Mil gracias a Zulaypao22, Arual17 y Ferchus 12356 (Quiero saber qué pasó con el 4 todavía). Me han hecho reír con sus comentarios. Pero lamento decirles que… seguirán sufriendo. ¡Sépanlo!
¡Espero les guste el capítulo!
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Casa de los maizales – Domingo 20.40 pm.
Después de haber escuchado el audio del oficial Yoshida, las tres chicas se habían quedado estáticas y en silencio en el living de la casa por un tiempo.
Ran necesitaba ocupar su mente con algo y se levantó para limpiar los platos del mediodía.
- Estoy empezando a creer que las que atraemos las cosas negativas somos nosotras y no ellos. – Le dijo Kazuha mientras agarraba un repasador para secar los platos.
- Yo creo que nuestro timing para estar en el momento y lugar no indicados es perfecto. – Le respondió.
- No importa la cantidad de talismanes que compre, nunca serán suficientes para combatir los deseos más oscuros de la gente.
- O quizás tiene que ser así. – Opinó Aoko acercándose. – Piénsenlo de esta manera. Si las cosas no hubiesen ocurrido mientras ustedes o los chicos estaban presentes… ¿Cuántas personas estarían todavía libres por ahí cometiendo más atrocidades?
- Digamos que los índices de Tokio de inseguridad aumentaron significativamente este último tiempo. Por ende, no estoy muy segura de que haya ayudado a reducir ninguna estadística. – Dijo Ran.
- Heiji está teniendo más trabajo que nunca también. – Agregó Kazuha mientras lo miraba. Se había quedado en silencio viendo por las ventanas de la cocina.
- Los números podrían ser mayores si agregamos a toda la gente que encerraron durante su vida. Además, el que se haya incrementado responde a que se eliminó el mayor depredador, que fue la Organización. Funciona como si fuese una cascada trópica.
- ¿Cómo es que estás tan bien informada? – Preguntó Kazuha levantando una ceja.
- Era la investigación que estaba desarrollando para mi trabajo final en una de mis materias.
- ¿Qué es lo de la cascada? – Preguntó Ran interesándose por el tema.
- Son los efectos o las consecuencias que acarrea el extinguir o disminuir un gran depredador. Parece benéfico al principio porque sacas la gran mancha. Pero… a veces uno se enfoca en eliminar el gran problema sin prestar mucha atención al impacto que ésta generaba en las especies más chicas.
- No termino de entenderlo. – Exclamó la del oeste.
- Usaré un ejemplo más claro. Imagínate un chico adolescente rebelde. ¿Quiénes son las personas que le van a imponer un freno sobre el modo en que se comporta?
- Sus padres. – Respondió Ran sin tener que pensarlo mucho.
- Exacto. Es la primera barrera de defensa. Ahora, supongamos que algo les pasa a esos padres y desaparecen del núcleo de contención. ¿Qué le pasaría a ese chico?
- ¿Se deprimiría? – Intentó adivinar Kazuha. Aoko le negó con la cabeza.
- No. Sentiría la libertad de hacer lo que quiere. – Respondió Ran.
- Exacto. Ahora, imagínate que son varias familias con varios hijos de las mismas características, y todos los padres desaparecen, dejándolos en libertad. Al corto plazo, se transforma en un caos. A medida que la persona siente más y más libertad… se obsesiona con ella, porque gana poder.
- ¿O sea que se perdió el equilibro del ecosistema delictivo? ¿Eso es lo que está pasando hoy en día?
- Gracias Kazuha. Usaré esa frase para el trabajo. Pero sí. Es lo que está pasando ahora. El haber derrotado a la Organización hizo que las pequeñas células delictivas salgan a ver la luz del día. Es como si durante años no hubieras limpiado la suciedad de abajo de la alfombra. El día que la levantaste, te encontraste con un ecosistema de ácaros impresionantes que hicieron una sociedad y arrasaron con el piso de la casa.
- Heiji, ¿Por eso decidiste cambiar tu estrategia y empezaste a trabajar y a capacitar desde adentro a la policía de Osaka? – Preguntó la de ojos verdes adquiriendo la atención del moreno, quien escuchó la conversación en silencio.
- Sabíamos que iba a pasar eso, por eso cambiamos la táctica. El problema es que nos quedó un área sin cobertura.
- Tokio… - Dijo Ran en un susurro.
- Sí. El área más grande y más poblada de Japón. – Heiji se dio cuenta que era la primera vez que cruzaba palabra con la del este.
- O sea que… ¿Ustedes trabajan como si fueran los glóbulos blancos del sistema? – Indagó Aoko.
- Podríamos decir que sí. El tema es que el sistema inmune quedó débil después de la Organización y no pudimos recuperarlo. Cuando la enfermedad le gana a los glóbulos, se necesita una vacuna que ayude a combatirla, y todavía no encontramos la fórmula. Mejoramos pero no es suficiente. Hay tanta urgencia por apagar el fuego que en vez de focalizarnos en el foco primario del mismo, nos ocupamos de apagar las llamas. Así nunca vamos a llegar a la raíz del problema.
- ¿Furuya-kun no pudo hacer nada en el este? – Consultó Kazuha aprovechando la oportunidad, dado que no solía preguntar mucho sobre esto por miedo a que Heiji se deprima.
- No. Quedó él solo con una estructura que recién se empezaba a recomponer de a poco por lo que sufrió. Lo ayudé al principio intentando cubrir el vacío que dejó Shinichi, pero se dio cuenta de que yo no podía ir y venir del oeste al este continuamente. Además, la ayuda que le estaba proporcionando no estaba frenando el continuo ataque tampoco. Ahí nos dimos cuenta de la dependencia que le habíamos creado a las fuerzas policiales.
- ¿Por qué se fue Kudo-kun si tanto lo necesitan entonces? – Se animó a preguntar Aoko.
- Eso no te lo puedo responder yo. Como ya escuchaste hoy… sé solo parte de las cosas. – Dijo con cierto desprecio.
Las chicas terminaron de limpiar la cocina y ya no sabían qué más hacer. Querían dejar de pensar en todo lo de hoy, pero la voz e imagen de Yoshida volvía a aparecer en sus mentes, al haberlo contemplado en el mapa de relaciones que Heiji tenía en la notebook.
Se imaginaban al hombre grabando el audio, sintiendo las emociones al estar dejando su último respiro en ello. ¿Por qué una persona con valores tan fuertes tuvo que morir de esa forma tan inhumana? ¿Qué necesidad hay de dejar esa clase de marcas en su cuerpo? ¿El que lo hace no siente nada al respecto? ¿Lo ven como una cacería o un deporte? ¿Eso les da placer?... Y un escalofrío recorrió las espaldas de ellas. Se sentían enfermas al pensar en las expresiones de satisfacción que podían llegar a tener sus perseguidores al provocar sufrimiento.
¿Qué hay de su familia? ¿Acaso no piensan que dejaron a una mujer destrozada y dos niños sin padre? No querían ni pensar en cómo reaccionó y lo que sintió la esposa al reconocer el cuerpo de su marido en esa forma. ¿Cómo les explicas a los nenes que su padre nunca volverá? ¿Cómo duermes cada noche sabiendo que el espacio al lado tuyo nunca será llenado nuevamente? ¿Cómo hizo para despertar cada día y no sentir el aroma de su perfume al lado? ¿Cómo desayunas sin verlo sentado al lado tuyo todos los días, esperando que se despida con un beso y lleve a los niños al colegio?... ¿Cómo haces para seguir adelante?
Hacía 50 minutos que los chicos habían salido a correr, por lo que debían regresar en algunos minutos. Heiji veía a las tres mujeres murmurando entre ellas hasta que pudo ver en sus miradas que habían llegado a una determinación: remodelar el living.
Corrieron el sofá hacia la pared lateral, mudaron la pequeña mesa ratona que se encontraba en el centro del living a la habitación que ellas ocupaban, y finalmente trajeron todos los colchones de las dos habitaciones para depositarlos donde se encontraba el sofá antes. Basta de habitaciones separadas. A partir de ahora, iban a estar todos juntos y les importaba un bledo si tanto Shinichi como Kaito se negaban al cambio.
El del oeste se encontraba sentado en una silla en el living, mirando las expresiones de las chicas y los cambios que le hicieron al ambiente. Por supuesto que no dijo una palabra al respecto, aceptando lo que estaban haciendo. Sabía que estaban aterradas y que esta forma, era la única que ellas veían por el momento para sentirse un poco más seguras. Poco a poco habían empezado a entender dónde se habían metido y lo que podría llegar a ocurrir a partir de ahora.
Él ya estaba habituado a lidiar con este tipo de situaciones. Ya fue partícipe de escenarios peligrosos que involucraban disparos, bombas, armas blancas, organizaciones desquiciadas y asesinatos. También había sido testigo audiovisual de muchas lágrimas, llantos, lamentos, expresiones de horror y de dolor a lo largo de su vida detectivesca… por lo que el tiempo para procesar este tipo de temas, era más rápido para él que para alguien que no estaba acostumbrado a hacerlo.
No. Su mente no divagaba en esas cosas como la de las chicas, quienes todavía estaban impactadas con todo el relato y las últimas palabras del oficial Yoshida. Sus pensamientos estaban enfocados a dos simples cosas: en cómo salir de esto y a las dos personas que faltaban en la casa. Más sobre la última que la primera.
En estos momentos, Shinichi y Kaito eran una especie de código indescifrable para el del oeste… y ya todo el mundo sabe cómo reacciona el de Osaka frente a los acertijos y a la falta de información.
Irritado. Esa era la palabra en mayúsculas que estaba tatuada en su frente. Estaba cansado por todo este tema. Estaba extenuado por haber dormido poco todo este tiempo y por el largo viaje de hoy. Estaba agotado después de haber podido explicar solo la mitad de las cosas…. Y por sobre todas las cosas… estaba re contra fastidiado ante la falta de conocimiento sobre los dos idiotas y sus grandes cambios. Por lo que no iba a esperar más. Iba a buscar las respuestas por más que signifique iniciar una pelea.
Su plan de acción mental fue interrumpido por el ruido de la puerta de entrada, donde Kaito hizo acto de presencia. Se encontraba totalmente transpirado pero apenas agitado.
- ¿Cómo terminaste hecho sopa? Ya te veo y me das calor. Sal de acá y vete a bañar. – Exclamó el de Osaka con cierto disgusto. Odiaba el calor y él encima estaba intentando enfriarse sin poder lograrlo.
- ¿Para tanto?... Oooookey. ¿Qué paso acá? – Preguntó al ver los cambios decorativos y a las tres chicas sobre los colchones intentando ver la televisión, pero no prestándole atención a lo que transmitía.
- Creo que están un poco en shock todavía. – Comentó el del oeste. – ¿Dónde está el otro desaparecido? – Con lo cual Kaito entrecerró un poco los ojos al denotar cierto matiz de enfado en sus palabras.
- Estirando. Yo me adelanté para bañarme.
- ¿Y puede estar sólo?
- Por si no te diste cuenta, no es más un nene de siete años. Relájate. – Le sugirió mientras le palmeaba el hombro antes de dirigirse a la habitación a buscar su ropa para entrar al baño.
Tres pares de ojos estaban viendo al moreno sin que éste se dé cuenta. Heiji se levantó de la silla para mirar por las ventanas de la cocina e intentó localizar al de ojos azules.
Se sentía la leve brisa de la noche y el suave movimiento de las hojas de los grandes árboles. Se oía el ruido del televisor junto con el cantar de algunos pájaros y cigarras que anunciaban el calor del verano… y cada segundo que pasaba, Heiji en vez de calmarse por los regalos que le brindaba la maravillosa naturaleza, se enervaba cada vez un poco más.
Un par de minutos pasaron hasta que divisó la figura de Shinichi a unos 100 metros de distancia, por lo que decidió salir al deck.
Kazuha, si bien todavía se encontraba algo deprimida, reconoció instantáneamente lo que significaba el fuerte pero paulatino ruido de las pisadas de Heiji, el ceño fruncido entre sus ojos y el silencio poco habitual en él. Se levantó para ver por la ventana del living que se encontraba sobre los colchones, y al ver el escenario que se estaba construyendo, fue corriendo a buscar a Kaito. Sabía que ella sola no podría parar a un enojado Heiji.
Shinichi estaba a medio camino cuando vio al de Osaka descender por el deck y acercarse a él de forma decidida. Tardó segundos en analizar su postura y sus facciones… y sabía esto no iba a comenzar bien.
- ¿Pasó algo? – Preguntó seriamente para terminar de evaluarlo a través de la voz.
- Ya me cansé de esperar.
- ¿Y quieres tener esta charla aquí y ahora? – Expresó levantando ambas cejas y señalando el suelo con ambos dedos índices.
- Dejémonos de pelotudeces. Estoy podrido de estar en esta situación sin una sola respuesta. Por dos años, cada vez que sonaba el maldito teléfono, tuve miedo de contestarlo pensando que iban a ser tus padres comunicándome lo peor. Y de repente tiene que pasar algo como esto – Gritó indignado señalando la casa – Para que te dignes a venir o simplemente participar de una maldita llamada. Así que sí… vamos a intentar hablar ahora.
- Intentar. Que buena forma de insinuar algo. Al final… me haces más reclamos que mi ex.
- No me provoques más de la cuenta.
- ¿Por qué no? Desde que llegué lo único que quieres hacer es golpearme. Si quieres hacerlo, hazlo. Me lo merezco por lo que estás diciendo.
- Shinichi, te lo advierto. – Dijo con los puños cerrados.
- Hazlo. ¿O eres cobarde? – Le dijo mirándolo fijamente mientras elevaba el tono.
- Ya cállate. – Dijo apretando los dientes.
- Me parece que hablas mucho y haces poco. – Le dijo sonriendo con sarcasmo.
- ¡Cierra la boca!
- ¡Pues si tienes razón, entonces hazlo de una maldita vez! – Le gritó incitándolo.
Pues sí. Terminó presionando la última tecla del piano que faltaba para que la melodía termine. Shinichi lo conocía y sabía qué hacer o decir para que el del oeste explotara.
Heiji no pudo contener más la rabia, la frustración y la impotencia. El puño derecho que tenía cerrado al lado de su muslo se dirigió con suma rapidez a la mejilla izquierda del otro detective, provocando que su cabeza y hombros giren un poco para amortiguar el golpe… pero sin desestabilizarlo en lo absoluto del suelo.
- ¿¡Estás loco!? – Gritó la de Osaka a lo lejos.
Los cuatro estaban observando todo desde el barandal de la casa. Kazuha quiso dirigirse hacia ellos para frenarlos hasta que Kaito, quien estaba a la delantera, le levantó el brazo antes de que empiece a querer bajar las escaleras para no dejarla pasar.
- ¿Qué haces? Si no hacemos algo se van a lastimar – Dijo con desesperación la de ojos verdes mientras las otras dos chicas hacían cola atrás de ella.
- Déjalos que se arreglen. Las peleas entre hermanos se arreglan así.
- ¡No tienes hermano para opinar sobre eso! Además, ¿Llamas a eso arreglar algo? Si hay algo que arreglar ahora es la cara de Kudo. – Exclamó Aoko.
- ¿En serio creen que un golpe de esos va a derribar a la pequeña bestia? No le hizo nada. Tranquilícense.
Shinichi regresó su torso y cabeza a su lugar, para ver nuevamente al detective. Con su mano izquierda removió el hilo de sangre que emanaba de su labio inferior mientras su mente inconscientemente hacía un rápido chequeo sobre las consecuencias del golpe, encontrando: cero fractura de mandíbula, todos los dientes en su lugar, ningún daño nasal, un futuro hematoma en la mejilla y una leve hinchazón en el labio.
Básicamente… una picadura de mosquito.
- ¿Eso es todo? ¿Te sientes mejor ahora? – Preguntó con decepción para encolerizarlo más.
- A decir verdad, no. Te dije en la videollamada que te golpearía dos veces ¿No? – Dijo mientras abría y cerraba la mano para descontracturarla.
- Y si no más recuerdo, te respondí que lo intentaras ¿No? – Dijo con los ojos sombríos.
A Kaito se le encendió la alarma al escuchar al del oeste. Un golpe estaba bien. Supongamos que se lo merecía con algo de justa causa. ¿Pero dos?… Ya estaba temiendo por el moreno al ver la expresión seria y oscura de Shinichi.
- Heiji, uno está bien. Córtalo ahí. – Le exigió Kaito mientras descendía la escalera.
- ¡Tú no te metas en esto!
- Te lo advierto, no lo hagas o vas a terminar mal… no, no… ¡Heiji! ¡No lo hagas! – Le terminó gritando el mago mientras corría a toda velocidad hacia él para detenerlo, sabiendo que no iba a llegar a tiempo.
Cuando Heiji volvió a tirar el puñetazo, Shinichi flexionó las rodillas y avanzó hacia Heiji, al mismo tiempo que bloqueaba el golpe con su brazo izquierdo y le sujetaba el brazo. Luego rotó sobre su eje, quedándose agachado y pegando su cuerpo al del moreno. Agarró con su mano derecha la remera del de Osaka a la altura del hombro y tiró para adelante al del oeste, levantando su cadera un poco para que el cuerpo del de ojos verdes quede bien desestabilizado encima de él. Finalmente, solo bastó un leve movimiento con su hombro y cadera al mismo tiempo, más un plus de fuerza, para apalancar el cuerpo de Heiji y que salga volando hacia adelante, cayendo fuertemente de espaldas contra el piso.
Kaito al ver la escena tan conocida, arrugó la cara en señal de dolor y se pasó una mano por la cara.
- Te lo advertí, estúpido. – Gritó el mago.
Heiji no esperaba ni por casualidad que Shinichi haga eso. Tampoco esperaba que use la fuerza de él en su contra, y mucho menos esperaba que reaccione tan rápido. Poco pudo hacer el de Osaka para prepararse para el golpe o poder de alguna forma evitarlo. El caer de la forma en que lo hizo, provocó que su diafragma expulse todo el aire de los pulmones no dejándolo respirar en absoluto.
Shinichi al ver esto y al haberlo experimentado un par de veces en su vida, ayudó al detective a sentarse mientras esperaba que su sistema respiratorio se resetee solo. En estos casos, los golpes en la espalda, abanicarlo para que sienta aire o los vasos de agua, no ayudaban en nada a la persona afectada. Sólo había que darle tiempo.
No llegó a pasar un minuto que el de Osaka volvía a respirar normalmente.
- ¿Estás bien? – Preguntó el del este con una rodilla en el suelo y la otra flexionada, mientras que su brazo estaba sobre su espalda como soporte.
- Dame dos minutos e intento golpearte nuevamente. – Exclamó con una mueca de dolor e incomodidad.
- ¿No se te pasó la bronca? – Dijo entrecerrando los ojos.
- Sabes que estoy muy lejos de que eso pase.
- Ah ¿Sí? Entonces respóndeme algo. ¿Cuántas veces fuiste a ver a Ran desde que me fui del país? – Dijo en voz baja cerca de su oído para que el resto no escuchara.
El de Osaka abrió los ojos. Sabía que no podía responderle la pregunta y toda la bronca que sentía se esfumó en una cuestión de nano segundos.
- Una sola cosa te pedí. – Dijo mientras levantaba un dedo. – Y resulta que lo primero que me entero cuando vuelvo, es que ella estuvo tomando Paroxetina y no sé por qué. Y no solo eso, sino que también me entero que la única persona en la cual podía depositar mi entera confianza, porque era la única persona a la cual consideraba como un hermano y que sabía que podía estar tranquilo dejándola en sus manos, fue solo 1 vez en 717 días a verla. Ahora dime… ¿Qué debería hacer yo ahora?
El de Osaka se sentía claramente culpable. Esto no era justo. Se supone que él tenía el derecho de estar enojado y no a la inversa. Odiaba que el tiro le saliera por la culata.
Perdió por primera vez el duelo de miradas con Shinichi cuando él apenas había llegado y estaban en la sala. Ahora… lo perdió nuevamente.
- Lo siento. No pude cumplirlo. Golpéame. Me lo merezco también. – Dijo derrotado el moreno con la cabeza gacha.
Shinichi se levantó con una sonrisa y le ofreció una mano para que se levantara. El del oeste dudó un poco pero la terminó aceptando.
- No haré eso tonto. Ya bastante te golpee al revolearte. Además, Toyama-san me comentó la situación. En realidad, yo debería disculparme contigo. No tendría que haberte pedido algo que te ocasione tanto malestar o te haga sentir incómodo.
- Que chismosa. Siempre metiéndose donde no debe. – Exclamaba mientras se golpeaba la ropa para sacarse la tierra impregnada por la caída.
- Será chismosa pero es la única mujer que te puede llegar a soportar Heiji. Así que… no te duermas en los laureles y cásate con ella antes de que venga otro y te la robe.
- ¡¿Qué estupidez dices?! – Gritó el de ojos verdes.
- Aja… seguro. ¿Cómo eran los nombres? Ah, sí. ¿Kazumi y Kai? Sí, sí. Ya descubrí que significan. No te olvides que no eres el único detective aquí. – Le sonrió con sorna, mientras le guiñaba un ojo y le movía un dedo hacía un lado y hacia el otro.
Y el del oeste se puso rojo como un tomate.
- Dejando las bromas de lado, vamos a dejar las cosas claras de entrada. Sé que quieres enterarte de todo lo que pasó y que yo por lo menos te debo una merecida explicación. Pero tanto la de Kaito como la mía, son dos historias largas y bastante diferentes. Por mi parte, hablaré solo de la mía. La de Kaito le corresponde que te la cuente él, y no puedo prometerte que te la diga con todos los detalles. ¿Estás de acuerdo? – Dijo seriamente Shinichi.
- Ok. – Dijo mientras se rascaba la cabeza en señal de que no le agradaba no saber todos los detalles pero que tenía que igualmente conformarse. – ¿Podemos incluir a Saguru en la conversación? Él se estuvo comunicando conmigo durante todo este tiempo para saber si tenía novedades respecto de ustedes. Creo que al menos merece saber que pasó también. Sobre todo porque estuvo bastante preocupado por Kaito al no encontrarlo por ningún lado cuando volvía de Inglaterra. Incluso fue a hablar con sus padres varias veces para ver si estaba bien.
- Yo no tengo problema. Nos ahorraría una explicación. Ahora le preguntamos a Kaito que opina al respecto.
- ¿Qué saben ellas? – Pregunto refiriéndose a las chicas.
- Nada e intentemos no involucrarlas. Ya tienen suficiente con lo que está pasando para que se enteren de esto.
- ¿No piensas ni siquiera decírselo a Mouri-san?
- Ya hablé con ella para posponer el tema hasta que esto se acabe – Explicó Shinichi.
- Veo que su… ¿Relación?... está bastante bien. – Exclamó intentando notar la falta de claridad sobre lo que pasaba entre él y Ran.
- No me preguntes nada sobre eso porque no sé qué contestar. Yo tampoco entiendo que sucede. Cambiando de tema, ¿Puedo aconsejarte o pedirte algo en realidad?
- ¿Qué?
- Ten paciencia. En especial con Kaito. Sé que vas a querer cagarlo a palos… pero deja que termine de contar su historia y después evalúas que hacer.
- ¿Por qué presiento que pasó algo que no quiero escuchar? – Dijo extrañado.
- Su historia… no la mía.
- Ok, ok entendí. Por cierto… ¿Llevaste cuenta de la cantidad de días que no estuviste acá? Nunca pensé que prestaras atención al correr de los días de esa manera.
- No tienes idea de lo difícil que fue dejar todo acá, Heiji. El día que te llamé desde el aeropuerto, marcó un antes y un después para mí. Dejé la persona que más amaba, mis amigos, mi colegio y mis estudios, la gente que conocía, mi casa y mi país. Básicamente, fue el fin de mi vida y la puerta de entrada a la peor tortura que jamás pensé que podía llegar a existir. Así que sí, es normal que contara cada maldito día que pasaba. – Dijo con cierto resentimiento.
- … - Heiji se quedó sin palabras después de eso.
- ¡Kaito! ¡¿Traes mi teléfono o el tuyo por favor?! – Gritó el de ojos azules.
El mago rezongó. No hacía falta saber qué iba a pasar a continuación. Tenía tres minutos para ordenar su cabeza y pensar qué es lo que quería hacer.
Cuando salió de la casa con el dispositivo en mano y un bloque de hielo con un repasador, fue que las chicas se le quedaron viendo.
- ¿Qué hacemos nosotras? – Consultó Kazuha.
- Mejor entremos y esperemos. Creo que ellos tienen que hablar de varias cosas. – Sugirió Ran entrando a la casa sin esperar la respuesta del mago.
- Intenten hacerlo sin golpes esta vez. – Recalcó Aoko siguiendo a la karateca.
- No te preocupes por Heiji. Él está bien.
- Sí, lo sé. Ténganle paciencia pobre. – Dijo con una sonrisa mientras abría la puerta para entrar.
Casa de seguridad – Domingo 21.10 pm.
En la casa de seguridad todos estaban sentados a punto de cenar. Se encontraban en un silencio sepulcral producto del agotamiento de toda la actividad que tuvieron en estas semanas. Ahora estaban intentando respetar una especie de cronograma de horarios para no generarse tanto estrés con toda esta situación, aunque a decir verdad, no lo estaban logrando del todo bien.
El teléfono de Saguru empezó a sonar. Al ver quien era se alarmó, contestando inmediatamente.
- Kaito, ¿Qué pasó? – Preguntó rápidamente, provocando que todos se alarmaran.
- Oye cálmate. No pasó nada. ¿Estás disponible para hablar largo y tendido? Vamos a explicarle a Heiji lo que estuvo pasando y consideramos que deberías estar también.
- ¿Están bien? – Consultó Shuichi ante el largo silencio.
- Sí. Está todo bien. Sólo… quieren saber cómo está todo. Con permiso. – Dijo levantándose de la mesa mientras caminaba hacia el jardín de atrás.
- ¿Estaban trabajando todavía?
- No. Estábamos a punto de cenar, cosa que veo que ustedes no iban a hacer. – Dijo mientras se sentaba sobre el pasto, apoyando la espalda contra una de las paredes de la medianera.
- Pasaron un par de cosas en el medio… pero no queremos interrumpirte. Ve que después te llamamos.
- ¡Ja! No me hagas reír. Primero que nada quiero saber qué carajo les pasó para que se hayan ido de la forma en que lo hicieron. Y segundo… ¿Vos crees que Heiji va a esperar a que yo termine de comer, para que le cuenten finalmente que demonios estuvieron haciendo todo este tiempo? Conociendo lo poco paciente y calentón que es… lo dudo. Es más, me sorprende que no los haya molido a golpes todavía.
- Acertaste en todo y sí lo hizo.
- ¡Hey! – Exclamó el de Osaka sabiendo que lo estaban insultando.
- ¡Aguántate porque es la verdad! – Replicó el detective del este.
- Entonces… ¿Qué diablos pasó?
Mucho tiempo después, cuando cortaron la conversación, Saguru soltó el teléfono haciendo que caiga sobre el suave y verdoso pasto. Se quedó sentado por un largo tiempo sin ser consciente de como los minutos y los segundos cambiaban permanentemente en su perfecto reloj. Por primera vez en su vida… el tiempo le parecía irrelevante.
Su cerebro quedó en blanco, y su boca con un gusto amargo. Si hubiera comido antes de la llamada, era muy probable que hubiese devuelto absolutamente todo lo ingerido.
- ¿Te contaron? – Preguntó el del FBI al ver la reacción enferma del castaño.
El detective sólo abrió más los ojos ante la presencia del nuevo individuo que no había escuchado acercarse. Y más se sorprendió al ver que no estaba solo. Rei se encontraba un par de pasos atrás de él.
Ambos se habían preocupado al ver que había pasado tanto tiempo y el detective no volvía. Todos ya habían terminado de comer, por lo que entre ellos cruzaron miradas, sospechando sobre la razón por la cual Saguru no volvía, decidiendo ir a chequearlo.
- Tomaré tu silencio como un sí. ¿Estás bien?
- Creo que no. Todo esto es tan… surrealista, absurdo e ilógico. – Intentaba explicar.
- Creo que más absurdo es escuchar que un adolescente de 17 años se encogió en un niño de 7 por culpa de una píldora que fue creada por una organización desquiciada. – Opinó Rei.
- Es de esperarse que te sientas así. Te lanzaron una bomba nuclear de información bastante complicada de procesar en tan poco tiempo. – Exclamó Shuichi.
- ¿Todo es verdad entonces?
- Desafortunadamente para tus neuronas… sí. Cada palabra. – Le confirmó el del FBI.
Saguru encogió una pierna al pecho mientras colocaba su codo sobre la rodilla. Lo único que podía hacer era agarrar con fuerza el pelo con su mano mientras miraba hacia el césped.
Shuichi y Rei se sentaron a ambos lados de él. El del FBI le colocó una mano sobre su espalda, un poco más abajo que su cuello, en señal de apoyo.
- Nada de lo que alguien te diga, va a hacer que te sientas mejor. Sólo… dale tiempo a que tu cabeza procese todo.
- Pero casi… – Dijo con un tono que denotaba angustia.
- Lo sé. Pero ahora están bien. No perfectos… pero bien. Se están haciendo cargo ellos mismos de arreglar sus imperfecciones. El resto… sólo el tiempo lo dirá.
Casa de los maizales – Domingo 22.30 pm.
Heiji se encontraba pálido… pálido y en pánico. Para que no haya emitido comentario, ni realizado más preguntas durante los últimos 5 minutos… es porque las cosas en su cabeza no se estaban procesando del todo bien.
- Creo que fue mucho. ¿Saguru estará bien? – Opinó el mago mientras veía a Shinichi.
- Yo avisé que no era el momento. Pero cuando uno es cabeza hueca, es cabeza hueca. Por Saguru no te preocupes que hay más gente con él que sabe lo que pasó, de la que hay acá.
- Heiji… ¿Estás bien?... Heiji. – Dijo colocando una mano sobre su hombro mientras lo zarandeaba un poco para que responda.
- Dale un par de minutos que asimile las cosas. – Aconsejó el del este mientras se levantaba y se estiraba. – Me estoy muriendo de hambre.
- Encima todavía no te bañaste. Menos mal que no apestas. Mientras te duchas… ¿Pasta?
- Es lo más rápido ¿No? ¿Habrán comido aquellas?
- No creo. Cuando entré a ducharme todavía estaban bastante afectadas con respecto al audio. Dudo que coman por esta noche.
- Dudo que éste coma. – Dijo señalando al moreno.
- Tampoco hay muchas cosas en la heladera o alacena, por lo que si seguimos así… vamos a tener que ir a buscar provisiones en estos días.
- Ok. Tendremos que ir nosotros, dado que somos los únicos que podemos usar las tarjetas sin levantar sospechas.
De repente Heiji se levantó lentamente sin emitir una palabra, respiró bien hondo y… le encajó una piña a Kaito, sin escatimar en la fuerza empleada. Esto hizo que el pobre mago caiga de traste al suelo.
- ¡¿Qué demonios te pasa?! – Gritó mientras se tomaba la mejilla derecha. No se esperaba eso.
- ¡¿Qué me pasa?! ¡¿A ti que te pasa pedazo de idiota sin cerebro?! Te juro que no te mato porque Saguru va a querer una porción de tu cuerpo para despedazarte cuando te vea. ¡¿Eres imbécil o qué?! – Gritaba eufórico el del oeste.
- Oye cálmate un poco. – Decía mientas se levantaba para mirarlo furioso. – ¿Qué demonios querías que hic…?
Y Kaito se calló al sentir como Heiji empujaba a Shinichi al lado de él, y los abrazaba a ambos colgándose con cada brazo en los hombros de ellos.
- Okeeey. Esto es raro. – Exclamó el mago sintiéndose algo incómodo.
- Cierra la boca de una vez. – Le gritó mientras le golpeaba la parte de atrás de la cabeza con su palma. – Nunca vuelvas a pensar algo como eso. Nunca más en tu vida. ¿De acuerdo?
- No eres la primera persona que me lo advierte. – Dijo con una leve sonrisa.
- Con más razón todavía entonces. Y tú estúpido… no vuelvas a desaparecer así. – Le reclamó al del este golpeándole la cabeza también.
- Lo siento Heiji. – Shinichi no sabía que más decirle.
- Lamento haberlos golpeado pero se lo merecían. Los dos son unos idiotas.
Ambos chicos de ojos azules abrazaron al de Osaka sabiendo lo impotente que se sentía en ese momento. Y este último, no pudo evitar que un par de lágrimas silenciosas rueden por su cara entre la oscuridad de la noche… al enterarse que pudo haber perdido a dos de sus grandes amigos.
A unos 45 metros, las chicas los estaban observando por la ventana después de haber escuchado los gritos de Kaito. Lo único que podían identificar sin problemas, eran sus siluetas. No entendían qué pudo haber pasado y mucho menos de lo que hablaron. Tampoco podían ver las lágrimas que derramó Heiji. Pero al verlo en ese estado, abrazado a sus dos amigos, el chico que se supone que era más duro que una montaña, logró que se estremezcan un poco nuevamente.
Ran dedujo que hablaron del porqué de la larga ausencia de los del este. Si era así, ahora dudaba de querer saber la verdad. Si el de Osaka tuvo esa reacción, ella quedaría hecha añicos sin ninguna duda... estaba segura que iba a necesitar terapia de por vida y no por un año como lo necesitó.
Kazuha decidió dejarlos en paz y volver a su lugar sobre el colchón. Inició el zapping por los distintos canales, no encontrando nada que la termine de convencerla. Le pasó el control a Aoko, quien dejó la primera película que encontró sin prestarle demasiada atención.
Al cabo de 30 minutos, entraron los tres hombres por la puerta.
- ¿Qué pasó acá? – Preguntó Shinichi con ojos en forma de huevo mientras que con una mano señalaba el arreglo de camas en el suelo del living.
- Emmm. Me olvidé de comentarte este pequeño detalle. – Respondió Kaito.
- Si no están de acuerdo, ajo y agua. No queremos dormir solas. – Exclamó Kazuha mientras observaba al mago con detalle. – Heiji… ¡¿Qué le hiciste a Kaito ahora?!
- Merecido, no te preocupes. Volviendo al tema, ¿Me van a decir que las tres están de acuerdo con esto? – Preguntó irónicamente Kaito mientras veía de reojo a Aoko.
- Pues sí. ¿Algún problema? – Le contestó su vieja amiga… ex amiga… ya no tenía ni idea de cómo catalogarla.
- Les haré una observación bien rápida. Heiji no creo que tenga problemas en ser el oso de felpa de Toyama-san…
- ¿Perdón? – Preguntó el moreno.
- Pero no entraremos todos en los colchones. Hay 4 colchones y somos 6 personas. Vamos a estar medios… juntos. – Explicó Shinichi.
- ¿Y el problema sería….? – Preguntó Ran.
- Olvídenlo. Dormiré en el sofá. – Dijo definitivamente el del este no creyendo lo que escuchaba.
- Ah no señor. Si yo duermo en los colchones, tú me acompañarás. No seré el único que esté… ahí. – Dijo el moreno señalando el arreglo si poder ponerle nombre.
- No emitiré opinión. Me toca guardia hoy así que me quedaré en la cocina. – Dijo Kaito mientras levantaba los brazos en señal de rendición.
- ¿No quieres que la haga yo? – Se ofreció Heiji.
- No. Ayer le tocó a Shinichi y tú viajaste a la mañana. Hoy me toca a mí. Haz la de mañana si quieres… ¿Y tú que haces todavía acá? – Le enarcó una ceja a Shinichi mientras seguía viendo el quilombo de colchones que habían hecho y lo que les estaban pidiendo. – Vete a bañar de una vez o comeremos pasado mañana. – Y el mago se fue a la cocina para hacer la pasta.
- Cada vez entiendo menos lo que está pasando – Refunfuño Shinichi mientras se iba a buscar una muda de ropa y a bañarse.
- Yo soy el que cada vez entiende menos. – Dijo en voz alta el morocho.
- ¿Qué es lo que no entiendes? – Preguntó su novia.
- Nada. Déjalo ahí.
- ¿Ustedes no van a comer nada? – Preguntó Kaito a las mujeres.
- Mmm yo no tengo hambre. – Respondió Kazuha.
- Oh genial. El monstruo tripal sonará a la mitad de la noche y saldremos todos corriendo pensando que hay un bicho a punto de comernos.
- ¡Heiji ya basta de meterte con mi estómago, idiota!
Los hombres habían terminado de comer hace rato y seguían hablando en la mesa. Mientras tanto, las mujeres no paraban de hacer maratón de películas anti-hombres… es decir, románticas, cursis y bien extra azucaradas.
Pasada la una de la madrugada, Shinichi decidió irse a lavar los dientes. Se le estaban cerrando los ojos y en cualquier momento su cabeza iba a estrellarse contra la mesa.
- ¿No pueden ver otra cosa que no sea este género? – Se quejó Heiji al acercarse y sentarse al lado de Kazuha, rodeando su cuerpo con un brazo para atraerla hacia él.
- No estamos muy de ánimo para ver películas de acción, de terror o de suspenso donde terminan todos baleados, bombeados, ensangrentados o cortados en pedazos. Ya bastante alteradas estamos para agregar más locura a nuestras cabezas. – Le recriminó la del oeste.
Shinichi se acercó y vio como estaban acomodados. Heiji cerca de la puerta, seguido de Kazuha, Aoko y Ran. O sea…
- Ah que pena. Nos toca los extremos como panes de hamburguesas. – Dijo sugestivamente el de ojos verdes al verlo descalzo y cruzado de brazos en el pasillo.
El del este suspiró con cansancio. Realmente estaba muy cansado. Fue un día muy largo y quería acomodar su cabeza tranquilamente mientras estaba solo en la habitación… pero ya no era posible. Ahora por lo que veía, tendría que quedarse imposibilitado de dormirse toda la noche al tener que estar al lado de Ran. La misma persona que amaba desde que se dio cuenta lo que era amar. La misma persona que lo mando a la mierda hace dos años atrás. La persona que esta última semana le dio vuelta todo lo que él creía como si fuera un simple panqueque, y ahora no sabía que pensar.
- "Qué complicado es todo esto". – Se quejaba internamente con desgano mientras se pasaba una mano por la frente.
- Shinichi – Lo llamó Ran inocentemente mientras palmeaba el costado del colchón.
- "¿En serio? Quieres terminar de matarme ¿No? ¿¡Por qué nunca eres consciente de lo sugestiva que eres Ran!? ¿Encima otra vez con ese camisón negro? Maldición mamá… ¿No tenías pijamas de pantalón largos? Al diablo que es verano y hace calor. Hiciste esto a propósito ¿No?".
El pobre detective cortó la cadena de pensamientos porque no iba a llegar a ningún lado más que a necesitar una ducha de agua helada.
Escuchó cómo Heiji se estaba conteniendo la risa al ver su cara de incredibilidad y conflicto, por lo que le dedicó la peor mirada asesina posible para callarlo.
Los cuatro estaban apoyados contra la pared viendo la tele en silencio. Pero Shinichi decidió directamente acostarse bajo la sábana del último colchón, boca arriba con la pierna izquierda elevada, apuntando la rodilla hacia al techo. Cerró los ojos para intentar dormirse con el ruido de las voces del drama que estaban viendo y controló su respiración para hacerla espaciosa. Pero nada estaba funcionando. Acudió al segundo método que era contar del 1 al 100 y del 100 al 1. Tampoco le sirvió.
Suspiró con fuerza abriendo los ojos nuevamente. Se quedó mirando el techo por más de 10 minutos. Estaba en cierto modo incómodo y no lograba encontrar la paz interior que necesitaba.
Explicarle a Heiji y Saguru lo que había pasado hizo que rememore nuevamente todo desde el día uno. O sea… una mierda absoluta. No podía dejar de pensar en cómo reaccionó el del oeste. Si él reaccionó así, ¿Qué haría con Ran entonces?
- "Estoy harto de verla mal. Quiero que alguien me diga qué es lo positivo de estar conmigo. Lo único que hago es atraer cosas negativas. Se me pegan como si fuese un imán. Algo malo tuve que haber hecho en alguna vida. No puede ser que lugar donde vaya, alguien es asesinado, o alguien comete suicidio, o alguien pone una bomba… o a alguien se le ocurre cometer un robo. No, espera… Kaito está acá. Tachemos lo último. Ugh, que boludez estoy pensando" – Pensaba mientras se ponía una mano sobre la cara para deslizarla hacia su costado con fastidio.
- "Aunque ahora que lo pienso, nada ocurrió desde que me fui de Japón. ¿Será un imán local entonces? ¿O será que estuve tan enfocado en recuperarme que no le presté atención a esas cosas allá?"
De repente, sintió un par de dedos que peinaban lentamente su pelo desde su frente hacia atrás. Vio de reojo a Ran, quien seguía viendo la película como si nada. Al igual que en los viejos tiempos cuando era un niño bajo su tutela, la veía desde abajo.
Giró su cabeza hacia ella provocando que Ran deje de ver la película para prestarle atención. Observó cómo sus ojos se dulcificaban y una pequeña pero sincera sonrisa aparecía en sus delicados labios.
- "¿Por qué? ¿Por qué yo? No soy bueno para ti. Tienes todo para estar con cualquier hombre y ser feliz. Entonces, ¿Por qué te acercas?... ¿Será masoquista? Es la única posible explicación que logro encontrar".
Sus finos dedos bajaron suavemente por su rostro hasta llegar a su labio inferior, el cual se encontraba hinchado por el golpe de hace unas horas. Suavemente pasó su pulgar por la zona como intentando querer tener poderes mágicos para curar la herida.
No tenía idea de cuánto tiempo se le quedó mirando, ni cuántos diálogos de la película pasaron… pero por algún cálido motivo no podía dejar de mirarla. Tampoco sabía cuánto tiempo se quedaría en Japón, pero quería retenerla en su retina lo más que podía antes de que se aleje de su vida nuevamente.
El momento se vio interrumpido cuando Heiji bostezó fuertemente, contagiando al resto de los integrantes.
- No sé ustedes. Yo me voy a dormir. – Declaró Heiji deslizándose sobre el colchón como una babosa.
- Yo creo que también. – Anunció Aoko.
- ¿Entonces apago la tele Ran-chan? – Consultó Kazuha sacando a Ran de su ensimismamiento.
- Sí. Dame el control que lo dejo sobre el sofá así no lo pisamos.
Kazuha le entregó el aparato metiéndose entre las sábanas, encontrando una incomodidad total al sentir la unión de los dos colchones sobre su espalda. Tenía tres opciones: empujaba a Heiji para que ambos entraran en un colchón, dormía sola en el segundo colchón empujando a ambas chicas, o dormía junto a Aoko en el segundo dejando a Ran en el tercer colchón.
Cuando vio a Aoko, ya se había quedado dormida boca arriba en el tercer colchón, y con su brazo derecho estirado sobre el segundo. Por ende, ella podía dormir bien en el segundo. Se puso de costado mirando hacia su detective y estiró su mano para tomar la de él, quien ya se encontraba casi dormido de costado mirando hacia ella.
Ran al ver que ya se habían acomodado, se movió para dejar el control.
- "No gatees, no gatees… y tuviste que hacerlo ¿No?" – Pensaba Shinichi mientras veía con sus pupilas dilatadas lo cerca que estaba de apreciar la ropa interior de Ran por caminar con sus rodillas y manos hacia el sofá. ¡Ja! ¡Cómo le gustaría verla así en otras circunstancias!
Para la suerte hormonal del detective, Ran apagó el televisor dejándolos a oscuras. Lo malo que ahora no veía nada para volver, por lo que Ran con sus manos, empezó a tocar las superficies de su alrededor para encontrar el camino, encontrándose con la pierna derecha de Shinichi. Ahora teniendo esa referencia, era más fácil ubicarse y llegar a su lugar.
Una vez que llegó, tanteó para ver dónde estaba Aoko y se acostó... estaba incómoda. Por su herida, tenía que dejar un espacio entre ella y Aoko, por lo que al hacerlo, se encontraba con la parte izquierda de su cuerpo hundida entre su colchón y el de Shinichi. Y ese no era el único problema. Tampoco se podía tapar, producto de que la otra chica del este se durmió inconscientemente como una oruga, envuelta con gran parte de la sábana.
Ran no sabía cuánto tiempo había pasado, pero estaba teniendo mucho frío a pesar del verano.
Escuchó como Kaito aprovechó para salir de la cocina al deck con pasos silenciosos, y por un momento se preguntó si dormir en el sofá no era una mejor opción.
- ¿Por qué sigues despierta? Ayer no dormiste. – Susurró el detective que supuestamente dormía a su lado.
- Podría preguntarte lo mismo.
Shinichi apretó el botón de su reloj para que se iluminara y así poder ver la hora.
- Son casi las tres. ¿Estás bien?
- Mmm tengo una cuchilla clavada en la mitad de la espalda y siento que estoy dentro de un congelador.
- ¿Tienes frio?
- Aoko se durmió con la sábana desde un principio sin quererlo. – Le explicó en voz baja.
- Te daré la mía entonces. – Dijo mientras se sentaba para sacarla de abajo de la parte inferior del colchón.
- No – Le susurró mientras estiraba su mano para encontrarlo y frenarlo.
Por algún milagro, alcanzó su torso por lo que tomó su remera para retenerlo de iniciar la acción.
- Vas a terminar resfriándote y es lo único que nos falta. Apenas llevas algo puesto.
- Estaré bien.
- Cambiemos de lugar entonces.
- Nop.
El de ojos marinos rodó los ojos por más que ella no podía verlo. Movió su mano derecha hasta donde supuso que por su voz, estaba la cabeza de ella. Cuando la encontró, fue deslizando sus dedos lentamente por su pelo, mejilla y cuello, siguiendo la línea de su figura. Encontró su hombro y fue descendiendo por la suave piel de su brazo hasta posar su mano sobre su antebrazo.
Ran sintió como los traslúcidos vellos de sus brazos se erizaban ante el escalofrío que le estaba provocando el contacto de sus cálidas yemas contra la fría piel de ella. Un contraste que hizo que sus pulsaciones se elevaran en velocidad.
- Estás helada tonta.
- Estaré bien.
- Tienes la piel de gallina.
- "¡Eso no es por el frío estúpido!" – Pensó.
- Eres cabezota como tú sola.
Suspiró y volvió a acostarse. Se movió hasta quedarse casi en el borde izquierdo de su colchón y se puso de costado, doblando su brazo derecho debajo de su cabeza para usarlo de almohada. Iba a lamentar esto…
- Ven. – Le ofreció mientras levantaba la sábana.
Ran se sonrojó un poco con la idea pero tardó tres segundos en decidirse. Movió sus piernas por debajo de la sábana hasta encontrar las de él, y se ayudó con sus brazos para deslizarse al otro colchón. Luego pudo sentir como Shinichi la tapaba, ubicando el brazo con el cual había levantado la colcha sobre el cuerpo de él.
Pasaron unos minutos y Ran poco a poco, notaba como el frío iba desapareciendo progresivamente y no era porque estaba tapada. Si bien el gran lienzo ayudaba, era muy consciente del calor que emanaba el cuerpo de Shinichi, por más que no se estaban tocando en lo absoluto.
El detective se había rendido finalmente al cansancio y se había dormido pasado los veinte minutos. En cambio Ran, seguía sin conciliar el sueño. Si bien estaba oscuro, su mente estaba ocupada en percibir todo lo que sus sentidos podían en ese momento.
- "No solo puedo sentir su calor, sino que, ¿Desde cuándo Shinichi se hizo tan… grande? ¿Será porque lo estoy comparando con las veces que dormí con él siendo Conan? Está más alto que hace dos años atrás. Mis pies están más arriba de donde empiezan sus tobillos. Su espalda, pecho y hombros se hicieron más anchos logrando una musculatura que jamás vi en él, ni siquiera cuando invertía horas y horas en practicar fútbol. Y ni hablemos de sus brazos y piernas."
- "¿Está haciendo mucho calor o soy yo? Por favor, parezco una mujer con menopausia que le agarran los sofocos. ¿Dónde está el frío de recién? ¡Lo necesito!". – Pensaba mientras sacaba los pies de abajo de la manta para disminuir su temperatura.
- "Su voz también sufrió cambios importantes. Era grave y firme pero… sensual a la misma vez. Ayer mientras me contaba todo pude percatarme de eso. Podría pasar horas y horas escuchándolo sin interrumpirlo."
- "Que extraño… antes no prestaba tanta atención a estos detalles. Es más, quería que se callara cuando empezaba a hablar sin parar sobre Sherlock Holmes. Ahora era capaz de pedirle que me lea cada una de las novelas con tal de escucharlo. ¿Será que su ausencia me hizo recapacitar sobre ello? Antes por lo menos podía escucharlo al teléfono. Ahora ni eso. Su voz, definitivamente era algo que realmente extrañaba."
- "Es increíble el nivel del seguridad y protección que me hace sentir. Si bien es algo que siempre me hizo sentir, ahora le agregaría otro factor a la ecuación… y sería el de dominancia. No entiendo por qué lo veo tan imponente… pero es algo que definitivamente me gusta."
- "¿Lograré acercarme esta vez a ti? ¿O te irás nuevamente? Sé que te irás. Ya lo dijiste claramente en el almuerzo. Pero si te tienes que ir… ¿Volverás algún día? ¿Tienes ganas de volver a Japón? ¿Qué tal si conoce a alguien allá y comienza una nueva vida? Por lo que me contó Kazuha de su charla con él en el auto, no era algo que haya sucedido… pero eso no quita que a futuro lo haga… Si quedamos vivos después de esto."
- "¿Qué pasa si le ocurre lo mismo que al oficial Yoshida? ¿Es capaz de entregar su vida al igual que él? Claro que sí. Entregó su vida para desenmascarar a esa maldita Organización. Y esto es peor. Ahora estamos todos involucrados abiertamente. No dudaría un segundo en tener que tomar esa decisión… Ah, ahora entiendo por qué me estoy fijando tanto en esos pequeños detalles…".
Ran se deprimió un poco con sus últimos pensamientos. Ahora quería tocarlo y estar cerca de él todo el tiempo que pudiese. Por ende, con su mano apretó la tela de su remera y se deslizó para no dejar ni un centímetro de distancia entre sus cuerpos. No estaba cómoda… pero no le importaba.
Shinichi definitivamente abrió los ojos ante el movimiento y el roce. Pero hizo todo lo contrario a ponerse nervioso, tenso o alejarse. No podía verla, pero podía sentir su respiración irregular muy cerca de su rostro.
- ¿Qué pasa? – Le preguntó entre los ronquidos de Heiji.
- …
- ¿Ran?
- No quiero que me dejes sola.
Eso sí lo tomó por sorpresa.
- ¿De qué hablas?
- No quiero que te maten como a él.
Shinichi no necesitó más explicación para entenderla. Notó como su voz se quebró durante la oración, y cómo su pecho se quedó quieto para no respirar. Sus puños estaban totalmente aferrados con fuerza a su remera y su cuerpo estaba temblando, y esta vez no era por el frío. Se estaba conteniendo para no explotar. Si hacía eso, todos se iban a despertar.
El detective, en la posición que estaba, no podía hacer nada útil, por ende, abrió para la izquierda toda la sábana y estiró su brazo derecho hasta alcanzar el final del colchón y agarrarse del borde. Luego, extendió su pierna izquierda lo más lejos que pudo en la misma dirección que fue su brazo, y rodeó a Ran con su brazo izquierdo para sujetarla a la altura de la cintura. Se levantó como si hiciese una plancha de costado, usando su pie izquierdo como soporte, y flexionó el brazo derecho para empujar con su torso la parte superior del cuerpo de Ran, mientras que con su pierna derecha desplazaba el tren inferior de ella. Ahora habían quedado totalmente del lado derecho del colchón.
Shinichi giró para quedarse nuevamente de espaldas viendo al techo, con el torso de Ran sobre su pecho, dado que no quería desprenderse del frente de su remera. Su cabeza se encontraba apoyada abajo del mentón de él, y las piernas de ella a su lado.
- Estaremos bien, no te preocupes. No matarán a nadie. – Le aseguró mientras hacía pequeños círculos en su espalda con su brazo derecho.
Sin embargo, esto no la estaba calmando. Al poco tiempo sintió como corría agua por su cuello.
- Ran, si no dejas de llorar… te juró que vas a ahogar al planeta, tonta. ¿Cuántas veces te pusiste a llorar en el poco tiempo que llevamos acá?
Pero ni siquiera la pequeña broma la sacó del estado.
- ¿A qué le tienes miedo?
- ¿A qué no? Estúpido detective insensato. No puedes asegurar que no pase nada malo, así que no lo hagas. ¿Qué pasa si algo les ocurre como a ese pobre oficial? – Dijo levantando la cabeza provocando que las lágrimas caigan en altura ahora.
- ¿Por que tenemos que terminar siempre en el fatalismo? Con esa filosofía mental nos vamos al carajo.
- Porque es como siempre termina… y no me pongas la Organización de ejemplo, que varios murieron a causa de ellos.
- "Inclúyeme en la cuenta de víctimas" – Pensó el detective internamente. – Tienes razón. No puedo asegurarlo. Pero entonces, ¿Qué quieres hacer?
- Deberían irse los tres y dejarnos acá.
Y Shinichi suspiró por el cansancio. Quería romperse la cabeza contra el piso una y otra vez hasta quedarse desmayado.
- Dame otra respuesta porque la solución que presentas no es viable.
- Sí que…
- Ran. – Dijo mientras ubicaba la mejilla de ella con su mano entre la oscuridad – Déjame decirte lo siguiente y con esto cierro la discusión. Por dos eternos años estuve añorando poder acercarme a ti una vez más y poder escuchar tu voz. Ni hablemos de poder tocarte o de estar… así como estamos ahora. Ahora respóndeme… ¿Crees que te dejaré sola cuándo sé que estos tipos pueden sacarte de mi vida otra vez? Te respondo sin dudar. Ni… en…pedo. – Dijo lentamente cada palabra acentuándola. – Aparte piensa un poco, ¿Tú crees que Heiji va a dejar a Toyama-san? Si tú no estuvieras acá, igual me involucraría. No dejaría a Heiji solo en esto.
- Pero tengo miedo por ustedes.
- Lo sé. Y es perfectamente entendible. Pero el sentimiento es mutuo, ¿Ok? – Dijo mientras acariciaba su mejilla con su pulgar.
- ¿Y qué podemos hacer?
- Para empezar… podemos intentar dormir un poco. – Sugirió sacando la mano de su rostro. – Esto es el día a día. Ya encontraremos la clave para resolver todo.
Ran lo pensó por un segundo y se puso a su lado nuevamente apoyando la cabeza en la almohada, aunque no sabía cómo acomodarse sin perder el contacto. Intentó que el brazo de Shinichi pasase por el hueco de su cuello… pero estaba lejos de su torso. Por lo que puso su cabeza sobre su brazo esta vez, acercándose a él. Pero ahora estaba muy arriba y ella iba terminar con una contractura y Shinichi con el brazo dormido.
- Ufa, no puede ser tan complicado encontrar el lugar ideal. – Dijo con fastidio la chica mientras bufaba.
De repente sintió como el cuerpo de Shinichi temblaba.
- ¿Se puede saber que es tan gracioso? – Susurró mientras le pateaba una de sus piernas.
- Tú. Eres de lo más vueltera.
- Discúlpame por ello. – Dijo rodando los ojos. – Te odio.
- Pues que mal porque yo te extrañé.
- …
- … ... ... ...
- … ... ... ... ... ... ... ...
- ¿Estamos haciendo competencias de silencios ahora?
- ¿No dijiste que teníamos que dormir? – Le gritó susurrando con el rostro rojo. Era un milagro que Kaito no los haya escuchado.
- Estoy esperando que te acomodes de una vez.
Ran fue moviéndose y probando distintos puntos de apoyo hasta que ubicó el sitio ideal. Apoyó la cabeza en su hombro, y su mejilla en la parte que se ahuecaba entre la axila y el pectoral. Era perfecto. Su cuello estaba cómodo y su cuerpo y pies tocando los de él. Sólo bastó que estire su brazo izquierdo para abajo, tocando el costado de la pierna de él, y ponga su mano derecha sobre su pecho, apoyando su antebrazo y codo sobre su abdomen. ¡Ahora sí!
- ¿Estás incómodo así? – Preguntó la de ojos azules rogando que la respuesta sea negativa.
- Para nada.
Shinichi aprovechó para acercar su brazo derecho y apoyarlo sobre la espalda de ella. Luego con la mano izquierda agarró la sábana que había quedado olvidada por un momento, y tapó nuevamente a ambos. Movió su mano izquierda bajo la manta hasta que pudo rodear la de ella, dejando ambas entrelazadas sobre su pecho.
Entre la oscuridad y el silencio un rugido se escuchó en el living, provocando que Heiji se sentara rápidamente.
- ¡Hay un Alien! – Gritó el de Osaka.
- Heiji… es el estómago de tu novia. Dejate de joder y vuelve a dormir. – Le dijo el del este.
- Ah buejgfh. – Dijo en un murmullo ininteligible, volviéndose a dormir a los segundos.
Shinichi y Ran se estaba conteniendo para no explotar de risa.
- ¿Qué clase de grupo es este?
- Uno poco normal diría yo pero único. – Respondió suspirando.
- Tienes razón en eso. Buenas noches Ran. – Dijo mientras le depositaba un beso sobre su frente.
- Buenas noches. – Le respondió mientras aprovechaba a inspirar con una sonrisa, la mezcla de su desodorante con el de su propia masculinidad. Era una combinación que la estaba relajando y enviando lentamente a otra dimensión.
Casa de seguridad – Lunes 09.00 am.
- Entonces, ¿Seguro que está todo bien Kaito? – Preguntó Shuichi.
- Sí, no te preocupes.
- De acuerdo. Cualquier cosa me avisan. Hablamos luego.
- ¿Todo bien allá? – Consultó Yusaku.
- Sí. Estaban todos despiertos menos Mouri-san y tu hijo.
- ¿Estamos hablando del mismo hijo?
- ¿Cuántos hijos tienes? – Le preguntó mientras elevaba una ceja.
- Quizás quieras responder la pregunta querido. – Dijo una Yukiko arreglada pero con cara de que en cualquier momento iba a asesinar a su marido.
- Discúlpame querida por ser un poco ácido a esta hora de la mañana. ¿Pero desde cuando Shinichi duerma pasadas las 9 de la mañana?
- ¿Se estará estresando con todo esto nuevamente? – Consultó Rei mientras se acercaba.
- Me parece que es todo lo contrario. Creo que se está relajando después de tanto tiempo. – Opinó Jodie.
- En dos años jamás logramos que lo haga, y de repente la hija de los Mouri lo hace en menos de una semana. Que joda. En vez de alejarlo tendríamos que haberlo dejado acá.
- ¿Qué hizo mi hija? – Preguntó Kogoro al escucharlos.
- Puso a dormir a Shinichi.
- Ugh, ¿Lo golpeó con su karate? ¿Por qué?... Yusaku, ¿Qué intentó hacer tu hijo con mi nena? – A lo que Eri se acercó alarmada.
- Uy que bola de nieve se está armando. – Dijo Shuichi mientras se golpeaba la cara. – Nadie golpeó a nadie. Sólo están durmiendo. Ambos.
- Ran no duerme hasta tan tarde. Siempre se levanta cerca de las 7 de la mañana. – Dijo extrañada la abogada.
- Según Kaito, parece que la hija de ustedes tenía problemas para dormir y se quedaron los dos despiertos pasada la madrugada.
- Pero aun así es raro. No importa que no haya dormido es un relojito. – Agregó Eri.
- Ni hablemos de Shinichi entonces. – Se levanta antes de las 5 de la mañana haya dormido una hora o nada. – Le dijo Yukiko.
- Alto todo el mundo. ¿Dijiste que se quedaron los dos despiertos? ¿Cómo sabían que estaban despiertos? – Consultó Kogoro.
- Parece que las chicas decretaron un pijama party de emergencia sin fecha de caducidad, y no dejaron a nadie afuera de la invitación. – Dijo Shuichi con mueca divertida.
El teléfono de Yukiko sonó por un segundo, con lo cual se lo sacó del bolsillo del pantalón. Era un mensaje de Kaito que decía: "Te lo debo por todo lo que hiciste por mí todo este tiempo. No grites mucho o des esos saltos raros que soles hacer.".
Al poco tiempo le llegó una foto, y no pudo evitar sentir una gran tranquilidad y sorpresa al verla. A decir verdad, Yukiko estaba realmente preocupada por Shinichi. Tenía miedo de que Ran no responda de buena manera al verlo y él termine explotando otra vez. Pero parece que claramente se equivocó.
Agrandó la foto y observó lo tranquilo que dormían los dos, abrazados bajo la misma sábana. Por más que intentaba hacer memoria, no recordaba la última vez que vio esos rasgos tan pacíficos en el rostro de su hijo.
-" 💓 ¡Eres el mejor Kaito-chan! Veo que alguien no está desaprovechando el tiempo en lo absoluto. Esta foto irá directamente a mi colección de métodos para fastidiar a Shin-chan. xoxo".
