Discleimer: El mundo Harry Potter es de su autora. Sólo son míos Lennah y algunos personajes más, así como el fic en sí

Agradecimientos: a ti: mi editora, mi Slytherin y mi contable. GRACIAS


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- ¡Por el amor de Merlín, Severus! ¡Cómo puedes ser tan… tan…!

- ¡¿Y tú?! ¡¿Se puede saber qué narices te pasa por la cabeza ahora?!

- Eres tú el que ha empezado. - Como si de dos niños se tratara, Lennah y Severus se chillaban en medio de un pasillo cerca de la puerta del aula de Pociones.

- Oh, claro… yo he empezado… ¡Pero es que no puedes cerrar tu bocaza?! - Habían perdido los papeles, después de haber comenzado una conversación aparentemente cordial.

- ¡Pero si te ha venido! ¡Cómo quieres que…! - Y de arrepentimiento no estaban solos. Un alumno de primero vio la escena con los ojos casi saliendo de sus órbitas, pero aún así, algún instinto estúpido le hizo intervenir.

- ¡Pro..profesora! - los cuatro ojos más negros de Hogwarts que el chico recordaba haber visto jamás, se centraron en él y pareció darse cuenta de su error en el momento en que esto pasó.

-¡¿What?! - ambos profesores habían descontrolado su furia y ahora se encargaban juntos hacia el pobre crío.

- Y-yo… y-yo…

- ¡Diez puntos menos para Ravenclaw! - Su castigo se entremezcló con el de Snape.

- ¡Veinte puntos menos para Ravenclaw! - pero ambas frases acabaron al unísono - ¡Por interrumpir a su profesor! - El chico parecía más sorprendido por su coordinación que por el propio castigo que aparentemente estaba fuera de lugar.

Ambos profesores se miraron y cabrearon aún más por haber coincidido en las palabras. Se giraron hacía el crío que seguía ahí.

- ¡Largo! - Ambos vociferaron a la vez y frustraron mucho más.

Lennah cerró la puerta de la clase como alma que lleva al Diablo. Pisando fuerte y sólo como si el profesor de Pociones se tratara, habló a sus alumnos:

- Página 153, Unicornios: "Qué son y usos de ellos en el mundo mágico". Quiero una redacción de pergamino y medio al final de la clase. En silencio. - Se fue hacía su mesa y tiró los libros que llevaban encima de la misma. En el momento en que los libros cayeron, la clase dió un respingo y aterrizaron en caer en el parecido entre los dos profesores. - ¡No oigo garabatear ninguna pluma, ni como buscan la página del libro! - Dió la vuelta a la mesa y se sentó en el escritorio.

Los chicos contuvieron el aliento y obtuvieron un rebuscar en sus libros, casi presas del panico. Ella parecía satisfecha y se centró en sus propios libros.

"El hombre lobo o la mujer lobo, también es conocido como un Licántropo…. Aunque la licantropía se trata como una enfermedad.

Según la tradición muggle, se trata de una persona que se convierte en lobo en las noches de plenilunio.

También hay que revisar el término Luisón o Lobizón en guaraní. Se trata de uno de los siete monstruos de la mitología guaraní. El séptimo hijo de Tau y Keraná. Según la tradición guaraní se trata de un ser mitad humano, mitad bestia. Según la tradición es el séptimo hijo varón y al llegar a la adolescencia se transforma en Luisón.

¿Adolescente? ¿Cambio? TRANSFORMACION EN LA ADOLESCENCIA"

Revisó de nuevo los textos de los cinco libros abiertos que tenía delante y miró los apuntes que estaba tomando. ¿Lobizón y Licantropía? Pff… Suspiró, dejó la pluma y se fregó los ojos. Todo lo que había escrito ya lo sabía pero necesitaba encontrar algo… Algo más allá de esos textos.

Enfocó la vista en sus alumnos y vio el cuchicheo entre dos de sus alumnos.

- ¡En silencio, Slytherin! - Decidió caminar entre sus pupilos.

Miró por encima del hombro a varios de ellos, pero nada de lo que escribieron era destacable. Como ella, no vieron más allá del libro de texto. Si la clase no fuera de Gryffindor y Slytherin…. Hubiera cambiado algo? ¿Algún Ravenclaw encontraría la llave? ¿Oh un Hufflepuff?

No se había dado cuenta pero ahora estaba en el lado opuesto de donde había comenzado a caminar. Estaba apoyada en la puerta con las manos detrás del vestido, con una visión en perspectiva de sus alumnos. Tantos Gryffindor como Slytherin, una proporción bastante parecida de chicas y chicos…. Chicos…

- ¡Hijo varón! - Más que su susurro, fue ver como su vestido se movía a toda prisa por el aula lo que hizo que sus alumnos levantarán la vista de sus libros y pergaminos. Ella ni se percató. Aterrizó en su escritorio y revisió los cinco libros que tenía en él buscando uno en concreto y en cuanto lo tuvo, se sentó en su silla y pasó páginas hasta dar con el texto que buscaba. - "Según la tradición guaraní se trata del séptimo hijo varón de Tau y Karaná", por tanto… - Empezó a garabatear en su pergamino, anotando lo que acababa de pasar por su cabeza:

"Solo afectaría a los varones de esa familia o que descenderían de la misma… Por ello no es concluyente que ambas razas sean genéticamente iguales y podría existir cura para esta enfermedad: La licantropía "

- ¿Se puede saber qué les pasó por la cabeza? - Delante de ellos: Albus parecía agotado. Estaba sentado en su escritorio, con la espalda bien apoyada en el respaldo de su butaca y con las manos entrelazadas en su regazo, esperando pacientemente que uno de los dos tomará la iniciativa. - Profesores… uno de los dos debería empezar a explicar algo. Lo que mar. - Añadió viendo que iría para largo.

Ambos morenos seguían de pie, ambos con casi la misma expresión y con la misma postura. Manos delante de su regazo, entrelazadas y contenido algo en sus propias cabezas. Albus no sabía si reír o castigarlos… tenerles ahí y de esa manera era como haber vuelto al pasado… como cuando eran alumnos. La diferencia era que, por edad y por profesión, no necesariamente estar ahí y menos para un toque de atención, pero lo estaban.

Suspiró, tomó un caramelo de un cuenco de cristal trabajado y empezó a desenvolverlo.

- Sigo esperando. - Terminó de desenvolver el caramelo cuando ambas voces le llegaron al unísono.

- Ha comenzado él.

- Empezó ella.

Aguantó la carcajada que estaba por salirse de su garganta cuando vio que ambos primos se giraban para mirarse con odio.

- Pero se puede saber que te pasa por la cabeza? - Gryffindor había tomado la iniciativa y esperaba ver el efectivo golpe de Slytherin mientras se metía el caramelo en el paladar.

- ¿A mi? Eres tú quien debe llamar siempre la atención.

- ¿Yo? Tu, maldito egocéntrico, eres quien lleva todo a lo personal. Era una maldita pregunta trivial que ha tenido que transgiversas y retorcer hasta el más …

- ¡Contigo nada es solo lo que insinúas! - O los separaba en ese momento o corría el riesgo de que ambos sacarán la varita.

"Toc-toc" salvados, literalmente, por la campana.

Los tres adultos se giraron hacia la entrada del despacho para encontrarse a una sorprendidisima subdirectora mirando la escena.

- ¿Interrupción? - La sonrisa de Albus le hacía ver que no lo hacía, pero la cara de sorpresa de los jóvenes profesores era más difícil de descifrar.

- No, Minerva no interrumpe. - La profesora dio un par de pasos más y mirando a ambos profesores sin entender qué pasaba ahí, se acercó a la mesa del Director.

- Ha llegado esto. - Dejó un pequeño pergamino encima de la mesa, pero tapando el mismo con su propio cuerpo. En cuanto Albus se fijó en caligrafía el ambiente del despacho cambió. Tomó el pequeño pergamino entre sus manos y miró a los jóvenes profesores.

- Entiendo que sus diferencias vienen de lejos, pero ya no son estudiantes, ni alumnos de casas rivales, así que les insto a que prueben otro enfoque a su relación … o si más no, que esta relación no afecta a sus alumnos. - Tanto Severus como Lennah notaron sus mejillas arder.- Ahora, por favor, vayan en paz y continúen los quehaceres de hoy en armonía. - Hizo un gesto para despedirlos mientras volvía al pergamino.

Los profesores asintieron y emprendieron su camino hacia la salida.

Inevitablemente al salir ambos profesores se miraron con odio contenido.

- Deberías controlar tu genio. - Lennah estaba enfadada. Esa mañana solo había acudido a Severus para pedirle información sobre un par de ingredientes y por alguna razón que ya ni recordaba, habían terminado enzarzados en la enésima discusión desde que había comenzado el curso.

- Y tú deberías controlar tu bocaza. - Severus también estaba enfadado. Desde que ella había vuelto a aparecer las broncas prácticamente surgían en cuanto se veían… parecía inevitable y eso hacía que su humor fuera de mal en peor.

En un ejercicio de autocontrol que le estaba costando quedarse sin nudillos, de lo fuerte que estaba apretando sus manos, miró a los ojos a su primo

- Esto tiene que acabar. Al menos en Hogwarts. - Él asintió. Ella tenía razón, pero no se lo iba a decir, así que giró sobre sus talones y se fue hacia su despacho.

Ella lo vio irse ya cada paso de distancia sus manos se relajaban un poco más.

¿Cuándo había comenzado todo ese odio?

Suspiró y, a la vez que el cuerpo de Severus desaparecía al final del pasillo torciendo a la derecha, ella se giró y emprendió su camino hacia la biblioteca.

Hoy ya no tenía más clases y esperaría para ir a ver a Hagrid, así que emplearía su tiempo en comprobar si su idea de que el Lobizón y la licantropía eran dos conceptos diferenciados y si era así… se le iba a girar trabajo.

Llegaba tarde. Lo sabía. Pero se había olvidado del mundo en la biblioteca y antes de ir donde Hagrid debía pasar por su habitación a recoger un par de botellines, una chaqueta y un par de botas que ya se pondrían en la Cabaña.

Iba corriendo por el pasillo que daba a la puerta principal cuando chocó con algo … alguien. No tenía tiempo para eso, pero su cuerpo se trastabilló y se quedó espatarrada en el suelo.

- Agh. - Había conseguido que los botellines llenos de líquido no se rompieran, pero para ello había olvidado que tampoco era recomendable que su cabeza pícara en el suelo.

- ¿Está usted bien? - No tenía ni idea de con quién había chocado, pero esa voz no la reconocía. Se tocó la cabeza y se incorporó lo suficiente para ver que solo le dolía algo el trasero y un poco más la cabeza.

- Sí. - Y de repente cayó en lo que acababa de pasar. Se incorporó de golpe, pidiendo mil y una disculpa y recogiendo la chaqueta y las botas que habían quedado en el suelo, a su lado. - Lo lamento mucho. No miraba. Llegaba tarde y… lo lamento de veras.

- ¿All Right? - Una mano tendida delante de sus ojos hizo que levantase la cabeza.

Tomó la mano y su calidez le sorprendió. Era un hombre elegante, algo mayor que ella, que vestía con una preciosa túnica gris que iba a jugar con sus ojos. Tenía el pelo corto y rubio, el rubio más claro que ella hubiera visto jamás.

- Si, yo… lamento de veras no haberle visto. - No le soltaba la mano y eso hizo que ella levantará la vista y ambos podrían verse los ojos, pero ella los desvío. Por alguna razón le hacía sentirse incómoda. - Yo… debería irme… como le decía, llego tarde. - El hombre sonrió.

- Sí, es lo que más ha repetido en este rato. Eso y sus disculpas.

- Y vuelvo a hacerlo… lamento de veras haber chocado.

- Disculpas aceptadas. - El hombre parecía estar divirtiéndose con su incomodidad.

- Yo… si me devolviera mi mano se lo agradecería, de verdad que llego tarde. - El hombre miró sus manos aún cogidas y luego la miró de nuevo.

- Vaya con cuidado… Hogwarts no es un buen lugar para ir corriendo y sin mirar. - La dejó ir y pasó tranquilamente hacia el gran comedor, donde alguien le esperaba.

Ella reparó un par de segundos en darse cuenta de que su mano volvía ser suya y en que llegaba tarde, así que volvió a la carrera sin mirar atrás, hasta llegar a la cabaña de Hagrid.