Susan gimió para sí misma mientras pensaba en todos los hechos ocurridos en los últimos meses. Se acercaba la Navidad y veía como Harry poco a poco se iba alejando de ella, le había costado mucho acercarse a él en verano y todo su esfuerzo parecía ser en vano.

En la oscuridad de la noche y escuchando los ronquidos de Hannah y Megan, procedió a suspirar con pesar. Ya tenía suficiente estrés al temer por la vida de su única familiar, no necesitaba más y Harry no se lo ponía fácil.

No solo estaba Ginny que aprovechaba cualquier practica de quidditch para zorrear o cualquier momento en los pasillos para interrumpirles, también se le sumaba otras chicas problemáticas. Hermione había dejado a Ron y se pasaba el día con su novio quejándose de las zorras con las que el pelirrojo salía. Harry en cambio tenía a Daphne en mente, algo que la cabreaba mucho. Dumbledore parecía interesado en la bruja de Slytherin y Harry parecía ser un peón en manos del anciano.

Pero lo que le helaba más la sangre a la chica era el extraño comportamiento de la rubia. Harry le había insistido en espiar a la bruja mientras él y Ron lo hacían con Malfoy. De momento había sido en vano, Malfoy iba a pocas clases y luego desaparecía. Daphne por el contrario, se dedicaba completamente a estudiar, no tenía amigas e iba acompañada en cada momento por ese estúpido collar y su espejo artesanal.

Cuando la observaba sus emociones nublaban su juicio. Notaba su propia inferioridad más de lo normal. Ella podía ser la única superviviente de un antiguo linaje, una heredera rica…con grandes atributos. Pero eso Daphne lo podía igualar e incluso superar. La rubia era rica, poderosa, vanidosa e incluso poseía un buen cuerpo que usualmente no mostraba. De hecho, aquella bruja parecía ser una frígida. Nadie se acercaba a la Reina de Hielo, o eso decían. Sin embargo, Susan lo sabía bien, el hielo se descongelaba y Harry lograba hazañas imposibles a menudo.

Con mucha ira, decidió dar un paseo nocturno. Usualmente no había ningún problema ya que Hannah era prefecta y la ayudaba a escabullirse. Sin embargo, hoy no era su turno. Obviando eso y sabiendo que cualquier prefecto sería compasivo con ella y con su pecho, salió del escondite.

Caminó por los corredores y se asomó a un ventanal. Con curiosidad apreció las tonalidades azuladas del cielo nocturno así como el olor del ozono. Un olor que se producía cuando se disparaban hechizos poderosos, supuso que las protecciones del colegio estaban provocando aquello. Siguió caminando por los pasillos evitando a todo el que veía a distancia. Ni siquiera encendía su varita para no levantar sospechas. Para su desgracia personal vio a Daphne saliendo de algún retrato. Sospechó que se trataba del cuarto secreto que Dumbledore le había otorgado.

—¡Greengrass! —dijo en voz alta alertando a la rubia que se giró con los ojos alterados pero al ver de quien se trataba se relajó visiblemente. Sonrió con picardía mientras observaba el escote de la tetona bruja.

—¿Viniste a buscar a Potter? ¿Quizás esté en mí cama? —sonrió con malicia. Susan no picó en eso y le dijo.

—Salir de la cama está prohibido.

—¿Me lo dices tú? —la soberbia en su voz heló a Susan. Ambas habían incumplido la norma por lo que estaban en la misma situación.

—¿Qué te ocurre? —cuestionó la pelirroja—No dejas de atacar a la gente con malicia. Nunca has sido así…—sostuvo la chica su argumento—Siempre has sido solitaria pero lo estás llevando al extremo y encima…—se estaba calentando—¡Harry está interesado en ti, por alguna mágica razón!

Daphne le sonrió y dijo—Los hombres van a la miel Bones…una lástima que seas amarga…—siguió sonriendo sin siquiera apartar la vista de la otra bruja.

—¡Harry no es como los demás!

—Potter solo piensa con el falo…pequeña—la miró con lástima—Me das pena, Bones, en serio. Pero para tú información, querida amiga—sonrió para sí misma de nuevo—yo no tengo nada con tu novio. No tengo la culpa de que me mire, de que te vaya a traicionar con la chica Weasley…No tengo la culpa de ser guapa.

—¿Qué cojones dices? —la bruja ya estaba harta.

Daphne se acercó a ella lentamente mientras murmuraba—¿Acaso eres tan estúpida como para pensar que Potter te es fiel? ¿Acaso crees que la niñata pelirroja no ha hecho ya su movimiento? Seguramente le pone la escoba a punto antes de los partidos, si sabes a que me refiero. La única manera de que un hombre poderoso se comprometa es con un anillo en tu mano—miró las manos de la bruja y dijo—No veo nada…solo unas bonitas manos para hacer cosas…

—¿Por qué pregustaste a Winky eso? —irrumpió la bruja provocando que Daphne se detuviese a pensar.

—Cuando acabe la guerra…las familias estarán diezmadas. El Ministerio caerá cuando los sangre pura decidan no acatar la nueva agenda política de gente como Granger…entonces Potter necesitará una esposa joven, de sangre pura…inteligente.

—¿A mí?

—Dije inteligente, Bones—secundó la bruja—Las familia puristas empezarán a ofrecerle contratos de matrimonio…y entre la multitud resplandezco yo. Soy la mejor—alardeó sin mesura.

Susan miró a la bruja y preguntó—¿Por qué yo no soy una buena candidata?

—Eres demasiado blanda, Susie—le dijo con ternura—Te irá mejor como madre que como esposa…No te preocupes por eso, dejaré que Harry te insemine varias veces para que tu familia resurja. Además, una canita al aire tampoco es para tanto.

La pelirroja hirvió al ver cómo su aparente enemiga se pasaba todo lo que le importaba por su punto más bajo. A Daphne no parecía importarle demasiado la lealtad ni el desarrollo de la guerra que se avecinaba o al menos eso simulaba. Decidida a no dejarse llevar, siguió dialogando.

—Una lástima que Harry me prefiera…

Daphne ladeó la cabeza fingiendo duda y dijo—¿Te prefiere? ¿Estás segura, Susie? No es contigo con quien practica intimidades en los vestuarios de quidditch…ni fuiste tú quien le acompaña en sus clases…Esos lugares ya fueron ocupados. Cada uno debe entender su lugar en el mundo.

—¿Según tú, cual es el mío? —le respondió tajante.

La rubia sonrió—Pues no es evidente…observate a ti misma—le dijo la chica a su homóloga pelirroja—Eres una excelente bruja…tienes buena apariencia, eres amable y gentil…ciertamente tú lugar es ser una simple matrona. Una vaca que esté constantemente preñada y que se pase los próximos treinta años regurgitando bebes para su amo. Para Potter, en este caso.

—¿Y el tuyo? —Susan no encontraba el destino que le proponía aquella niña tan desalentador. Desde que había conocido a Molly había visto la belleza del sometimiento a la vida hogareña. La madura era feliz con su camada y además seguía teniendo grandes atributos. Era un claro reflejo que tampoco le desagradaba. No deseaba ser una máquina de bebes pero tenía claro que debían repoblar el mundo mágico tras la guerra.

Daphne le dio una palmadita en la mejilla mientras le decía sonriéndole con sorna—Yo seré la que tenga al donante. La que dirija la polla de Harry contra este—golpeó su mano contra la entrepierna cubierta de túnicas—coñito. Me acabarás agradeciendo la indulgencia. Potter es rico…tiene herencia…podemos compartirlo. Tú y yo somos similares.

Susan se retiró de aquella muchacha y le dijo—¿Similares? ¡No me hagas reír! Solo buscas a Harry por sus riquezas…Yo lo quiero—dijo la muchacha provocando que Daphne retrocediese con algo de enfado. Parecía sumamente contrariada. La bruja levantó su arma apuntando al canalillo de la otra.

—¡No estamos hablando de sentimientos vanales Bones! ¡No seas ridícula! ¡No somos colegialas enamoradizas ni zorras vulgares! ¡Estamos en igualdad de condiciones! Además si quisiera ya te habría dejado Potter…después de todo para lo único que sirves es para dar placer. Ni siquiera eres capaz de atacar en una pelea…—levantó su varita pero fue sorprendida cuando una luz se aproximó a ella golpeándola.

No pudo esquivarla pero el efecto fue algo estúpido. Únicamente había hecho que su cabello creciese más de la cuenta. Daphne sonrió con ira mientras murmuraba—No eres digna de mi tiempo Bones… ¿quieres terminar lo que ocurrió en la Madriguera?

—Esta vez no hay cielo—le recordó la bruja haciéndole saber que el conjuro de meteorología no funcionaría dentro de un corredor del castillo.

La rubia rió de una manera que hizo que Susan retrocediese. Esa risa le recordaba enormemente a Bellatrix, con el único problema de que la bruja que tenía delante era sumamente hermosa y rubia. Aunque irónicamente los ojos zafiro centelleante de Daphne se estaban tornando de color apagado. Algo que hizo que Susan se decidiese a pelear, también podía notar la confluencia de magia en aquel colgante que la bruja llevaba.

—¿Qué me darás si gano? —murmuró la bruja pelirroja intentando ganar tiempo y pensar una estrategia más útil contra su enemiga. Daphne simplemente—Si ganas te daré lo que pidas, total no va a suceder.

—Tú colgante—Greengrass observó aquellas palabras con pesar mientras tocaba el colgante con algo de amor, quizás. Era difícil adivinarlo. La rubia se mordió el labio mientras decía—No veo problema. Solo es una baratija…Si gano quizás debamos resolver lo que quedo a medias en la casa de Weasley, antes de que la veela me interrumpiese la noche.

Sorprendida, insistió—¿Un trio? —recordaba a la rubia decir algo de estar con ellos en la cama. Daphne añadió—Nunca está de más practicar de cara al futuro…siempre he querido ver si el falo de Potter sobresale de tus enormes mamas.

—Entonces quiero que dejes de intentar cualquier cosa con Harry—añadió Susan intentando que hubiese igualdad en las condiciones.

Daphne sonrió mientras decía—Él debe elegir Bones. Después de todo, estabas segura de que nunca ocurriría nada. ¿No es así? —la chica asintió de mala gana. Pero antes de que pudiese hacer nada, un resplandor salió de la varita de la rubia e impacto con el suelo dejando una marca de quemadura.

Bones decidió atacar y acabar con esto cuanto antes. Comenzó a bombardear a la rubia con maldiciones ligeras que entorpecían su camino. Sabía que de utilizar maldiciones explosivas, los profesores vendrían alarmados. Sin embargo, ir menguando la belleza de Daphne era muy satisfactorio.

—¿Pretendes ganar con trucos baratos? —dijo la bruja con odio. Lanzó un tajo y la punta de la varita se proyectó formando un látigo que agarró del cuello a la pelirroja y la lanzó contra el suelo. Al verla arrodillada, la bruja dijo—Ríndete Bones…aun puedes tener a Potter si no molestas.

La pelirroja se aprovechó de que Daphne siempre iba vestida de forma altanera. A pesar de llevar sus túnicas reglamentarias con el logo verde, la rubia solía caminar con zapatos de tacón modesto y llevaba joyas caras. Sonriendo, alzó la varita y una onda de frío hizo cubrirse a la otra bruja. Su rostro estaba mucho más pálido y sus colgantes de plata se agrietaron y destruyeron.

—¿Dañar la propiedad ajena? ¡Qué diría tu tía! —un vendaval sopló en el corredor arrastrando a Susan al otro extremo, junto a todas las armaduras y cuadros. Daphne anunció su próximo hechizo con una risotada—Depulso—los objetos fueron lanzados contra la pared provocando contusiones en la pelirroja.

Susan se reincorporó sangrando por la cabeza. No era una lesión importante pero observaba como la bruja rubia se aproximaba desde el otro extremo. No parecía perturbada por lo sucedido.

—Ves querida…tú sangre es como la mía. No debemos pelear por algo tan estúpido como la vida amorosa de Potter…podemos compartirlo. Somos sangre pura, estamos acostumbradas—Susan sabía que era verdad. A menudo, un mago con dos títulos familiares tenía dos esposas pero usualmente acababa en una masacre. Una de las esposas mataba a la otra.

—Impedimenta—susurró la pelirroja provocando que su rival se detuviese unos segundos. Lo suficiente como para salir de los escombros de cuadros—Diffindo—la maldición que podría haber sido letal fue absorbida por el colgante sin que la rubia hiciese nada. Susan comprobó aquello varias veces mientras la rubia avanzaba.

—Incendio—el fuego se proyectó por todo el corredor iluminándolo. Daphne retrocedió mientras invocaba agua. Sin embargo no parecía ser algo útil. Las llamas eran demasiado grandes ya que estaban consumiendo los retratos caídos. La rubia rápidamente hizo su movimiento lanzando un destello que hizo que los botones se fueran cayendo. La ropa de Susan tocó las llamas y comenzó a incendiarse. Las quemaduras amenazaban a la bruja mientras se quedaba desnuda.

—A ver quién aguanta más—le instó la rubia. Ella tenía las llamas demasiado cerca y Susan se estaba quemando progresivamente. La lucha de voluntades se detuvo cuando la pelirroja anuló las llamas y en cambio decidió conjurar animales que atacaron a Daphne.

—Avada Kedavra—el destello verde destruyó al enorme animal que Susan había creado. La bruja observo anonadada aquello. Si bien las maldiciones imperdonables eran peligrosas, no estaba en contra de su uso en duelos. Pero, en un colegio y con ella. Daphne parecía haber perdido el norte. Supuso que Harry tenía razón en lo del collar. Sin embargo era indestructible.

Susan miró a la bruja y recordó las maldiciones que Sirius le estaba enseñando durante su tiempo en la mansión antes del ataque. Su varita apuntó al suelo y comenzaron a brotar lianas que entorpecían a la rubia. Atrapada entre las vides, las transformó en cadenas. Apresada, la rubia optó por golpearla con maldiciones explosivas para destruir lo que la aprisionaba.

—¡Eres tonta! ¡Vendrán a detenernos! —informó Susan mientras evitaba que la rubia se librase de sus ataduras. Daphne miró detenidamente los corredores con algo de temor. Luego observó a la pelirroja herida y dijo—Desarmame. Me rindo.

Susan avanzó para quitarle la varita pero cuando estuvo a una distancia, la bruja dijo con odio—Crucio—la maldición la hirió y la hizo chillar pero no ocasionó ningún problema más allá. Realmente se detuvo cuando la bruja dejó caer su varita sollozante. Susan agarró el trozo de madera y se lo devolvió mientras decía.

—El colgante—la seguridad en su voz hizo que Daphne se congelase. La bruja tembló mientras se quitaba ese artilugio del cuello y se lo pasaba a la pelirroja. Susan lo sujetó y sintió que algo latía dentro aunque muy levemente. La rubia cerró los ojos y con felicidad dijo.

—Has ganado… ¡Contenta! —le repitió Daphne aunque su tono distaba mucho del anterior.

—Sí…aunque me quedaré eso…quizás te lo devuelva en el próximo duelo—sonrió la bruja pero Daphne murmuró—El próximo duelo será en la cama con Potter…zorra—Susan no oyó eso mientras se marchaba a su dormitorio habiendo descargado toda su ira.

La rubia en cambio sacó su espejo y sonrió con algo de pesar—Está hecho—murmuró y tras guardar el utensilio, vaticinó—Sí me ha hecho usar imperdonables que le hará a esa niña…—sentía hasta pena por la pelirroja.