LA ÚLTIMA EN DECLARAR
―Me sigue impresionando la capacidad de desobediencia que tienen en esta realidad ―comentó Sasuke mirando hacia el frente con indignación, ignorando a sus acompañantes.
La luz del sol sobre las rocas de los rostros Hokage le daban la exacta indicación de que estaban cerca de ser las siete de la mañana. La risa de Sai a su lado le he hizo arrugar la cara.
―Me sigue impresionando la capacidad de ego que tu cabeza puede almacenar para creer que puedes hacer esto solo ―contestó Sai.
Sasuke volteó la cabeza a él, mirándolo moverse para estirar sus músculos. Era su primera misión luego de salir del hospital, ya que, aunque el suceso había ocurrido mucho tiempo atrás, había requerido de reposo obligatorio para que su cuerpo pudiese "afinar" lo último de sanación que necesitaba, por lo que, aunque estaba dado de alta, había sido puesto en una licencia temporal para que no acudiera a misiones.
Sasuke no había estado de acuerdo con que él se uniera a la misión de último minuto, pero Kakashi le había comentado que solamente lo quería ahí para mantener una vigilancia aérea, por lo que Sai jamás estaría involucrado en la pelea. Aunque el azabache sabía que podría ocurrir todo lo contrario, era una especialidad de los ninjas inactivos terminar involucrados en la pelea central.
Sakura no estaba con ellos, pues aún estaba ajustando los últimos detalles antes de su partida. Era la misión final, y como el posible número de bajas era el no imaginado por nadie, debían prever que, en cualquier situación desventajosa, Urashiki iría sobre las aldeas para causar un daño mayor que requiriera la separación del grupo principal, pues en este plan estaban involucrados grandes ninjas y líderes, lo que dejaba muchas poblaciones solas, siendo únicamente protegidas por las fuerzas que sus gobernantes dejaran al pendiente de cualquier mensaje. Tal era el caso de Sunagakure, la cual no contaría con la principal protección de su Kage, y Gaara tendría que dejar en manos de su gente el protegerse en caso de que el enemigo los atacara.
Konoha estaría en la misma condición, y sus fuerzas armadas no estaban en el mejor estatus desde… bueno, ya había mucho antecedente de ello, así que Kakashi había propuesto que Sakura y Shikamaru trazaran un buen plan de escape para toda la aldea. Tenían buenos lugares donde resguardar a la gente, y los mantenían en condiciones y con suministros, así que mucho del plan solo necesitaba un breve repaso de confirmación.
Por otro lado, Kakashi no iba a llegar con ellos sino hasta dentro de aun diez o veinte minutos más, pero eso a Sasuke no le preocupaba o molestaba. El peliplata estaba arreglando unos asuntos antes de partir, y debía darle su tiempo.
―Así que todo se arregló con Sakura ―comentó Sai.
Sasuke asintió volviéndose a él. El pintor colocó sus manos sobre sus caderas, mirando al azabache en busca de alguna duda o mentira en su rostro, pero la ligereza de la mirada ónix le dio todo lo contrario, sintiendo como parecía sentirse más cómodo con la idea de la existencia de la contraparte de su esposa.
― ¿Te contó todo? ―preguntó Sasuke a Sai.
Sai negó con la cabeza, mostrando genuino interés, pero no preguntando. Sasuke bajó la mirada al piso, pensando en la desesperación de Sakura por quedarse sola si supieran lo que había hecho.
Con pesar, se volvió a Sai y le dirigió una expresión seria, esperando que, con ello, él entendiera la gravedad del asunto.
―Si lo llega a hacer algún día, no te atrevas a abandonarla ―indicó el azabache. Sai enarcó una ceja―. Esta sola, Sai. Más que cualquiera de ustedes, más de lo que estuve yo cuando me fui. Así que no te atrevas a darle la espalda. No importa cuán fuerte ella parezca frente a ustedes, la realidad es que vive en un constante sufrimiento todos los días.
―Pero ¿qué puede causarle eso? ―cuestionó Sai, preocupado―. De verdad, ¿qué puede llevarla a ese punto en el que tú me tienes que pedir esto?
Sasuke bajó la mirada al piso.
―El miedo.
Kakashi no emitió ningún ruido en esos diez minutos, y Sasuke, aun esposado y frenado de poder moverse, sólo se mantuvo sentado sin hacer ningún ademán de querer reconocer a su exsensei delante de él.
Tampoco es como que Kakashi tuviese mucha oportunidad de ver cualquier rasgo en el rostro de él, pues había sido completamente cubierto por sellos, cintas, protectores, seguros y una máscara de red metálica alrededor de toda la cabeza, esto con la finalidad de impedir el uso de su sharingan, pues todos eran conocedores de la habilidad y destreza que tenía el Uchiha para encontrar una forma de usar sus habilidades, fueran cuales fueran.
La agilidad que tenía Sasuke para salirse con la suya era increíble, y no querían arriesgarse a que él hiciese algo.
En el primer instante en el que Kakashi fue informado de la aparición de su Sasuke en la aldea, mil y una ideas nublaron su juicio y lo habían llevado a querer dar órdenes de asesinato inmediato. Pero su temple frío le había hecho que razonara, y cuando el Sasuke de la otra realidad le explicó que necesitaba de su contraparte de una forma críticamente necesaria, el peliplata no tuvo más opción que encerrar su rencor y re-analizar todo lo que había trazado en su cabeza.
Antes de partir había querido tener el contacto cercano con él, habiendo sentido una inmensa repulsión hacia su persona cuando estuvo delante de él en la entrada de la aldea. Habiendo dejado atrás ese asco que le subió por la garganta, junto con la ira enloquecedora, Kakashi ordenó a todos los participantes de la misión que le dejaran manejar a él a su Sasuke, indicándole a todos que fueran a la entrada de la aldea y lo esperaran.
El Sasuke de la otra dimensión había accedido rápidamente a su orden, pero los demás estaban inseguros de esta decisión, aterrados por la idea de que el Uchiha criminal quisiera hacerle algo a su Hokage. Lo único que había logrado convencerlos fue que Sakura accedió a retirarse, sorprendiendo a todos de la calma que intentó mantener mientras acataba la orden. Para nadie pasó desapercibida la indecisión de la pelirrosa, pero todos supieron que, si ella había mantenido profesionalidad para algo tan fuerte, que la involucraba emocionalmente, lo menos que podían hacer era imitarla y guardar silencio.
Estando a pocos minutos de su partida final, con todos sus compañeros y ninjas listos para cualquier alerta que fuese enviada a Konoha, Kakashi decidió sentarse con su Sasuke en la celda donde lo tenían confinado. Y estaban solos.
Ibiki había querido quedarse con otro grupo de ninjas a vigilar la reunión de Kakashi con Sasuke, pero las órdenes del Hatake habían sido claras y firmes, negándose completamente a tener gente con él mientras estuviera con su antiguo alumno.
Y así habían pasado unos cuantos minutos, donde el silencio había sido el único participante de la conversación.
Kakashi le había liberado la boca a Sasuke para que hablara, pero ni así había traído ningún tema a su reunión.
Sasuke estaba echado contra la pared, con la cabeza inclinada hacia el techo como si viera a este, y el cuello estirado. Las piernas le colgaban contra el piso, pues habían elevado su cama para que no tuviese contacto con el piso.
La ceguera temporal de Sasuke, causada por el sharingan, le había dotado de un aumento de sensibilidad en su sentido del tacto, afinándolo de manera impresionante para que pudiese sentir el peligro inclusive en la más breve y suave vibración de su entorno. Por este motivo trataban de mantenerlo alejado del piso, y las paredes estaban recubiertas de capas y capas de goma entre concreto, por lo que cualquier movimiento era rebotado apenas llegaba. Era casi una prisión anti terremotos, por lo que Kakashi consideró, por un tiempo, darle el mismo trato a muchas de las habitaciones de protección para los ciudadanos, pero muchos puntos ciegos podrían presentarse, así que descartó esta idea y decidieron sólo usarla para la prisión de Sasuke, o cualquier criminal que necesitase ser encerrado en ese tipo de condiciones.
Era difícil mantener a todos a salvo.
―Se nos hace tarde ―dijo Sasuke, sacándolo de sus pensamientos.
La llegada de su voz no lo salpicó de emociones como esperaba, a lo que Kakashi asumió que era porque se había acostumbrado a escuchar al otro Sasuke hablando tan tranquilamente con él desde que llegó.
Se sintió decepcionante no haber percibido ni un atisbo de algo al oírlo.
―Urashiki tampoco va a estar esperando a que me saques ―continuó Sasuke. Sonrió―. ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?
Kakashi abrió la boca.
―Y para lo que obviamente me voy a negar ―interrumpió el azabache con burla.
Kakashi cerró la boca. Luego de un minuto, habló.
―Quiero tu punto de vista.
Sasuke bufó, echando las piernas sobre su cama para cruzarlas.
―Él estaba a mi alcance, así que acabé con él. Esperaba que me rindiera, o que aceptara el cansancio, pero se le olvidó que no me bajo tan fácilmente. Y no, no me importó ni me ha importado desde entonces. Y si quieres alguna especie de aclaración o liberación, quédate con la que tienes, de que soy una persona sin escrúpulos ni corazón, pero eso no te va a devolver a Naruto.
La sonrisa maliciosa que adornaba su cara era imposible de ver para Kakashi, quien entrecerró los ojos.
―Y, ya que estamos de buenas hablando de puntos de vista, deberías saber que tampoco cambia mucho mi percepción de aquel entonces a hoy. La aldea sigue pareciendo exquisitamente fácil de destruir, sólo que ahora le han agregado un interesante combo de debilidad y desconfianza ―se echó un poco al frente, indicando la dirección de su oyente―. Me has facilitado el trabajo, debo agradecerlo. ¡Claro! Quiero que quede registrado que podré ser un asesino despiadado, descorazonado, desagradable, sin escrúpulos, ¡pero!… soy agradecido.
La risa que vino detrás de sus palabras molestó a Kakashi, pero uso todo su autocontrol para evitar hacer cualquier movimiento estúpido que podría costarle más a él que a Sasuke.
Cuando el silencio volvió a cubrir los feos ánimos anteriores, Kakashi cruzó una pierna sobre la otra en su asiento, y los brazos los apretó en su nudo contra el pecho. Pasó la saliva con dificultad, pero no carraspeó, quería evitar mostrar su poca disposición a hablar con él.
― ¿Por qué ayudarnos? ―preguntó Kakashi.
Sasuke se quejó con un sonoro suspiro, inclinándose a un lado con aburrimiento.
―No soy marioneta de nadie, y menos de alguien tan patético como el Otsutsuki, que tiene que recurrir por ayuda y recursos para pelear porque no puede hacerlo solo ―se quejó Sasuke―. Si vino a mí es porque sabe que no necesito nada extra que mi propio cuerpo y poder para pelear, y él no está en las mejores condiciones para hacerlo solo.
― ¿Qué sabes de él? ―cuestionó Kakashi.
―Lo mismo que me pasa a mí y al otro Sasuke, nos estamos pudriendo por esta realidad ―escupió con enojo―. El otro Sasuke y Urashiki no son de aquí, aunque lo de los Otsutsukis es debatible. Pero Sasuke y yo nos estamos muriendo por compartir la misma realidad, lo que no debería pasar. El Otsutsuki está frenado por algo a su alrededor, y su mejor idea fue mandarme a mí a eliminarlo para que tuviese la entrada directa hacia el otro Sasuke.
― ¿A qué te refieres? ―dijo Kakashi con incertidumbre― No tenemos absolutamente nada que pueda frenar a los Otsutsuki.
― ¡Ja!, ¡piensa, Kakashi! Hay un motivo por el cual Urashiki no se acercó a ustedes desde su último encuentro directo con él. Por ustedes me refiero a mi otro yo, el idiota de la pintura, la molesta de rosa y tú. Las otras veces que hubo avistamientos de Urashiki ustedes no estuvieron directamente involucrados, pero eso ocurrió únicamente luego de su último encuentro con ustedes, y desde entonces no ha podido poner pie delante de ninguno. ¿Alguna idea de porqué, o tengo que explicártelo con manzanitas?
Kakashi frunció el ceño.
― ¿Cómo sabes de lo ocurrido en todo ese tiempo si no estuviste involucrado sino hasta hace poco?
―Usa el cerebro, Hatake. El imbécil Otsutsuki me contó todo lo ocurrido, y los motivos por los que no podía atacarlos directamente, para que yo tuviera acceso a todos los puntos ciegos de ustedes para ayudarle a destruirlos. Y, piensa un poco, hablas de mí, no me fue difícil juntar todos los puntos y darme cuenta de lo que pasaba finalmente ―se enderezó y bajó las piernas, extendiéndolas delante de él sin alcanzar a tocar el piso―. Vamos, haz honor del papel de estratega al que luego de ligaban, y llega a la misma conclusión que yo.
Kakashi bajó la mirada sus rodillas, pensando rápidamente en todo el historial de sus vidas desde que el otro Sasuke había llegado a esa realidad.
―Lo único diferente desde que vimos a Urashiki hacia acá, fue que se nos unió Urayashi como parte del equipo ―murmuró Kakashi―. Fuera de ello no hemos hecho nada para que él tuviese poco acceso a nosotros.
En un instante, una chispa eléctrica se encendió en su cabeza y la elevó de golpe, mirando a Sasuke con sorpresa. Este ya sonreía con suficiencia.
―El niño ―dijo Kakashi.
Sasuke afirmó con una risa macabra y divertida.
―Digamos que su pequeño hijo ha sido el seguro de vida del otro Sasuke.
― ¿De qué otra forma te lo hago entender? ―preguntó Sasuke, exasperado.
Urayashi infló los cachetes y se cruzó de brazos.
―Me necesitas y ya. ¡No seas tan extremo, papá Sasuke! ―se quejó el niño, moviendo sus muñecas entre sus manos cerradas, y haciendo ademanes de enojo―. ¡Sabes que me necesitas!
Sakura, parada detrás de Urayashi con los brazos cruzados, se tapó la boca con el puño cerrado, pues amenazaba con reírse de la situación. Sasuke la miró de reojo con poca simpatía.
―El hecho de que tengas un súper sensor de Otsutsukis es admirable, pero no me va a servir ya que Urashiki aparezca ―comentó Sasuke.
El niño torció la boca.
― ¡Sí lo hará!
Urayashi había aparecido de la nada con ellos, sin dar explicación alguna de cómo se había movido, transportado, o siquiera si alguien sabía de en dónde se encontraba, pero Sasuke había aprendido a no preguntarle cosas a los Otsutsukis cuando eran seres llenos de sorpresas. En cambio, se dedicó a reprender al niño por andar viajando solo por donde le diera su gana, y por desobedecerlo.
― ¿A qué hora nos vamos? ―preguntó Urayashi con una sonrisa inocente, moviéndose alrededor con pequeños brincos, como si la discusión anterior no hubiese pasado.
Sasuke a veces quería agarrar al niño y meterlo en una caja de mil sellos para evitar que lo siguiera al peligro, pero ese parecía ser el patrón de comportamiento de Urayashi desde que se conocieron, así que terminó por acostumbrarse a rendirse en pedirle que se apartara de él durante la parte activa de la misión.
―Deberíamos estar saliendo ya ―dijo Sasuke volteando a ver hacia las cabezas kage, pensando qué podría estar tomándole tanto tiempo a Kakashi.
El genjutsu sobre él no estaba temblando entre la imagen de Shin y la realidad, asumía a que se debía a la distancia impuesta entre el otro Sasuke y él. Realmente quería que se mantuviese así todo el tiempo, pero era inevitable el daño que se compartían mutuamente cuando se juntaban, y era una de las cosas que le urgía perder una vez que se fuera de la realidad alterna.
Un ninja cayó detrás del pequeño grupo, atrayendo su atención.
Sasuke lo miró sobre su hombro, jalando instintivamente a Urayashi hacia él. El niño no se resistió y se agarró a su pierna.
―Lord Hokage quiere ver a Shin Haruno y Urayashi Otsutsuki ―anunció el ninja mirando a los mencionados.
Sasuke frunció el ceño.
― ¿Porqué al niño? ―cuestionó Sasuke.
―No dio detalles ―contestó el ninja.
Sasuke asintió y se hincó a la altura de Urayashi, extendiendo su único brazo para indicarle que subiera a él. Al levantarse, Sasuke lanzó una mirada tranquilizante a Sakura y Sai, para señalar que estaba bien con ir y que ellos se quedaran a esperarlo.
Con un salto, Sasuke desapareció delante de sus amigos.
Sasuke miró hacia Kakashi con atención, fijo en su postura física porque estaba alarmado. El Hokage no parecía contento en ese momento, y lo que el azabache menos quería, era que este comenzara a actuar de forma errática.
Volvió su mirada al niño delante de ambos, quien miraba con el ceño fruncido al peliplata pero no enojado, sino con una extraña y firme determinación.
― ¿Por qué no nos dijiste nada? ―preguntó Sasuke con voz tranquila. Urayashi lo miró―. ¿Por qué lo ocultaste?
Urayashi tomó aire con fuerza, inflando su pequeño pecho con demasiada presencia, y su nariz aumentó de tamaño un segundo antes de expulsar todo el aire por la boca.
Sasuke no quería tener la razón, pero asumía que el niño estaba tratando de no entrar en una crisis.
Finalmente, él miró a Sasuke para responder.
―Porque no quería que me vieran como un enemigo ―contestó con un hilo de voz, el que demostró que no había tanta determinación como aparentó. Bajó la cabeza, y una expresión de tristeza se instaló en su cara―. Los Otsutsukis son vistos como enemigos después de la guerra, y yo no quería serlo. Momoshiki, Kinshiki, Urashiki, todos enemigos luego de la guerra, todos Otsutsukis. Yo no soy malo.
Junto sus manos y las pegó a su cuerpo, apretando su pulgar derecho con el índice y pulgar izquierdos.
―Mi papá me abandonó cuando buscó poder. Mi mamá también me dejó, pero ella murió. Todos los Otsutsukis comienzan a entrar en locura en la búsqueda de poder, y sus juicios se nublan. Por eso es que, mientras más poder haya presente, más incontrolable e inestable se vuelve un Otsutsuki. Todos van para ese camino. Yo aún no, estoy muy pequeño para eso, pero sé que a veces ese es el camino que terminamos tomando ―contestó―. Pero aun no soy malo, y quería ayudarlos.
―Mentirme acerca de tu parentesco con Urashiki me ha devuelto la razón, Urayashi ―comentó Kakashi. Sasuke lo miró confundido―. No puedo confiar en ninguno, sin importar qué representen y quién digan ser. Serás encerrado aquí en Konoha hasta que la misión acabe, y retenido hasta que yo decida si no representas un peligro.
―Alto, ¡Kakashi! ―reclamó Sasuke. El peliplata volteó a verlo con expresión seria―. No puedes hacer eso, ¿no estas prestando atención?
―Te recuerdo, Sasuke Uchiha, que te encuentras en una situación en la que me requieres como aliado, no como tu enemigo ―amenazó Kakashi, bajando los brazos a los lados sin deshacer los puños―. Atente a respetar mis decisiones.
―Y te recuerdo, Kakashi, que soy la única solución para detener a Urashiki en esta realidad ―contraatacó Sasuke, pero con más calma, tratando de no sonar tan amenazante para no conseguir la desconfianza del sensei―. Y Urayashi es mi seguro de vida, básicamente, para que su padre no intente matar a ninguno que esté con él. ¿Qué te indica eso?
―Aquí tengo una sola respuesta a todo: me indica que Urashiki aún está apegado sentimentalmente a este niño, y que, si en este momento decido encerrarte a ti también, con el otro Sasuke, solamente tengo que mantener al niño conmigo para que Urashiki no se atreva a tocar a la aldea, mientras ustedes dos, Uchihas, se pudren y mueren juntos. Estaría salvando ambas realidades.
Aunque no lo expresara físicamente, el plan en su contra había hecho que Sasuke sintiera una punzada de traición en su pecho, pues Kakashi jamás, incluso en su peor momento de adolescente, le había abandonado completamente. Inclusive cuando se había atrevido a meter a Sakura en un genjutsu al final de la guerra, Kakashi siempre fue sobre él con palabras y jamás a matarlo. Este Kakashi, lleno de desprecio hacia él, se sintió como haberse soltado de la mano que lo sujetaba de caer al precipicio.
Dio un paso atrás.
―Kakashi, necesitas la cabeza fría. En mi realidad no soy una amenaza para nadie, y ahí me necesitan igual que aquí. Urashiki no se quedará sentado toda su vida esperando a que liberes al niño, y este niño no se quedará pequeño para siempre ―señaló Sasuke a Urayashi con un gesto de cabeza―. Crecerá, y si lo atienes a un ambiente violento en el que sólo será tratado como un objeto para mantener a todos a salvo, lejos de la humanidad y la empatía que Naruto trató de defender a muerte, entonces estarás preparando tu seguro de muerte, y el seguro de la caída de Konoha.
― ¡NO TE ATREVAS A USAR EL NOMBRE DE NARUTO EN ESTO! ―gritó Kakashi colérico, empujando a Sasuke de un hombro con mucha fuerza.
Sasuke retrocedió un par de pasos, impactado por el golpe. Urayashi soltó un pequeño grito y corrió detrás del azabache, agarrándose a su pierna con fuerza. Sasuke sólo pudo cubrirlo con la capa levemente.
―Kakashi, no puedes hacerme el enemigo, ni a mí ni a Urayashi. Y si no puedes vernos como personas, al menos úsanos, y eso, úsanos, para llevarnos al mal que representa Urashiki ―dijo Sasuke, tratando de apelar a un lado más negociable. Ya no podía pedirle confianza al Hokage.
Kakashi, con los ojos casi desorbitados, retrocedió a su escritorio y dio media vuelta, recargando los puños en este y dándole la espalda a Sasuke.
―Puedo hacer esto sin ti, puedo proteger Konoha sin ti ―murmuraba Kakashi, con voz temblorosa.
Sasuke negó con pena.
―Kakashi, por favor entiende.
― ¡No te necesito para esto!, ¡pudimos deshacernos de ti, puedo hacerlo ahora y acabar con todo!
Kakashi se volvió hacia Sasuke.
El azabache no había captado el instante exacto, pero era consciente de que sus reflejos habían actuado antes que su mente cuando su espada quedó desenvainada contra la kunai con chidori que Kakashi empujó contra su cuello. La kunai temblaba, pero la espada no, y Sasuke intentaba dejar en frío la mente para estar listo ante cualquier posible pelea que se desatara.
Kakashi estaba fuera de sus cabales completamente, y Sasuke estaba comenzando a hacer lo que había evitado desde que llegó: pensar en formas rápidas de matar al peliplata.
―Kakashi ―comenzó Sasuke con voz baja, manteniendo la calma―, no puedes hacer esto sin mí. Por favor, tengo que acabar con esto. Tienes que pensar en frío, no hay forma alguna en la que puedas equiparar el poder de Urashiki sin mi ayuda, soy la única persona que puede mantener en pie la batalla contra él. No sé de qué otra forma dejártelo en claro, te lo he recalcado miles de veces desde que llegué. Inclusive con las batallas que he tenido contra Urashiki, he tenido problemas para contrarrestar ataques. Los Otsutsuki no son un juego, no puedes actuar de forma tan impulsiva solamente porque te nubla tu odio hacia mí por tu desconfianza.
Urayashi, espantado, temblaba alejándose de Sasuke, pues este le había hecho un leve gesto empujándolo con la rodilla. No sabía si correr o quedarse ahí, estaba espantado, pues aun con todos sus conocimientos, sabía que no podía predecir cómo funcionaba el odio y el enojo en la gente en base a sus experiencias e historias.
Sasuke empujó el kunai con fuerza, echando a Kakashi sin esfuerzo varios pasos lejos de él, sin despegar filos.
―No voy a detenerme ahora que estamos tan cerca, así que no te daré opciones, Kakashi ―dijo Sasuke con firmeza, elevando la voz―. Actúa con inteligencia, o te apartaré del camino.
― ¿Me estas amenazando? ―cuestionó Kakashi en un susurro.
Sasuke apretó la boca.
―Sí ―respondió seguro―. Te estoy amenazando por el bien de tu realidad. Así que usa la cabeza o tomaré esto en mis propias manos.
El tenso silencio que sucedió a esa discusión no fue reemplazado rápidamente. Sasuke estaba atento a sus dos acompañantes, con la guardia alta ante el gobernante, y el cuerpo listo para tomar al niño y salir corriendo de ser necesario.
―Kakashi sensei, por favor, detente.
Sasuke abrió los ojos sorprendido, pues la voz aguda que llamó al peliplata, con una paz sorprendente y una tristeza muy pesada. Bajó la espada.
Sin volver la mirada a la puerta, la sensación que le transmitió el nuevo participante le hizo bajar lentamente la espada, mientras Kakashi dirigía una mirada sorprendida a la puerta.
―No seamos como en el pasado. Dale una oportunidad, no tenemos ninguna otra alternativa, por muy buena que suene la tuya ante tus oídos.
Por la visión periférica, Sasuke notó el cabello negro azulado y los ojos perlas que se posaron sobre él en lugar de sobre el Hokage, y él se volvió al instante mientras Urayashi corría lejos de él hacia la nueva visitante.
―Hola, Sasuke ―saludó con una sonrisa.
Le tomó un momento, pero pronto todos los rasgos faciales encajaron en su memoria, y la Hinata delante de él no sonaba tan ajena como creía que lo sentiría. Seguía siendo baja, con los ojos grandes y claros de siempre, piel tersa, y la expresión pacífica que la caracterizaba. Tenía el cabello más largo que cuando tenía dieciséis, llegando casi hasta los tobillos, pero su fleco tenía la misma forma. No traía nada de maquillaje, y su ropa era muy sencilla. Un gran kimono de color hueso con interior morado y detalles dorados, cerrado por un cinto grueso de las mismas características. No podía hablar de los zapatos, pero suponía que traía unas sencillas sandalias sin tacón, pues no sonaron con la misma fuerza que las suelas de las zapatillas ninja.
―Hinata ―murmuró Sasuke en reconocimiento.
No podía decirle nada. La desconocía completamente, esta Hinata era una chica que había sufrido un destino muy desafortunado, y la que él tenía entre sus amistades era una mujer con una vida realizada y junto al amor de su vida, el que él le había arrebatado en esta.
Sintió el peso de acciones que no eran suyas, y, por un instante, creyó comprender lo que sentían Naruto, Sakura y Sasuke cuando en su realidad intentaron justificar su deserción y camino de venganza, buscando, por todos los medios, que le perdonaran y lo comprendieran, atrayendo ellos mismos el odio y repudio de los demás por serle fiel a un criminal.
Sasuke bajó la cabeza hacia Hinata, y le costó pasar saliva.
Las palabras temblorosas que vinieron a continuación, fueron casi una declaración de su culpa hacia todos sus conocidos, de esta realidad, y de la suya.
―Perdón.
Hinata no respondió, mirándolo con calma y esbozando, lentamente, una pequeña sonrisa. Sus manos, unidas delante de ella, se apretaron levemente.
― ¿Por Naruto? ―preguntó Hinata. Sasuke asintió― En tu realidad está a salvo gracias a ti. No tengo nada por qué perdonarte. En cambio, tengo que darte las gracias.
Sasuke enarcó una ceja confundido, recomponiendo su pose y elevándose en toda su altura, confundido.
― ¿Porqué? ―cuestionó.
Hinata levantó una mano y lo tomó del hombro, dándole un leve apretón, casi imposible de percibir.
―Por tratar de sanar a todos aquí ―respondió, entregándole una sonrisa completa―. Por tratar de traer todo lo que perdimos cuando Naruto se fue.
Las ondas de paz que lo recorrieron fueron casi un alivio, uno que lo trajo a la realidad cuando Urayashi exigió que Sasuke lo cargara. El azabache bajó toda la guardia, sintiéndose extrañamente más seguro con la presencia de la Hyuga, y se agachó hacia el niño mientras guardaba su arma.
Hinata movió su atención hacia Kakashi, mirando al estático peliplata aferrarse al escritorio, la kunai debajo de su palma, y su cuerpo temblando sin despegar la atención de ella.
―Hinata ―dijo Kakashi con un hilo de voz.
Ella se acercó a Kakashi lentamente y extendió la mano, rozando sus dedos contra la mano que apretaba el arma contra la madera del mueble.
―Hablemos en paz.
Observó las tiendas a los lados, pero no estaba poniéndole atención a la mercancía o los locales, sino a la gente que salía impresionada a ver a la Hyuga. Sasuke entendía el revuelo que representaba que ella hubiese vuelto a la aldea, pero estaba preocupado porque esto podía despertar alarmas en todos sobre el porqué de su presencia.
Miró a Hinata, quien caminaba delante de él, tomando de la mano a Urayashi, quien daba pequeños brincos mientras la acompañaba.
Su genjutsu estaba logrando que la atención no recayera en su persona, y fue lo único que necesitó para que su mirada hacia Sakura no fuese percibida ni interpretada por nadie más que ella. La pelirrosa, parada en la entrada de la aldea junto a Shikamaru, Sai, Lee y Neji, lo miró con una sonrisa.
―Hola, primo ―saludó la pelirrosa con diversión. Sasuke le dirigió una mirada acusadora―. ¿Todo bien?
―Tú la enviaste ―señaló Sasuke en voz baja, acercándose a ella cautelosamente.
Sasuke se paró junto a Sakura, y ambos miraron hacia Neji y Hinata, quienes se abrazaban con mucha fuerza. El rostro de Neji, inundado de calma y nostalgia, les mostraba a todos los presentes lo mucho que había extrañado a su prima, y Sasuke estaba seguro de que el Hyuga estaba cerca de soltar lágrimas.
― ¿Porqué? ―preguntó Sasuke.
Sakura sonrió.
―Ya te vas, y creí que era adecuado, para ti, despedirte adecuadamente de todos aquí ―susurró en respuesta, para que nadie más los escuchara―. Tienes que terminar de sentir este mundo. Eso creo, para que te vayas más tranquilo. Estaremos todos bien, quiero que estés seguro de ello.
Sasuke asintió en reconocimiento, sonriendo levemente.
―Gracias. Estuvo bien. Me salvaste, para ser sincero ―comentó Sasuke en el mismo volumen de voz. Sintió la mirada esmeralda sobre él―. Kakashi se volvió loco por un momento.
Sakura abrió los ojos en su totalidad, volteándose hacia él. Sasuke se volvió a ella.
― ¿Cómo? ―preguntó extrañada.
―Urayashi es hijo de Urashiki ―reveló el azabache. Sakura dio un pequeño respingo de sorpresa―. Y Kakashi quería encerrarlo por ello, usarlo contra su padre para proteger a la aldea, y encerrarme a mí y al otro Sasuke para que muriéramos juntos.
Sakura, conmocionada, miró hacia un punto invisible delante de ambos, absorbiendo la pequeña información recibida.
― ¿Qué hizo Hinata? ―preguntó curiosa. Sasuke la miró.
―Habló con él. Tuvieron una especie de conversación acerca de algún acontecimiento ocurrido luego de la muerte de Naruto. Parece que fue bastante personal, no entendí demasiado ―contestó―. Mencionaron algo de unos "Votos de Memoria". ¿Qué son?
Sakura soltó un suspiro, esbozando una sonrisa triste.
―Son una serie de… reglas/votos que decidimos hacer para preservar entre nosotros la memoria de Naruto ―respondió bajando la voz, pues no quería atraer la atención de todos―. Los votos fueron en completo secreto entre los de la generación. Los once de Konoha estábamos en ello. Bueno, claro que Tenten, tú y Naruto ya no, pero era el nombre que manteníamos. Con los demás conocidos de Naruto, los senseis, otros ninjas, kages, y pocos cercanos que no están tan involucrados en el mundo shinobi. Todos acudimos a una junta en la que se pactaron los "Votos de Memoria", que consisten en jamás fallarle a Naruto en proteger a la aldea como nuestra familia, tratar de evitar la guerra, y jamás volver a usar bestias con cola, personas y seres como herramientas. Fueron únicamente tres votos, pues muchas situaciones intermedias impidieron que siguiéramos manteniendo cierta moral que Naruto tenía. Empezamos a matar, se acabaron tratados, todos enemigos de todos. Lo mejor que podíamos hacer era evitar el conflicto con esas tres reglas, y guardar silencio ―se encogió de hombros, y un lado de su boca se levantó―. Supongo que Hinata hizo uso de ello para calmar a Kakashi porque, eliminándote, estaría faltando al primer voto de proteger a la aldea. Con encerrar a Urayashi estaba faltando al segundo y el tercero, pues usar al niño como objeto nos llevaría a una probable guerra contra los Otsutsukis. Y, creo que ya lo sabes, pero Hinata no va a permitir que nadie pise la memoria de Naruto por un arrebato de coraje.
Sasuke entendió cada regla con claridad, y asintió en reconocimiento.
Kakashi estaba en una cuerda floja muy delgada como gobernante, y el conflicto interno en la aldea era suficiente para sus hombros como para querer cargar conflictos con otras aldeas. De momento tenía que concentrarse en el primer círculo de batalla antes de intentar moverse por el mapa, y la situación actual era algo tensa como para tratar de armar una paz con los demás mientras los problemas gubernamentales se arreglaban. No podían mejorar nada externo si primero no solucionaba lo interno.
―Pues Hinata habló con él de ello, y Kakashi pareció romperse por un segundo ―comentó Sasuke, pensativo―. No lloró, ni sufrió, pero de repente ya no existí para él, y ahí fue cuando Hinata nos sacó a Urayashi y a mí de ahí.
―Ella siempre ha sabido cuando dar el paso consciente ―dijo Sakura con suavidad―. Fue buena idea unirla al plan.
Sasuke la miró.
― ¿Nos ayudará?
Sakura asintió.
―Le conté todo, desde el inicio, y sabe que puede ser de ayuda con su byakugan, al igual que Neji. Estará en la barrera trasera siendo un punto visual de apoyo ―dijo Sakura, señalando la estrategia previamente creada por el azabache―. No se involucrará en la pelea. Si algún Hyuga debe entrar a apoyarte, será Neji quien lo hará. Hinata se quedará fuera con su padre.
Sasuke miró a la ojiperla, quien hablaba con un extraño nada hiperactivo Lee.
―Es un alivio verla, si soy sincero ―confesó Sasuke.
Sakura se inclinó feliz hacia él, reconociendo sus palabras.
Por la extrema precaución de no asustar a la población, una enorme caja metálica de prisión móvil fue trasladada por un túnel subterráneo de la aldea hacia una de las salidas laterales, custodiada por múltiples ninjas, samuráis, jonins, y el mismísimo Hokage.
Fuera de la puerta oculta, Sasuke, junto a su equipo, esperaban por la llegada del equipo que custodiaba al otro Sasuke, quien, de momento, iba a ser considerado una amenaza potencial hasta que demostrara su apoyo en la batalla contra Urashiki.
Sakura aún no lo había visto, y, por mera seguridad, Sasuke le había pedido que se mantuviera lo más alejada posible del otro Sasuke, temiendo que ella fuera influenciada de la misma forma caótica que Kakashi se dejó llevar emocionalmente.
Sasuke sabía que a su contraparte no le había costado nada usar el enojo de Kakashi en su contra, ni siquiera había apuntado a un punto sentimental o intimo como para descolocarlo donde sabía que le dolía, pero sabía dirigir las emociones de desconfianza y alerta que todos mantenían, y por eso no representó ningún problema el poner a Kakashi en el modo más protector posible, lo cual era una desventaja para él.
La caja estaba sellada en tantas formas que Sasuke apenas podía no reconocerlas todas. Una o dos se le escapaban, imaginaba que eran técnicas nuevas que habían implementado en esa realidad bajo las circunstancias tan violentas y extremas. Esperaba poder pedir la información de ellas antes de marcharse, pensando que serían útiles en su realidad.
Cuando la caja estuvo fuera, una extraña sensación lo recorrió, pues la conexión entre él y el otro Sasuke seguía ahí, pero no había debilitaciones o daños. No estaba sintiéndose enfermo.
―Colocamos una barrera especial de chakra. En total hay cinco chakras que rodean esta caja para evitar que la energía de ambos sea compartida y consumida en exceso ―comentó Sakura, adivinando lo que pensaba por como Sasuke había analizado la prisión móvil.
Sasuke miró sobre el hombro a sus compañeros, y notó de inmediato esos chakras que eran un escudo para protegerlo: el de Neji, el de Shikamaru, el de Sai, el de Lee, y el de Sakura. Todos envueltos, uno tras otro, como capas.
Sasuke les asintió en agradecimiento, recibiendo sonrisas de ellos a cambio.
―La caja podemos llevarla como carro ―comentó Shikamaru señalando el objeto, mostrando el primitivo sistema que no contaba con motor, sino con cuatro palos incrustados en la caja, dos de cada lado, para ser empujada por sus acompañantes―. Es como un carruaje para el desgraciado, pero es lo mejor que tenemos para no levantar sospechas.
Sasuke le echó una última mirada antes de volver hacia Kakashi, quien se dirigió a la parte trasera de la caja para darle instrucciones a sus ninjas.
―Nos iremos solos a partir de aquí. Quiero que estén atentos a todo, todo, lo que envíe desde el inicio de este viaje hasta que volvamos ―ordenó Kakashi. Todos los ninjas afirmaron sonoramente―. Quiero que mantengan siempre vigilancia en la aldea y los alrededores, no pierdan el contacto con las guardias de todo el país, y de los pueblos vecinos. Hay que mantener nuestras defensas lo mejor que podamos. Y, al más mínimo indicio de una amenaza, evacuen a la gente hacia Sunagakure. El Kazekage tiene un plan de protección para el resguardo de la gente, así que no se preocupen por que los reciban, los ninjas de Sunagakure ya están informados de que Konoha puede ser el primer objetivo de Urashiki si sale mal el plan, así que, apenas empiecen a abandonar la aldea, Sunagakure está listo para proceder como la siguiente fuerza de contraataque. Si yo muero o no vuelvo, acaten las ordenes de quien esté al mando en Sunagakure, y de quien le suceda.
Los ninjas asintieron en silencio, y Kakashi, de brazos cruzados y con los mismos haciendo fuerza, no permitió que nadie le debatiera orden alguna.
―Intentaré volver. Hasta entonces, cuídense.
Para Sasuke no era nada discreta la forma en la que Kakashi lo evitaba, yendo rezagado del equipo y siempre al lado contrario que él.
En un inicio no lo quiso relacionar a su problema en la oficina, pues ambos estaban llevando la prisión del otro Sasuke, cada uno en esquinas contrarias, era natural la separación. Pero luego del relevo, donde Sasuke había pasado a pararse detrás del carro a cuidar la retaguardia, mientras que Sakura tomaba su lugar. Hinata había estado hasta adelante siempre, pero, abruptamente, había sido cambiada de lugar por Kakashi, quien la envió detrás con Sasuke, y el peliplata se posicionó al frente. Sai, Lee y Shikamaru mantuvieron sus lugares, y Neji había acompañado a Hinata con Sasuke, este último cargando a Urayashi.
Estaba comenzando a preocuparse, y no quería estar en ese estado mientras al mismo tiempo se preparaba mentalmente para su batalla final.
―Deberías hablar con él ―dijo Hinata. Sasuke no la miró, pero la escuchaba―. No parece estar en su mejor condición.
―Quisiera hacerlo, pero no me parece un momento adecuado ―respondió Sasuke―. Quiero esperar a la noche de descanso, para hablar con él como se debe. Creo que necesita este tiempo para él.
Hinata asintió.
―Jamás vi a Kakashi-sensei tan desesperado por matarte ―dijo Hinata con voz tenue, pues no quería que los demás, que no sabían del tema, se enteraran. Ella y Sasuke inclinaron sus cabezas uno al otro, ambos susurrando―. Él no ha estado en paz. Aunque le has traído alguna especie de conciliación con tu persona, parece que no acaba de creer que puedes existir como alguien bueno. Y su ataque parece avergonzarlo.
―Supongo que se debe a que él intentó relacionarse tanto conmigo, que ahora le apena haber perdido los estribos en segundos, y haber echado todo nuestro avance a la basura ―opinó Sasuke―. Aunque, si esta noche me deja hablar, le diré que no echó nada a perder. Entiendo completamente su postura, no me enoja.
Hinata asintió.
― ¿Me contarás qué te pasó? ―preguntó Sasuke volteando de reojo a verla. Hinata sonrió― Todos podrán contarme historias desde su punto de vista, pero quiero la versión del afectado.
Urayashi se removió en el brazo de Sasuke, y este lo acomodó para que estuviera viendo hacia atrás. El niño iba menos que interesado en el tema, aferrado a Sasuke como su única seguridad luego del ataque de Kakashi. Aunque los demás intentaron tranquilizarlo, él no quería despegarse del azabache.
―No es nada fácil recordar, pero haré mi mejor esfuerzo ―contestó Hinata. Miró hacia el cielo pensativa, sin dejar de caminar―. No te prometo los mejores detalles. Mi mente no es como la de antes.
Sasuke asintió.
―Luego de que Naruto murió, y Sasuke se fue, yo me encontré en algo parecido a un trance mental ―contó tranquilamente, como si estuviese relatando un cuento―. Mi padre no sabía qué hacer, Hanabi estaba un poco descontrolada porque, bueno, ¿quién podía tener control en un sistema que estaba desmoronándose? ―suspiró― Pero, así es como se reestructuró en el actual. Lo que pasó fue que no pude contener más mi tristeza. Perder a Naruto fue no sólo perder al amor de mi vida, sino también a una inspiración y ejemplo a seguir. Forjé mi meta en lo que Naruto me enseñó, y verlo a él morir antes de cumplir su meta, fue como verlo perderla. Y sufrí no verlo llegar, conmigo, a un mejor futuro. No esperaba que nos volviéramos pareja, que nos casáramos o algo, solamente quería que él me permitiera acompañarlo en su viaje, aunque fuese yo una mera espectadora. Era todo, y no obtuve nada.
Las ramas comenzaron a tronar debajo de los pies de todos cuando se adentraron al camino del bosque, listos para usar el desvío de precaución de los ojos curiosos. Los arboles los cubrieron, llevándose el calor del sol y reemplazando la iluminación plana por sombras disparejas en el ambiente.
―Luego de que todos los gobernantes comenzaron a tener problemas de confianza, y con Kakashi fuera del país, la aldea comenzó a vivir con un ambiente muy pesado dentro de sus paredes. La gente estaba cayendo en una paranoia constante en la que no podíamos protegernos mutuamente como ciudadanos, y estábamos incluso alertas contra nuestras propias fuerzas shinobi ―continuó―. Fue una época en la que la delincuencia no se alzó, pero todos dormían con miedo. Yo no pude con ello, la presión de proteger a la aldea del exterior, de proteger a mi clan y mi gente del interior de mi propio hogar. Todo mundo sabía de mis sentimientos por Naruto, y rápidamente me vieron como alguien de quien compadecerse. No estaban siendo objetivos, y me trataron de débil, sola, perdida. Muchas cosas. Realmente no me perdí yo, los demás me acercaron a la orilla y me instaban a saltar. Y como me cansé, simplemente caminé por el filo del precipicio y me marché.
― ¿Cómo fue? ―preguntó Sasuke con curiosidad.
―Nadie confiaba en mi para mantenerme trabajando, a pesar de que se los demostré y me di a la tarea de enseñarles que tenía todo para continuar mis labores, los demás decidieron que simplemente no era así. Comencé a notar que había gente de pueblos que estaba mudándose a la aldea, por miedo a lo que comenzaba a pasar fuera: peleas, guerrillas, asaltos. Gente indefensa que la aldea no podía proteger porque no podíamos ni siquiera cuidarnos a nosotros. Ellos necesitaban ayuda, y luego de meditar mi posición en mi clan, en mi trabajo, y lo mal que me hacía quedarme en la aldea, decidí moverme a uno de esos pueblos, y ayudarlos a protegerse ―levantó la pierna derecha y con su mano su kimono, saltando una raíz de árbol―. Estaba tan triste porque Naruto no estaba más, que parece que nadie pensaba en detenerme en buscar mi tranquilidad, así que me fui sin que alguien intentara hacerme cambiar de opinión.
Sasuke se detuvo un segundo para mirar hacia atrás, echando un último vistazo de precaución antes de perder el camino principal. Neji se adelantó a Hinata, por lo que ambos iban varios pasos atrás de todo el grupo, pero aun al alcance de la vista, así que ambos podían seguir platicando sin problema.
―Cuando me fui fue sola. Llegué a un pueblo pequeño, lejos de Konoha, donde la gente vive de granjas. Ahí me asenté y los ayudé a ahuyentar a un grupo pequeño de criminales que intimidaban a la gente para robarles sus cultivos. El primer año fue difícil para todos, pues yo era la única con entrenamiento de batalla, así que recayó en mi la responsabilidad de protegerlos. Con el tiempo, varios jóvenes decidieron unirse a mí para ayudarme a proteger su hogar, así que los entrené. Apenas hace ocho meses me retiré, y decidí vivir ahí para siempre. Todos me recibieron, me dieron una casa, me permitieron tener mi propia pequeña granja y, bueno, ahora soy una de ellos. Y no me pienso marchar.
Sasuke intercambió una leve mirada con Urayashi, quien ya estaba más atento a Hinata que antes.
―Traté de que no todo en mi vida girara a un luto eterno por Naruto, no creo que él hubiese querido eso para ninguno de nosotros, inclusive para quienes no lo conocieron en persona. Así que intenté enseñarle a los demás lo que Naruto me enseñó a mí ―dijo Hinata, volviendo a la caminata con Sasuke―. Fue más fácil pasar mi tristeza de esa forma, porque no era una tristeza de perdida, era una tristeza nostálgica. Fue menos pesado vivir con ello.
Sasuke decidió dejar un momento de silencio mientras pensaba en las palabras de Hinata, imaginando el sencillo escenario de toda esa historia.
El sonido de las aves del bosque, las hojas moviéndose por las leves brisas que acariciaban las copas de los árboles, y los chasquidos de las ramas chicas que se quebraban debajo de sus pies, eran el único fondo que los acompañaba en esos pocos minutos de reserva.
Hinata no tomó velocidad, eligiendo mantener el mismo paso que el azabache.
―Cuéntame de alguna historia de tu Naruto ―pidió Hinata volteando a verlo por sobre el hombro, con una sonrisa a la expectativa―. Una que recuerdes con cariño.
Sasuke bajó la mirada al piso sin detenerse, pensando en tantas cosas que les habían pasado a su amigo rubio y a él. Aventuras, discusiones, trabajos, momentos de silencio, momentos de crisis. Tanto, que se sorprendía de tener tan amplio repertorio de memorias.
―Una vez, cuando Sakura y yo aun no eramos pareja...
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FLASHBACK
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―No puedo creer que tuviera que convencerte de hacer esto, cuando eres tú el interesado ―susurró Naruto, asomando la vista sobre los arbustos, con Sasuke a su lado.
El azabache lo imitaba, con la vista fija en un punto en común.
― ¿Por qué tienes que ser tan difícil? ―se quejó Naruto.
― ¡Ya cállate! ―atacó Sasuke, empujándolo con un hombro― No importa qué tan interesado estuviera en esto. Espiar de esta forma es el camino más mediocre de descubrir algo.
―Aaaahh, pero bien que no te resististe una vez que te conté todo ―acusó Naruto con burla, sin voltear a verlo―. Quiero decir, eres consciente de que estamos espiando a nuestra compañera de equipo de años, y, encima, la mujer a la que aún no te atreves a invitar a salir.
Sasuke le dirigió una mirada afilada, molesto porque Naruto siempre gustaba de recalcar el hecho de que el azabache estaba descubriendo sus sentimientos por la pelirrosa. Sasuke sabía que a su amigo no le gustaba molestarlo por ser malo o grosero, o por ponerlo incómodo, sino porque estaba honestamente interesado en saber qué sentía el Uchiha exactamente, explorando sus emociones como parte del público.
― ¿A qué hora dijo que vería a ese chico? ―preguntó Naruto.
Eso lo trajo de vuelta al momento, y Sasuke enfocó su mirada en Sakura, sentada en un banco de madera en uno de los descansos de las escaleras grandes, que permitían subir por los distintos pisos de la aldea. Ella estaba ahí mirando a todos lados, buscando a alguien.
―En media hora, exactamente a las diez de la mañana ―susurró Sasuke, frunciendo el ceño.
El día anterior, Sasuke había encontrado a Sakura en la oficina de Kakashi, donde ella estaba pidiendo una licencia de una semana. Sasuke llegó solamente a la puerta, escuchando perfectamente como Sakura le decía a Kakashi que se quedaría con un joven toda la semana hasta el fin de semana, que este regresara a su pueblo natal, y que quería aprovechar todo el tiempo que pasaría con él.
A Sasuke se le heló la sangre cuando Sakura le decía a Kakashi que podría encontrarlos a ambos… a ambos… el chico y ella…. En el departamento de la pelirrosa.
No quiso quedarse a escuchar más y salió corriendo, queriendo evitar los detalles de la situación, pues miles de escenas corrieron por su mente más rápido de lo que un rayo parpadeaba en una tormenta eléctrica.
Sus pasos lo habían llevado a la casa de Naruto, quien escuchó atento la crisis por la que pasaba el azabache pensando en la pelirrosa con otro hombre, pero tratando de convencerse de que sería mejor para ella, y que él era indigno, entre otras tantas tonterías a las que Naruto trató de poner un alto.
Finalmente, y con los tornillos de ambos más salidos de la cabeza, de lo que normalmente estarían, el rubio le propuso a Sasuke espiar a la pelirrosa el día que recibiría a aquel chico, y el Uchiha, entre varios puntos de debate para sí y no hacerlo, aceptó con nervios, llevado por su desesperación de saber quién era el maldito hombre que estaría todos los días con Sakura.
Y así habían llegado a esa pose detrás de unos arbustos en una zona alejada de las escaleras, pero lo suficientemente alta y lejos del alcance para poder mirar.
― ¿Al menos sabes algún detalle? ―preguntó Naruto.
Sasuke negó con la cabeza.
―No dijo nada de él, sólo que se quedaría con ella en su departamento ―contestó el azabache.
― ¿Quién se quedará con quién en su departamento?
Naruto y Sasuke soltaron un brinco y se giraron, tomando de los hombros al recién llegado y jalándolo hacia el piso, hasta que estuvo de rodillas entre ambos. Sai, confundido y sorprendido, no se movió aun cuando sentía la presión de las manos de sus acompañantes sobre los hombros.
―Te atreves a hacer algo que delate nuestra posición, y no dudaré en transformarte en tinta para pergamino ―amenazó Sasuke, mostrándole a Sai su rinnegan con los ojos fieros.
Sai asintió firme.
―Cálmense ―dijo Naruto llamando la atención de ambos.
Sai volvió su mirada hacia donde el rubio observaba, fijando a la pelirrosa a lo lejos. Enarcó ambas cejas e imitó a sus acompañantes, acuclillado, ocultándose y atento.
― ¿Por qué ven a Sakura? –-preguntó Sai en voz baja.
―Sasuke esta celoso del hombre que se va a quedar con Sakura una semana completa ―contestó Naruto―, así que vamos a averiguar quién es.
Sai miró a Sasuke al instante, pero este lo ignoró por el bien de su dignidad. Sai se burló mentalmente, pero no mostró nada facial para no molestar al azabache, pues él no tenía ninguna clase de intimidad amistosa o confianza con el azabache, como para expresar su diversión.
―Bueno, deberían de calmarse sobre esta situación, porque el chico que visita a Sakura es alguien muy particular e íntimo de ella, pero dudo que tenga interés ―volteó su mirada a su compañero―, como Sasuke, en llegar con Sakura a alguna relación más… familiar.
La ceja de Sasuke saltó en un tic, ignorando al pintor.
― ¿A qué te refieres, Sai? ―preguntó Naruto, mirándolo―, ¿sabes quién visita a Sakura?
Sai le asintió.
― ¡¿Quién?! ―preguntó Sasuke acercándose un poco al exanbu.
Sai sonrió divertido.
―Averigualo ―respondió haciendo una seña con la mano hacia abajo.
Los tres voltearon a ver a Sakura justo cuando se ponía de pie y saludaba a una pareja que iba acompañada de un chico que no debería de rebasar los doce años. El chico se acercó a Sakura corriendo y la abrazo, sonriendo mientras ella le palmeaba la espalda.
Sasuke enfocó su perfecta vista en los detalles de esa familia, notando el cabello rosado claro de la mujer, presumiblemente, la madre, y el color rosa sandía del pelo del chico. El color de ellos empató pronto con el de Sakura, y los colores de la vergüenza se le subieron al rostro al azabache.
― ¡El chico es su familiar! ―murmuró Sasuke con pena.
Naruto apretó el labio inferior debajo de la hilera superior de dientes, fijándose en el parecido entre el chico y Sakura.
―O sea que me voy a burlar eternamente de que estuviste celoso de un niño de doce años pariente de Sakura ―comentó el rubio.
Sai sonrió mientras los veía a ambos recabar la información visual.
―Es el primo de Sakura, Tadashi Haruno ―dijo Sai como si se tratara de un comentario casual―. Viene a quedarse con Sakura una semana mientras sus padres se van a la Aldea de la Arena a la boda de unos amigos suyos.
Sai volteó a Sasuke, quien se tapaba la boca con su única mano y le temblaba el parpado visible. Claro, por la pena que lo inundaba.
―Bueno, te presento a uno de tus futuros primos, Sasuke ―se burló Sai.
Un grito seguido de un trueno se escuchó, y Sakura y sus familiares vieron a Sai salir volando en un ave recién dibujada, mientras Sasuke lo perseguía con el chidori activo, y Naruto los correteaba pidiéndole a Sasuke que se calmara.
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FIN DEL FLASHBACK
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―Es sencilla, pero es una de las que más recuerdo porque Naruto no paró de recordarme ese momento ―dijo Sasuke a Hinata, quien soltaba una leve risa―. No nos logró separar en una hora. Luego de ello tuvo que cuidar de Sai por una semana, porque yo quería atraparlo desprevenido.
―Naruto siempre siendo tan protector ―susurró Hinata.
Ella levantó la vista hacia el frente, observando a sus compañeros. Sakura, casi hasta el frente, destacaba con su cabello brillante recibiendo uno que otro rayo de sol sobre él.
―Estoy feliz de que terminaras con Sakura ―admitió Hinata.
Sasuke la miró interesado.
― ¿Porqué? ―preguntó.
―Porque creo que ustedes son la firme muestra de cómo el amor cura ―contestó ella. Lo miró―. Creo que has hecho lo mismo aquí con Sakura, ¿sabes? Talvez no con amor de pareja como en tu realidad, pero le has dado algo parecido a un amor con empatía.
―Ella no necesita menos que eso ―afirmó Sasuke.
―Es curioso ―dijo Hinata, manteniendo su mirada en Sasuke.
Él, extrañado, le enarcó una ceja.
― ¿Qué?
Hinata se inclinó un poco al frente hacia él y se detuvo, provocando que el azabache la imitara.
―Puede que no te guste del todo, o talvez sea lo contrario. Pero, a mi parecer ―le sonrió―, eres igual a Naruto, y nos estas dando a todos una salida de nuestra perdición. Estas haciendo en esta realidad todo lo que Naruto hizo en la tuya.
