Capítulo 1

El señor Darcy estaba inquieto y descontento con todo lo que había pasado la noche anterior. Pese a que se había prometido que no bailaría con Elizabeth Bennet, igualmente lo había hecho. Él aún no lograba comprender por qué se sentía tan peligrosamente atraído hacia esa mujer. Era cierto que ella era mucho más bonita de lo que él había estimado en una primera instancia, pero él había conocido mujeres hermosas, con excelentes dotes y conexiones, y ninguna de ellas había logrado captar su atención como lo había hecho Elizabeth.

Pero aunque el señor Darcy quería creer que todo ello no era más que un enamoramiento pasajero, él sabía que la atracción que sentía por Elizabeth Bennet estaba basado en una profunda admiración por las múltiples cualidades que ella sin quererlo, le había mostrado. Ella no sólo era una señorita atractiva sino también inteligente y de naturaleza bondadosa. Pero además, ella defendía sus ideas con fuerza sin ser grosera o perder la compostura como las hermanas de su amigo.

En todo caso, muy pronto todo eso quedaría en el pasado porque él pensaba muy pronto dejar Hertfordshire. El señor Bingley había partido aquella mañana muy temprano a Londres por negocios, pero en cuanto él regresara, el señor Darcy pensaba hablar con su amigo y explicarle que debía regresar a Londres.

"Señor Darcy, disculpe que le interrumpa, pero necesitamos hablar urgentemente con usted," dijo Caroline fingiendo preocupación.

"No se preocupen, por favor díganme cómo puedo ayudarles." Al señor Darcy no le gustaban las hermanas de su amigo, pero él era un caballero y jamás les haría un desaire.

"Gracias, señor Darcy por dedicarnos parte de su tiempo," dijo Louisa.

Ambas hermanas se sentaron y comenzaron a explicarle al señor Darcy como su hermano se estaba comportando de una manera irresponsable sin prever la implicancia de sus acciones.

"Señor Darcy, estoy segura de que Charles está pensando seriamente en cortejar a Jane Bennet y creo que eso sería la ruina total para nuestra familia," dijo Caroline desesperada.

"Nosotras sabemos que Jane Bennet es una chica dulce pero su familia es horrorosa," agregó Louisa.

"Y está claro que Jane no está interesada en Charles, pero si su madre la presiona, estoy segura que ella lo aceptará porque mi hermano no sólo es rico sino también honorable."

Luisa y Caroline continuaron dando una serie de razones para estar preocupados por su hermano y la situación de la familia Bennet. El señor Darcy no pudo evitar llegar a una conclusión muy similar a las de las hermanas Bingley porque él también había observado la forma horrorosa en cómo se habían comportado las hermanas menores y los padres de la familia Bennet. Pero además, él había observado cómo la señorita Bennet siempre se comportaba de una manera muy serena cuando estaba con su amigo Bingley, lo que contrastaba con la forma en que Elizabeth actuaba cuando estaba cerca de él. Ella no podía evitar desafiarlo y provocarlo para llamar su atención.

"Entiendo perfectamente vuestro dilema y ciertamente creo que debemos hacer algo para ayudar a Bingley a ver la realidad," dijo el señor Darcy enérgicamente.

Pero no pudo seguir hablando porque en ese momento su valet ingresó al salón y le dijo que necesitaba hablar urgentemente con él. Por eso, el señor Darcy se excusó y le pidió a Harris que lo acompañara hasta el estudio.

"Supongo que tienes algo importante que decirme y por eso me has interrumpido."

"Por supuesto, señor. Un mensajero trajo esto y fue muy enfático cuando me dijo que usted debía leerlo lo antes posible. La señora Reynolds le mandó esta carta." Harris le entregó el mensaje a su patrón y salió del estudio para darle privacidad.

El señor Darcy lo leyó más de una vez y no pudo evitar sentirse devastado con las noticias. Para pasar la impresión tuvo que sentarse un rato y respirar hondo. En ese momento tenía ganas de llorar de la pena y la rabia, pero sabía que eso no lo ayudaría a solucionar la tremenda tragedia que afectaba a su familia. Por eso determinó que debía irse de forma inmediata de Netherfield y viajar a Derbyshire. Él no se dejaría vencer por la tragedia y encontraría una solución para aquella verdadera calamidad.

Dos horas más tarde, el señor Darcy partía rumbo a Pemberley con el corazón destrozado y su mente absolutamente convulsionada. Para evitar preguntas y tener que dar explicaciones, él les explicó a las hermanas Bingley que había una emergencia en su hacienda y que era algo que sólo él podía solucionar por lo que debía viajar urgentemente.

Sin la presencia del señor Darcy, Caroline no tenía ninguna razón para permanecer en Hertfordshire, por lo que ella y Louisa decidieron viajar a Londres con el propósito de retener a su hermano allí y evitar que se reencontrara con Jane Bennet y su vulgar familia.

P&P

"Padre, mi madre me dijo que deseas hablar conmigo," dijo Elizabeth con los ojos aún rojos de haber llorado.

"Así es, hija. Por favor, cierra la puerta y siéntate porque quiero explicarte algunas cosas y que comprendas bien lo que tengo que decirte." El señor Bennet indicó la silla que estaba en frente de su escritorio y esperó hasta que Elizabeth estuviera sentada para continuar hablando.

Aquella mañana el señor Collins le había propuesto matrimonio a Elizabeth y ella lo había rechazado rotundamente. Para evitar escuchar los lamentos de su madre, ella había salido de casa y había pasado gran parte de la mañana en el monte Oakham. Cuando regresó, se encontró con su hermana Jane en el jardín leyendo una nota de Caroline Bingley en la que le explicaba que dejaban Hertfordshire para probablemente jamás regresar.

Elizabeth pensaba que ese día no podía ser peor y pero confiaba con que al menos contaba con el cariño, comprensión de su padre, aunque muy pronto descubriría lo equivocada que estaba.

"Elizabeth, hija… Créeme que si pudiera volver el tiempo atrás haría las cosas muy diferentes… Intentaría ahorrar dinero, buscar una forma de protegerlas mejor, pero desgraciadamente…"

"Padre, ¿por qué me estás diciendo todo esto? No pretenderás que…"

"Hija, por favor escúchame. Me imagino que recuerdas lo enfermo que estuve el invierno pasado. Lizzy, yo ya no soy un hombre joven y después de haber estado tan delicado debido a la gripe me puse a pensar que…"

"Padre, por favor, te pido que me digas de una vez por todas que quieres de mí."

"Está bien, hija, seré claro. Quiero que aceptes al señor Collins porque si no lo haces me veré obligado a forzarte a casarte con él."

Elizabeth sintió como que todo el mundo que conocía desaparecía a su alrededor. La noche anterior ella estaba feliz pensando que Jane se casaría con el señor Bingley y que una nueva etapa de su vida comenzaría. Pero nada de eso había resultado, el señor Bingley había abandonado a su hermana y ella tenía que afrontar una vida llena de sombras. Si aceptaba al señor Collins jamás podría ser feliz nuevamente, y si no se casaba con él, al parecer, debería afrontar el resto de su vida lejos de la familia en la que había crecido y la que tanto amaba.

"¿Cómo me puedes pedir eso, padre? Sabes muy bien que jamás podría ser feliz con ese hombre."

"¿Y crees que podrías ser feliz trabajando como institutriz mientras tu madre y hermanas menores no tienen donde vivir? Elizabeth, una vez que te hayas casado puedes vivir tu propia vida… como yo lo hago con tu madre…"

"Lo siento, padre, pero no deseo seguir hablando de esto."

"Esta bien, Elizabeth. Pero quiero decirte que ya he hablado con el señor Collins y le he dicho que en un mes más tendremos todo listo para que ustedes se casen…" El señor Bennet no pudo seguir explicando sus planes porque Elizabeth salió de su oficina y se encerró por el resto del día en su cuarto.

P&P

"Disculpe señor Darcy, pero debe comer. No saca nada con pasar todo el día encerrado en su estudio culpándose. Por favor, coma porque si usted se enferma todo será aún más difícil de resolver."

"Lo siento, señora Reynolds, pero no tengo hambre," dijo el señor Darcy pero al ver la cara severa del ama de llaves, agregó. "Le prometo que más tarde comeré, pero ahora necesito que me cuente como va todo. ¿Ha tenido suerte la señora Brown?"

"Señor, mi hermana llegó sólo hace dos días a Londres. Por favor tenga paciencia y démosle unos días."

"Usted mejor que nadie, señora Reynolds, sabe que no tenemos tiempo que perder. ¿Y cómo está Georgiana?"

"La señorita Darcy está muy triste. Señor, ella se siente muy culpable por todo lo que está pasando, no se aleje de ella por favor."

"Lo siento, pero esto es más fuerte que yo. Cada vez que la veo y sé por todo lo que está pasando, no puedo evitar sentirme culpable. Yo debía protegerla y fallé."

La señora Reynolds intentó animar a su joven patrón, pero no pudo. Ella lo admiraba profundamente y sentía mucho respeto por él y por la forma en cómo estaba tratando de apoyar a su hermana.

Después de que Georgiana retornó de Ramsgate, George Wickham la contactó por correspondencia, y pese a todo lo que su hermano y Richard le habían dicho de ese hombre, ella mantuvo contacto con él. Unos meses después, él la citó para encontrarse con él en un parque de la ciudad, y desde allí, y con engaños la llevó hasta una casa donde él estaba alojando y abusó de ella. Él pretendía llevarla hasta Gretna Green y obligarla a casarse con él, pero Georgiana huyó y nunca le contó a nadie sobre aquel fatídico día. Ella sentía pena, miedo y vergüenza y pensaba que merecía todo lo que le había pasado.

Pero dos meses después, la señora Reynolds notó que algo raro pasaba con su joven patrona y descubrió que estaba en cinta. Sacando cuentas, concluyó que tenía alrededor de diez semanas.

Por supuesto que en cuanto supo de todo eso, le notificó al señor Darcy y al coronel Fitzwilliam. Ellos reaccionaron de maneras muy diferentes a esa terrible noticia y fue muy difícil hacerles entender que debían concentrar sus energías en ayudar a Georgiana. Richard prometió que mataría a Wickham y el señor Darcy sintió que todo era culpa suya por no haber hablado directamente con su querida hermana.

Afortunadamente, la señora Reynolds logró hacerlos razonar y convenció al coronel Fitzwilliam de no acercarse a Wickham porque si ese hombre se enteraba de lo que estaba ocurriendo forzaría a Georgiana a casarse con él. Todos acordaron que lo mejor era mantener a ese canalla alejado de ella.

El señor Darcy decidió asumir toda la culpa y pagar con su propio sacrificio para proteger a su hermana. Él pensaba hacer un trato con una mujer que aceptara casarse con él y hacer pasar el hijo de Georgiana como de ellos. Para eso, después de casarse, él, su nueva esposa y su hermana dirían a todos que harían un viaje de luna de miel a algún lugar del continente, cuando en verdad se esconderían en una pequeña finca que él tenía en Escocia. Una vez que regresaran, el señor Darcy le informaría a su familia que su nueva esposa había quedado en cinta durante el viaje y que, por diversas complicaciones del embarazo, debieron permanecer más del tiempo planeado fuera de Inglaterra. Al regresar, él inscribiría al bebé como hijo de ellos y de esa forma protegería la reputación de su hermana y la vida del niño. Aquel bebé sería el heredero de Pemberley porque el señor Darcy no estaba seguro si algún día podría tener hijos propios dado la naturaleza de su futuro matrimonio.

El problema era encontrar una mujer que estuviera dispuesta a aceptar sus condiciones y que estuviera a la altura para ser la señora Darcy. Él nunca había aspirado a un matrimonio por amor porque no era lo que su padre y madre le habían inculcado. Por eso su mayor preocupación era poder encontrar una mujer apropiada dado la premura que tenía por casarse.

Afortunadamente, la señora Helen Brown, hermana de la señora Reynolds conocía a una posible candidata y había prometido ponerse en contacto con ella y dar una respuesta lo antes posible. La señora Brown había trabajado por muchos años con una familia de Derbyshire y su joven patrona, al morir su padre, debió buscar empleo como acompañante de la hija de un rico comerciante. La señorita Emily Grant tenía veintiocho años y nunca había recibido una propuesta de matrimonio porque no tenía dote y no era particularmente atractiva. Pero pese a eso, era una dama educada de buenos modales y bastante seria y respetuosa.

El señor Darcy nunca la conoció, pero sí había oído hablar de su padre. Emily era hija de la segunda esposa del señor Grant y cuando este falleció, su hijo mayor hijo de su primera esposa no quiso hacerse cargo de una hermana a la que prácticamente no conocía. El señor Darcy sabía que los Grant eran una familia socialmente inferior a él, pero al menos era una familia de caballeros terratenientes.

"Señora Reynolds, tenemos un mes para resolver todo esto. De otra forma, no me quedará otro remedio que viajar con Georgiana y buscar una esposa fuera de Inglaterra."

"Lo sé, señor. Créame cuando le digo que mi hermana nos tendrá una respuesta antes del fin de esta semana."

"Espero que así sea."

La señora Reynolds se retiró del estudio y el señor Darcy se quedó encerrado en su estudio pensando y pensando cómo podría solucionar el tremendo problema que no lo dejaba descansar.

P&P

La señora Brown estaba completamente desolada caminando sin mirar mucho por donde caminaba. Ella sentía un aprecio muy grande por los Darcy, especialmente por el señor Darcy que le había ayudado a pagar los estudios de su hijo cuando su esposo falleció. Además, ella sabía lo bueno que él era por todo lo que la señora Reynolds siempre le había contado, y aunque ella no conocía los detalles ni había hecho preguntas al respecto, deseaba sinceramente poder ayudarlo a encontrar una esposa.

Lamentablemente, la señorita Emily Grant se había casado hace un mes con un comerciante y ella no conocía a nadie más que pudiera solucionar el problema del patrón de su hermana.

Tan concentrada iba pensando en la carta que debía escribir que no se dio cuenta y chocó con una señora que salía de una tienda. "Lo siento, señora, permítame ayudarla," dijo la señora Brown recogiendo un paquete del suelo. Pero cuando levantó la cabeza y miró a la mujer que tenía de frente dijo con mucha sorpresa. "Señorita Fletcher, ¿es usted?"

"¿Señora Brown? Qué sorpresa más grande encontrarla aquí después de tantos años."

"Así es, deben haber pasado por lo menos unos veinte años desde que usted y su familia se fueron de Lambton."

"Así es, casi veinte años, y en esos veinte años han pasado muchas cosas. De hecho, me casé y ahora soy la señora Gardiner."

"Usted se ve igual de bonita y elegante que cuando era una joven señorita," dijo la señora Brown emocionada. El padre de Madeleine Fletcher había sido un importante comerciante en Lambton, un hombre justo y que siempre la había ayudado a ella y su esposo cuando lo necesitaban.

"Muchas gracias, señora Brown. Pero por favor, permítame presentarle a mi sobrina, ella es la señorita Elizabeth Bennet."

"Mucho gusto, señora Brown," dijo Elizabeth con una bella sonrisa.

"El gusto es mío, señorita Bennet," replicó la señora Brown. A ella no le pasó por alto lo bonita que era la sobrina de la señora Gardiner y lo hermosos que eran sus ojos verde oscuros.

La señora Gardiner notó muy agitada a la señora Brown y para ser gentil la invitó a tomar el té en un salón de té que estaba en la esquina. De esa manera podrían conversar de viejos tiempos y saber un poco más sobre la gente que ella recordaba con tanto cariño.

Aunque Elizabeth intentaba seguir el hilo de la conversación que su tía y la señora Brown llevaban no le era posible. Ella se había refugiado en casa de sus tíos en Londres para evitar las continuas recriminaciones de su madre y la censura de su padre. Pero sabía que no podría permanecer para siempre en casa de su tío y no sabía qué hacer. Ella viajó a la ciudad con la esperanza de encontrar un trabajo, pero no sabía dónde buscarlo y qué podría hacer. Pero además, Elizabeth sabía que si hacía eso, pondría en riesgo la reputación de sus hermanas y podría poner en riesgo una futura relación entre Jane y el señor Bingley. ¿Pero qué podía hacer? Lamentablemente, cada vez más ella se resignaba a que debería aceptar al señor Collins y morir en vida.

Tan inmersa estaba en sus pensamientos destructivos, que Elizabeth no se dio cuenta que su tía se había levantado de la mesa para ir a saludar a una amiga y que la señora Brown le había hecho una pregunta. "Discúlpeme usted, pero estaba distraída y no escuché lo que me dijo."

"No se preocupe, señorita Bennet, sólo le pregunté si se sentía bien. La vi un poco pálida, eso es todo."

Elizabeth sonrió, pero con una sonrisa muy triste y dijo, "supongo que mañana estaré mejor, por favor no se preocupe."

A la señora Brown le dio pena ver a una muchacha tan amable y bonita tan melancólica y decidió compartir un poco de sus propios problemas. "La entiendo perfectamente, señorita Bennet, yo tampoco estoy muy bien. Me había comprometido con mi querida hermana a encontrar a una señorita para un trabajo muy importante y la persona que tenía en mente ya no está disponible. Por eso iba caminando tan distraída."

"¿Un trabajo? ¿Qué clase de trabajo? Yo necesito un trabajo…" dijo Elizabeth impulsivamente.

"Es un trabajo muy importante, no creo que una señorita como usted quiera hacerlo."

"Mi situación es bastante desesperada, señora Brown."

La señora Brown dudó un poco, pero sabía que no podía hablar más de ese tema allí por lo que le dijo rápidamente a Elizabeth. "¿Conoce usted el parque que está a dos cuadras de aquí?" Cuando vio que Elizabeth asintió, ella continuó. "Podemos vernos allí mañana al mediodía y podré explicarle mejor."

"Allí estaré," dijo Elizabeth.

La señora Gardiner se unió nuevamente al grupo y conversaron por unos cuantos minutos más hasta que finalmente se despidieron. Elizabeth no estaba segura si había hecho bien, pero no perdía nada con escuchar lo que la señora Brown tenía que decirle de aquel trabajo.

P&P

Elizabeth llevaba casi tres semanas en una pequeña casa en un pequeño pueblo en Yorkshire. Las últimas dos semanas las había pasado en compañía de la hermana de la señora Brown y por lo que había entendido, el trabajo que desempeñaría sería como dama de compañía de una señorita que tenía algún problema emocional o de salud.

Pero sería el tutor legal de ella quien le explicaría los detalles y con quien firmaría el contrato.

Ella había dejado la casa de su tío Gardiner diciéndole que viajaría de regreso a casa, y sólo cuando llegó a Yorkshire le escribió a la familia para decirles que su plan era trabajar y que no deseaba ser una carga para nadie. Elizabeth rogaba que todo resultara como lo había planeado porque de otra forma no sabría qué hacer. Ella no estaba segura de que su familia fuera a perdonarle lo que había hecho, pero cualquier cosa era mejor a tener que ser la esposa de un hombre a quien jamás podría respetar o admirar.

El señor Darcy había viajado para concretar el trato con la mujer que la señora Brown había contactado y que la señora Reynolds había entrevistado y conocido por varios días.

"La señorita lo está esperando en el salón principal, señor Darcy," dijo el ama de llaves un poco nerviosa.

"Señora Reynolds, ¿cree usted que la señorita quiera aceptar mi propuesta?"

"Yo creo que sí, señor. Ella está en una situación muy difícil porque su familia quiere casarla con un hombre al que ella no tolera."

"¿Y por qué cree que aceptará mi propuesta entonces? Al parecer ella no tiene intención de casarse."

"Porque usted le propondrá un matrimonio de conveniencia no uno en el que se espera que ella deba cumplir con las labores de esposa. La señorita es inteligente y razonable y sabrá comprender. Además, creo sinceramente que no tiene otra alternativa."

"¿Y sus credenciales? ¿Usted está segura de que cumple con los requisitos mínimos para ser mi esposa?"

"Es la hija de un caballero, es inteligente y muy bonita, además."

"Creo que no dilataré más este asunto e iré a hablar con ella. Si esto no resulta, la próxima semana partiré rumbo al continente."

"Entiendo, señor."

La señora Reynolds tenía la esperanza de que todo funcionara entre su querido patrón y la señorita Bennet. Ella tenía el presentimiento de que el señor Darcy necesitaba a una mujer como ella en su vida. Además, ayudaba bastante que la señorita fuera joven y bonita porque de esa forma la posibilidad de que creciera el amor entre ellos no era algo tan imposible de creer.

El señor Darcy le había pedido a su fiel ama de llaves que no le revelara su identidad a la señorita en cuestión y que tampoco le dijera el nombre de ella. Si mantenían el anonimato sería más fácil poder hablar de un tema tan delicado y si no llegaban a un acuerdo sería más fácil olvidar el asunto.

Elizabeth se paseaba impacientemente a la espera de hablar con el tutor de la señorita para la que iba a trabajar. Ella no comprendía muy bien por qué todo había sido hecho con tanto secretismo, aunque si era lo que pensaba, definitivamente podía entender por qué.

De repente sintió un golpe en la puerta y se sentó en una silla, se arregló un poco el pelo y dijo con voz temblorosa. "Pase, por favor."

El señor Darcy dudó un poco, respiró hondo y pensó en Georgiana que lloraba todos los días asustada por lo que el futuro le deparaba, y entró en el pequeño salón dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a su pequeña hermana.

"Buenas tardes, señorita, espero que…" el señor Darcy no pudo decir nada más al darse cuenta de que la persona que estaba enfrente de él era alguien a quien conocía muy bien.

"Señor Darcy," dijo Elizabeth con un hilo de voz pensando que estaba en medio de una pesadilla.

P&P

Queridos lectores de habla hispana y a todos aquellos que leen a través del traductor, voy a continuar esta historia e intentaré publicar capítulos por lo menos dos veces a la semana.

Gracias por vuestro continuo apoyo.

Saludos,

Yo