Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.

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―¿Puedes intentar no ser un gilipollas con él? ―Bella fulminó con la mirada a su mejor amigo.

Jacob inclinó la cabeza como si estuviera sumido en sus pensamientos.

―Puedo prometer que no intentaré nada con su polla.

―Jake.

―¿Qué? Técnicamente, lo vi primero. Es una concesión importante de mi parte.

―Pensé que el punto de enfrentarte a él es porque no te agrada.

―Dije que no me agrada lo que te hace. Te tiene toda encaprichada y rara. En realidad, nunca he tratado al hombre. ¿Cómo puedo saber si me agrada? ―Su sonrisa se volvió malvada―. Y, además, definitivamente no necesito que me agrade alguien para follarlo. A veces eso lo hace aún mejor.

―Uf. Va a tener una impresión equivocada. Le dije que no somos poliamorosos.

―No. Le dijiste que tú no eres poliamorosa.

Bella pisoteó.

―¡Tampoco tú lo eres!

Jacob sonrió.

―¿Quieres relajarte? Ya te prometí que no intentaría follarlo.

―¡Eso no es lo que te pedí!

El timbre sonó. Los ojos de Jacob se iluminaron y giró hacia la puerta. Bella lo agarró ciegamente y lo atrapó por el cinturón. Él debió haber estado tan sorprendido como ella porque tropezó. Bella pasó a su lado y llegó primero a la puerta. Saltó afuera y la cerró detrás de ella, manteniéndola cerrada.

Bella echó la cabeza hacia atrás, sonriendo al perplejo Edward en su entrada.

―Hola, tú. ―Se aferró con fuerza al pomo de la puerta mientras Jacob comenzaba a girarlo. Se inclinó completamente hacia atrás, usando todo su peso para mantenerla cerrada.

―Hola ―dijo con cuidado.

―Hola. ―Su sonrisa era gentil y tímida, y sintió que se le calentaban las mejillas mientras lo miraba. La puerta tronó. Ella la sostuvo―. Entonces... ¿cuál es tu película favorita de Disney? ―preguntó, retomando el tema de las veinte preguntas de su conversación de texto.

―Oh. ―Sus ojos se dirigieron a la ruidosa puerta y luego a ella―. ¿Aladdin tal vez? No hay nada mejor que Robin Williams, ¿verdad? Aunque, para ser justos, cualquier película de Disney en la última década probablemente no tenga una oportunidad justa porque siempre habrá un niño cerca para exagerarla, así que…

Se aclaró la garganta cuando la puerta se abrió parcialmente y Bella la cerró de golpe.

»Entonces, eh... ¿Qué sucede allí? ―Miró hacia la puerta.

Ella hizo un ruido de disgusto y su sonrisa desapareció.

―Está bien. Pido disculpas de antemano por él.

Su cuerpo abandonó la lucha, soltando la puerta, pero en su distracción, aturdida como siempre por lo malditamente hermoso que él era, Bella en realidad se olvidó de soltar el pomo. Como resultado, cuando Jacob abrió, Bella perdió el equilibrio. Su pie tocó el borde de la puerta y cayó directamente en los brazos de Jacob.

―Vaya. ―Él sonrió y la atrajo hacia él. Se inclinó para susurrar cerca de su oído―. Pero, cariño, pensé que habías dicho que le estábamos ocultando esto.

Ella le dio un empujón hacia atrás, dejando algo de espacio entre ellos.

―Jacob Black, te dije que no fueras idiota.

―Y te dije…

―Detente. ―Bella puso una mano sobre la boca de su mejor amigo. Se giró hacia Edward―. Jacob cree que su trabajo es hacer el papel del hermano mayor sobreprotector.

―Seguro. ―Jacob le dio una sonrisa inocente―. Hermano mayor. Vayamos con eso.

Edward, mirándolos a ambos con una ceja arqueada, extendió la mano.

―Encantado de verte de nuevo, Jacob.

Jacob tomó su mano. Apenas se habían tomado las manos en un apretón cuando Jacob colapsó en el suelo.

―¡Ah! Está tratando de romperme la mano. Está apretándome la mano con fuerza como lo hacen los hombres tóxicos.

Los ojos de Edward se abrieron como platos.

Bella pudo ver que él estaba tratando de retirar su mano. También pudo ver que Jacob estaba tomando dicha mano. Estrechamente.

―Yo no… quiero decir… ―tartamudeó Edward.

―Él está bien. Levántate ―le ordenó Bella a su mejor amigo.

Jacob fingió hacer un puchero.

―¿Cómo es que me hiciste prometer que no le apretaría la mano, pero lo dejaste hacerlo?

―Pensé que lo ibas a hacer o no lo habría hecho ―explicó Edward, todavía claramente sorprendido.

―Vas a asustarlo ―amonestó Bella.

―Oh, él no da miedo ―indicó Edward.

Su tono había recuperado ese aire de confianza que Bella tanto disfrutaba, y cuando volvió a mirarlo, estaba calmado otra vez.

»En una escala de uno a Maggie, no estoy seguro de que él esté siquiera en mi radar. Hablando de eso, ¿Maggie está aquí? ―Buscó alrededor de la casa―. Porque esa mujer en realidad es aterradora.

Jacob echó la cabeza hacia atrás con una sonora carcajada. Él asintió hacia Edward.

―Y aún no has conocido a Ciara. Puede que sea una niña, pero es feroz.

―Puedo creerlo.

Bella puso sus manos en sus caderas.

―¿Y dónde quedo yo en esta escala de uno a Maggie?

La sonrisa de Edward se volvió suave y le dio un suave beso en la punta de la nariz.

―Das más miedo que todos ellos y que cada uno de los hijos pequeños de Emmett combinados.

Jacob silbó.

―Todos los televisores de los alrededores temblaron de terror. ―Él asintió―. Ese es un nivel apropiado de respeto por la ferocidad de nuestra bella Bella. ―A Bella le dijo―: Lo apruebo.

―No pregunté.

―Y aun así tienes mi bendición de todos modos. ―Jacob le dio una palmadita en la cabeza.

Bella puso los ojos en blanco. Extendió la mano, agarrando su bolso con una mano y entrelazando sus dedos con los de Edward con la otra.

Una vez que la puerta se cerró de forma segura detrás de ellos, Bella jaló a Edward para que se detuviera. Ella se giró para mirarlo y deslizó las manos desde su pecho, por su cuello para acariciar su rostro. La sensación de su barba (suave como la recordaba) contra sus palmas hizo que sus labios se curvaran. Ella lo miró a los ojos y los encontró intensos en los de ella. Tragó con fuerza.

―Sé que este no es el protocolo de la primera cita, pero he querido hacer esto durante días.

Ella se puso de puntillas y presionó sus labios contra los de él. Sintió el estruendo del ruido que él hizo (mitad suspiro, mitad gruñido) como una vibración contra su piel. Las manos de él subieron, primero a sus caderas, luego a la parte baja de su espalda. La apretó contra sí, inclinando la cabeza hacia el beso, suave pero hambriento.

Se separaron, ambos sin aliento. Ella se apoyó contra él, mareada y aturdida.

Sólo un beso y ya estaba borracha de él.

Aunque había sido un beso muy profundo.

Ella suspiró, su mejilla contra la de él. Él le acarició la espalda con una mano.

Bañada por el calor de la energía que zumbaba entre ellos, pasaron algunos segundos antes de que el frío de diciembre se registrara en su piel. Ella se estremeció.

Con un suspiro, Edward se apartó. Él sonrió, pasando una tierna mano por su cabello y besándola una vez más, dulcemente.

―Vamos, hermosa. Tenemos lugares a donde ir.