Ahora la mente de Harry se había ido totalmente. El collar se aferraba a su pecho dejando una marca de quemadura que no le dolía. A su mente venían imágenes continuas, tanto de sus anteriores sesiones sexuales como de las nuevas que Daphne había despertado en su mente.

Sin embargo, el mago sabía que no era solo sexo. Su mente no le estaba jugando tan mala pasada. Él deseaba correrse y sacar toda su ira, pero no era eso lo único que había despertado la rubia en él, no. También deseaba una familia, vivir tranquilo y eso era lo primero a lo que ambos chicos habían llegado en su peculiar conversación. Todo pasaba por una primera piedra y esa era un casamiento, una esposa fiel y sumisa que permitiese sus actividades extraconyugales. Algo que si bien odiaba, sabía que podía ser una posibilidad.

Caminó iracundo con su pene preparado para lo que vendría. Tenía varios objetivos en mente pero el primero era su novia. Llevaba algo de tiempo sin tocar a Susan y ciertamente hacerlo con su tía cerca era una fantasía recurrente. Pero no deseaba hacerlo románticamente como ambos adoraban. Necesitaba saciarse y la joven pagaría el precio llegado el momento. Solo tenía que calentar la situación lo suficiente. En su mente estaba claro que la chica estaría preocupada por el ataque a la Madriguera. Algo que ahora mismo estaba en el fondo de su mente, sentía lástima por Ron y su familia pero no era su hogar. Pondría dinero para reconstruirla pero no iría a ayudar. Tenía mejores planes en mente.

Se encaminó a la cocina y allí encontró a las chicas junto a Ron degustando algunos platillos que Molly había creado con lo poco que había en la cocina. Sirius había decidido marcharse en su forma de perro a patrullar por las calles cercanas a Grimmauld Place.

Se sentó en la mesa y Ron con desgana le indicó—¿Dónde dormimos? —el pelirrojo también había adivinado que la habitación había sido ocupada.

—¿Prefieres con Hermione? —el chico se estremeció sabiendo que la morena lo odiaba actualmente. Tras pensárselo, advirtió—Dormiré en el sofá…no es tan cómodo pero bueno.

Molly lo reprendió diciendo—Aquí hace frío…—el chico se justificó enseñando la varita. Sabía realizar encantamientos calentadores por lo que no tendría problemas. Él compartiría habitación con alguna de las chicas algo que no le importaba lo más mínimo. Observó el ambiente y vio que Hermione juzgaba con la mirada a la pequeña pelirroja. Ginny le ofreció un vaso de zumo de calabaza.

Lo agarró y lo contempló brevemente. El color y el olor era iguales por lo que no había peligro. Sin embargo sospechaba que Ginny tramaba algo y la cara de Hermione era un claro indicador. Esperó brevemente hasta que decidió tomar un buche. Esperaba que una pequeña cantidad no hiciese un efecto muy grande, dudaba de que la chica hubiese conseguido pociones muy potentes de amor. Comió entre risas de todos hasta que su erección regresó imponente como siempre. Si bien se había bajado parecía haber regresado debido al efecto de aquel fluido. No era un filtro de amor, solo causaba eso. Su mente seguía estable por lo que no se molestó demasiado por ello.

—¿Te encuentras bien Harry? —instó Hermione preocupada.

—Por supuesto Herms—el color rojo se acentuaba en su cuello y rostro debido al esfuerzo de no bufar. Su erección se salía de control y comenzaba a doler además de causar serios problemas en las costuras del pantalón.

Ginny pestañeó seductoramente y dijo—Quizás deberías ir al baño…te ves algo mal. ¿Te ayudo? —intervino la pelirroja ofreciéndose de alguna manera. La chica esperaba una intervención de algún adulto que nunca llegó para su disgusto. Molly distraída por todo lo ocurrido, afirmó—Ciertamente te ves algo mal…pero bueno Harry nunca ha disfrutado de los medios de transporte mágicos.

Hermione sonrió al igual que Harry. Al ser criados por muggles estaban acostumbrados a cosas cómodas no a ser absorbidos por chimeneas.

—¿Quién se ofrece a cuidarle? —preguntó Molly con algo de caridad. Parecía dispuesta a que alguien lo acompañase a su cuarto o al baño. Parecían ver un problema inexistente, pero era consciente de que su verdadero problema necesitaría más de un ayudante.

Gin levantó su brazo rápidamente captando el interés de todos. Ron y Hermione rieron ante esto mientras Susan se ofreció lentamente dudando de si era correcto. La bruja de Huffelpluff tenía el presentimiento de que aunque Molly la considerase una especie de "hija adoptiva", era evidente que madre e hija estarían de acuerdo en ir contra ella.

Sin embargo, la Señora Weasley negó con la cabeza ante esto. No deseaba un enfrentamiento así que dijo—Susan prepará el cuarto de los chicos te mudarás allí con Daphne…Haz que Harry se sienta lo más cómodo posible parece haber cogido un resfriado.

La chica Bones celebró con un asentimiento febril hasta que Molly le indicó—Necesitarás tiempo para poner todo en su lugar y hablar con Daph…Greengrass…Gin acompaña a Harry al baño por si quiere vomitar o algo…luego vete.

Ambas chics entrecerraron los ojos. Cada una viéndose vencedora en la pequeña concesión que la Señora Weasley había ofrecido. Ginny se levantó agarrando la muñeca de Harry y rápidamente dirigió al chico al baño. Susan fue tras ellos y dijo en voz alta.

—Recuerda quien es la mejor pelirroja Harry—tras un corto beso en donde el chico palpó sus pechos y estuvo a punto de presionar su rabo contra su coño dispuesto, se dirigió con Ginny al baño. La chica Weasley había escuchado eso y parecía algo irritada.

—¿Con que la mejor pelirroja? —advirtió Ginny con una risa engreída—Solo es buena para quedarse quieta y esperar a que la ensarten como un cochinillo…Se necesita más confianza en uno mismo para tratar con machos como tú. Yo soy la mejor, obviamente.

Harry dijo—¿Confianza?

—Si no tienes fuerza de voluntad acabaras destrozada por ese pollón. Se necesita fuerza física y mental. Confianza en ti misma—advirtió la chica mientras instaba a Harry a que se echase agua en la cara e hiciese pis. Harry en cambio tuvo otro plan—Veamos si eres capaz—arrimó su miembro al trasero vestido de la pelirroja al tiempo que con sus manos la aprisionaba contra el espejo del baño.

Ginny se encontró en menos de un minuto chocando con el espejo del baño. A pesar de la progresiva limpieza que la casa había sufrido, la bruja no deseaba tener su rostro pegado a ninguna superficie de ese lugar. Su nariz se contrajo de agobio al verse así, sumisa ante un hombre y su mente recordó la posible violación de Percy. Ciertamente no era lo mismo, esto se debía a su propia actitud. Ella había encandilado a Harry y se hizo notable en cada entrenamiento de quidditch, en cada palabra que intercambiaban, en cada jersey que su madre elaboraba.

Mientras estuvo así, pensó en todo y por fin se vio superar a esa zorra tetona. Tan solo deseaba que sus gemidos llegasen a oídos de esa perra y su tía. Que ambas salieran escaldadas de sus vidas y que Harry por fin estuviese con ella. A juzgar por la forma brutal en la que estaba arrancando sus bragas y deshilando sus pantalones, Harry estaba de acuerdo en todo con ella.

La presión en su rostro se fue quitando y Ginny pudo levantar la cabeza y ver por el espejo, lo que el chico estaba haciendo. Harry ciertamente había conseguido eliminar sus pantalones y ahora estaba bajándole las bragas sin ninguna sutileza. Notó el frío en sus partes pero pronto serían calentadas con poca sutileza. Harry solo deseaba quitarse el estrés y ella era su herramienta para ello. Está debía ser la dinámica de poder entre ambos, ella debía estar para que Harry saciase su ira y devolverle la paz.

Un azote, resonó en el cuarto provocando un escalofrío en Gin. Harry azotó otra vez hasta que ambas mejillas tuvieron el mismo color rojizo. Tras eso sonrió al admirar su obra y decir.

—¡Nada mal! Aunque debo admitir que…eres demasiado poco para mí—pasó su mano por todo el espectro de ambas nalgas. Las tocó, evaluándolas mientras las separaba para observar su coño y su ano. Ambos pidiendo atención.

Ginny escuchó eso y con su propia ira, estalló—Puedo con todo Potter…Te acompañe al Ministerio. Un pene no me intimida—al igual que siempre su enfado tomaba el control. Harry sonrió internamente, el collar que llevaba le decía que hacer, le tendía la mano para obtener sus deseos más íntimos.

—Demuéstralo, Gin Gin—tratarla como niña pequeña era una locura pero ahora mismo tenía todo el poder sobre ella. Agarró su falo y lo situó, listo para intervenir dentro de ella—Relájate—le indicó sin ningún aviso previo. La situación ya decía lo que pasaría así que Ginny se esperó la penetración.

Los ojos de la chica se abrieron, su boca se abrió en un gemido mientras que su nariz se ensanchó. Harry sonrió al ver las señales en el espejo y sin piedad alguna, insertó su pene dentro de su vulva. No estaba húmeda pero poco importaba. Fue enterrándolo entero, con lentitud pero sin pararse. Cada vez que su pene quedaba atascado, daba un empujón brutal que hacía que Ginny temblase o incluso dejase caer su cabeza. Él sonreía ante eso, luego daba un azote para que levantase el rostro.

—Las mujeres sumisas no son adecuadas para hombres viriles como yo—sentenció Harry—Eres débil, Ginny Weasley—la voz que salió de Harry atemorizó brevemente a la chica. A pesar de los destellos de placer que sentía, su mente se teletransportó a las conversaciones que había tenido con el diario años atrás—Tan débil—dio un último empuje que terminó provocando lágrimas en la chica. Una vez estuvo todo su miembro dentro, Harry empezó a dar duro.

No solo eran penetraciones duras, sin percatarse de la salud de la chica. También el falo se adentraba más de lo normal, tanto que ni siquiera salía cuando Harry se echaba atrás. A medida que pasaba el tiempo, el placer vencía a las dudas de Ginny y la chica comenzó a gemir. Después de todo, su mente le estaba jugando una mala pasada. Harry no era ni tan siquiera semejante a Tom. No estaban en la Cámara, solo era un baño y Harry no era un peligro para nadie en la casa.

Con un grito desenfrenado, indicó—¡Follame! —Harry la silenció con un sonoro azote que hizo que la bruja abriese los ojos y gritase brevemente. El mago cabreado por eso agarró su varita y lanzó varios conjuros.

—No queremos que nadie nos corté el royo…aunque si viniese Tonks…—se lamió los labios—No diría que no…siempre he querido ver la cara de Dudley cuando le diga a la cantidad de zorras que me he follado. Añadir una polivalente a mi harem…ciertamente no hará daño—dio otro azote que hizo que Ginny gimiese pero el sonido quedo confinado. A pesar de gritar, ella misma no podía escucharse.

Sonrió tras otros empujes y dijo—La magia es maravillosa…Podría quedarme aquí por horas pero Susan me está esperando…no me esperaba que fueses tan deficiente—indicó con desagrado mientras su verga comenzaba a inspeccionar en profundidad aquel coño que ya destilaba de forma brutal. Sus empujes eran drásticos y Harry ya no necesita siquiera aferrarse a las caderas de la bruja. Su potencia muscular era suficiente para dar placer.

Su autocontrol dejaba helado a Ginny. Cualquier chico estaría penetrándola como un loco y derramando sus jugos en tiempo récord. Ella lo sabía de primera mano. Había visto a Hermione con Ron, a Charlie con Tonks e incluso a los gemelos. Sabía cómo se comportaban los chicos, pero Harry superaba todo lo común. No mostraba signos de cansancio, solamente penetraba y jadeaba de placer pero no se corría.

Agotada por la dureza, le dijo—¿Cuánto te queda? —estaba exhausta. Ni siquiera el quidditch lograba cansarla tanto como este placer continuo. Normalmente usaba sus dedos para un orgasmo o Dean era capaz de follarla bien y darle momentos de placer. Pero esta era una caída libre hacia la locura. El placer nunca se iba y solo soñaba con cómo se sentiría cuando derramase sus fluidos dentro.

Harry ni siquiera le prestó atención. Con dureza castigó sus nalgas con dos amplios azotes que marcaron su trasero. Rio y dijo—Ahora eres de un solo color—una broma que hizo a Ginny sonrojarse—¿Ya no metes la mano en la mantequilla? Ahora tu coño se hace mantequilla cuando me sientes…—Así se sentía su rabo. Como si estuviese embadurnado de aceite y se deslizase dentro de un agujero que hacía tiempo que había perdido la firmeza.

—Hazlo Córrete…—animó la chica en hilos de voz que no atravesaron las protecciones antisonido que él había puesto. Agarró el cabello de la chica hasta hacer una coleta, estaba listo para sujetarla y comenzar a destruir aquel coño que lo había acogido sin oponer resistencia. Antes de destruir a la chica, algo lo detuvo. Su miembro latió dentro de ella provocando un pequeño orgasmo. Ginny se dejó caer sobre el lavabo, únicamente su mano mantenía a la chica tensa.

—Terminá ya…Por favor—la chica suplicaba algo que Harry no se esperó. Supuso que sus empujes eran demasiado duros o que la chica había sucumbido a olas interminables de placer. No sabía que había provocado está actitud derrotista de Ginny pero claramente le gustaba. La pelirroja había sido durante años una admiradora no tan secreta, luego se convirtió en su fiel amiga, y después en una zorra capaz de brindarle placer en los momentos de debilidad. Ahora su relación debía evolucionar y para ello necesitaba demostrarle que no era útil para él. Que no tenía nada que ofrecer más allá de polvos duros y algún que otro juego de quidditch.

Harry quitó su polla de aquella cueva húmeda. Mientras observaba lo que su pene había causado, sonrió para sí mismo. Si su miembro hubiese sido más grande probablemente el agujero sería similar al de un parto. Tras eso, decidió poner sus manos en las nalgas de la chica. Su ira se había esfumado ante las súplicas de Ginny. Quiso terminar rápido pero si seguía así estaba claro que la chica acabaría muy mal. Necesitaba acabar con esto. Acarició las nalgas maltratadas de la bruja ganándose algún que otro escalofrío. Con delicadeza, le dijo.

—Un último esfuerzo Gin…seré delicado—le dijo intentando tranquilizarla. Ginny estaba demasiado cansada. Apoyada en el lavabo, y con él sujetando su trasero. Dos puntos de apoyo que impedían que la bruja se desmoronase como sus piernas pedían. —Tranquila…no necesitamos hacer esto—señalizando el espectáculo de sexo contra el lavabo que acaban de hacer—Puedes mamar o algo…

Ginny tembló ante esto. Ciertamente no deseaba mamar su polla. Temía que Harry perdiese el control de nuevo y la matase asfixiándola con su rabo. Ella era hábil, tenía buenos labios pero no disponía de demasiada experiencia aun en ese campo. Negó con la cabeza. Solo quería descansar en este momento.

Harry impaciente aludió—Parece que no eres mi pelirroja favorita…pensé que podrías resistir mis impulsos pero parece que no…—sabía que eso molestaría a la bruja. La leía como un libro abierto. Ginny quiso amagar con decir algo pero sus fuerzas estaban decaídas, aun así su rostro se contrajo en una mueca extraña al tiempo que intentó decir algo que nadie llegó a escuchar—¿Qué has dicho? —cuestionó el mago. La bruja no susurró nada por lo que tuvo que dar un cachetazo que la hizo gruñir.

—Yo…soy…puedo con…tigo—Ginny claramente no estaba dispuesta a ceder su título. Un título que no había ganado pero quería claramente. No le gustaba sentirse humillada por una chica mejor que ella en múltiples aspectos físicos.

Harry meneó su polla para hacerla más grande. Estaba perdiendo vigor y esto debía de acabar rápidamente—Se me está bajando…si lo hace…será tu culpa—esgrimió eso como un argumento estúpido. Tanto que Ginny bufó al saber que en efecto no sería su culpa, solo era un capricho del chico. La pelirroja rápidamente dijo—Masturbate…o follame pero cállate.

Con ira, dio varios azotes mientras le decía claramente—Si no me calmo...tú pagarás el precio—siguió dando azotes sonoros, marcando a la bruja como suya y provocando que está se derrumbase en el espejo y sollozase lentamente. Ginny no poseía un trasero lo suficientemente graso o fuerte como para resistir estos golpes. Su culo era fuerte, trabajado pero en ningún caso era natural. Ella tenía un físico delgado, atlético y todo en ella era de ese estilo.

Con desesperación por los golpes, exigió—Mi culo…Mi culo—Harry sonrió ante eso. Preparó su pene para eso y añadió—Si insistes…lo haré…relajate, Gin. No quiero escuchar ningún grito.

Ginny se sonrojó furiosamente al comprender lo que estaba ocurriendo. Harry estaba mirando su ano y estirándolo antes de empujar toda su varita sin ningún tipo de lubricante, más allá de sus restos vaginales. A Harry le encantó el entusiasmo que la chica mostraba, aun estando derrotada, la bruja seguía intentando ser superior a su novia.

—Solo acelerá…soy mejor que esa. Seguro que su trasero permanece inservible…

Harry siguió empujando dando medias caricias mientras evaluaba las caras que está ponía en el espejo. Cuando aumentaba la profundidad, observaba como la chica fruncía el ceño o mostraba algún signo que le decía que hacer. Se mordía el labio hasta sacar sangre mientras se esforzaba por complacer al chico. En un esfuerzo por aliviar la incomodidad, la chica empezó a magullar su clítoris. Esas sensaciones dulces, aminoraban la fiereza del chico y la hacían adecuarse a ese nuevo sexo.

Ginny notó algo. Algo en su trasero temblaba, y eso provocaba que sus dedos frotasen más rápido el clítoris. Su cuerpo convulsionaba por el placer, algo que hizo que Harry sonriese al verlo. Siguió dando duro hasta que escuchó a Ginny correrse duramente. Sus fluidos salieron lentamente de su coño, internándose en sus nalgas y goteando al suelo. Harry salió ante un estrechamiento y derramó su semen por todo el cuerpo de la bruja.

—Eso es un clímax desperdiciado zorra…—le indicó dándole un golpe y provocando que cayese al suelo, mojando su cuerpo con sus propios fluidos—Limpia—ordenó pero no tuvo ningún efecto. La bruja estaba demasiado ida para hacer algo. Enfurecido, Harry decidió lavarse cuidadosamente el pene mientras observaba como Ginny seguía medio catatónica tirada sobre jugos sexuales. El olor a sexo era imposible de evitar pero poco importaba.

—Gin…despierta—intentó decir Harry mientras guardaba su pene y se arreglaba la ropa, La bruja no hizo ningún intento y se volvió peor cuando Hermione comenzó a golpear la puerta.

Hastiado, respondió—Ya voy Herms…—salió de la puerta del baño ganándose un regaño de la bruja morena. Se marchó sintiendo como la nacida de muggles olía el aire del baño, intuyendo lo que había ocurrido, se mordió el labio y luego su mirada cambió a horror cuando vio el estado en el que se encontraba Ginny. Ahora era el momento de Susan, solo que intentaría no hacerlo tan fuerte.

Subió las escaleras y se adentró en su cuarto solo para encontrar a Susan dormida en su cama. Claramente se había cansado de esperarlo y lo estaba esperando. Daphne en la otra cama también dormía profundamente. Movió su boca en una mueca de disgusto antes de tumbarse en la cama y comenzar realmente la fiesta.

Se tumbó con ella y sutilmente comenzó a tocarla. Susan estaba dormida pero duraría poco en ese estado. Con poca sutileza, comenzó a posicionarse. Su lengua comenzó a lamer el cuello de la chica, sus manos intentaban peinarla mientras la posicionaban para ser consumida a besos. Realmente podría abusar de ella mientras estaba dormida pero no era necesario. Sería mucho más divertido hacerlo así, además tenían la presencia ausente de Daphne, dormida frente a ellos. Eso excitaría a cualquiera.

Siguió prodigando caricias hasta que escuchó la voz taciturna de Susan hablar en voz baja—Harry para…es tarde…no tengo ganas—eso hirvió más a Harry. Él solo tenía pensamientos para el sexo, lo deseaba profundamente. Más aun tras el fastidio que había sido Ginny, si ella no se hubiese entrometido ahora mismo tendría su pene entre los pechos de la otra bruja.

Miró por el ventanuco que daba a un piso muggle y en efecto ya era tarde. Ciertamente deberían dormir pero su furia y su erección eran implacables. Necesitaba bajarla a como diese lugar. Se restregó más con Susan pero no consiguió más que la chica cambiase la postura de sueño y le dijese a regañadientes—Aguanta a mañana…despiértame media hora para buscar calcetines debajo de la sabana…—un eufemismo que Harry entendió e incluso sonrió vagamente. Pero una simple burla no le quitaría su erección.

Con un hilo de voz añadió—Susan…lo…lo siento…pero estoy drogado—sentenció al final. La bruja añadió en un hilo—¿Drogado? ¿Te refieres a que has experimentado con los productos de los gemelos? ¿No te habrás echado jugos de ashwinder en la polla, verdad? Zacharias lo hizo y tuvo una irritación durante días.

—Más bien parece una poción especial para…hombres—esa no era la única afección pero el collar le estaba permitiendo pensar un poco. La bruja todavía medio dormida le dijo—Prueba con un Glacius…no tengo cuerpo para esto ahora—añadió.

Intentando no contrariarla, hizo lo que le pidió. Utilizó su magia y lanzó ese conjuro. En pocos minutos un torrente de semen aterrizó sobre las sábanas manchando parte de la pierna de Susan. Tras hacerlo varias veces, comprobó que su pene dolía pero no bajaba. Necesitaba un método más natural y lo conseguiría aunque no quisiese.

—No puedo más…Lo siento Sue—dijo mientras se posicionaba lentamente evitando hacer daño.

—¿Lo sientes? —la bruja no entendía a qué se refería hasta que sintió como algo separaba sus paredes vaginales. Harry le había abierto las piernas y estaba penetrándola, había deslizado su ropa a un lado para tener ángulo para meterla. Eso tenía como consecuencia el dolor constante que sentía el chico. Sus bragas querían regresar a la posición original y eso rozaba con parte del pene. En un intento de remediarlo, introdujo más de su verga dentro. Con eso dentro, comenzó a deslizarse con lentitud, sin darle demasiado fuerte. Solo necesitaba estar dentro.

—Tan solo relajate…—advirtió Harry mientras usando toda su delicadeza, imprimía pequeñas embestidas.

La bruja con los ojos entrecerrados y bostezando dijo—No tardes…—estaba somnolienta pero eso poco importaba. Harry comenzó a embestir con más fuerza, intentando que su pene entrase y que el gozo fuese unidireccional. Al cabo de un tiempo, Susan parecía haberse quedado dormida, así que Harry a un ritmo constante comenzó a toquetear su amplio busto cubierto por el pijama. Insertó sus manos por debajo hasta palparlos. Su estabilidad se vio destruida cuando intentó agarrar esos senos, cayó como un peso muerto aplastando a Susan.

La bruja al sentirlo tan dentro, amagó diciendo—Te dije que lo hicieses con delicadeza—su riña se vio opacada por un pequeño gemido de placer. A pesar de todo, el roce también calentaba a la bruja. Harry intentó interceder al decirle—¿Por qué no te pones encima y me montas? Tardaría menos… —Susan no respondió debido al sueño—¿De lado, así en plan conejo salido? Yo me aferró a tus melones… ¿Perrito?

Al no obtener contestación, Harry simplemente dijo—Bueno…habrá que hacerlo de otra manera—la sutileza y el dialogo habían fracasado. Había llegado el momento de la destrucción. Usando su peso y su polla como palanca, logró que la pelirroja se girase. Ahora con sus hombros sobre la cama, pudo sostenerse y comenzar a impulsarse más profundo. Le dolía el cuerpo y sabía que estaba molestando a su novia pero poco importaba. Comenzó a darle duro y cada vez que oía el bamboleo de sus senos más se motivaba. En apenas tres horas, su pene había escupido varias corridas hasta provocar que hubiese varios arroyos corriendo por las piernas de la bruja. Susan ya tenía ojeras cuando Harry se calmó un poco.

La sacó de aquel coño sobreutilizado y dijo—¿Quizás otro…? —la bruja se negó irritada—Ni de coña…Llevamos tres horas…Me has dado más vueltas que a un sonajero…Estoy cansada…

—No tienes que hacer nada…tú te pones así—gesticuló el chico—abres las piernas, yo te sostengo con las manos y te doy placer por allá…Lo haré lento porque ese culo está pasando hambre.

Susan rápidamente intervino al decir—Ni de coña…ya estoy preñada—pensando en todo el semen que tenía en su vulva—No me vas a sodomizar aquí ni ahora Harry y menos conmigo dormida…y sin nada de lubricante.

—Mi semen será suficiente…

—No. No lo será. No quiero oír nada más.

—Pero…mi pene…

—Ve al baño a meneártela pero a mí dejame en paz…—dijo la bruja hastiada. Harry quiso protestar por la manera en la que Susan estaba tratando su nuevo e inusual problema. Él no deseaba tener esa excitación ni esos pensamientos. Solo quería saciarse. Iba a protestar cuando escuchó la voz agotada de Daphne protestar. La bruja rubia parecía sumamente dormida pero alcanzó a decir.

—¿Podéis follar callados? No es tan difícil…estoy segura de que la sangre sucia lo hacía cuando follaba a Weasley…—no le importó ni la forma en la que había llamado a Hermione. Su mente voló a la rubia, Susan cansada también advirtió—Chica…está insaciable seguro que Weasley lo ha envenenado…

—No me extrañaría nada—secundó Greengrass para sí—Si necesitas un respiro…yo puedo ayudarte—indicó mitad en broma. El pene de Harry inconscientemente se dirigió hacia la cama donde descansaba aquella chica.

Susan en cambio, contrajo su rostro en una mueca de desdén. No deseaba esto pero ya había compartido otras veces con la rubia. Ambas habían atormentado a Hermione o a Ginny por lo que confiar en la bruja no le resultaba tan odioso. Miró para otro lado al notar como el semen de Harry seguía destilando por su vagina. Entonces, sonrió internamente. Si el chico deseaba un ano, ¿Por qué no ofrecerle uno de primerísima clase?

—Pues en realidad me vendría bien…estoy agotada. Está insaciable… ¿te encargas tú? —indicó la pelirroja bostezando y cerrando sus piernas para recostarse.

—¿Es en serio? —indicó Harry al ver cómo Susan no decía nada. La pelirroja amagó diciendo—Mientras no haya semen en su vagina no pasa nada Harry…—le dio unas instrucciones que le permitían gran maniobra. Antes de que Daphne pudiese decir algo, Harry ya estaba en su cama. Sonriendo, la bruja Bones dijo con cariño—Suerte querida, la necesitarás…—la sonrisa de la chica se hizo más grande mientras intentaba dormir antes de que las caderas de Harry se pudiesen duras. Susan sabía que Daphne era atractiva y por lo tanto estaba preparada para garantizar un correcto servicio. Además, la bruja siempre había hablado sobre Harry con ella, parecía tener algún deseo secreto hacia él—No seas muy duro con ella cielo.

Dio igual lo que ambas chicas dijesen. Harry ya había oído lo que le interesaba y ya se encontraba en la cama de la rubia, abriéndole las piernas. Nada más verla comprobó que la chica era increíblemente hermosa incluso vestida de esa manera. Sus rasgos pálidos se acentuaban en la oscuridad, así como su peculiar cabello rubio que realmente se asemejaba al de Malfoy. La diferencia era que el hurón no lograba levantarle la polla, la belleza de Daphne ciertamente sí.

La bruja poseía unos ojos zafiro que se veían en la oscuridad, así como pechos de tamaño decente. Superaban con creces a chicas de pequeño busto como Ginny, Luna o Katie, aunque palidecían ante los verdaderos melones de su año. Tras haber catado a Susan, estaba seguro de que Daphne sería más limitada en muchos aspectos pero ahora mismo era irrelevante.

Llevaba puesto una bata de dormir que se asemejaba a la que su tía Petunia usaba, algo que contrastaba con los pijamas conservadores que muchas brujas vestían. La reminiscencia de su pureza se hizo claro cuando observó cómo Daphne lo miraba. Había adoración pero también temor. Se había quitado los pendientes de las orejas y su cabello estaba bastante despeinado por el sueño ligero que la chica había tenido.

Observaba su falo, mojado y lleno de semilla con emociones que no supo descifrar. A su mente vinieron imágenes de corzos encañonados. Debía de sentirse igual. Fue a agarrarle las piernas pero ella se resistió ligeramente pateándolo. Por supuesto no iba a ser tan fácil. Se tumbó a su lado y agarrándola de la cintura, comenzó a besuquearla lentamente, disfrutando de sus finos labios y de tocar su lacia cabellera.

Mientras lo hacía, observó que ella abría los ojos y movía la boca por inercia. No era una maestra sino todo lo contrario. Se dejaba guiar por él y únicamente tomaba algo de iniciativa cuando Harry necesitaba respirar. Mientras lo hacía, la mirada de Harry se posó en algo extraño.

—¿Los pendientes? —los llevaba quitados para dormir, pero eso no era lo extraño. Sus orejas no tenían agujeros. Incluso las brujas llevaban colgantes en las orejas, por lo que le sorprendió que eso sucediese.

Daphne con el rostro acalorado e intentando que su ropa no tocase aquel falo, dijo—Los pendientes se fijan mágicamente…no tengo los agujeros abiertos—dijo en una muestra de inocencia. Incluso medio dormida, se escuchó un carraspeó de risa proveniente de su novia pelirroja.

Harry sonrió al decir—¿Todos cerrados? —la broma era evidente, tanto que Greengrass una vez más y sintiéndose validada comenzó a besar mientras decía—Solo uno cerrado…por tu novia—le aclaró mientras continuaba besarlo.

Conforme seguían, el mago se dio cuenta de que la rubia era un auténtico filón. A pesar de ser una inexperta, se movía sobre su cuerpo con velocidad, besando todas las zonas al tiempo que intercambiaba caricias con él. Rehuía de su miembro que había perdido vigor pero seguía meneándose y chocando con las piernas de la bruja. Deseando dar el siguiente paso, agarró la prenda de la chica e intentó ir destapándola para ver su blanca piel.

En su camino se topó con un sujetador que llevaba detrás algo de magia. Magia que no pudo romper fácilmente. Asqueado por eso, se dedicó a prodigar besos a la zona en pendiente hasta que ella ansiosa, destapó sus pezones y se justificó diciendo—Son para vírgenes…

—¿Tus bragas son también así? —ella asintió malhumorando al mago. Las prendas repelían los intentos masculinos de ser quitados. En cambio, atendían únicamente a las brujas. La rubia en un atisbo de rebajar la tensión dijo—No es a ese agujero al que vamos… ¿verdad? —lo estaba volviendo loco pero poco importaba. Con sus pezones al aire, consiguió disfrutar plenamente.

El momento duró hasta que su pene pidió atención inminente. Harry desechó las prendas superiores hasta toparse con toda la redondez que ese trasero exhibía ante él. Estaba claro que Daphne se lo ofrecía, no entendía por qué pero le daba igual. Tenía un culo excelente que no contrastaba con su físico, sino que se amoldaba a él. Le recordó por momento a Fleur y sus compañeras francesas. Rubia, blanca y físicamente asombrosa, así era Greengrass. Lo que le restaba era su actitud y sus comentarios que a menudo oscilaban entre la amabilidad y el racismo.

Lo tocó, admirándolo hasta que percibió como la chica se curvaba invitándolo a entrar. Anticipándose, agarró sus bragas verdes y se ganó una breve descarga. Iracundo, escuchó la risa de la rubia, divertida por haber visto como un simple movimiento era suficiente para herirle. Sin embargo, Harry no se iba a dejar intimidar. La magia no verbal le resultaba muchas veces incomoda pero le daba igual. Su excitación y ese collar le daban enfoque, le daban poder. Agarró su varita y con un maleficio, consiguió reventar esa prenda. Comprobó que su carne estaba al exterior y rápidamente prodigó besos en ambas nalgas.

Daphne intentaba taparse el coño, ya que sabía que una penetración real no sería tolerada por Susan. Mientras intentaba evitar que el mago vislumbrase todo lo que tenía que ofrecer, ella se fue insertando un dedo provocándose más aún. Tras haber escuchado lo que Harry había hecho con el bollito de Susie, tenía miedo de lo que le ocurriría a sus hoyos. No perdió el tiempo, mientras ella empezaba a dedearse con tranquilidad, Harry exprimió sus pechos al tiempo que usando magia dilataba y enjuagaba aquel agujero cerrado. No había probado demasiado anos pero sabía cuál era la sensación, una sensación que añoraba sentir.

—Relajate—advirtió Harry mientras levantaba su cadera para que su pene tuviese un ingreso perpendicular. Su cabeza pulsó contra aquel hoyuelo rosado e inmóvil que poco a poco comenzó a ampliarse sin que la rubia hiciese ningún gesto de dolor. Ningún sonido escapó de su boca, algo que impresionó a Harry. Daphne parecía una campeona anal a pesar de que estaba seguro de que era virgen en todos los sentidos. Una vez estuvo dentro, se sintió poderoso y especial—Iré despacio—a pesar de todo su modestia era demasiada. Daphne bufó ante eso y abriendo sus nalgas con las manos, le insinuó.

—No seas un idiota…—el susurró de la rubia caló en Harry. Detuvo sus primeras embestidas hasta que escuchó a la bruja susurrar—¿Crees que merezco piedad? ¡Que una mujer se deje tocar por un hombre como tú solo responde a dos motivos, Potter! ¡O te ama profundamente o quiere un autógrafo! Y ninguno es mi caso…no nos debemos nada. Solo sáciame y yo te saciaré a ti…

—Tú lo has pedido—fue el susurro oscuro que captó la bruja al tiempo que el mago se retiró y volvió a entrar mucho más duro.

Las paredes de su ano comenzaron a comprimirse al mismo tiempo que el embestida. Parecía mágico ya que la joven acompasaba esos movimientos por instinto al tiempo que gemía lentamente. Su caja torácica ni siquiera exigía oxígeno, parecía que esto era un ejercicio recatado más en la lista de cosas que Daphne hacía en su día a día. El trasero era apretado pero irónicamente se hacía a él con bastante rapidez. Parecía aprender rápido, algo que ciertamente valoraba bastante.

La velocidad que imprimía era ciertamente suficiente para provocar en dolor en coños inexpertos por lo que se sorprendió de que un ano lo soportase sin ningún problema. No le dio tanta importancia cuando tras varios empujones a ese pálido trasero, derramó todos sus jugos en él. Sacó su pene y comprobó que su ano se cerraba igual que cuando se abría. La leche no discurrió para fuera sino que permaneció dentro a la espera de ser reabsorbida. Quiso masturbarse para volver a abusar de ese trasero pero su cuerpo dijo basta.

Daphne parecía no haberse corrido del todo pues seguía aproximando su trasero para que lo penetrase. Sin embargo estaba agotado. Incluso para él, era demasiado. Dio unos azotes a la bruja al tiempo que provocaba un zumbido en su clítoris mágicamente. La rubia se corrió y ambos acabaron molidos en la cama. Estuvo tentado de abrazarla pero su tiempo de sexo había sido bastante reducido. A pesar de eso, sintió que debía regresar con Susan. Fue a levantarse bajo la mirada entristecida de Daphne hasta que se le ocurrió una brillante idea.

Cargó a la rubia a un lado de la cama y él se posicionó en medio. Estaba seguro de que la Señora Weasley tendría mucho trabajo lavando sabanas ya que el sudor de los tres se mezcló con el semen y los jugos que salían de los cuerpos de las dos chicas. Con Harry abrazando a Susan y Daphne sobre su pecho, los tres comenzaron a entrar en brazos de Morfeo.