LOS NECESARIOS INTERCAMBIOS
No había tenido dificultad alguna en rebanar la cabeza de dos shinobis viajeros que se había atravesado en su camino. Aburrido con la idea de que los ninjas creían que tenían la más mínima oportunidad de detenerlo, los intentos que iba contando conforme los detenía eran más de los que se imaginaba, y si esas personas hubiesen sido lo suficientemente inteligentes, habrían detenido sus ataques apenas se formularon en sus cabezas.
El objetivo había sido claro desde su discusión con el Otsutsuki. Sasuke los conocía, eran de mente hábil pero llena de ego, por lo que aseguraban sus victorias sin siquiera haber llevado a cabo ningún movimiento, y eso, al azabache, lo beneficiaba estratégicamente, porque mientras Urashiki se alababa por sus tempranamente proclamadas victorias, él encontraba los huecos que podría llevarlos a irreparables errores, y entre esos errores, la derrota.
Así que, yendo con el plan del Otsutsuki al hombro, Sasuke decidió moverse con su propio plan en el pecho, dejando al primero como un camino de emergencia.
Había estado consciente de su otra presencia desde que llegó, pero creyó que era otro de los inútiles movimientos de los Otsutsuki entre las líneas de la vida y el tiempo. Los caminos eran constantemente transitados por esa gente, quienes podían viajar entre dimensiones, y buscaban desesperadamente más formas de obtener poder. Pero, al mismo tiempo, Sasuke se daba cuenta de que esas mismas presencias sólo las sentía una sola vez. Jamás sentía el mismo chakra, nunca volvían a esa realidad. En un principio creyó que se debía a que no había ninjas poderosos que conseguir en esa realidad, pero luego se acordaba del poder que él aun poseía, y eso lo volvía a meter en una serie de suposiciones sin respuesta en las que no se explicaba por qué no iban detrás de él. Pero, tras la llegada de este otro Sasuke, él obtuvo la respuesta de forma inmediata.
Su decisión de ser el más poderoso del mundo jamás se borró de su visión, siempre fue la meta a alcanzar, pero luego de tantos años, después del desafortunado final que tuvo la guerra (para él, quien realmente no pudo terminar de controlar a los bijus por culpa de los que habían sido sus compañeros contra Kaguya), se tuvo que recluir en lugares donde pudiese ocultar su chakra y donde sabía que jamás lo buscarían. Todos los ninjas estaban tan ocupados en encontrarle en los lugares emblemáticos de los Uchiha, o entre los más recónditos del planeta, al creerlo lo suficientemente idiota como para intentar esconderse ahí, que jamás se imaginaron que todo ese tiempo que estuvo siendo buscado, se mantuvo viviendo en un hotel de paso en un pequeño pueblo que quedaba a escasos treinta minutos de Konoha. Así mantuvo vigilados a todos en la aldea y se mantuvo a salvo.
En esa soledad tan pacífica, Sasuke intentó mejorar sus habilidades de formas discretas. No podía iniciar batallas de entrenamiento porque harían evidente su presencia, y lo más cercano a un control era la meditación para mantener sus habilidades, chakra y mente lo más estables posibles. Ya no tenía sus dos brazos reales, por lo que había recurrido a un estudio muy grande para poder construir unos brazos semi-funcionales que le permitieran seguir con su trabajo normal. Pero solo no podía, había cosas que no controlaba, y el campo medico de los ninjas jamás lo había abarcado con tantas ganas como se esperaba, siendo siempre respaldado por un ninja médico en su juventud. Claro, eso hasta que mató a Karin y ahora no tenía un recipiente de chakra del cual curarse.
Jugo y Suigetsu no tenían idea de que él había terminado con la vida de la pelirroja, así que seguía en contacto ocasional con ellos para saber el estado de Orochimaru. Al contrario de lo que Kakashi sabía (o creía saber) tenía años de que Sasuke se había apoderado del cuerpo de Orochimaru tras destruir su consciencia, haciéndose poseedor del cascarón vacío gracias al rinnegan. Su plan fue quedarse con el cuerpo de forma completa, pero sabía que, si dejaba su propio cuerpo, iba a perder muchas habilidades que poseía por su avance personal, y no quería quitar sus ojos para ponerlos en el de la serpiente. Por ese motivo, y luego de haber logrado secuestrar y controlar mentalmente a un ninja médico de Konoha, Sasuke realizó una operación para que los brazos de Orochimaru fueran puestos en él.
Los años que habían pasado lo habían fusionado a la piel de la serpiente con velocidad, y esta había tenido influencia en su propio ser, por lo que no le extrañaba encontrar ciertas zonas de su piel que tenían similitud con la textura de una serpiente. Inclusive veía que sus ojos cambiaban de forma en determinadas ocasiones, pero no era algo preocupante mientras el sharingan siguiera funcionando, y, afortunadamente, no había cambios más allá de los visuales. Orochimaru no tenía influencia en él, y ahora que podía controlar esos brazos de serpiente con más soltura, podía decir que estaba al alcance del setenta por ciento de su movilidad original, y eso era más que suficiente para que se moviera sin restricciones.
Volver a tomar la espada había sido un reto. La memoria de uso la tenía en la cabeza, pero esos brazos poco experimentados, las manos sin rastros de callos por empuñar la katana, y las palmas débiles, eran poco resistentes a su respuesta de reflejos, así que tuvo que tomar más tiempo del que quería para llevar a sus dedos a obedecer las órdenes.
Fue exasperante.
Y, por ende, su objetivo de ser el más poderoso se alejaba más de él.
La aparición de su homologo le había traído muchas ideas y planes para hacerse de su cuerpo y poder, destruyendo a un Sasuke alternativo para reafirmar que él seguía siendo el mejor y más poderoso. Pero las consecuencias que el otro Sasuke vivía le estaban cobrando factura a él, y fue algo que observó de lejos, pero lo sintió de cerca.
No fue directamente a involucrarse con el Uchiha queriendo que este se marchara cuanto antes, pues cuando empezó a sentir las repercusiones de que ambos interactuaran en un mismo espacio tiempo, Sasuke supo que matarlo era de lejos la mejor opción. Lo adecuado era que se fuera, inclusive si iba en contra de su propio deseo de hacerse de más poder, matarlo podría significar algo peor, y no quería enterarse qué era esa consecuencia, simplemente la sentía y quería evitarla.
Controlar al ninja médico le resultó inclusive más difícil, y eso le hizo darse cuenta de cuán malo era que el otro Sasuke existiera cerca de él.
Por eso, cuando Urashiki fue a su encuentro buscando su ayuda, y luego de una ardua y muy mala recompensada batalla que sostuvieron en el pueblo en el que se hospedaba, que quedó completamente destrozado, Sasuke decidió que él mismo haría que el otro Sasuke se marchara para siempre de su realidad.
Estaba cansado de la debilidad de su cuerpo, y la situación actual únicamente le ponía más pesas encima para impedirle seguir a salvo de la búsqueda por su cabeza que tenía un valor exorbitante en cualquier mercado del mundo, y la desventaja jamás le iba a los Uchiha. Ellos siempre iban un paso adelante, y era algo que iba a reafirmar aun cuando le costara levantar el arma que mejor empuñaba.
Así fue como su viaje a la aldea de Kumogakure fue definitivo, quitándose de la cabeza cualquier miedo a encontrarse con gente conocida o con el impulsivo cuarto Raikage.
No esperaba una bienvenida, sabía cuán odiado era, además de que prefería guardarse sus brazos para algo realmente útil.
Pero el tonto que se aproximaba a él, brincando sobre los techos de las edificaciones y gritando improperios, le dejó claro que tendría que dar un show antes de presentarse directamente con su otro yo.
― ¡Reúnanse todos! ―llamó Sasuke.
Cada grupo dentro de la sala dirigió su atención hacia Sasuke, quien junto con Neji se acercó al centro de la habitación. Claramente pocos se habían dado cuenta de lo que ocurría, pues Sasuke pudo ver algunas caras dirigiéndose hacia la ventana antes de a él.
― ¡Sasuke está aquí, su Sasuke! ―informó el azabache.
Neji observó con pena como muchos en la sala pegaban el respingo de miedo más fuerte que había visto en años, mientras que los cercanos al mencionado se paralizaban en sus lugares. Sakura había abierto los ojos de forma casi inhumana, y su rostro se redujo a una mezcla de odio, tristeza y desesperación que la destacaron entre los demás.
―Voy a su encuentro solo ―ordenó Sasuke―. No quiero que nadie salga de aquí, y quiero que preparen todo para evacuar rápidamente a los habitantes en caso de que se llegue a una batalla.
―No puedes ir solo, Sasuke es asunto de seguridad mundial ―dijo Darui con seriedad caminando hacia él―. Es nuestra oportunidad de detenerlo.
―Y es la oportunidad de él para matarlos ―contestó Sasuke con firmeza. Miró a Darui con dureza queriendo transmitir su inflexibilidad a cambiar de opinión―. Quieran o no, nadie aquí está a su altura. No importa que no tenga los dos brazos, tiene suficiente para defenderse sin ellos, y yo personalmente sé que jamás nos quedaremos sin opciones en una batalla, aunque nos falten recursos.
El referirse a él y al otro Sasuke al mismo tiempo se sentía disgustaste, tanto para él como para los demás, pues estaba exponiendo abiertamente la inmensa cantidad de poder que ambos poseían, y que no garantizaba una victoria para ninguno al enfrentarse al otro.
― ¡Pero yo le quité los dos brazos! ―reclamó Sakura dando un paso al frente. Sasuke la vio desconcertado por su arrebato, pues había esperado que ella fuera la última en refutarle la orden― Lo dejé sin brazos, eso quiere decir que no es lo suficientemente fuerte para defenderse.
Sasuke se lamentó por el pensamiento de la pelirrosa, sabiendo que el calor del momento le nublaba el razonamiento a la realidad. Sakura estaba muy lejos de poder hacer algo contra Sasuke en ese momento, aunque él no contara con sus dos brazos; él tampoco le estaba mencionando que no había arrancado los brazos de Sasuke porque estuviera a su nivel, sino porque, en aquel entonces, tenía la ventaja del cansancio y el desgaste de la pelea de Sasuke contra Naruto, y ese factor le había permitido ser el real apoyo que necesitó para arrancarle los brazos sin pensarlo.
No fue su poder, no fue su ira, no fue ningún arranque de odio. Sasuke siempre lo supo, la situación no era provechosa para el otro Sasuke en aquel entonces, estaba cansado, agotado, fuera de su propia consciencia, pero si no lo hubiese estado, actualmente Sakura podría no estar ahí reclamándole que detuviera a todos de actuar. Recordando el pasado, Sasuke sabía, el impulsivo joven Uchiha hubiese matado a Sakura en un abrir y cerrar de ojos.
Y se detestaba por eso.
―Yo perdí un brazo. Me tomó un mes adecuarme a eso. Otro mes para dominar todas mis técnicas con un solo brazo. A los diecinueve años ya tenía la capacidad completa para realizar con un brazo todo lo que hacía con dos brazos ―respondió Sasuke mirando a Sakura lo más calmado posible―. Este Sasuke tuvo años. Tiene mi edad, estamos más allá de los treinta. Y, conociéndome, garantizo que puede llevarme una pelea igualada inclusive sin ambos brazos. Y doy el beneficio de la duda a que puede derrotarme, ya que no doy garantía de poder hacerlo yo.
Sakura frunció el ceño mientras la ira se extendía por su cuerpo, de pies a cabeza.
Va a cometer una estupidez, le dijo su mente a Sasuke, como si el otro Sasuke se hubiera metido en su cabeza a indicárselo.
Sasuke apretó la boca con pesar, sabiendo que lo que iba a hacer estaba lejos de ser perdonado por quienes lo rodeaban en ese momento, y estaba arriesgando lo poco que tenía en sus manos. Pero era eso o dejar que Sakura desapareciera de esa línea temporal, y él sabía que nadie de ellos estaba listo para recibir otra pérdida.
―Discúlpame ―dijo Sasuke sin emitir sonido, logrando que Sakura abriera los ojos sorprendida.
Pero incluso conociendo sus intenciones, y cerrando los ojos queriendo evitarlas inútilmente, Sakura cayó de rodillas al piso y fue rápidamente atrapada por Sasuke, quien corrió apenas logró controlarla, y la sostuvo del torso recargando su cuerpo contra el de él. Todos en la sala soltaron una exclamación de sorpresa, mirando a la pelirrosa desvanecida en brazos del Uchiha.
Sin esperar a mediar palabra, muchos alzaron sus armas a Sasuke listos para atacarlo. Pero, a diferencia de lo que esperaban, Gaara y Darui se posicionaron delante de él con sus propias armas listas, Gaara creando un escudo de arena alrededor de ellos, y Darui tenía desplegada su espada delante del pecho, apoyando el reverso con una mano para detener cualquier ataque.
Sasuke, en medio de ambos, observó a Sakura con detalle, sintiéndose muy removido por la idea de que había usado sus poderes sobre la mujer que amaba.
―Usaste el rinnegan, ¿cierto? ―preguntó Gaara con calma sin voltear a verlo, manteniendo en alto su escudo.
Sasuke cerró los ojos.
―Es impulsiva. Hubiese ido detrás de Sasuke si no la detenía ―contestó.
Levantó la cabeza hacia Tsunade, quien se acercaba pacíficamente a ambos con una expresión de desprecio, mirándolo con tanta repulsión que Sasuke se sintió volver a su juventud. Él no se movió, apretando a Sakura contra él con más fuerza.
― ¿Qué le hiciste? ―demandó saber la rubia mientras se hincaba a la altura de ambos.
Sasuke la vio fijamente, manteniéndose ambos la mirada.
―La metí en un sueño. En este momento ella cree que es un día normal en Konoha ―contestó Sasuke.
Tsunade pasó su mirada a su alumna, lamentando la realidad de que era necesario mantenerla apartada si Sasuke había aparecido ahora.
Cerró los ojos con resignación y respiró hondo antes de ponerse de pie con fuerza. Sasuke sintió el temblor del piso mientras la seguía con la mirada.
― ¡Escúchenme todos! ―Tsunade pidió la atención de sus compañeros― ¡Hay que prepararnos ante la presencia de este Sasuke! ¡No sabemos con qué intenciones ha venido, así que hay que asumir lo peor! ¡Sasuke irá solo a su encuentro! ―bajó la mirada hacia él― Conseguirás el tiempo suficiente para que preparemos lo necesario en caso de necesitar evacuar la aldea. Así que haz lo que debas hacer, no me importa qué. Incluso si tienes que matarlo, lo harás.
Sasuke jamás había estado directamente bajo el mando obligatorio de obedecer a Tsunade, y ella jamás simpatizó mucho de él sino hasta que se reformó como persona. Por eso, el recibir la orden de esta Tsunade, era algo que lo ponía a pensar en la fuerte autoridad que ella representaba y transmitía. Y ahora entendía muchas de las formas de actuar de su esposa cuando entraba en firmeza con su trabajo o deber, hasta como madre en ocasiones.
―Yo cuidaré de Sakura ―le aseguró Tsunade hincándose de nuevo a su altura y tomando a la pelirrosa de los hombros―. Tu cuida de la aldea.
…
―Bueno, sí había un motivo ―explicó Sakura volteando desde su lugar en el sillón más grande de la sala.
Sarada, a su lado, la observó atenta.
―El paciente era poseedor de un kekkei genkai, por lo que operarlo estaba fuera de discusión ―contó Sakura con seriedad―. Los familiares del paciente no confiaban en nosotros, por lo que querían realizar un sello de sacrificio para sellar el kekkei genkai de su enfermo, y evitar que "lo robáramos".
La puerta de la sala sonó cuando fue abierta y posteriormente cerrada. Ambas voltearon a ver al pasillo, por donde Sasuke, sin su capa, entró cargando unas bolsas con sup mano. Las miró a ambas mientras pasaba a la cocina.
―No había de dulce de leche, así que conseguí de miel ―informó Sasuke a Sarada, dejando todas las bolsas de pan en la barra de la cocina―. Traje lo suficiente para la semana entera ―se dio vuelta y miró a su hija, quien le sonreía―. Con toda la semana me refiero a de día, no de noche, así que raciona y no te lo acabes en horas, jovencita.
Sarada sonrió nerviosa al recordar cómo había acabado con la canasta de pan durante el fin de semana, siendo amante de los panes con relleno dulce a un nivel casi adictivo. Sasuke la había regañado ya muchas veces porque consumía demasiada azúcar, y eso ocasionaba que su papá decidiera comprarle cada vez menos cantidad de ese tipo de alimentos. Los caramelos, chocolates y dulces sólidos se habían acabado en la casa de los Uchiha por orden del patriarca, y lo único que aprobaba que Sarada consumiera, eran esos panes y frutas.
Sarada no era desobediente, y había acatado la orden de "No más dulces". Aunque, realmente, lo había hecho por la mera fascinación de que su padre estaba preocupado por ella, y estaba dispuesta a actuar como si él hubiese estado a su lado toda la vida regañándola por ser una glotona con los dulces.
No tenía mucho que Sasuke había vuelto a la vida de ambas de forma constante, y se estaban acostumbrando a verle entrar por la puerta con compras para la casa o para ellas, en su mayor parte, regalos que él le llevaba a Sarada.
Sasuke se alejó de la barra y caminó hacia la sala, sentándose en el descansa brazo detrás de donde Sakura estaba sentada, y miró a ambas chicas con interés.
― ¿De qué hablaban?
―Le contaba a Sarada de la vez que tuvimos un paciente con un kekkei genkai ocular al que su familia quería realizar el sello de sacrificio ―contestó Sakura.
Sasuke asintió. Él sabía esa historia, había estado presente cuando ocurrió porque había ido a recibir un chequeo médico antes de volver a partir de la aldea. Esa historia ocurrió cuando estaba en sus diecinueve años, antes de irse de la aldea a una misión que le tomaría poco tiempo en realidad, pero debía ir en las mejores condiciones.
Esa misión había ocurrido poco antes de la misión en la que él y Sakura habían partido de la aldea juntos, y, de hecho, el suceso de la historia de ese paciente era parte de los motivos por los cuales él había decidido llevar a Sakura con él como ninja médico.
― ¿Y qué pasó entonces?
Sakura volvió su atención a Sarada, pero fue Sasuke quien contestó.
―Lee y Tenten interrumpieron la pelea de la familia para impedir que sacrificaran a su familiar ―explicó el azabache recargándose contra lo poco que tenía de respaldo a su disposición. No tenía su brazo para poder apoyarse, por lo que fue un poco incómodo el que su cintura pegara en el borde.
― ¿La tía Tenten y el papá de Metal? ―preguntó Sarada notablemente sorprendida.
Sakura asintió. Sasuke continuó explicando.
―Talvez esto no lo sabes porque son motivos gubernamentales que rara vez salen a la luz porque aún se están discutiendo, pero desde hace años, inclusive desde antes que Naruto ascendiera a ser Hokage, con el apoyo de él, Lee, Tenten y el maestro Guy, comenzaron a trabajar para que se les aceptara una solicitud que prohibiera a los clanes seguir empleando ese tipo de métodos para proteger sus técnicas ―explicaba Sasuke mirando directamente a su hija―. Estaban buscando una forma más segura de proteger las técnicas. Querían evitar que los clanes siguieran provocando que la separación de ramas orillara a los que no pertenecían a la principal a ser sometidos a recibir un sello de sellado y sacrificio. Había mucho sufrimiento detrás de ello, mucho enojo y rencor, y Lee y Tenten entendían ese sentimiento por su antiguo compañero, Neji Hyuga.
― ¿El tío de Boruto que murió en la guerra? ―preguntó Sarada. Su expresión había cambiado a una de leve tristeza.
Sakura lo entendía en ella, Boruto era alguien muy alegre y optimista, demasiado abierto a los demás, que el hecho de que el pasado de su familia estuviera lleno de tragedias desde sus abuelos hasta sus padres, era algo que irremediablemente hacía contraste contra el chico. No era que él tuviera una importancia mayor o compartiera los sentimientos de pérdida de sus padres, pero Boruto había estado aprendiendo sobre el dolor que toda esa historia había dejado, y de ello trataba de mejorar su situación y a su familia. Aunque bien, eso era algo hecho desde Naruto, la única diferencia era que en esa familia el padre estaba luchando por que sus hijos no pasaran lo que él pasó, y sus hijos eran completamente conscientes de eso.
―El padre de Neji murió por este motivo, y Neji vivió toda su infancia sufriendo la idea de que su rama estaba condicionada a vivir por proteger el kekkei genkai y a los principales usuarios. Naruto, Lee, Tenten y Guy vieron todo eso en Neji desde que lo conocieron hasta su muerte, y así fue como decidieron evitar que alguien más siguiera por ese camino lleno de odio ―comentó Sasuke con pena, recordando que jamás volvió a cruzar palabra con Neji desde que había dejado la aldea―. Los cuatro trabajaron desde entonces en evitar esa situación, y hasta la actualidad hacen modificaciones para que los clanes vivan con la seguridad de que sus herencias están a salvo sin la necesidad de matar a sus integrantes.
―Tenten y Lee habían ido a visitar a Guy sensei a una de sus terapias para ver su avance, y cuando iban de salida se encontraron con nuestra discusión con el clan. Ambos me ayudaron cuando la familia estaba sentenciando a su familiar al sacrificio ―continuó Sakura―. Tuvieron una discusión muy seria con ellos para poder evitar que se realizara el sello, y finalmente lograron su cometido y nos permitieron operar al familiar bajo la supervisión de la cabeza del clan. El familiar salió bien, y cuando despertó, estaba muy sorprendido de que no le realizaron el procedimiento para sacrificarlo.
Sarada abrió los ojos con sorpresa mientras asimilaba la información, apretando la boca un poco en un leve puchero que solía hacer con su familia cuando estaba pensativa.
― ¿Eso existió en los Uchiha? ―preguntó Sarada dirigiendo su mirada hacia Sasuke.
Él se encogió de hombros.
―Vagamente. No era usual que fueran por nuestra técnica. Para empezar, éramos de los clanes más fuertes, y-
―Somos, papá ―corrigió Sarada. Sasuke y Sakura la miraron un poco impresionados por la interrupción―. Somos de los clanes más fuertes.
Sasuke se mantuvo estático unos segundos, mirando a la pequeña pelinegra, hasta que él y Sakura voltearon a verse el uno al otro y sonrieron. Ambos asintieron hacia Sarada.
―Somos de los clanes más fuertes. Así que ha habido poca gente que ha querido atreverse a desafiarnos para robarnos el sharingan ―continuó Sasuke―. Los pocos que lo intentaron murieron a manos de sus objetivos, así que la gente comenzó a desistir de ir detrás de nosotros, lo que fue beneficioso. No nos vimos tan obligados a mantener una técnica de sellado que protegiera nuestro kekkei genkai, y por eso se descartó. Anteriormente los altos mandos tuvieron la idea de hacer lo mismo que los Hyuga, pero, como prácticamente, éramos invencibles en el pasado, nadie se atrevía.
― ¿Y ahora? ―preguntó Sarada― ¿Hay gente que quiere nuestro sharingan? ¿Cómo aquel sujeto, Shin, el que estaba obsesionado con mi tío Itachi?
Sakura giró la mirada hacia Sasuke, quien se mantuvo fijo en Sarada con su rostro neutral. Había temas que aún no compartían con su hija por cuestión de protegerla y no asustarla, pero Sasuke y Sakura eran conscientes de que, luego de la misión donde se reencontraron con el primero, Sarada había sido expuesta a un nuevo mundo de peligros e información que los libros de la biblioteca y la academia jamás le iban a enseñar. Y con ello en mente, no tenían ninguna duda de que había de ponerla bajo aviso de algunas situaciones.
Pero Sasuke no creía que fuera el momento adecuado.
―Aun no lo sé ―contestó Sasuke. Sarada inclinó la cabeza confundida―. Somos un clan pequeño, y no muchos sacarían ventaja de nosotros. Así que me falta determinar muchas situaciones para considerar si estamos en ese tipo de peligro.
Sarada asintió con firmeza.
―Tendré cuidado cuando vaya a misiones. Si veo algo raro, les avisaré ―comentó Sarada.
Sakura le sonrió.
―Siempre atenta, recuerda eso. Protégete tanto como protegerías a los demás.
…
Había cerrado los ojos en segundos, y pasó de estar sentada en el sillón con Sasuke y Sarada, a encontrarse inconsciente.
Estaba viviendo una memoria, era un recuerdo. Lo sintió todo en primera persona, cada emoción y sentimiento que ella tuvo, sintió a su hija y lo que le generaba estar con su familia. Pero Sakura sabía que esas memorias no eran de ella. Esa niña Sarada no era su hija, y ese hombre sentado con ella como su esposo no era su Sasuke.
Pero se sentía todo tan real, tan perfecto, tan en paz a pesar de que los temas hablados eran muy serios, y se sintió por un segundo en un verdadero hogar.
Sintió unas sábanas cubrirle el brazo.
…
Abrió los ojos levemente entre la oscuridad y vio a Sasuke al otro lado de la cama, sin camisa y en su pantalón de pijama, acomodando sus cosas en su mesa de noche mientras contestaba en el celular a un mensaje que Naruto le había enviado para molestarlo. Sasuke se había enderezado de una inclinación contra la cama, así que asumió que la había tapado correctamente con las sabanas.
― ¿A qué hora regresaste? ―preguntó Sakura con voz ronca, acomodando la cabeza contra la almohada y restregando la mejilla en la suavidad de esta.
Sasuke la miró de inmediato.
―Hace una hora.
Dejó el teléfono en la mesa de noche y se apresuró a sentarse en la cama para tomar a Sakura del hombro cuando esta se levantaba de su descanso.
―Tranquila, ya cené y tomé una ducha. Vuelve a dormir ―le indicó con voz suave para no perturbar el poco sueño que ella aún tenía.
Sakura asintió.
― ¿Cómo fue todo con los resultados de la misión? ―preguntó recostándose de nuevo y dándose la vuelta para quedar hacia arriba. Cerró los ojos.
Sasuke la miró divertido, pues raras veces la pelirrosa estaba tan cansada como para recibirle con pocas ganas. Él sabía que no era que no le emocionara el verlo, sino que estaba tan golpeada por el ritmo casi desquiciado que llevaban en el hospital, la división médica ninja, y el ser ama de casa y madre, que le divertía verla sucumbir a su placer del descanso antes que a él.
―Bien. Hubo muchos avances sobre Kara. Naruto, Shikamaru y Sai están moviéndose sobre eso de forma bastante rápida, así que seguramente tendré que salir de nuevo pronto ―contestó Sasuke recostándose en la cama, jalando las sábanas con su única mano.
―Está bien. Mientras más rápido acaben con ese mal, creo que todos nos moveremos más en calma en la aldea ―comentó Sakura con los ojos entrecerrados, tratando de seguir el hilo de la conversación―. ¿Mañana tienes algo que hacer? ¿Quieres que te prepare comida para el trabajo?
Sasuke la miró de reojo.
―No, gracias. Estaré en casa. Naruto está muy ocupado con mi informe, no me requerirá hasta dentro de una semana ―contestó Sasuke.
Sakura asintió lentamente.
―Está bien ―dijo ella adormilada. Sasuke sonrió.
―Ya duérmete ―le dijo en voz baja, llevando su mano hacia su frente y dejando un imperceptible toque con sus dos dedos en el rombo morado.
En segundos, Sakura estaba de nuevo respirando con profundidad y sumida en su sueño. Sasuke se movió en la cama y notó lo fuerte que era su cansancio, pues no se despertó ni se molestó por sus movimientos, comprobando lo agotada que se encontraba su mujer.
Con sutileza, Sasuke tomó de su mesa de dormir la caja alargada que había colocado junto al teléfono y que Sakura no había visto. La acercó a su rostro, observando el color verde claro brillante que tenía esta, y cómo era envuelta por un listón de tela de color azul celeste satinado.
―Además, ¿cómo iba a trabajar el día de tu cumpleaños? ―preguntó en un susurro, volteando a ver a la pelirrosa y enderezándose un poco en su lugar.
Sin dejar de ver a Sakura, pasó su brazo sobre ella y colocó el regalo delicadamente sobre la mesa de dormir de ella, junto a su teléfono.
Sarada había planeado hacerle la comida todo el día a Sakura, así que él y la niña debían estar despiertos mucho antes que ella para trabajar en la sorpresa.
Sasuke había tardado en volver a su casa porque había ido al hospital a solicitar que le dieran el día libre a Sakura, y había esperado desde que salió de la mansión Hokage hasta que ella saliera de su turno para no ser atrapado en medio de los preparativos para su día. En ese tiempo esperando, había ido a una joyería de la aldea a buscar un regalo que había mandado a hacer con un mes de anterioridad, siendo consciente de que ese sería el tiempo que se tardaría en su siguiente misión antes de volver a la aldea para el cumpleaños de Sakura, así que organizó sus tiempos y guardó dinero para poder conseguirle un regalo especial. Sarada había aprobado totalmente su plan cuando le preguntó a escondidas de Sakura si había planeado darle un regalo, y él se satisfizo al ver a su hija tan alegre con su decisión.
Sasuke se alejó levemente de Sakura y la observó en silencio, apreciando a la mujer que seguía, afortunadamente, muy sumida en sus sueños.
Tras este último chequeo, Sasuke se dio la vuelta y se recostó boca arriba, disfrutando por fin de su suave cama.
…
La tranquilidad de la noche se había desvanecido junto con su atención sobre la caja del regalo. Aunque sus ojos no estaban abiertos aun, era como si todo lo hubiese visto en tercera persona al mismo tiempo que dormía tranquilamente al lado del azabache.
Sintió una presión en su frente, un fuego ardiente en su pecho y la tensión en los músculos de las manos.
…
Restregaba la fibra de metal contra el traste debajo de sus dedos, inconsciente del daño que le estaba haciendo a los platos y al sartén especial que había comprado para evitar que el aceite se pegara.
Sasuke estaba en la sala, dándole la espalda, con un brazo rodeando su torso ante la falta del otro para cruzarlos ambos, mirando a la televisión sin ponerle atención, y con la boca apretada en una línea.
Ambos en silencio. Ambos ignorándose.
Sarada no estaba en la casa, había salido a una misión de una semana en la Aldea de la Arena, así que el silencio sepulcral no iba a ser roto por ella ni por ningún compañero que llegara a buscarla.
El teléfono sonó por quinta vez a su derecha, haciéndola desviar su atención hacia el contacto mientras soltaba la fibra agresivamente contra el fondo del lavatrastos. Tomó con poca importancia la toalla del gancho en la pared, provocando un agujero en ella y que el gancho se desprendiera junto con un trozo de azulejo.
Sasuke se encogió ante el sonido, imaginando un daño más grave que habría que reparar. Él sabía que era el precio de vivir con una de las mujeres más fuertes de la humanidad.
― ¿Qué? ―respondió Sakura al teléfono, colérica. Dejó la toalla sobre la isla de la cocina y se recargó en ella hundiendo la cabeza entre los hombros, escuchando atentamente a uno de sus asistentes del hospital que le hablaba tartamudeando por el teléfono―. Les dije que no lo hicieran, ¿cuántas veces debí de repetirlo para que me obedecieran? El paciente es un niño, le va a hacer daño.
El tono de voz que usaba estaba cerca de convertirse en gritos, y Sasuke lo sabía.
― ¡Entonces debieron esperar a que Ino o yo les diéramos instrucciones! ¡¿Qué tan difícil es tomar el teléfono y llamarme cinco minutos antes de hacer una tontería?! ―regañó― ¡No se atrevan a hacer nada más, voy para allá!
Sasuke la miró de reojo cuando pasó a su lado, acercándose hacia el pasillo y al perchero. Era pleno invierno, las once de la noche, y estaba haciendo un terrible clima afuera, ¿así se le ocurría salir?
―Sakura, no puedes salir con este clima ―dijo Sasuke poniéndose de pie inmediatamente, dejando atrás su enojo por un momento.
―Tengo un paciente inconsciente porque unos irresponsables practicantes decidieron administrarle un medicamento erróneo, un paciente que es mi responsabilidad con unos practicantes que son mi responsabilidad. No puedo dejarlo así ―contestó ella enojada, colocándose un abrigo enorme e ignorando al azabache mientras se colocaba sus zapatillas―. No puedo ignorar lo que pasó y dejarlo hasta mañana, así que me voy al hospital así esté lloviendo a cantaros, inundándose la aldea o cayendo la luna.
Sasuke entendió que su deber estaba antes que muchas cosas, pero que incluso lo pusiera delante de su seguridad y salud, eso lo molestaba. Y justamente de ahí había venido la discusión por la que ambos habían puesto una pared invisible toda la tarde.
Cuando Sakura cerró de golpe la puerta, Sasuke salió de sus pensamientos y se apresuró a buscar su capa y su propio abrigo que pocas veces usaba, por lo que se encontraba guardado en el armario de la entrada.
Salió corriendo de la casa para seguir los pasos de la pelirrosa, quien, en su desespero por llegar con el paciente, se había apresurado a trepar y correr sobre los edificios a la forma ninja, sabiendo que eso le sería de mucha ayuda para llegar pronto al hospital. Sasuke la imitó, y siendo mucho más rápido que ella, la alcanzó en menos dos minutos, igualándole el paso pero siendo ignorado por ella.
Al llegar al edificio, ambos aterrizaron frente a la puerta principal con gracia, siendo observados por los trabajadores del turno nocturno que estaban esperando por la pelirrosa. Tan pronto como ambos se acercaron a las puertas de vidrio, las enfermeras en la recepción fueron corriendo a Sakura, quien se deshacía de su abrigo.
― ¿Actualización? ―preguntó Sakura tan pronto como tuvo a sus compañeras de frente.
―No ha despertado, pero tiene fiebre que va en ascenso ―comentó una de ellas―. Y tiene puntos rojos por las manos y piernas.
―Fue una reacción adversa ―comentó Sakura con seguridad―. Hay que atenderlo de inmediato o puede dejar secuelas graves.
Las enfermeras asintieron y salieron corriendo por el pasillo. Sakura se volteó a Sasuke, quien la miraba con seriedad. Él no le dijo nada, únicamente se acercó a ella y le quitó con suavidad el abrigo de su brazo, doblándolo con su única mano y echándolo en su hombro.
―Ve. Te espero en tu oficina.
Sakura asintió con la misma expresión seria, y corrió por el mismo pasillo por el que fueron las enfermeras. Sasuke la observó alejarse hasta perderla por las puertas de "Urgencias", y luego decidió ir por un café a la máquina expendedora de la sala de doctores.
Iba a esperar mucho tiempo.
Llegadas las dos de la mañana, Sasuke cerró el libro que había estado leyendo y lo colocó en la mesa de café que Sakura tenía en su oficina.
Estaba sentado en el sillón que normalmente le dejaba usar a los acompañantes de los pacientes mientras ella atendía al enfermo, así que tenía la vista hacia la puerta expectante a la llegada de la pelirrosa.
Admiró la oficina lentamente. Ya había estado varias veces en ella, y ya sabía que había muchas cosas familiares para hacerla más acogedora, pero por primera vez en años, Sasuke se estaba tomando el verdadero tiempo de apreciar cada detalle en ella.
Para empezar, había un pequeño buró de seis cajones puesto junto a una de las dos ventanas en la pared que daba al jardín del hospital, al fondo de la habitación. Sobre él, un pequeño mantel rectangular cuidaba la tapa superior donde cuadros adornaban el mueble. Cuadros de fotografías: una con Sarada de bebé cuando él aún no se iba de la aldea. Estaban sentados bajo un árbol de la antigua mansión Uchiha, con una Sarada de apenas un mes de nacida entre el único brazo de Sasuke. Sakura la había tomado cuando Sasuke le enseñaba que Sarada estaba sonriendo mientras la mecía.
La segunda fotografía era una de Sakura con cabello largo, en su uniforme de trabajo, y parada junto a Ino, Hinata y Tenten, la segunda con una pequeña foto entre sus manos. Poniéndole toda su atención, Sasuke logró ver que la foto era una ecografía, y garabateado a mano en el borde del marco, había una nota en papel que decía "Himawari". Sasuke imaginaba que se trataba del día en el que Hinata se había enterado de que iba a tener una niña en su segundo embarazo, así que habían querido guardar el recuerdo.
La tercera foto era una de Sasuke y Naruto sentados en el comedor de la casa del segundo, y recordaba ese día con mucha facilidad. Había sido antes del nacimiento de Boruto y Sarada, habían tenido una cena de amigos entre los cuatro donde habían entrado en el tema de los nombres para los bebés, las familias, los clanes, entre otros relacionados con los próximos nacimientos de sus primogénitos. Toda la conversación había ido bastante bien hasta que Naruto y Sasuke comenzaron a discutir sobre quién sería el mejor entre sus hijos. Por supuesto ninguno bajó jamás la guardia y se la pasaron discutiendo por horas. Cuando era de madrugada, y seguían en la acalorada pelea, Sakura les tomaba una foto por diversión cuando Boruto decidió venir al mundo en ese instante.
La pelirrosa y la ojiperla juraron, desde entonces, que ese momento Sasuke y Naruto se coordinaron como jamás lo habían hecho en batalla juntos. Ambos habían movido, empacado, preparado todo en segundos, y pronto estaban en el hospital atendiendo a Hinata. Mientras ella salía de la labor, a la que a Naruto no dejaron entrar, ambos estaban afuera repasando las instrucciones de paternidad que habían obtenido de Sakura cuando decidieron aprender a cuidar a los futuros bebés que venían.
Fue un momento icónico para muchos, y algunos incluso juraban que, mientras Naruto lloraba y les mostraba al recién nacido Boruto en la sala del hospital, esperando por Hinata quien se cambiaba en su habitación, Sasuke fue el más feliz de ver a su mejor amigo emocionado por el nuevo integrante de su familia. Para sorpresa de todos, Sasuke fue, después de la familia Hyuga, claro, el primero en la lista de Naruto en recibir en brazos a Boruto. Iruka le había comentado a Sasuke que lo vio poner una cara de susto que nadie jamás le había visto, y eso se quedó en las pesadillas de Sasuke para siempre. Descubierto ante todos de una forma horrible.
La cuarta y última foto era una de Sakura con un grupo de pacientes y doctores trabajando en una línea médica colocada en las afueras del país. Sasuke estaba enterado de lo ocurrido en aquella foto, pues primero había estado en la casa y luego, tras la mudanza, Sakura la había movido a la oficina para liberar espacio. Ocurrió cuando Sarada tenía ocho años, él no estaba en la aldea, y pequeñas batallas entre la nueva Alianza Shinobi y pequeños pueblos inconformes con los nuevos gobiernos, habían ocurrido a lo largo de las fronteras de todos los países. Cada país lidió con ellas como pudo, ayudando a los más débiles que fueron atacados por estos pueblos rebeldes. Sakura y su equipo médico habían intervenido tan pronto como se informó que los afectados de los ataques eran civiles sin ninguna experiencia en batalla, y se había movido hacia la zona con velocidad, asentándose en ella alrededor de un mes. Fue un tiempo difícil, Sarada tuvo que vivir con Naruto y Hinata un tiempo, a propuesta de la segunda, pues creía que la pequeña Uchiha podría necesitar mucho de la presencia de más niños, como Boruto y Himawari, para que no se sintiera tan sola sin su mamá. Además, era una ayuda mutua, pues Naruto también había abandonado la aldea para ir con los demás Kages a arreglar los desacuerdos entre los bandos en pelea, y sus hijos también sintieron su ausencia. Sasuke no pudo regresar a ayudar por orden de Naruto, quien le pidió atentamente que continuara su misión y siguiera alerta, pues no sabían si el objetivo de Sasuke aprovecharía los problemas en el mundo para atacar las aldeas.
Sasuke sólo obtuvo actualizaciones periódicas, y contadas, por lo que esa temporada fue muy tensa tanto para él como para los demás.
Luego de ver aquellas fotos, Sasuke miró los diversos jarrones con flores que adornaban el borde del piso hasta el sillón donde él estaba. Eran jarrones de distintos tamaños, colores y diseños. Tenían flores de todos los tipos, y él sabía bien que eran flores que Sakura compraba con Ino para tener vida en la oficina. En ocasiones, ella les regalaba flores a sus pacientes, por lo que pronto terminaba con uno o dos jarrones vacíos. Sasuke incluso había tenido que hacer una compra de emergencia de rosas, pues Sakura le había llamado apresurada pidiéndole ayuda para tener flores adecuadas para el Día de las Madres de Konoha. Ese día, el imponente y poderoso Uchiha fue visto fuera del hospital con el único brazo repleto de rosas, llevándolas todas hacia la oficina de su esposa y ayudándole a entregarlas a las madres que llegaban con pacientes o eran pacientes.
Luego, en el escritorio, Sasuke vio todos los libros de estudios avanzados de medicina. Muchos libros contenían textos muy, pero muy detallados, por lo que él jamás había podido sostener con éxito una conversación con Sakura cuando ella le contaba lo que aprendía de estudiar esos tomos. Y, para su mala suerte, era algo que Sarada había heredado, así que tenía a dos mujeres inteligentes dándole clases de temas que él jamás se imaginó aprendiendo cuando era joven. Hasta donde recordaba, nunca había tenido interés genuino en aprender sobre la mecánica, las máquinas y el funcionamiento de la industria en ese ámbito, pero Sarada le había hablado de cada catálogo y clasificación de ellas, que ahora sentía que podía subirse al tren de Konoha y pedirle permiso al conductor para dar una vuelta con toda la seguridad de llevarlos a su destino sin problema.
Para finalizar, apreció los muchos adornos que Sakura tenía colocados en una repisa sobre la camilla de los pacientes. Estos adornos eran regalos que ella recibía de todos los que pasaban por sus cuidados, e iban desde sencillas cartas, peluches y joyería de pulseras, hasta grandes cajas musicales de oro, monedas de familias importantes, armas ninja replicadas en diamantes, y piedras preciosas. El más ostentoso, y con el que constantemente molestaba a la pelirrosa cuando llegaban a estar jugando en la oficina, era un cuadro que le había dibujado un verdadero fanático de su trabajo, quien la había dibujado con un kimono increíblemente ostentoso, llena de joyas y adornos, sobre un trono indistinguible detrás de las capas de tela de la falda de la prenda. Sasuke no hubiese tomado a juego el regalo si el artista no se hubiera molestado en dibujar a Sakura con una gran jeringa entre sus manos, simulando un cetro, y llevando una especie de corona que era armada del diseño básico de los gorros de enfermera. Sakura lo ignoró el resto de la tarde luego de que él se había reído a carcajada limpia del accesorio.
A pesar de que algunos le parecían ridículos, otros demasiado inútiles, y otros en realidad le sorprendían, Sasuke admiraba que Sakura apreciaba cada uno con mucho amor, pues los cuidaba, los limpiaba, los trataba con delicadeza, siempre recordaba quién se los había dado y qué le habían dicho. Ella valoraba, y eso es algo que amaba mucho de ella.
La oficina era una total extensión de la doctora, y por eso le gustaba esperarla ahí a veces cuando iba por ella al trabajo o la ayudaba con algo. Inclusive, antes de ser pareja, Sasuke se refugiaba ahí cuando los demás doctores insistían en ser quienes lo trataran, siendo muchas de ellas mujeres que buscaban una especie de oportunidad con él. Sasuke había tenido, en aquel entonces, el ojo de todas las aldeas sobre él, pues estaba a prueba tras los sucesos de la guerra, y cualquier error lo podría enviar permanentemente a la cárcel. Esto ocasionaba que se reprimiera demasiado, y con ello era víctima de muchas personas ingenuas a su alrededor que sólo lo querían sacar de sus casillas. Así que, sí, aprovechó a la única persona que no lo hostigaba, y se escondió en la oficina de Sakura cuando era atosigado hasta el cansancio. Sakura sabía de esta situación y se encargó de poner el alto que Sasuke no tenía permitido pedir, así que dejó al azabache esconderse cuando quisiera, sin preguntas, sin conversaciones entre ambos, sin interacción. Así fue como él comenzó a darse cuenta de cómo era la mujer que tenía a su lado de forma incondicional, y aprendió de ella todo lo que le rechazó en el pasado. Ya no era necesario contar el resto de la historia, Sarada era la conclusión y era suficiente.
La puerta de la oficina se abrió y lo sacó de su mente. Él volvió la cabeza y observó a Sakura entrar, con papeles en mano, firmando algo con pocas ganas. El cabello estaba un poco desordenado, unos profundos círculos negros le rodeaban los ojos, y su expresión abatida era suficiente para captar que no estaba de buen humor.
Ella se acercó al escritorio sin dirigirle ni palabra ni mirada, dejando los papeles sobre su computadora cerrada y sentándose en su silla con cinco ruedas pequeñas.
― ¿Está bien el paciente? ―preguntó Sasuke con voz baja.
Sakura se pasó el dorso de las manos sobre la frente mientras asentía con lentitud. Respiró hondo antes de colocar las muñecas al borde del escritorio y cerrar los ojos.
― ¿Quieres que te traiga algo de beber? ―preguntó Sasuke poniéndose de pie.
Ella negó.
―Sólo quédate ahí donde estas ―le indicó Sakura con voz cansina.
Sasuke acató la orden, quedándose de pie frente al escritorio y mirándola. Ella se enderezó poco de su posición, no teniendo la verdadera fuerza necesaria para hacerlo.
―Perdóname.
Sasuke parpadeó una vez y bajó la cabeza.
―Sé que sólo querías cuidarme y te traté muy mal ―dijo Sakura volteando su mirada hacia él finalmente―. No supe mediar entre mis emociones; preocupada por Sarada, con mis practicantes cometiendo errores todos los días porque no me obedecen, los constantes encargos de ayuda para otras aldeas, creo que me dejé llevar demasiado por lo que se me arremolinó en la agenda y no capté que sólo me querías dar el respiro que nadie más me estaba dando.
Sakura se puso de pie y caminó hacia Sasuke, quien la volteó a ver hasta que la tuvo frente a frente. Él esperaba paciente, no quería que ella explotara de nuevo por la angustia.
―Perdóname, Sasuke. Dejaré de sobre exigirme, yo misma debería saber las consecuencias y he actuado irresponsablemente.
Sasuke sintió la sinceridad en las palabras de ella. Lo afligida que estaba, cargando todas sus preocupaciones. Demonios, ¡él la entendía! No podía enojarse por mucho tiempo si era muy consciente de que él fue así en algún momento. Un condenado gen que parecían tener todos los ninjas hasta que algo los golpeaba duro.
Extendió su único brazo y la acercó a él, abrazándola. Ella lo abrazó de vuelta envolviendo su torso. Cuando Sasuke no sintió que las costillas le podían reventar por el gesto, supo que ella estaba bateada por el cansancio.
― ¿Nos vamos a dormir? ―preguntó él con una sonrisa. Sakura se rio mientras asentía contra su pecho.
…
Sasuke miró de lejos al otro Sasuke, analizando su aspecto con bastante interés.
Nunca se había tomado un verdadero momento para imaginar cómo podría haber sido en caso de que la guerra hubiera los llevado a él y Naruto para otros lados, como lo sería este resultado en el que ahora vivía. Desde que había caído al "Lado del bien", como decían todos sus compañeros masculinos en sus noches de reunión, había decidido no desperdiciar su tiempo en imaginar cosas que no pasaron y él no podía modificar. Iba a caer en su ciclo de pensar en cosas irremediables, y eso era algo que se negaba a pasar.
Por eso la imagen de ese Sasuke lo sorprendía tanto. Era un Sasuke que, ni en sus sueños, se había presentado. Tenía el cabello largo hasta la mitad de la espalda, poco más largo que como Itachi lo tuvo en algún momento antes de morir. Tenía el mismo fleco de mechas que tenía cuando era joven, solo que estas llegaban hasta la mitad de la mejilla, y el cuello lo tenía cubierto por muchas vendas. Iba tapado por una capa gris grande que arrastraba el piso, dejando ver sus sandalias negras largas y las vendas que rodeaban sus piernas poco antes de las rodillas que seguía cubiertas por la capa. Su rostro era el mismo, pero con heridas mostradas en pequeñas cicatrices desde la frente hasta la barbilla, y pequeñas zonas cicatrizadas de quemaduras le rodeaban el cuello. Caminaba muy rígido, casi como si tuviera tablas en cada articulación, y algo arrastraba por el piso junto a la pierna derecha.
¿Un bastón?, pensó Sasuke con desconfianza.
Estaba parado a pie del edificio del Raikage, esperando por el otro Sasuke con calma. El otro caminaba con una paciencia increíblemente infinita, ni siquiera parecía que estuviera sorprendido de verlo. La pequeña sonrisa en su boca era inquietante, y a Sasuke le estaba molestando tanto cómo se veía. Era desagradable encontrarse con su versión desquiciada.
― "Ese es mi hijo", ¿quién dijo eso? ―preguntó el otro Sasuke con una voz burlona.
Sasuke entrecerró los ojos.
―Papá ―contestó Sasuke.
En segundos desenvainó su katana y detuvo a la otra, provocando una onda de aire que se expandió lentamente detrás de la onda sonora que dejó un tintineo agudo por los alrededores. La capa gris del otro Sasuke se había levantado, y sólo entonces, Sasuke vio perfectamente los dos brazos de color verde grisáceo que se contraían por los músculos, empujando la katana contrincante hacia él.
Ambos cara a cara, fijos en el otro.
Abrió los ojos espantado, y en menos de lo que se movió para alejarse del siguiente ataque, su plan anterior estaba desechado y uno nuevo se cocinaba en su cabeza. Tenía listo proceso y resultado, así que, haciendo apoyo de sus pies, retrocedió tres metros del otro Sasuke y se acuclilló en el piso, con la espada a la altura de los ojos y el filo hacia el enemigo, listo para recibir la siguiente estocada.
―Sasuke Uchiha, un placer ―dijo el otro Sasuke con burla.
Sasuke entrecerró los ojos y arrugó la nariz. Jaló con los músculos de su brazo la manga que tenía ocultos sus sellos en la muñeca, esperando el momento para usarlos.
―Si no vas a presentarte, pasaré a lo importante ―dijo el otro Sasuke al no recibir respuesta.
La velocidad que usó para llegar a él fue medida, como chocar con un espejo, y Sasuke pronto lo tuvo lado a lado contra su hombro, colocando su katana a centímetros de su rostro mientras bloqueaba la del otro Sasuke en la misma posición. Las manos de ambos temblaban por la fuerza que ejercían para lograr el dominio de la situación; y sus ojos, ambos con el sharingan activado, y los rinnegan casi brillando contra la luz del día, se encontraban entre los filos, uno con una mirada firme, el otro con una mirada despreciable.
―Quiero una tregua.
Tsunade, Darui, Gaara, Neji y Hiashi estaban parados en la sala donde habían estado con Sasuke y todos los ninjas que serían parte del último plan. Miraban hacia abajo, a la plaza principal delante del edificio, donde dos destellos azules violáceos chocaban cada tanto. El sonido de los filos encontrándose apenas traspasaba los vidrios de las ventanas, pero las ondas del choque hacían vibrar cada centímetro de los músculos de los espectadores.
Neji estaba preocupado.
Cuando Sasuke había bajado finalmente al encuentro del otro Sasuke, todos los demás habían comenzado una discreta evacuación que consistía en sacar a la gente de la aldea por los pasadizos subterráneos de la región, hasta llevarlos a los puertos que tenían hacia el sur. Ahí, todos subirían a barcos creados específicamente para la protección de civiles. Grandes máquinas de metal y madera con refuerzos extremadamente anchos de aleaciones para proteger las embarcaciones. Esas naves viajarían por el océano hasta llegar a una de las dos playas del País del Fuego. Ambos países tenían un acuerdo de evacuación al ser, Kumogakure, una de las regiones con más facilidad de ser aislada. Kirigakure también entraba en el catálogo de ese acuerdo, y las aldeas Iwagakure, Konohagakure y Sunagakure estaban obligadas a recibir a los civiles para protección en caso de que las aldeas restantes fueran atacadas y derrotadas.
Había sido plan de Gaara muchos años atrás, pues estaba profundamente preocupado porque las aldeas, después de la guerra, no podían encontrar un punto medio para estar en paz, lo que dificultaba en mayor medida el apoyo militar entre ellas cuando hubiese problemas, pues no faltaba una aldea que saltaba a conclusiones y comenzaba a acusar de complots para ataques. El Kazekage propuso entonces que, si bien no había una paz totalitaria entre todo el mundo ninja, que lo hubiese para el mundo civil, pues él sabía que muchos civiles que no estaban enterados de los problemas ninja y mucho menos involucrados con los gobiernos, eran víctimas de estos desafortunados encuentros entre enemigos. Gaara exigió que existiera este acuerdo de protección, y las aldeas tenías que dar asilo, trabajo y cuidados a los civiles en situación de escape de sus regiones, fuese cual fuese, aldea oficial o no, sin discriminar. Y cualquier desacuerdo que existiese entre las aldeas, que orillara a una a rechazar este acuerdo, sería tratado entre los gobernantes de la forma que fuese. Gaara estaba dispuesto a llegar a los límites si era necesario, y lo había dejado más que claro.
Por ese motivo todos se movieron con rapidez para sacar a los civiles. La llegada de su Sasuke se había catalogado de forma general como una alarma mortal, por lo que no había dudas en nadie para cuando ocurriera, debían alejarse todos de la zona y los más fuertes debían defender.
Para fortuna del equipo del Sasuke de la otra realidad, Shikamaru y su grupo habían llegado poco antes del encuentro de ambos azabaches. Mientras Sasuke iba al encuentro de su "otro yo", Shikamaru y su equipo entraron por un lateral de la aldea en el subterráneo, encontrándose con los grupos de gente que escapaban rodeados de ninjas a su cuidado. Llegaron hasta la entrada de los túneles que daba al gran edificio del Raikage, y ahí se vieron frente a frente con Tsunade, quien envió a Urayashi y Naoki con ellos, y a una inconsciente Sakura en brazos de Lee. No hizo falta más que eso para que Shikamaru diera la vuelta y liderara a todos hacia la salida.
Con la aldea casi completamente vacía, Tsunade, Darui, Gaara, Neji y Hiashi se limitaron a observar, conscientes de que serían la primera línea de defensa en caso de que Sasuke perdiera la batalla contra el criminal.
― ¿Aún no han encontrado a Lord Raikage? ―preguntó Darui por el comunicador en su oreja.
―No, señor. Lord Raikage no estaba en su residencia y nadie lo ha visto. Ni siquiera los civiles ―contestó un ninja por el comunicador.
Darui suspiró.
―Sigan buscando ―ordenó con firmeza.
Neji miró ahora a Darui, notando lo distraído que ahora se encontraba.
Durante la evacuación, Darui había sido notificado de que el antiguo Raikage, A, no había aparecido en su hogar, y tampoco lograban encontrarlo por la Mansión Raikage ni los edificios del gobierno. Se le buscó sigilosamente por toda la aldea por medio de los túneles, pero no le hallaban. Habían descartado la búsqueda superficial en la ciudad porque el Sasuke de su realidad estaba caminando por ahí, y nadie quería ser la víctima de un malentendido, así que Darui les pidió a los ninjas que se retiraran de esa zona y siguieran su búsqueda entre los ciudadanos que escapaban.
En un primer momento pensaron que había ido tras del recién llegado Sasuke, conocedores del infinito odio que sentía por el Uchiha, pero descartaron esta idea porque jamás tuvieron indicios de que hubiese peleado contra el enemigo, empezando porque era muy capaz de hacerle pelea y lo detendría demasiado de llegar a su destino actual. Así que estaba descartado.
Y, por el momento, no podían imaginar dónde más buscar.
―No están atacando con todo su potencial ―comentó Tsunade, sin despegar la vista de la pelea, atrayendo la atención de sus compañeros―. Parece que están hablando. Hacen pausas cada tanto y vuelven a atacar. Algo ocurre.
― ¡Hmp! Pudo llegar a un dialogo con el otro. Eso ya es algo ―comentó Darui con molestia.
Gaara enarcó una ceja.
―Con nuestro Sasuke es imposible llegar a un dialogo coherente ―comentó Gaara, recordando la plática vacía que tuvo con Sasuke en la Cumbre Kage―. Pero el Sasuke de la otra realidad puede que sepa algunos puntos débiles a los que apuntar en un intercambio de palabras. Si logra su cometido, tendremos que pedirle que nos oriente en ello para mantener a raya al otro Sasuke, en caso de que lo mantengamos de enemigo.
― ¿En caso de que lo mantengamos como enemigo? ―preguntó Hiashi con incertidumbre. Miró a Gaara y este a él― ¿A qué se refiere, Lord Kazekage?
―Me refiero a que Sasuke ha estado hablando con él en esa batalla, y eso me dice que el otro quiere algo ―respondió el pelirrojo con calma―. Si hubiese venido a matar a Sasuke y a hacerle daño a alguien más, ya estaríamos en medio de la batalla tratando de detenerlo. Pero llegó con defensas bajas, está peleando como si entrenara contra un tronco, platican, dan tiempos. Se están escuchando, y eso quiere decir que hay algo de por medio ahí abajo. Me atrevería a decir que está negociando algo.
―Y yo estoy de acuerdo con ello ―comentó Tsunade cruzándose de brazos―. Más ahora que, si bien, no es que tenga la ventaja con todo el mundo ninja en su contra, pero él es capaz de dar pelea hasta derrotarnos a todos. Puede que esté buscando una ventaja para dejarnos trabajar en nuestra propia misión sin involucrarse. O, está negociando para conseguir algo a cambio de no estropear nuestros planes. Las posibilidades son infinitas para considerarlas con lógica, pero este Sasuke vino buscando algo de el de la otra realidad.
Los cinco retrocedieron con rapidez ignorando el anterior tema cuando una katana voló en la dirección de ellos, estrellándose contra el vidrio, quebrándolo en pedazos, cruzando la habitación partiendo el aire y estrellándose con un ruido firme contra la pared sobre la puerta principal. Todos miraron hacia el arma con susto y luego hacia abajo.
Sasuke le apuntaba al cuello a Sasuke, con la punta de su katana pinchándolo en la manzana de adán.
Las propuestas no eran absurdas, las peticiones eran manejables y entendibles, y eso lo aliviaba y molestaba en cierto punto.
No había sido difícil encontrar que la mejora del otro Sasuke, en comparación con la suya, era pocos grados debajo de la de él, dándole la ligera ventaja de prever ciertos movimientos o resultados de sus propios ataques. Había deslizado la katana de su oponente contra la suya como si fuera roce de cuchillo con mantequilla, de una forma tan limpia que pocas chispas salieron de ello. Y con eso, Sasuke había enviado la katana lejos de su oponente, desarmándolo en segundos y acorralándolo en su propio filo.
El otro Sasuke, aun con dos brazos, no era tan fuerte como para hacerle frente, y eso lo aliviaba en una forma muy incómoda.
―Vienes de otra realidad donde tienes más cosas a tu disposición para mejorar. Era obvio que tendrías un manejo más fácil de esta pelea ―comentó Sasuke con una sonrisa burlona, tratando de no atragantarse por la sensación de asco que le generaba la espada contra su cuello. Levantó ambos brazos y las manos las extendió a los lados―. ¿Me rindo?
Sasuke frunció el ceño cuando el otro soltó una risa ronca.
― ¿Qué piensas de mis condiciones? ―preguntó Sasuke luego de que había dejado ir su incomprensible ataque de risa.
Sasuke entrecerró los ojos sin mover ni un milímetro su amenazante katana contra el cuello de su contrincante.
―Patéticas ―contestó con frialdad―. Pero funcionales.
― Entonces, ¿les dirás que se detengan, o los tengo que matar? ―preguntó Sasuke haciendo una seña con la cabeza hacia la parte superior del edificio.
Sasuke, sin moverse de su posición ni dejar de ver al otro, supo que se refería a sus compañeros que habían sido víctimas del accidental ataque de la katana, y que ahora estaban con armas fuera y listos para entrar si él daba la señal.
―Les explicarás tú lo que quieres. No seré tu representante ni tu protector ―dijo Sasuke con fuerza.
Bajó la katana lentamente del cuello de Sasuke, rozándola en una amenaza contra su pecho, antes de alejarla y finalmente guardarla en su funda.
El otro Sasuke sólo sonrió de lado y asintió en silencio.
―Jamás he dejado que alguien más hable por mí. Y tampoco dejaría que mi "yo" de otra realidad lo hiciera ―contestó Sasuke con molestia, arrugando la nariz en dirección al ganador de la pelea, y bajando los brazos―. Eres todo lo que nunca he querido ser. Sería una vergüenza para mi nombre el dejarme cuidar por alguien como tú.
Sasuke enarcó una ceja ante la explicación inmadura del otro, entendiendo que hablaba desde el punto de vista más tonto que tenía acerca del honor. Bueno, que, en algún momento, él admitía, había tenido acerca del honor. Un momento muy lejano en su juventud.
―Sí, tienes razón. Sería una vergüenza para ti que te cuide alguien que tiene todo lo que perdiste. Imagina, ser llevado de la mano por tu versión más cuerda hasta ahora ―lo miró con aburrimiento y luego cerró los ojos―. Cree lo que quieras y haz lo que quieras, sabes que podré detenerte si me lo propongo. No intentes hacerme creer que tú eres la versión perfecta de lo que podemos representar como "Sasuke" en cualquier realidad, porque a diferencia de ti, yo soy considerado un héroe en mi realidad, tengo una familia, un trabajo, y mi clan tiene el nombre en alto. En cambio, tú…
Dio media vuelta y se alejó caminando hacia el edifico del Raikage, dejando al criminal echando chispas.
―Tú tienes un precio por tu cabeza.
¡Hola a todos! ¿Cómo estan? Espero que bien :3
Sí, me tardé con este capítulo. Creo que es de los más difíciles que he tenido que escribir, estuve mucho tiempo tratando de encajar la narrativa de las memorias de Sasuke, que me fue algo complicado decir "sí, está bien". No me estaba satisfecha con el resultado del relato y me encontré rehaciendolo un par de veces. Finalmente creo que di en el clavo.
Y sí, lo que ocurría era que Sakura, inconsciente tras la técnica de Sasuke, estaba viviendo en primera persona las memorias de la Sakura de la realidad... pongamosle, la del "Final bueno" XD
Una disculpa por la tardanza, tampoco me ayudó mucho que ando muy emocionada por la última temporada de Shingeki No Kyojin, y traigo la imagen de Eren fija en mi cabeza, entonces cada que escribía algo de Sasuke, yo veía a Eren en su lugar conviviendo con Sakura y Sarada, jajajaja. Estaba pensando "Salte de ahí, Eren. Anime equivocado", jaja, no podía, traía al personaje bien estancado en mi imaginación.
Pero bueno, espero traerles el siguiente capítulo con más rapidez que este.
Les agradezco mucho por sus comentarios, su apoyo, y que se pasen a leer la historia. De todo corazón espero les esté gustando, me hace muy feliz que a muchos de ustedes les sea entretenido leerla, y siempre me anima ver que les alimenta más la shipp (lo tomo de esa forma, nos falta MUCHO Sasusaku en el anime :'c )
Y, por cierto, algo tarde, pero ¡FELIZ AÑO NUEVO! Jajaja. Espero este 2021 sea un mejor año para todos.
Los estaré viendo en el siguiente capítulo.
Nos vemos :D
Ana Kogane Holt
