros.

- No. Ve despacio y una vez que pases el departamento, sigue derecho por cinco o seis cuadras. Después, gira a la derecha o a la izquierda, y haz lo mismo... sigue derecho por cinco o seis cuadras más.

- ¿Quieres que haga un rectángulo alrededor de su casa para que termines de evaluar la zona?

- Exacto.

- Entendido.

- La zona está rodeada de cámaras de seguridad. ¡Ah, pero que linda plaza! – Dijo el del FBI, al ver el espacio verde.

- ¿Plaza? Eso es un parque. Mira el tamaño de eso. Esto debe ser de lo mejorcito en esta prefectura. ¿Sabes cómo estás edificaciones te elevan el valor de la zona?

- Como en todos lados.

- ¿En serio el oficial vive acá? ¿No se habrá equivocado Saguru-kun al darnos los nombres?

- No. Está todo chequeado.

- Pues, ¿Mi humilde opinión? Una persona que vive acá, no puede solamente estar trabajando como oficial. Es una zona muy cara para una persona que está en control de tráfico hace solamente un par de años. – Expuso, frenando ante la luz roja del semáforo.

- Pienso lo mismo. Incluso, todos los edificios tienen cochera, con lo costoso que ello representa en este país. A ver, déjame buscar el alquiler mensual en Airbnb para tener una idea. Veamos los filtros... un departamento, alojamiento entero, una habitación, una cama, un solo baño... – Comentaba, mientras jugaba con el filtro.

- ¿Quieres apostar?

- Dale. ¿Qué quieres? – Respondió al reto.

- A mi hija.

- Bue. – Dijo, rodando los ojos por la ironía, al mismo tiempo que apretaba el cuadradito de "búsqueda" en su teléfono.

- Seguro que el valor se encuentra entre quinientos y setecientos mil yenes.

- ¡Mierda! Es verdad. Parte de tres mil dólares el más barato y de ahí, para arriba.

- Te avisé.

- ¿Cuánto gana un oficial en Japón?

- ¿Qué edad tiene?

- 25 años.

- Entonces es un principiante. Menos de 350 mil yenes al mes.

- O sea, aproximadamente dos mil quinientos dólares. No podría ni alquilar el departamento. Súmale los gastos de costo de vida... es imposible.

- Búscalo por las redes sociales en modo de incógnito.

- No hace falta. Tengo un perfil trucho en las más usadas.

- Te encanta acosar de forma fantasmagórica a la gente, ¿No?

- Sabes bien que, para las investigaciones en curso, son muy necesarias para adquirir información de fondo.

- Sí, lo sé muy bien. Entonces... ¿Con quién nos vamos a topar?

- Un tipo muy sociable que no aparentaría tener pareja. Come con sus amigos en lugares caros, viste ropa de marca y por lo que veo... tiene una familia con bastante poder económico.

- Eso explicaría cómo puede vivir en esta zona.

- Ah, tiene una pequeña perrita color arena que se llama...pufff.

Shuichi empezó a reírse a carcajadas.

- Esta gente sí que tiene problemas.

- No me dejes colgado. ¿Cómo le puso?

- Chipá.

- Si no estuviera deprimidísimo, me uniría a tu efusividad.

- Lo siento. No es el momento para estar riendo.

- ¿Qué más averiguaste?

- Juega al tenis desde que es un pequeño. Viaja en cada ocasión que se le presenta. No creo que sea la persona que estamos buscando.

- Olvídalo. Tiene un fuerte círculo social y familiar. ¿Qué hago? – Preguntó Ginzo, luego de haber suspirado con resignación.

- Estaciónate para empezar. Tengo una pregunta de sentido común. ¿Por qué una persona que forma parte de este mundo, tiene la necesidad de ser oficial de policía?

- Encima de tránsito, que es una de las fuerzas que menos gana. – Agregó el de Tokio.

- Exacto. Generalmente, los hijos de esta clase de padres suelen seguir el negocio de los mismos o tienen carreras más complejas.

- Se me ocurren algunas posibles opciones: o tienen algún amigo que los convenció, o les quieren llevar la contra a los padres haciéndose los rebeldes, o tienen alguna motivación o deseo interior por algún motivo. ¡Ja! Me imagino que sus padres habrán echado el grito en el cielo cuando les contó lo que quería hacer con su carrera profesional.

- Probablemente. ¿Pero qué me dices de las conexiones políticas? En ese aspecto, sí podría existir alguna relación.

- Entonces, vuelvo a preguntar. ¿Qué hacemos?

Akai miró hacia adelante y de repente sonrió.

- ¿Quieres un café? – Dijo el estadounidense, señalando una máquina expendedora a unos metros de distancia. – Necesito un poco de combustible. Pero intenta mantener la calma y sígueme la corriente.

Ginzo no entendió lo que le quiso decir, hasta que su vista se fijó al frente. Un joven muchacho que vestía uniforme de policía, se acercaba por la vereda de la cuadra. En sus manos, yacían dos bolsas de supermercado, y sobre su espalda, una mochila de color gris. Efectivamente, el hombre había salido a realizar las compras después de salir de su trabajo.

Shuichi se detuvo en la máquina y como siempre, se sacó una lata helada de café negro.

- Veo que te siguen gustando las cosas fuertes. – Admitió el del este con desgano, al ver la opción amarga que eligió su compañero. Él en cambio, se decidió por una gaseosa cola bien fresca.

- ¿Mako Ito? – Consultó Shuichi de espaldas a la calle, después de que sintió la amargura y la cafeína descender por su seca garganta.

El susodicho solo atinó a darse la vuelta cuando les pasó por al lado.

- ¿Si?

La mirada del agente de tránsito se tornó precautoria y desconfiada, debido a que claramente no conocía a las personas que sabían su nombre.

- Somos dos agentes de policía.

- Me imagino que entonces podrán mostrarme sus identificaciones. ¿No?

- Smart guy.

- Thank you, unknown sir.

- Como lo esperaba. El viajar seguido al extranjero y el tener la familia relativamente estricta que tienes, ocasionó que tu nivel académico sea superior, y eso incluye contar con inglés fluido. Te felicito.

Ahora sí que el policía estaba incómodo.

- Sí. Es lo que piensas. Te investigamos. Y como verás, no soy japonés y no puedo mostrarte mi ID. Creo que ya te he dicho lo suficiente para que más o menos entiendas qué tipo de oficial soy.

- ¿Qué quieren?

- Tranquilo. Solo hacerte una simple pregunta, debido a que estamos investigando la desaparición de algunas personas.

- No sé si quiero involucrarme en esto.

- No lo harás, y seguro no me creerás porque no puedo desnudarme en el medio de la calle. Pero no tengo encima ningún micrófono, cámara o cualquier dispositivo que pienses, que puedan incriminarte.

- ¿Y el que me estén hablando no me está indirectamente involucrando?

- Yo estoy de paso con mi colega, sacando unas gaseosas de la máquina. Lo cual... tú decidiste hacer al percatarte de que no las has comprado en el supermercado. Es sólo un par de simples preguntas.

Al chico no le gustaba la situación. Era la primera vez que le pasaba esto y no sabía cómo reaccionar al respecto.

- Mientras te tomas el tiempo para pensar qué sacar y escuchas sin darte vuelta, mi compañero empezará a decir la palabra banana repetitivamente, para aparentar que está hablando conmigo. Cuando yo hable, él se callará y hablará al mismo tiempo que tú. ¿Entendido?

- ...

- ¿Me escuchaste?

- Eh, sí. Ok.

Ginzo miró a su compañero con una ceja alzada, y Shuichi solo confirmó con la cabeza.

- Banana, banana...

El muchacho de forma nerviosa pasó una de las bolsas a su otra mano, para que ambas quedaran en su mano izquierda. Con sus temblantes dedos derechos, estiró las tiras sobre su brazo para disimular que estaba chequeando el faltante de bebidas, y luego, se acercó hasta la máquina de bebidas.

- Bien. Sabemos en dónde y en qué trabajas, y que tienes el turno de las seis de la mañana hasta el mediodía. – Y el del FBI pudo ver como un pequeño escalofrío recorrió la espalda del chico. – Desde la Prefectura, ¿Te pidieron algo fuera de lo común el día domingo?

- ¿Apenas recuerdo qué hice ayer y me preguntas algo del domingo?

- Solo piensa.

- Banana, banana... – Decía Ginzo con una gran seguridad, mientras hacía gestos con la mano, como queriendo explicarle algo a Shuichi.

- No. Por el momento, y en lo que al menos a mi concierna, hice lo de todos los días.

- ¿No escuchaste o viste nada sospechoso?

Mako sacó su billetera para sacar una tarjeta. La apoyó sobre la máquina, y decidió sacar dos jugos de manzana y uno de naranja.

- He notado que una de mis compañeras se está comportando de forma extraña. – Confesó, mientras se agachaba para buscar cada producto y ponerlos en las bolsas. – La he visto hablar en susurros, e incluso, callarse cuando me veía. Y hasta está teniendo mañas que antes no tenía, como por ejemplo, comerse las uñas o colocarse demasiado maquillaje. También la he encontrado un poco más cansada de lo habitual. – Explicó, levantándose.

- ¿Con quién la viste hablar?

- Con el Superintendente de la Prefectura.

- Gracias por la información. Eso es todo.

El chico se dio la vuelta, y salió pitando sin detenerse. ¡Olvida que pregunte si necesitaban otra cosa!

Cuando llegó a las puertas del edificio de su departamento y entró, fue que las dos personas restantes empezaron a caminar hacia el auto nuevamente.

- ¿Ya puedo dejar la banana de lado?

- Yep.

- ¿Nada más? ¿No lo amenazaremos o lo golpearemos?

- Entiendo que quieres encontrar a tu hija. Pero no soy un gánster. Además, el chico no sabe nada. ¿Te diste cuenta de lo nervioso que estaba y el tono de pánico en su voz? Su esqueleto entero temblaba de nerviosismo y estaba pálido. No es la clase de personas que se mete en problemas, por ende, no podremos sacarle nada.

- ¿Vamos por la segunda?

- Sí. Estoy buscando la dirección para ponerla en el GPS.

Shuichi abrió su puerta y se sentó en el asiento del acompañante. Conectó su teléfono al cable para seguir cargándolo y sincronizó el mapa en la pantalla del auto de Ginzo, quien se estaba colocando el cinturón de seguridad.

- Por cierto... ¿Por qué banana? – Finalmente le consultó, una vez que encendió el auto y comenzó la marcha.

- Viejas historias. Tenía un conocido, cuya hija practicaba patinaje sobre hielo y realizaba shows infantiles. Al viajar por el mundo, tenían una gran barrera a la hora de hacer las presentaciones: el idioma de cada región. Como es muy difícil que varias personas los sepan todos y encima conozcan el deporte, se usan grabaciones de fondo, donde lo único que deben hacer, es mover la boca para aparentar que están diciendo lo que se relata. Y ahí nos explicó que el decir la palabra banana, a la distancia en la que se encuentra el público, por la apertura de la boca y el movimiento de los labios que empleas para decirla, aparentas estar diciendo la mayoría de las palabras que usas en cualquier oración.

- Qué gente rara que son todos ustedes. ¿Por qué saben cosas tan extrañas?

- Los cuatro velocirraptores del grupo, nos ganan por lejos. Hablando de ellos, veré como están los dos principales. Me preocupa el estado de Kaito. – Expresó, escribiendo en su celular.

- ¿No crees que ya está un poco grande para que le estés tanto atrás?

- La edad no tiene nada que ver en esto.

- ¿Tiene algún problema de salud?

- Se podría decir que sí. Con nosotros, estaba como en una especie de… rehabilitación.

- ¿Qué? ¿Acaso tiene alguna adicción?

- No, no. Nada de eso. Rehabilitación no solamente está referido a adicciones.

- Es lo más común cuando escuchas eso. No me lo niegues.

- Tienes un punto.

- Igualmente, ¿No están sus padres atrás de él? No estuve mucho tiempo con ustedes y hay mucho que no comprendo. Pero desde que llegaron todos juntos, tu y Jodie aparentan ser más sus padres que mis vecinos.

- Mejor no preguntes. Hay cosas que conviene mejor no saberlas.

- Fue el mejor amigo de mi hija desde que eran unos críos. Estuvo años viniendo a mi casa a cenar cuando su padre supuestamente murió. Fuimos vecinos de toda la vida. Por supuesto que quiero saberlo.

- Tu lo acabas de decir. Fue, estuvo y fuimos. Todo tiempo pasado.

- Pero…

- Ginzo. Pregúntale a Toichi o a Chikage. Yo no estoy en condiciones de poder tomar la decisión de relatarte lo que pasó. No me corresponde.

- Ahora estoy en ascuas. Y encima, mi relación con mis vecinos no quedó muy estable en los últimos años, gracias a la ruptura de nuestros hijos.

- Pues entonces, una vez que acabe esto, te conviene quizás restaurarla. Ellos tampoco la pasaron bien.

- Voy a necesitar un psiquiatra después de esto.

- ¿No querrás decir un psicólogo?

- No. Definitivamente necesito un médico que me prescriba medicación y me realice pruebas para determinar mi sanidad mental. Ustedes están todos dementes.

- Suelen decir que los locos se juntan. Así que, fíjate.

- ¿Por qué crees que estoy diciendo lo que digo? Me van a contagiar.


Hotel de Hamatia - Viernes 17.00 hs.

Kogoro se encontraba sentado sobre la cama de la habitación del hotel, preguntándose si realmente no estaba dentro de una película de ciencia ficción. O era eso, o debía de existir algún maldito bromista con una cámara oculta que en cualquier momento iba a salir a joderlo. Ahora, ¿Por qué pensaba esto? Porque el grandioso sabelotodo durante el corto trayecto dentro del auto, le contó de forma resumida el misterio de su desaparición. O mejor dicho, de su segunda desaparición. Y obviamente, a él se le terminaron de volar los sesos.

Diez días. Solo bastaron diez días para que pase absolutamente de todo. Lo único que faltaba era que caiga un asteroide en alguna parte del planeta, y que, en diez horas, aniquile a todos los seres vivos del planeta por su onda expansiva. Pero se ve que todavía faltaba para eso, dado que el programa seguía transmitiéndose, y ahora, le tocaba ver la escena melancólica donde todos los parientes se despedían entre sí antes de la gran hecatombe.

¡Definitivamente le iba a prohibir a Ran salir de la casa! ¡Por lo menos, hasta que cumpla los sesenta años!

- ¿Estarás bien, Kaito?

- Supongo que sí.

- ¿Seguro? – Preguntó su padre, un poco dubitativo.

- Que sí. Vete de una vez. Digamos que no tienes el tic tac muy a tu favor.

- Sí. Pero tú eres mi hijo. No me hagas balancear sobre quién me importa más, porque siempre estarás arriba.

- Que cursi y sentimental que eres, papá. – Le recriminó el susodicho, mirando hacia un costado por la leve vergüenza que sintió con semejante confesión.

Y como cambiaron las cosas para el hombre mayor. De no verlo por dos años, a tenerlo a un metro de distancia, de forma avergonzada y escuchándole decir "papá". La cantidad de veces que añoró escuchar esa simple palabra de cuatro letras en los doce años que no pudo acercarse a él, pensando que jamás podría llegar a hacerse realidad su sueño...

Y aquí estaban. Frente a frente, y no viéndose a través de una maldita pantallita tecnológica.

- Hora de irnos, Toichi-kun. – Interrumpió Shinichi.

- Ok. Cuídate, por favor. – Volvió a decirle a su descendiente, mientras lo abrazaba con un poco de fuerza.

- Sí, sí. Ya, váyanse. – Dijo, mientras le daba pequeños golpecitos en la espalda.

- Tú también cuídate, Shinichi. – Le ordenó su madre, tocando su mejilla. – La encontraremos, ¿Sí? Mantente fuerte y centrado. Si necesitas ayuda, la pides. Y si tienes que parar, por favor, hazlo.

El detective asintió con la cabeza. Luego, miró fijamente a Kaito, quien se encontraba con el puño cerrado y estirado hacia él. Se lo chocó y sonrió, antes de darse la vuelta y seguir los pasos del hombre mayor, quien salía de la habitación.

No hubo conversación, ni tampoco se oía el ruido de las suelas de sus zapatos, gracias a la oscura alfombra gris de los pasillos que no lo permitía. Las puertas del ascensor se abrieron, pasando primero Shinichi hacia la derecha, y luego Toichi hacia la izquierda. Y el análisis óptico, deductivo y racional de Shinichi empezó a funcionar automáticamente.

- ¿Estás bien? – Consultó el detective del este, cuando las puertas del cubículo se cerraron.

- Sí. ¿Por qué lo preguntas?

- ¿Quieres que empiece? Tenemos 18 pisos para charlar.

- Te escucho. – Le dijo de forma calmada, intentando proyectarle esa seguridad.

- Tu ceño está fruncido y tu pie derecho no para de moverse. Tu frente está transpirada a pesar de que el aire de la habitación estaba en diecinueve. Eso, sumado a que estás intentando con tu respiración, calmar la ansiedad y la aceleración cardíaca que tienes, me indica que estás absolutamente abrumado y controvertido con la decisión que acabas de tomar. Por ende, vuelvo a preguntarte. ¿Estás bien?

El viejo mago rotó su cabeza para verlo, mientras una ceja se alzaba en modo interrogatorio. Sin embargo, solo encontró dos oscuros y serios ojos que le hacían entender que la pregunta iba muy en serio... notando también, que Shinichi no estaba de muy buen humor.

Y sí. El detective no era el único que sabía leer a la gente.

- Sí. Solamente... un poco inquieto.

- Él estará bien.

- ¿Y si no?

- Nos lo dirá.

- ...

- ...

- Cuanta seguridad que le tienes.

- ¿Estás asustado de que pase lo mismo que la última vez?

- Un poco. – Le terminó reconociéndole, después de pensarlo un momento. – ¿Es acaso ilógico mi miedo?

- Todos pasamos por esa vía de pensamiento, donde el miedo y la incertidumbre lo acompañan como si fueran la sombra. Es más, cuando quiso tirarse por el acantilado desde el auto hace unos días, no pude evitar reaccionar con mucha preocupación. Pero... debes aprender a confiar en él. Si te dice que puede o que estará bien, es porque será así. – Le aconsejó con seguridad.

- Creo que confío más en él de lo que confío en mí.

- ¿A qué te refieres?

- A que yo tuve gran parte de la culpa de lo que le pasó. Fui un padre ausente que no podía involucrarse con él por miedo a que lo asesinen junto a Chikage. Sé muy bien que por eso le provoqué heridas que ayudaron a generarle ese vacío emocional y que lo condicionaron a tomar las decisiones que tomó. A veces, tengo miedo de acercarme a él, por pensar que puedo estar lastimándolo de alguna forma.

- Y, ¿Entonces?

- Entonces, ¿Qué?

- Ya lo pasado, pasado está. ¿Qué harás en el presente? Porque claramente, darse con un martillo todos los días y cada vez que lo veas, no le va a ser útil ni a él, ni a ti.

- ...

- Me vas a decir, que mientras estuviste escondido de la Organización, ¿Nunca pensaste en quitarte la vida?

- Por más que quisiera hacerlo, no puedo darte una respuesta negativa a tu pregunta.

- Si me respondías que no, no iba a creerte tampoco. No siempre podemos ser fuertes en todo. Y no necesariamente ser fuerte, equivale a sortear difíciles obstáculos, como por ejemplo, la situación actual que todos estamos viviendo. Uno no se da cuenta de lo mucho que uno resiste día a día, o de la cantidad de actividades que requieren la fortaleza de tu mente o físico para poder realizarlas. Si prestáramos más atención a valorar todo lo que hacemos en cada segundo de nuestras vidas, nos sentiríamos más satisfechos al final del día y entenderíamos por qué muchas veces estamos extremadamente agotados. Y sí, A veces, todo es mucho. Yo también podría estar todos los días pegándome con el martillo como lo estás haciendo tú, debido a que cuando Kaito me fue a buscar a mi casa, no estaba para darle una mano. Pero, ¿De qué sirve recriminarme eso todos los días? ¿En qué lo ayuda a él? Encima que tenía que lidiar con lo suyo, ¿Tenía que lidiar con mi cargo de consciencia? Mejor intentar ayudarlo en lo que se pueda, y darle a entender, que en lo posible uno siempre estará para escucharlo cuando esté abatido. No tienes que hablar o volverte loco por saber qué decirle. Solamente, escuchar. Y para él, es lo mejor que le podrás brindar.

La campanilla sonó, provocando que las puertas se abrieran. Los pies de ambos se movían automáticamente hacia el estacionamiento.

- Shinichi-kun.

El detective se volteó para verlo, dado que se había adelantado un par de pasos más que el hombre mayor.

- Creo que jamás podré cubrir la cuota de agradecimiento. Pero...gracias por todo.

- Con que me lo digas solo una vez, basta y sobra. – Contestó, con una leve sonrisa. – Intenta que no se haga extraño cada vez que te vea. Por lo que veo, será seguido a partir de ahora.

- Lo intentaré, pero no te prometo nada. – Dijo, sonriendo.

Toichi tomó la llave de su auto para quitarle la alarma, y abrió el baúl para que Shinichi lo ayude a trasladar sus cosas al auto del detective. Y no. No es que lo tenía de botones o mozo de equipaje. Él debía ir por la pequeña obra de arte que su hermosa impresora había logrado, la cual había quedado en el piso del asiento del acompañante.

Lentamente fue quitando los dedos impresos, admirando lo perfecto que habían quedado.

- ¡Bien! Valió la pena invertir en un aparato tan caro. Y yo que pensé que para lo único que iba a servir, era para hacer los souvenirs de Kaito para cuando se case, los cuales iban a constar de contenedores de plástico con los nombres de los invitados en sus tapas. – Confesó, guardando el aparato en el baúl de su auto, y llevándose el dedo que le importaba con él.

- ¿Quién da eso en un casamiento?

- Hay que llevarse las sobras de la cena de alguna manera, si no, es un desperdicio. ¿A cuántos casamientos fuiste que no conoces el costo de cubierto por persona?

- ¿Ves que alguno de nosotros esté en esa situación?

- Con ustedes y sus ritmos de tortuga, tendremos que esperar cuatrocientos años.

- ¿Tienes algún apuro?

- ¡Ey! Me perdí el crecimiento de Kaito. No quiero perderme la de mi nieto. No seré joven por siempre. – Exclamó, tomando un bolso azul y cerrando el baúl.

- ¿No tiene pareja y ya le encajaste un hijo? Frena un poco el acelerador. Ya bastante tiene.

- Antes si a los 25 no te casabas, ya te veían mal. ¡Pregúntales a mis suegros, que en paz descansen! Como cambiaron los tiempos. – Opinó, negando con la cabeza.

- Y menos mal que cambiaron. – Dijo, rodando los ojos.

- ¿Y tú?

- ¿Y yo qué?

- Tienes novia.

- La cual no veía hace dos años. Y además, solo por si lo olvidaste, te recuerdo que está secuestrada. – Ironizó, dejando dos bolsos en el baúl de su auto.

- Detalles, detalles, meros detalles. La recuperaremos. Luego, uno más uno, me da tres.

- ¡¿Ahora me estás encajando un hijo a mí? – Le preguntó, arqueando una ceja y cerrando el compartimiento trasero. – ¿Qué tal si juegas con Heiji cuando lo veas? Él es el más cercano a lograr ese escenario.

- No tengo tanta relación como la tengo contigo.

- Pues empieza a trabajarla.

- ¡Ufa! Hace más de una década que no voy a una gran fiesta.

- Ok, ok. Ayúdame a recuperar a Ran, y te acortaré la cantidad de años en un santiamén.

- ¡Ah, bueno! Veo que tienes planes a futuro.

- No tienes idea de los planes que ya tengo armados en mi cabeza de acá a por lo menos diez años. – Dijo, rodeando el auto hasta llegar a la puerta del conductor.

- ¡Apa, que confesión! ¿Necesitas algún consejo matrimonial o… pre matrimonial?

La cabeza de Shinichi se dirigió inmediatamente por sobre el nivel del techo del rodado para ver al padre de uno de sus mejores amigos.

- No me estás preguntando lo que pienso que me estás preguntando.

- … – Toichi le levantó reiteradamente las cejas.

- ¡¿En serio me estás preguntando eso?!

- Por supuesto. Quizás te da vergüenza hablar de estos temas con tu padre. Yo soy más divertido.

- Vergüenza me da estar hablando de esto contigo.

- Nah. No tienes por qué. Imagíname como un tío.

- Veo que mi familia se expande cada día más. Ya, vámonos de una buena vez. Las conversaciones se están tornando un poco bizarras.

Ambos se subieron al auto negro, aunque Shinichi no lo encendió.

- Bien. A pesar de estar bajo tierra, tenemos wifi y señal. – Confirmó el detective, colocando la dirección del restaurante en el GPS.

- Mientras veníamos para acá con tu madre, me metí en las típicas redes sociales que hay para buscar trabajo. – Comentó el mago, buscando en su teléfono. – Y adivina, adivinador, ¿Quién en Hamatia, está buscando una mesera con experiencia?

- Me estás jodiendo.

- No. – Y le mostró el teléfono. – Parece que el restaurante que debemos ir, tiene dos turnos rotativos. Uno para el almuerzo, desde las 10hs hasta las 16hs. Y otro para la cena, desde las 16hs hasta las doce de la noche. El de la noche, es claramente más largo que el del mediodía.

- Cuando tienes un crédito hipotecario de 30 a 50 años, y la única forma de adelantarlo, es haciendo horas extras.

- Exacto. Y lamentablemente, ese cansancio humano nos viene de maravilla, porque el guardia de seguridad de la entrada, debe acatarse a los mismos horarios. Ahora sabemos cuándo paran.

- Ya son más de las cuatro y es hora pico. El nuevo guardia ya debe haber llegado. Menos mal que no estamos muy lejos. – Indicó Shinichi, mientras encendía el auto y comenzaba a andar por las concurridas calles.

- No te preocupes por el guardia que ya se fue. Cualquiera de nosotros se puede olvidar algo y tener que regresar a nuestro lugar de trabajo. Es más, lo grabé mientras le pedía agua, por lo que es hora de que empiece a maquillarme un poco.


Departamento del agente N°2 - Hamatia - Viernes 18.00 hs.

- Bueno. Un barrio más común y corriente. – Detalló Ginzo, al ver las estructuras edilicias de sus alrededores.

- Es la próxima cuadra, así que, disminuye la velocidad y sigue de largo. En la primera intersección que veas que tenga sentido hacia la izquierda, doblas.

Ginzo mantuvo el velocímetro a 15km por hora, mientras ubicaban el edificio al que tenían que ir. Una pequeña y antigua casa de dos pisos, a la cual se le notaba la falta de mantenimiento por las paredes de ladrillo sin revestimiento o la pintura descascarada.

Una vez cumplidas las direcciones entregadas, el del este detuvo el auto y puso el freno de mano. Apagó el motor y se quedó en silencio, esperando a que Akai termine de hacer lo que sea que estaba haciendo con su teléfono.

Tomó su billetera del costado de la puerta y la abrió, observando una foto carnet de su hija cuando tuvo que renovar su documento de identidad hace cuatro años atrás.

La cantidad de veces que le han dicho que era un dinosaurio por tener una fotografía de esa forma, dado que actualmente, la única forma de tenerlas era a través de un celular o en algún dispositivo informático. Pero nunca les hizo caso a dichos comentarios. Él prefería mil veces el pequeño cuadradito de papel fotográfico dentro de su accesorio de cuero. Lo sentía diferente. Más cálido y personal. Como cuando lees un gran libro en papel y sientes la textura de las páginas y de las tapas bajo las yemas de tus dedos.

- Vamos. – Dijo Shuichi súbitamente, saliendo del auto y dirigiéndose al domicilio de la agente. – Bueno. Las imágenes por satélite indican que no podemos entrar por atrás.

- Ok. Entonces será por la puerta de entrada. – Respondió, guardándose la pequeña cartera en el bolsillo de su pantalón.

Caminaron por el agobiante asfalto de la calle hasta llegar al destino deseado. Tocaron el pulsador del timbre que se encontraba junto al buzón de correo. Pero aun así y todo, no pudieron escuchar al dispositivo sonar, o a alguien que les indique alguna instrucción.

Las puertas de la reja de hierro de la entrada estaban oxidadas y abiertas, y las bisagras, estaban desoldadas. Akai tenía miedo de que al tocarlas, se terminen cayendo y hagan un ruido desopilante. Por ende, pasó con bastante cuidado entre ellas, moviéndose por el ahora crecido pasto.

Y todos estos pequeños indicios ya le hicieron ruido en la cabeza.

- No parece tener alarma o cámaras externas. – Susurró Ginzo, viendo las paredes del exterior de la casa.

El de ojos verdes negó con la cabeza, tocando la puerta de madera de la casa con sus nudillos.

- "Esto me recuerda cuando fui a buscar a Shinichi hace dos años atrás. Quizás si grito "FBI, open up!" y tiro la puerta abajo, alguien me conteste."

Sin embargo, no fue necesario llegar a tal punto. Las puertas se abrieron solo un poco, evidenciando la existencia de una cadena de seguridad atrás de la misma.

- ¿Sí?

- Estamos buscando a Azumi Nishimura. ¿Se encuentra ella?

- ¿Quiénes son?

- Qué pregunta complicada de responder.

La chica intentó cerrar la puerta. Pero el pie de Shuichi ya se encontraba entre las puertas para evitar eso.

- Váyanse.

- Cálmate. No queremos hacerte daño.

- No me importa. Váyanse de acá o llamaré a la policía.

- Pero si tú eres parte de la policía.

El rostro de la demacrada mujer pasó a ser de desesperación, y el del FBI ya se daba una idea de por dónde venía la mano. No obstante, antes de que pudiera abrir la boca, su compañero se exasperó.

- ¡Oye! Escúchame un maldito segundo. – Y sacó la foto de su billetera para ponerla delante de ella. – Mi hija y su amiga están malditamente secuestradas y tú puedes ser la clave para encontrarlas. Así que haznos el favor de por lo menos oír lo que queremos saber. También somos oficiales de policía, aunque no de esta prefectura.

- Entiendan que no puedo ayudarlos. Me están exponiendo de esta forma.

- Mientras más estemos afuera y gritando como lo estamos haciendo, más nos notaran. Solo serán unos minutos y nos iremos como dos fantasmas. – Y Shuichi sacó el pie de entre las puertas.

- Solo te estamos solicitando un poco de ayuda. Nada más. Por favor. Necesito encontrarla. – Terminó de decir Ginzo, en un susurro que sonaba a casi un ruego desesperado.

Azumi suspiró fuertemente mientras se tocaba la frente con todos los dedos. Se encontraba ojerosa, agotada y con un fuerte dolor de cabeza que no la dejaba pensar del todo bien. Pero a pesar de eso, les abrió la puerta a dos desconocidos para que entren a su casa.

- Claramente tengo problemas. Serios problemas mentales. Agregaré el psicólogo a mi eterna lista de pendientes. – Susurraba la mujer, mientras cerraba la puerta.

Al escucharla e ingresar, Shuichi aprovechó a seguir detallando algunas cosas, como por ejemplo, el mueble donde depositaban los calzados en el Genka, el cual contenía zapatos de dos tallas distintas de mujer. A juzgar por el estilo de los mismos, una de ellas era mayor a la otra por al menos veinte años.

- ¿Qué quieren saber? No conozco a la chica de la fotografía. – Vociferó Azumi.

- Desde la Prefectura, ¿Te pidieron algo fuera de lo común en estos días? – Consultó el del FBI, observando como las maderas del suelo que iniciaban la entrada a la casa tuvieron una mejor época, dado que algunos tablones estaban podridos y llenos de moho.

- No. – Respondió instantáneamente con un tono de pregunta, en una oración que debería haber sido negativa y grave.

- Veo que no quieres colaborar mucho, dado que estás mintiendo. – Afirmó, notando el polvo acumulado sobre las superficies de los muebles.

- Claro que...

- Estás nerviosa, tragas rápido, elevas el tono de voz en tus respuestas, estás frunciendo el ceño y el dolor de cabeza que estás sufriendo no tiene nada que ver con ello. ¿Quieres que siga? Puedo estar hasta mañana leyendo tus expresiones y el modo en el que te comportas. – Le informó, viendo como las pocas plantas existentes en maceta se encontraban achicharradas por el calor.

- ¿Cómo demonios...?

- "¡Ja! Si ya era un especialista en ello por ser un agente federal, no tienes idea de la minuciosidad en los detalles que aprendí en estos dos años al vivir junto a un detective maníaco hiper mega observador. Si Shinichi pudiera hacerles una auditoría a los ácaros, estoy más que seguro de que los defenestraría en el informe."

- ...

- Entonces, sigo. Tienes a tu madre viviendo contigo, que por lo que veo, no está. Las plantas están casi muertas debido a la falta de riego, y hace rato que las superficies de los muebles no son limpiadas por un paño. ¿Acaso enfermó?

Y Shuichi notó el cambio en sus pupilas.

- Eso explica tus ojeras, el cansancio, el estado de tu casa, el que falten solamente las pantuflas de tu madre en el mueble de la entrada, etc., etc., y más etc.

- ¿Qué tiene que ver el estado de mi casa?

- No tienes tiempo de estar aseando por los continuos viajes al hospital, y tu situación económica, debe de estar en llamas. Por eso no puedes reparar las rejas externas o las maderas de la entrada. – Dijo señalándolas. – Tu sueldo no debe estar alcanzando para cubrir los gastos médicos, por lo que me da a entender de que hace rato que está internada. ¿Cómo lo sé? – Respondió con naturalidad, al verle el rostro de confusión y sorpresa. – Las cartas de atraso de pago en tu buzón de entrada. Tienen el sello de un hospital de la zona, por lo que el resto, es pura deducción.

- ¿De dónde salieron ustedes?

- De una mujer, al igual que tú. Ahora, también sabemos que tienes el turno de 18hs a 00hs, por lo que no perdamos más tiempo o te atrasarás en llegar a tu trabajo y levantarás sospechas. Iré al grano. ¿Qué es lo que te pidió el superintendente?

Azumi empezó a tiritar sin quererlo. Sentía que sus piernas perdían fuerza poco a poco, al entender que los dos hombres que estaban dentro de su casa, sabían todo de ella.

- ¿Pueden asegurarme de que nada pasará con mi madre o conmigo? – Dijo, a través del temblor de sus labios.

- Puedo prometerte que nosotros no les haremos nada. Pero no puedo hablar por la gente de acá.

- ...

- Hiciste un pacto con el mismísimo diablo y ya sabes a lo que se dedica, ¿Qué esperabas que pase? Seguirá dándote órdenes, y el único rastro que está dejando en el sistema, es tu nombre. El día que pase algo, tú serás la única responsable de ello.

- ¿Qué otra cosa podía hacer? – Le recriminó con desesperación. – Estoy entre el tridente y la pared. Si me negaba, iban a matarme por seguro. ¿Saben lo fácil que desaparece la gente en esta prefectura?

- Sí, lo sabemos. Por eso mi compañero te mostró la foto. Su hija desapareció ayer, dado que las coordenadas que le informaste al Superintendente, eran para localizarla a ella y a otra amiga.

- ...

- Tienen 20 años. Si no las encontramos dentro de las próximas 36 horas, no tendremos más chance de hacerlo.

- Lo... lo siento. Yo no... yo no sabía que me estaban pidiendo esto para...

- ¿Qué es lo que te pidió puntualmente?

- Él sabía de la delicada situación de mi madre cuando fui a consultarle por un anticipo de sueldo. Me ofreció hace unas dos semanas, un aumento salarial, a cambio de informarle el movimiento de algunas patentes sin que quede en los registros de análisis. Era la primera vez que me ocurría una situación como esa en los tres años que llevo en la policía. Y yo... no podía negarme. Necesitaba ese dinero para cubrir los gastos médicos del hospital.

- Sigue.

- Al principio fue una sola placa, y me sorprendí al enterarme de que era del famoso detective del oeste, Heiji Hattori. Pero cuando fui con la información a su oficina, me exigió que le informe todos los movimientos de su moto de los últimos días, en todas las prefecturas vecinas. Cada día que llego, es fijarme si esa patente pasó por alguno de los controladores, entre las doce de la noche y la hora en la que entro a trabajar.

- ¿Solo la patente de Heiji Hattori?

- No. Me agregaron la de un auto que no pude identificar por el momento...

- "El auto de Rei".

- ... y otra de un abuelo, pero no recuerdo el nombre. Tampoco entendí por qué la de un anciano y, claramente, no indagué de más. Si alguien me pregunta, no tengo que mentir.

- ¿La de alguien más?

- No por el momento.

- OK. Necesito que me hagas un favor, solo por los siguientes dos días. Necesito que dejes de informarles los movimientos...

- No puedo hacer eso.

- Sí, que puedes. Ellos no están monitoreando o validando que la información que les pases sea verídica. Miénteles. Diles que no los detectaste, o que meramente fueron a un supermercado por alguna zona lejos de Hamatia y desaparecieron. Son solo dos días. Nosotros nos encargaremos de ellos.

- ¿Ustedes están locos? Hace más de 50 años que están en el poder, llevando sus operaciones de forma indetectable, y ustedes creen que en dos días van a acabar con ellos. ¿Tienen idea de con quién se están metiendo?

- Por supuesto. El problema es que ellos no saben con quien se metieron. – Respondió con una sonrisa totalmente siniestra, sombría y macabra, lo cual hizo retroceder a la mujer un par de pasos. – Y ya tengo bastante hinchadas las pelotas con todo este tema. Por ende, lo cortaremos desde la raíz. Así deja de ser un maldito dolor de cabeza para todos.

- Si se enteran de que los voy a traicionar, irán por mi madre, y luego por mí.

- Y si no lo haces, todas las criaturas y personas que han desaparecido en los últimos treinta años, y que van a seguir desapareciendo día a día, estarán sobre tus hombros. La opción es muy sencilla. Nos ayudas a acabar con esto en dos días y te vas a dormir con la consciencia tranquila, o tomas el otro camino y te responsabilizas de las consecuencias.

- ...

- Solo dos días. – Repitió, levantando su dedo índice y el del medio.

- De acuerdo. Solo 48 horas. – Dijo, no estando muy convencida.

- Ni un minuto más. Ten cuidado lo que hablas y dónde. Y más que nada, suma atención con lo que hablas.

- ¿Con lo que hablo?

- Tu teléfono. Mejor que sepas de antemano que debe estar monitoreado y deben estar escuchando absolutamente todo lo que hables con él. Así que, se prudente. Es solo un consejo de cortesía.

- ¿Por eso hablaste tan francamente? ¿Cómo sabías que no lo tenía encima?

- Llevas pollera sin bolsillos y la camisa de la policía, no tiene donde depositarlo. No tienes superficies en la ropa que indiquen que lo llevas encima, y tampoco lo veo por los alrededores. Así que, estimo que lo dejaste en la cocina.

Y de nuevo la dejó atónita.

- Voy a darte este dispositivo con un nuevo chip, que nadie podrá rastrear. – Le indicó, dándole un celular básico. – Es muy probable que te pida ayuda con algunas patentes para saber dónde están sus autos. Pero se inteligente. No dejes rastros. No dejes huellas. No dejes pruebas. ¿Entendido?

- "¿En qué demonios me metí? ¡El próximo año le haré caso a mis amigas y me haré la revolución solar para que me advierta de estos temas!"


Equipo policial de intervención – Viernes 19.00 hs.

Heizo avanzó por el pequeño departamento hasta llegar al único escritorio que existía en el ambiente. Depositó un café extra grande y recargado, un mega botellón de agua, un par de sándwiches y un poco de fruta sobre la mesa.

- Come. Ya mismo.

- No tengo mucha hambre.

- Has estado encerrado entre estas cuatro paredes desde que dejaste a Kazuha con Heiji en el hospital, y estoy seguro de que no has comido nada en todo el día. – Dijo en forma de reproche. – Así que, come. O te juro que iré por tu mujer.

- No, no. Déjala lejos de esta prefectura. – Respondió Ginshiro a secas, agarrando la taza con desgano, y sacudiéndola enfrente de él. – Gracias.

- ¿Estás bien?

- ¿La verdad? No estoy muy seguro.

- ¿Tuviste el susto de tu vida?

- ¿Te parece? ¿Cómo están Kogoro y Ginzo?

- No muy bien.

- Es entendible.

- …

- Este último año, sus hijas han venido a casa en varias ocasiones, ¿Entiendes? A mi casa. Mi hogar. Incluso ya formaron parte del equipo secuaz femenino de Kazuha Toyama. Hemos compartido meriendas y cenas. Se han quedado a dormir en la habitación de mi hija. Y de repente… puf. – Expresó, cerrando y abriendo las manos. – Y lo mismo le pudo haber pasado a Kazuha.

- ¿Qué propones que hagamos?

- Por mi, cruzaría la calle, agarraría mi arma y te juro que lo bajaría en tres segundos. Pero no. Tengo que quedarme acá, escuchando a este hijo de puta hablar por teléfono cuando se le encante el reverendo orto y seguir esperando a que cometa un maldito error que nos ayude a encontrarlas.

Ginshiro suspiró con fuerza. Tenía poca paciencia y los nervios de punta. Lo sabía muy bien.

- Perdón por el exabrupto, amigo mío. Empiezo a entender por qué el tema de conflicto de interés es tan complicado en las operaciones.

- ¡Qué bien, felicidades! Solo tardaste unos treinta años en darte cuenta. – Dijo con ironía, mientras le golpeaba la espalda. – Mira si te hubieras tardado un poco más.

- Heizo… – Lo llamó de forma reprobatoria.

- Ginshiro…

Ambos hombres sonrieron levemente.

- ¿Qué novedades tienes de este tipo? – Consultó, señalando con la cabeza hacia la ventana.

- Same shit, different day. Es como si no hubiese pasado nada. Estaba escribiendo en el grupo los datos del día de hoy, y en el transcurso del día, le estuve enviando a Kudo-kun los audios y videos que me pidió.

- ¿Audios y videos? ¿De qué hablas? – Preguntó con extrañeza.

- Todas las conversaciones telefónicas y escenas presenciales que mantuvo Hiroto Ken con Eiji Ken. ¿No estabas al tanto de eso?

- No. Y en el grupo no escribieron nada relacionado a eso.

- Porque me lo pidió de forma particular.

- Espera un momento. ¿Quién te los pidió? ¿Kudo padre o hijo?

- Hijo.

- ¿Y ahora en qué demonios está pensando?

- Ni idea. No indagué, pensando que era algo relacionado a lo que estamos investigando. Ustedes estaban todos juntos, por lo que no sospeché nada.

- ¿Hace cuánto te lo pidió?

- Antes del mediodía. Salí del hospital de ver a Kazuha, y empecé a buscar y enviarle la data.

- ¿Te pidió solamente los de los últimos días?

- No. Desde el inicio de los tiempos. ¿Por? ¿Me mandé una cagada?

- No. – Respondió dubitativamente.

- Y entonces, ¿Qué te preocupa?

- El no saber. Piensan más rápido que nosotros, y sus parejas están metidas en esto. Recién mencionabas el riesgo del conflicto de interés. Ahí lo tienes.

- ¿Tienes miedo de que hagan un paso en falso?

- Tengo miedo de que se les ocurra hacer algo que no sepamos, y que, o vuele todo por el aire, o se maten en el proceso.

- Esperemos que ning…

El sonido de su celular empezó a realizar una anti melodiosa balada junto al teléfono de Heizo.

… ¿Cómo podían ser tan distintos en cuanto a sus gustos musicales, teniendo casi la misma edad?

- Ya odio las llamadas grupales o las videollamadas. – Opinó el de mayor rango, viendo la pantalla de su dispositivo. – Ya estoy viejo para los nuevos métodos de comunicación.

- Yo atiendo, abuelo. – Comentó, cuando ya había deslizado el dedo por el botón verde. – Sigo opinando que ya te estás preparando con antelación a los hechos.

- ¡Deja de querer embarazar a tu hija con mi hijo!

- ¡Quiero que un pequeñín corra por la casa!

- ¡Pues adopta un gato o un perro para eso!

- ¡Oigan! Parecen una pareja de recién casados. – Interrumpió el del FBI.

- Gracias por dejar tus deseos tan claros, Ginshiro-kun. – Dijo un avergonzado moreno, a la distancia del teléfono del agente de Seguridad. – Menos mal que Kazuha fue justo al baño.

- ¡Ja! Qué lástima que no pueden ver su rostro. Si estaba bordó por los golpes, ahora parece una baliza flotante. – Lo molestó, Rei. – Sacando las bromas de lado, acaban de pasarme el informe final del análisis de reconocimiento facial de los conductores.

- ¿Tu teoría era cierta? – Preguntó su rival.

- ¿Dudabas de mi capacidad analítica? Por supuesto que tenía la maldita razón. Uno de ellos se llama Hashimoto Kenichi y tiene 42 años. Actualmente, es policía retirado después de haber trabajado quince años en la policía de la Prefectura de Hamatia.

- Los muy malditos se retiran tempranito, eh. Ojalá todos nosotros pudiéramos hacer lo mismo. – Se quejó Ginshiro. – ¿Y ahora a qué se dedica, además de ofrecer servicios independientes de secuestro, narcotráfico y trata de mujeres?

- Se supone que tiene un negocio de venta de lubricantes y aceites de automóviles.

- ¡Claro! Y yo tengo un kiosco donde vendo chupetines y productos de cotillón. – Dijo Saguru, a la lejanía y de forma extremadamente sarcástica.

- De algún modo tienen que blanquear algo del capital que ganan. No pueden vivir en la ilegalidad sin llamar la atención. Y, por otro lado, tenemos a Sakai Hisashi de 39 años. Y este es el que más me hizo calentar.

- Jo, jo, jo. No me digas que perteneció a… – Comentó el del FBI.

- Sí. Era un agente de Seguridad Nacional. Al ver su expediente, me encuentro con que hace siete años atrás, fue investigado por varias denuncias de extorsión en más de una operación. Se encargaba de resguardar documentación y datos sensibles que analizábamos, para después pedirle grandes sumas de dinero a la persona sujeta a la investigación. Si no lo hacía, lo amenazaba con distribuir la información a la prensa.

- Claramente dejó de pertenecer a la fuerza, ¿No?

- ¿Tu qué crees? Le realizaron el acta de procedimiento, lo expulsaron de la fuerza y lo denunciaron penalmente. Hablé con gente que tiene mayor antigüedad que yo, y me comentaron que era muy habilidoso para conducir y de que lo usaban como estratega en las persecuciones de carácter riesgosas.

- Otro loco al igual que tú. Pensé que con uno era suficiente. ¿Cómo es que está libre?

- Solo por esta vez, dejaré de lado tu crítica. Lo condenaron a prisión por cuatro años. Pero luego de un año, mágicamente lo soltaron.

- Eso tiene un nombre. Se llama contactos.

- Con dicho antecedente, y no me malinterpretes con lo que te preguntaré… – Se anticipó Heizo.

- Quieres saber que tan confiable es la agencia hoy en día. – Replicó el rubio.

- Exactamente.

- Posteriormente a ese episodio, se abrió una gran causa de investigación, donde incluso, se contrató gente externa para realizar una auditoría general de la agencia. Hubo… varios despidos. No se mucho los detalles, dado que yo entré después. Es más, éramos la nueva camada que vino a reemplazarla.

- ¿Crees que aún puede existir alguna filtración por parte de la agencia?

- Te diré la verdad. Uno nunca está exento de que alguien a quien conozcas de toda la vida, te dé un puñal por la espalda. Pero tampoco puedes desconfiar de todo el mundo y de estar continuamente metiendo a todas las personas en la misma bolsa. Los oficiales con los cuales me comunico permanentemente, y eso incluye a mi jefe y a Kazami, puedo asegurarte que son discretos y absolutamente profesionales.

- Si tú lo dices, confiaré en tu criterio. Un problema menos en el cual pensar. Ahora, ¿Cómo los encontramos? Dudo mucho que tengas la dirección real en tu poder.

- No. – Dijo, expresando la única vocal de la palabra de forma alargada y aguda.

- Mmm, ese tono. – Opinó Shuichi. – Se viene, se viene…

- Pero tengo los legajos de sus esposas, ex esposas e hijas. Y Shuichi como segunda medida, puede pedirle a la de tránsito que rastree las patentes de las camionetas de Yamamoto.

- On it. – Exclamó Akai, con una deleitable sonrisa.

- Y ya todos saben hasta donde soy capaz de llegar. Por ende, ¿Quién va a querer acompañarme a una hermosa cena familiar?

- Rei… – Advirtió el mayor de los Hattori. – Ojo con lo que haces. No te conviertas en lo mismo que ellos.

- Nunca. Pero como cuando éramos niños… un poco de escarmiento provoca grandes enseñanzas.

- ¡Pinta divertido! ¡Me sumo! Dejo a Ginzo-kun y voy por ti. – Comentó el del FBI.

- ¿Me dejas? Yo soy el que está conduciendo desde hace horas. Y ustedes dos, mejor que nunca tengan hijos si van a criarlos de ese modo. Terminarán traumados y con terapia de por vida. – Le recriminó el oficial.

- Bue…

- ¿Qué hay del alta de ustedes? ¿Están en condiciones de salir del hospital? – Preguntó Ginshiro.

- Ya lo estamos pidiendo. Estiman que en aproximadamente una hora y media o dos, nos liberarán. Jodie y Heiji se irán al departamento. Y los oficiales que nos designaron, escoltarán a Toyama-san a Osaka.

- Agradeceré mucho eso.

Por un momento, Rei fijó su atención en los contactos conectados. Y en ese momento, se percató de un pequeño detalle.

- ¿Toichi? ¿Estabas conectado? Como no dijiste una sola palabra, pensé que no te habías sumado.

- Estoy, estoy. Pero hay tanto ruido que silencié el micrófono. – Comentó, luego de que pasaron unos segundos y pudo habilitar el audio.

- Ah… ¿Está todo bien?

- Si. Un poco… apurado. Pero quería escuchar lo que pasaba. – Esta vez respondió con una voz más alta de la normal, para hacerse entender entre el continuo murmullo de la muchedumbre.

- ¡Reduce eso! – Dijo una voz desconocida.

- ¿Y ese quién es? – Consultó el rubio, con exaltación.

- ¿Una persona? – Respondió el mago.

- ¡En cinco tienen que salir los platos de la dos! – Exclamó a los gritos el tercero.

- ¡¿Dónde mierda estás?! ¿Estás dentro de una cocina? – Preguntó el de Seguridad.

- ¿Cómo va el salteado?

- Mejor no preguntes, Rei. ¡Wow, cuidado con eso! – Alertó, Toichi.

- Perdón. Muchos platos en las manos. – Indicó otra voz desconocida a las apuradas.

- Ok. Prefiero no saber qué estás haciendo. ¿Estás con Shinichi? – Preguntó el agente.

- Sí y no. Estamos juntos, pero separados.

- ¿Por qué tienen que complicar tanto las explicaciones? ¿Y Kaito?

- Se quedó con Mouri-kun y Yukiko-chan. Estaba bien. No se preocupen por él.

- Ok.

- ¡Oye, tú! – Inquirió una tercera voz desconocida.

- Uy, hablamos después. Chao.

- ¿Toichi? … ¿Toichi? – Preguntó el de Seguridad.

- ¿Cortó? – Consultó Shuichi.

- Así parece. No está más dentro de los contactos.

- ¿Qué demonios está haciendo?


Hospital General Hamatia– Viernes 21.00 hs.

- ¿Puedo preguntar por qué demonios no está cada uno descansando en su propia habitación? – Consultó el médico que los estuvo atendiendo desde la mañana, viendo como todos los integrantes de la sala estaban trabajando con distintos dispositivos. – Los cuatro, deberían estar reposando.

- Hay cosas en la vida que no pueden dejarse de lado. – Respondió el agente con simpleza. – Además, dejamos una habitación libre para el que realmente necesita utilizarla.

- Pacientes. El día que le hagan caso a los médicos, caerá otro meteorito que exterminará a la humanidad entera. – Se quejó, mientras daba un largo suspiro. – Tengo los resultados de la última prueba, y se alegrarán de saber que sus cabezas internamente parecerían estar intactas.

- ¿O sea que ya nos podemos ir?

- No es algo que les recomendaría. Ya me imagino que conoces los procedimientos médicos.

- Sí, los conozco. Así como también conozco que, si firmo el deslinde de responsabilidad o pido el alta médica voluntaria, no pueden negármela, dado que no tengo una patología o enfermedad que pueda afectar a la salud pública, o porque estoy poniendo en riesgo mi vida.

- ¿Cuántas veces te internaron?

- Te podría llegar a aterrar la respuesta. – Dijo, con una sonrisa.

- ¿Es el deseo de los cuatro de forma individual? ¿Ninguno está diciendo que sí, meramente porque este señor desquiciado e incoherente quiere irse?

- ¡Oiga!

- Rei, no se equivoca con respecto a tu evaluación mental. Así que, mejor acéptalo. – Le reprochó la del FBI.

Heiji observó a Kazuha, recibiendo un sí con la cabeza.

- Nosotros dos también queremos el alta.

- Yo también. – Indicó Jodie, masajeándose el cuello. – Me encantaría poder asentir, pero reconozco mis limitaciones en estos momentos.

- De acuerdo. Traeré los papeles para que autoricen la salida, junto con una serie de recomendaciones médicas.

- ¿Algo más a tener en cuenta? – Consultó el moreno.

- Procuren no hacer actividad física. Todos, pero absolutamente todos, lo tienen prohibido. Si tienen que trabajar con dispositivos, descansen cada cierta cantidad de intervalos. Sobre todo usted, señora... – Haciendo referencia a Jodie. – ... cuyas posiciones cervicales pueden traerle grandes dolores de cabeza. Aplíquense hielo para bajar la hinchazón de sus heridas durante los primeros tres días, y les recetaré algunos analgésicos para los dolores. Si ven que empeoran, vuelvan inmediatamente al hospital.

- Bien. Muchas gracias.

El médico salió de la habitación y la agente Mia entró, con el celular en la mano.

- Hattori-kun, el traslado para Osaka está listo. Otaki-kun está esperando en el auto.

- Gracias, Mia-san.

Kazuha miró a cada integrante con sumo detalle. La actitud de todos junto a sus movimientos, no la estaban convenciendo de que todos iban a ir a Osaka. Por ende, su indignación empezó a surgir de ese cuerpo, haciéndose notar en su rostro.

- Kazu, antes escúchame… – Le dijo Heiji, al prever su cercana explosión.

- ¡No! No voy a irme.

- Kazuha...

- ¡Dije que no!

- Esperaré afuera. – Informó Mia, dándose la vuelta y saliendo de la habitación.

- Yo creo que escucho los pasos del doctor con los papeles en sus manos. – Dijo Rei, acompañándola.

- Tengo la misma sensación que tú. – Coincidió la rubia, siguiendo al Agente de Seguridad.

- "¿Salieron o huyeron? ¡Malditos Cobardes!" – Pensaba el moreno. – Kazu…

- ¡No! ¿Por qué Jodie-san puede quedarse y yo no?

- Porque sabe disparar y es una agente federal.

- ¡Está totalmente lastimada! ¿Cuánto crees que puede hacer en ese estado?

- Amor…

- ¡No me hagas esto! – Le gritó, con lágrimas en los ojos.

- Está bien. Está bien. – Dijo acercándose, con las manos dirigidas hacia ella.

- No. No está bien. Nada está bien. – Le recriminó en un inconsolable llanto.

- Lo sé. – Le comentó, abrazándola. – Lo sé.

- Ya perdí a mis amigas. No quiero perderte a ti también.

- ¡Ey! – Exclamó, separándola. – No las perdiste. No todavía. Es verdad que el tiempo está totalmente contado con los dedos. Pero todavía podemos encontrarlas. Sin embargo, necesito que me ayudes en algo.

- ¿En qué? Soy una total inútil.

- No pienses así, porque no lo eres.

- Quieres que me vaya. Te estoy entorpeciendo.

- Quiero que te vayas por tres razones. Primero, necesito que junto a nuestras madres, Haibara-san y Koizumi-san, analicen todo lo que puedan y estén atentas a cualquier noticia de Hamatia que llame la atención. ¿Crees que puedas ayudarme con eso?

Kazuha asintió levemente, aunque sus ojos se mostraban aguados y su garganta contraída.

- Por otro lado, ya tuviste demasiado estos días y apenas estás pudiendo procesar, tanto tus emociones, como tus recuerdos. Y no… – Dijo levantando el dedo índice derecho, antes de que ella emita un sonido con sus cuerdas vocales. – No me lo niegues, amor. Ya hablamos de esto en el hotel. Ahora, ¿Por qué te digo esto? Porque viene la última razón: si encontramos a las chicas, ten por seguro que no van a estar bien. Van a necesitar de tu compañía y de todo tu apoyo para poder enfrentar esta situación de mierda. Pero si tú no te recuperas bien psicológica y físicamente, ¿Cómo crees que vas a poder ayudarlas a ellas en este estado?

Varias lágrimas descendieron por el rostro de la mujer. La idea del oscuro futuro que se asomaba en el horizonte, y el separarse de él, le estaban dando internamente, una sensación muy vacía y dolorosa.

- Tenemos que ayudar a nuestros amigos en lo que podamos, ¿Sí? – Le susurró el moreno, abrazándola nuevamente.

- Lo sé. Lo sé muy bien, y mejor que nadie. Créeme. Pero… ¿Y tú?

- Yo no puedo moverme. – Le aseguró, mientras le tocaba las mejillas para limpiar las gotas saladas. – Ya escuchaste al médico. No estaré en la obra, sino atrás del telón, manejando las luces y el sonido.

- Eres un idiota para explicar las cosas.

- Bien que me pides ayuda para tus materias de la facultad.

- ¿En serio me vienes a reprochar eso en estos momentos?

- Muy en serio.

El rostro de él se acercó, hasta que sus labios rozaron los de ella. No era un beso que se destaque por ser físicamente fuerte. Pero sí era lo suficientemente firme para transmitir los sentimientos que necesitaban. Era cálido, suave y prometedor. Era un dulce hasta luego, en vez de una triste despedida.

- Tienes prohibido morirte. – Le aclaró, al separarse.

- Ok.

- Tienes prohibido dejar que alguno de los chicos se mate.

- Más difícil de cumplir, puesto que no sé cuánto los podré acompañar.

- Tienes prohibido volver a casa sin rescatar a Ran-chan y a Aoko-chan.

- ¿Algo más? La lista de prohibidos se está tornando un poco extensa. ¿Qué quieres que haga? ¿Una nueva ley nacional?

- ¡Cállate, imbécil!

- …

- Cuídate. Por favor. – Le rogó, uniendo su frente a la de él.

- Lo haré. Solo serán unos días. Volveré a casa, ¿Ok? Así que espérame.

- Siempre. ¿Llevas tu amuleto? – Le consultó, pasando su mano por su pecho, para verificar la existencia del mismo.

- Siempre. – Contestó al igual que ella, rodeando su mano.

- Así me gusta. Bien tranquilito y obediente. Ojalá fueses así de mansito el diez por ciento de las veces de tu vida.

- ¡Oye! ¿Acaso no me amas por lo que soy?

- Sabes muy bien que sí, fosforito nuclear. – Dijo, abrazándolo de costado con sumo cuidado, y caminando hacia la salida.

- Mmm, estoy recibiendo muchas quejas. Ahora no estoy tan seguro.

Al abrir la puerta y dirigirse a la recepción, se encontraron a Rei y a Jodie, llenando los formularios de alta.

- Me parece que Furuya-kun tampoco está para seguir en acción. – Susurró Kazuha, mientras veía lo mucho que le estaba costando llenar el formulario por la hinchazón en la mano. – ¿Lo ayudo?

- Olvídalo, no va a dejarte. No tienes idea de lo orgulloso que es.

- Me suena tan conocido.

- Ahí vamos con la facturación de vuelta. – Se quejó, rodando los ojos. – ¿Prometes que te cuidarás y harás todo lo que te pedí?

Kazuha vio como la agente que antes había irrumpido en la habitación para ir a buscarla, estaba sobre el pasillo, parada junto a otro oficial. Ambos parecían en guardia, viendo a un punto fijo.

- ¿Qué les pasa?

Heiji al ver dónde veía, se dio cuenta enseguida del estado de alerta de los dos policías. Su postura había cambiado a defensiva, y sus brazos en vez de estar cruzados, se encontraban a los costados de sus cuerpos.

- Quédate acá. Iré a chequear. – Le ordenó, mientras empezaba a caminar hacia ellos. – ¡No, no! Mia-san, Kano-kun. Está bien. Déjenlo pasar. Está con nosotros.

- ¿Qué pediste? ¿La tropa imperial de Star Wars? – Preguntó Shuichi con sarcasmo, al notar como los agentes se movieron de su paso y volvieron a sus poses originales.

- No es culpa de ellos que tú tengas una presencia amenazante y desquiciada. Obviamente se iban a alertar al verte.

- ¿Me estás insultando o me parece a mí?

- Querido, hazte cargo. – Respondió su pareja, dándose vuelta como un robot al tener puesto el cuello ortopédico.

- ¿Cómo te encuentras? – Consultó, una vez que llegó a su lado.

- Un poco adolorida y me estoy muriendo de calor. Pero no me queda otra que aguantarlo.

- Pobrecita. – Dijo, mientras le daba un beso en la frente, y pequeños y suaves toques a su cabeza en señal de comprensión. – Te quedarás en el apartamento, ¿Sí? Nada de moverte. Si puedes quedarte en cama descansando, mejor. Al menos hay aire acondicionado.

- Descansaré cuando esto termine.

- Qué cabeza dura.

- ¡Ja! Mira quien habla.

- Sabes que cuando esto termine, tendremos otros problemas, ¿No? Así que, descansa si puedes.

- Los interno a los dos con James, Michael y Steve. Nosotros nos vamos a un spa.

- Suena bien a vacaciones de jubilados.

- ¡Me importa un bledo!

- Oye. Me siento ofendido y apartado. ¿Y yo qué? – Preguntó Rei, con una fingida actitud dolida. – ¿No me preguntarás ni cómo estoy? Lo único que escucho es como coqueteas con tu mujer.

- Oh, perdón cariño. No era mi intensión dejar de lado a la persona que no pudo contra un conductor veterano. – Dijo, con un tono muy travieso y divertido.

- ¿Acaso… me estás diciendo que soy un Rookie? – Expresó con una mirada de reto.

Las miradas de Mia-san y Kano-kun iban de una persona a la otra. El hombre sacó un paquete de chicles de su uniforme, ofreciéndoselo a la mujer, quien lo aceptó con gusto. No era pochoclo. Pero… ¡Al fin había una telenovela en vivo!

- Yo no dije nada parecido. – Respondió el del FBI.

- Ah, ¿Sí? Ahora verás lo que un rookie puede hacer con una sola mano. Vámonos, maldito romanticón empedernido. Nos toca ir a dos desalmadas cenas familiares y estamos llegando tarde. Tenemos que comprar helado. No podemos ir sin postre. – Comentó Rei, empezando a caminar a paso decisivo.

- Qué fácil que es de encabronar. Tú, cuídate. – Respondió Shuichi con una sonrisa, mientras le daba un rápido beso de despedida a su novia y se iba a paso acelerado en busca de su contrincante.

- Esos dos… no están bien de la cabeza. – Opinó Heiji, con Kazuha de la mano.

- ¿Quién de este grupo lo está? Si alguno de nosotros tiene un psicotécnico correcto, entonces está en el equipo equivocado.

- Es verdad.


Comentarios generales: Hola gente linda, ¿Cómo están? Espero que todos muy bien. Se que todos quieren la dirección de mi casa para venir a visitarme, y dejarme un hermoso y tierno mensaje. Pero como les digo siempre, no abandonaré la historia. Me tardo un montón en escribir, debido a que lamentablemente, el tiempo es limitado. No prometo nada, pero veré si el otro lo puedo sacar antes de los 6 meses.

Por otro lado, ¿Qué les pareció el capítulo? ¿La historia fue por donde creían? ¿Les aburrió? ¿Mucha teoría y poca acción? Cuéntenme que les pareció.

Comentarios a reviews:

Sheyla Palacio: Muchas gracias por pasarte. Lamentablemente, este capítulo no desarrolla nada de lo que querías saber. ¡Tendrás que esperar a los próximos!

Zusannah: ¡Gracias por pasarte también! Todos tus comentarios serán más que bien recibidos. Cosas que me dicen los lectores, a veces son ideas o material para poder ir desarrollando mejor los capítulos a futuro. Por ende, eres libre de expresar todo lo que te parece.

Con respecto al capítulo 2, puede ser que no lo haya desarrollado tan bien como hubiera querido. Cuando lo edite al terminar (si es que en algún momento termino esta historia... ¡Por favor, iban a ser 15 capítulos!), veré de arreglar lo que dices para que tenga más sentido.

Me encanta que te gusten los capítulos largos como a mí. Aunque no entendí lo que me dijiste sobre los malos malotes.

Con respecto a cómo es Aoko, y a su relación con Ran... tengo pensada una historia de lo más horrenda para que entiendan a donde apunto con su personalidad... muo jo jo. Pero me gustó tu visualización de los hechos.

Altheamajikku: ¡También voy a tener que decirte feliz año, puesto que pasó 1 año! Si no aguantabas más la espera, ahora me vas a matar por lo que tardé.

Muy bien que adivinaste lo de los puestos de control. ¡Sí, sí! Y se va armar una grande con todos nuestros personajes enojados.

En cuanto a Akako, la quise hacer un poco más humana. Idealicé la historia como una situación que le puede ocurrir a cualquier persona común en la diaria.

Estalle con tus comentarios de Shinichi. No se cómo hago para describirlo así. ¡Me imagino lo que yo y lo que más de una persona quisiera tener!

La historia de Aoko tengo demasiadas expectativas y me estoy poniendo nerviosa. ¡Espero escribirla bien!

"Bebé Kaito"... morí de risa.

zulaypao22: ¡Volví otra vez! ¡Espero que veas la notificación del nuevo capi y me comentes como siempre!

¡Feliz año otra vez para vos jajaja! En serio, me van a matar.

Me alegra que te haya gustado el capítulo anterior. Me encanta pervertir un poco a nuestra pareja principal. El anime o manga están dejando muy de lado este aspecto, y yo por lo menos, necesito una dosis de insulina de esta pareja.

Rata en balde... jamás escuché esa expresión, y me hizo estallar de risa.

Me conmovieron tus comentarios de Aoko y sobre tu historia. Creo que muchos pasamos por esa instancia de tener esa línea de pensamiento sobre quién se va a preocupar o pensar por nosotros si nadie nos estima. O de preguntarnos por qué tuvimos los padres que tuvimos. O de por qué las cosas nos tienen que pasar siempre a nosotros. Da mucho para hablar y pensar. Creo que cada persona en el mundo tiene su gran historia, y que cada uno, podría escribir un libro mega extenso sobre ello.

¿Por qué cree así a Aoko? Porque siempre tenemos un amigo o un conocido que se identifica con ella. Y de todos los personajes del universo, me pareció la más apta por dos razones: nadie sabe su pasado por lo que es más fácil de crear su historia y modo de ser, y porque como vos decís, es la forma más realista o humana de reaccionar cuando alguien que era tan importante para nosotros nos defrauda en la vida. Estoy recolectando un montón de ideas para crear su historia y entiendan el por qué se convirtió en lo que es.

No se si viste Fruits Basket. Lo que lloré con ese anime, no tiene palabras. La historia atrás de cada personaje es una estaca directa al corazón. Me dolía pensar que esas historias, que son un simple dibujito, le pasen a la gente en este mundo. Algunas de ellas, las empecé a escuchar a través de amigos o familiares, y te juro que me ponía re mal. Así que, intenté que esta historia sea "normal". Que sea creíble. Que tenga situaciones donde la gente se enfrenta día a día, como lo es una enfermedad, un problema de salud mental, el abandono, las emociones, la presión, el narcotráfico, los secuestros, la corrupción. Porque son cosas que pasan, en cualquier país en el que estés.

Ahora que leíste el capítulo y que Kaito se salió del equipo... ¡Quiero tus comentarios sobre quién la va a defender!

Autora-sama... solo a vos se te ocurren estas cosas. ¡Estallé! Esto me hizo ponerme las pilas para terminar este bendito capítulo.

Hikari03: Ay, ay. Vas a querer matarme, no abrazarme. Nunca pensé que escribir 30 mil palabras (últimamente cada capítulo), podía invertir tanto tiempo. Te juro. ¡Al menos actualicé dentro del año, eso lo pude cumplir!

Muy feliz año para vos también nuevamente. Para que haya una escena de nuestra parejita.. me parece que vas a tener que esperar un laaaaaargo tiempo. Y yo también estoy esperando "el" momento en el maldito anime o manga... y nunca llega. ¡Maldición!

Athe1214: ¡Gracias por tus comentarios y perdón por la tardanza! Me pone muy contenta que te esté gustando la historia.

¡Espero que también tengas un excelente año!

Hitmomimouri: ¡Hola! Gracias por pasarte y dejar tu huellita. Me alegra que te esté gustando la historia y agradezco un montón tus comentarios de apoyo. Son siempre bienvenidos cuando me agarra el bajonazo para escribir.

Y te confieso que yo también a veces tengo que releer lo escrito porque me olvido algunas partes.

Linbel: ¡Feliz año para vos también! Y muchas gracias por esperar. Cuesta un montón encontrar el tiempo para poder sentarme y ponerme a escribir. Pero bueno, de a poquito iremos actualizando.

arielhl17: Perdón por jugar con tus nervios. Te prometo que no es mi intención. Los días deberían durar 48 horas en vez de 24hs... ¡obviamente donde se trabajen solo 8 horas por día! Sigo viva. ¡Lo voy a terminar en algún momento!

Lamentablemente quería actualizar pronto, pero no pude. No quiero prometer nada, pero espero el que viene al menos sacarlo antes de los seis meses. Es un bajón leer una historia así. ¡Hasta a mi me rompe los kinotos!

Serenity 743: Noooo. No me pongas a criar gusanos. En serio que me tardé una eternidad, pero no estoy encontrando tiempo de vida para escribir. Por eso la tardanza. No lo voy a abandonar. ¡Nunca! Hasta no terminarlo, no paro. Eso sí, al menos no tardé dos años... tarde uno... (No me mates).

Invitado: ¡Hola! Lo terminaré, no lo abandonaré. Perdón la tardanza.

Ferchus12356: ¡Hola, a la que le falta el 4 según mi cabeza! Acá estoy, con un nuevo capítulo. ¡Espero que te guste!

Violetita: ¡Hola! Gracias por pasarte y dejar una huellita en esta historia.

Por supuesto que contaré la historia y habrá mucho más drama. Pero... falta quizás un poquito. O quizás en el próximo capítulo les de una dosis de historia para calmar los nervios de más de uno. Veremos.

palomaredblack: ¿Sabes que a mi me pasaba lo mismo con las notificaciones de ff? Creo que es porque cada seis meses, tenés que poner que te mande mail con las alertas que querés recibir. Igual las historas que seguían, me las abandonaron. Así que no sabría decirte si me estaría funcionando lo que configuré.

El tema de las pulseras lo vas a entender en el próximo capítulo (así te dejo con más ansias de leer). Lo de Ran, no lo sabremos (risas malvadas). Lo de Kazuha, ya fue explicado en este capítulo... pobrecita Kazu.

¡Mis competencias fueron excelente por suerte! Hiper mega orgullosa por el resultado (salí campeona nacional en una de las pruebas), y fue un gran laburo de un año entero. Gracias por preguntar.