Gracias a Ferchus 12356, Zulaypao22, Arual17, y Seraphine por sus comentarios. Les escribo al final 😛
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Hotel spa de Hamatia. – Lunes 20.50 pm.
Chikage estaba en problemas. Serios problemas. El escenario que se había creado no era para nada parecido al de sus cálculos.
Las manos de Eiji eran más fuertes de lo que creía. Los guardaespaldas la estaban apuntando. Y el barman claramente estaba acostumbrado a este tipo de situaciones, por lo que estaba con ellos. ¡Seguro que el muy desgraciado recibía muy buenas propinas al final del día!
- Me estás lastimando. – Dijo ella con apenas voz audible mientras intentaba disminuir la solidez del agarre de las manos de él, donde los puños de su saco se posaban.
- Es la idea cariño. Mejor que empieces a hablar.
- No sé de qué hablas.
- Vamos hermosa. No creo que quieras que llegue a otros métodos más efectivos para que hables. Odiaría tener que lastimarte aún más por una estupidez.
- ¡No! No me hagas daño por favor. – Intentaba seguir con su faceta de mujer tímida y miedosa…. Aunque no parecería estar funcionando del todo bien, ya que el poder de su agarre no estaba disminuyendo en lo absoluto.
- ¿Me vas a decir que los dos hombres que están caminando por el río Kesha no están relacionados de ninguna manera contigo?
- ¡¿De quién estás hablando?!
- Bien, como quieras. ¿Quién de ustedes quiere divertirse con ella sobre la barra? Tenemos bastante tiempo para perder. – Preguntó mirando a sus guardaespaldas.
Chikage aprovechó la pequeña dispersión de su mirada para tomar su copa y estrellarla rápidamente contra el costado de su rostro, provocando que Eiji la soltara por el fuerte dolor. Sin esperar mucho más, flexionó y estiró una de sus piernas para el costado, propinándole un golpe con su taco en la nariz, y se tiró dónde estaba el barman… el cual se encontraba ahora saltando la barra.
- ¡Maldito cobarde! – Exclamó al verlo huir.
No pasó mucho tiempo más para que las balas de los guardaespaldas empezaran a realizar su aparición, destruyendo todas las botellas del bar junto con la mueblería. Gracias a esto, la gente que se encontraba pasando un buen momento en el bar y en la zona de la piscina, entró en pánico, empezando a gritar y a correr hacia las salidas.
La mujer de pelo morocho artificial, estaba cubierta de vidrios, pedazos de madera y restos de alcohol. Pero tenía que de alguna forma aprovechar la estampida de gente para mezclarse entre ella.
- Nunca más perderé horas de compras con Yukiko para terminar de esta forma. – Bufó al tomarse una parte del vestido blanco y ver cómo había quedado… ex blanco en realidad.
Notó como uno de los guardaespaldas quiso entrar corriendo por el costado de la barra, por lo que Chikage estando agachada, fue tomando carrera para deslizarse por el piso con una bandeja de acero inoxidable, pasar por debajo de las piernas del hombre, y pegarle al "badajo" de su campana.
Mientras el pobre hombre lloraba del dolor, ella aprovechó para robarle el arma, rodar hacia adelante y salir corriendo por la puerta de costado, mezclándose entre el resto de la gente que salía despavorida del lugar.
- ¡Mátenla ahora! – Gritó Eiji. – ¡Quiero muerta a esa hija de puta!
Una vez que la mujer dio vuelta a la esquina y empezó a correr por el largo pasillo, se encontró con dos hombres que venían corriendo hacia ella.
Al ver el obstáculo, sacó de entre sus pechos, una especie de cartucho de lapicera. Lo lanzó contra el techo donde estaban los hombres, haciendo que explote y emane un humo de color negro. Ahora teniendo la oportunidad ante la desatención de los guardaespaldas, siguió corriendo hasta tirarse nuevamente al piso y barrer al que se encontraba a su derecha, el cual fue pisado por el montón de personas que huían de la escena.
El de la izquierda cuando quiso reaccionar, se encontró a Chikage de pie, dándole una patada en la zona de la cadera. Esto logró que el hombre retrocediera un par de pasos y flexione sus rodillas para mantener el equilibrio. La mujer aprovechó su postura y tomó carrera para pisarle el cuádriceps, impulsarse hacia arriba, y propinarle un rodillazo en el medio de la cara.
- Te juro que no es nada personal. – Le dijo al hombre desmayado con la nariz sangrando.
La mujer volvió rápidamente a la corriente de gente, notando que muchas de ellas se habían quedado a la espera del ascensor. En esta situación, lo que menos buscas es comodidad. Seamos coherentes por favor. Entre las balas y no bajar doce pisos por escalera con tacos de 12 centímetros… ¿Con cuál te quedas? La respuesta era obvia. ¡Con el ascensor! ¡Si no morías por una bala, morías por el dolor de pie!
- ¡Moriremos si vamos por el ascensor! ¡Tomemos las escaleras! – Gritó Chikage para dirigir a la masa de gente hacia un lugar más amplio. Necesitaba que la gente se disperse con ella o no podría salir de acá sin ser reconocida.
El pasillo era largo y luminoso. De un lado tenías la pared de la estructura interna del edificio, y del otro lado grandes ventanales que daban vista a la calle.
La gente seguía corriendo por el, presa del pánico de la situación. Pero con lo que no contaba Chikage, era que otros guardaespaldas estaban cercándolos por la supuesta salida. Habían quedado atrapados.
Cuando los hombres empezaron a disparar al techo para llamar la atención, fue cuando la gente empezó a quedarse quieta y a agacharse para sentarse en el piso.
- "Bueno... se me están acabando los planes b. Estamos del lado lateral del edificio. Tengo seis pisos hasta el techo de los primeros seis pisos donde están los soportes de la iluminación externa. Creo que mis cordones aguantarán la caída, pero no puedo errarle o terminaré hecho puré de tomates contra el asfalto. Ah genial. Toichi estará muy contento cuando se entere de esto."
Desenlazó rápidamente los fuertes y tirantes cordones de sus sandalias para sacar unas cápsulas que tenía escondidas en los tobillos, y entrelazó los cordones entre ellos para formar una especie de lazo resistente con sus zapatos.
- Si no quieres que haga una masacre con toda esta gente, mejor que dejes de esconderte y vengas conmigo. – Dijo Eiji de forma autoritaria a la masa de gente. – Ya me imagino que sabes lo que pasa cuando no me hacen caso.
- "Si, lo sé. De menú tendremos pato agujereado al horno con papas."
- Ok, contaré hasta 5. Si no sales… ya saben qué hacer. – Expresó mirando a los guardaespaldas que estaban con él. – Uno…
La gente estaba aterrada al escuchar el conteo y empezó a gritar histéricamente.
- Dos… tres…
Chikage tiró ambas cápsulas a los extremos de los pasillos, ocasionando dos grandes explosiones de humo. Con el arma que le robó al guardaespaldas en la barra, destrozó los vidrios del pasillo y no perdió más tiempo para saltar por la ventana y agarrarse de las columnas que se encontraban entre los grandes ventanales.
Sentía un cosquilleo en los dedos de las manos y de los pies, la transpiración fría en su piel, el temblor de su cuerpo por la adrenalina y su corazón latiendo a mil por hora. Desde que dejó de ser la dama fantasma, no hacía este tipo de cosas sola. Siempre estaba Toichi a su lado, o por lo menos estaba cerca como soporte por si algo pasaba. Pero esta no era la ocasión, y estaba un poco aterrada… pero se sentía eufórica al mismo tiempo.
- "Esto no es normal. Ahora que lo pienso, mi cuerpo está reaccionando con exceso de energía, y me siento más desinhibida de lo común."
Sabía que el humo iba a dispersarse prontamente, y sus músculos tenían una tolerancia de aguante para estar colgada. Así que, intentó respirar para calmarse, y poco a poco fue deslizándose por la columna, por el largo de dos pisos.
- "Vamos bien. Ahora, hacia los soportes de iluminación."
Se soltó de la columna para caer libremente por los cuatro pisos restantes. Con los cordones en forma de lazo en sus manos, logró acertar al dispositivo eléctrico y quedar colgada de él. Miró hacia abajo observando que las ventanas a excepción del piso cuatro y cinco, tenían rejas. Ahora el camino se volvía más fácil.
Descendió hasta posicionarse debajo de la gran estructura de cemento que dividía los primeros seis pisos del resto del edificio. Ruidos de disparos y balas pasaron cerca suyo, que gracias al pequeño techo que se creaba sobre ella, no alcanzaban a herirla.
- "Si sigue vivo le escribiré un mail de agradecimiento al arquitecto que diseñó este edificio."
Se encontraba descendiendo por las barras de la ventana, cuando escuchó los alaridos de Jodie.
- ¡Chikage-chan! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? – Preguntaba eufórica Jodie.
- "Ah genial. Justo ahora me tienes que gritar Jodie."
La mujer quedó sujeta de los hierros mientras despegaba el auricular de la parte interna de uno de sus aros, y se lo colocaba en el oído.
- Estoy escapando por el lateral derecho del edificio. – Contestó la mujer con voz ronca. Le dolía la garganta después del ahorcamiento y hasta le costaba tragar.
- Voy para allá. – Exclamó Yukiko en estado de alerta.
- Apresúrate. Tú también Jodie-chan. No creo que tengamos mucho tiempo. Saben que los hombres están en el río.
Bajó la ventana del piso seis, logró deslizarse por la quinta y la cuarta hasta llegar a la tercera. Solo le faltaban tres pisos. Tres malditos pisos que después de todo lo que pasó, debería ser catalogado como una gran pavada… hasta que un terrible mareo le hizo perder la visión y la fuerza. Notó que sus dedos se entumecían y le costaba doblarlos. Se aferró a la ventana lo más que pudo y vio su reloj de forma borrosa. Por más que quería concentrarse, los números nunca se quedaban quietos y no podía focalizarse en la hora.
- "No necesitas saber la hora. Haz que tu cuerpo responda. No falta mucho para que lo peor pase y lo sabes. ¡Así que concéntrate Chikage y baja ya!" – Se reclamaba a ella misma.
Empezó a usar las rejas de la ventana como si fuese un pasamano de un juego de plaza, solo que en vez de estar horizontal, se encontraba vertical. O en diagonal… o de cabeza…
- "Es un juego de plaza. Es fácil, vamos. Es fácil. Tú puedes. Es dere… es derecho. Sabes que… es derecho. Ba… ja un po… poco más...vam…va…"
Ante la pérdida de foco y fuerza pudo llegar hasta la mitad del piso dos. Luego sintió como sus dedos no respondían y como sus brazos dejaron de tener fuerza. Sus pies se trastabillaron de la reja y lo último que vio fue el hotel girando de forma descontrolada. Su cerebro se apagó y no pudo evitar no pensar. Pero por sobre todas las cosas, no pudo hacer nada para evitar la caída estrepitosa.
Camino ascendente del Río Kesha – Lunes 20.50 pm.
- Esto está demasiado tranquilo… y no me gusta nada. – Susurró Shuichi entre el ruido de las ranas y los grillos.
- Si los anfibios están cantando y comiéndose los mosquitos, estamos bien. – Comentó el rubio a través del auricular mientras avanzaba por la densa vegetación.
- Siempre viendo el lado positivo de las cosas, Rei-kun. – Dijo Kogoro con fastidio mientras lo seguía.
- Por supuesto. Ustedes son iguales que Heiji-kun. Si fuera por ustedes estaríamos todos saltan… – Y Rei se calló súbitamente al darse cuenta que la broma iba a caer de muy mal gusto.
- Voy a hacer de cuenta que no escuché eso. – Le reclamó Toichi.
- Perdón. No fue mi intensión. – Dijo con un poco de vergüenza.
- ¡Ja! Te pasa por ser un maldito payaso. – Le recriminó Shuichi.
- Cállate Droopy.
- No te estás refiriendo al perro, ¿No? Te juro que estoy apuntando a tu cabeza en estos momentos.
- Vamos, falta que saques el cartel de "estoy muy feliz", y eres idéntico.
- ¡Al menos sonrío!
- Tiene un punto a favor. – Opinó Kogoro.
- ¡Ya déjense de joder y pónganse serios! ¿Toichi-kun, cómo andan las alturas? – Preguntó el del FBI.
- No veo nada fuera de lo común. Sólo escucho…sandeces.
- ¿Perdón? ¿Qué te vienes tú a ser el serio aquí? ¿Por qué presiento que Jodie, Yukiko-san y Chikage-san la están pasando bomba y nosotros nos estamos pudriendo en este maldito lugar? – Dijo el del FBI con molestia.
- Porque están en un hotel cinco estrellas y nosotros en un menos cinco. – Sugirió Toichi.
- Punto a favor de Toichi-kun – Exclamó Kogoro.
- ¡Tú deja de sumarnos puntos! – Regaño el rubio.
- Tú no sumaste ninguno por el momento. – Le respondió el de pequeños ojos negros.
- ¡Eureka dijo Arquímedes! – Dijo sorpresivamente Toichi.
- ¿Qué ves? – Preguntó Shuichi.
- Un hermoso campamento con luces navideñas sobre el lateral derecho del río, a unos 1500 metros de donde están los sin puntos en el tablero.
- Vamos para allá. Mientras cuéntanos lo que vas viendo. – Respondió el rubio.
Toichi subió aún más la altura y pasó por encima del campamento con los binoculares midiendo el terreno y la construcción.
- Debe ser del tamaño de una cuadra aproximadamente y no se encuentra cercado, lo cual me llama poderosamente la atención. También hay algunas máquinas excavadoras en el extremo que usaron para crear un nuevo caudal del río que pasa por la mitad del campamento.
- ¿Para qué demonios desviaron el circuito del río? – Preguntó Kogoro.
- No es que lo desviaron, es como que crearon un nuevo brazo para tener mayor acceso al agua. Con respecto a las construcciones, no existen de cemento o de material reforzado, salvo una edificación bastante grande en el centro del campamento, que contiene techo de chapa. El resto de las instalaciones son carpas enormes, al estilo militar.
- Bueno, ya sabemos dónde está la oficina de reclamos. ¿Qué hay de la visibilidad? – Pregunto Shuichi.
- Hay grandes reflectores led que iluminan todo el asentamiento y parte de los alrededores. Si no fuera por ellos, no había forma de encontrarlos al estar bien ocultos bajo los árboles. Los drones aquí no funcionarían a no ser que estés prestando mucha atención, y las imágenes por satélite tampoco serían de utilidad, ya que el agua hace reflejo con las copas de los árboles…. Ah, era por eso que también desviaron el caudal. Debo admitirles que estos tipos son más listos de los que creía.
- ¿Seguridad? – Preguntó Kogoro yendo al punto que más le interesaba.
- Hay bastante y varios se encuentran armados con ametralladoras. Whoa, ¡Vaya que parece un campamento militar si no fuese por las ropas callejeras que visten en vez de los típicos uniformes!
Cuando pasaron unos minutos y el dúo se encontraba al acecho, el rubio hizo una seña hacia abajo con la palma de su mano para indicarle a Kogoro que se quede agachado y quieto.
- Esto es impenetrable. – Exclamó el detective mientras veía a través de los binoculares.
- Siempre hay una forma de entrada. Necesitamos recolectar algún tipo de evidencia para poder desmantelarlos o habremos venido en vano.
- La geografía de este lugar es perfecta para dificultar el accionar represivo de las fuerzas de seguridad en caso de tener que hacerla.
- Sí, por eso no lo cercaron. Es más fácil huir y mezclarse entre la vegetación.
- Creo que si entran por el lado derecho, les será más fácil. – Les indicó Toichi desde el cielo.
Ambos se fueron moviendo por el piso entre las grandes plantas y arbustos, intentando hacer el mínimo posible de ruido, lo cual se dificultaba con las ramas secas y las hojas en la tierra.
Cuando finalmente llegaron a la zona del perímetro, entre los dos empezaron a sincronizar y calcular la capacidad de visión de la gente que vigilaba el campamento… no encontrando posibles oportunidades para infiltrarse sin ser vistos.
- Es la primera vez en mi vida que me pasa algo como esto. Nunca los narcotraficantes con los que lidie, fueron tan listos como estos. – Opinó Rei.
- Por algo nunca fueron encontrados. Estamos hablando de un negocio que mueve millones y millones al año. ¿Te hace acordar a algún Sindicato en particular?
- ¡No me lo recuerdes! – Exclamaron los tres restantes al mismo tiempo.
- Bueno. Solo queda un método para entrar. – Dijo el de Seguridad mientras sacaba su arma y se ensuciaba un poco la cara y la ropa con tierra.
- Genial. Y cómo tú eres el más joven, ya veo cuál será mi papel. Intenta que no duela mucho o te perseguiré a tiros después de esto. – Le advirtió Kogoro mientras se ensuciaba un poco también.
Rei le sonrió inocentemente mientras le daba con la culata del arma en la sien, provocando que el de pequeños ojos negros se queje un poco por el dolor. Un hilo de sangre emanaba rápidamente de su piel al haberse abierto el tejido.
- ¡Te odio!
- Tampoco para tanto.
- Ven que te hago lo mismo.
- ¡Hey, hey! Tiene que parecer creíble.
- Sólo espero que no me maten a tiros. – Exclamó el viejo detective.
- Tranquilo. Si lo hacen, yo soy el próximo en la lista.
- No me estás tranquilizando mucho. Si lo hacen, te esperaré con un arma en el otro mundo por haberme golpeado tan fuerte ¿Entendido? – Dijo rodándole sus pequeños ojos.
- Avanza prisionero mío. – Exclamó con diversión.
El rubio lo apuntaba a la cabeza mientras caminaban por el campamento. Muchos los vieron rápidamente y se acercaron a ver qué es lo que ocurría.
- ¿Quién es él? – Preguntó un chico que no aparentaba tener más de unos veintisiete años.
- Lo vi husmeando por los alrededores. Estaba intentando infiltrarse. – Le respondió Rei.
- Ah, buen trabajo. Elimínalo. – Y el agente internamente se quedó helado al no esperar esa respuesta.
- ¿No conviene que lo torturemos para sacarle información? Quizás no estaba solo.
- "¡Oye, oye! Te estás tomando muy en serio el rol" – Pensaba Kogoro con algo de temor.
- No dejamos cabos sueltos. Acá nos conocemos entre todos, y no recuerdo que pertenezcas a la nómina actualizada. Aunque sí te recuerdo rondando la zona de las fábricas. – Dijo mientras le apuntaba al agente, junto con otras diez personas más.
- …
- Los estábamos esperando en realidad. Ya los habíamos avistado a ambos hace horas atrás.
- Creo que ya estás viejo para esto también. – Dijo un indignado Kogoro al ver cómo iba a morir.
- Y tú. – Dijo señalando al de bigotes con el arma – Estuviste en la Prefectura de Policía hace poco buscando a tu hija. No te preocupes por ella que cuando la encontremos, nos encargaremos de ella también. En todos los sentidos.
- Eres un… – Empezó a decir el detective al avanzar. Pero rápidamente un disparo a los pies por parte de uno de los integrantes del campamento, lo obligaron a pensar dos veces las cosas.
La situación se encontraba tensa, sobretodo del lado de Kogoro y Rei. Cada vez que evaluaban posibles rutas de escapatoria, salían perdiendo. No había forma de que salgan los dos vivos, y tampoco estaban muy seguros de que al menos uno de ellos podía salvarse.
Ambas facciones sintieron como una leve y silenciosa brisa pasaba sobre ellos, y como algo ovalado y verdoso caía entre ellos.
- ¡Granada! – Gritó uno mientras empezaba a correr a toda velocidad.
Cuando todos vieron el proyectil explosivo, ninguno se quedó a observarlo. Todos empezaron a desplazarse lo más lejos que podían y apenas lo lograron, dado que pasaron tres segundos para que explotara.
- ¡Toichi-kun! ¡La re p…! – Quiso Insultarlo el rubio que terminó adolorido al caer desastrosamente contra el suelo por la onda de choque.
- El lenguaje por favor. – Dijo a través del auricular.
- ¡Avisa que harás eso! ¿Quieres matarnos? – Preguntó el detective mientras salía del aturdimiento.
- Estuvo fenomenal verlos volar. – Opinó calmadamente el mago. – Lo haría de nuevo.
- ¡Cállate imbécil! – Le gritaron ambos.
- ¿Qué tal si empiezan a correr? Salgan de ahí de una buena vez.
Hotel spa de Hamatia. – Lunes 21.10 pm.
Jodie se encontraba viendo su teléfono en el lobby del hotel. No había tenido noticias de Shuichi en las últimas horas. Lo último que supo es que se iban a quedar a esperar a que anochezca para continuar con la búsqueda, y por algún motivo, o alguna corazonada… algo le decía que la situación no estaba bien.
Sus pensamientos se esfumaron inmediatamente al escuchar los gritos de la gente que salía corriendo por las escaleras internas de emergencia del hotel. Las personas estaban tan sumisas en la desesperación que apenas se les podía entender algo. Las únicas palabras que Jodie pudo captar fueron: disparos, corran y nos van a matar.
No necesitó escuchar más nada para saber que su misión había salido mal.
- ¡Chikage-chan! ¿Dónde estás? ¿Estás bien? – Preguntó con alerta máxima intentando no llamar la atención.
Pasaron unos eternos segundos en silencio mientras veía como las recepcionistas llamaban a la policía. Jodie ya se encontraba analizando las peores alternativas posibles, cuando finalmente una voz un poco áspera contestó.
- Estoy escapando por el lateral derecho del edificio.
- Voy para allá. – Escuchó a Yukiko.
- Apresúrate. Tú también Jodie-chan. No creo que tengamos mucho tiempo. Saben que los hombres están en el río.
La rubia se quedó por un momento absorta al comprender la última oración. Pero también sabía que la policía no iba a tardar en llegar y eso era algo absolutamente negativo para ellas. Por lo que la del FBI se levantó con urgencia y empezó a mezclarse con la gente para salir por la entrada.
Antes de poder salir del edificio, pudo observar a algunos hombres con auriculares puestos. Estaban corriendo en la misma dirección que ella quería ir.
Miró a sus alrededores mientras los seguía, percatándose de que no había otras personas con características similares.
- Yukiko-chan, ten cuidado. Van por ustedes, pero estoy atrás. La policía no creo que tarde mucho en llegar.
- ¡Jodie! ¡Chikage no está bien! ¡No está respondiendo! - Gritó con miedo dejando de lado los honoríficos.
- Métete en el auto y quédate agachada.
La del FBI se inquietó ante el tono de voz de la ex actriz. Estaba a solo unos 20 metros de llegar a la esquina y quedar en el punto que habían coordinado.
Al doblar la cuadra, vio que los hombres habían sacado sus armas y estaban acercándose con cuidado a Chikage, quien yacía en el suelo sin moverse.
- La encontramos. ¿Qué quiere que hagamos con ella?
Jodie se fue acercando discretamente mientras mantenía la atención a sus alrededores. No quería ninguna sorpresa como las que ha tenido en el pasado. Esperaba que esta vez no existiese ningún francotirador como Calvados, o que alguna loca como Ran saliera del baúl de algún auto.
- Ok. Estamos aggh…
La agente había sacado su pistola taser para dispararle los dos dardos con electrodos en la espalda al hombre. Ante la carga eléctrica suministrada, la persona quedó incapacitada en el suelo al no poder controlar sus músculos motores.
El otro hombre se estaba dando la vuelta y Jodie ya se encontraba apuntándolo con su revolver Smith & Wesson model 36. El problema es que al ser un revolver, no disponía de un silenciador. Si provocaba ruidos de disparos, era como si le inflara un gran globo color fuxcia en forma de flecha a los que las perseguían.
Yukiko subió la cabeza para ver por la ventana del auto, y entendió lo que pasaba. Para ayudar a la del FBI, abrió la puerta del acompañante con la mayor fuerza posible para golpear al perseguidor hacia adelante y desestabilizarlo. Acto seguido, Jodie lo golpeó en la ingle con una patada para hacerlo caer de rodillas, y luego le golpeó la tráquea con la mano en forma de puño. El hombre se agarró la garganta ante la falta de suministro de oxígeno, y la del FBI aprovechó para colgarse de atrás y estrangularlo hasta que se desmayó.
- ¿Qué le pasó a Chikage-chan? – Preguntó la del FBI a la otra, mientras esposaba al electrificado y le robaba los auriculares al noqueado.
- No lo sé. La encontré así. Intenté hacerla responder pero parece ida. – Dijo mientras volvía a acercarse a la esposa del mago.
- Déjame ver… no tiene heridas de bala, ni grandes heridas abiertas.
Al no encontrar nada empezó a examinarla para entender cuál era la razón por la cual se encontraba en ese estado.
Mientras veía las marcas de dedos en su cuello, la sintió respirar… lo cual era bueno. La cacheteó un poco y notó que se quejaba de forma ininteligible de ello, lo cual era favorable también.
La observó un poco mejor y notó sus manos, pies y piernas rasguñados. Su tobillo derecho no estaba en las mejores condiciones, probablemente esguinzado, al igual que su muñeca derecha. Su vestido se encontraba roto y tenía… ¿Restos de plantas, alcohol y vidrios? Al observar su falso pelo que se había corrido un poco, también podía ver algunos restos de hojas, pero ninguna herida que pareciese grave.
Jodie miró hacia el costado, y vio que el lateral del hotel estaba rodeado de arbustos ornamentales en forma rectangular.
- ¿Qué tiene? – Preguntó Yukiko con ansiedad.
- Se debe haber caído. ¡Oye, despierta!
- ¿Qué tan alto?
- No lo sé. Quiero probar una cosa antes de moverla.
Jodie tomó una de las ramas que estaban dispersas en el suelo y la presionó sobre ambas plantas de los pies. Apenas los movía, pero no mucho.
- Intentemos moverla lo menos posible y vayámonos de acá. Tengamos mucho cuidado con su cabeza. Roguemos que no tenga ninguna lesión espinal.
Entre las dos la tomaron y la subieron a la parte de atrás del auto. Jodie movió el asiento del acompañante hacia adelante y se colocó en el hueco donde van los pies de los pasajeros de atrás.
Mientras Yukiko se encargaba de salir de la prefectura de la forma más veloz posible, Jodie fue atando a la de ojos marrones con los tres cinturones de los asientos traseros. Luego, le sacó la peluca y le puso una campera que habían comprado esa mañana entre la puerta y la cabeza.
Con un poco de malabarismo, logró pasar al asiento delantero y correrlo lo más posible para atrás para trabar el cuerpo de Chikage, y evitar que se moviera tanto con los movimientos del auto.
- ¿Llegó a decirte algo cuando la encontraste?
- No. Muero por llevarla a un hospital. ¿Por qué no llamas a Ai-chan?
- Buena idea. Toma, ponte el auricular que le saqué al guardaespaldas. Quizás te sirva para eludir los caminos por donde están yendo. – Le indicó mientras se lo colocaba en la oreja.
Pasaron un par de pitidos hasta que la niña no tan niña atendió.
- ¿Cómo estuvo el spa? – Preguntó con su voz tan característica de falta de emoción.
- ¡Un desastre! Tengo a Chikage-chan herida. Estimo que se cayó del edificio intentando escapar, pero no sé qué tan alto cayó.
- Espera, espera. Ve más lento. ¿Qué diablos pasó?
- Concéntrate en lo que dije. Luego te cuento qué pasó.
- Ok. ¿Tiene heridas abiertas de gravedad?
- No. Solo rasguños, una posible torcedura en el pie derecho y la mano derecha en malas condiciones.
- ¿Y por qué no la escucho insultar entonces? Dime que no está dormida.
- No está dormida sino que está como ida. Apenas responde a incentivos de dolor y no parece poder hablar.
- ¿Ai-chan, no sería bueno llevarla a algún hospital? – Intervino Yukiko con preocupación.
- Tendríamos. Si tiene alguna hemorragia interna o algún golpe severo sería grave. Y no hay otra forma de verlo que no sea mediante una tomografía.
- ¿Entonces qué hacemos? ¿Dónde voy? – Indagó la castaña con temor.
- Dame dos minutos.
Yukiko se detuvo en un semáforo en rojo. Estaba a punto de pasarlo en rojo pero se contuvo. No sólo no tenía que llamar la atención de la policía, sino que correr era innecesario al no saber a dónde ir.
El silencio la estaba atormentando. No se escuchaban ni las respiraciones de ellas.
- ¿Me escuchan? – Preguntó Heizo con su voz grave.
- ¿Hattori-kun? – Consultó Jodie con duda.
- Escúchenme bien. Vayan lo más rápido posible hacia Osaka. Les pasaré por mensaje la dirección de una clínica donde atenderán urgentemente a Chikage-chan. Apenas cortemos, me comunicaré con ellos para decirle que están yendo y lo que pasó.
- ¡Pero estamos lejos de Osaka! – Exclamó Jodie mientras veía como Yukiko introducía la ruta hacia la Prefectura en su teléfono.
- Es lo único que podemos hacer en esta situación. Si vienen para acá, son más de dos horas de viaje y no tiene sentido al no poder hospitalizarla. El viaje a Osaka es apenas un poco más largo, y Kudo-kun acá, me dice que confía en las habilidades de manejo de su mujer. Así que, apresúrense en llegar que cada segundo cuenta. Llámennos cuando tengan noticias.
- ¡Espera Hattori-kun! Chikage-chan nos advirtió que saben que los chicos están en el río. ¿Qué hacemos? Debemos avisarles de alguna forma.
- Nos encargaremos de intentar comunicarnos con ellos. Lamentablemente no hay nada más que podamos hacer. Sabes muy bien eso. Si nos desesperamos y nos entrometemos, podemos ponerlos en un mayor riesgo del que están.
- Ok. – Y cortó la llamada con un gusto amargo en la boca.
La agente a los minutos, recibió las coordenadas por parte de Heizo. Sacó el teléfono del soporte del tablero, y cambió el destino del viaje al ver que ya se encontraban en la ruta. Yukiko sí que manejaba rápido, y ella ya la conocía de pies a cabezas al entablar una gran relación de amigas estos últimos dos años. Analizó su expresión mientras se encontraba al volante. No era raro verla seria, concentrada y preocupada. Ya no era la ex actriz que no parecía envejecer nunca, y cuya personalidad irradiaba euforia y felicidad extrema en todo lo que hacía y decía. No. Había cambiado y con justa razón. Como si un martillo del tamaño de una montaña hubiera caído sobre su cabeza para aplastarla contra el suelo.
- ¿Estás bien Yukiko-chan?
- Sí, solo concentrada.
- No me refería a eso…
La actriz no desvió su mirada del camino. Pero bastó para escuchar a su acompañante para entender lo que le estaba preguntando.
- Estoy bien. No te preocupes. Solo estoy preocupada por ella.
- Me avisarás cualquier cosa, ¿No?
- Jodie-chan, no puedes estar atrás de todos. Estás atrás de Shin-chan, de Kaito-chan, de Shuichi-kun… ¿Y quieres también estar atrás mío? Vas a explotar mujer maravilla.
- Solo te estoy pidiendo que me avises si te pasa algo. Nada más. Sabes que te considero una gran amiga.
- Lo haré, no te preocupes. Gracias Jodie-chan. Por todo.
- Nada que agradecerme. Me alegra tenerte de amiga y de tener la posibilidad de torturar a tu hijo con Shuu.
La actriz sonrió inconscientemente por el comentario, aligerando un poco el estrés que sentía por la situación. Sentía que esto se les estaba yendo de control.
- ¿Tú estás bien? Si Yusaku estuviera en el río, estaría más explosiva que fuego artificial en año nuevo. – Preguntó la ex actriz.
- No voy a negarte que no estoy preocupada. Pero como dijo Hattori-kun, no puedo hacer nada por el momento. Veré qué tipo de venganza se me ocurre para que me pague la espera en llamarme.
Ambas rieron por un momento antes de enseriarse nuevamente, y así pasaron todo el trayecto hasta Osaka: Yukiko al volante, y Jodie pinchando continuamente a Chikage para que no cerrara los ojos.
Camino ascendente del Río Kesha – Martes 00.43 am.
La Luna se encontraba en su primer día de la fase creciente, por lo que su iluminación no ayudaba a alumbrar los senderos. Tanto Rei como Kogoro, hacía casi una hora y media que estaban corriendo, y se encontraban en desventaja por este aspecto. Por más que estaban siguiendo el recorrido que hicieron para ir al campamento, se les estaba complicando volver, al no conocer bien las condiciones del terreno.
Kogoro se agachó un momento con el arma y empezó a disparar a los que tenían linternas. Al menos podía acertarles a los que tenían algo con qué identificarlos. Sus balas se dirigieron en lo posible, a puntos no vitales, aunque lo suficientemente importantes como para dejarlos inactivos en el piso.
Empezó a correr un poco más al ver que se estaban acercando, y cambió puestos con Rei para que éste último realice la misma acción. En el entretanto, aprovechó a cargar su arma con el último cargador que le quedaba.
- Este es mi último. – Avisó Kogoro al agente mientras volvía a posicionarse para disparar.
- El mío también. – Le respondió mientras lo pasaba y reponía el cartucho. – No estamos lejos. Podemos hacerlo. ¿El resto está en camino?
- No. Pero no se preocupen por mí. Ustedes váyanse que los alcanzaré. – Comunicó Toichi.
- ¿Qué estás haciendo?
- Lo que vinimos a hacer.
- ¿Estás loco?
- Obvio. Por algo estoy con ustedes.
- Shuichi, ¿Dónde demonios estás?
Un hombre se apareció al costado, sin que lo hayan visto. Cuando Rei se percató, ya era tarde. Había disparado con su pistola, hiriendo a Kogoro en uno de sus brazos. Esto provocó que el detective caiga al piso con una expresión de dolor.
El agente le apuntó al que disparó, pero cuando apretó el gatillo, se dio cuenta que se había quedado sin balas. Sabía que iba a morir si lo hacía, pero no le quedaba otra opción que intentar pelear con él… hasta que una bala perforó de lado a lado al atacante.
- ¿Siempre tengo que andar de niñera? – Replicó el del FBI.
- ¡No podías hacer eso antes que me dispare! – Le recriminó el detective mientras se presionaba lo más que podía la herida y se levantaba para correr nuevamente.
- Vayan por la orilla del río para ir más rápido. ¡No me pisen!
El dúo siguió la carrera, mientras escuchaban los claros sonidos de dolor de las personas que iban cayendo atrás de ellos.
A los minutos, notaron como algo raro se levantó del suelo para empezar a correr con ellos. Shuichi se había cubierto de barro y hojas, de pies a cabeza. Se había mezclado entre el agua del río y la maleza, haciéndolo imposible de detectar.
- Más camuflado imposible, ¿No? ¡Te odio! – Dijo Rei con exasperación.
- ¿Cuál es la gracia de tener un fusil de francotirador si me van a ver?. Lástima que solo tengo siete balas.
No pasó mucho tiempo más para que encontraran el auto, el cual habían ocultado al llegar.
- Yo manejo. Estoy menos cansado. – Avisó Shuichi.
Mientras este último abría la puerta y tiraba el rifle en el asiento del acompañante, la dupla restante se subió a los asientos traseros, sintiendo los disparos sobre la parte de atrás de los autos y rompiendo la luneta en el proceso.
El del FBI no tardó en pisar el acelerador a fondo para salir del lugar.
- Toichi-kun, tengo a Kogoro-kun herido, aunque no parece ser de gravedad. ¿Dónde estás? – Preguntó el conductor.
- Estoy yendo para allá.
- Déjame alejarme un poco y te subes.
Y así lo hicieron. Cuando pasaron diez minutos, y el mago confirmó vía aérea que no habían podido seguirlos, se detuvieron al costado de la ruta.
Rei aprovechó para ir al baúl y agarrar el kit de primeros auxilios, mientras que Shuichi sacaba rápidamente su arma y la guardaba atrás. También se cambió la remera y rápidamente se lavó cara, brazos y manos con una botella de agua que habían puesto atrás. Si un control policial los detenía, iba a ser un poco difícil de explicarles el por qué estaba como estaba.
- Vamos a tener que evitar las rutas principales por la rotura del vidrio. Iremos por adentro donde hay menos puestos de control y así no llamaremos tanto la atención. – Sugería Toichi que ya se encontraba en el asiento del acompañante mientras veía en el teléfono de Akai la mejor ruta.
Cuando indicó la ruta que quería al captar nuevamente la señal, y puso el teléfono en el soporte, fue que empezaron a llegar las llamadas y los mensajes.
- Ok… ¿Qué demonios pasó? – Se preguntaba con curiosidad el conductor del vehículo al ver los quince mensajes de Jodie y las tres llamadas perdidas de Heizo.
- Mejor llamemos, va a ser más sencillo. Además, debemos avisar que estamos volviendo. – Propuso Rei mientras le daba tratamiento a la herida de Kogoro.
El del FBI llamó a Jodie con el manos libres del auto, pensando que ya se encontraban en la casa de seguridad… pero cuanto se equivocó al escucharla cuando lo atendió.
- Shuu, ¿Están bien? ¿Dónde demonios están? – Preguntaba con cierta tonalidad de urgencia.
- Estamos bien, yendo para la casa. Mouri-kun está herido pero nos estamos encargando de ello. No es grave. ¿Por qué suenas alterada?
- Sabían que dos de ustedes estaban ahí. ¡Estábamos preocupados!
- ¿Cómo sabían ustedes eso?
- Ahora no importa. ¿Toichi-kun está con ustedes?
- Estoy acá. – Respondió arrugando el entrecejo en señal de confusión.
- Chikage-chan resultó herida.
- ¿¡QUE!? – Dijo exaltando a todos los que se encontraban en el auto. No era habitual que el mago levantase la voz.
- Estamos en Osaka, en una clínica que nos derivó Hattori-kun.
- Pero… ¿Está bien?
- No lo sabemos todavía. Le están realizando algunos estudios.
- ¿Qué…?
- Se cayó intentando escapar... – Dijo interrumpiéndolo. –…desde la parte externa del hotel. No sabemos a qué altura estaba y por eso estamos realizándole los estudios. Queremos evitar cualquier riesgo de sangrado intracraneal o cualquier otra cosa.
- ¿Cuándo tendrán los resultados?
- Apenas los tenga te llamo. Pero no deberían tardar mucho más.
- Por favor hazlo.
- Envíale por si las dudas la dirección dónde están a su teléfono. – Le indicó su pareja.
- Ahí se la mando. Vayan con cuidado y llámame cuando llegues.
El auto quedó envuelto en un silencio incómodo después de cortar la comunicación, siendo la preocupación y la duda sobre lo que pasó, los dos aspectos que más sobresalían.
El del FBI y el de Seguridad, agregaban un sentimiento más a la fórmula, y se llamaba empatía. Es como si existiese una nube negra con respecto a las caídas que perseguía a la familia Kuroba, repitiendo la historia una y otra vez.
- ¿Qué hacemos? ¿Vamos para Osaka o vamos para la casa de seguridad? – Intervino el detective para decir algo que corte la tensa situación.
- Vamos para la casa. – Dijo decididamente Toichi.
- ¿Por qué no te vas al hospital? Estarás más tranquilo. Puedes volar, y nosotros manejar a la casa de seguridad. – Propuso Kogoro.
- Tiene un punto a favor. – Dijo Rei, retomando la cuenta que llevaban hace unas horas. Sin embargo, la pequeña broma poco pudo hacer para sacar a Toichi del estado dubitativo en que se encontraba.
- ¡Vete de una vez! Si Eri estaría como tu esposa ahora, no estaría tardando en decidirme a irme. ¡Ouch! ¡Ten más cuidado!
- ¡Deja de moverte que estoy intentando sacarte la bala! – Le gritó el rubio.
- ¡Eres un pésimo médico!
- No soy médico, estúpido.
- Primero me das con un arma en la cabeza y ahora me perforas aún más el agujero que tengo en el brazo.
- ¡Si no te callas llamaré a tu hija para que te tranquilice! Ni ella hizo tanto lío cuando la curaron.
- ¡No estuviste ahí, así que cállate!
- Ok, me terminaron de convencer. Me voy. – Dictaminó al escucharlos pelear como niños de jardín de infantes.
Shuichi detuvo el auto para ver cómo el mago volvía a preparar su equipo.
- Le diré a Jodie que estás yendo. Cualquier novedad, avísanos. No escriban nada en el grupo. Por ahora no conviene que el resto se entere de lo que pasó. – Le recomendó el del FBI.
El mago asintió para rápidamente irse al lugar que tanto deseaba llegar. Esto se estaba convirtiendo en un pequeño infierno, donde cada situación, se convertía en una prueba para enfrentar a sus demonios del pasado.
Respuestas a reviews:
Ferchus 12356 (y que tampoco sabe porque no tiene 4): ¡Acertaste sobre Chikage! Me alegra que te guste la historia y estés ansiosa por saber qué pasa. Me ayuda a concentrarme a escribir, y a ponerme "fechas de entrega estimadas" para que no me maten.
Zulaypao22: ¡Mama mía! Si tu padre es como Kogoro, mejor que nadie se meta con vos o pueden terminar mal. 🙈
Mi papá también era parecido al tuyo. No era muy efusivo que digamos, por no decir para nada. Pero de alguna forma demostraba sus sentimientos de otra manera. Sus "te quiero" siempre venían escondidos y dependía de vos descubrirlos. 😉
Arual17: Ehhhh... creo que Chikage no terminó como has pensado en el capítulo anterior. Me encanta recibir las reviews cuando ya tengo las ideas en la cabeza para desarrollar el próximo capítulo, y saber que voy a ir en contra de todo lo que me digan (¡Soy maldita y seré odiada por esto!).
Seraphine: Si ese es tu nombre, ¡Me encantó! Gracias por dejar tus comentarios, y no te preocupes que nunca dejo algo inconcluso. Yo también leo varios fics y te juro que me dan ganas de gritar cuando no los siguen después de años o de repente te llega el nuevo aviso de capítulo y en realidad es un… "lo abandono". ¡Noooo! ¡No pueden hacer eso! ¡Debería ser ilegal a nivel mundial!
Vas a tener más maizales prontamente. ¡No desesperes!
Y con respecto al del bosque… ni lo menciones. Lo leí hace poco porque me había olvidado un poco de él. Cuando vi cómo escribía, me quise matar. No puedo creer que haya escrito eso. 😂
