Hermione descansaba estudiando en la biblioteca como de costumbre. Era lo único que conseguía que olvidase su lamentable existencia. Su vida se había torcido totalmente este último año.

Había decidido dejar a Ron debido a sus propias inseguridades y a su obsesivo objetivo de ser la primera ministra nacida de muggle en el mundo mágico. Un objetivo que se esfumaba cuando se daba cuenta de que quizás Voldemort ganaría la guerra. Ahora mismo la biblioteca estaba mucho más vacía que de costumbre, todo el colegio perdía habitantes cada semana. La guerra se estaba incrementando pero eso estaba en lo profundo de su mente.

Se lamentó de haber oído los consejos de Molly sobre vivir la vida y no quedar anclada a un hombre. O los de Fleur y Tonks sobre acostarse con medio Hogwarts hasta encontrar el rabo que le entrase como anillo al dedo. Consejos que pensó que eran útiles, después de todo cuando dejó a Ron, estaba soltera y el sexo era otra materia en la que sacaba sobresaliente. Sin embargo todo se había torcido.

Ron la había fallado, Harry la había fallado…todos la habían fallado. Su mejor amigo y casi hermano había intentado influir en el pelirrojo pero esté únicamente tenía sesera para seguir haciendo lo que hacía. A Ron le gustaba ser importante, le gustaba sobresalir y por fin lo estaba consiguiendo. No solo por su insignia de prefecto o por su fantástico papel en el quidditch sino por su heroico papel defendiendo a su hermana en el Ministerio y ahora por su virtuoso rabo.

El pelirrojo ante la separación se había quedado soltero y Lavender había ocupado su lugar. La rubia no era superior a ella en nada. Era una bruja competente pero se dejaba guiar por rumores, predicciones y absurdas guias de autoimagen. Debido a los consejos de las revistas, era considerada una bruja bastante atractiva. En gran medida por su actitud coqueta y sus tetas de gran tamaño. Nada de eso la impresionaba lo más mínimo y no comprendía como Ron había caído en eso.

Lavender podía tener grandes tetas, pero eso no la diferenciaba del resto de Hogwarts. Ella misma cargaba con un buen par, al igual que otras como Hannah, Susan o Daphne. La mayor parte del castillo poseía tetas grandes debido a la influencia mágica y a los genes que compartían los sangre pura. Su actitud la enfermaba, actuaba sin ningún sentido de la moral y se abalanzaba sobre Ron en cada oportunidad.

Pero su enfado se había incrementado cuando había visto al chico haciéndolo con las gemelas Patil, dos exóticas bailarinas. Dos chicas hermosas que complementaban a Lavender y que estaban catando su propiedad. Eso la enfermaba bastante. Había ido a hacer las paces con Ron y a darle algún trabajo oral y se encontraba eso. No podía soportar eso, las plumas con las que escribía se torcían ante su dolor. Por eso estaba leyendo este libro, un libro de magia prácticamente oscura.

Era algo que siempre le había extrañado de Dumbledore. Dejaba a los estudiantes merodear por aquí en busca de hechizos mortales. Había requisado libros pero aún se podían encontrar encantamientos muy dolorosos, incluso algunos más horribles que las imperdonables.

Mientras releía, escuchó la voz sarcástica de Greengrass detrás suya. No se dio la vuelta para mirarla sino que escuchó sin subir la cabeza.

—Venga Lavender…te ayudaré a hacer ese encantamiento para que tu cabello se parezca al de esa ardilla llamada Granger—Hermione hizo un gesto rápido. Giró la cabeza y pudo ver a la Slytherin acompañada por un chica tetona de cabello rubio.

Eso ya era el colmo. Sabía que esa no era de fiar. Lo había sabido desde la Madriguera, todo a su alrededor era sospechoso, incluso el espejo que llevaba lo era. Esa zorra se estaba aprovechando de todos, engañándolos con su belleza y su falsa impresión. Greengrass era una purista de sangre, lo había sido desde hace años y no iba a cambiar de parecer tan rápido. Esto era demasiado para ella, ayudar a su enemiga e insultarla.

—La sangre sucia no tiene nada que hacer contra ti Lav—la voz de Daphne era demasiado entusiasta como si disfrutase de esto—Harry me ha ayudado a preparar este brebaje…Poción Multijugos…y tenemos un pelo de Granger. Podrás hacerlo con Ron usando su forma… ¿No es fantástico? ¡Ese libro que lleva a todas partes es fabuloso!

—¿Qué libro? —indicó una voz que no reconoció al instante. Daphne alardeó de nuevo en voz alta—Se me olvidaba que tú no estás en Pociones…Potter tiene un libro con consejos novedosos. Es el Príncipe de las Pociones—remarcando el título que Slughorn le había colocado—Hicimos…" Juntos" esa poción en unas horas…la estúpida de Granger tardó meses en su segundo año. Y quiere deshacerse del libro…es una estúpida.

Hermione se levantó dispuesta a enfrentar a la que había sido su rival por varios años. Daphne tenía talento y era inteligente pero le faltaba algo más importante, valor de verdad y amistades verdaderas. Ahora que Davis estaba con Malfoy de esclava, Daphne estaba sola. Solo charlaba con Harry y últimamente con Susan pero nada más. Nadie la defendería si le daba una lección.

Estaban en la biblioteca por lo que no podía atacarla sin más. Decidió esperar hasta que Lavender se hubiese marchado de la biblioteca. Cuando Greengrass salía, fue hacía ella. La rubia caminaba bastante rápido para ser una sangre pura, Hermione siempre había pensado que los niños ricos no tenían que hacer ningún esfuerzo físico. Una vez llegaron a un lugar desolado, un pasillo lleno de aulas en desuso lanzó el primer ataque.

Apuntó a su trasero—Depulso—la onda mandó a la rubia volando hasta chocar con una pared. El golpe la dejó inconsciente breves minutos. Una vez despierta, la rubia vio como Hermione la acechaba y se acercaba lentamente a por ella.

—Has ido demasiado lejos está vez Greengrass—escupió el nombre con mucho odio. Mientras miraba a su presa. La rubia no parecía impresionada por eso y simplemente le devolvió la mirada con el mismo odio. El cabello rubio estaba despeinado y tenía algo de sangre corriendo por su frente fruto del golpe.

Hermione apuntó y dijo—Episkey—curó el hilo de sangre—Que sea un duelo justo, Greengrass—se puso en posición de duelo mientras Daphne reía al ver la escena.

—Lo intentaras Granger…debes aceptar tu lugar…Inmobilus—la luz se dispersó por todo el lugar ralentizando los movimientos de las antorchas. Cuando llegó a Hermione, la bruja hizo un gesto tosco destruyendo el conjuro.

El espectáculo de luces siguió mientras Hermione intentaba usar transfiguración para distraer a la rubia. Pájaros, lianas y cuerdas intentaban aprisionar a la rubia pero está esquivaba todo mientras atacaba finamente. Ni siquiera se había movido de su posición original. No parecía agotada. Condescendientemente dijo.

—La transfiguración es el proceso por el cual un objeto se convierte en otro…—era una imitación dura de Hermione algo que le heló la sangre. Daphne sonrió y dijo—¡Sabes cómo sigue! Estúpida…—disparó otro rayo que Hermione esquivó.

La bruja lo sabía, había repetido eso cada vez que le explicaba algo a Ron o Harry. Esa magia requería poder, mucho poder y mucha concentración. Contra más la usaba, más se agotaba. Solo maestros como Dumbledore la usaban sin temor.

Siguió peleando, mandando haces de luz que solo chocaban sin que hubiese un vencedor claro. Daphne parecía relajada por su superioridad mientras Hermione estaba algo agotada por el sobreesfuerzo. Su ira le daba poder al ver a la rubia tan presumida como siempre.

—¿Así sobreviviste en el Departamento de Misterios? —instó la bruja dando en su punto débil. A pesar de pelear, había sido un incordio en la batalla—Los mortífagos deben de ser más estúpidos de lo que pensé.

—Me hubiese gustado verte a ti—dirigió Hermione—Desmaius.

Daphne golpeó el conjuro con la mano destruyéndolo. Normalmente eso habría resultado en una insensibilidad pero la bruja rubia sonrió descaradamente dándose cuenta de que el poder de su enemiga disminuía bastante.

—Gracias a mí…llegasteis allí…Yo os ayude contra Umbridge…sino tu coño habría sido ultrajado por Malfoy esa noche. Habrías sufrido el mismo destino que Lovegood o Weasley—Daphne no parecía alterada—Después de todo ya estás acostumbrada…rebajarte ante Weasley…una mujer de tu belleza…con tu conocimiento. Tú problema Granger es que no respetas a tus superiores.

—¡No eres mi superior! —instó mientras dirigía un maleficio que golpeó a Daphne en la muñeca. La rubia gritó de dolor mientras miraba a su enemiga con mucho más odio que nunca.

—¿Cómo voy a disfrutar ahora, estúpida sangre sucia? —no solía usar el insulto pero le salió de dentro.

—¿Te masturbas? Pensé que las mujeres sangre pura lo tenían prohibido—lo había escuchado de Parkinson.

Daphne no se inmutó ante eso y dijo—Sí…sueño con tener tú estúpida cara de castor royendo mi clítoris…y a mí…los sueños me gusta hacerlos realidad—lanzó una luz que golpeó a Hermione provocándole un ataque de risas.

—¿Rictusempra? Es eso lo mejor que tienes.

—No tienes idea—la rubia ni su inmutó cuando lanzó un látigo de llamas similar al que una vez había usado Dumbledore en el Ministerio. El fuego formó una columna alrededor de ella y comenzó a aprisionarla lentamente como si fuese una pitón.

—Sangre sucia asada…no es mi plato favorito pero bueno…—la rubia no parecía muy desilusionada ante eso. Esperó con paciencia hasta que Granger usando magia dirigió agua helada a todos lados. El fuego acabó consumiéndose en solamente nubes de vapor que ocultaron a ambas brujas.

Hermione sospechaba que su enemiga no tenía el suficiente conocimiento que se ofrecía en las escuelas muggle. Si bien había destruido las llamas, el vapor y el humo deberían de continuar calientes por momentos. Dirigió los gases contra Daphne con la esperanza de quemarla o asfixiarla un poco. Sin embargo no funcionó como pensaba, el gas fue congelado. Una oleada de granizo surgió de la punta del arma de la rubia y comenzó a golpear las paredes y a dirigirse contra Hermione. El aire frío vaticinaba el peligro que la bruja corría.

Daphne no parecía sentir nada de la temperatura que estaba invocando, una temperatura lo suficientemente baja como para provocar que las pequeñas gotas de agua que había por las piedras del castillo se congelasen. La escarcha cubrió el suelo e hizo que la morena resbalase.

—Así es como debió ser Granger…a mis pies…—sonrió mientras veía a la chica sentada en el hielo—Ahora si no te importa tengo otros asuntos que discutir…—caminó para irse y Hermione supo que era su momento—Reducto—una maldición como esa podía causar graves daños, sin embargo nada ocurrió. La luz se detuvo en su trayecto e irónicamente fue destruida por varias paredes de hielo.

Daphne examinó las defensas cristalinas que había creado mentalmente. La magia sin vocalizar era muy útil y fácil de usar en personas con una personalidad más pensativa. Sonrió con sutileza al ver que aquel maleficio se había quebrado tras destruir quince centímetros de hielo puro. Suficiente como para matarla si hubiese impactado.

—No me llaman la reina del hielo por mi piel, querida—dirigió la mirada a Hermione sin siquiera sentir furia. Levantó la varita y dijo—Desmaius—la luz roja golpeó a Hermione dejándola inconsciente.

Daphne observó aquello y esperó pacientemente a que un tejón plateado llegase de la nada. Observó aquello impresionada mientras aquel mustélido la guiaba a una habitación desierta. Un lugar que debió de ser un aula antaño. Una vez dentro, Daphne dejó de levitar a Hermione y la dejó en el suelo. La golpeó con el pie mientras pasaba.

Susan observó aquello risueña y dijo—Funcionó…dudaba que pudieses con ella.

—Solo es una sangre sucia egocéntrica…—apuntó su varita a Susan devolviéndole su cabello pelirrojo—Lo suficientemente idiota como para pensar que tú eras Lavender…No sé cómo Potter puede ser su amigo.

—Es una buena persona—instó Susan—Aunque personas como está…se aprovechan de él.

—Sin lugar a duda…hay que enseñarle una lección—vaticinó Daphne—Dejame divertirme y luego veremos si tu juego funciona…Por cierto, bonito patronus…No sabía que podías hacerlo—impresionada por tal pieza de magia.

Susan asintió mientras observaba la apariencia de Hermione. No parecía tener daño real, salvo algunas quemaduras en el rostro y una tez demasiado pálida. Le tocó la cabeza y sintió que estaba fría. Demasiado fría. Miró a Daphne y murmuró.

—No era necesario matarla de frío…

La rubia bufó mientras decía—Por desgracia sigue viva. Rennervate—Hermione abrió los ojos confundida por verse allí y con Daphne. Fue a levantarse pero Daphne rápidamente le ató las manos con esposas. Luego sonrió al ver que la morena estaba confundida por ver a Susan allí también.

—Sue sacame esto—instó la bruja.

La pelirroja la miró a los ojos y desviando la mirada comentó—Necesitas un cambio Hermione. No podemos permitir que sigas como siempre…enfadada, estudiando como una loca…pensando que eres tan especial…lo suficiente como para estar con Harry cuando…cuando

—Cuando eres solo una sangre sucia con ínfulas de cambiar el mundo—sentenció Daphne cruelmente—Una idiota que piensa que sus iniciativas igualitarias funcionaran…La igualdad Granger no existe…nunca existirá. Asúmelo.

Observó a Susan y a Daphne para luego decir—¿Con que eso es lo que querías? ¿Todo esto fue por eso? Tan solo querías que Harry te siguiese la corriente…por eso Ginny se fue con Dean y dejó de perseguir a Harry y por eso ahora vais a por mí. ¡Me teneís miedo! ¡Harry nunca caerá en vuestros trucos! ¡No conseguiréis que siga la corriente de los sangre pura!

Susan miró a Hermione y con recochineó le dijo—Herms…asume tu condición. Eres una buena amiga para Harry. Valoro eso pero no puedes seguir así…yendo contra él…intentando quitarla ideas de la cabeza…intentando que cambie el mundo cuando no es necesario el cambio.

Daphne cortó aquello—No queremos que Harry se convierta en Malfoy o en Lestrange…—Hermione observó aquello con curiosidad—Únicamente queremos que se distancia de personas contraproducentes. No puede abrazar la cultura mágica y luego ir contigo a manifestarse contra la explotación de elfos domésticos. No es serio.

—No se unirá a vosotros. Harry cree en la igualdad. Él ama el mundo muggle.

—¡Que ama a los muggles! ¿Acaso has viste donde dormía cuando tenía once años? ¿Has estado alguna vez con los Dursley? —le dijo Susan—La primera vez que fui a verle este verano…estaba desnutrido…no tenía fuerzas ni para darme un beso. Tuve que llevarle comida cada día usando a mi elfo doméstico.

—¿Dueña de elfos? ¡Sois dos esclavistas! —pensó Hermione rápidamente—Harry nunca se enamorará de dos enfermas como vosotras. Una supremacista y una chica que pretende continuar igual. ¡Eso no cambiará el mundo mágico! ¡Tendremos otra guerra en diez años si seguimos así!

Daphne miró a Hermione con enfado mientras Susan abogó más diciendo—Yo no quería esto…fue tu responsabilidad. Haciendo cosas impropias con Harry en los vestuarios… ¡Mereces ser castigada!

—No buscamos cambiar el mundo…ese es el defecto muggle más idiota. El mundo ya era perfecto antes de que el hombre comenzase a mostrar toda su superioridad. Es el ser humano el que corrompe la perfección con ideas absurdas como esas…—miró a Hermione y dijo—El mundo mágico ha funcionado así…con poder. Seguirá igual. Solo asúmelo. Nosotras tenemos más poder que tú…la magia es más fuerte en nosotras.

—¡Nunca!

—No nos dejas elección Hermione. Lo siento—dijo Susan—Será un castigo ejemplar…pero tranquila no recordarás nada de esto.

Daphne alzó la varita y de su punta salió un látigo negro que amarró la cabeza de la morena sujetándola y evitando que se pusiese a dos patas. En cuatro y con la cabeza contra el suelo estaba preparada para lo que vendría. La rubia vacilaba brevemente su amarre dando tiempo para que respirase pausadamente. Luego una mirada fue suficiente para que Susan se arrodillase y comenzase a desnudar a la morena.

La pelirroja comenzó a desabotonar la camisa y a desanudarle la corbata carmesí. Una vez consiguió sacarle toda la parte de arriba, liberó su sujetador y comprobó los pechos de la morena. Susan incluso se tocó los suyos para estimar cuales eran más grandes. Necesitaba pruebas para no sentirse inferior a aquella bruja nacida de muggles. Tras eso, comenzó con la parte de abajo. Tuvo que darle algunos azotes mientras bajaba la falda y quitaba todo lo demás. Una vez desnuda observó el cuerpo ante ella.

Hermione tenía un cuerpo algo graso aunque no gordo en ningún momento. La falta de ejercicio físico era lo que provocaba que sus curvas acumulasen esas capas. La bruja gracias a dios sabía eso y se contenía comiendo. Su cabello estaba enmarañado y era un simple nido de pájaros. El color marrón oscuro y su ordenación lo hacían asimilarse a un nido. Los ojos de la bruja eran desafiantes pero no miraban a Susan sino a la persona que le oprimía el cuello.

Los dientes delanteros eran bastante grandes naturalmente por suerte en su cuarto año, Pomfrey había conseguido reducirlos con un hechizo. A pesar de eso, seguían siendo visibles cuando sonreía. El resto de su sonrisa era nacarada, debido a la excesiva limpieza que sus padres hacían cada verano.

Sus pechos eran grandes, estaban caídos por la gravedad y tenían pezones rosados. Sus mamas buscaban atención y la obtenían de toda la población femenina. No eran tan común observar a una nacida de muggles con pechos grandes. Su piel era rosada salpicada de alguna peca mientras que su trasero sobresalía en esa postura. Cualquier hombre que la viese probablemente no dudaría en violarla.

Su culo era normal, no excesivamente grande como otros que había visto pero la grasa que tenía le sentaba bien y provocaba que cada embestida se sintiese correcta. La buena salud de Hermione hacía que el sexo duro durase. La chica se había acostumbrado a las embestidas de Ron y sus nalgas estaban preparadas para eso. Su coño estaba seco pero tenía un gran mechón de pelo encima delatando que nadie lo había usado en mucho tiempo. Su ano seguía sin que nadie lo hubiese tocado. Cerrado pero peleón.

Susan pasaba sus manos separando las nalgas de la chica y dándole algún pequeño azote que apenas causaba ondas. Daphne en cambio puso un pie sobre la cabeza de la bruja mientras examinaba desde arriba lo que podía ver.

—Me parece un desperdicio tener este cuerpo sin que nadie lo disfrute—pensó Susan en voz alta. Daphne se rio y dijo—Lo mismo podemos decir que Abbott, ¿no crees?

—Neville es tímido y Hannah también…la pobre necesita alguien que la someta—indicó la bruja. Daphne dijo—Bueno no tenemos todo el día…comencemos con el espectáculo—quitó el pie y guio a Hermione hasta debajo del escritorio del profesor. Daphne se sentó en la silla y Susan agarró la cabeza de la bruja morena que se resistía.

—Haz los honores—sentenció la rubia mientras abría las piernas dejándole ver su coño. Hermione intentó resistirse pero Susan agarró a la bruja y la encaminó a las piernas abiertas de la chica Greengrass. Se resistió a comerle el coño a su captora hasta que Daphne le agarró el cabello con fuerza y sujetándole la barbilla, la instó a comenzar.

—Nos vamos a divertir—sonrió con suma alegría mientras guiaba la cabeza de Granger directa a su coño. Una vez estuvo dentro de su falda, instruyó—Haz lo que sabes hacer…seguro que tú y Weasley habéis pasado momentos juntas—miró a Susan que observaba el espectáculo—En cuanto a ti…ven aquí—la pelirroja se acercó y Daphne la besó con profundidad, haciendo que ambas lenguas luchasen por el dominio.