LO MISMO QUE ESTAR DESNUDO
Sasuke apretó la boca para mantenerse callado mientras con su única mano sostenía contra su pecho las cobijas y la almohada que Sakura le había dado unos minutos atrás. Él sabía que ella lo estaba viendo de vez en cuando mientras se movía por el departamento acomodando cosas.
Habían llegado media hora atrás al edificio donde Sakura vivía e increíblemente ya había anochecido. La plática con Kakashi se había extendido mucho.
Era el lugar donde él vivía con su familia en su actualidad, sólo que había menos muebles, no había ninguna foto de su familia ni el álbum lineal de cuadros de las etapas de crecimiento de Sarada, ni tampoco adornos como los que Sakura acostumbraba poner en la casa como floreros o cuadros artísticos de pinturas que él no conocía. En algunas habitaciones incluso había colocado cosas que Sasuke les mandaba de regalo cuando estaba viajando, pero en esta ocasión, las habitaciones eran fríos almacenes donde Sakura guardaba archivos del trabajo o alguna que otra caja con objetos que no precisaba tener a la mano.
No había sido un tour por la casa para que Sasuke supiera donde andar de metiche, Sakura solamente le había mostrado dónde dormiría y cuál era su cuarto y el baño, pero Sasuke había visto de reojo al resto de las habitaciones notando lo antes mencionado. No hacía falta recalcar que se sintió decepcionado cuando supo que no dormiría con la pelirrosa.
―Conseguiré un futon pequeño para el otro cuarto y quitaré algunas cajas para que puedas dormir en él. Mientras tanto, la sala es lo mejor que te puedo ofrecer ―le dijo Sakura enderezándose del sillón de tres espacios con los cojines decorativos en mano. Los aventó sobre el sillón individual delante del comedor y amontonó ahí los adornos para liberar el mueble―. Si quieres algo de comer eres libre de ver en la cocina.
Sasuke parpadeó y volvió su vista hacia ella.
― ¿No te molesta tampoco que tome las fresas con miel? ―preguntó con sorpresa.
Sakura giró en su lugar y le miró interrogante.
―Bien, ¿cómo es que sabes que me gustan las fresas con miel? ―preguntó Sakura con incertidumbre. No estaba a gusto con Sasuke en la habitación y era algo que el azabache sí podía percibir. Ella colocó sus manos en la cadera y su expresión facial parecía de disgusto.
Sasuke meditó su respuesta pero no la dio. No sabía qué tan bueno sería convivir con una mujer que le odiaba pero que sabía que en otras circunstancias sería su mujer.
―No pregunté nada frente a Kakashi porque el hecho de que estés aquí me supera, pero ahora estamos solos y quiero saber todo detrás de este Sasuke ―le señaló con dureza.
Sakura se dejó caer sobre el sillón en el que Sasuke iba a dormir y cruzó brazos y piernas. Esperó con la mirada fija sobre el hombre a que este tomara asiento en el sillón de dos espaciosa detrás de él y quedaron frente a frente con dos metros de distancia. Sasuke se echó hacia el respaldo y colocó las cobijas sobre sus piernas sin soltar el agarre sobre las mismas.
El silencio dominó la estancia mientras ambos se mantenían unas miradas serias y tensas.
.
.
.
―Comienza ―dijo Sakura con calma.
Sasuke carraspeó aclarándose la garganta y se acomodó en su lugar mientras habló.
― ¿Qué quieres saber?
―Todo. La Guerra, Naruto, tú ―enumeró con un leve tono de voz acelerado. Sasuke notó el desespero en sus palabras―. ¿Qué ocurrió de verdad?
―La verdad es la misma que te conté cuando llegaste a la oficina de Kakash-
― ¡Quiero toda la verdad!
Sakura casi gritó echándose hacia adelante en su lugar. Sasuke jamás había presenciado un desespero de esa forma en ella, normalmente era quien se mantenía en calma y buscaba tranquilizar las situaciones tensas que se vinieran sobre la familia, pero Sasuke volvía a recordar entonces que ahí no existía ninguna familia y Sakura no era la misma. Esto complicaba que él decidiera cómo avanzar ahí, podía verse igual a ella pero era una desconocida.
―Sé que hay más ―puntualizó Sakura. De nuevo el desespero.
―Bueno, Madara iba ganando ―comenzó. Sakura se congeló―. Me uní a la guerra, pasó todo lo que ya te dije. Naruto me ganó en nuestro encuentro y volvimos a la aldea. Me redimí con años de misiones. Tú y yo nos casamos y tuvimos una hija, Naruto tuvo dos hijos, Ino y Sai un niño, Shikamaru y Temari un niño, Choji tuvo una hija con una mujer que no conozco pero me odia, su hija es mejor amiga de nuestra hija. ¡Ah! Y Orochimaru tiene un hijo que es compañero de Boruto y Sarada.
― ¿Sarada? ―preguntó confundida.
―Así nombramos a nuestra hija ―contestó con calma. Se inclinó sobre su lado sin brazo y de inmediato se recompuso al sentir que caía. A veces el equilibrio le fallaba al pensar que podía apoyarse en un codo inexistente. Se reacomodó sobre su lado derecho y apoyó el brazo sobre los cojines―. Hamm, hay más niños amigos de Sarada pero sólo me acuerdo de los más cercanos… Naruto es el Séptimo Hokage, Shikamaru su mano derecha, Temari embajadora de la Aldea de la Arena en Konoha, Sai es parte del equipo personal de investigaciones del Hokage, es algo así como un ninja único entre todos y sólo acata órdenes del Hokage y de nadie más.
Sasuke esbozó una sonrisa y vio al piso con una mirada perdida en algún recuerdo. Sakura percibió que no observaba a nada en el ambiente, sólo viajaba en algo inexistente.
―Tú eres la actual jefa del Área de Investigaciones Médicas de Konoha y la líder de las tropas de Ninjas Médicos de la aldea. También eres fundadora y directora de un Hospital Infantil para Huérfanos de la Guerra, y tienes un puesto en el Hospital de Konoha como doctora ―contó Sasuke. Parpadeó un par de veces antes de llevarse la mano a la barbilla y comentar algo que iba más dirigido a él que a Sakura―. Creo que los últimos días que nos vimos habías sido promovida a médico cirujano independiente o algo así… era… algo como que podías llevar una operación en campo, creo. Se lo contaste a Sarada cuando yo me bañaba, así que escuché muy poco.
Sasuke no sabía que sus palabras estaban creando un cascarón en todo el ser de Sakura. Impactada por la realidad de este Sasuke, ella no podía dar crédito a lo que escuchaba. Todo parecía tan ameno, tan final feliz de cuento que le era muy difícil imaginarlo. Todos con hijos, ella con una familia con Sasuke, casados. Naruto como Hokage. ¿Un hospital para niños? ¿Ella realmente hizo eso?
― ¿Qué ocurrió… ―preguntó Sasuke sacándola de su ensoñación. Ambos levantaron la mirada al otro― aquí?
Sakura tomó aire y se enderezó en su lugar. Soltó todo lo que retenía en sus pulmones y se puso de pie.
―Sólo quédate con que no dirijo un hospital ni seguí siendo doctora.
Sakura caminó alejándose de la sala a paso tranquilo, pero Sasuke se puso de pie de un salto cuando la escuchó decir aquella frase. Llegó rápido hasta el inicio del pasillo donde ella pretendía desaparecer y la detuvo tomándole la muñeca. Con un leve tirón le hizo parar y voltear hacia él.
― ¿Cómo que ya no eres doctora? ¿Qué pasó? ―preguntó acelerado―. ¿Por qué lo dejaste?
Sakura frunció el ceño y movió la muñeca zafándose del agarre de Sasuke dándose cuenta de que el Uchiha no ejercía ninguna fuerza bruta sobre ella. Esto la sorprendió, estaba acostumbrada a ser sujetada violentamente por él, así que su acto de querer soltarse fue un reflejo agresivo de los recuerdos del pasado. Entonces vio su brazo y su expresión se oscureció.
―No estás en posición de exigir respuestas ―respondió cortante. Le miró con frialdad y con tono brusco habló―. Vete a dormir, cualquier duda la tendrás que resolver con Kakashi y eso si él quiere decirte algo.
Sakura empujó a Sasuke con el hombro y pasó de él hacia el pasillo. Sasuke, desconcertado, la siguió con la mirada.
―Para poder vivir conmigo habrá cosas que tendrás que hacer para mezclarte con la gente de Konoha, así que quiero que estés levantado y listo a las seis de la mañana.
Sakura se perdió en su habitación y cerró la puerta de un golpe. La casa vibro y Sasuke temió que el edificio se fuera a derrumbar, pero este se mantuvo en pie dejando solo a las persianas de la sala moverse de un lado a otro.
No le estaba gustando la convivencia con esa Sakura y tan sólo llevaban pocas horas juntos. No quería imaginar qué tenía que hacer mañana para poder pasar en cubierto.
Derrotado caminó a la sala y apagó la luz hallando el switch de energía sin siquiera voltear a verlo, todo completamente natural. Era y no era su casa, sabía hasta dónde moverse y qué tanto estaba oculto ahí. Colocó una de las cobijas sobre el sillón hundiendo las esquinas de la tela en los asientos para evitar que se moviera. Puso la almohada prestada y se recostó dejando la otra cobija sobre el respaldo, no hacía tanto frío como para querer usarla. Aun acostado, y vencido por el agotamiento, se despojó de su chaleco y lo colocó doblado sobre la alfombra debajo de la mesa de café. Se sacó las zapatillas ninja y las puso a su lado emparejadas a la altura de donde su cabeza descansaría. Finalmente echó su pequeño bolso de herramientas ninja sobre el chaleco y volvió a tumbarse. Miró la katana recargada contra la pared junto al buró del pasillo detrás de la sala. Estaba a un alcance aceptable en caso de que se lanzara por ella.
Suspiró con fuerza mirando la luz artificial de Konoha entrar por la ventana acompañada de la suave luz de la luna. Konoha no dormía, era algo real, y no tenía problema con ello en ese momento porque se sentía solo a final de cuentas. Era como si tuviera a todos y a nadie en la aldea. Y algo asustado por esta idea y realmente preocupado de no poder volver a su tiempo, metió la mano en su camisa y sacó del bolsillo oculto un trozo pequeño de papel.
Inundado de nostalgia, la sonrisa de una joven Sakura cargando a una bebé Sarada en su antigua casa (sí, la destruida por Sakura hace meses) le traía un poco de calma en su ya vacío existencial. Solo ver la foto le hacía sentir que su vida, su propia vida, su actualidad, estaban en algún lado tratando de traer de vuelta al único factor que faltaba: él mismo. Pero aun con todo eso sabía que sin Karasuki no podrían llegar muy lejos.
Y luego estaba Boruto. Se maldecía, en todos los lenguajes ninjas y en todos los tipos de rango en que podía ser insultado, de haber arrastrado al niño con él a ese momento. Ahora no sabía si su existencia era posible y su inexistencia un hecho.
―Naruto me va a matar, ¿sabes? ―le dijo a la foto con pesar― Acabo de perder a su primogénito cuando me pidió expresamente que le cuidara. Para eso estoy bueno, ¿no, amor?
La sonrisa de Sakura en la foto seguía siendo la misma.
―Ni a nuestra hija puedo cuidar bien. Debe odiarme por preferir llevar al niño Uzumaki conmigo en lugar de a ella.
Sasuke escuchó unas risas desde la calle y bajó la foto a su pecho mirando de nuevo a través del cristal de la ventana grande al lado del sillón donde se encontraba.
No iba a dormir tranquilo, pero al menos podía dormir después de cuatro días de no hacerlo.
El chillar de una tetera lo despertó de golpe. Los pasos apresurados de la pelirrosa sonaron cuando ella pasó detrás del sillón y corrió a la cocina. Apagó la estufa y regresó por su camino al pasillo. Sasuke enfocó todo a su alrededor y esperó hasta escuchar una puerta cerrarse para enderezarse en su lugar.
Encorvado, pasó su mano por sus ojos notando que lo único que olvidó retirar a noche fue los guantes pues los dedos le dolían de la presión. Con los ojos cerrados se los quitó con fuerza y los echó en las zapatillas. Dio vuelta en su lugar y se puso de pie tanteando el sillón en busca de la cobija que no quiso usar a noche. La jaló del respaldo y se envolvió en ella poniéndose de pie.
Caminó por la sala hacia el pasillo y al baño. Tocó un par de veces la puerta al escuchar el agua de la regadera y bostezó. Que horrible había dormido.
―Sakura ―llamó adormilado. Volvió a pasar sus dedos por sus ojos quitándose las lagañas―, Sarada va a llegar tarde al entrenamiento con Konohamaru ―dijo mirando por sobre su hombro al reloj detrás de él que colgaba junto a la pared de la cocina entre esta y la ventana―, y tú al hospital, hoy tienes cita general en psiquiat-
Sakura salió del baño con una mirada interrogante. Estaba vestida con la misma ropa, peinada con la misma diadema y olía exactamente al mismo perfume que la almohada en la que durmió. Se cruzó de brazos.
― ¿De qué hablas? ―preguntó ella confundida.
Sasuke parpadeó con duda y luego su expresión cayó a una de desacierto y desanimo. Se pasó la mano por el rostro jalándolo suave hacia abajo y miró a Sakura.
―Olvídalo, ando con la agenda de mi actualidad ―contestó con calma. Tomó aire y cambió su expresión a una más tranquila―. ¿Puedo usar el baño?
Sakura asintió. Le dio la vuelta y se fue a la cocina dejando a Sasuke solo en el pasillo.
Sasuke entró al baño y cerró la puerta con suavidad, retirando la cobija de sus hombros y echándola sobre el brazo. Caminó al interior observando los mosaicos de color amarillo pastel que adornaban piso y paredes del baño con un techo de color crema.
―Qué bueno que Sakura me dejó decorar el baño, ahora sé qué hubiera elegido ella para el diseño ―susurró para si mismo con una sonrisa.
Se acercó al espejo del baño y dejó la cobija sobre el lavabo observando su rostro. Un Sasuke ojeroso y con el cabello grasoso le devolvía una mirada que él creyó dejar atrás en su época de genin durante la prueba del examen en el bosque.
―Me veo mal.
Se despojó de su ropa y se dirigió directo a la tina de baño donde llenó la tina con agua caliente al tope. Al entrar en ella, un poco de agua se derramó por los bordes al piso perdiéndose en la coladera larga que cubría el lazo izquierdo de la tina. Tardó segundos en darse cuenta de que preparaba el baño exactamente igual a como lo hacía cuando se bañaba con Sakura cada que volvía de una misión.
No quería agarrar ninguno de los shampoos que la Sakura de este tiempo usaba. En su actualidad, para evitar gastar dinero de más cuando ninguno de los dos tenía un gran ingreso monetario y por economizar en viajes y misiones, Sakura y él habían terminado por comprar un shampoo con olor a frutos rojos que compartían ambos. En defensa de Sasuke, él olía mejor que Sai oliendo al shampoo de flores de su esposa y a Naruto oliendo a lavanda infantil del shampoo de sus hijos, porque sí, el muy despistado y nada descansado Naruto confundía los envases cuando se bañaba y terminaba usando el de los niños. Pero la Sakura de ese tiempo era soltera y podía gastar en ella sola, así que sólo veía un shampoo de olor a dulce y caramelo y un acondicionador para cabello lacio con olor a vainilla.
Dejó pasar el shampoo y decidió usar los aceites de baño y los jabones pequeños que eran para un solo uso y apresuró el paso para alcanzar a Sakura en la cocina. Al menos el cuerpo lo tendría limpio.
―Si no eres doctora, ¿en qué trabajas? ―preguntó curioso mientras Sakura comía su desayuno en la barra de la cocina y él sentado en la mesa con su propio plato.
No era que Sakura no quisiera comer con él, sino que justo cuando quería sentarse, un ninja le llevó un sobre lleno de papeles que tenía que revisar con urgencia, así que distribuyó todos por la barra de la cocina para dejarle espacio a Sasuke para comer en paz.
―Soy una kunoichi, ¿a qué crees que me dedico? ¿A vender pan?
Bien, el sarcasmo dolió, consideró Sasuke.
―Te mantienes en las filas ninja.
―Sí y no ―contestó ella dando el último mordisco a su melón y bebiendo agua de su vaso sin apartar la vista de un documento con una gráfica―. Soy una kunoichi y hago trabajo de kunoichi. No necesitas los detalles.
Esto a Sasuke no le gustaba.
― ¿Quieres decir que… ―ahí murió su especulación.
Sakura giró en su lugar y le miró terminando el agua de su vaso y dejándolo con un golpe sobre la barra. Su mirada era aburrida.
―Sí, seduzco y obtengo información. Simple.
Sasuke se puso de pie de un salto y tomó los utensilios que usó para comer. Los llevó rápidamente al lavabo y comenzó con la tarea de limpiarlos, deseando con todas las ganas pasar su ira a la fibra verde con la que limpiaba los trastes y deshacerse de ella.
El maldito tiempo se la volvía a jugar. Odiaba esa actualidad, realmente la odiaba. Primero Naruto muerto, luego Kakashi no lo quiere ver ni en su afiche de criminal, Konohamaru lo quiere destripar, el mundo shinobi entero lo quieren en otro planeta y ahora SU esposa era una kunoichi en toda la extensión de la palabra. Como odiaba el término.
―Vas a rayar el dibujo del plato.
― ¡Me importa una mierda el plato, luego te compro más! ―contestó enojado.
Sasuke colocó los trastes en la reja del fregadero para que estos se secaran, no estaba con ánimos de esmerarse en su tarea. Sakura se cruzó de brazos y lo siguió con la mirada por el departamento. Giró hacia la sala tomando su capa del sillón. Ya estaba arreglado, aseado, lo que usó para dormir estaba acomodado en la sala. Miró hacia el reloj justo para ver las manecillas marcar las seis de la mañana.
―Ya estoy listo. Vámonos.
Caminando uno al lado del otro, Sasuke observó las tiendas a su alrededor comenzar a abrir para empezar otro día laboral. El ambiente definitivamente no era el mismo que Naruto, como Hokage, había creado en su realidad. Era como si en esta aldea todos estuvieran desconectados unos de otros, todos conocedores de que querían y no querían compartir nada con la demás gente. No había un trato "todos somos familia de Konoha" alrededor, la gente era extraña. Igual a la época del Tercer Hokage cuando Naruto y él eran niños y eran tratados como escoria por todos.
―No tengo misiones fuera de la aldea hoy, así que investigaremos a fondo tu caso ―explicó Sakura sin voltear a verlo.
Ambos caminaban cerca de la mansión Hokage con dirección hacia los laboratorios sobre las cabezas de los Kages. Sasuke podía notar que estos laboratorios no estaban tan desarrollados como la gran ciudad que Naruto había hecho en su tiempo.
―Deben de estar preparándose para examinar a tu tortuga y Kakashi ya debe estar en eso, así que probablemente podamos encontrar algunos factores de tu realidad que también puede que estén en esta. Quizá esos factores ayuden a que encontremos la forma más rápida y fácil de llevarte de vuelta a tu actualidad.
―Creo que si llegué a una actualidad donde Naruto está muerto, eso significa que los Otsutsuki no tienes motivos para estar en la tierra buscando el chakra del zorro de las nueve colas. Eso quiere decir que en este tiempo Karasuki sigue perdido ―comentó Sasuke vagando en sus ideas―. Creo que si encuentro al Karasuki de esta actualidad podría pedirle que me regrese a mí y a Karasuki un tiempo atrás antes de haber alterado el futuro, más específicamente-
―Al momento en el que viste a tu conocido, el que te reconoció.
Ambos se detuvieron en un cruce. Sasuke asintió.
―Tal vez Kakashi podría-
― ¡Sakura!
Los dos voltearon a la izquierda donde una pareja de ninjas caminaban hacia Sakura con tranquilidad. Sasuke rápidamente notó la cabeza de coco de Rock Lee y cómo este le saludaba con poca efusividad en comparación a como era realmente.
Y nadie preparó a Sasuke para recibir a la otra persona.
― ¡¿Neji?! ―susurró sorprendido.
Sakura le miró de reojo extrañada.
Ambos ninjas llegaron hasta ellos y se detuvieron frente a la pareja de primos falsos. Rock Lee miró atento a Sasuke y sonrió.
―No sabía que tenías un hermano, Sakura ―le dijo sonriente.
― ¿Eh? ―dijo ella confundida. Volteó a Sasuke y notó que su cabello era de color rosado oscuro, casi como el de su padre, y los ojos de Sasuke eran de un color café claro. "¿Cómo hizo eso?" se preguntó.
―Ah, no, es mi primo, Shin Haruno. Viene de visita un tiempo ―explicó Sakura a Lee.
Sasuke no podía apartar la vista de Neji y este tampoco la alejaba de él. Ambos se observaban, uno con incomodidad y el otro con sorpresa.
―Eres Neji ―dijo Sasuke.
― ¿Disculpa? ―preguntó el Hyuga con una ceja enarcada.
―Digo, que eres el famoso Neji Hyuga ―comentó Sasuke rápidamente.
― ¿Famoso? ―preguntó Neji cada vez más descolocado.
―De donde vengo conocen a los Hyuga bastante. Parece ser que allá hubo algunos integrantes de su familia que ayudaron a mi pueblo con problemas con ladrones y desde entonces han sido muy respetados.
Audaz era poco para lo que Sakura podía definir a Sasuke.
―Oh, ya veo. No estoy enterado de algo así, quizá algún familiar fuera de la rama principal fue quien los ayudó ―comentó Neji.
Sasuke asintió.
― ¿Por qué no me acompañas? ―preguntó Neji con una sonrisa fría― Te mostraré la aldea, Shin.
Lee, Sasuke y Sakura se petrificaron en sus lugares. ¿Qué clase de Neji era este?
―Me parece bien.
El corazón de Sakura cayó al piso.
― ¡Oye! ―exclamó la pelirrosa llamando la atención de los tres. Con un tic nervioso de su ceja, Sakura esbozó una sonrisa fingida― No puedes irte, jeje, tienes que ir a ver al Hokage para presentarte, ¿lo olvidas?
Sasuke miró de reojo a Sakura salir de sus cabales.
―Puede esperar.
Sasuke caminó hacia Neji y le hizo una seña con la cabeza para que este guiara el camino. Neji intercaló la mirada entre Sasuke y una histérica Sakura antes de asentir y seguir al pelirrosa falso.
Sakura se quedó estática viendo al par alejarse. Su día no podía ser peor.
Rock Lee caminó a ella y le tomó del hombro.
― ¿Estas bien, Sakura? ―ella asintió desganada―. ¿Quieres que te acompañe a algún lado.
―No, no, Lee, gracias. Iré a la oficina de Kakashi a… no sé ―comentó ella con una sonrisa de derrota. Colocó su mano en la cintura y miró a Lee―. ¿Sabes algo del comunicado que mandó Kakashi-sensei a los jonin? No pude leerlo completo esta mañana.
―Sí, es sobre lo ocurrido en la invasión a la guardia de la frontera con Suna. Han confirmado que fueron los mismos del grupo dirigido por Konohamaru ―contó Lee con seriedad―. Atraparon a Konohamaru.
Sakura volteó completamente a Lee y le miró impactada. Habían estado años tratando de atrapar a Konohamaru y el grupo de gente que había reunido para atacar Konoha, que el saber que tenían al líder detenido era algo… increíble. Konohamaru era el más hábil y difícil de aquel grupo, razón por la que jamás lo capturaban. Sus conocimientos sobre la aldea fueron los suficientes para que a sus dieciocho años decidiera abandonar Konoha y después atacarla él solo. No era poderoso, eso era claro. Naruto lo había entrenado para que supiera defenderse pero eso jamás significó que Konohamaru se transformaría en un tercer ninja invencible como en su momento lo fueron Naruto y Sasuke a sus dieciséis años, y eso desembocó en que la aldea entera pusiera sus planes de cabeza cada que intentó hacerse de algo que pertenecía a la tierra del fuego. Pero jamás le detuvieron de huir al final de sus ataques.
― ¿En dónde está? ―preguntó Sakura.
―Lo tienen encerrado en las celdas de máxima seguridad que hicieron para…
Sakura sabía a dónde iba Lee como para haberse interrumpido él mismo.
―Llévame ahí. Tengo que hablar con ese niño.
Sasuke miraba de reojo a Neji notando su cambiado cuerpo. Claro, no sería el ninja de dieciocho años que conoció en el pasado, pero el crecimiento era exagerado.
No era más alto que él, llevándole apenas unos tres centímetros contados con los dedos. Su cabello quería imaginar que seguía siendo largo, ya que este lo tenía recogido en un chongo alto de la cabeza con un fleco del lado izquierdo que caía hasta su pecho. Traía una bandana ninja con una cinta de color rojo, cosa extraña porque ese color no era precisamente por el que identificaban a Neji en la juventud. Vestía una camisa muy similar a la que usó a los dieciséis, sólo que esta era de cuello alto y las mangas no eran tan largas, además de que tenía un lazo de cuera blanca que cruzaba debajo de su pecho y hacía un nudo en el centro a la altura de la boca del estómago. Vestía unos pantalones largos de color gris oscuro y unas zapatillas ninjas blancas y altas como las suyas. Evidentemente estaba más ejercitado que cuando joven y los anchos hombros resaltaban de la ropa holgada.
― ¿Hay algún motivo por el que me estés mirando mucho ―preguntó Neji sin detener su paso volteando a ver a Sasuke tras quedar un poco adelantado― Sasuke?
―No es nada, es sólo que…
Los pies se le atoraron de vuelta a la reacción tras escuchar a Neji. Con los ojos más abiertos que los Jiraiya con binoculares viendo cosas indebidas en las aguas termales, Sasuke miró a Neji sonreírle con burla y seguir el camino.
Recomponiéndose de su sorpresa se apresuró a seguirle y le emparejó el camino deshaciendo su genjutsu. Neji le miró de arriba abajo con una expresión calmada y asintió.
―Te ves mejor así que de rosa.
Sasuke recordó entonces que Neji era el novato genio el año anterior a que él apareciera en la academia cuando eran niños.
― ¿Tan fácil te fue ver mi genjutsu? ―preguntó sin especial interés.
―No. Fue tu chakra. Sí, lo moldeaste y cubriste perfecto para que no nos diéramos cuenta que eras tú, pero siempre te caracterizaste por tener un nivel de chakra increíblemente alto y fuerte. Tú y Naruto siempre destacaron por su poder ―comentó Neji con una sonrisa divertida y un poco nostálgica a vista de Sasuke.
― ¿Cómo es que tú no has reaccionado como los demás? ―preguntó Sasuke― ¿No me odias por, aparentemente, haber matado a Naruto?
―Sé que no eres el Sasuke de este tiempo ―comentó Neji ahora en un tono más serio. Bajó la voz―. Dime, ¿ya viste a Kakashi?
―Sí, ayer en la tarde nos encontramos. Me ha contado un poco de todo ―comentó Sasuke mirando alrededor.
Estaban alejados en lo que parecía una zona más privada de transeúntes. Había un espacio de juegos infantiles que no eran ocupados por niños en ese momento. El camino que rodeaba los juegos se dividía en otro que iba hacia el interior de un bosque de poca altura y ascendía hacia una zona no habitada. Perfecto para hablar en privado.
―Entonces te ha dicho que al Sasuke de esta realidad no lo han encontrado ―comentó Neji como si fuera obvio.
―Sí, eso me ha dicho.
Ambos caminaron hacia el camino ascendente al bosque. Sasuke siguió a Neji de cerca.
― ¿No lo han encontrado? ―preguntó Sasuke con duda. Enarcó una ceja y miró a la espalda de Neji―. Tú sí me has visto.
Neji asintió.
―No esperaba menos de ti ―comentó en un susurro―. Me imagino que no te han contado todo lo que pasó luego de la Cuarta Gran Guerra Ninja.
Sasuke miró a su alrededor notando que dejaban atrás la aldea. Los árboles comenzaban a elevarse más y más y a ser más frondosos. La luz del sol difícilmente atravesaba las copas y podía percibirse un aire más fresco y húmedo por la falta de calor. Los colores a su alrededor eran verde oscuro y algo parecido a un verde brillante. Precioso.
―No.
Neji asintió y no dijo más. Se mantuvo en silencio mucho tiempo, todo el tiempo que tardaron en recorrer el camino que él guiaba. El silencio era sorprendentemente ameno, Sasuke sentía que podía respirar en calma siendo él mismo frente a ese Neji. No entendía de dónde venía la comodidad, pero podía suponer que era debido no solo a que Neji y él siempre fueron muy similares de actitud, sino que estaba feliz de volver a ver a Neji después de que sus últimos encuentros fueron en su mayoría para declararse uno mejor que el otro hasta que uno se fue sin decir más. La famosa épica batalla de novatos estrella jamás se dio, ni de forma amistosa.
Llegaron hasta una pequeña zona de valle donde una casa tradicional de un solo piso se alzaba a un lado del camino. Al lado de ella, una pequeña zona de siembra sin nada brotando aún, con unos tendederos en la parte trasera de la casa y una gran zona de valla de hilo que rodeaba el espacio libre de árboles.
Neji caminó hacia la casa a un paso muy amistoso, casi parecía pisar con gusto el camino de tierra.
―Muchas cosas han cambiado desde entonces ―comentó Neji. Sonrió. Sasuke se espantó por la tranquilidad y casi alegría con la que habló―. La aldea, la gente, nuestros amigos… Yo, claramente ―soltó una leve carcajada―. Siempre creí que tenía alma de viejo pero creo que exagero.
Neji llegó a la casa y abrió la puerta principal. Se hincó en el borde del piso de madera y se quitó las sandalias colocándolas en el camino a un lado de la entrada. Con la mirada invitó a Sasuke a hacerlo y a seguirlo al interior. Sasuke respetó la costumbre de su compañero y se retiró las sandalias sintiendo a Neji alejarse detrás de él. Al levantarse en el primer piso y girar en su lugar, vio a Neji caminar hasta un pasillo y doblar a la izquierda. Sasuke le siguió.
Puede que la casa fuera de un piso, pero era impresionante su gran tamaño. Sasuke contó cuatro pasillos largos antes de llegar con Neji a una puerta abierta hacia la parte trasera de la casa y pararse a su lado.
―Algunas cosas no las podemos cambiar y lo supe desde la guerra ―contó Neji tomando el borde del pantalón con ambas manos y mirando hacia algo en el valle. Sasuke lo miraba a él―. Lo de Naruto fue un golpe muy fuerte para todos, hasta para quienes aún no conocían la leyenda del Héroe de Konoha. Te imaginarás cómo se puso mi prima luego de enterarse de lo ocurrido.
Sasuke bajó la mirada con pena y miró al piso. Hinata, jamás había recordado que ella era otro factor importante al que probablemente se enfrentaría en ese lugar. Levantó la mirada a Neji de nuevo.
― Tú no eres el Sasuke que yo conozco, y eso me hace creer en muchas cosas que tras la finalización de la guerra muchos enterramos en nuestras esperanzas y recuerdos. Puede que hayamos ganado ese evento, pero perdimos la batalla emocional más grande que jamás creímos pasar ―se cruzó de brazos y miró a Sasuke―. Todos perdimos… mucho.
La última palabra salió de su boca como un leve suspiro acariciando el aire. Sasuke entrecerró los ojos extrañado.
― ¿Qué perdiste?
Neji le hizo una suave seña con la barbilla hacia el patio trasero de la casa. Sasuke dirigió su atención al lugar y notó que al fondo, después de una zona con artefactos que no identificaba y algunas cubetas grandes de madera con agua, una lápida sobresalía de la tierra.
Miró a Neji pidiendo permiso en silencio y este asintió una vez antes de que Sasuke bajara el nivel del piso de la casa al pasto. Caminó descalzo sintiendo el pasto meterse entre sus dedos y el leve rocío de agua mojarle la planta de los pies. El aire le aventó el cabello hacia atrás descubriéndole la cara y echándole hojas sueltas de los árboles desde el bosque, y se sentía como si el mismo ambiente le estuviera deteniendo de ir hacia aquel lugar.
Se detuvo a unos pasos de la lápida y se petrificó.
― ¿Qué-
En letras negras y brillantes, con un anillo de oro colocado arriba de estas incrustado en la piedra, el nombre resaltaba entre el esplendoroso ambiente veraniego del lugar.
.
.
.
.
.
TENTEN HYUGA
