Harry se vio confrontado por una mujer de mediana edad, rubia y que lo miraba con duda. Le apuntaba con la varita pero su mano estaba tensa. No tenía la seguridad de atacarle como lo hacían tantos otros magos.
Inspeccionó el rostro de Narcissa en busca de algún atisbo de decisión. Mientras no lo hubiese podrían hablar en ese callejón sin peligro a que lo entregue a Voldemort. La rubia lo observaba de arriba abajo a la vez que con su varita comenzaba a lanzar pequeños encantamientos que comenzaban a calmar los dolores que sentía.
Mientras la dama se divertía con su trabajo mágico. Harry observó cada detalle de la situación. Estaban en una calle aislada, sin nadie y encima su mejor amigo estaba siendo perseguido por una asesina. Tenía que ir a ayudarle, pero por otro lado. Tenía a Mundungus, Tonks y a otros miembros capaces por los callejones comprando. No estaba solo.
Además, visto lo visto en la fábrica. Draco tenía una misión importante y Snape estaba colaborando con él de alguna manera. La forma más sencilla de obtener información era con Narcissa. Ella era el eslabón débil de ese complot. Y lo más divertido, era que la mujer estaba confiada. Parecía tener la sartén por el mango cuando era justo al revés. Él había oído todo, la había visto reunirse con delincuentes e incluso con familiaridad con Bellatrix. Ahora lo tenía retenido. Podía atacarle pero eso la sentenciaría a Azkaban junto a su esposo.
Sonriendo al ver como el dolor y la sangre de sus pequeñas heridas se desvanecían, miró a la mujer rápidamente. Curioso le dijo.
—¿Por qué me ayudas?
Su compostura vaciló por momentos para luego decir—Por sí no se ha dado cuenta Señor Potter…El Callejón Knockturn está bajo ataque. Usted está en peligro.
Harry la miró de arriba abajo. No sabía si ella misma se creía lo que le había dicho. Después de todo, el ataque se había originado por culpa de Snape y por estar ellos espiando.
—Bajo ataque de su hermana—sonrió al ver que la mujer agarraba su varita con más fuerza—¿Por qué el miedo?
Sonriendo dijo—Bella siempre estuvo algo desequilibrada…Tengo miedo de lo que podría provocar en un lugar tan poblado—abatida.
—No estamos en nuestros mejores momentos—matizó el chico haciéndole ver que los daños a la propiedad serían mínimos ya que el Callejón Diagon estaba deshabitado y en Knockturn la gente huía de Bellatrix.
La mujer amagó con irse tras guardar su varita y decir—Bueno. Ya está bien. Yo me voy. Mi hijo me esperá en casa, solo—miró a Harry con una mezcla de emociones que no pudo descifrar. Por su culpa, Lucius estaba en prisión pero no se la veía muy afligida por eso.
Narcissa se adelantó unos pasos, pero Harry decidió interrogarla. La sujetó del brazo y la metió dentro de nuevo. Anonadada por el trato recibido, el chico decidió explicarse antes de tener que pelear en un lugar tan angosto.
—Os escuché antes…Tendría que decírselo a las autoridades—observó cómo los ojos de la mujer centellearon brevemente antes de mirar al suelo y preguntar.
—¿Qué es lo que escuchó?
El mago sonrió al ver cómo parecía dejar su actitud de superioridad y se sometía brevemente—Os escuché a ti, a Snape intercambiar palabras con vampiros y delincuentes. Debería saber que Bellatrix tiene un precio sobre su cabeza—la miró y dijo—Sería usted millonaria si la entregase.
Le devolvió la pregunta—¿Entregaría usted a la familia Weasley al Señor Oscuro? Serías más rico si lo hicieses.
Comprendió a que se refería y simplemente cerrando los ojos, asumió que la información que había oído no era nada incriminatorio. No lo había escuchado todo y lo que había oído era muy fragmentado. El único delito era reunirse con delincuentes pero la palabra de él y Ron espiando no serviría para nada. Probablemente Narcissa esquivaría el problema usando solamente la influencia del Wizengamot.
La dama sonrió de nuevo al ver como el chico se había quedado de nuevo, estudiando las posibilidades. Se adelantó unos pasos pero Harry la detuvo.
—Puede que no vaya a Azkaban por intercambiar palabras con su hermana—sonrió al ver la sonrisa orgullosa de la rubia—Pero su apellido caerá más en deshonra si es llamada a un juicio. Aunque salga libre seguro. El golpe será muy grave.
La mujer le miró y dijo—Ya sufrí un golpe hace años cuando la familia Black se descompuso. Sobreviviré a otro—la certeza de su voz congeló al mago. Parecía preparada para cualquier imprevisto.
Decidió jugar su última carta—No creo que sobreviva con la ministra Bones en el poder. Después de todo, los mortífagos asesinaron a su familia…su hermana casi la mata hace unos días. El ataque a los Abbott. Todas las tramas de corruptelas de Lucius que van cayendo como un ajedrez—dijo sonriendo—A lo que hay que añadirle las grandes sumas…—se detuvo un momento a observarla—que usted sacó personalmente del banco. ¿Cómo la cuenta de Malfoy sigue en crecimiento a pesar de costear toda la reconstrucción del Ministerio?
La mujer parecía meditarlo todo antes de decir—¿Cómo sabes eso? —al ver que Harry se mantenía callado se sintió derrotada en su propio juego. Harry al notarlo dijo—Supongo que tendré que informar sobre sus activos financieros. Un investigación sacará a la luz todo lo turbio—era una artimaña estúpida. Ni Bill ni Fleur desde Gringotts habían logrado empalmar los cables. Nadie sabía que se entretejía entre Narcissa y la persona que le pagaba mensualmente.
Los ojos se contrajeron al tiempo que una pequeña lágrima corría por sus mejillas. Quizás la intención era dar pena, quizás era una artimaña para hechizarle. Nunca lo supe pues Harry al verla así decidió saciar una de sus fantasías de pequeño. Siempre había querido enseñarle a Draco una lección y follar a su madre serviría en su mente. Desde que había visto a su padre recibiendo placer oral de aquella dama había sentido curiosidad. Y tras ver los muñecos sexuales de Fred y George, su fantasía había revivido.
—Quizás podemos hacer la vista gorda—sentenció Harry mientras degustaba sus labios en un beso rápido. Narcissa no movió los labios sino que sumisamente se mantuvo quieta mientras el mago jugaba con su lengua y utilizaba sus manos para palpar su trasero. Mientras se divertía en un callejón, la mujer regresó a un recuerdo antiguo durante su cuarto año en Hogwarts.
Una muchacha paseaba por los alrededores de los vestuarios de quidditch. La luz de la luna iluminaba el lugar, por la ventana se divisaba el paisaje de Hogwarts. La chica caminaba por los pasillos de dentro del campo. Parecía andar con un propósito y cuando llegó al lugar se detuvo y se escondió detrás de un armario mal colocado. En esos armarios se guardaban antiguos uniformes escolares o utensilios de limpieza de escobar.
Narcissa se quedó observando detenidamente el interior de una de las salas donde los equipos de quidditch se preparaban. No sabía que estaba haciendo realmente. Era una Slytherin y sobre todo una Black. Estaba por encima de esas idiotas que babeaban por cualquier hombre. Ella podía tener lo que quisiese. Quizás con catorce años no estuviese tan desarrollada como otros chicas de su edad pero tenía buenos atributos. Pechos en forma de lágrima y un culo fino que comenzaba a ondularse.
Lo que la dominaba no era la lujuria como a otras zorras de su año o el interés romántico. Ella buscaba algo mejor, algo más prohibido. Al igual que toda su familia, sentía un vínculo con lo prohibido, con romper las reglas a su favor. Quería observar los penes de los estudiantes que entrenaban al quidditch. Chicos musculosos, atractivos. Desde que el año pasado había mamado el pene de Sirius, estaba deseosa por catar otro mejor.
Su primo era dotado pero adoraba meterse con ella. Se corría en su cara continuamente, se limpiaba con su pelo e incluso había llegado a intentar usarla sin ningún tipo de elegancia. Era un bruto en toda la extensión de la palabra. Además desde que Bella le había ofrecido su virginidad, Sirius apenas la tocaba. Durante sus vacaciones, además de enfrentarse con sus padres, solía ir a su cuarto para que le calmase. Una mamada era suficiente en el mejor de los casos. El problema era que las habilidades de ella y de Bella, hacían que cada vez fuese más y más difícil.
Esperó pacientemente hasta que vio que todos los chicos entraban a unos camerinos para desnudarse. No lo hacían delante de los demás, algo que habría deseado ver. Corrió hacía dentro y se refugió detrás de unos bancos. Se permitió relajarse y sin que nadie la viese usó su varita para lanzar un encantamiento que Andy le había enseñado hace años.
Un encantamiento desilusionador permitía adoptar la textura de objetos para ser prácticamente invisible. Narcissa lo había aprendido cuando aún estaba en primer curso. Esa era la ventaja de tener dos hermanos mayor. Lo que la gente desconocía era que podía hacer que otros objetos adoptasen propiedades extrañas. Narcissa había experimentado para crear ropa interior invisible o cosas por el estilo. Ahora lo usaría para mejores propósitos.
—Un simple movimiento de muñeca—repitió recordando como Andy le había enseñado hechizos. Ahora se había marchado de casa y la echaba de menos. Pero era una traidora. Lo que estoy haciendo no es de ser una traidora, solo elijo al mejor. Una polla digna de un Black repitió en su mente. Las paredes de los cubículos se volvieron transparentes dejando ver las pollas. Para los chicos de dentro, seguían igual.
Sonrió descaradamente recordando como había hecho que un vestidor de Madame Malkin fuese invisible. Ahora podía ver cosas mejores. Mientras sus ojos examinaban los cuatro pollas ante ella, una mano fue directa debajo de su falda negra. Tocó brevemente su coño e incluso llegó a insertar un dedo. Irónicamente pudo ver hasta una masturbación en directo.
—Que festival de pollas—dijo riéndose como una niña pequeña. La degeneración corría por sus venas. Su mejor amiga no se había atrevido a hacer esta incursión nocturna. Tampoco le hacía falta. Tenía enormes tetas para facilitarle el acceso a las pollas. Pero no a una Gryffindor, pensó Cissy sonriendo.
Mientras observaba los tamaños, los tipos de vello e incluso como el semen de una se perdía junto al agua, supo que su tiempo era limitado. Pronto esos idiotas saldrían y la verían. Dejó su propia masturbación e intentó abandonar el lugar. Pero justo cuando se iba a ir chocó con alguien. Sintió como la polla del chico chocaba con su centro húmedo.
El chico masculló—Ten cuidado—Narcissa lo reconoció al instante. Un Potter, pero sin gafas. Parecía no distinguirla mucho. La chica se excusó brevemente e intentó huir pero James dijo.
—¿Qué hace un Slytherin en nuestro vestuario? ¿Espiar nuestras tácticas? —señalando una pizarra con un dibujo malogrado de un campo de quidditch.
—No tienes ni idea—señaló la bruja rubia. Pensar eso era de tener muy bajas miras. Solo a los idiotas le importaba el quidditch y sus resultados. Un equipo no te daba de comer. Ciertamente era mucho más emocionante ver a dos hombres pegándose por una dama o luchando con sus varitas.
James sonrió descaradamente examinándola. Logró atisbar los colores verdosos de la casa de la serpiente así como su frágil apariencia y su cabello rubio. Cambió su sonrisa a otra más comprensiva y dijo—¿Qué te han hecho? No dejaré que te ataque nadie en Slytherin. Iremos a McGonagall si es necesario—notó la mirada de la chica y llegó a una conclusión equivocada.
Anonadada negó—No. No. —no deseaba que nadie supiese a que había venido. Decidió negociar—Oye…si tú te olvidas de mí, yo no le cuento a los profesores la broma que le habéis hecho está mañana a Severus—intentó mediar un poco.
El chico se revolvió el cabello mirándola y tras pensar llegó a una conclusión extraña—Hoy no le hemos hecho nada a Quejicus…
Levantó la varita pero Narcissa fue más rápida. Una luz roja golpeó a James en el pecho dejándole desmayado. Su brazo cayó en una extraña posición y sus huesos se rompieron. El sonido era revelador. Otra maldición golpeó a James por instinto. La chica aturdida por este incidente y al verse sin tiempo, decidió ser ella la salvadora. Así al menos se libraría de posibles problemas. Levitó a James y lo llevó a la enfermería. Mientras lo hacía notó que llevaba tan solo un calzón algo estrecho y tenía un gran paquete marcado. Un paquete que posiblemente se debía a su apariencia distorsionada.
Mientras lo llevaba, atravesó gran parte del castillo. En la puerta encontró a Evans y Snape conversando. Snape sonrió al ver a James desmayado, con el brazo roto y con un agujero sangrante en el pecho. El chico dijo.
—¿Has sido tú, Narcissa? Bellatrix estará orgullosa—dijo el chico sonriendo al ver a su enemigo en ese estado. Lily le reprendió—Eso es cruel, Sev. ¿Qué le ha pasado a ese idiota?
—Alguien lo atacó—sentenció Cissy—Cuando lo vi estaba así.
Severus observó las heridas y dijo—Una maldición básica—miró a Lily y sentenció académicamente—Está maldición se usa para hacer piercings. No es letal. Es increíble que haya hecho tanto daño—al ver la sangre correr.
Lily le miró y enfurecida dijo—¡Por algo son maldiciones Sev! ¡Vamos a ayudarlo!
—¿Qué te has fumado? —Severus se marchó cabreado al ver como Narcissa y Lily ayudaban a transportarlo a la enfermería.
Días después, Narcissa decidió ir a visitar a James. No eran amigos pero quería limpiar su responsabilidad. Si el chico confesaba, probablemente se ganaría un mes de castigos. No solo había espiado a estudiantes, sino que había herido y hospitalizado a uno. Además de mentir. Sin embargo, su actitud de Slytherin fue suficiente como para que estuviese tranquila.
Llegó al lugar y comprobó que el chico Potter estaba rodeado de sus amigos. Lupin y Pettigrew estaban sentados en sillas mientras su primo estaba tumbado junto al chico charlando. Cissa se acercó estudiando los rostros y escuchando las conversaciones.
—¿Crees que fue Mulciber o Avery? —preguntó Peter con algo de temblor.
—Apuesto por Quejicus—Sirius lo dijo sin pensar. James sonrió asintiendo pero Remus los mantuvo en silencio a todos—Estaba junto a Lily tiene coartada. De todas maneras, los Slytherins recibirán una broma al final del curso.
Ese fue su momento, habló entre las sombras diciendo—Espero por vuestro bien que yo no esté en vuestros planes—Remus y Peter la miraron brevemente—Podéis iros. He venido a verle a él—miró a James.
Sirius sonrió y dijo—Prima… ¿Qué haces por aquí? ¿Te rompiste una uña?
—He venido a ver como está. Después de todo yo lo socorrí—miró a Sirius quien la miraba extrañado—Ahora iros quiero hablar con él.
Sirius agarró a ambos chicos empujándolos a salir. Antes de marcharse, el chico preguntó a su prima—¿Viste algo?
—Nada
—Fue una maldición básica—dijo Sirius—Pomfrey dijo que era para hacer agujeros en orejas. Pero apuntó al pecho, pudo haber sido letal. Quien lo haya hecho, lo pagará caro.
—Deberías decírselo a Bella—sentenció Narcissa mientras se sentaba en la cama de James y observaba como los otros tres chicos se iban. La enfermería estaba desierta ya que era horario de clases. Madame Pomfrey se encontraba detrás, en su oficina, lo que facilitaba enormemente las cosas.
Peinó al chico y esté dijo rápidamente—¿Te asustaste mucho?
—¿A qué te refieres?
—Sé lo que vi—dijo con seguridad James—Puede que estuviese recién duchado pero recuerdo a una chica espiándonos. Una niña delgada, rubia y con un uniforme verde—la miró de arriba abajo—y encajas con todo—sonrió mucho. Narcissa se estremeció y dijo.
—Alexandra también es rubia y Slytherin.
Sonriendo más aun dijo—Solo un verdadero culpable intentaría culpar a su mejor amigo—la miró y dijo—También recuerdo una sensación increíble en mí…pene. Una humedad y unas cositas que lo envolvían.
Se dio cuenta de que no servía de nada negarlo. Manteniendo la compostura dijo—¿No os traicionáis entre vosotros?
—Antes moriría—dijo James. Luego miró a la chica y dijo—Si sirve de algo para aliviar tu conciencia. Estoy bien. La fractura se curó por la noche pero la poción de Crecehuesos esta asquerosa. Y mi pulmón…supongo que te asustaste. Esa maldición debió de ser incapaz de traspasar tanto—impresionado. Narcissa sonrió a duras penas y dijo.
—Me sorprendí cuando Snape notó la sangre. No debía de causar eso. Solo una herida superficial.
—Pues pinchó mi pulmón—dijo sonriendo—Por suerte Madame Pomfrey me tiene muy mimado.
La chica sonrió estando a gusto con alguien por una vez en su vida. Además de sus amigas, este era el primer chico de sangre pura que no parecía enfadado por haberle hechizado. Sin embargo, antes de que pudiese retirarse, James le advirtió.
—Si me dices que tramabas puedo ayudarte…evitarás problemas—sentenció el chico con sinceridad. La bruja lo observó y supo que en caso de que se negase podría borrarle la memoria con facilidad. Con precaución, expuso lo que hacía.
—Quería mirar las pollas de los chicos del equipo de quidditch. Por eso me colé tras el entrenamiento—alzó la varita preparando su oportunidad de hechizar su memoria pero James sonriendo dijo.
—Bueno yo puedo saciar tu curiosidad. Al fin y al cabo estoy en el equipo—dijo riéndose en voz alta. La chica se tomó en serio las palabras de James y sus manos comenzaron a desplazarse dentro de la sábana en busca de su ansiado falo. Cuando notó la fría mano envolviendo su polla, el chico dejó de reírse y miró con algo de susto a la chica. Tras varios minutos de intercambio de miradas, James dijo.
—Bueno…esa es una buena opción—respiró hondo y él mismo se bajó su ropa para facilitarle el acceso—Al menos no te metes en problemas. Sírvete—dijo mientras se recostaba y dejaba que la chica hiciese lo que quisiera. Era una forma de solucionar los problemas sin inmiscuir a las autoridades del colegio.
James llevaba años aprendiendo a solucionar sus problemas sin depender de sus padres ni de los profesores. Su actitud molesta y bromista lo metía en problemas muchas veces y él tenía que sacarse las castañas del fuego con regularidad. Los profesores admiraban sus valores y sus capacidades pero lo odiaban por sus actitudes. Aun así, en la mente del chico esté intercambio valía la pena.
Narcissa comenzó a envolverlo y a destapar su glande. Sus ágiles manos comenzaron a buscar los puntos estratégicos que debía tocar. No observó en ningún momento al chico recostado, sino que simplemente se familiarizaba con aquella polla. Era una gran polla y ella valoraba la erección que tenía. Causada por ella, no tenía duda de eso. Poco le importó. Se contentó con masturbarlo en seco. Sus manos simplemente se restregaban y movían ese falo rítmicamente. No podía usar otros activos así que la actividad era dura y monótona. Únicamente el sudor de la actividad hacía que fuese más placentero.
—Joder que bien lo haces—gimió James brevemente. Una mirada severa de la chica le hizo callarse por un momento. Parecía necesitar concentración para mantener un ritmo placentero.
—No estás haciendo una poción cariño—dijo el chico sonriendo. La seriedad de Narcissa se desvaneció un poco mientras observaba la mueca risueña del chico. Una de sus manos apretó los testículos causando que esa mirada se desvaneciese—Solo sonríe más. Te hace más guapa.
Tras varios minutos, James consiguió acostumbrarse al ritmo rápido de la masturbación y decidió intentar dar un paso más—Eres guapísima cariño—dijo halagándola—Daría lo que fuese por tener ese rostro mirándome mientras…
Narcissa se sonrojó y dijo—No soy una fulana. Esto—detuvo su tarea—es solo diversión y devolverte el favor de no delatarme.
—Una tarea muy noble, sin duda—indicó James—Pero… ¿podrías hacer la vista gorda y usar esos hermosos labios? —tocó sus labios con los dedos. Los abrió y metió un dedo dentro de ellos. La lengua de la chica por instinto lamió el dedo. Tras ese momento, James dijo—Daría lo que fuese porque no fuese mi dedo—indicando lo que quería que hiciese.
Narcissa siempre había sido rica pero tenía obsesión por la economía. Le gustaba el lujo y esperaba seguir conservando el mismo estilo de vida tanto en el presente como en el futuro.
—¿Cuánto darías? —dijo la chica mientras se levantaba la falda enseñando sus muslos blancos y algo de sus bragas.
James observó aquello y decidió frenar—No quiero problemas con los Blacks—sabiendo que si se metía más de la cuenta terminaría en problemas—Cincuenta galeones… ¿Qué te parece? —sonrió sabiendo que era una cifra desorbitada. Ni las prostitutas del callejón Knockturn cobraban tanto. Pero su familia se lo podía permitir, además solo era un capricho.
La chica abrió los ojos brevemente y dijo—Quizás podamos volverlo habitual—sonriendo mientras iba quitando la sabana y comenzaba a posar sus labios en el falo. La mamada comenzó muy húmeda y dejó a James con ganas de mucho más. Aquella joven tan hermosa era un filón en muchos aspectos. Además le tenía siempre cerca. Sonriendo y tomando la iniciativa dijo.
—Quizás—la chica pareció alegrarse y su boca se contrajo apretando más. En poco tiempo, James derramó su semilla de forma inesperada. A pesar de tragar mucha, gran parte escapó. El chico se aventuró a esparcirlo por la blanca piel de la chica dándole un aspecto lechoso. El olor de su semilla se quedaría impregnado.
—¿Mi dinero? —James sonrió diciéndole—Podías ser más romántica—la besó en los labios catando su propia semilla y luego la despidió diciendo—Lo tendrás en el cuarto. Ahora marchémonos—se levantó y azotó el trasero de la chica, ganándose una reprimenda.
La chica se resistió diciendo—¿Pero…Pomfrey? Tú…pulmón.
James sonrió diciendo—Ves cómo puedes ser romántica—le dio otro beso en los labios y luego dijo—Yo me preocuparé por eso…tú preocupate por ser igual de guapa la próxima vez que nos veamos…—se marchó andando y vio a Lily Evans pasados unos metros. Rápidamente amagó diciendo—Evans… ¿Sales conmigo a Hogsmeade?
La pelirroja se acercó, levantó la varita y dijo—Wingardium Leviosa—James se asustó e incluso Narcissa temerosa desde muy atrás levanto su arma preparada para defenderse de un ataque. La pelirroja no levitó al mago, sino que unos cabellos fueron levantados con una sutilidad increíble. Tras examinarlos dijo.
—¡A mí! ¡Y a cuantas más, Potter! ¡Esos pelos no son tuyos! —dijo observando pequeños cabellos rubios.
James anonadado supo que se trataba de algún pelo caído durante sus pocos besos con Narcissa. Sabiendo que era un mal momento decidió decir—Son de Peter…el pobre se tirá encima de mí.
Lily rápidamente dijo—¡De alguna guarra! ¡Potter deberías dejar de follar con cualquiera o cogerás una infección! —mientras dejaba los pelos en el suelo. James se defendió diciendo—Soy virgen, Evans—se marchó persiguiéndola mientras Narcissa desde la otra esquina observó a aquella niña pelirroja con una mezcla de emociones.
Narcissa volvió en si misma escasos minutos después. El recuerdo se arremolinaba en su mente mientras sentía el placer de notar las caricias de un hombre entusiasmado por su belleza. Llevaba meses complaciéndose con la ayuda de Bella y su único trabajo sexual era el de saciar al Señor Oscuro periódicamente. Su coño tenía pelusas por el desuso. Sin embargo, había comenzado a hormiguear y a mojarse más.
Harry la besaba con dominancia, como si ella únicamente fuese una muñeca destinada para ese uso. Sus labios probaban los de ella, mientras la lengua del mago sometía a la suya en un duelo de sables. El chico era bueno con la lengua, casi tanto como con la varita.
Cissa se dejó llevar mientras astutamente observaba las reacciones más físicas del chico. Tenía los ojos cerrados e incluso había decidido seguir haciéndolo por más tiempo, en un callejón oscuro. Nunca la miraba pero se sonrojaba mientras le seguía comiendo la boca como si fuese una lamprea aferrándose a su presa. Mientras tanto, su cuerpo obstruía su escape y sus manos se deleitaban con la figura de madrastra erótica de la mujer.
La bruja hacía tiempo que había pasado la juventud pero aun así se conservaba mejor que durante su tiempo en Hogwarts. Harry podía notar lo frágiles que eran sus femeninas piernas blanquecinas, así como en el trasero maleable en el que acababan. Su culo parecía tener vida propia y se movía con cada pequeño movimiento. Era tan descarado que parecía ensayado, aunque nada más lejos de la realidad. La bruja se dejaba llevar mientras su concha se mojaba por el incesante magreo al que era sometida.
Su túnica oscura impedía el movimiento de Harry pero esté se contentaba con catar sus pechos desde el más absoluto exterior. Podía notar la circunferencia de cada pecho rebotar así como los pezones clavándose en sus pectorales. Síntomas de la excitación de Narcissa, que el chico podía notar fácilmente. Deseaba verla desnuda, pero era imposible. Harry sabía que en estas circunstancias era inviable. Ella era una dama y estaban en un callejón. No podía hacerlo en esas circunstancias aunque su pene pedía algo de libertad.
El miembro pulsaba contra las caderas de la mujer deseando internarse en su lugar más cálido y húmedo. Cissa lo sabía y jugaba con eso. Al ver la debilidad decidió dejar ir su escote así como echar sus caderas más para delante. Ahora toda su feminidad chocaba siempre con Harry. El hombre debía decidir si irse con una erección o saciar sus instintos.
—¿Quizás podamos seguir? —tanteó el mago mientras usaba sus manos para juntar y mover las nalgas de la dama. Hábilmente, Narcissa dijo—Si olvidas todo…quizás podamos llegar a un acuerdo.
Harry supo lo que quería. Era lo único que se podía hacer en ese callejón, en esa situación. Rápidamente metió un dedo en su boca mientras seguía utilizando su polla como un ariete para derribar las telas de la bruja.
Instintivamente usó su lengua para lamer el dedo, algo que Harry sintió y anonadado tuvo que decir—Eres increíble…Señora Malfoy—dijo el chico asombrado de la habilidad con la lengua de aquella dama. Había catado algunos labios increíbles e incluso experimentados como los de la Señora Weasley pero esto de ahora parecía más una danza mágica. Y estaba seguro de que se sentiría mejor en su pene—Pero si puedes usar tus hermosos labios. Se sentiría increíble sentir eso—Narcissa recordó de nuevo las palabras de James. La misma escena.
La bruja dijo—Siempre que mi nombre no se vea manchado…no veo problema en retribuir al salvador del mundo mágico—dijo con algo de gracia. Rápidamente, fue hacia abajo para luego hábilmente usar su varita y seccionar la ropa del mago. Agarró el pene con sus manos y sin siquiera darle tiempo a Harry de grabar la estampa, lo sumergió en su garganta.
El chico gimió al notarlo dentro y simplemente optó por lo típico. Agarró el cabello finamente peinado de la bruja. El tono rubio hacía la escena más excitante. Contrastaba más con el ambiente deprimente de la callejuela. Si alguien los viese, pensaría que era solo una prostituta veela y su cliente afortunado, salvo por el hecho que Bellatrix estaba causando una buena distracción
Mirando hacia abajo, vio como los labios de la bruja se movían rápidamente de arriba abajo. Su boca no se contraía si quiera ni tampoco emitían los sonidos típicos. Los sonidos que tanto excitaban estaban reprimidos por la audaz periciar de la madura bruja. Narcissa era una experta en mamadas y a pesar de verse sobreexplotada por semejante rabo aun guardaba en su memoria las tácticas que había usado antaño. No se molestaba en parecer una zorra que se atragantaba por cualquier cosa. Al contraria, por sus labios no saldría nada. Y esa polla no iba a ser menos.
Harry observó cómo la saliva no salía de su rostro. El maquillaje apenas se desdibujaba e incluso como cuando jadeaba por respiración, no sacaba su pene de la boca. Parecía una tetina de un biberón, siempre permanecía atesorada en la boca y siempre recibiendo caricias de la lengua y los labios de la bruja. Las manos de Harry intentaban marcar el ritmo y el territorio pero pronto unas palabras salieron de entre los finos labios de la bruja.
—Así no—Harry no supo cómo pudo articular palabras pero rápidamente movió su cabeza para alejar sus manos. Libre, mantuvo su propio ritmo hasta que Harry le indicó el final con una contracción de sus muslos. Narcissa recibió el semen en la boca tanto como pudo. Cuando acabo, tan solo un pequeño hilo corría por sus labios. Ni siquiera se lo limpió.
Harry se guardó el falo y mirándola dijo—Es siempre un placer hacer un trato con usted, Lady Malfoy—el título hacía que creciese su erección.
La mujer añadió—Espero que respete sus acuerdos.
—Yo espero volver a disfrutar de esos labios—dijo Harry sabiendo que está a pesar de ser una mamada corta, era sin duda de las mejores que había recibido. Siguió observando el cuerpo de la bruja mientras está caminaba hacia fuera del callejón.
La túnica de la mujer estaba movida, sus pezones permanecían tiesos y su trasero había sido magreado salvajemente. Harry estaba seguro de que detrás de esas telas oscuras seguro había marcas de sus toques. El cuello de la mujer estaba marcado con marcas de sus labios y un hilo de semen seguía discurriendo por sus labios. La lengua limpió ese pequeño escape y luego la mujer continuó andando hacia otro callejón.
Perdido en sus pensamientos, Harry recordó lo que se suponía de debía hacer. Corrió todo lo que pudo en dirección al Callejón Diagon. El olor del fuego le llenó los pulmones, había llegado tarde. Su desesperanza se perdió cuando pudo ver a un Mundungus sudoroso vendiendo a la Señora Malfoy. Entre las ruinas, el hombre había vuelto a montar su top manta ambulante. Se acercó al hombre y preguntó.
—¿Qué sucedió? ¿La habéis matado? —su esperanza era esa. Al igual que Neville, deseaba que aquella mujer estuviese bajo tierra lo antes posible.
Mundungus observó cómo la Señora Malfoy miraba los artilugios pero se detenía a escuchar lo que decían. Con algo de temor dijo—Nos persiguió…pudimos detenerla. Hizo algunos daños—señalando el olor que había y los destrozos en paredes por culpa de maldiciones explosivas.
—¿Y qué?
—Golpeó a la chica pelirroja con una maldición desconocida. No vimos daño físico en ella.
—¿Ginny?
—No. No. La otra. La tet…—se detuvo al ver que Harry lo miraba con ira. Narcissa sonriendo dijo—Espero la invitación formal al enlace con la Señorita Bones—la gracia en su voz se hizo notable cuando murmuró—Aunque para eso hay que ser fiel…
La mujer recogió algunos bártulos de la tienda y tras eso Harry volvió a sentir el dolor en la cicatriz. Mundungus miró al chico y dijo—Avisaré a los Weasley—levantó la varita y un papel se dobló y voló en busca de la familia de pelirrojos.
Narcissa observó aquello interesada y dijo—¿Dónde aprendiste eso? Pensé que solo los miembros del Ministerio pueden crear esas cosas.
El hombrecillo se tocó la calva y con soberbia fingida dijo—Me lo enseñó un amigo…—claramente algún miembro de la Orden le había enseñado a llevar mensajes a los aurores sin ser detectado, ya que esos mensajes los usaban los agentes del Ministerio.
Antes de que pudiesen seguir hablando, llegó Daphne corriendo junto a los Weasley. La rubia abrazó a Harry sollozante provocando un profundo rechazo en las otras chicas. Harry impresionado preguntó confundido.
—¿Por qué?
—Estaba asustada…te quedaste solo. Ron no sabía nada y con esa…esa bruja.
Carraspeó y Narcissa dijo—Mi hermana—dijo con suficiencia y frivolidad—Por cierto…te he comprado un regalo—le acercó el collar con la S a la rubia que lo agarró instintivamente. Tras esto, la mujer desapareció dejando a todos algo inquietos.
Ron vio a su amigo y dijo—¿Qué te ocurrió?
—Fui tras ella tan pronto como me desperté—dijo Harry mintiendo a su amigo.
—No tienes heridas—dijo Hermione al ver que la ropa de Harry solo conservaba el olor a humo.
—La Señora Malfoy me las curó cuando me encontró entre los escombros—dijo la verdad pero rápidamente Molly lanzó un conjuro provocando que sus ojos se abriesen de forma inusual. Tras un examen oftalmológico, dijo—Tranquilos. Está sano. No está con el Imperius.
Harry dijo rápidamente—¿Qué le ocurrió a Susan?
Ron apenado dijo—Intentamos contenerla pero era demasiado poderosa. Susan intervino en el duelo…Cuando los gemelos y mama llegaron…esa bruja lanzó una maldición rosada que la golpeó. Tras eso, escapó. Comprobamos sus signos vitales…pero está sana y cuerda. Fred y George la llevaron a la Madriguera.
Asintió y mirando a la Señora Weasley le dijo—Deberíamos irnos…—la mujer asintió y todos caminaron hacia la tienda de los gemelos para usar la chimenea de ellos. Mientras cada uno iba entrando para irse por flu, Ginny observó que Daphne llevaba aquel colgante al cuello.
—No deberías utilizar algo que te dio un Malfoy.
—Si lo vendió ese hombre…no debe de ser peligroso—indicó fría la chica. Harry sospechaba que cualquier que Mundungus vendiese debía ser ilegal por algo. Aunque el collar solo le provocaba dolor de cabeza nada malo.
—Al menos no es un libro—dijo Ron—No puede comunicarse con el collar—sabiendo el efecto que había tenido el diario años atrás.
Daphne observó a los pelirrojos desaparecer en el resplandor verde. Miró a Harry brevemente. Tan solo quedaban ellos dos. El chico se metió en la chimenea, a lo que la chica lo siguió.
Dudando dijo—No deberías esperar…estaremos muy pegados.
—Contra más pegados mejor—dijo sonriendo descaradamente mientras se metía junto a Harry y se pegaba lo máximo posible a él. El mago sintió sus pechos apretados e incluso los pezones.
La chica le agarró la cabeza y mirándolo a los ojos le dijo—¿No deberías decir el destino?
Harry tartamudeó causando que está riese y mirando dijo—espera—Se puso a cuatro patas para coger polvo flu. Harry la sujetaba del trasero y su miembro pulsaba deseando quitarle la túnica y comenzar un vaivén—La casa de los Weasley—pronunció la bruja. Dudó que esos sirviese pero funcionó a las mil maravillas.
Nada más llegar, Harry dijo—Iré a ver a Susan—se fue hacia arriba mientras Daphne se tocaba el collar y sentía un latido peculiar proveniente de dentro. Sin percatarse mucho sintió un torrente de celos correr por sus venas. Observó al chico subir las escaleras y se dijo a sí misma—Si esa zorra quiere guerra la tendrá—caminó hacia el patio y volvió a sentir ese latido en el collar. Parecía reaccionar a las emociones fuertes.
Tras alejarse unos metros de la casa de los Weasley observó las protecciones. No tenía el conocimiento para destruirlas, ni la destreza mágica pero podía sentirlas. Sentía como el aire se magnetizaba al pasar por ellas y como los rayos del sol cambiaban su trayectoria. El tarro con la sangre de Fleur no estaba a la vista, algo que la tranquilizó.
Se miró al espejo con el collar y la voz femenina le dijo—Muy pronto…muy pronto pequeña. Esto acabará pronto.
