Ron y Harry se internaron en el Callejón Knockturn. El lugar parecía ser la antítesis del anterior. Sus actividades se habían multiplicado y ahora había múltiples puestos de mercancías peligrosas por todas partes. Las alfombras con artilugios valiosos estaban por todas las esquinas y las actividades ilícitas eran la orden del día.

Ambos chicos decidieron ignorar los comentarios que los transeúntes hacían sobre ellos mientras perseguían lentamente a Malfoy. El chico rubio se internó en una tienda que Harry reconoció de su segundo año. Mientras el niño que vivió hacía guardia, Ron espió por la ventana.

—¿Estás seguro de esto? —cuestionó el pelirrojo—Ya nos equivocamos con lo de Heredero de Slytherin. Malfoy es demasiado asustadizo como para ser un mortífago.

Contrariado dijo—¿Qué explicación le das a lo del brazo? ¿O a la actitud tan despreocupada de Narcissa Malfoy? —Harry se había dado cuenta de que la mujer se estaba comportando de una manera demasiado amigable con ellos. Normalmente era fría, distante y engreída. Que hablase con los Weasley era algo demasiado raro.

Ron dijo—Malfoy es torpe…recuerdas en Defensa con Lupin. Le tenía miedo a su madre—dijo riéndose mientras Harry contenía una sonrisa recordando el momento con el boggart.

—Tú le tienes miedo a las arañas.

—Culpa a Fred de eso—entre dientes. Miró por la ventana y dijo—Está mirando un armario antiguo…nada importante. Ha comprado algo. Salgamos de aquí.

Ambos corrieron a las sombras, solo para ver cómo el chico cargaba con unos libros rumbo a otra callejuela. Lo siguieron desde lejos hasta que Ron observó algo que le hizo gracia.

—Mira a quien tenemos aquí—Harry observó cómo a escasos metros se encontraba Mundungus Fletcher, un miembro de la Orden vendiendo mercancía prohibida.

—¿Crees que está trabajando o espiando?

—No. Más bien buscando calderilla…—observó de lejos lo que vendía antes de decirle a su amigo—Parecen cosas de los Black…mirá el escudo—señalando un dibujo grabado en la porcelana.

Harry sospechaba que ese idiota había expoliado la casa de los Blacks durante el tiempo que Sirius había estado "hospitalizado" con los Bones. No le extrañaba que esa sabandija hubiese hecho eso. Lo peor era que ni a Sirius, ni a él mismo le importaba una mierda lo que le sucediese a los vasos y platos de esa familia.

—Dejémosle…ya avisaré a Sirius de lo que Mundungus hace a espaldas—dijo con algo de condescendencia. A Ron no le caía bien el hombre ya que babeaba por Hermione y Molly.

Ambos siguieron el camino que Malfoy había tomado hasta llegar a una fábrica abandonada. El lugar parecía más muggle que cualquier otra cosa. Ambos sabían que infiltrarse no era una buena opción.

Buscaron escaleras y poco a poco escalaron hasta una cornisa con grandes ventanales de cristal. Allí observaron cómo Malfoy y su madre estaban reunidos con otras personas. Entre ellas se podía distinguir a algunos indeseables de los bajos fondos, tales como el lobo Fenrir Greyback que solía morder a niños pequeños o algunos vampiros. Un hombre ondeando una capa alertó a los chicos de que su profesor de Pociones se hallaba en aquel lugar.

A pesar de estar hablando no escuchaban nada. Harry preguntó—¿De qué hablan? Sin orejas extensibles es difícil enterarse.

Ron dijo—No hace falta. Usemos la cabeza. ¿Qué haría Hermione?

Ambos se miraron y el pelirrojo llegó a una conclusión razonada—No necesitamos escuchar mejor o más cerca. Solo que….

—Hablen más alto—finiquitó Harry—Sonorus—el sonido se hizo más fuerte haciendo que los chicos escuchasen brevemente lo que decían. Ahora las voces se hicieron visibles y ambos chicos temblaron cuando la voz juguetona de Bellatrix Lestrange sonó en voz alta.

—Snape… ¿Qué haces aquí? —se notaba la furia en las sílabas que pronunciaba la mujer. El profesor la ignoró y sonó tan claro como cuando explicaba propiedades de ingredientes en clase. No parecía intimidado por la compañía.

—El Señor Tenebroso me encomendó venir a…asesorar a nuestros invitados—dijo lentamente mientras observaba a Fenrir y a los vampiros—Toma—le tendió varios frascos—Poción Matalobos. El Señor Tenebroso no quiere que pierdas el raciocinio en tus escapadas nocturnas.

El hombre se relamió los labios mientras decía—Dile gracias de mí parte…Normalmente se desangraban antes de que me pudiese sobrepasar con ellas. Ahora podré desvirgarlas antes de comerlas.

—Por tú bien espero que no sea sangre pura la que derrames…porque te castraré—indicó fría Bella. Snape levantó la varita diciendo—No quiero problemas Bellatrix. El Señor Tenebroso confía en que trabajemos juntos en esta misión.

—Él se equivoca contigo…llevo diciéndoselo años—exasperada.

Snape sonrió y dijo—Acaso dices que está equivocado en confiar en mí. Dudas de su…inteligencia—sonriendo. Bella retrocedió—Puede que él confié en ti pero yo no. Dime, Snape. ¿Por qué no le ayudaste con la piedra filosofal? ¿Por qué no fuiste a su lado? ¿Por qué entorpeciste la labor de Quirrell? ¿Por qué no proporcionaste Veritaserum válido a Umbridge para que interrogase a esa cuadrilla de alumnos tuyos? ¿Dónde está tú devoción? ¿Por qué te chivaste a la Orden del asalto en el Ministerio?

Severus simplemente miró a Fenrir que lo miraba expectante, decidiendo si era un amigo o un enemigo. Sabía que debía defenderse de las acusaciones rápidamente o ese lobo le atacaría.

—¿De qué hubiese servido? —dijo Snape encogiéndose—Yo trabajaba en Hogwarts como bien sabes cómo espía del Señor Oscuro. Cuando él…cayó, yo seguí con mí labor de espía. Tengo más de una década de conocimiento a mis espaldas. Eso fue de mucha más ayuda que puñados de oro—miró a Narcissa—o simples asesinatos—Observó a la mujer y le dijo—¿Por qué preguntas? No podía dejar que un mago mediocre como Quirrell obtuviese la inmortalidad y la riqueza de la piedra. Quizás si el Señor Oscuro hubiese confiado en mí, habríamos podido robarla pero no se atrevió en ese momento. Era débil—matizó. —Mi devoción radica en las sombras, igual que la tuya vieja amiga…—dijo sonriendo—No proporcione Veritaserum porque el Señor Oscuro trataba de ocultarse no de mostrarse ante todos.

—¡No se hubiese mostrado!

Snape sonrió—Si hubiese intentado atacar Grimmauld Place, la Madriguera o las casas de Longbottom, Bones u otros alumnos…las alarmas del Ministerio hubiesen sido inmediatas. Ni siquiera el oro de Lucius habría podido opacar eso.

—¿Por qué ayudaste a esos críos? —dijo Bellatrix furiosa—Les ayudaste…avisaste a la Orden y a Dumbledore.

Encogiéndose de hombros dijo—¿Qué esperabas que hiciese? Como doble espía debía de hacerlo. Además, os di el tiempo suficiente como para que pudieseis coger la profecía. Una lástima que no pudieseis contra seis adolescentes hormonados.

—¡Por tú culpa, el traidor a atado a Kreacher con más fuerza! ¡No podemos comunicarnos con él! Además no eran seis niños normales…dieron guerra.

—Si tu espía es un elfo domestico con alzhéimer…no me extraña que hayáis caído tan bajo a ojos del Señor Oscuro—dijo riéndose—En cuanto a lo otro…he de destacar que Potter y Weasley llevan muchas detenciones a las espaldas y dominan ciertos aspectos de la magia combativa. La sangre sucia Granger puede que domine encantamientos pero no tiene capacidad de combate. El resto son simples idiotas… Podías haberlos matado rápidamente.

—Lucius se opuso al derramamiento de sangre—excusándose frente a su hermana.

—No intentes expiar la culpa de tus errores Bella—dijo Snape—El Señor Tenebroso dio órdenes expresas y tú preferiste dedicarte a torturar niños y a batirte en duelo con toda tu familia. Tampoco has sido muy útil estás últimas semanas—dijo el hombre sonriendo.

Levantó la ceja, la mujer mientras agarraba su varita baja con furia—Destruí un puente…ataque el Ministerio muggle a distancia y he estado causando estragos en el mundo mágico. Además de irrumpir en la casa de Bones y asesinar a Emmeline Vance.

—La maldición que la mató fue del Señor Oscuro—dijo Snape—Tampoco cobres méritos por eso ya que según me contó un pajarito—miró a Narcissa—Un anciano bizco—metiéndose con Ojoloco—te abatió. Actuaste sola y decidiste cobrarte una venganza personal que acabar con todos. Ni siquiera te preocupaste por el Señor Oscuro y los demás que tuvieron que enfrentarse a las defensas de la casa de Amelia Bones.

Bellatrix frunció el ceño diciendo—A mí…no me atacaron. Además…la mema no estaba en casa. Tuve que esperarla. Y solo eran esqueletos reanimados y algunas barreras mágicas poderosas. Nada complicado.

—Y una veintena de aurores y miembros de la Orden—sentenció Snape—Una pérdida de dos reclutas y cientos de inferis destruidos.

Ambos estuvieron a punto de enfrentarse a varita cuando la voz sibilina de un vampiro los sacó de su diatriba verbal—¿Para qué estamos aquí?

Snape indicó—sangre sintética…suficiente para calmar vuestra sed. El Señor Oscuro os la ofrece si sois vosotros los que atacáis Azkaban dentro de unos meses—Bellatrix siguió pinchando diciéndole—¿Para qué necesitarían ese brebaje…pudiendo obtenerla directamente?

—Consideraremos su oferta—añadieron y se marcharon rápidamente. Fenrir dijo—Debería irme a controlar mi manada. Tenemos un nuevo perrito en nuestras filas—dijo riéndose—¿Lo conocéis…el hijo de Lyall Lupin? Yo mismo lo convertí.

Así llamaba a aquellos hombres lobo que tenían moralidad y no mostraban sus instintos. Se resistían a matar niños o a morder a todo el que veían. No querían transmitir su enfermedad.

Snape dijo sonriendo—Sí. Sin embargo no te aconsejo enfrentarlo a duelo de magos…haz que se delaté o que abandone el grupo—el hombre lobo miró dudando. Se volvió hacía Bellatrix la cual dijo—Yo pagaría por veros a duelo—ilusionada vaticinó—Siempre he querido ver intestinos por el suelo…arrancados de un mordisco.

—Sí quieres yo puedo ser tu lobo—dijo gruñendo Greyback. Eso no le sentó bien a la bruja que usando una mano hizo que gruesas cadenas se enroscasen alrededor del cuerpo del lobo y comenzaran a calentarse. Al cabo de varios minutos, los gritos de dolor del hombre lobo hicieron que Harry y Ron pensasen en intervenir. El pelirrojo dijo—Sí se matan entre ellos…mejor para nosotros.

Tras varios minutos, cesó la tortura y Bella lo expulsó a controlar que nadie entrase en el lugar. Ambos magos tuvieron chispas de miedo pero recordaron que ellos estaban en el techo y por tanto no deberían verlos. Narcissa Malfoy dijo rápidamente—¿Podemos dejar de pelearnos? Esto es por Draco. Por mí familia.

Snape arrojó luz sobre el tema diciendo—El Señor Tenebroso espera que falle y yo termine el trabajo. No parece disgustado con que tú o Bellatrix controlen la riqueza de Malfoy y Greengrass.

La morena añadió—¿Sabes sobre la misión de Draco? —el profesor asintió impresionando a las presentes. Draco se alzó y dijo—No fallaré no necesito ayuda, Snape—mostraba chulería algo que no impresionó al profesor—Llevo su marca. Se las consecuencias madre. Pero…esto lo hago por nuestra familia.

Ilusionada, Bella dijo—¡Deberías estar orgullosa Cissy! ¡Mirá que apuesto y decidido! Draco querido te dejaré toda mi herencia si consigues un hueco entre los confidentes del Señor Oscuro. Es más…te conseguiré hembras mejores.

Draco asintió diciendo—Tengo prisa madre, tía—fue andando a salir y dijo—Ya tengo lo que necesito de Borgin y Burkes y mis túnicas protegen mi brazo. No habrá problemas. Conseguiré la misión.

—Debe estar ansioso…a estas edades…las hormonas—indicó la morena riéndose para sí misma—Si es que el pobre no tiene buenas zorras. Normal que tenga envidia de Potter. —miró a Severus de arriba abajo—Una enferma terminal en deterioro…una mestiza destruida y la zorra de Parkinson. También tiene a Alexandra…esa está mejor. Pero es un niño…tiene que hacerlo con chicas de su edad. Lo consientes poco, Cissa. Deberías estar orgullosa.

La rubia se quedó en silencio y con una mirada suplicó a Severus. Bella levantó la varita y lazos rojos comenzaron a formarse entre ellos. Ron observó aquello pero no escuchó ningún conjuro. Parecían haber lanzado algo que provocaba un zumbido. Harry se percató de eso pero no entendió nada. No había visto ese hechizo nunca y tampoco sabía cómo se escribía para decirle a Hermione. Estuvieron atentos por minutos hasta que volvieron a escucharlo todo claro.

Narcissa dijo distraída—La Señorita Greengrass se encuentra en el Callejón Diagon…comprando. Con la niña Bones y los Weasley.

Severus dijo rápidamente—Al Señor Tenebroso le interesa saber que os traéis con esa niña—Bella lo miró de arriba abajo para luego decir—Eso… ¿Cissa que te traes con esa niña? Ha renegado de su familia…es una traidora a la sangre.

—Me recuerda a mí de pequeña…Tan hermosa, inteligente y condenada a un mundo en guerra.

—Condenada a que una pelirroja te arrebaté la persona que te iba a mantener—susurró su hermana en su oído, causando que está se pusiese roja. Snape no atinó a oír eso y simplemente dijo.

—Narcissa…la juventud nunca vuelve. No se puede rejuvenecer a una persona. Ni las Pociones pueden regresar la edad—el profesor de Pociones se marchó antes de decir—Bellatrix disfruta de tu cacería—lanzó una maldición al techo que hizo que los cristales de la nave se fracturasen dejando a la luz a Harry y Ron.

El pelirrojo masculló—Maldito idiota. ¡Como puede confiar Dumbledore en él!

—Mejor lo averiguamos luego—dijo Harry mientras intentaba reincorporarse. Por culpa de la maldición de Snape tenían las manos cortadas y ensangrentadas. Intentaron descender pero antes de que pudiesen un destello jaló al chico a la planta baja. Ron lo sostuvo y dijo—Vámonos de aquí.

—Podemos retenerlas hasta que lleguen los aurores—dijo Harry confiado.

—Tú te drogas—dijo Ron sacando su varita mientras descendía y saltaba para llegar al suelo—Cada vez lo tengo más claro. Estamos en Knockturn, Harry. ¿De qué lado crees que se pondrán está gentuza? —dijo mirando a los transeúntes de las calles.

—Mundungus—cayó Harry—Él puede ayudarnos.

Ambos chicos corrieron hacia donde antes estaba el hombre vendiendo pero tristemente no llegaron demasiado lejos. Un conjuro golpeó el suelo mohoso prendiéndole fuego. Muchos huyeron ante esto. El pelirrojo dijo sorprendido.

—Un golpe de suerte. Esto alertará a los aurores.

—O nos cerrará el paso—vio como las llamas comenzaban a crecer de forma descontrolada hasta formar una pared detrás de ellos—Aguamenti—las llamas bajaron en intensidad pero no se apagaron.

—Avis—los pájaros se estrellaron contra el fuego. A pesar del dolor, consiguieron atravesarlas, algo que hizo suspirar a ambos chicos. No eran llamas malditas. Solamente algún tipo de encantamiento—¿Qué hacemos ahora? —Ron miró a su amigo buscando respuestas.

Esté simplemente observó cómo salía Bellatrix taconeando lentamente. Estaba lejos por lo que tenían tiempo suficiente. —Abatirla. Confringo—la maldición chocó con una pared levantando escombros. Ron hizo lo mismo lanzando maldiciones explosivas buscando destruir a la mujer o al menos impedirle avanzar lo suficiente. Pronto el aire se llenó de polvo e incluso se dejaba de ver a la mujer avanzar.

—Corré—dijo Ron sabiendo que esa pantalla no duraría mucho.

—¿Cómo lo apagamos? —mirando la pantalla de fuego. Ron miró el fuego y levantó la varita. Los escombros desprendidos fueron lanzados hacia el fuego logrando sepultarlo. Harry agarró su varita y dijo—Acabemos con esto…Bombarda Maxima—la explosión destruyó el pavimento del callejón, creando un gran boquete.

Ambos chicos corrieron rápidamente hasta toparse con Mundungus. El hombre observó a los chicos sudorosos. Sonriendo mientras fumaba un cigarro. Los miró a ambos y burlándose dijo.

—¿Venís de follar eh? Jajaja…Tú padre estaría de acuerdo—miró al pelirrojo—Chico. Tus hermanos están hechos de oro. ¿Crees que me enseñarán algo? Apenas he logrado vender unos vasos—señalando el top manta que llevaba.

Ron gruñó diciendo—Callá idiota. Llama a los miembros de la Orden…Tenemos problemas.

El hombre dejó el tabaco y dijo—¿Mortífagos? No vi la marca—como si eso fuese la prueba perfecta. Observo de lejos como una de las calles estaba en un estado algo derruida y miró a los chicos. Estudió a ambos antes de decir—¿Lograsteis frenar a Lestrange? —estuvo tentado de irse pero tragando saliva lanzó un patronus que se desvaneció pronto.

Luego miró a los chicos y observó que toda la calle parecía haberse ido. Sabían lo que vendría. Mundungus sacó una pequeña varita y dijo—¿Ayuda? —parecía poco atrevido así que el pelirrojo dijo—Te haremos un favor. Ventus—el aire disipó el polvo dejando ver los destrozos que él y Harry habían causado en el callejón. No había rastros de Bellatrix.

Relajándose dijo—Creo que…huyo—miró su mercancía sonriendo y dijo—¿Queréis algo? Compradme esto…en el sexo si vale el dopping—señalando unas pastillas—Me la vendieron los gemelos. Te dejan el rabo…como una saeta de fuego. Gracias a eso he tenido compañía en los putis.

Ron sonrió mirando la mercancía del hombre. Harry en cambio insistió—No creo que a la gente le guste que vendas objetos de los Blacks sin el permiso de Sirius—observó de cerca un collar con una S grabada de esmeraldas. Le dolió la cicatriz al tenerlo cerca pero supuso que se debía a la contaminación con magia oscura.

—Tienes toda la razón Potter—la voz de Bellatrix los sacó a los tres de sus pensamientos—Dug…rata traicionera. ¿Tanta lealtad le tienes al viejo como para no unirte a los de tu propia calaña?

El hombre agarró su varita con firmeza y expresó—Tú y yo no somos de la misma calaña querida. Manta locomotor—la manta se dobló, plegó y movió en el aire. Mundungus agarró un pico y se desapareció rápidamente pero algo falló—¿Por qué no…?

—Protecciones antidesapariciones—dijo Ron al notar el efecto. La manta cayó al suelo al perder el hombre la concentración por el temor hacía la bruja oscura. Está observó brevemente los artículos Blacks parándose minutos en el collar. Tras ese parón articuló unas palabras visiblemente enfadada.

—Huir no es muy noble.

—No fui un Gryffindor…—dijo el hombre sonriendo. Giró la varita en un remolino provocando que la mujer se estampase con una pared. Harry se tiró al suelo por la impresión del encantamiento. Ron y Mundungus huyeron en cuanto pudieron.

Escondido detrás de unos escombros, Harry comprobó cómo la bruja salía y sin percatarse en la sangre que cubría su rostro y en su nariz, feamente torcida por el golpe, comenzaba a caminar por los callejones en busca del cobarde Mundungus. Harry estaba seguro de que no se achantaría hasta que se topase con muchos aurores. Una vez a salvo, decidió ir detrás de ellos pero fue retenido en un pequeño callejón lóbrego por una voz femenina seria.