Recordó la primera vez que atravesó la barrera de la estación londinense. Hacía de eso cerca de cuarenta años y aun no podía olvidarlo. Peter recordaba eso igual que recordaba la primera vez que entró al colegio. Ambas estampas quedarían grabadas en la mente de casi todos los menores de edad.
El lugar estaba lleno de gente y se respiraba un ambiente jovial aunque tenso en algunos puntos. Muchas familias de sangre pura se estaban asociando para financiar a un mago poderoso. Los puristas amenazaban con comenzar otra guerra. Él era de sangre pura, pero su familia distaba mucho de otras. Se asemejaba más a los Parkinson y otros linajes puros pero empobrecidos económicamente.
Su madre lo guio al tren mientras lo ayudaba con su baúl. Una vez dentro de la locomotora buscó por los compartimentos a gente de primer año. La mayoría estaban llenos o simplemente lo expulsaban. Algunos incluso llegaron a enviarle maleficios punzantes que hábilmente esquivo. No contratacaba porque aparte de no saber suficiente magia, no conocía muchos hechizos. Tampoco controlaba bien su poder.
Caminó por los vagones largo rato hasta que vio como una niña pelirroja salía de un compartimento con un niño de aspecto extraño. El chico llevaba la ropa grande y tenía el cabello largo, lacio y graso. Sus ojos eran fríos y oscuros. Le devolvió la mirada pero Peter retrocedió con disgusto al ver a aquel niño.
La chica en cambio parecía agradable. Pelirroja, lacia, de tez blanquecina y pequeñas pecas. Se acercó a ella y con curiosidad le dijo.
—Soy Peter… ¿Debes de ser una Weasley? —la chica se le quedó mirando dubitativa antes de negarlo. El chico lo miró con odio vívido pero Peter decidió ignorarlo y se justificó diciendo—¿Bones? ¿Prewett? —no conocía más familias que hubiesen tenido cabello pelirrojo. Si bien era común en Irlanda, pocas familias compartían ese rasgo en el mundo mágico. La mayoría habían sido quemadas en la Edad Media.
La niña lo saludó y dijo—Lily. Lily Evans…mis padres son muggles.
Peter contentó la saludo y le dijo—¿En qué casa quieres estar?
Con algo de duda la niña dijo—Supongo que Slytherin—eso hizo que el otro chico expresase una emoción de alegría que Peter reconoció fugazmente. El chico sabía que si acababa en la casa de la serpiente, esa niña acabaría muerta tarde o temprano. Casi nadie había llegado a Slytherin sin tener al menos un padre purista.
Intentando ser simpático le dijo—Te quedaría bien Gryffindor…por el color—le sonrió levemente mientras el otro chico masculló—Otro idiota. —quiso escucharlo bien y estuvo tentado de encararlo y comenzar una pelea pero Lily añadió exasperada.
—No lo pagues con él Sev…Verás…venimos de un compartimento donde dos idiotas decían que Gryffindor era la mejor casa. No han sido muy amables—sentenció la chica con discreción—¡Vamos! Busquemos un compartimento. Debe de haber uno con primeros años.
Peter y Lily avanzaron charlando alegremente mientras Severus iba detrás de ellos y clavaba sus ojos en el chico regordete que acompañaba a la pelirroja. Podía sentir el odio de ese chico poco aseado, pero no le importó. Lily podía ser su amiga. Sin embargo, la bruja se detuvo al ver a dos chicos grandes junto a otros dos bloqueando el acceso al siguiente vagón.
Educada, Lily dijo—¿Podéis dejarnos pasar?
Una voz gruñona hizo que la chica retrocediese—¿Oh que Weasley? —uno la miró de arriba abajo y dijo—Ya no está la madre paloma para protegeros a todos. Espero que acabéis en Slytherin y no seáis una escoria más.
Lily repitió—No soy una Weasel—no lo pronunció bien—Me apellido Evans.
Todos la observaron con curiosidad. Peter se mordía las uñas con nerviosismo mientras Severus parecía mirar para otro lado. Había distinguido la insignia de serpiente y no pretendía iniciar una pelea.
—¿Evans? —con sorna uno de ellos dijo—Una prima tuya, Rosier—un chico rubio de rostro impoluto dijo—Mi familia no se casa con pelirrojos. Debe ser una sangre sucia—todos la observaron con horror. Hasta que una voz sacó a Peter y Lily de su ensimismamiento—No pertenecéis aquí. Seréis los siguientes sangre sucia. —un destello de luz fue lanzado hacia ambos. Severus no lo recibió sino que observó todo con angustia fingida.
Peter se encontraba en el suelo junto a Lily. Los pelos de la chica se estaban cayendo y transformando en serpientes y arañas. La bruja chillaba de horror y miedo mientras Peter intentaba quitarse esos animales de encima. No le tenía miedo a las arañas pero no deseaba meterse en una confrontación directa. Por suerte, el encantamiento fue anulado rápidamente cuando una voz fría y serena los acalló a todos.
—¿Así es como os comportáis? ¿Maldiciendo niños antes de su selección? Slughorn tendrá en cuenta esto Crabbe, Goyle, Rosier—el chico rubio miró a la bruja y dijo—Prima. No puedes multarme por esto…estamos en el tren aun—dijo vacilante.
—No restaré puntos a Slytherin pero Slughorn y McGonagall se encargarán de este tema—le advirtió al resto, mientras examinaba a los chicos heridos. Miró hacia atrás y observó a dos niñas. Una claramente mayor y otra de primer año, aun ataviada con un vestido antiguo. Llevaba un lazo verde enredado en su coleta cristalina—Lleva a Cissy con algunos sangre pura de primer año—la otra chica vestida con una túnica bufó mientras murmuraba—Vamos Cissa…busquemos a tu amiguita o a Sirius…el que encontremos antes—la niña protestó ante ese mensaje.
Una vez estos se fueron, la otra bruja curó los cabellos de Lily y desapareció todos los animales peligrosos. Con una disculpa dijo—Son idiotas. Deberíais ir en manada…algunos chicos son bromistas—lo dijo con amargura. Peter entendió bien lo que significa aquello, esos niños tenían tanto dinero que no podían expulsarlos.
—Íbamos en manada—respondió Lily agradecida
—Él no participó—dijo Peter mirando a Severus que seguía paralizado.
—Estaba aterrado—sentenció la pelirroja al ver cómo su amigo recuperaba el color.
La bruja miró al chico moreno y le dijo—Deberías asearte el cabello un poco o esos idiotas se burlarán de ti…En cuanto a ti—observó a la pelirroja—esos chicos son serpientes. Slytherin. Yo también. Soy la prefecta de quinto año. Vigiló los pasillos por si acaso. Si teneís cualquier problema deberíais avisarme.
Peter observó a esa amable mujer. Tenía el cabello marrón largo, en ondas. Su cara expresaba jovialidad a pesar de tener una mueca de supremacía permanente. Llevaba túnicas elegantes y finas con el emblema de Slytherin. Lily se le adelantó al decir—¿Cómo se llama?
Aturdida miró a la pelirroja y le dijo—Andrómeda Black—vio como Severus hacía un movimiento de ojos mientras apretaba los puños—El otro prefecto no es tan indulgente como yo… así que Lily mantente alejado de él. Buscad a gente de vuestra edad. Mi hermana y mi primo son de primer año…
Se fue rápidamente hacia un compartimento. Lily se giró y vio que la niña que bufaba la llamaba desde un compartimento más adelante. Con tranquilidad, Lily dijo—Debe ser su hermana.
—Dijo que es de primer año…esa niña ya lleva un escudo—sentenció Severus.
—Tendrá otra—cuestionó Peter mientras caminaba a otro compartimento junto a Lily.
Una semana después se hallaba ya asentado en el colegio. Era amigo de Lily, Marlene y un chico tímido llamado Remus. El pobre estaba cubierto de cicatrices por culpa de un hipogrifo que sus padres tenían de mascotas. Peter sonreía al darse cuenta de que el sombrero a pesar de todo lo había puesto en Gryffindor. Había tardado pero había dado su resolución era valiente.
Con cuidado sacó su varita y se dirigió a la biblioteca a investigar sobre un encantamiento que el pequeño profesor de encantamientos había pedido. Caminó tranquilo por los pasillos hasta que vio a aquel chico de aspecto sucio acompañado por dos Slyhterins. No los conocía.
—Mirá Sev…es la ratita de Gryffindor—se había ganado ese mote entre las serpientes por caminar junto a una sangre sucia en el tren. Además siempre evitaba un enfrentamiento al revés que otros de su casa. El director en persona le había dicho que eso era una señal de nobleza no de cobardía.
Severus lo miró con alegría y dijo—Deberíamos probar algunas maldiciones con él. Mulciber—un chico de aspecto tosco observó atentamente a Peter—muéstranos esa maldición de la que te habló tu padre.
—Encantado—dijo el chico sonriendo le apuntó con la varita. Un destello de luz salió pero nada ocurrió. Severus y el otro chico Avery lo intentaron pero no ocurría nada. Peter observó aquello anonadado. Severus era increíblemente bueno en el duelo mágico. Unas risas lo sacaron de sus pensamientos derrotistas.
—No es de buena educación atacar a los demás—dijo una voz mientras amagaba con no reírse. Peter miró para atrás y observó a dos chicos apuestos sonriendo. Ambos se acercaron a él. James puso la mano sobre su hombre y dijo—Nosotros también sabemos maldiciones—la sonrisa que puso hizo que a Peter se le helase el vello.
James y Sirius eran Gryffindors hábiles pero siempre estaban en problemas. Compartían cuarto con Remus y él pero eran muy diferentes. Disfrutaban de embrujar y de perfeccionar sus poderes. James al no poder volar estaba decidido a que lo castigasen con Madame Hooch. Sirius simplemente se aburría e intentaba demostrar a los Gryffindor que no era una serpiente, aunque su apellido lo atestiguase.
Severus no se achantó. Miró a ambos y dijo—Maldiciones… ¿Piernas de gelatina? ¿Reductora de cabezas? Esas son estúpidas casi tanto como vosotros.
Sirius sujetó su varita mientras James sonreía a los tres chicos. La seguridad que destilaba impresionó a Peter e incluso Snape lo miró con algo de asco y odio. Tras eso, levantó la mirada y dijo—Sirius…puedes mostrarme lo que te enseñó tu prima para lidiar con los pesados.
—Será un placer—dijo el chico lamiéndose los labios como si fuese un perro sediento—¿Conoceís a Bella? —Snape borró la sonrisa de su rostro y comenzó a sudar. Mulciber tembló mientras que Avery intentó huir pero fue derribado por una luz. Snape observó horrorizado como todas las uñas salían de su cuerpo. Manos y pies comenzaban a sangrar de forma dolorosa.
James susurró—Algo más doloroso de lo que pensaba…pero bueno volverá a crecer—dijo riéndose. Peter decidió que era su oportunidad de hacerse notar, en un descuido hechizó a Snape con un encantamiento que le hizo escupir jabón.
James sonrió más—Esa ha sido buena Peter…te llevaremos a nuestras próximas bromas.
Sirius rió también—Sí. Los Gryffindors debemos de estar unidos. Siempre te protegeremos Peter. A todos los de la casa—matizó el chico. James dijo—A ti más…porque eres nuestro amigo.
Esa frase se repetía en su mente cada vez más. Por su culpa, Remus había sido infeliz toda su vida. Sirius había acabado en Azkaban y había estado a punto de morir. James y Lily…sus primeros amigos. Ambos habían muerto. Él mismo había destruido sus tumbas y ahora esas brujas querían resucitarlo. Se dio asco a sí mismo. No podía volver a la luz, ya era tarde pero al menos debilitaría al Señor Oscuro tanto como fuese posible. Sabía de la poción, podía alterarla.
