Muchas gracias a SybelleHs por el lindo review :3 ¡Me alegra que te esté gustando la historia! Aquí dejo el siguiente capítulo n.n

Capítulo 5

Orihime estaba prácticamente corriendo para mantenerse al ritmo de Grimmjow, que daba zancadas cuan largas eran sus piernas para recorrer cada centímetro del castillo. Ulquiorra iba a su lado y la sujetaba del brazo suavemente para que no se quedara atrás.

-¿Deberíamos separarnos? -propuso Ulquiorra.

Grimmjow se detuvo y los miró. Se apoderó de la mano de Orihime y la jaló hacia él.

-Buena idea. Orihime viene conmigo.

El aura asesina de Ulquiorra se intensificó. Parecía que estaba a punto de pulverizar al Sexta con la mirada.

-Orihime viene conmigo -sentenció Ulquiorra con una voz tan calmada que no daba lugar a discusiones.

-¿Y qué pasa si yo la encuentro primero? Necesito los poderes de Orihime para regresarla a la normalidad. Ese es el punto.

-Si crees que vas a llevártela y…

-Ulquiorra… -intervino Orihime para tranquilizarlo-. Está bien, puedo ir con Grimmjow.

Ulquiorra la miró unos segundos sin decir nada. Grimmjow comenzaba a impacientarse.

-Mira, no le pasará nada malo, ¿sí? Está conmigo. Y cuando encuentre a Nelliel, estará con ella también. Nnoitra no se atrevería a ponerle un solo dedo encima. Te doy mi palabra.

Ulquiorra suspiró. Probablemente tenía razón. Estaba en modo sobreprotector, pero no podía evitarlo. Cuando se trataba de Orihime, no quería ni siquiera que el viento la molestara. Pero su mirada cristalina lo tranquilizó. Estaría bien. Era una chica fuerte, tenía sus poderes y además estaba con Grimmjow, que si bien no era el más brillante y sereno, confiaba en sus habilidades para protegerla. Después de todo, si algo le pasaba a ella no podría salvar a Nelliel.

-De acuerdo.

-Nos veremos en la habitación de Nelliel -dijo Grimmjow antes de jalar a Orihime.

-¡Espera! -Orihime se zafó de su agarre y se lanzó hacia Ulquiorra para darle un abrazo inesperado. El Cuarto Espada se quedó estático sin saber qué hacer. Entonces la envolvió con sus brazos y la apretó suavemente contra su cuerpo, inhalando su dulce aroma.

Se separaron y la joven corrió nuevamente detrás de Grimmjow. Ulquiorra los observó hasta que dieron vuelta por el siguiente pasillo y entonces él se fue por otro camino para buscar a Nelliel. Según la descripción de Grimmjow, estaba buscando a una niña. ¿Qué tan difícil podía ser?


-¿Y ahora qué quieres? ¿No ves que estoy ocupado? -preguntó Szayelaporro al ver a Nnoitra entrando a su laboratorio sin anunciarse.

El Quinta se dejó caer en una silla cuan largo era y cruzó los brazos, viéndolo de reojo.

-Vi a Nelliel -espetó.

Szayelaporro bajó el escalpelo y sonrió.

-No me digas.

-¿Tienes algo que decirme?

Szayelaporro fingió que lo pensaba. Entonces se encogió de hombros y prosiguió con la disección de su fracción que reposaba sobre la mesa de exploración.

-La vi dentro del castillo. En su forma de niña -continuó Nnoitra entrecerrando su único ojo visible.

-No es posible.

-¿Por qué no?

-Porque vi perfectamente cómo la arrojaste del domo de Las Noches, ¿recuerdas? Estaba prácticamente muerta, por no mencionar que le rompiste la máscara.

-No puedo confirmar su muerte hasta verla con mis propios ojos.

-No encontrarás rastro de ella, a estas alturas ya debieron devorarla los Hollows.

-¿Y si no?

-Me parece que estás nervioso. ¿Hay algo que te preocupe? -se burló Szayelaporro sin siquiera mirarlo.

Nnoitra empuñó las manos. No podía decir que fuera preocupación lo que sentía, pero sí una molestia creciente ya que su plan estaba lleno de agujeros. Si Nelliel estaba viva y volvía al castillo…

-¿Crees que Grimmjow la encontró? Ese idiota no ha dejado de buscarla.

Szayelaporro suspiró y dejó el escalpelo. Se quitó los guantes y se acercó a Nnoitra.

-¿Y qué si lo hizo? ¿Qué crees que va a pasar?

-Eres un imbécil si no te das cuenta del puto problema en el que estamos metidos. ¿Qué crees que hará Aizen cuando se entere de lo que hicimos?

-Me parece que estás exagerando. A Aizen no podría importarle menos. Ya tiene un nuevo juguete llamado Harribel.

-Pero si Nelliel regresa…

-¿Qué? ¿Acaso tienes miedo de pelear nuevamente con ella?

Nnoitra se levantó de un salto y con un gruñido sujetó a Szayelaporro del cuello para estamparlo contra la pared. El científico ni siquiera se inmutó, pues sabía que Nnoitra era explosivo pero también era puro teatro. Si quisiera hacerle daño, ya lo habría hecho desde hacía mucho tiempo. Además, sabía mejor que nadie que no le convenía tenerlo como enemigo.

-Si vuelves a decir algo como eso te arrancaré la puta lengua con mis propias manos -siseó Nnoitra.

Szayelaporro ensanchó su sonrisa cuando lo soltó y sus pies volvieron a tocar el suelo. Se acomodó el uniforme, el cabello y los lentes y tomó una tableta donde registraba los avances de sus experimentos para proseguir como si nada hubiera pasado.

Si Nelliel estaba viva en verdad, no podía culparla de querer buscar venganza. Lo mejor de todo era que, hasta donde sabía, Nnoitra era el único involucrado en el intento de asesinato. No sabía que él lo había ayudado, así que en lo que se refería a su propio pellejo, no tenía nada de qué preocuparse.


Gin observó divertido la serie de pantallas frente a él, aquellas que mostraban una gran parte del castillo y sus habitantes. Era como su programa favorito de todos los días, enterarse de los asuntos de los queridos Espadas y la manera en que se mordían entre ellos porque no se soportaban. El plan de Aizen debía ser muy bueno en verdad, pues no había manera que su ejército no terminara aniquilándose a sí mismo en cuestión de días.

Supuso que tenía que ver con la naturaleza de los Hollows. Eran prácticamente autodestructivos, siempre matando para comer y comiendo para sobrevivir. No existía la lealtad, sólo el orgullo por ser proclamado el más fuerte de todos. Grimmjow, Nnoitra y Yammy serían los primeros en caer. Puede que Harribel se mantuviera, era seria y astuta. Starrk también, era demasiado flojo como para meterse en problemas. A Szayelaporro sólo le interesaban sus experimentos. Zommari y Aaroniero ni siquiera se acercaban a los demás. Barragán era demasiado altivo como para molestarse con un montón de "súbditos", como él los llamaba. Ulquiorra, por su parte y para su propia sorpresa…también estaba en riesgo de caer olímpicamente. Antes hubiera apostado a que era el más fiel y disciplinado de todos, pero con la llegada de la chica humana las cosas habían cambiado.

Si Aizen le pidiera que la matara, ¿lo haría? ¿O desobedecería una orden directa?

Interesante, muy interesante.

No pudo anticiparse a una posible reacción. El Cuarto Espada se había vuelto impredecible.

Gin pensó que bien podía jugar al espía doble. Pretender servir a Aizen cuando sus verdaderos intereses residían en Orihime Inoue.

Después de todo, ¿no era eso lo que él mismo estaba haciendo?

Pensó en Rangiku y su sonrisa se apagó ligeramente. ¿Qué no haría por ella? Su propósito iba más allá de todo, más allá de Aizen y sus planes, y cuando llegara el momento…

Salió de sus cavilaciones al ver en una de las pantallas una pequeña figura adentrarse en los pasillos del castillo. Parecía que estaba perdida. Gin acercó la imagen y miró con detenimiento. Tenía cabello turquesa y una máscara ligeramente fracturada. ¿Podía ser en verdad Nelliel? ¿La había encontrado Grimmjow? Si en verdad era ella, sería interesante ver hasta dónde se desarrollaban las cosas. Grimmjow, Nnoitra, Ulquiorra y Orihime estaban en la ecuación.

Gin ensanchó su sonrisa al ver que la niña entraba a una de las habitaciones.

Al parecer las cosas iban a complicarse un poquito más.


La habitación era amplia y majestuosa, algo que nunca había visto en su vida, pues hasta donde recordaba, solía vivir en el bosque de los Menos, en medio de un ecosistema desértico y gris donde proliferaba la vida salvaje. En cambio, estaba rodeada de muebles finos, sillones mullidos de terciopelo rojo y una cama gigante con dosel cubierta con sábanas de satín blanco. Los candelabros colgaban del techo y alumbraban la pequeña estancia.

Nell observaba todo con la boca abierta hasta que sintió una mano que la jalaba del gorro y la levantaba sin esfuerzo.

-¿Uh? ¿Y tú quién eres? -preguntó Apache.

-¡Waaaa! ¡Suéltame! ¡Déjame ir! -la pequeña Nell se removió sin éxito.

-¿Qué encontraste? -preguntó Mila Rose saliendo del cuarto de baño.

-Parece que tenemos una visitante.

-¿Una niña? -preguntó Sun-Sun cubriendo su boca con la manga de su uniforme.

-La acabo de pillar. ¿La suelto?

Mila Rose se acercó para inspeccionar a Nell, que ahora estaba muy nerviosa y lloriqueaba que la dejaran ir. Los mocos y lágrimas cubrían su carita redonda y no pudo evitar hacer una mueca de asco.

-Haz lo que quieras -dijo simplemente.

-¿Eres idiota, o qué? -gruñó Apache-. Debe haber un motivo por el que está aquí.

-¿Y a mí qué me dices, maldito mono? Si tanto te interesa puedes preguntárselo -rugió Mila Rose en respuesta.

Sun-Sun rodó los ojos con fastidio. Esas dos no necesitaban una excusa para pelearse, bastaba con que una respirara en la dirección de la otra. Se acercó a la escena y bajó a Nell.

-¿Cómo te llamas?

-Nell Tu -respondió asustada.

Apache y Mila Rose se miraron y levantaron los hombros.

-Ese nombre me suena -dijo Sun-Sun-. ¿Por qué estás aquí?

-Nell está perdida.

-¿Vives en el castillo? Me parece que no te había visto antes.

-¡¿Qué!? ¿Nell vivir en el castillo? ¡No! Nell vive en el bosque de los Menos con Pesche, Dondochakka y Bawabawa.

-Creo que está desvariando -dijo Mila Rose cruzando los brazos.

-¿Y qué estás haciendo en la habitación de Harribel-sama?

Nell la miró sin comprender.

-¿Y bien? -preguntó Apache.

-Grimmjow-sama trajo a Nell al castillo. Dice que…

-Ugh, ¿Grimmjow? ¿Qué quiere ese maldito pervertido con una niña ? -preguntó Mila Rose.

-Es asqueroso. ¿Te hizo algo? Porque si es así le romperé la maldita cara -añadió Apache.

Sun-Sun suspiró. Aquellas dos en verdad compartían una sola neurona.

-¿Qué está pasando?

Las tres se giraron al escuchar la voz de Harribel y luego hicieron una pequeña reverencia.

-¡Harribel-sama!

La rubia Espada se acercó y miró a Nell con una ceja arqueada. Llevaba los brazos cruzados y Nell no pudo evitar mirarla con asombro. Era realmente hermosa aunque su rostro iba cubierto hasta la mitad. El reiatsu que desprendía era muy poderoso.

-Encontramos a esta niña entrando a tu habitación. No sabemos qué quiere o quién la mandó.

-Mencionó a Grimmjow -apuntó Mila Rose.

Harribel frunció el ceño. Entonces estiró una mano hacia la pequeña para que la tomara y la acompañara a sentarse.

-Ven. Cuéntame qué está pasando. Desde el comienzo.


De lo poco que conocía a Grimmjow, no creía haberlo visto así en ninguna otra ocasión. Su cuerpo estaba ligeramente tenso y encorvado hacia adelante, como si se estuviera conteniendo. El agarre alrededor de su muñeca comenzaba a lastimarla, pero no quería decir nada para no molestarlo. Su desesperación era casi palpable, su respiración estaba agitada y su reiatsu oscilaba ligeramente.

-¿Estás bien, Grimmjow?

El antiguo Sexta se giró y pareció salir de sus cavilaciones. Reparó en que no estaba solo y miró la muñeca de Orihime, ahora enrojecida por haberla sujetado tan fuerte. La soltó de inmediato, sorprendido de que la chica no hubiera dicho nada al respecto.

-Sí, estoy bien.

-Vamos a encontrarla, no te preocupes -dijo Orihime con una sonrisa para tranquilizarlo.

Grimmjow no sabía lo que era pero algo en Orihime tenía ese efecto calmante. No conocía a Nelliel pero ahí estaba, dispuesta a ayudarlo porque su naturaleza era así. Sabía que le estaba diciendo la verdad. Que aun si no la encontraban, no dejaría de buscarla hasta verlos reunidos. Se sintió agradecido pero la palabra "gracias" no existía en su vocabulario. Asintió una vez y siguió caminando, tratando de concentrarse en el reiatsu de Nelliel, pero o bien estaba muy lejos o bien era muy débil y no alcanzaba a percibirlo.

-En verdad la amas, ¿no es así? Debe ser una chica muy especial. Es afortunada de tenerte a su lado -comentó Orihime, aunque por la forma en que habló parecía que lo decía para ella misma o para llenar el silencio.

-No es así -murmuró Grimmjow.

-¿Cómo dices?

-Que no es así. No es afortunada por tenerme a su lado. Es mi culpa que ella no esté. Fui un imbécil egoísta; si no hubiera ido al mundo humano…

-Te equivocas -lo interrumpió Orihime-. No podías saber qué es lo que iba a pasar. Estoy segura que tenías un buen motivo para marcharte. Y estoy segura que Nelliel no te lo recriminaría.

-Ni siquiera la conoces.

-No, pero yo no lo haría. Además, estás aquí tratando de encontrarla y no has dejado de buscarla desde el principio. Si yo desapareciera…

Orihime se detuvo. Sus pensamientos se habían enfocado en Ichigo por un momento, tan sólo una fracción de segundo. Habían pasado algunas semanas y el joven no había ido a buscarla. No sabía lo que eso significaba pero sí sabía que no quería pensar en él. En cambio, se concentró en Ulquiorra, en el tiempo que habían pasado juntos, en la manera tan única que tenía de protegerla…

Grimmjow le puso una mano en el hombro para consolarla. Nunca había sido bueno con las palabras pero supuso que esa acción era suficiente por ahora. Orihime levantó la cara y compuso una sonrisa.

-Vamos, hay que seguir buscando.


Eran contadas las ocasiones en las que había incursionado en esa parte del castillo, así que no estaba muy seguro del camino que debía seguir. A falta de indicaciones, lo único que podía hacer era dejarse guiar por el reiatsu a su alrededor y confiar en su sentido de la orientación. Estaba cerca de las habitaciones de los primeros números y a diferencia de las otras áreas del castillo esta estaba particularmente silenciosa y tranquila. Starrk por lo regular estaba tomando siestas así que ni él ni Lilynette salían para nada. Barragán se consideraba a un nivel superior de los demás y creía que el contacto mundano con el resto de los Arrancar no era algo digno de él. Harribel era seria y no la había escuchado decir más de tres palabras, por lo que tampoco era común verla afuera charlando con alguien más que no fueran sus fracciones.

Sin embargo, al pasar por la habitación de la Tercera percibió un reiatsu diferente. Era ligeramente más débil que los otros cuatro y esto llamó su atención. ¿Podía ser que Harribel tenía una nueva fracción? Si ese era el caso, estaba seguro que Aizen no lo había autorizado.

Qué irregular.

Ulquiorra se acercó a la puerta y aguzó el oído. Eran risas, carcajadas.

Al menos alguien la está pasando bien, pensó.

Y cuando los ruidos cesaron se congeló en su lugar. No tuvo tiempo de alejarse cuando la puerta se abrió de par en par y apareció Mila Rose.

Era un poco más alta que Ulquiorra y además musculosa, mirándolo con una expresión de pocos amigos a pesar de que era un Espada y ella sólo una fracción. Al parecer la única a la que respetaban era a Harribel.

-¿Se te ofrece algo?

Ulquiorra no respondió. Se asomó más allá del cuerpo de la hermosa fracción y pudo ver el interior de la habitación de Harribel. Las otras dos fracciones y la Espada estaban sentadas en una salita de terciopelo rojo, formando un semicírculo en torno a una pequeña figura. Ulquiorra la vio con detenimiento y contuvo la respiración.

¿En verdad era ella? El cabello verde turquesa era ahora muy corto acorde a su carita redonda, pero tenía la máscara y el distintivo estigma. Estaba cubierta de harapos, una especie de túnica verde un poco raída que cubría por completo su cuerpecito.

-¿Nelliel? -preguntó Ulquiorra.

Mila Rose levantó una ceja. Las otras se giraron al escucharlo, incluso la pequeña niña que lo vio con los ojos muy abiertos. Eran de un hermoso color verde oliva y Ulquiorra confirmó entonces lo que Grimmjow había dicho. Era ella, pero en ese extraño estado infantilizado. ¿Qué demonios le había pasado? Que hubiera desaparecido no justificaba ese cambio tan radical. ¿Había sido atacada? La máscara estaba rota y según lo que sabía, eso podía ser terminal para la vida de un Arrancar. ¿Acaso había tenido un accidente y su cuerpo había cambiado debido a la pérdida del reiatsu? No era una idea tan descabellada, pero en todo caso ya habría tiempo de responder todas sus incógnitas.

Lo que importaba era que la llevara a su antigua habitación para poder reunirse con Orihime y Grimmjow. Con el poder de la negación de eventos estaba casi seguro que volvería a la normalidad.

-¿La conoces? -preguntó Harribel.

Ulquiorra asintió. ¿Sería prudente explicarle que era la antigua Tercera? ¿Qué tanto le había contado la niña?

-Ven conmigo.

Nell se acercó a Ulquiorra y le dio la mano. No sabía por qué pero se sentía a salvo con él, como si supiera que todo iba a estar bien. Su aura era serena y su expresión denotaba tranquilidad. Era como si ya lo conociera de antes, aunque no pudiera recordarlo del todo.

-Gracias por cuidarla -dijo Ulquiorra y luego hizo una pequeña reverencia.

Harribel asintió. Ulquiorra era un Espada diferente a los demás, estaba segura de que la cuidaría bien.


No había duda alguna. Era ella.

Su reiatsu era muy débil, pero inconfundible. Si antes creía haber visto una alucinación ahora estaba completamente seguro que la niña en la que se había convertido Nelliel estaba dentro del castillo. Y eso no era todo, sino que al menos Grimmjow y Ulquiorra la estaban buscando, incluida la chiquilla humana. ¿Con qué propósito? Podía hacerse una idea bastante acertada. La verdad, no era relevante. Lo que importaba era que la encontrara él primero para terminar lo que había empezado.

Ulquiorra se había adelantado a la habitación de la Tercera y se la había llevado. Por un lado era algo bueno. Aunque sabía que Harribel no era un problema para él, tenía un asunto pendiente con Ulquiorra y qué mejor que matar dos pájaros de un tiro.

-Entrégame a la niña, Ulquiorra.

Ulquiorra se giró al escucharlo. Nnoitra estaba de pie al otro lado del pasillo, con la zanpakutou en mano y esa mirada de maniaco que no haría más que causarle más problemas. ¿Es que no había aprendido nada de su primer enfrentamiento? La diferencia de poder entre ellos dos era abismal, y haría bien en reconocerlo antes de perder algo más que su mano.

De principio no sabía lo que quería con la niña, pero poco a poco todo fue encajando en su mente como un rompecabezas. Nnoitra odiaba a Nelliel, no era un secreto para nadie. La ex Tercera había "entrenado" con él la misma mañana de su desaparición, siendo él el último en verla. Grimmjow es el que la había encontrado en su condición actual y había unido los puntos, revelando así que la hermosa Espada se había convertido en una niña. ¿Y cómo sabía el Quinta que la niña era ella? Porque él era el autor de su desgracia. Él le había roto la máscara y la había echado del castillo, posiblemente dándola por muerta.

Si bien Nelliel y Ulquiorra no podían considerarse cercanos, dado que Ulquiorra no era cercano con nadie más que con Orihime, siempre había sentido un profundo respeto y admiración por ella. Nelliel, a diferencia de otros Espadas, era inteligente, disciplinada y extremadamente leal, cualidades que la volvían una soldado importante y ejemplar.

El hecho de que alguien tan vil como Nnoitra hubiera hecho algo para deshacerse de ella podía considerarse casi personal. Era escoria y como tal tenía que ser eliminado.

Ulquiorra soltó la mano de Nelliel y se puso delante de ella en actitud protectora. Desenvainó su zanpakutou y la sostuvo con firmeza, decidiendo si atacar primero para terminar con eso rápido o priorizar la seguridad de la niña. No tuvo tiempo de pensarlo más porque Nnoitra usó el sonido y dejó caer su zanpakutou con toda su fuerza, liberando una ola de reiatsu que formó algunas grietas en los muros. Nelliel se agachó y se cubrió la cabeza, pero lo único que sintió fue la mano de Ulquiorra que la apartaba hacia un lado mientras que con la otra bloqueaba el ataque del Quinta. Ni siquiera estaba haciendo esfuerzo alguno, tampoco retrocedió ni un centímetro. Su expresión impasible se mantuvo, al contrario de la de Nnoitra que se contrajo en una mueca de rabia y disgusto.

-¡Shaaaaa! -Nnoitra cortó nuevamente con fuerza, esta vez de forma horizontal.

Ulquiorra utilizó el sonido para esquivar el ataque y al mismo tiempo cargó a Nelliel para dejarla en un punto más lejano. Ahora que tenía el campo libre sin preocuparse de que la pequeña saliera herida, podía atacar con todo lo que tenía.

Se lanzó hacia Nnoitra a gran velocidad y soltó una serie de tajos que el Quinta apenas si pudo bloquear. Era apenas un intercambio y ya se veía ligeramente fatigado.

-Mierda… -susurró Nnoitra.

Ulquiorra levantó la mano izquierda y lo apuntó directamente con el dedo índice.

-Cero.

La energía acumulada en menos de un segundo estalló en un rayo de luz verde que impactó a Nnoitra y lo lanzó hacia atrás. Los muros del castillo temblaron al tiempo que algunas de las paredes empezaban a desmoronarse. Una nube de polvo lo envolvía todo y era difícil seguir los movimientos, pero no para Ulquiorra cuyos ojos podían verlo todo. Nnoitra se incorporó tosiendo entre los escombros. Tenía golpes en los brazos y rostro gracias a los pedazos de muro que habían salido volando en su dirección. Su piel debía ser en verdad muy resistente para soportar un cero directo sin ningún tipo de protección. Ulquiorra había escuchado que su hierro era el más fuerte entre los Espadas, pero sólo entonces pudo comprobarlo. Al final eso no cambiaba nada. Sólo significaba que le tomaría un poco más de lo planeado acabar con él.

Continuará…