De repente, una extraña figura monstruosa apareció en frente de Yoshimune y el cuidador.

-¡¿Qué diablos es eso?!- gritó el viejito que con miedo huyó del sitio, la Shogun se quedó ahí sin moverse y sin titubear.

-¿Qué demonios eres?

-¿Qué no es obvio? Soy el T-Rex Monstruo, uno de los sirvientes que da su vida por el Dios al que servimos, Sesshomaru Owari, líder de Sesshocker.

-¿Sesshocker?- exclamó la pelirrosa- no entiendo, ¿por qué mi primo Muneharu estaría haciendo esto?

-Sencillo, solo cumplo sus órdenes.

-¿Y eso sería?

-Matar a la actual Shogun, Yoshimune Tokugawa

La mencionada se quedó en silencio por eso.

-No puedo creerlo, entiendo que mi primo estuviera molesto porque al final yo fui elegida Shogun, pero no entiendo porque ha hecho esto, formar una malvada organización... ¡¿Por qué?! ¡¿Cuál es el motivo?!

-Sencillo, tenemos muchas cosas que poseemos como ideales, aunque si tuviera que simplificarlo, diría que dos cosas.

-¿Qué cosas?

-Erradicar a los humanos y crear una utopía donde los demonios y los monstruos como yo podremos vivir y gobernar.

-¡¿Estás loco?! ¡Ustedes no pueden eliminar a los humanos como si nada! Somos seres que vivimos humildemente, puede que haya personas que hagan el mal, pero en su mayoría son buenos habitantes que no merecen nada de esto.

-¿Y qué harás Yoshimune Tokugawa? Solo eres la Shogun de Edo y nada más, nuestro amado líder posee mucho poder y no podrás ganarle, es más... le llevaré tu cabeza para que él sea el nuevo Shogun.

-Como si fuera a permitir eso, aunque un punto te doy y es que soy la Shogun de Edo, pero hay algo que no sabes.

-¿Y qué?

-Que no soy una debilucha y te lo mostraré - esta se transformó frente al T-Rex que se quedó un poco sorprendido por eso.

-Tsk, eres...

-Chica Mágica, Shino Tokuda- La ahora mahou shoujo le señaló con el dedo- Monstruo de Sesshocker, no dejaré que te salgas con la tuya, ni tú, ni nadie de tu malvada organización.

-Pues ven a mí, Shogun estúpida.

-Bien... Pero tenemos que hacerlo en otro lugar.

-Me parece correcto. Hay que respetar a los muertos después de todo.

Yoshimune y el monstruo T-Rex se fueron de un solo brinco luego de haber invocado sus cosmos.

Una batalla dura estaba a punto de comenzar.

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En un lugar parecido a una pradera jurásica

Yoshimune y su enemigo estaban en un lugar parecido a una pradera de la era cretacea, los dos estaban en guardia esperando quien comenzara primero.

-¿Y bien? ¿Comienzas tú o comienzo yo?- Interrogó el tiranosaurio.

-Bien, ¡Allá voy!- La pelirrosa estaba reuniendo una pequeña onda de energía reunida en su mano derecha- Rotación, fuerza y un golpe fuerte, ¡Con esto puedo vencerlo!- La reina corrió con todas sus fuerzas hacia el tiranosaurio mientras apuntaba la onda de energía hacia el pecho del monstruo.

-Niña tonta... ¿Que crees que estás haciendo?

-¡PUÑO DESTELLO DE PEGASO!- La chica de un salto iba a dar un puño con cosmos concentrado hacia el pecho del monstruo pero...

-Ha, ese ataque es para niños

-¿Qué? ¡¿Cómo es posible?! ¡Bloqueó mi ataque!

El ataque de la shogun fue bloqueado por la sola mano izquierda de su oponente quien no dudó en tomarla de esa manera, la sacudió por un rato hasta que finalmente le encestó un putazo en todo su cuerpo, dicho golpe la mandó unos metros hasta chocar contra una roca.

La joven se reincorporó y se alistó para comenzar su ofensiva.

-Muy bien, apenas esto comienza...

-Ha, los humanos tiene un dicho... Perro que ladra no muerde.

-Tsk, dí todo lo que quieras... Si no pude con mi destello, puedo hacerlo con mis meteoros- La pelirrosa dibujó con sus puños la constelación de Pegaso a la par que elevaba su cosmos- ¡Toma esto! ¡METEOROS DE PEGASO!

Los miles y miles de golpes por segundo dieron en todo el cuerpo del demonio Tiranosaurio pero al parecer aquello no afectó del todo al demonio, como si una barrera invisible lo hubiera protegido.

-¿Qué? Tampoco mis meteoros pudieron con él.

-Jajaja... Tus meteoros más que dañarme me hicieron cosquillas- Se burló el tiranosaurio- Cualquier intento que hagas será inutil... ¡Ahora te la devuelvo! ¡METEOROS DE FUEGO!

-¿Qué?

Ahora el demonio dinosaurio empleó el mismo ataque de mil puños por segundo hacia la princesa. Los meteoros de fuego dieron de lleno contra el curpo de la princesa que terminó en el suelo como causando un pequeño incendio en la vegatación. La pelirrosa se puso de pie a duras penas pero nuevamente el tiranosaurio usó sus meteoros de fuego causando un destrozo en su vestido de chica mágica.

La joven nuevamente se paró a duras penas para luego terminar golpeada por los meteoros de fuego otra vez. La chica se levantó a duras penas pero el monstruo reunía fuego de su boca hasta expulsarla como una llamarada.

-¡LLAMARADA INFERNAL!

La llamarada dio de lleno a la pelirrosa que estaba de rodillas y estando chamuscada en algunas partes de su vestido destrozado.

El monstruo no conforme con su llamarada, saltó al cielo y le encestó una patada a la cara que derrumbó a la shogun que sentía que no tenía fuerzas pero lentamente se levantaba a la par que estaba ardiendo su cosmos.

-No me importa si me destrozan los huesos... Yo seguiré luchando... ¡COMETA DE PEGASO!

El ataque contenido que era como un cometa fue directo hacia el demonio dinosaurio que tomó con ambas manos la poderosa técnica y se la devolvió dando de lleno a Yoshimune que fue enviada a volar al cielo y terminar cayendo fuertemente al pasto verde causando una gran grieta.

El monstruo nuevamente usó sus meteoros y culminó con una patada al cuerpo de la pelirrosa que en menos de nada perdió su transformación.

-Ja, para ser la shogun eres decepcionante...- El tiranosaurio caminaba lentamente hasta dar con una derrumbada Yoshimune- Demostraste que eres patetica.

-¡No creas que perderé así como así!- La joven estaba en su sudadera deportiva negra y de pie. Nuevamente comenzó a dibujar las estrellas del caballo alado- Te dije que no soy una debilucha.

-Hmp, no sabes cuando darte por vencida. Tu estúpida valentía te llevará a tu destrucción.

-Ja, nunca darse por vencido, levantarse las veces que sean necesarias... Es mi más grande técnica.

La joven ya tenía dibujada la constelación en todo su esplendor.

-¡Prepárate! ¡METEOROS DE PEGASO!

-¿Ah sí? A ver si puedes comerte esto... ¡METEOROS DE FUEGO!

Los dos ataques chocaron entre sí dando una lucha pareja hasta que los dos oponentes saltaron al aire e intercambiaron golpes hasta que ambos terminaron a la espalda del otro.

-¡No creas que tienes la victoria, Yoshimune!

-¡No tendré consideración contigo ni con Sesshocker!

-¡LLAMARADA INFERNAL!- El monstruo lanzó su aliento de fuego hacia la princesa que logró esquivarlo rápidamente.

El demonio nuevamente usó su llamarada pero la princesa saltó al cielo estaba frente a frente con el tiranosaurio.

-¡Maldita niña! ¡METEOROS DE FUEGO!

El demonio de Sesshocker empleó sus meteoros hacia Yoshimune que en menos de nada, con sus manos desnudas estaba bloqueando los miles de golpes por segundo.

-¿Qué? ¡No puedo creerlo!

-Lo siento, monstruo pero hasta aquí has llegado... ¡METEOROS DE PEGASO!

-¡AAAAHHHH!

El monstruo terminó herido de muerte a manos de los poderosos puños divinos de Pegaso, su cuerpo se sacudía con el sentir de los golpes hasta terminar volando por los aires hasta dar con una montaña que estaba lejos de dónde luchaban. Eventualmente hubo una gran explosión señalando que Yoshimune había ganado el combate.

La joven se tumbó de rodillas mientras trataba de ganar oxígeno mientras a sus ojos estaba produciendose un pequeño incendio forestal.

Era su primera victoria contra Sesshocker pero aquello era el inicio de otra batalla.

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Más tarde, en el bar Toyoshima...

Yoshimune estaba hablando con dos hombres barbudos que parecían amenazantes, los tres estaban disfrutando de sus cervezas.

-Ginza, ¿Sabes la manera de acabar con esa maldición?- Preguntó la pelirrosa esperando la respuesta de su peculiar amigo.

-Claro, Shin-san. La única forma de vencer la maldición de una gitana es encontrar uno de esos tipos pequeños que visten de verde.

-¿Duendes irlandeses?

-Sí, esos.

-¿Pero que no se suponen que no inmigran a Edo?

-No inmigran pero viajan a este país con ese rollo del oro. Generalmente vienen en los vuelos que vienen desde Dublín.

-Sabes, Shin-san, yo recibí la maldición de un gnomo y un duende me curó de inmediato- Habló el otro sujeto barbudo.

-Ya que lo dices, Kinza, dicen que Jesucristo es como seis duendes.

-Sí, pero es más difícil de encontrar.

-Pero, ¿Cómo puedo hallar al duende?- Preguntó la pelirrosa.

-Simple, compra una caja de cereal de cada marca, si gustes cava un pozo y echa el contenido- Dijo el barbudo llamado Ginza- Hazlo en las horas de la noche ya que en la madrugada, los seres mágicos tienen mayor actividad de inmigración y a la primera hora, cuando salga el sol, es entonces donde ya puedes ver si hay un duende irlandés.

-Muchas gracias, Ginza. No sabes cuanto te lo agradezco.

-De nada, Shin-san, para eso son los amigos.

Y los tres bebieron su jarra grande de cerveza de un solo trago.

-Bien, chicos, ahí los dejó... Me voy a vaciar lo que tengo.

-Ve, Shin-san

-Pero procura que no te cogan.

-Yo sé defenderme sola.

(...)

Yoshimune salió del baño cuando de pronto vio a una chica castaña atendiendo en una de tantas mesas del bar. La joven mesera estaba sentada con unos punks, uno de ellos se le acercó a la joven para tratar de tocarle los pechos pero la chica en cuestión le propinó un puñetazo derrumbando al punk en el proceso.

-¡Mitsuna!

-¡¿Qué demonios haces?!

El punk se paraba a duras penas, posiblemente estaba borracho.

-¡Oh vamos! Solo quiero tocar un poco.

La chica ebria que era la mesera del pequeño bar se fue a paso digno como si no quisiera soportar a ese molesto.

-Oye, oye… ¡Oye! ¿Adonde vas?- Comenzó a reclamar el sujeto mientras la castaña seguía su camino.

-¿Mitsuna?

-¡Ah, Tokuda-san!

La castaña fue con la pelirrosa hasta la barra o recinto principal a departir unas bebidas.

-Tokuda-san, vino hasta aquí a verme, siento no atenderla.

-Descuida.

La mesera miró por ambos lados debido a que habían muchas personas en el pequeño establecimiento.

-¿No le sorprendió este lugar?

-No- La reina negó con una sonrisa- De hecho me gustan estos sitios.

-No tiene que decir eso, Tokuda-san. Este no es un lugar para una chica mágica- La joven sirvió su trago pero se lo dio a la shogun- Tome.

-No gracias, ya tomé mucho...- La pelirrosa calló unos segundos- Mitsuna, eres hija de los Kashiwa, ¿No?

La joven hizo un gesto de mal genio como si no quisiese hablar de ese asunto.

-¿No puedes disculparte y pedir volver con tu familia?

-Déjeme en paz, no hable de mí.

-Pero… Si sigues así…

-¡No ocurre nada!- Cortó la chica ebria- En lugar de preocuparse por mí, preocúpese por el capitán Torazo. Es su hermano menor, ¿No?

-Ah, sí...- No le quedó de otra que resignarse.

Mitsuna tomó un buen sorbo de su cerveza y luego de eso, miró su reflejo en la bebida mientras sonreía amargamente. Fue en un instante donde apareció la imagen de Kotaro.

-El capitán Torazo siempre es así, quiere resolver todo sin pedirle ayuda a nadie. Pero esta vez no, porque es asunto de los Nikogumi

-¿Los Nikogumi?- Yoshimune escupió su bebida al escuchar tan reveladora información por parte de la borracha.

-Sí- Asintió la joven para luego beber otro sorbo- El señor Danjo Okubo y los Caballeros Templarios han interferido a los Nikogumi a cada paso.

-Ya veo. Eso era.- De alguna manera Yoshimune decidió unir los cabos sueltos, era la oportunidad perfecta para saber el silencio de su hermano menor.

-Además, el otro día fui a una tienda de aceite en Nihonbashi y entonces…

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FLASHBACK

-Gracias por venir.

-Muchas gracias.

El otro día fui a Nihonbashi, exactamente a las tiendas que están a la entrada del puente de la ciudad. Estaba haciendo las compras cuando de pronto me pareció ver a un grupo de hombres, creo que estaban dirigidos por un sujeto de anteojos verdes y cabello rosa. Ese grupo de personas fue a la estación de gasolina donde hablaron con el dueño.

-¿Dice que quiere la gasolina más flamable y potente?- Preguntó el dueño de la gasolinera.

-Así es. Quiero diez barriles.- Respondió el sujeto de gafas.

-Eh, ¡si claro!- Se reverenció en agradecimiento- Muchas gracias. Entonces, ¿dónde los entrego?

-No. No tiene que entregarlo.

-¿Eh?

-Nos los llevamos.

-Claro.

-¿Cuáles son?

-Estos- Señalo la marca.

-Ey, ¡tomenlos!- Ordenó el hombre de gafas.

-Sí- Asintieron sus hombres y fueron por los diez galones grandes.

Normalmente, si compras tanto aceite o gasolina, la tienda te lo entrega. Me pareció muy extraño que vinieran preparados con una camioneta y peones, así que los seguí sin dudar.

FIN FLASHBACK

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Yoshimune estaba con un rostro algo serio luego de haber escuchado el relato de Mitsuna, ya en menos de nada unía cabos sueltos, no todos pero de alguna manera los que fuera posible para saber acerca de los problemas que tenía el Nikogumi de Kanda.

-Mitsuna, luego de que esos sujetos se llevaran los galones, ¿A dónde fueron?

-¿Puede creerlo? ¡A casa del señor Okubo!- La castaña nuevamente dio un sorbo a su cerveza.

-¿Qué dices?- La shogun quedó en shock al escuchar la respuesta de la borracha.

-¿Le ayuda esto?

-¡Sí, vaya que sí!- Asintió la pelirrosa y sin salirse del asombro.

-¡Qué bien!- La joven comenzó a reír contenta- Entonces, ¿Podría comunicárselo al Capitán Torazo?

-Claro- Asintió- Y Otsuna, ¿Por qué te importa tanto Kotaro?

La chica ebria calló, su expresión ahora pasó a un rostro triste como alicaído como si recordara un doloroso pasado.

-Desde que era una niña estoy en deuda con él. Nadie se tomaría en serio a una borracha como yo pero... A pesar de ello, el capitán Torazo siempre me ha tratado igual y me pide que salgamos como antes pero no puedo hacerlo, su hermana es el demonio de Mujina y de ella se dice que ha cometido crímenes aquí en Edo por lo que mis padres no quisieron que saliera con él más...

-Mitsuna...

-¡Hey, Mitsuna!- Era el punk que venía bastante enfadado mientras dos de sus compañeros lo sujetaban con tal de no elevar las cosas a mayores -¡Ey, Mitsuna! ¿Cuánto más coquetearás con esa niñita? Ey, ey, ¿Acaso le vas al otro lado?

La castaña se paró de la barra y habló furiosa ante el punk que por su mal genio estaba totalmente insistente.

-¡Cállense! No es asunto suyo.

-¡Entonces ven aquí y sírvenos un trago!

-¡Que me esperen! ¡Ya voy!- La castaña miró a la joven reina mientras dibujaba una sonrisita nerviosa- Vea como es esto- Sin más se dirigió hacia el punk y sus amigos para atenderlos- ¡Qué escándalo! Ya, vamos. ¡Beban, beban!

Yoshimune de alguna forma dio con una pista interesante acerca de todo el problema que pasaba en referente a los siniestros ocurridos en el distrito, pero una cosa estaba clara, si los Nikogumi callaron era porque era un asunto grave o supieran de algo pero prefirieron encararse el problema y más encima que Nikogoro estaba ausente en estos momentos en Edo.

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A la mañana siguiente

Mansión de Danjo Okubo

Kotaro estaba en la entrada principal de la mansión mientras que estaba Okubo y sus hombres a su lado, principalmente de Yamazaki, su asistente y un tal Manzo, posiblemente uno de sus mejores hombres. El peliplata como líder de los Caballeros Templarios estaba con mirada, tampoco el menor de los Yazawa era la excepción a la regla.

-Torazo, ¿Qué quieres?

El pelinegro calló unos segundos.

-Es sobre el incendio de la compraventas Kashiwa. Todo parece indicar que el fuego pudo ser provocado.

-¿En serio?

-Y no solo eso, quizá cuatro de los siete siniestros del mes pasado también.

-¿Y...?

-Me pregunto, ¿Ustedes notaron algo extraño?

-Para serte sincero, Torazo, no.- Negó con la cabeza el líder de los Caballeros Templarios.

-¿Verdad?- Una sensación de duda como intranquilidad estaban rodeando al joven capitán.

-¿Y ustedes?- Okubo miró a sus hombres los cuales negaron rotundamente- ¿Yamazaki

-No lo sé, sinceramente, señor- Respondió el hombre de gafas verdes.

-Eso no puede ser.

-¡Torazo, cuida tus palabras!- Reclamó Yamazaki que estaba sumamente enfadado- ¿Insinúas que tuvimos algo que ver?

-Para nada, en absoluto.- Negó el muchacho- Pero, verán, ustedes se encargaron de esos cuatro incendios. Pensé que tal vez habrían visto al responsable.

Okubo dibujó una sonrisa casi como si quisiera reírse.

-¡Qué estupidez! Si algo así ocurriera, ya lo habríamos atrapado, ¿No?

Luego de haber hablado con Okubo y sus hombres acerca de lo que pasaba sobre los incendios anteriores, Kotaro salía con un rostro serio como si sintiera una especie de espina en todo esto.

"No lo entiendo... Okubo y sus hombres me dijeron que no notaron nada raro ni siquiera pareciera que ellos fueron los autores de los cuatro incendios... Pero aún así, ¿Por qué demonios no me siento tranquilo con todo esto? Ni siquiera no puedo quitarme las palabras de Monji y Sutezo de la cabeza... ¿Entonces las sospechas de Candy hacia ellos es cierta?"

(...)

Dentro de la mansión de Okubo.

Okubo, Yamazaki y el sujeto pelinegro llamado Manzo fueron hacia el estudio de la mansión. El peliplata abrió la puerta y entró junto con su asistente y su mejor hombre y cerraron la puerta, iban a tener una conversación a solas.

En la silla estaba sentada una hermosa joven rubia con una figura voluptuosa con ojos dorados y una larga melena rubia más larga que su propio cuerpo. Se ataba el cabello con un peinado Odango y usaba cintas alrededor de los moños.

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Comerciante

Kinko Goshima

Parecido físico a Mukuro Hoshimiya de Date a Live

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Hombre de Danjo Okubo

Bombero de los Caballeros Templarios

Líder de pandilla Yakuza

Manzo Kunichi

Parecido físico a Setsu Suzaki de Isekai Shoukan wa Nidome Desu

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-Señor Okubo, ¿Qué dijo Torazo?- Preguntó la rubia sentada en el asiento mientras que el peliplata se sentó en su despacho con una cara de muy pocos amigos.

-Parece el bastardo que se dio cuenta.

-¿En serio? Esto es malo.

El peliplata calló unos segundos mientras servía una copa de uno de sus mejores.

-Y justo cuando nos estábamos preparando. No podemos dejar que interfiera con nuestra mina de oro ni mucho menos dejar que el Inazuma Bugeicho haya de las suyas.

-Señor Okubo, es obvio que entonces tendremos que...

El peliplata miró a su asistente de gafas verdes. Dibujó una pequeña sonrisa perversa.

-Yamazaki, encárgate de Torazo y si es posible mata a cualquier hombre que se interfiera.

-De acuerdo, señor- Asintió el pelo fucsia de gafas- Haré que parezca una pelea de bomberos entre Manzo y los demás.

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En el jardín de la casa de Gorozaemon Kano...

Yoshimune, como sus dos gatos guardianes, Sukehachi y Osono, cavaron la noche anterior un agujero donde echaron cereal dentro de él ya que según palabras de un conocido amigo de la shogun, era una manera eficaz de atraer y atrapar criaturas mágicas. La pelirrosa hizo todo con tal de buscar una solución con tal de liberar a su tio como asesor ya que éste fue presuntamente maldecido por una gitana luego de un reclamo por las compras del supermercado.

La shogun como su gatita negra estaban a primeras horas del día, a eso de las ocho o nueve de la mañana para ver que habían capturado esta madrugada.

-Muy bien, Osono, vamos a ver que hay.

Las reina y su gatita fueron a ver el pozo donde encontraron una gran ramada de hojas verdes y obviamente habían seres mágicos enterrados ahí.

Yoshimune decidió sacar a cada ser mágico atrapado en el pozo mientras que Osono le señalaba su especie.

-Veamos... Un pequeño diablo, una hada, una bruja, mono, espantajo, ninja, náyade, espíritu del bosque, gnomo y... ¡Lotería!

-Espera, ¿Estás bromeando Osono? Es Vegeta haciendo cosplay de Leperchaun- Yoshimune frunció el ceño mientras sostenía a un hombrecillo de pequeña barba negra, vestido de sombrero con un trébol de cuatro hojas, chaleco, pantalones negros, calcetines con rayas y zapatitos negros. La peculiaridad de ese hombre era que tenía un rostro afilado y una pipa en la boca.

La pelirrosa miró fijamente al enano el cual ya estaba empezando a molestarse.

-Debo asegurarme de que sea un duende irlandés

-¿Qué tanto me estás viendo idiota? ¿Acaso tengo algo en la cara?- Habló furioso el hombrecillo.

-Sí, es un duende irlandés.

-¡No me digas enano! ¡Maldita londinense!- El duende irlandés que tenía parecido exacto al principe saiyajin se soltó de la shogun y empezó una arremetida de golpes pero la pelirrosa esquivaba sus golpes con gran precisión.

-¡AAAAHHHH!

Yoshimune solamente se estaba riendo del enano quien empleaba la velocidad posible pero sin éxito.

-Jajaja, ¿Que te pasa pequeñín?- Bloqueó un puñetazo del hombrecillo irlandés- ¿Por qué te estás moviendo lentamente- Le conectó al rodillazo al cuerpo y lo golpeó a la espalda derribando al hombrecillo verde.

-¡No me rendiré!- El Vegeta duende se levantó y se lanzó otra vez al ataque mientras que la shogun disfrutaba de ver los alcances de su furia.

-¡Su majestad!- Irrumpió Sukehachi que estaba en su forma gatuna haciendo que la shogun se detuviera lo mismo que el Vegeta Irlandés.

-¿Qué pasa Sukehachi?

-Es sobre los Nikogumi y los Caballeros Templarios

El gatito blanco le comentó a la reina que había espiado hace unos momentos a Kotaro. El joven capitán para sacarse de inquietudes decidió hablar con Okubo y sus hombres sobre los siniestros ocurridos en los últimos dos veces a lo que los Caballeros Templarios negaron los hechos pero el gato mágico al no confiar mucho decidió espiarlos y comprobó en buena parte el problema.

Yoshimune con la declaración de Mitsuna y el trabajo de Sukehachi ya dio directo en el clavo.

-Sukehachi, ¿Dices que cuatro de los siete incendios fueron provocados?

-Sí, sin duda- asintió el gatito blanco- Hace unos momentos, Torazo fue a ver a Okubo y lo hablaron. Está claro que los bomberos de Okubo están involucrados.

-Aun así hay que vigilarlos más hasta estar muy segura- ordenó la reina.

-Sí, su majestad- El gatito mágico se disponía a ir cuando...

-¡Pelea conmigo insecto!- El Vegeta duende irlandés estaba en posición de ataque.

-Bien, tú lo quisiste- El gatito blanco se paró de sus patas traseras mientras que el duende estaba en posición clásica de boxeo.

(...)

TRES DORITOS DESPUÉS...

Sukehachi se llevó la paliza de su vida, tirado en el suelo y con muchos golpes a su alrededor mientras que el pequeño hombrecillo irlandés estaba bailando su danza tradicional sobre el cuerpo del felino. Mientras tanto Yoshimune como Osono estaban sin habla, jamás creían que ese duendecillo era tan fuerte como orgulloso al igual que Vegeta.

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Mientras tanto

En una de tantas calles del Barrio Shirakabe...

Kotaro estaba caminando a la estación de bomberos cuando de pronto un hombre de tercera edad se cruzó en su camino. El anciano parecía algo alterado como temeroso.

-¡Capitán Torazo, hay un problema!

-¿Qué pasa señor?

-¡Sus hombres están peleando!

-¿Qué?

-¡Vamos, rápido, capitán!

Sin tiempo que perder Kotaro y el anciano fueron al lugar donde se estaba produciendo un pleito posiblemente entre dos grupos de personas, presumible los hombres del Nikogumi y posiblemente una pandilla u otro grupo de bomberos.

Pero no solo ellos, una gatita negra que transitaba por ahí fue hacia donde se producía el alboroto,

(...)

En el pequeño espacio que había en la plaza de mercado, dos grupos de hombres se intercambiaban golpes sin parar, puños, patadas, empujones, eran los sonidos como los movimientos que se efectuaban mientras las traseuntes estaban presenciando lo habitual en su ciudad, otra disputa tonta que se resolvía a los golpes e insultos de gran calibre.

En ese momento, Kotaro y el anciano como algunas personas fueron hacia el lugar de los hechos, el capitán al ver que los oponentes de sus hombres no eran nada más ni menos que los Caballeros Templarios, el otro grupo de bomberos que protegía el distrito se interpuso en la contienda con tal de detener a ambos bandos y evitarse más problemas de los que ya tenían.

-¡Deténganse!- Gritó con autoridad el muchacho a lo que sus hombres obedecieron la orden.

-¡Capitán!

-Monji, ¿Qué sucede?

El muchacho castaño el cual estaba con varios golpes en la cara respondió a su superior.

-Capitán, esos sujetos nos golpearon de pronto, no sé por que razón.

-¿Qué?

-Es en serio, capitán, cuando íbamos a la plaza a comprar los alimentos, estos sujetos aparecieron y nos empezaron a golpear. No tuvimos más de otra que responderles.

El capitán conocía muy bien a todos sus hombres, podían defectos pero que ellos comenzaran una pelea aunque sea solo porque no era muy común en ellos.

El joven totalmente furioso fue hacia los hombres del otro bando, era claro que eran los hombres de Okubo.

-Son los Caballeros Templarios, ¿No? ¿Qué quieren?

-¡Cállate!

-¡Manzo Kunichi!- En eso llegaron un grupo de hombres uniformados de negro- ¡Somos el Inazuma Bugeicho! ¡Tenemos una orden de captura hacia ti y tu pandilla! ¡Si tú y tus hombres se resisten serán asesinados!

-¡No puedo creerlo!- El hombre sacó su cuchillo- ¡No importa! ¡Matemos a Torazo y a todos los que se nos crucen en el camino!

Los hombres del Inazuma Bugeicho y los Nikogumi tenían bolillos electricos y sus hachas. Los dos bandos se lanzaron al ataque, sobresaliendo los del Inazuma Bugeicho quienes no dudaban en emplear juttes o bolillos de tipo teaser.

Kotaro empujó de una patada a uno de los matones, otro de los hombres iba a encestarle un hachazo pero el muchacho se antepuso apretando sus brazos para mandarlo al suelo pero el templario se levantó y nuevamente usó el hacha para matarlo.

Ambos comenzaron un forcejeo que los llevó contra una pared adyacente a un callejón donde estaba un muchacho encapuchado de negro quien tenía un cuchillo en mano, en un rápido lapso de tiempo el asesino captó la espalda del muchacho a lo que se lanzó para acuchillarlo pero en un giro inesperado Kotaro se volteó y empujó a su oponente.

El sujeto fue empujado hacia atrás mientras que el muchacho sicario del cuchillo se lanzó al ataque para apuñalar a su supuesto compañero en la espalda, el hombre gritó de dolor mientras estaba estático hasta caer al suelo mientras que el muchacho encapuchado se quitó la capucha revelando a una rubia de ojos azules.

Manzo y sus hombres quedaron helados al ver a la chica.

-¡Maldición!

-Inazuma Candy... El León Dorado de Edo.

-¡Inazuma-san!

-¡Candy-dono!

La rubia dejó el puñal en el suelo y caminó tranquilamente hacia donde estaba Kotaro que estaba sin salirse del asombro.

-Candy...

-Torazo... Yo me ocuparé de esta pelea.

El muchacho sonrió mientras estrechaba la mano de la raijin.

-Muchas gracias, Candy. Te los dejo a ti entonces.

-Bien... ¡Chicos, escolten a los Nikogumi hacia la estación!

-¡COMO ORDENE, CANDY-DONO!- Los hombres como los bomberos fueron de inmediato a la estación de bomberos dejando solamente a Candy con Manzo y sus hombres.

El muchacho pelinegro como sus esbirros estaban temblando de miedo al ver a la rubia que decidió alistar sus nudillos de acero.

-¿Qué les ocurre chicos? ¿Acaso ustedes pretendían matar a Kotaro al crear este alboroto?

-¡No es asunto tuyo, maldita raijin!

-Claro que es mi asunto, Manzo-chan...- La rubia se posicionó en guardia mientras cargaba su cosmos en su puño derecho.

-...

-¿Qué les sucede chicos? Hace unos momentos estaban haciendo un desastre con tal de creerse los malos- La rubia elevó su cosmos mientras sonreía maliciosamente- Pero tal parece que cuando se topan con la fiera no pueden hacer nada contra ella... ¡Este es un regalo para Danjo Okubo con mucho amor! ¡PLASMA RELÁMPAGO! ¡CHEST!

El ataque insignia del León del Zodiaco fue directo hacia Manjo y sus hombres quienes terminaron retorciéndose por los incesantes ataques eléctricos de Candy hasta que cayeron al suelo. La rubia estaba de pie ahora con una mirada tranquila hacia los civiles que estaban presenciando los hechos.

-No se preocupen, no morirán pero quedan advertidos.

Manzo y sus hombres se pusieron de pie a la vez que estaban teniendo miedo de esa chica quien a sus espaldas tenía a un grande e imponente como colosal león dorado.

-¡Está bien... ya está bien! Nos vamos.

-¡Vámonos!

Los hombres se echaron a correr en polvorrosa mientras que la rubia miró al hombre que apuñaló hace unos segundos.

-Tendero... Prepara un ataúd... Pago el funeral.

La rubia decidió caminar tranquilamente, con manos en el bolsillo mientras entonaba una canción que se escuchaba a la distancia pero muy bien captada por los oídos de los testigos.