RONDA DE MERCADO


Con la espalda adolorida y quejándose por el estirón que sintió al enderezarse, Sasuke miró con los ojos entrecerrados hacia el otro lado de la ventana, sintiendo como la luz del sol le tocaba el rostro calentándole las mejillas. Ya había ruido de la gente que estaba haciendo sus tareas, y el hermoso y gran mercado adornaba las calles de la gran avenida que cruzaba de lado a lado el pueblo, poniéndole color al panorama con sus carpas y sus productos en muestra.

La mañana era tranquila y amena, lo que le tranquilizaba. Sentía el aire tan libre de preocupación y tensión, todo como si fueran vacaciones. Y lo sentiría así de no ser porque detrás de él se encontraba Sai aun inconsciente y con extremas curaciones. Volvió sobre su cuerpo y miró a su compañero con pena.

Habían viajado todo el día y la noche anterior hacia el Pueblo Hacho, viéndose más detenidos por tener que llevar a Sai gravemente herido y a Sasuke agotado. Ambos habían sido la carga principal, por lo que, al llegar al pueblo, Sasuke se desvaneció en el piso de nuevo y tuvieron que llevarle en brazos hacia la casa que les habían prestado para quedarse.

Hasta ese momento, Sasuke sólo había escuchado por pequeños segundos como Kakashi y Sakura hablaban con el anfitrión, quien animadamente les decía que estaba a disposición de ellos para cualquier cosa que necesitaran. Únicamente había podido escuchar eso antes de volverse a dormir profundamente, ignorando todo lo que a su alrededor ocurría.

La puerta se abrió lentamente y por ella entró Sakura, con el cabello húmedo, su diadema en lugar de la bandana ninja, pies descalzos y su ropa de vestir casual. La mirada de ella se dirigió primero a Sai antes de caer en Sasuke, que la miraba atento. Sakura analizó con detenimiento al azabache en un silencio calmo antes de hablar.

― ¿Aún te duele algo? ―preguntó en voz baja para no perturbar al otro inquilino.

Sasuke asintió cerrando los ojos y moviéndose hacia ella haciendo algunas muecas de molestia. Sakura le miró preocupada mientras lo seguía hacia el pasillo sin hacer preguntas, observando sus poses para averiguar de qué lado cojeaba o se inclinaba más. Estando los dos fuera de la habitación en el pasillo, Sakura cerró la puerta y Sasuke se recargó sobre la pared a su derecha, aun dándole la espalda a la pelirrosa. Sakura levantó ambas manos con chakra y las colocó en los omoplatos haciendo un leve masaje, que fue acompañado por unas quejas del Uchiha por el dolor que le generaba la presión.

―En mi realidad ―comenzó a decir Sasuke con dificultad abriendo un ojo con pesadez―, haces esto cada que estoy en la aldea.

― ¿Te lastimas mucho? ―preguntó Sakura sin verdadero interés en aportar algo a la plática, pero prefería enfrascarse en una conversación que le contara cosas a estar en un silencio incómodo. Además, realmente tenía curiosidad por su otra persona en ese futuro diferente.

―Sí, tengo muchas misiones fuera de la aldea y mis enemigos no escatiman en recursos para enfrentarme ―explicó Sasuke con más calma en su tono.

Sakura bajó las manos de los omoplatos por la columna vertebral siguiendo con el mismo masaje. Sasuke se arqueó de dolor pero contuvo sus murmullos.

― ¿Qué tanto estás en tu casa? ―preguntó Sakura.

―Poco tiempo ―respondió Sasuke bajando la cabeza―. En realidad mi hija no me conocía, y yo no la reconocí a ella cuando la volví a ver a sus doce años. Eso podría explicarte cuánto tiempo tomo fuera.

Sakura levantó la cabeza sorprendida y apretó la boca. Estaba extrañamente molesta. No podía imaginar aguantar un futuro en el que tuviera que vivir igualmente alejada de Sasuke aun después de que este estuvo años lejos de ellos. Siempre fueron lejanos, ella jamás creyó tener un lazo ni siquiera delgado y débil con el Uchiha, sintiendo imposible proyectar un futuro uno al lado del otro desde sus dieciséis años cuando comenzó a perder la fe en seguirle y salvarle, todo eso antes de que sus sentimientos le volvieran a regresar el valor de intentar algo para cambiarlo por muy débil que ella fuera en comparación con sus amigos. Siempre creyó poder influir en Sasuke más de lo que imaginaba, pequeños gestos le hicieron creer eso; pero ahora que este Sasuke le contaba sobre su vida, se daba cuenta de que ni en ese futuro era tan poderosa como para darle al azabache una razón para quedarse en su hogar. Y era una pena.

― Sarada… ―comentó Sakura. Sasuke la miró por sobre su hombro―. ¿Cómo es? ―levantó el rostro de inmediato y abrió más los ojos― ¡Y me refiero a su actitud! Su personalidad. ¿Ella… es cómo tú?

Sasuke soltó una leve risa que hizo saltar sus hombros, haciendo que Sakura le mirara confundida.

―No, no. Ella es una mezcla perfecta de los dos ―contestó―. Sarada es muy entusiasta en sus estudios, en lo que hace, en lo que quiere. Es persistente como tú ―sonrió y miró hacia un punto invisible en el aire, recordando los ojos negros de su hija y su redondo rostro―. Ella es contestona, eso sí. También lo sacó de ti, pero está bien, me ha puesto en mi lugar varias veces. Pero es también muy madura, centrada, respetuosa, y sobretodo, protectora. Lo creas o no, Sarada siempre piensa en hacer sus movimientos sin dañar a sus camaradas.

Sasuke se alejó de Sakura y dio media vuelta, mirándola con una sonrisa y tronando sus huesos mientras hacía movimientos con la espalda y el brazo en círculos.

―Sabes la historia de Itachi, ¿no es así? ―ella asintió―. Bueno, Sarada es todo lo que Itachi quiso crear y proteger.

Sakura sonrió y bajó la cabeza, mirando hacia el piso con ojos soñadores.

―Me gustaría conocerla ―susurró con suavidad.

―Ya lo harás ―dijo Sasuke.

― ¡Mamá Sakura!

El agudo grito infantil hizo que Sakura y Sasuke giraran su vista al inicio del pasillo del segundo piso, donde Urayashi subía corriendocon algo en manos.

― ¿Mamá Sakura? ―preguntó Sasuke con una sonrisa divertida, mirando de reojo a la pelirrosa cuando ella resoplaba sonriéndole de vuelta.

―Le dice así a todos los adultos. Su justificación es que él nació del pensamiento humano ―explicó la pelirrosa en voz baja mientras el pequeño se acercaba.

Ambos adultos respingaron y sus rostros se distorsionaron en sorpresa cuando el niño dio la vuelta en la escalera y mostró que entre sus pequeñas manos cargaba la katana de Sasuke, blandiéndola sin la funda y con el filo expuesto.

― ¡Encontré esto en el almacén donde pusimos nuestras cosas! ―explicaba el Otsutsuki con entusiasmo― ¡Vi que no tiene el color de los que me enseñaste! Porque esto no es gris ―comentó con decisión mostrándole la hoja con filo a ambos―. Es un color brillante, y tiene reflejo como el agua. Pero no es color espejo, nadie sabe de qué color son los espejos, aunque dicen que es blanco, pero eso lo dicen en el año dos mil diecinueve, y ese año está muy lejos de nosotros. ¿Tú qué crees, mamá Sakura?

Sakura enarcó las cejas enternecida por el incontrolable hablar del pequeño, inclinándose colocando sus manos en sus rodillas y mirándolo. Urayashi le miró curioso esperando la respuesta.

―Si te soy sincera, no sé de qué color pueda ser ―explicó la pelirrosa.

―Creo…

Sakura y Urayashi pusieron su atención sobre Sasuke, quien tenía su mano tomando su barbilla y mirando hacia la katana pensativo.

―Antes de ser una katana era un metal sin pulir ni forjar, así que debió de ser gris oscuro ―comentó Sasuke.

Urayashi bajó la mirada pensativo y torció la boca.

―Oh, creo que sí conozco ese color ―dijo Urayashi pensativo. Levantó la mirada y observó a Sasuke con ojos brillantes y grandes―. ¡Tú eres Papá Sasuke! Qué bueno que ya despertaste, veo que sabes mucho de colores. ¿Quieres ir a pasear conmigo? No he ido al mercado, aunque no sé bien qué es eso. Mamá Sakura dice que va a salir ahí con Mamá Shiseru.

― ¿Mamá Shiseru? ―preguntó Sasuke confundido.

―Es nuestra casera. Ella y su esposo nos han dejado quedarnos aquí ―explicó Sakura―. Por su ayuda, quiero acompañarla al mercado a comprar las cosas para la cena.

―Oh, entiendo ―dijo Sasuke.

―Pero aquí tendrás que ponerte tu disfraz ―dijo Sakura en voz baja. Sasuke le asintió con una expresión derrotada, porque después de todo, recuperar sus poderes implicaba descansar de toda clase de uso de su chakra, y mantener un genjutsu era muy desgastante.

― ¿Qué disfraz? ―preguntó Urayashi.

―Sasuke tiene que usar un disfraz para protegerse en esta realidad ―explicó Sakura en voz baja para evitar que alguien descubriera al Uchiha―. Deberás llamarle Shin.

En ese momento, Sasuke tuvo una fugaz idea que le reveló muchas preguntas acerca de su llegada al pueblo, empezando con que él estaba inconsciente y que no pudo haber mantenido ninguna clase de ilusión con el escaso chakra que le quedaba antes de desmayarse.

Volteó a Sakura, quien tomaba la katana de las manos de Urayashi explicándole que era un objeto peligroso, e imitó el tono bajo que ella usó.

― ¿Cómo fue que ocultaron mi identidad? ―preguntó frunciendo el ceño.

― ¡Oh! Kakashi y yo logramos hacer un genjutsu sobre ti ―contestó Sakura enderezándose y acercándose un poco a él para explicarle―. Pudimos hacer que tu cabello pareciera rosa, pero nada más. Tus rasgos no logramos cubrirlos, pero como tenías los ojos cerrados, nos dio una ventaja de no tener que hacértelos verdes.

Cuando ella sonrió divertida por la ocurrencia, Sasuke sintió por breves segundos que volvía a ser su Sakura, y las ganas de tomarle por los hombros y estrecharla con su único brazo en un "abrazo" se le vinieron encima como una ola de nostalgia.

Bajó la mirada al piso y recordó entonces que debía mantenerse en el término neutro de la relación, donde no existía un ellos aun y probablemente nunca lo habría. Asintió a Sakura y activó su sharingan, apresurándose a poner el genjutsu para evitar que la gente ya despierta en la casa le viera en su estado natural.

Justo al terminar, un par de pasos se escucharon detrás de Urayashi, y los tres voltearon hacia la mujer que se acercaba a ellos con una mirada amable. Sasuke asumió que la mujer tenía una edad entre los cuarentaicinco y los cincuenta y cinco, estando extrañamente en buena forma pero con la edad bien marcada. Casi podía decir que era una ninja de las maestras o chunin de su época de genin. Tenía el cabello negro y largo, unas arrugas apenas marcadas en el rostro, y vestía un largo vestido rojo que le llegaba debajo de la rodilla, con mangas cortas, y dejaba ver unas sandalias negras de tacón pequeño.

Ella se acercó a ambos tomando al pequeño niño de la cabeza con suavidad.

―Veo que uno de nuestros huéspedes despertó ―dijo la mujer mirando a Sasuke―. ¿Cómo te encuentras, joven Haruno?

Sasuke casi sonrió, le parecía divertido y agradable ser nombrado casi como "el señor de Haruno" aunque no tuvieran esa intención los que lo mencionaban.

―Bien, gracias ¿Usted es la señorita Shiseru? ―preguntó dando un paso al frente. Ella asintió.

―Así es, y estoy a tu servicio. No dudes en pedirnos lo que necesites ―volteó a ver a Sakura con una mirada de cariño, haciendo que la pelirrosa le sonriera de vuelta―. Conocemos a Sakura y a Sai de tiempo atrás, estamos agradecidos con ellos porque nos ayudaron mucho en una época difícil.

―Tiempos pasados, nos alegra que nos recuerden ―dijo Sakura caminando hacia ella para bajar las escaleras.

― ¡Mamá Shiseru! ―llamó Urayashi dando media vuelta y siguiendo a Sakura― ¡Papá Shin va a venir con nosotros al mercado!, ¡me va a enseñar más colores, sabe mucho de colores y a mí me gustan los colores!

― ¿Cuándo dije que iría? ―preguntó Sasuke mientras veía con diversión al niño seguir a Sakura mientras seguía una extensa oración con la palabra "colores" repetida muchas veces. Soltó una leve risa con la boca cerrada, sintiéndose enternecido con la actitud infantil del pequeño.

La señora Shiseru le miró de reojo, analizando los rasgos de su rostro con interés. Tenía unos ojos café claro y el cabello rosado oscuro, pero siendo sincera, ella no lograba pensar en Sakura al verlo. No parecían familiares, sus rasgos y sus formas de actuar eran diferentes por nimiedades. Ya lo comprobaría con la actitud, lo que le faltaba por conocer.

―Así que, Shin ―llamó Shiseru atrayendo su atención. Sasuke le miro con seriedad―. ¿Nos acompañarás al mercado?

Sasuke asintió y con su única mano señaló hacia el camino a las escaleras dándole el paso a la mujer. Ella hizo una reverencia con la cabeza en agradecimiento y obedeció.


Con la mano ocupada por una de las bolsas de compra y la manga de su camisa siendo sujetada por la mano de Urayashi, Sasuke miró hacia los distintos puestos del mercado buscando el pan que Sakura le pidió que comprara. Shiseru iba con él, había sido arrastrada por el niño cuando Sakura le pidió a Sasuke que buscaran los alimentos restantes mientras ella iba hacia el otro lado del pueblo a comprar algunas hierbas que necesitaba. Con ello, la pelirrosa quería evitar que la señorita Shiseru caminara mucho por el mercado obligada por la tarea de conseguir suministros médicos, y Sasuke comprendió perfectamente la situación. Cuando preguntaron a Urayashi con quién quería irse, él se aferró con fuerza a Sasuke y quedó claro.

―Papá Shin, ¿podemos comprar algo de comer? ―preguntó Urayashi.

Sasuke sintió curiosidad por el niño, entendiendo por lo que Sakura le comunicó que él había vivido en la cueva en la que lo encontraron. Esto le hacía ver un panorama en el que el niño tenía cero probabilidades de haber comido alguna vez algo de comida para humanos. Se detuvo suavemente y Shiseru le imitó, mirándolo acuclillarse a la altura del niño y poner su atención sobre él.

― ¿Alguna vez has comido comida humana? ―preguntó Sasuke curioso.

Urayashi negó con un gesto efusivo de cabeza.

―Jamás me llevaron comida, siempre fueron juguetes que con el tiempo se fueron con la corriente de agua ―explicó el niño―. Creían que yo era un Dios o algo así, y siempre creyeron que las "ofrendas" debían ser juguetes por mi aspecto.

Sasuke apretó la boca y la torció a un lado, mirando hacia los distintos puestos a su alrededor con duda. Con Sarada no le había funcionado la empatía por los gustos, y le fue muy difícil saber que los dos no compartían nada de afinidad en los alimentos, aprendiéndolo por boca de Sakura o regándola en su intento de forjar un lazo con su hija.

― ¿Y sabes algo de la comida para humanos? ―preguntó Sasuke. Urayashi negó con la cabeza― Entonces te mostraré lo que hay en los puestos de comida y te explicaré sobre la comida para que elijas algo.

Urayashi asintió en afirmación. Sasuke se acercó a él y le cargó con su único brazo, maniobrando con su equilibrio para mantener al niño contra su pecho y bien afirmado a su agarre. Urayashi ayudó sujetándose del cuello de la camisa de Sasuke e inclinándose contra él, y así Sasuke se puso de pie y caminó a paso lento por los puestos de comida.

Shiseru, caminando al lado de ambos, miraba con atención cómo Sasuke (para ella como Shin) explicaba de uno a uno los platillos de los puestos y sus ingredientes, tratando siempre de dar una ejemplificación clara de los sabores, fallando un poco en el proceso de explicar qué significaba "picante", "dulce", "amargo", entre muchas otras definiciones que existían para el gusto del paladar. Urayashi solo preguntaba y preguntaba, pidiéndole a Sasuke que comprara uno de cada cosa que le mostraba. Sasuke no se negaba, pareciendo despreocupado de complacer al niño en la comida.

― ¿Y qué es eso? ―preguntó Urayashi señalando a un platillo.

Sasuke miró hacia él mientras el cocinero detrás empacaba gustoso los platillos en una bolsa de tela para sus clientes. Estaba recibiendo la ganancia del año.

―Eso es… ―se detuvo.

Sasuke miró el platillo con atención y algo de melancolía. No era su favorito, muy de lejos y rara vez lo consumía, pero siempre estuvo gustoso de comprarlo cuando visitaba la aldea.

―Eso es ramen ―contestó con una sonrisa.

― ¡También quiero! ―dijo señalándolo con entusiasmo y echándose con su peso hacia él, por lo que Sasuke se tambaleó sosteniéndolo.

― ¡Ah! Está bien ―dijo Sasuke. Volteó hacia el cocinero y le señaló con la cabeza al tazón―. También démelo, por favor.


Mientras Urayashi comía su noveno plato viendo un libro de dibujos que Sasuke le había comprado, sentado en una manta en el piso cerca del lago pero a una distancia prudente, Sasuke y Shiseru estaban sentados en la subida con pasto de la última barrera antes de llegar al pasto plano de la orilla del lago, comiendo unos dangos que Sasuke compartía con la señora como agradecimiento por aguantarle todo el rato en el mercado por la travesía de la búsqueda de comida.

El sol ya estaba en su punto alto marcando la una de la tarde, así que habían decidido descansar en el lago para dejar a Urayashi comer en paz y disfrutar del nuevo descubrimiento que era la comida para él. Los primeros tres platillos los había compartido con Sasuke y Shiseru, asombrado por el sabor del pescado asado, el huevo con condimentos y el arroz con cerdo, pero a partir del cuarto platillo, ambos adultos decidieron dejar la ronda de cata de alimentos y apartarse con el paquete de dangos para dejar a Urayashi comer en calma, pues el niño no dejaba de hablar mientras comía, explicando su fascinación, y eso preocupaba a Sasuke haciéndole creer que se podría atragantar o ahogar con la comida, y prefería evitarlo. La solución, dejarlo comer solo y en paz.

Shiseru miró hacia Sasuke atraída por su mirada. Él estaba con su mano sosteniendo su rostro, con el brazo apoyado en la rodilla y ambas piernas flexionadas contra su pecho, observando a Urayashi pero con la concentración perdida en otro lado. Ella lo percibía, recuerdos pasaban por sus ojos y sus cejas se movían a representar lo que añoraba, haciéndole saber que eran personas las que ocupaban su mente.

Miró hacia Urayashi con una sonrisa y decidió preguntar.

― ¿Cómo pudiste pagar tanta comida con tan poca preocupación? ―preguntó con curiosidad.

Sasuke sonrió saliendo de su ensoñación.

―Trabajo mucho, así que puedo costear algunos lujos ―contestó.

― ¡Oh! Así que eres un soltero libre de preocupaciones ―dijo ella con diversión. Sasuke soltó una leve risa antes de negar con un movimiento de cabeza.

―No, no. Soy casado y tengo una hija, pero trabajo fuera de la aldea en misiones con muy buena paga, así que, de vez en cuando, puedo enviarles regalos o pagar un hotel caro con buen servicio a la habitación ―explicó Sasuke entretenido con su descripción.

―Oh, ya veo.

Shiseru miró hacia el lago poniendo atención en el destello de las pequeñas olas sobre él.

―Los niños son una montaña serpenteada, y la familia es el parque de diversiones, ¿no es así? ―comentó Shiseru.

Sasuke se movió de su posición y se recargó con su mano sobre el pasto, mirando al cielo.

―Sí, creo que sí ―dijo en calma―. Sarada es la montaña serpenteada, con ella jamás sé que bajada será peor. Y lo más divertido es que supe qué era un parque de diversiones hasta hace un par de semanas que volví a la aldea y mi mejor amigo me llevó a la fuerza a conocer ese nuevo invento.

Shiseru soltó una sonora risa atrayendo la atención del hombre.

―Sí, ese invento llegó apenas gracias a Konoha. Dicen que les gusta mucho el espectáculo ahí, así que viajamos a la aldea a ver qué tal está ese lugar ―explicó la mujer―. Lord Hokage apenas pudo asistir a la inauguración y se marchó, siempre ha sido un hombre ocupado. Y, aunque el parque no es muy grande, es un lugar entretenido.

Sasuke la escuchó atento volteando a verla a su lado.

― ¿Y tienes esposa? ―él asintió cuando ella le miró―. ¿Cómo se llama?

Sasuke parpadeó preocupado. No quería revelar el nombre de la pelirrosa, pero no quería darle un nombre cualquiera. Podía parecer ridículo, pero él no quería nombrarla con cualquier nombre que no diera el ancho de su persona. 'Sakura' era perfecto para la maravillosa mujer que compartía su apellido.

―Mikoto ―contestó.

― ¡Oh! Es un lindo nombre. Aquí en la aldea viven dos Mikoto, una es una pequeña bebé apenas y la otra es una jovencita de quince años ―contó Shiseru desviándose un poco. Volvió hacia Sasuke y habló con más curiosidad que antes―. Y a ella ¿con qué juego la comparas?

Sasuke parpadeó mientras su mente trabajaba.

―Ella es… ―miró hacia el cielo―. Ella es una rueda de la fortuna.

Shiseru se inclinó con especial interés hacia Sasuke al escucharle.

― ¿Una rueda de la fortuna? ―preguntó interesada.

―Con ella he vivido y vivo muchas subidas y bajadas, a veces en el mismo tema. Casi no estoy en casa, de hecho no estuve durante toda la infancia de mi hija, así que ese es un punto de bajada donde siempre ella tiene la experiencia que a mí me falta y no puedo alcanzarla. Es como si en la bajada fuéramos desconocidos y en la subida se nuevo marido y mujer ―explicaba con tranquilidad―. Pero luego, cuando volvemos a subir, ella me recuerda que no estoy con mi familia porque siempre estoy tratando de hacer lo mejor para que vivan bien y libres de los peligros que nos dejó la guerra detrás. Y al estar hasta arriba de esa rueda, todo es más claro y tiene solución; los caminos tienen un fin y el sol me da calor. Pero solamente siento todo eso cuando mi esposa está siempre al centro de ese paisaje, como la flor más viva y deslumbrante de todo el misterioso bosque que es este mundo.

Jamás había escuchado unas palabras tan peculiares. Shiseru sabía lo que era el amor, su marido y ella eran una muestra del amor duradero, que trascendía por años a pesar de las circunstancias. En el pueblo había historias de parejas casi sacadas de las películas que veía y de los libros románticos que ella leía. Pero esa relación que entendía en el joven a su lado y su mujer, era más allá de una historia idealizada. Parecía que habían pasado por mucho para concretarla, en especial por él al escuchar cómo describía a su compañera, casi pareciendo completamente entregado a la existencia de su esposa. Aunque él dijera que no pasaba mucho tiempo con ellas, la voluntad que inspiraba al hablar de su familia y sus lazos, así como la felicidad que lo embargaba en cada palabra que salía de su boca, hicieron a Shiseru enternecerse por él.

― ¿Es tan magnifica? ―preguntó ella con voz baja.

―Es… ―Sasuke miró al cielo― todo lo que jamás merecí y la vida aun así me dio.

Shiseru tomó otro dango y preguntó antes de comer de él.

― ¿Y tu hija?, ¿por qué dices que no sabes qué bajada será peor con ella?

Sasuke tomó aire poniendo una expresión de tensión. Lo dejó escapar después de segundos antes de responder.

―Como no estuve en su infancia, tratar con ella ha sido difícil. Querer compartir sus gustos, entender sus metas, mostrarle de mi vida, es cada día más difícil porque ella crece a un ritmo que no conozco. Y cuando creo saber algo concreto de ella, volteo y mi hija maduró otro año más. Es tan evolutiva que siento que una nueva Sarada nace cada segundo que camino a su lado.

― ¿Así se llama? ―preguntó Shiseru. Sasuke asintió.

―No viví la infancia e inocencia de mi pequeña ―dijo Sasuke con pena―. Apenas y pude ver sus primeros pasos antes de marcharme a las misiones.

Shiseru miró con tristeza hacia él, captando como su emoción previa se había marchado en segundos. Hablar de su hija le afectaba mucho, era claro. Volteó su vista hacia Urayashi cuando este tomaba otro plato y dejaba uno vacío a un lado.

―Es por ello que te entretiene mucho el actuar de Urayashi, ¿verdad? ―preguntó atinándole a lo que llevaba percibiendo desde que lo encontró en la mañana.

Sasuke volvió su atención a Urayashi y le miró intrigado.

―Sí, estoy viendo en él todo lo que me perdí de mi hija.


¡HOLA A TODOS! Espero se encuentren muy bien.

Aquí les traigo un nuevo capítulo :3 ¿Qué les pareció el Sasusaku de Boruto? No sé ustedes, pero yo solo pido un pequeño besito o un abrazo entre ellos. Me encantan sus interacciones, pero de verdad necesito un poquito de romance en sus encuentros xD PERO BUENO.

¡Quiero desearles unas felices fiestas! Puede que la semana que entra publique un nuevo capítulo antes del fin de año, espero que sí, pero igual me adelanto a felicitarles agradeciéndoles por dejarme entrar este año a sus listas de fanfics (;v) por darle espacio a esta historia, leerla, comentar y apoyarla. Hicieron que este año mejorara para mí, ya que hacía muchos años que no escribía un fanfic continuo (y chido para meterle neurona xD) y me había alejado de este mundo de escribir por mero amor al arte. De verdad temía por la aceptación de este, y que de verdad les gustara sobretodo porque compartimos el gusto por el Sasusaku (por favor Pierrot, danos más material para fanfics :'3 ). Para mí, plasmar a esta pareja es un reto, y tratar de encontrar los secretos que no conocemos de su relación se basa en suponer y atinarle a algo coherente, así que me alegra mucho cuando me comentan diciéndome que les gusta por donde va la historia y cómo se desarrolla todo. Espero siga siendo así el resto del fanfic.

De nuevo, muchísimas gracias por pasar por aquí cada capitulo y seguir dándole una oportunidad a esta ensalada de historia alterna.

¡QUE LA PASEN MUY BIEN!, ¡NOS VEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO!

Ana Kogane Holt.