Harry por otra parte se adelantó al asiento en donde se encontraban las chicas de la casa del tejón junto a su compañero de dormitorio. Neville era un verdadero león, hábil y simpático sin embargo su torpeza le había brindado muchos enemigos. Los Slytherin solían meterse con él y su magia solía fallar en situaciones de presión.

Por ello había sido relegado dentro de su casa y se pasaba el día con las chicas de Huffelpluff que eran sumamente amables y alegres. Tal para cual, pensó Harry. Era curioso cómo anteriormente Neville había sido humillado por su compañía y ahora era envidiado.

Con curiosidad, avanzó y poniendo sus manos sobre los hombres de la pelirroja, la sorprendió gratamente. Susan miró hacia arriba y al verlo, masculló.

—¡Harry! Pensé que irías con tus amigos…

El chico saludó a Neville con un asentimiento de cabeza. Sonriéndole, le dijo—Yo pensé que Nev estaría con Hannah y no contigo. ¿Tengo que preocuparme? —el tono de broma hizo que todos sonrieran menos Abbott que estaba roja. La pelirroja se levantó del asiento y mirando a sus amigas con aprensión decidió abandonarlas.

Megan gritó ante todos—Susie, sácale información de las tácticas de quidditch.

La bruja sonrió y junto a Harry abandonó las tres escobas. La mirada del mago se paró un rato cuando pasó junto a Ginny. La chica Weasley aprovechó ese momento para incrementar la pasión de tal manera que Dean tuvo que gemir con brusquedad.

Susan se percató de eso y dijo—¿Te molesta?

—Para nada…—al salir contemplaron el paisaje navideño del pueblo.

La bruja nostálgica dijo—¿Recuerdas la otra vez que estuvimos aquí?

Harry no podía olvidarlo. El día que Bellatrix había diezmado a muchos aurores y había estado a punto de matarlos. El día en el que Sirius se había arriesgado demasiado y en el que él había intentado calentar a la bruja usando su propio cuerpo. Aun recordaba las noches posteriores en la cabaña de Hagrid o en la habitación de Daphne. Incluso recordó las pocas noches que había estado junto a ella en su casa o en la Madriguera.

—Sí. Agradezco que no vuelva a pasar…—dijo con seguridad. Confiaba en que Voldemort no intentaría algo tan arriesgado. Después de todo el Ministerio se estaba empleando a fondo en esto.

—Los mortífagos han escapado—susurró ella mientras caminaban por el nevado páramo.

A regañadientes le dijo—Sí. Pero Malfoy ya no tiene poder en el Ministerio y Amelia—ya la llamaba cariñosamente por su nombre—está haciendo un buen trabajo. Solo habrá muertos…—lo dijo sin sensibilidad pero se había acostumbrado a eso hace tiempo.

Susan se recompuso y dijo—Sí, la tía está haciendo un buen trabajo pero…están muriendo muchos hijos de muggles. El Ministerio no puede hacerse cargo de todo…simplemente no hay suficiente oro ni tampoco suficientes personas—con algo de temor en su voz dijo—Si esto sigue así…el próximo gobierno tras la guerra tendrá que permitir los harenes…—su voz se congestionó ante eso, como si odiase el futuro que inevitablemente les llegaría.

Harry la abrazó tiernamente mientras avanzaban por los caminos de la aldea. Susan se veía sobreconfiada mientras caminaba como toda una adolescente, por otro lado Harry temía un ataque inminente. Dudaba de la seguridad a pesar de tener múltiples aurores patrullando. Caminaron por las calles esquivando los lugares más transitados, irónicamente llegaron a la última tienda del lugar. Cabeza de Puerco, el antro donde habían formado el ED.

Con aprensión caminó dentro seguido por Susan. Allí encontraron un ambiente extraño. El lugar parecía igual de sucio que antes pero la atmosfera era más tensa. En las mesas había un número de comensales similar a los de los peores callejones del mundo mágico. Delincuentes, tomaban café como si nada. Entre ellos estaba Mundungus. El pequeño ladrón se comunicaba con el gerente, un anciano similar a Dumbledore.

—¿Qué crees que hace aquí? —señaló al borracho enano.

La pelirroja simplemente dijo—No es el mejor lugar…—observando las telarañas en las vigas—Probablemente esté buscando más alcohol…—a la chica no le gustaba Mundungus. El pequeño hombre parecía tener un fetichismo con las mujeres tetonas y poco atléticas, definición en la que encajaba perfectamente Molly y recientemente Hermione y Susan.

Optando por no inmiscuirse, salieron del lugar solo para divisar fuego en los límites del bosque prohibido, en dirección al colegio. Corrieron pero nadie parecía demasiado alterado. La mayoría pensaba que serían los aurores o incluso Hagrid quemando hojarasca. Sin embargo, la mente de Harry voló al año anterior cuando Bellatrix les había abierto el camino incendiando parte del bosque. Ese fuego era similar al que alguna vez había visto. Las humaredas blancas dejaban ver que quien lo estaba haciendo no era muy hábil en ello.

Caminaron por minutos solo para toparse con Malfoy. El chico algo desmejorado físicamente estaba discutiendo con Greengrass. Decidieron esperar brevemente mientras observaban como los maleficios volaban sobre la zona boscosa. Draco atacaba con maldiciones desconocidas pero la chica rubia simplemente las esquivaba.

Mientras observaban en silencio, Susan matizó—Es raro…Daphne peleaba diferente en la Madriguera.

—Sí, era capaz de absorber y protegerse…—identificó Harry mientras veía como la rubia huía utilizando los árboles como escudos. Parecía obsesionada por salvaguardar el collar que llevaba. El collar que hacía que la mente de Harry hormiguease. Daphne tenía moratones pero no paraba de luchar, lo raro era que no se defendía. Solo atacaba.

—Bombarda—sentenció Malfoy provocando que un tronco se astillase—Veo tu linda cabecita Greengrass…por años te me has escapado pero ahora… ¡Yo GOBIERNO SLYTHERIN!

—Pensé que lo hacía tú padre—sentenció la rubia mientras esquivaba otro haz.

—Sucia puta…acabaré contigo aquí mismo. No eres tan fuerte sin tú madre para tomar tu castigo ehh…Crucio—la maldición imperdonable no dio en el blanco sino que fue reflejada algo inverosímil que dejó al chico algo indeciso. Daphne sonrió pero era muy diferente a su sonrisa condescendiente.

Malfoy retrocedió mientras enviaba maldiciones contundentes capaces de romper huesos y de matar fácilmente. Daphne avanzaba sin preocuparse demasiado por los haces de luz. Extrañamente, muchos de ellos chocaron con su pecho pero no la detuvieron. Harry se tocó la cicatriz mientras observaba el medallón que llevaba al cuello. El mismo que le había dado Narcissa Malfoy.

—¿Ese collar? …—balbuceó el mago extrañado…Susan fijó su mirada en el collar. Con seguridad vaticinó—No es para tanto...muchas familias puristas guardan reliquias antiguas…

—¿Las regalan?

La bruja negó mientras Harry le explicaba lo que había sucedido en su ausencia aquel día—La madre de Malfoy le entregó ese collar a Daphne. Apenas se separá de él y no parece afectado por maldiciones—estudiando como el collar no parecía dañado. Susan simplemente dijo—Está rara… ¿deberíamos quitárselo?

Harry estudió el utensilio y dijo—Habrá que esperar a que esto termine y encontremos nuestra oportunidad.

Mientras tanto, Malfoy huía corriendo al ver que no podía hacer nada contra la reina de hielo. La chica había comenzado a lanzar encantamiento congelantes que habían destruido varias ventanas. La bruja no parecía querer detener el duelo e incluso llegó a lanzar maldiciones desconocidas. Susan se sobrecogió el pecho cuando vio a Daphne lanzar un destello verde que impactó en un árbol calcinándolo. La maldición asesina. Claramente algo fallaba. Malfoy se había salvado pero no todo terminaría tan bien

La bruja siguió destruyendo arboles hasta que se tocó el medallón y se calmó en pocos minutos. Harry observó a la bruja marcharse y Susan arrojó nieve sobre los árboles incendiados. Debatieron que hacer mientras caminaban solo para comprobar que Hermione junto a una Huffelpluff perseguían a Katie Bell.

—¿Qué pasa? —dijo a la lejanía Harry.

Hermione habló—Leanne me dijo que Katie tenía que entregar un paquete urgentemente en el castillo. Fue hacia allí, intenté convencerla de que los aurores registran el correo pero siguió adelante. Intentamos hacer algo—lanzó una maldición a Katie pero corría de forma inhumana. Familiarizado con la forma física de la bruja, Harry ato cabos.

—Imperius… ¡Detenedla!

Leanne se adelantó mientras maleficios detenían la carrera de Katie. Mientras ambas amigas forcejeaban, un rugido se escuchó. Katie fue levantada en el aire y su cuerpo se estiró inhumanamente. Brazos y piernas formaron una cruz y una fuerza invisible comenzó a sacarle el aire. Observaron anonadados como la chica se retorcía sin efecto y pronto su cuerpo quedo quieto. Tras varios minutos, sangre comenzó a brotar de sus ojos y oídos. Nadie supo que hacer aunque estaba claro que lo que había causado aquello era un artefacto sumamente oscuro.

Hermione sobrecogida observó aquello y gritó algo que Harry no pudo oír. Él estaba intentando evitar que la joven cayese sobre el suelo de forma dolorosa. A pesar de sujetarla en el aire, el cuerpo de Katie estaba de un color pálido enfermizo.

—¿Qué hacemos? —dijo con temor al ver la vista de su compañera de quidditch.

Susan se acercó a comprobar que era lo que había ocasionado aquello y vio un collar de ópalos finamente elaborado. El guardabosques del colegio se acercó rápidamente y tras pegar un grito horrorizado, agarró el cuerpo de Katie y marchó raudo al castillo.

—¡Llevad esa cosa sin tocarla a McGonagall! —no se detuvo en ningún momento. Harry con temor dijo—¿Cómo la llevamos sin que nos mate? —Hermione tembló mientras agarraba el collar y la caja con sumo cuidado. Cualquier roce podía ser letal. Susan la estabilizó con un encantamiento.

Harry intervino diciendo—Susan ve a por Ron…dile que nos encuentre en el colegio—junto a su mejor amiga corrió rápidamente. La pelirroja miró a su novio algo ofuscada mientras marchaba a por el chico Weasley.

Ambos chicos llegaron al colegio y en pocos minutos, una anciana profesora de Transformaciones miraba alarmada el extraño collar. Usando magia lo levitó mientras lanzaba encantamientos que ninguno de los dos conocía. La bruja agobiada dijo.

—Maldito…sin lugar a duda. Aunque está más allá de mis competencias conocer cuál es la maldición exacta y la necesitamos para salvar la vida de la Señorita Bell—agobiada, observó a ambos mientras Ron atravesaba la puerta algo mal vestido—¡Weasley esa túnica!

El pelirrojo se la puso bien mientras se adelantaba y Harry decía—Creo que pudo ser Malfoy…está muy raro este trimestre—Hermione intentó hablar pero la cortó antes—Tú misma dijiste que es raro que haya decidido no ir al quidditch o dejar muchas clases. No es prefecto tampoco. ¿Viste su aspecto? Parece agobiado, estresado.

Ron simplemente dijo—Su padre está en Azkaban…

—Estaba—secundó Minerva—El Señor Malfoy fue excarcelado ayer por la fuerza. Me temo que está en busca y captura aunque he sido informada recientemente que las barreras alrededor de la Mansión Malfoy han sido notablemente más poderosas. Ni siquiera el Ministerio podrá atravesarlas sin causar una matanza.

—Voldemort—dijo Harry causando escalofríos en sus amigos—Aun así creo que…

Minerva lo calló—Potter su enemistad le está conduciendo por otro camino. Malfoy es incapaz de causar esos estragos…

Hermione intercedió—En clase usa maldiciones femeninas letales…

—Cualquiera puede tener acceso a esas maldiciones…se usan a menudo con fines médicos—indicó Minerva mientras examinaba a su mejor alumna—Me temo que no hay delito en eso…aunque fue castigado por hechizar a otros—su mirada delató la justicia que pensó que había sucedido.

Ron intercedió con una mirada preocupada hacia Harry—Cuando venía hacía aquí…vi a Daphne algo enfadada. Se tocaba el colgante ese raro y estaba destruyendo un árbol…daba miedito—su voz denotaba algo de pánico. Harry también había visto de primera mano aquellos arranques de ira por parte de la bruja rubia.

Minerva estudió a los chicos y pronunció—¿Por qué Malfoy y no Greengrass, Potter? —lo juzgaba con la mirada. Harry simplemente pronunció—Intuición, Señora. Además, conozco a Daphne un poco…es incapaz de hacer daño a nada—lo dijo con algo de pesar sabiendo que no era verdad.

Ron tragó saliva—El árbol no piensa igual Harry.

Hermione añadió—Puede que Daphne no sea como Malfoy…ni como la mayoría de Slytherin pero realmente es tan mala como ellos. El otro día fue a las cocinas para que los elfos le hiciesen algo de comer—con curiosidad miró a Harry—Además sigue siendo arisca con todos…ahora también se desquita mágicamente—señaló un moratón en el brazo.

—No es para tanto. Nosotros vamos con Neville a veces a las cocinas—Hermione le miró con puro odio. Harry también dijo—Eso es un maleficio leve…ni siquiera tiene una marca. No seas melodramática Herms. No intentó quemarte viva como los Lestrange.

Justo cuando los tres volvieron a discutir, la puerta se abrió revelando a Snape. Parecía algo más entristecido que de costumbre. Portaba una extensa capa negra y ni siquiera saludó a los chicos. Se acercó a Minerva y está con alegría dijo.

—Severus…tú especialidad… ¿Qué es?

Con dudas, Harry intervino—¿Por qué no preguntarle al director o algún miembro de la orden? —su amigo dijo simplemente—Creo que Ojoloco sabe más de maldiciones…

Snape simplemente elevó el collar y con suspicacia dijo—Interesante…el director debe de ser comunicado de esto…solo él puede curar a la Señorita Bell—Minerva observó con curiosidad como el hombre abandonaba el despacho pero se paró al ver a Dumbledore de pie con un guante en su mano ennegrecida. El anciano sonrió con pesar mientras murmuraba.

—Sí. Severus. Me temo que tus ocurrencias son ciertas—ni siquiera habían hablado entre ellos. Al ver a los chicos, les dijo—Ese collar que la Señorita Bell llevaba tenía consigo varias maldiciones que en conjunto eran letales…Sí. Sí. Maldición de crucifixión…la más poderosa de todas.

Snape pronunció—Cerca de 50 maldiciones—lo dijo con horror mientras examinaba el collar de cerca—Artesanía de duendes. Probablemente perteneciente a alguien adinerado.

Harry miró a Hermione mientras el director con delicadeza dijo—Me temo que la magia duende es especial en guardar efectos duraderos…el collar no parece muy gastado. Borgin y Burkes—habló con cuidado para sí mismo—ese collar proviene de allí. Lo vi en una de mis aventuras por los callejones…

Snape simplemente, suspiro de alivio y dijo—Creo que procederé a destruirlo…—elevó el collar para llevárselo con él. Dumbledore miró a los chicos y añadió—¿Algo que quieras contarme?

Ron con delicadeza dijo—Katie vino a verme en las Tres Escobas, preguntó por usted—Dumbledore miró a Snape. Harry dijo—Creo que fue Malfoy…

—¿Alguna prueba? —susurró Snape. El chico negó y el antiguo profesor de Pociones sonrió y murmuró—Me temo que inculpar a un estudiante es un delito…tendrá un castigo Señor Potter…uno que le encantará.

—Puede ir antes de la fiesta de Slughorn—sentenció Dumbledore.

La morena simplemente dijo—Señor, Madame Rosmerta estaba rara…

El director asintió mientras invocando un patronus daba órdenes a Tonks. Los chicos se quedaron quietos mientras los profesores se marchaban. Ambos abandonaron el lugar. Hermione simplemente decidió marcharse a estudiar mientras que Harry le dijo a Ron.

—Usa el mapa para vigilar a Malfoy…yo tendré castigo con Snape la próxima semana.

El chico asintió mientras se marchaba de nuevo a buscar a Lavender. Harry corrió hacia donde Susan estaba. La chica lo saludó con un beso pero este tenía otros planes.

—¿Tienes hambre? —la bruja asintió y ambos corrieron a las cocinas. Tras acariciar una pera, cientos de elfos comenzaron a ofrecerle comida a ambos. Mientras devoraban todo lo que podían, Harry dijo sonriendo—Dobby Winky… —dos elfos domésticos aparecieron rápidamente. Dobby se arrodilló con devoción ante su héroe mientras la elfina los observaba con aprensión.

Susan miró aquello extrañado mientras Harry le decía—Dobby…Quiero que vigiles a Malfoy sin que se dé cuenta y me cuentes todo lo que hace—el elfo asintió pero la pelirrojo rodó los ojos ante la cabezonería de su novio. La elfina miró al chico con curiosidad, Harry le ordenó.

—Winky… ¿Qué quería la señorita Daphne? —la elfina se estremeció mientras murmuraba ante Harry—La Señorita Greenny fue muy amable con Winky…ella dijo que la convertiría en su elfa personal cuando acabe Hogwarts. Ella me preguntó cómo funcionaban los anillos de dama de casa.

—¿Dama de casa?

Susan explicó rápidamente—Son anillos que usan los jefes de las grandes familias…permiten expulsar o meter miembros…firmas documentos…manejar protecciones.

Winky asintió y dijo—La Señorita Greenny es buena…ella nunca haría nada malo—Susan miró al elfo con desagrado. Le desagradaba la devoción ciega en una persona, aunque estimaba la lealtad. Una cosa era ser leal y otra justificar cualquier error.

—¿Para qué quería Daphne saber eso?

Dobby ignorando el silencio de su amiga elfina, murmuró—Para manejar mejor la herencia del gran Harry Potter…—Harry observó a ambos elfos extrañado mientras Susan miraba a Harry igual de extrañada. La pelirroja pensaba en silencio como haría pagar a aquella rubia ególatra.