Mini capitulo esta vez.
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Casa de Seguridad – Miércoles 12:15 am.
Shuichi y compañía habían llegado finalmente. La lluvia les había demorado una hora más el viaje.
El del FBI le había sugerido a Ai que vaya adelante para que pudiese hablar con Chikage, y así él poder descansar en los asientos traseros. Como las conversaciones entre mujeres nunca fueron su fuerte, se la pasó gran parte del trayecto dormido.
Cuando Yukiko les abrió la puerta, vieron que estaba con cara pálida y cansada.
- Wow. ¿Estás bien?
- Me llegas a decir que tengo cara de demacrada Shuichi-kun, y te mataré lentamente – Dijo con amenaza mientras entrecerraba los ojos con fastidio.
- Mejor me quedo callado – Contestó mientras abría y cerraba los ojos en confusión, y se adentraba a la casa.
- Había olvidado el sufrimiento de manejar entre las calles estrechas, los malditos embotellamientos y la imposibilidad de estacionar. Tardamos una eternidad en llegar.
- Al menos no te quedó la cola cuadrada como a mí por manejar hasta allá y volver – Dijo Chikage. – Quiero un baño bien largo y relajante.
- Te sigo – Opinó Ai.
- Más conversaciones entre mujeres que no tengo que escuchar – Dijo al mismo tiempo que recibía tres miradas feroces.
- Hazme un favor. ¿Puedes ir a ponerles un freno a los del living? No pararon en todo el día y si siguen en esas cuatro paredes van a enloquecer – Le pidió Yukiko.
Shuichi se extrañó por el pedido y empezó a preocuparse por lo que podía llegar a encontrar… y no se equivocó. Al pasar a la sala, se encontró con que tres de las cuatro paredes de la habitación estaban empapeladas. Una se encontraba en blanco. Pero las otras tres estaban cubiertas con noticias resaltadas, caras de personas con nombres que no conocía, números de expedientes e hilos de distintos colores conectados con tachuelas.
Chikage y Ai, que lo habían seguido, se quedaron mudas mientras veían… ¡Esa cosa!
- Ya llegaron – Exclamó Toichi al ver a su mujer.
- ¿Qué… diablos es todo esto? – Preguntó Chikage mientras veía el salón.
- Lo que pensamos que era una pequeña red, terminó siendo una gran telaraña. – Le contestó Yusaku.
- Y para colmo no terminamos. Nos falta terminar de unir la información con la del resto. – Dijo Heiji mientras se frotaba los ojos en señal de cansancio.
- Basta por hoy. Váyanse a descansar – Ordenó Shuichi.
- Pero tenemos la información fresca – Exclamó Saguru quien tenía los sesos quemados.
- Si estuvieron encerrados acá todo el día sin salir a respirar, no van a poder procesar más información. Salgan un poco al patio de atrás a respirar y váyanse a dormir. Mañana empezamos temprano con energía renovada. Así como estamos todos ahora, no vamos a poder relacionar nada con nada. ¿El resto dónde está?
- Dividido por toda la casa – Dijo Yusaku.
- Genial. Iré a decirles lo mismo.
- Shuichi… ¿Estaba todo bien allá? – Preguntó Heiji con interés antes de que se vaya.
- Sí. Mouri-san tuvo un pequeño ataque de pánico al despertarse pero Shinichi se encargó de calmarla. Haibara-san trató su herida también y estará bien en un par de días. Con respecto al resto de las chicas estaban bien y sin heridas. A Toyama-san la noté tranquila y bastante amigable con todos. No me dio la misma impresión con respecto a Nakamori-san, por ende Toichi, debo advertirte que puede que Kaito se saque de quicio.
- No te preocupes. Ya hablé esta mañana con Ginzo y me advirtió que podía llegar a ocurrir. Kaito sabrá arreglarse.
- Heiji, cuando terminemos irás para allá. Sabes que tanto tú como Saguru van a poder ayudar hasta cierto punto y luego deberemos encargarnos nosotros de seguir la operación.
- ¿A cierta persona le pareció bien la idea? – Dijo con los ojos entrecerrados.
- Me dijo que no había problema y que probablemente necesitaría un salvavidas a futuro. – Respuesta que llamó la atención del detective. – Además, es lo más lógico considerando que Toyama-san está allá. En fin, basta de charla. ¡Fuera todo el mundo! ¡Fuera!
Shuichi fue a buscar al resto de la gente que se habían dividido en los ambientes de la casa para mandarla a dormir. Parecía el padre de todos.
Casa de los maizales – Miércoles 01:30 am.
Los chicos habían establecido turnos de guardia. Shinichi por algún inexplicable motivo solía activarse a la noche, por lo que Kaito agradeció que haya elegido el día de hoy. Él se encontraba bastante cansado.
El joven mago dormía en la habitación enfrentada al de las chicas. La última de todas, era la matrimonial en la cual habían dormido Ai y Chikage ayer. Considerando el número de personas que quedó, no tenían necesidad de usarla.
Shinichi estaba sentado en la cocina con una taza de té caliente mientras miraba los resplandores producidos por el choque de nubes cargadas de electricidad estática. En el campo, la oscuridad era mayor en comparación a la ciudad ante la falta de luminaria de los postes de luz. Por ende, este tipo de fenómeno se podía apreciar con mayor facilidad.
El cielo relampagueaba tanto, que lo inevitable se produjo luego de seis segundos. No fue un trueno. Fue un rugido tan fuerte que hizo temblar todos los vidrios de la casa, causando el efecto sonoro de una bomba que acababa de explotar.
Después de eso, dentro de la casa se escucharon tres gritos al unísono y un golpe seco. Shinichi que ya se había acostumbrado a ver en la oscuridad por haber estado ya unas cuantas horas en guardia y sin luz, avanzó por el pasillo sabiendo muy bien lo que había pasado.
Cuando estaba por llegar a la habitación de las mujeres, Kaito salió apresurado para saber qué estaba pasando.
- No les pasó nada. Fue sólo un trueno y se asustaron. Déjate de caer de la cama. Se escuchó tu golpe desde la cocina.
- ¡Fue una bomba atómica eso! – Dijo con los ojos abiertos. – Hasta yo me desperté.
- ¡Concuerdo! – Gritó Kazuha mientras abría la puerta apresuradamente.
- Que exagerados que son.
- ¡Tú porque estabas despierto desquiciado! – Gritó Kaito entre los truenos que no parecían querer parar.
- ¿Esto va a demorar mucho? – Consultó una asustada Aoko.
- No sabría decirte – Respondió el detective.
- ¿¡Por qué están a oscuras!? – Preguntó la de Osaka. - ¿¡Quieren prender la luz?!
- ¿Acaso tienes miedo de los fantasmas? – Cuestionó el mago.
- ¡¿Dijo fantasmas?! – Gritó Ran que se había quedado en la cama dado que no tenía que moverse mucho.
Otra vez se escuchó una bomba de estruendo, provocando que las tres chicas volvieran a gritar.
- ¡Ya dejen de gritar! – Dijo un exaltado Kaito.
- ¡Pues tú tienes la culpa idiota! ¡No menciones fantasmas cuando hay oscuridad, tormenta y estamos en el medio de la nada! ¿No tienes siquiera un poco de miedo? – Dijo exaltada Aoko.
- Lo único que me asusta en estos momentos es tu cara. ¿Todavía no te sacaste ese miedo? Sigues siendo una pequeña niña.
- ¡Ya cállate! Perdona por ser tan infantil.
- Hay que decirle entonces a Akako que te escriba la muñeca devuelta. Como cuando pensaste que había un fantasma en el colegio – Dijo mientras le sonreía con sarcasmo.
- ¡No sé qué me dices si tú también estabas muerto de miedo ese día! ¿O acaso no recuerdas el mamporro que te diste en la escalera y tu cara de pánico cuando viste tu cara con sangre que no era tuya? – Le dijo con sorna.
- Al menos no me desmayé en el baño como cierta persona.
- ¡Yo no tengo la culpa que el profesor Asou haya estado haciendo experimentos raros para recuperar el pelo! Al final después se nos hizo tarde para volver a casa.
- ¡De que te quejas si te cargué todo el camino porque estabas desmayada!
Shinichi que estaba viendo la escena desde afuera, vio que Kaito después de tanto tiempo… estaba siendo él. E increíblemente se estaba divirtiendo con el ida y vuelta de respuestas. No los entendía. Tenían una relación bipolar extrema. Pasaban del odio al amor en segundos.
- Ejem – Exclamó el detective. – Vuelvan a dormir. Ya es tarde – Dijo mientras se daba la vuelta para volver a la cocina.
- Si tú piensas que dormiremos con esta guerra celestial, estas más que equivocado – Le exclamó Kazuha.
Y de repente algo golpeó la ventana de la habitación de las chicas con fuerza, provocando que Ran gritara del susto y salga apresuradamente de la cama para ir donde estaban ellos.
- Yo no me quedo aquí sola. – Las chicas la abrazaron mientras tiritaban de miedo. – ¡Quieren prender la luz de una maldita vez!
Shinichi prendió la tecla del pasillo y se fue caminando, dejando a tres chicas abrazadas entre ellas y a un mago que lo miraba con fastidio.
- Tú siempre tan tranquilo. Envidio eso – Dijo en voz baja mientras ponía una mano sobre el hueso de su cadera.
Kaito al ver que reinó el silencio dirigió su mirada hacia el trío para ver qué había pasado. Sólo se encontró con seis ojos que los estaban viendo con curiosidad. Parpadeó un par de veces en señal de confusión hasta que miró lo que estaban contemplando. Y fue cuando se percató de que se había olvidado de colocarse la remera cuando salió del cuarto, dado que nunca duerme con ella. Eso le pasaba por apurado.
- ¿Qué demonios estuviste haciendo para ponerte así? – Exclamó Aoko mientras lo señalaba con un dedo y prestaba atención a cada centímetro de su piel y a la musculatura que había adquirido.
No sabía si era porque estaba dormida, o si era en realidad por la falta de sueño. Pero no pudo evitar hacer el comentario. Quizás mañana… o en un par de horas, se lo auto recriminaría y se arrepentiría hasta que se muera. Pero en estos momentos, estaba disfrutando del show. Y whoa que estaba bueno…el show por supuesto. No el mago. Estaban peleados y se supone que eran enemigos. Aunque el show y el mago eran lo mismo. Pero no importaba. Su cerebro lo podía separar… ¿No?
Kaito por otro lado se avergonzó un poco por el comentario aunque no lo reflejó en su rostro. Respiró calmadamente para no salir corriendo sin reparar en que al hacer eso sus pectorales se expandían un poco más de lo habitual, ganándose otra vez el examen clínico visual de las mujeres. Se dirigió a su habitación nuevamente a buscar la prenda, dejando a las tres mujeres solas en el medio del pasillo.
- Oh, oh – Se escuchó exclamar al detective a la lejanía.
- ¿Qué… – Y la luz de repente se cortó –…sucede? – Terminó de decir Ran, en un susurro miedoso.
- Ay no. Lo único que faltaba – Exclamó Kazuha.
Shinichi estaba muy, pero muy tentado en jugarles una broma sabiendo lo asustadas que estaban. Pero desistió. No era el momento para jugar considerando lo que habían vivido estos días. Y tampoco tenían la relación de antes como para tomarse la libertad de hacerlo.
Sin embargo, el destino parece que quería decirle que deje de ser tan serio y se divierta un poco. De repente el viento aumentó, provocando que la puerta del mosquitero se abriese y cerrase con fuerza, golpeando la puerta principal. Dicho hecho, hizo que las mujeres se alteraran y saltaran en el lugar. No gritaron, pero bastó para que se atemorizaran más de lo que estaban.
Kaito con la remera ya puesta y al haber escuchado el golpe, se apresuró a salir al pasillo y ponerse delante de las chicas. Pero no vio nada fuera de lo habitual.
- ¡Shinichi! – Dijo gritando pero susurrando al mismo tiempo.
- ¿Para qué susurras tonto? - Le contestó con voz normal – Sólo fue el viento que golpeó la puerta de entrada. No hay peligro. Empezaré a creerle a Nakamori-san sobre que eres un miedoso – Explicó mientras se escuchaba nuevamente el portazo y miraba por la ventana para cerciorarse de que había sido realmente eso.
- Cállate idiota.
Kaito al tener el visto bueno, creó luz en sus manos con uno de sus típicos juegos de magia. Iluminó el sector donde estaban las mujeres, encontrándose con tres rostros pálidos. La imagen por alguna razón hizo que se apene un poco por ellas.
- ¿Shinichi, tienes idea si hay velas en la cocina?
- Como si pudiera ver en los cajones y alacenas con la oscuridad. A ver genio si vienes para acá y me ayudas. Seguro que tienen porque debe ser común que pase esto acá.
- Vamos – Les dijo al grupo con voz tranquila y una gran sonrisa para intentar apaciguarlas un poco. – ¿Dónde está tu celular? ¿Podrías haber usado la linterna?
- Se estaba cargando en la habitación.
- Ah.
Las chicas al llegar a la cocina ayudaron al detective a buscar las velas. Las encontraron rápidamente, y fueron prendiendo un par mientras las colocaban sobre platos de té.
- Espera – Le dijo Ran a Shinichi al ver que iba a prender otra. – Para no encender tantas. ¿Podemos… quedarnos en el living? No sé ustedes pero yo no quiero estar en la habitación a oscuras con… no sé qué cosa golpeando la ventana.
- Les pondré un par de velas para que no esté oscuro. Lo de la ventana debe ser alguna rama que voló o algo por el estilo.
- A decir verdad… yo tampoco quiero – Dijo Aoko mientras se abrazaba así misma sintiendo algo de frío.
Shinichi miró a Kaito sin saber qué responderles. Iba a ser una larga noche.
El mago encogió los hombros y agarró dos de las velas y se dirigió al living. Puso una sobre la mesa y la otra sobre la encimera de la chimenea, mientras sacaba las fotos que estaban cerca.
Una de las velas quedó en la mesa de la cocina, y pusieron otra sobre la mesa del living por si alguno tenía que ir hasta el baño.
Las chicas se sentaron en el sofá en tanto que Kaito desapareció en la oscuridad para volver con una frazada liviana, un acolchado más grueso y una almohada. Les entregó la liviana a las mujeres mientras que el resto de las cosas las colocó sobre el suelo. Se acostó sobre ellas y se quedó mirando al techo con los brazos atrás de la cabeza.
- ¿Piensas dormir en el suelo? Te quedarás duro – Consultó la de Osaka.
- Puedo dormir en cualquier lado. No me molesta.
- Oh sí. Lo he tirado del colchón varias veces para despertarlo y seguía durmiendo en el suelo sin problemas. – Explicó Shinichi mientras recibía una mirada de furia de su amigo.
- Oye, ¿Por qué te quedas en la cocina?
- Más ventanas, mejor visión. – Respondió simplemente.
- Antisocial como siempre – Dijo mientras cerraba los ojos y bostezaba.
- ¿Cómo pudiste ver en la oscuridad tan fácilmente y buscar estas cosas? No vi que hayas iluminado la habitación – Preguntó extrañada Ran mientras veía al joven mago desde el sofá.
- Tengo cierta facilidad para recordar estructuras edilicias o habitaciones y su contenido. No importa si después estoy con iluminación o no. Aunque si no lo veo al corto plazo o con cierta recurrencia, se me olvida.
- Déjame hacerte una prueba. Total… tenemos tiempo de sobra. – Dijo mientras veía las fotos. – Aoko-chan hazme un favor y ponte al lado de Kuroba-kun. Quiero que ambos miren una foto por 30 segundos.
- ¿Por qué yo?
- Porque estás más cerca y eres normal – "Cómo si fuese la única razón por la que hago esto. Despotricas mucho contra él, pero en realidad estás contenta que esté acá ¿O no Aoko-chan? No me perdí tú análisis minucioso muscular cuando estábamos en el pasillo" – Pensaba con cierta maldad interiorizada que Aoko sintió.
- Oye, ¿Qué quieres decir con que ella es normal? ¿Y yo que soy? – Exclamó mientras se sentaba.
- Puedo responder eso – Dijo Shinichi.
- Tú cállate que eres el menos normal de esta casa.
- Bueno, ahora miren bien la foto. Si bien la iluminación no es de lo mejor, podemos hacer la prueba – Les explicó mientras veía como los segundos de su reloj avanzaban hasta alcanzar los treinta. Bajo la foto para que dejen de verla –Ahora díganme. ¿Cuántos árboles había atrás de la nena?
- Dos. – Dijeron al unísono.
- ¿De qué color era el pelo de la nena?
- Morocho. –Dijo Aoko.
- Negro – Comentó el mago al mismo tiempo.
- Bien, ahora… ¿Cuántas flores tiene el vestido de la nena? – Y vio como Kaito pensaba la respuesta por cinco segundos mientras contaba para adentro.
- 21, si las cuentas como rosas enteras.
- ¿Aoko-chan?
- No las conté.
- Bien. ¿Cuántos pétalos tenía la parte de arriba del vestido?
- 10 – Respondió sin dudar el mago mientras que Aoko no respondía.
- ¿Ven la diferencia? Kuroba-kun… parece que tienes memoria eidética. Pensé que no era posible en los adultos – Exclamó la karateca con sorpresa.
- ¿Qué se supone que es eso? ¡Vos y Shinichi son iguales! Dejen de adjudicarme cosas raras. Menos mal que no recuerdo palabras.
Ran se sintió rara con el comentario y terminó callando mientras desviaba la mirada a su ex pareja.
Se había sentado lejos de la vela, por lo que sus rasgos apenas eran iluminados por la tenue luz. Se encontraba serio, con esos ojos afilados mirando hacia la ventana y con los brazos cruzados.
- "Ojala pudiese parecerme a él o sentirme más a su alcance. Pero lo veo tan imposible. Incluso estando solo, su postura gesticular indica que se encuentra a la defensiva permanentemente. No sé qué hacer con él o cómo hablar con él. Cada vez que lo intento, digo algo que le molesta" – Pensaba mientras suspiraba.
- Ran-chan, ¿Qué es eso que dijiste? – Preguntó Aoko con curiosidad, sacándola de sus pensamientos.
- Seguro que alguien que conozco sabe lo que es – Dijo con burla el mago.
- No tengo ni idea. – Dijo el detective.
- Espera, ¿Qué? – Dijo sorprendido el mago mientras se giraba para verlo. - ¿Dónde está mi teléfono? ¡Tengo que grabar esto! ¡Milagro! – Dijo mientras elevaba los brazos al cielo.
- Kaito… te golpearé – Lo que le causó una pequeña carcajada del grupo.
- ¿Entonces qué es? Ahora estoy curioso. – Dijo Kaito.
- Emm. Es… la habilidad para recordar cosas o imágenes con un nivel de detalle impresionante y muy preciso. Es muy rara encontrarla en adultos, dado que se encuentra sólo en los chicos. Cerca de los seis años generalmente deja de desarrollarse porque dejamos que ciertos juicios o pensamientos externos modifiquen la imagen de lo que vemos, o porque encontramos otros métodos para recordar las cosas. Por eso lo hice con Aoko-chan al mismo tiempo para que vean la diferencia. Yo tampoco podría recordar o notar lo que hiciste.
- ¿No es memoria fotográfica eso? – Preguntó el detective.
- Hay algunos que dicen que son lo mismo, otros que no. Son parecidas pero no iguales. La fotográfica es la capacidad para recordar durante más tiempo ciertas escenas o imágenes. Según Kuroba-kun, olvida las cosas si no las ve con cierta frecuencia. El que tiene fotográfica, es justamente como si sacara una foto y la pone dentro de un álbum en su cerebro y queda generalmente de por vida. Por eso pueden recordar citas con perfección o la página de un libro en segundos.
- Pero entonces tú también tienes eso – Exclamó el mago al detective mientras lo miraba.
- No. Shinichi es diferente. Él tiene muy buena memoria y excelente poder de observación y análisis. Pero su mente no funciona como un scanner. Se toma ciertas libertades al momento de recordar lo que ve, dado que elimina lo que no es esencial en su análisis. Por ejemplo, si le muestro una foto con mucha gente que tiene paraguas, probablemente sepa contestarme cuantas personas y cuántos paraguas había, cuántos estaban cerrados y cuántos abiertos, o cuántos del mismo color había.
- Pero no el orden de los paraguas con su color individual.
- Exacto. Él suele emplear reglas nemotécnicas que lo ayudan a memorizar las cosas.
- Ahora entiendo. ¿Y tú cómo sabes todo esto?
- Cosas de la universidad – Dijo de manera sencilla mientras se sentaba en el sofá.
Shinichi se le quedó mirando por largo y tendido momento, mientras los cuatro hablaban de cualquier tema.
- "¡Maldición! Me conoce de pies a cabeza sin importar que no nos hayamos visto por dos años. No sé si sentirme bien o mal por eso. Aunque ella nunca fue tan analítica como ahora. Algunas cosas sí cambiaron y era lógico que ocurriese también"
- "Dijo universidad… estoy curioso. Quiero preguntarle que está estudiando, a cuál está yendo, quienes son sus amigos, qué estuvo haciendo todo este tiempo. Kisaki-san incluso mencionó que tenía una tarjeta porque estaba trabajando. ¿De qué? ¿En dónde? Cuantas cosas que cambiaron en tan poco tiempo. Como me hubiera gustado que las cosas sean distintas, pero no puedo cambiarlas. No hubiera podido quedarme por más que quisiera." – Pensaba mientras se pasaba inconscientemente la mano por la nuca.
- "Al menos la veo contenta, y veo que pudo seguir con su vida. Me alegro por ella dado que es lo que yo quería. No debería sorprenderme que en cualquier momento tenga novio nuevamente. Aunque la idea no me guste para nada. Sé que soy egoísta, pero no puedo evitarlo. Creo que fue y será la persona más importante para mí por siempre". – Reflexionó con una sonrisa triste mientras volvía a mirar la tormenta a través de la ventana.
- Shinichi, ¿Estás bien? – Preguntó en voz baja Ran, quien se había acercado por un vaso de agua.
- Sí, ¿Por qué? – Preguntó con sospecha.
- De repente estabas como ansioso y melancólico a la misma vez.
- "¡Carajo! Se volvió buena en analizar a la gente. Ahora que también lo pienso, en el auto supo que Kaito estaba incómodo".
- ¿Quieres un vaso de agua? – Le ofreció mientras llenaba su vaso con una de las botellas de agua que estaba sobre la mesada de la cocina.
- No, estoy bien. Gracias. Ten cuidado con tu herida – Dijo admirándola con gran grado de detalle mientras se encontraba de espaldas.
Sus pupilas se pusieron negras inmediatamente al ver su imagen. Se había puesto un camisón de satén. Era corto, negro y de tiras finas, dejando desnudos sus hombros, clavícula, parte de su espalda y brazos. Si bien la prenda era relativamente suelta, asentaba su cuerpo dejando ver que su pecho se había desarrollado un poco más en estos dos años y que su figura seguía siendo igual de atlética que en su época de adolescencia.
Siguió bajando la mirada notando que el camisón terminaba un par de centímetros debajo de su cola, permitiéndole a Shinichi tener un muy buen vistazo de sus largas y esbeltas piernas, producto de haber practicado karate todo este tiempo. Por más que no hubiese mucha luz, podía ver a la perfección su silueta y no podía evitar pensar en lo sexy que se veía. Si seguiría siendo su novia… no había forma de que saliese intacta de la cocina. Subirla sobre la mesada y atacarla sería lo más leve que le haría.
- Sí, no te preocupes por eso.
- ¿Quién dijo que estaba preocupado? – Dijo desviando la mirada de su cuerpo. Si no lo hacía… en cualquier momento iba a explotar como huevo duro en el microondas.
Ran sabía que no estaba diciendo la verdad por lo que sonrió. Podían pasar miles de años, podían pelearse, podían intentar rearmar sus vidas… pero nunca dejarían de ser ellos. El 70% de su vida lo pasó junto a él, sin importar que varios meses estuviera convertido en Conan. Y si bien sabía que era muy posible que él haya decidido avanzar con su vida sin ella, no pudo evitar ser egoísta por un momento.
Ran miró con disimulo al living, notando que los tres integrantes estaban hablando animadamente y no les estaban prestando atención. Dejó el vaso lleno al lado de Shinichi, quien miró extrañado la acción. A continuación, sopló la vela dejándolos a oscuras, y aprovechó la ocasión para agacharse y abrazarlo por atrás, colocando sus labios al lado de su oído.
- Por más que digas que no, sé que no piensas así. Gracias por venir a ayudarme, tonto detective aficionado de los misterios. Perdóname si a veces no soy la mejor persona – Le susurró con dulzura.
Considerando que no podía ver, suavemente fue bajando con sus labios desde la oreja hasta su mejilla, provocando que la respiración contra su oído y piel estremezcan al detective. Apoyó su boca sobre el cachete, y movió lentamente la parte interna de sus labios hasta que se unieron con apenas un poco de presión. Luego separó sus labios de su mejilla sin hacer ruido, dejando que el calor y la dulzura de la acción, queden impregnados en su piel… y en su mente.
El corazón de Shinichi se olvidó de palpitar por unos segundos hasta que se acordó de funcionar. Empezó a golpear repetida y fuertemente su caja torácica, queriendo compensar la falta de palpitaciones. Era tan fuerte que podía sentirlo en sus oídos, y por alguna razón, le costaba respirar.
- ¡Oh se apagó la vela! – Exclamó haciéndose la tonta mientras lo soltaba. Agarró su vaso de agua y se dirigió al sofá nuevamente con una sonrisa juguetona.
Kaito vio la expresión de Ran, y le llamó la atención que Shinichi se haya quedado a oscuras. Pero como no vio nada raro se limitó a quedarse acostado. Le estaba dando sueño y la tormenta disminuyó su intensidad, por lo que en cualquier momento se iba a rendir a Morfeo.
Treinta minutos después, se quedaron todos dormidos, a excepción de un pobre hombre que se quedó sólo en la cocina, sin moverse y con la cabeza hecha un lío otra vez.
- "¡¿Que mierda fue eso?!" – Se preguntaba el pobre chico de ojos azules.
