SIMPATÍA


Urashiki levantó su caña y desplegó con fuerza el hilo con el gancho. Le comenzó a dar vueltas a su alrededor hasta lograr crear un movimiento violento y letal. Si alguien atravesaba la cabeza en la trayectoria del hilo, se quedaría sin ella. El hilo comenzó a crecer cada vez más y más, y al estar detrás de Urashiki al nivel del primer árbol, lo cortó de un tajo.

Kakashi miró como el hilo se dirigía a él. Dio un brinco con fuerza alejándose del ataque hacia atrás. Uno de los sapos de tinta fue golpeado con el hilo y destruido. La tinta voló hacia el entorno a su alrededor manchando grandes áreas. Kakashi puso especial atención sobre Urashiki al notar que este no alteraba su posición, parecía incluso aún más divertido con ponerlos alerta.

―No sé qué les habrá contado Sasuke Uchiha como para que estén de su lado en esta realidad, pero ―Urashiki detuvo la caña de golpe y el hilo se tensó al atorarse el gancho en el cuerpo del segundo sapo― igualmente serán derrotados por los Otsutsuki.

¿Igualmente?, pensó Kakashi con incertidumbre. ¿Habrán ganado una batalla en la realidad de Sasuke?

Urashiki jaló la caña y destruyó al segundo sapo. Los temblores se detuvieron segundos después, y Urashiki podía escuchar un breve tronar de la tierra, atribuyéndolo a las secuelas de los golpes de los dibujos. El sonido no iba a despistarlo, era una estúpida técnica de ninjas genin.

Volvió su mirada hacia Sai, quien desplegaba su pergamino a su derecha con la mano izquierda sosteniendo el pincel, listo para hacer su primer movimiento en caso de ser el nuevo objetivo. Pero Urashiki estaba aburrido de verle, era un blanco tan…

―Poco estimulante ―dijo Urashiki cerrando los ojos con falsa pena. Se encogió de hombros―. Hubiese traído también al Hokage Uzumaki, él sí que sabe entretener.

Kakashi tembló ante la mención de su alumno.

Sacó un kunai de tres picos que hacía tiempo que no usaba. Era un recuerdo preciado, pero confiaba fielmente en que las armas de su antiguo maestro siempre estarían en el balance y filo perfecto para funcionar como esperaba.

Lanzó el kunai hacia Urashiki planeando copiar la técnica que Minato alguna vez uso. No era difícil, y ser el mejor de su generación le ayudó a aprender esta técnica de forma fina y detallada. Era una técnica perfecta y… Y Urashiki había detenido el kunai a su lado.

Como si de gravedad cero de tratase, el kunai flotó a un centímetro del rostro de Urashiki, sin dañarlo. El Otsutsuki miró hacia su mejilla con interés, analizando las letras que cubrían el mango del arma.

―Ah, recuerdo estas. Nos dijeron que eran obsoletas ―se burló con una leve risa―. En el entrenamiento ni siquiera las usaban para lo básico. Eran nuestros tenedores.

Sai y Kakashi intercambiaron miradas cómplices.

Urashiki los vio.

―POR DIOS, ¡dejen de creer que tienen oportunidad! Ya hemos visto en pocos segundos que sus técnicas más grandes han dado resultados inútiles ―sonrió. Urashiki extendió ambos brazos a los lados y se enderezó―. ¡Hagamos esto más divertido y dejemos de jugar como niños de academ-

Antes de completar su frase, un fuerte puño estampándose en su mejilla le empujó sacándole de su lugar estable. Urashiki salió disparado hacia los árboles junto a Sai, se perdió detrás de una ráfaga de aire y resonó la explosión que generó su impacto contra el piso. La tierra se levantó en grandes nubes, las piedras salieron volando y un par de árboles cayeron derribados en diagonal. Sai se cubrió la cara con un brazo y el cuerpo con el pergamino, atento a su alrededor al ser el más cercano al enemigo.

Kakashi, sorprendido, giró su vista hacia la izquierda justo para ver a un jadeante Sasuke aterrizando sobre el árbol en el que estuvo Urashiki. Su capa había desaparecido, su ropa estaba rasgada y llena de tierra y mugre, y el sudor adornaba su rostro haciéndolo ver agotado. Su respiración era brusca y audible, y su cabello se había despeinado considerablemente. El genjutsu de Shin Haruno también se había ido, y sus ojos tenían líneas marcadas debajo y a los lados.

― ¿Cómo llegaste tan rápido? ―preguntó Kakashi con desconfianza.

Sasuke se volteó a él y con su única mano levantó su fleco sobre la oreja mostrando su rinnegan. Este brillaba poco, se veía incluso opaco. El sharingan también estaba activo, pero la extraña luz que este emanaba parpadeaba lentamente, clara muestra del uso exagerado de este.

―No quieres saber más ―le contestó Sasuke con cansancio.

Sai le miraba desde abajo con sorpresa. Este Sasuke adulto era uno que él no conocía, y verlo actuar de una forma tan metódica era extraño. El Sasuke que recordaba tenía tatuado "impulsivo" justo debajo del símbolo de su clan.

Sasuke se enderezó sobre el tronco del árbol parándose lo más recto que pudo. Miró a su alrededor y notó que Sakura no se encontraba ahí, lo que le preocupó. De inmediato volteó a ver a Kakashi, quien no le dirigía la mirada y se preparaba para descender del árbol, pero Sasuke habló más rápido.

― ¿Dónde está?

Kakashi detuvo su paso y miró a Sasuke por sobre su hombro. Esperó un par de segundos mientras el aire se llevaba la nube de tierra y Urashiki volvía a hacerse visible en el campo, ahora de pie en el lugar donde impactó.

―No quieres saber.

Sai desplegó su pergamino y pintó cuatro tigres gigantes que lo escoltaron dos de cada lado. Urashiki le miró con aburrimiento.

―Así que tendré que eliminar al peón para llegar al rey ―dijo Urashiki en un murmuro.

Sai le sonrió.

―Créeme, soy más interesante que el rey.

Urashiki se lanzó hacia Sai y este aventó a sus tigres contra él. Conocedor de que estos no harían la gran cosa, Sai desenfundó su única arma de filo y se preparó para enfrentar de frente a Urashiki.


Sasuke y Kakashi vieron a Sai ser empujado hacia los árboles con fuerza. La línea de rastro que dejaron detrás fue visible gracias a la tierra que se levantó, así que los dos le siguieron rápidamente. Bajaron de los árboles y se adentraron en el bosque, lado a lado.

― Sai no aguantará mucho ―dijo Sasuke a Kakashi―. Urashiki es-

―Peligroso, entendimos ―contestó Kakashi.

― ¡Ten!

Sasuke le lanzó algo a Kakashi, y este lo tomó en el aire sin notar qué era. Cuando bajó la mirada a su mano, observó el kunai de Minato.

― ¿Usaste esto para llegar? ―preguntó con curiosidad.

―Fue un elemento importante ―contestó Sasuke.

Ambos volvieron la vista al frente al ver la nube de tierra disipándose lentamente. Dentro de ella, una sombra se enderezaba temblorosamente. Sai estaba encorvado y Urashiki había desaparecido. Sasuke temió lo peor y corrió con velocidad de pánico hacia Sai, hincándose rápidamente y tomándole del hombro para levarlo. Con cuidado, Sasuke tomó a Sai del pecho y le habló.

― ¡¿En dónde está Urashiki?! ―preguntó Sasuke tratando de mantener la calma.

Sai señaló detrás de él con un dedo, respirando con fuerza pero volviendo a caer en sus rodillas. Sasuke se enderezó de golpe asustado y se preparó para correr por donde Sai le indicó, pero antes de poder hacer algo, Sai le gritó girando rápidamente en su lugar.

― ¡NO! ―gritó el pálido tomándole con fuerza de la muñeca. Sasuke le miró confundido.


Urashiki observó a Sakura correr delante de él con menos fuerza. Se estaba cansando, y eso le iba a dar ventaja considerable. La cara le dolía, el golpe que le había dado Sasuke había sido peor de lo que creía, y la marca era grande, la sangre no dejaba de salir. Una sensación desagradable.

―Que niña tan persistente ―comentó al ver a Sakura mandar más chakra a sus pies para correr con más velocidad. Aunque era extraño. Su chakra se sentía extrañamente inestable―. ¿Sueles ser así de débil? ¿De verdad te nombraron ninja con esa poca resistencia para correr?

Sakura se detuvo poco a poco hasta caer de rodillas al piso, jadeante. En sus brazos, Urayashi volteó su cabeza hacia Sakura confundido, mirándola atento.

Urashiki pensó que sería grosero aprovecharse de ello. Ante todo, él tenía clase y respeto, no podía rebajarse al comportamiento humano. Así que, pensando en eso, voló hacia la parte delantera de Sakura cubriéndole el camino y mostrándose cara a cara. Sakura levantó la vista del piso hacia él con lentitud, jadeante de agotamiento.

―Querida Rosa, deberías de dejar de arriesgarte por el niño. No le haré nada, tan solo… ―levantó la mano extendiéndola con elegancia y sonrió― entrégamelo. Te prometo que cuidaré de él con mucho esmero.

Sakura soltó a Urayashi sobre el piso y Urashiki extendió su sonrisa con triunfo. Pero esta sonrisa se desvaneció cuando el niño cayó de espaldas al piso con los ojos en blanco. El niño se disolvió en tinta negra y se esparció por la tierra. Urashiki volvió su vista hacia Sakura justo cuando una nube blanca la envolvió, y tras desaparecer, Sai apareció hincado en ambas rodillas y con el sudor cubriéndole el rostro, sonriéndole con los dientes y con un ojo cerrado.

La ira cubrió el cuerpo de Urashiki al darse cuenta de que realmente no había sentido inestabilidad o cambio en el chakra de la pelirrosa, sino que había sentido un chakra completamente diferente y moldeado para cubrirse. Su rostro se distorsionó del enojo.

Sai soltó una leve risa.

― ¡C-Cómo…? ―preguntó Urashiki anonadado.

―Sakura s-se fue ―dijo Sai entrecortado por la respiración―. Sabíamos que… eres muy poderoso. Dejarla ir sola no… no e-ra opción. Así que le ayudé a escapar.

Sai cayó sobre sus brazos y bajó la cabeza.

―Mis clones de tinta pue-den igualar mí cha-kra como una energía falsa ―dijo con tensión―. Dejé al clon porque sabía que… si me quedaba yo, mis clones que aparentaban ser Sakura y Urayashi podrían-desaparecer si me dejabas fuera de batalla ―levantó poco la cabeza para intentar ver a Urashiki. Su chakra estaba realmente bajo―. Mi clon podía hacerse pasar por mí y y-yo por Sakura, así creerías con más seguridad que era ella por ser el ser vivo y no la copia.

Urashiki se acercó a paso lento con una mirada indescifrable. Su energía se sentía agresiva, era claramente señal de peligro. Sai le sonrió de nuevo como pudo con sus escasas fuerzas.

―Te lo dije.

Urashiki enarcó una ceja mientras levantaba su pierna hacia la derecha y tomaba impulso.

―Soy más interesante que el rey.

Urashiki soltó una patada con fuerza golpeando a Sai en el hombro. Lo envió volando lejos estampándose con diversos objetos, sabiendo que ese golpe era lo suficiente para dejarle destruidos algunos huesos. Iba a eliminar al peón con facilidad, pero estaba genuinamente entretenido con toda esa batalla. Les dejaría vivir y seguir, podría acabar con ellos en otro momento. Tenía objetivos más… grandes.


El clon que Sakura tenía delante seguía golpeando delante de ella hacia la piedra y la tierra, abriendo más camino en el túnel que creaban hacia la frontera del País del Fuego. El objetivo era claro y un buen lugar, imposible que Urashiki les encontrara ahí, así que ella debía apurarse a llegar. Urayashi, en sus brazos, se aferraba con fuerza a su ropa mientras veía al clon trabajar.

El plan de Sai había sido brillante: Mientras él se encargaba de usar sus clones de tinta y a él mismo para despistar a Urashiki, él haciéndose pasar por Sakura y dejando a un clon de tinta suyo en el campo de batalla, el par de sapos que él haría aparecer ayudarían a Sakura a escapar por debajo de la tierra, cubriendo con sus propias patadas los temblores y el sonido de los puñetazos que el clon de Sakura daba. Sakura y Urayashi irían detrás de este clon alejándose de la pelea con seguridad.

Sakura respiraba con tranquilidad al sentirse alejada del área. Esperaba que pronto Sasuke, Kakashi y Sai se encontraran bien, sabía que Urashiki era un adversario formidable.

―No te preocupes ―dijo Urayashi a Sakura. Esta le miró atenta―. No me gusta verte triste, así que no te preocupes por tus amigos. Son fuertes, puedo sentirlo.

Ambos se sonrieron uno al otro.


Sasuke y Kakashi frenaron de golpe al encontrar el lugar en el que Sai se encontraba inconsciente. Su cuerpo estaba severamente lastimado, tenía el cuello y parte del rostro cubiertos de sangre, y su respiración era lenta pero constante. La expresión de dolor que adornaba su rostro era lastimera a ojos de cualquiera.

Atraído por la preocupación, Sasuke se hincó rápidamente a su lado desabrochándose el chaleco con su única mano y quitándoselo con rapidez.

―Ayúdame a levantarlo ―ordenó Sasuke a Kakashi.

Kakashi rodeó el cuerpo de Sai y se hincó. Colocó su mano derecha con mucha delicadeza debajo del cuello de este, y con la izquierda, pasándola sobre su rostro, tomó el cráneo inclinándolo con suavidad hacia arriba. Al lograr hacer esto, Sasuke pasó el chaleco por debajo del cuello con avidez. Dejó la prenda y con su única mano hizo una posición para invocar a dos clones que rápidamente tomaron a Sai de la cadera y espalda, ayudando a Kakashi a levantar el cuerpo. Sasuke pasó el chaleco completamente y metió ambos brazos de Sai en este, dejándolos doblados sobre el pecho sin presionar para proteger los huesos rotos.

― ¿Qué haces? ―preguntó Kakashi mirándolo trabajar.

―Envuelvo su cuerpo para que podamos llevarlo con más facilidad en el camino ―explicó Sasuke mientras cerraba el cierre―. Los brazos no deben irse moviendo, hay que cuidarlos porque están rotos, el chaleco les mantendrá estables. Su cabeza hay que mantenerla de igual forma lo más quieta que se pueda, así que tendré que pedirte tu chaleco.

Kakashi pasó la cabeza de Sai a la mano de Sasuke con precaución, fijándose en que Sasuke pudiera mantenerla sin que le pesara. Al asegurarla, rápidamente desabrochó el chaleco y lo retiró de su cuerpo extendiéndolo hacia el piso. Sasuke y los clones levantaron el cuerpo y Kakashi metió el chaleco a mitad del torso de Sai.

―Haz que la mitad le cubra a la cabeza. Lo sobrante lo doblaremos y le haremos una almohada para protegerlo ―dictaba Sasuke las ordenes.

Kakashi hizo lo que le dijo y cuidó que la almohada no lastimara las orejas de Sai. Mientras, Sasuke revisaba el resto del cuerpo del pálido buscando zonas lastimadas o rotas, agradeciendo mentalmente porque no había más heridas en su cuerpo. La pierna izquierda estaba levemente lastimada de un lado, teniendo un gran raspón desde la rodilla hasta el final de la pierna antes del pie. Esa herida podía ser cuidada temporalmente con un poco de agua, pero igualmente necesitaba atención extrema.

―Hay que llevarle con Sakura. El clon me indicó hacia donde fueron ella y el niño, pero aun así necesito encontrar su rastro ―dijo Sasuke.

Kakashi asintió y tomó con cuidado a Sai en brazos.

―Te recomiendo llevarlo al frente ―dijo Sasuke ayudándolo a ponerse de pie. Los clones acomodaron a Kakashi con Sai, haciendo que el peso del cuerpo del pálido fuera menos sobre el poco cansado Kakashi. Los clones desaparecieron―. Tendrás más control sobre su cuerpo y evitarás que tiemble tanto. Además de que no habrá peso sobre tu espalda, podremos correr mejor.

Kakashi asintió. Miró a Sasuke darse la vuelta y sintió su chakra canalizarse en él. Lo estaba dirigiendo.

― ¿De dónde sabes tanto? ―preguntó Kakashi acercándose por detrás.

―Cuando viajaba con Sakura en misiones, ella me enseñó algunas cosas sobre cuidados médicos, cosas para ahorrar energía y cuidar mi salud ―comentó sin voltearse a verlo―. Ventajas de estar casado con un médico.

―Vaya ―comentó Kakashi bajando la mirada al piso―. Me hubiese encantado que ese futuro fuera el nuestro.

Sasuke giró en su lugar y miró a Kakashi.

―Espero poder cambiarlo.


Muchas horas más tarde, por la noche, Sakura hacía vigilancia detrás de las dos rocas curvas que había encontrado. La más grande la usó para tapar a Urayashi, quien se mantenía pegado a la pequeña fogata que la pelirrosa había hecho, y ella se encontraba frente a él con un kunai en la mano. Su clon se había encargado de cubrir el agujero de tierra para evitar que alguien les siguiera, pero aun así no podía hacer un gran trabajo, no podía controlar la tierra y moldearla.

Estaba muy, MUY, preocupada. No tenía señales de ninguno de los tres, ni siquiera una leve sensación de su presencia, y eso la ponía nerviosa. En especial por Sai, temía que Urashiki le hubiese descubierto y tomado venganza sobre él por la táctica.

―Ya vienen.

El leve susurro del niño hizo que Sakura volteara de inmediato a él, mirando como este se ponía de pie desde su lugar y corría a ella. Urayashi se paró a su lado y le tomó del brazo. Sakura ya estaba acostumbrándose a esta extraña muestra de… ¿afecto? Eso creía ella. El niño no podía estar sin tomar a alguien, ya fuera de la ropa o alguna extremidad del cuerpo.

Y tal y como dijo el niño, delante de Sakura aparecieron los tres hombres que ella había estado esperando, todos saliendo de un torbellino que distorsionaba la imagen a su alrededor. Con Sasuke tomando a Kakashi con fuerza de un brazo, y Sai en brazos del mayor, Sakura corrió hacia ellos espantada al ver a Sai inconsciente. Cuando los tres descendieron al piso de golpe, Sakura derrapó sobre sus rodillas al caer cerca de ellos y observó atenta a Sai, de inmediato comenzando a aplicar todos sus conocimientos médicos sobre él.

― ¿Ustedes están bien? ―preguntó Sakura sin despegar la atención de Sai.

―Bien, solo cansados ―dijo Kakashi con dificultad.

Sakura elevó la vista hacia ambos notando la fatiga en sus rostros. Sasuke, había que recalcar, tenía una expresión devastada, casi como si toda su energía estuviera siendo drenada.

―Eso que hiciste ―dijo Sakura atrayendo su atención. Sasuke la miró―. Fue el rinnegan, ¿cierto?

Sasuke respiraba con fuerza y apenas se sostenía sobre su brazo en la tierra. Asintió una sola vez y se dejó caer al piso de espaldas, cerrando los ojos enseguida. El rinnegan había utilizado gran parte de su escasa reserva de chakra, y su sharingan no podía ser activado ni siquiera en la primera aspa. Sentía que su cuerpo se deslizaría como gelatina si alguien le jalara en ese momento, incapaz de distinguir si todas sus partes seguían en su lugar, se habían ido sí que él lo notara o solamente tenía la mitad del cuerpo dormido. Cuando unas manos cálidas cubrieron su rostro, tomando la frente y el cuello, Sasuke abrió los ojos lentamente admirando como junto a la luna llena en el cielo, el rostro de Sakura se acomodaba en un encuadre casi de fotografía, mientras su expresión serena y tranquila era iluminada por la luz de su chakra verde esmeralda, haciendo resplandecer sus ojos del mismo color.

―Jamás… ―dijo Sasuke en voz baja―, jamás creí… que extrañaría tanto ver a mi familia.

Sakura trató de que esto no le afectara. Era difícil entender a este Sasuke, cada cosa que hacía la descolocaba inimaginablemente. Convivir toda su vida con un hombre que fue volviéndose lentamente loco la tuvo siempre detrás de la línea de cuidado, y bajar la guardia con el mismo hombre pero en estado equilibrado le era difícil. Temía voltear y darse cuenta de que todo era mentira y siempre estuvieron conviviendo con su Sasuke.

―Por favor ―susurro Sasuke―. Hazme dormir.

Sakura no preguntó más, entendiendo por completo que lo que necesitaba era descanso. Con el chakra logró llevarlo hasta la inconsciencia, asegurándose, con el chakra que aplicaba sobre la garganta, que respiraba bien. Iba a ser un poco complicado, pero podía salvarlo de un resfriado que seguro alguno de ellos tomaría esa noche a la intemperie.

Dejandolo dormir, Sakura levantó la vista hacia Urayashi, quien se había acercado al cuerpo de Sai y le curaba la herida de la pierna con su propio y leve chakra. Kakashi, sentado al otro lado del cuerpo, miraba al niño con atención.

―Estamos cerca de un pueblo que visité hace años con Naruto, el capitán Yamato y Sai ―dijo Sakura con voz baja evitando despertar al azabache en sus brazos. Kakashi la miró―. Podríamos ir ahí al amanecer y buscar refugio.

― ¿Crees que nos lo brinden? ―preguntó Kakashi con calma. Sakura asintió.

―Tenemos amigos ahí. Esperando que aun vivan en ese lugar ―volvió su vista hacia Sasuke, mirándolo dormir con un rostro imperturbable―, podría pedirles que nos dejen quedarnos.

Kakashi miró hacia Sasuke y luego a Sai, contemplando que estar en un ambiente tan expuesto no les ayudaría a protegerse y mucho menos a recuperarse. Sai necesitaba atención especializada urgente, y Sasuke debía dormir en un lugar decente para recuperar sus fuerzas. Era su mejor arma de ataque, así que no podían quedarse sin el Uchiha con Urashiki suelto.

―Bien, guíanos a ese pueblo en la mañana ―dijo Kakashi. Se recostó en el piso junto a Sai, colocando sus brazos detrás de su cabeza como almohada, y miró hacia el cielo―. Por ahora hay que descansar un poco.