Lord Voldemort sonreía mientras se sentaba en su nuevo trono. Le había costado muchos arreglos y amenazas pero por fin había conseguido residir en el núcleo de su poder, la Mansión Malfoy. A pesar de que nadie lo quería ahí, el Señor Tenebroso se había proclamado como dueño y se había aislado en un ala propia.

Por suerte para los Malfoy, la casa era tan extensa que no se cruzaban con él nunca. Lo máximo que debían aguantar era la presencia de indeseables o de Nagini, así como la magia oscura inundando las paredes del lugar. Para suerte de los residentes, hoy el Señor Oscuro había escuchado sus réplicas.

A la mañana de aquel lunes habían comenzado a aparecer por su casa una multitud de hombres. La mayoría perdidos, cansados, enfermos o simplemente locos. Narcissa se había convertido de nuevo en enfermera personal y poco a poco todos comenzaban a abandonar la mansión. No le molestaba especialmente, sabía lo que significaba aquella continúa lluvia de transeúntes.

El Señor Oscuro la había convocado en su habitual salón de reuniones. La mujer entró y comprobó que lo que antaño había sido un extenso salón de aire, ahora estaba lleno de manchas de sangre. Una enorme mesa se alzaba rodeada de sillas negras. En su extremo, Lord Voldemort sonreía para sí misma mientras sostenía un caldero mágicamente y comenzaba a preparar algún brebaje.

—Mi Señor—dijo la dama intentando parecer lo más sumisa posible. No quería ser la victima de la ira del hombre.

Voldemort alzó la mirada y usando magia cerró las puertas provocando un suspiro de miedo en la mujer. Al escuchar eso, parecía que iba a sonreír pero quedo como una mueca. Narcissa comprendía porque el Señor Tenebroso estaba tan interesado en mejorar su aspecto físico. En restaurar su antiguo ser.

Hace años, había visto a un joven Lord Voldemort comandando sus tropas. Siendo un hombre más. Un hombre poderoso en la magia, pero físicamente atractivo. Con posibilidades de mandar en el mundo sin demasiadas complicaciones. Narcissa estaba segura de que si hubiese seguido los caminos tradicionales, habría sido ministro en poco tiempo.

Ahora en cambio, Voldemort pretendía mejorar su físico como un método de evitar el miedo durante su pronto mandato. Pronto el Ministerio caería y sería el líder supremo. Sin embargo, sería temido y al final su reinado acabaría derrumbándose como la de tantos antes que él.

Tras la resurrección había recuperado su antiguo poder pero su alma estaba mucho más inestable que antes. Su crueldad se manifestaba más a menudo y cada vez le costaba más reclutar entre los magos comunes. Su vuelta al poder conducía inevitablemente por una vuelta a sus orígenes. Una vuelta al cuerpo del Tom adolescente. Con poder, belleza, liderazgo y riquezas, nadie cuestionaría su mandato. A eso se le sumaba un aliciente que su hermana quería más que nunca…quizás cuando recuperase su antiguo cuerpo recuperaría el deseo sexual, algo que Narcissa dudaba mucho. El Señor Tenebroso siempre había sido asexual.

Voldemort sonrió mientras observaba todo el cuerpo de Narcissa—Deberíamos dar nuestra enhorabuena a tú…—sus ojos rojizos escudriñaron el rostro de la bruja—pequeña alumna. Gracias a ella tenemos suficiente sangre de veela fresca como para que la poción ideada por Snape funcione. —removió el caldero mágicamente y dijo sonriendo—Sin embargo, no arriesgaré mí poder con un nuevo descubrimiento. Es necesario conejillos de indias—dijo sonriendo mientras la observaba.

La mujer se arrodilló ante él y dijo—Podemos probar con muggles—era una proposición común. Similar a probar con animales. No le costaría demasiado preparar muggles para el proceso.

El hombre se levantó y dijo—Me temo que no tenemos suficiente sangre de basilisco como para hacer un estudio completo…Solo podemos permitirnos un usuario de prueba.

Narcissa observó detenidamente el caldero burbujeante y con una alegría escondida, cuestionó a su maestro—Mi Señor…Yo…yo podría ser su candidata…Sin Lucius ni Draco…quizás mi apariencia juvenil sea suficiente como para infiltrarme tras nuestros enemigos.

—Ya tengo a Snape para eso Narcissa…Además te equivocas.

Interrogante, propuso otro nombre conocido—¿Bella? Estará feliz de que hayas pensado en ella para esta misión—la rubia sospechaba que podrías morir si tomabas ese brebaje sin precaución pero a su loca hermana le daría igual hacer eso con tal de complacer a ese hombre—Además la belleza le favorecerá…tras tantos años está algo ajada.

Lord Voldemort sonrió mientras decía—Pequeña atrevida…Crucio—Narcissa chilló de dolor pero nadie vino a socorrerla—No se trata de juventud en ese sentido, estúpida…No. No. Se trata de algo mucho más importante. Recuerdas el duelo con Dumbledore en el Ministerio…

La mujer le sostuvo la mirada unos segundos. Lord Voldemort le dejó ver sus propios recuerdos por unos minutos. La dama comprobó cómo ambos hombres peleaban y ninguno conseguía matar al otro. Lo interesante era que, Dumbledore parecía muy agitado. La vejez le pasaba factura. Por desgracia, su amo corría el mismo destino. Sus pulmones se contraían de formas adversas con cada maldición. Parecía agotado.

—¿Usted necesita la fuerza de la juventud…? ¿Para incrementar su desempeño? —estaba decepcionada en parte, pero Voldemort sonreía. Parecía haber adivinado sus planes. El Señor Oscuro no pensaba gobernar como un dictador febril, sino siempre desde el miedo puro.

Voldemort sonrió y dijo—Tú…me buscarás una candidata potencial para determinar si este…—evaluó el color y dijo—fluido sirve de algo. Bella y Colagusano te ayudarán en tú misión—al ver que Narcissa tenía una mirada de enfermedad en el rostro, dijo—Si cumples tu labor…a tú esposo le será permitida la entrada.

Narcissa escuchó aquello y supo que sus sospechas eran verdaderas. Había visto una fuga masiva de nuevo, pero el Señor Oscuro seguía decepcionado con Lucius. No le dejaba entrar en su propia casa. Vaciló brevemente antes de decir.

—Como usted ordene Señor—la compostura la tenía ensayada de hace muchos años y no le molestaba mentir demasiado.

—Una vez tenga la fuerza de mi lado…podré ocuparme de Potter sin problema.

Asintió de nuevo aunque dudaba de las intenciones del hombre. Nunca había sido tan brillante a pesar de su inmenso poder. Voldemort sonrió cuando la mujer se iba y dijo—Puedo aconsejarte en tu proyecto de nigromancía si tú me ayudas con mis problemas—el hombre había adivinado lo que la rubia pensaba. Tras haber probado el pene de Potter de nuevo, su mente se llenó de imágenes contradictorias.

La Señora Malfoy no amaba del todo a su esposo. Había sido comprometida por contrato y aunque le tenía más cariño que el que profesaba Bellatrix al suyo, todavía soñaba despierta con la primera polla que había catado. Un pene que pertenecía a un muerto…pero que había vuelto a catar hacía pocos días. Recordar ese momento hizo que sus senos se tensasen y sus labios se abriesen.

Voldemort sonreía al saber que los planes secretos de Narcissa estaban al descubierto. Espero pacientemente hasta que la bruja giró la cabeza y con voz floja le dijo—¿Se puede resucitar a los muertos?

El Señor Oscuro miró a la mujer y sonriendo—Yo regresé de la muerte querida. Eso es suficiente respuesta—Narcissa no parecía impresionada por esa contestación. El Señor Oscuro no mostraba todos sus secretos—Bellatrix sabe suficiente de cadáveres como para ayudarte en tus objetivos.

—¿Cómo lo reanimarías? —indicó la bruja deseosa de saber más. Voldemort sonrió dijo—Has sido una devota fiel mientras tú esposo estaba ausente. Pero pronto volverás a tu viejo lugar. Aun así, te contestaré. —sonrió falsamente y dijo—No se puede recuperar un alma perdida…pero se puede sustituir.

Narcissa abrió los ojos con horror. Eso no es lo que ella deseaba. Voldemort escuchó eso mientras leía un poco sus pensamientos superficiales. Sonriendo garantizó la lealtad de aquella mujer al decir.

—Podría bendecir a ese cuerpo con una pizca de mi alma o simplemente animarlo como un inferí—la rubia se vio indignada ante eso, pero el Señor Oscuro simplemente añadió—Descartando lo segundo. Se me ocurre una idea…tú me ayudas con esto—señalando la poción—y yo…os doy un regalo a Bellatrix y a ti.

Narcissa cerró los ojos y suspiró—¿Qué clase de regalo? Estoy casada—recalcó, dudando de los planes de su amo.

—Crucio—dijo de nuevo el hombre provocando nuevos gemidos de dolor en la bruja—Las esposas infieles no son buenas siervas, Narcissa. Espero que tu lealtad siempre esté en mí…—amenazó a la bruja—No me importan tus pequeñas venganzas contra Lucius…—despectivamente dijo—Pero…una deslealtad supondrá la muerte de tu hijo.

Narcissa bajó la cabeza impotente mientras el Señor Oscuro le recordaba su deslealtad. Había visto su momento de debilidad e incluso parte de sus futuros planes. Curiosa, le dijo.

—¿Cuál era su magnánimo regalo? Bella y yo tenemos diferentes expectativas con respecto a su futuro reinado—le indico sumisamente.

El Señor Oscuro suspiró y dijo—Eso es asunto mío…ve y llevate esto—le envió un frasco de poción terminado para que lo probase.

Narcissa abandonó la sala deseosa de buscar a su hermana y a Colagusano. Agarraba el frasco con temor. Sospechaba que el Señor Oscuro era un gran pocionista pero cualquier exposición a veneno de basilisco era letal. Además, le había costado mucho conseguir aquel vial dentro de ese guardapelo. Un artilugio que ahora estaba en Hogwarts. Igual que hizo su esposo solo que con diferente plan.

La bruja sonrió al saber que su destino iba a estar anclado a la grandeza de todos modos. Si Voldemort ganaba tendría riqueza, marido, muchos juguetes sexuales y sería una de las grandes mortífagas durante su mandato. Si perdía, daba igual. Ella no tenía marca, era supremacista, pero no idiota. Tenía riquezas y no había pruebas de sus actos. Saldría libre pero más rica que nunca. Si todo salía bien obtendría no solo mucho dinero, sino que también conseguiría el poder de los Black. Un poder que se les había negado a ella y a su hermana por el hecho de ser mujer.

Sin embargo para eso necesitaba a Daphne y al Señor Oscuro, pero ahora mismo necesitaba a Bella. Su hermana mayor era su esperanza para conseguir la misión del Señor Oscuro y más aún, debía ayudarla en su proyecto secreto. Ahora no tan secreto.

Caminó rápidamente por los pasillos hasta toparse con el cuarto de su hermana. Abrió la puerta para encontrar un lugar oscuro. Había varios armarios, una cama y un tocador. Sin embargo, la dueña del lugar dormía en el suelo junto a unas mantas. Cuando la luz del pasillo inundó el lugar, Bella preguntó cansada.

—¡Que quieres!

—El Señor Oscuro—indicó rápidamente. Su hermana se levantó ansiosa pero Narcissa hastiada le dijo—Existen las camas…—sabía que su hermana no las usaba algo que le daba repelús.

Bella miró a su hermana y dijo sonriendo—Unos años en Azkaban te hacen eso…supongo que Lucius estará peor que yo de la cabeza.

—¿Lo viste? —dijo mientras avanzaban escaleras abajo. Su hermana negó al decir—Rodolphus me ha comentado que estaba delgado y enfermo…el pobre está durmiendo en una choza designada por el Señor Oscuro—al ver la preocupación de su hermana le comentó enfadada—No se te ve preocupada…

—La preocupación va por dentro.

—Claro…por eso le buscas sustituto con Potter—dijo agobiada por las estupideces de su hermana.

Narcissa sonrió para sí misma al decir—Debiste verlo Bella…es enorme. Incluso más grande que James o Sirius…su herencia de sangre sucia debe de haberle servido de algo.

Bella sonrió socarronamente dejando ver que todavía sus dientes no habían recuperado el color adecuado. Tras pasar meses fuera de Azkaban todo se estaba volviendo a recolocar. Su cabello había vuelto a crecer sano, adoptando un tono negro elegante. Sus ojos habían perdido sus bolsas y su cuerpo había vuelto a ganar musculatura. Lo único que no recuperaba, además de su mente eran sus dientes. Seguían estando mal.

—Imagina cuando el Señor Oscuro cumpla sus planes…—soñando despierta—Si esa cosa…—aludiendo a la poción que cargaba la rubia— funciona…El Señor Oscuro regresará a ser como era antes. Tendrá la fortaleza de un adolescente. Será increíble follar con él…nos dará tantos orgasmos que acabaremos desmayadas a sus pies.

Narcissa siguió caminando mientras observaba con horror como su mansión se estaba llenando de mugre y de personas indignas. Mirando a su hermana le cuestionó.

—¿Has follado con el Señor Oscuro?

La mortifaga se reprendió a sí misma y dijo—Mamadas. Cuando va a terminar suele meterla en mí trasero—eran datos que no deseaba comunicar a nadie. Siempre había estado algo decepcionada de que su señor no dispusiera de un pene digno de su poder. Parecía que la endogamia lo había vuelto casi inservible…únicamente tenía dureza y podía aguantar horas sin derramar su semen. Sin embargo, su tamaño siempre había sido modesto y desde que resucitó parecía haber perdido centímetros.

Mientras caminaban por la casa, Narcissa instruyó a su hermana de la situación—El Señor Oscuro nos ha pedido que utilicemos a Colagusano de ayudante.

—¡Ese idiota! —masculló Bella. Tras pensarlo un poco, dijo con felicidad—Busquemos primero al sujeto de pruebas y luego ya avisamos a la rata.

La rubia asintió mientras gritaba el nombre de aquella rata traicionera. Tras varios chillidos, apareció el hombre en un estado casi peor que la mayoría de los presos. Calvo, con uñas largas casi como garras y dientes anormalmente grandes. La transformación le había atrofiado físicamente. Ahora su aspecto delataba su forma y era un indicativo de lo que ese hombrecillo estaba pasando.

—Madame Lestrange…—dijo dubitativo—¿Para qué me necesitáis? —el hombre miraba con dudas a ambas mujeres. Temblaba de miedo mientras observaba los rostro de ambas.

Bella levantó la varita lo que provocó que aquel hombrecillo retrocediese y sollozando dijeses—El Señor Oscuro no aprobaría esto…No debes hacerlo...No lo hagas…Somos amigos…Narcissa dile algo a tu hermana.

La otra bruja sonrió y dijo—Deja de amenazarlo…—la morena bajó la varita y dijo con frialdad—Nunca hemos sido amigos…Aunque tus acciones me dieron años de entretenimiento en prisión. Debería agradecerte por eso, Peter—el hombre tragó saliva con una mezcla de presunción y miedo.

—Sí. Sí. Yo lo…lo sabía. Lo hice pensando en usted…Madame. Mi lealtad siempre fue al Señor Oscuro.

Narcissa lo barrió con los ojos y afirmó—Quizás podamos preguntarle a Severus sobre esa lealtad…Después de todo tú y tus amigos disfrutabais de hacerle la vida imposible.

Bajó la mirada con visible temor y dijo—Quejicus se lo merecía…—luego con pesar y en voz baja para sí mismo, masculló—James solía decir que era un enfermo…siempre jugueteando con sus cacharritos de química.

La mortífaga levantó la varita sonriendo—Tú y Snape sois tal para cual…unos cobardes incapaces de saber lo que es la lealtad. Ahora Colagusano…debo agradecerte por la cantidad de polvos que Sirius me dio durante nuestros años presos—levantó la varita y una fuerza comenzó a tirar de las uñas de las manos del mago. El hombre gimoteaba y chillaba mientras la bruja se lamía los labios. Cuando saltaron y los dedos sangraron, Bellatrix sonrió—Mucho más higiénico.

Narcissa desvaneció el desastre y dijo—Iremos a buscar a la víctima perfecta—su hermana sonrió—Te esperamos en el valle de Godric en un par de horas—ambas mujeres desaparecieron mientras Colagusano gimoteaba y lloraba por el dolor.

Recordó todos los sucesos que lo habían arrastrado a esto y sintió pena de sí mismo. Si hubiese sido más fuerte quizás nada de esto estaría pasando. Recuperó su mente y escuchó la voz de Narcissa Malfoy.

—Valle de Godric—dijo Peter para sí mismo. Recordó los cuerpos sin vida de James y Lily. El llanto de Harry y como había huido de la escena del crimen. Con una lágrima en los ojos, suspiró y se preparó para acompañar a aquellas malvadas brujas.