Disclaimer Fairy Tail no me pertenece le pertenece a Hiro Mashima. La historia si es de mi completa autoría.

Hola, nwn Espero que lo disfruten, y bueno, quise probar un poco con el Gruvia (aunque obviamente tendrá sus toques Jerza,son mi OTP suprema en Fairy Tail) pero bueno,espero que disfruten la lectura.


One-shot

Oscuro


«¡Oh fucking god!, tienes que estar de broma» gritaba internamente una mujer de cabellos azules. Estaba mirando desde un tejado todo lo que se desarrollaba en la calle. Llevaba días esquivando al maldito estúpido ese pero parecía que no tenía forma de librarse de sus formas que desconocía como mierda la encontraba.

Ella no era una mujer común, era Juvia Lockser, una ladrona experta. No sé metía a robar baratijas, no, a ella le interesaban más las cosas que brillaban como el oro. No joyas, no, a ella le interesaban esas joyas que se hacían con magia.

Las cuales, no eran fáciles de conseguir.

Debido a su poca comercialización, obtener joyas era un lujo para la clase más adinerada de todo Ishgal. Con una sonrisa en sus labios marcados por el labial rojo, se movió por los techo como un gato al acecho. Sus ojos captaron enseguida como ese tipo empezaba a moverse una vez más. Molesta como solo podía dejarla él. Empezó a avanzar con más prisas.

Por otro lado. Había cierta mujer que se movía esquivando tanto como podía a los demás. Ella estaba más enfocada en su objetivo. Sus ojos marrones recorrían todo el lugar de aquella taberna de mala muerte con la perspicacia de una persona entrenada. Más no encontró a la entidad que buscaba. Sabía perfectamente que ese hombre se movía en ámbitos que era tan difícil de atrapar como lo era destruir el mundo.

Se sentó en la barra y miró todo a su alrededor. La música sonaba alto y fuerte para que todos los borrachos la escucharán incluso si ya estaban en su quinto sueño. Con necesidad. Tragó su saliva al sentir los fieros ojos de una bestia en piel humana sobre ella. Gimió en su interior al saberse presa de él una vez más.

Lentamente, miró por el rabillo del ojo y todo lo que le permitía la capa que la cubría de pies a cabeza al imponente hombre de cabellos azules ataviado con unas prendas blancas. Cada que podía se escapaba de casa con la sola idea de encontrarse lo. Pero a veces resultaba tan imposible que se rendía. No siempre estaba en la ciudad y solo con los rumores de la población femenina podía darse por enterada de que estaba allí.

El bar era su zona de pesca.

El sonido a su lado la hizo girar la cabeza y encontró unas perlas azulinas mirarla fijamente. Juvia desconocía a la pequeña perra que estaba a su lado. En sus años de caza como ladrona jamás había visto a alguien que resaltará tanto en ese sitio de tan mala muerte. Pero lo curioso, era ver a alguien tan interesado en ese diablo de cabellos azules.

El hombre no era desagradable a la vista. Lo desagradable era su personalidad. Juvia no podía soportar a alguien tan lleno de si mismo como lo era él. Sabía que se había llevado a muchas mujeres a su lecho y la fémina a su lado, parecía estar tentada a recorrer el mismo camino que sus homólogas.

Casi se sintió mal por la pobre dama que esté tomaría y dejaría como siempre.

Pero, lejos de poder seguir riéndose de la joven. Captó el instante en que aquel tipo se adentró al bar. Casi quiso gritar y retorcerse de odio con las ganas que tenía de matarlo. Cómo pudo, controló sus deseos de hacerlo picadillo y que se comiera sus bolas, esas bolas tan atractivas que ella misma había tocado y... cortó el pensamiento ante esos escandalosos recuerdos de ella siendo profanada por ese tipo.

Sin embargo, ni corto ni perezoso, el muy cabrón se sentó a su lado. Con una sonrisa e ignorando la presencia de este,pidió algo de alcohol para bajar la amargura que le causaba la presencia de este allí. Y por si fuera poco, la otra mujer tuvo la suerte o desdicha de que el tipo de cabellos azules se sentará a su lado.

Tratando de buscar paciencia en algún lugar recóndito de su alma, se molestó cuando sintió la mano negra jugando con uno de sus mechones. Giró el rostro y le fulminó con sus ojos azules como el cielo al hombre que solo le regaló una sonrisa engreída y repleta de ego con galantería mezclada.

—Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos,Juvia.—la voz ronca del hombre erizó cada uno de los vellos de su cuerpo

—Gray. Yo diría que no es un gusto el verte en realidad.—una voz tajante que lejos de amendratar al hombre, lo instó a seguir rodeando y molestando a la fémina.

—A decir verdad ¿Por qué me estabas siguiendo anteriormente?—preguntó,una voz susurrante, tratando de calentar el corazón negro de la dama. Y tal y como espero, ella le dio un manotazo en la mano que jugueteaba con sus cabellos azulinos.

—No creo que tengamos la confianza como para que me toques tan descaradamente.—espeto la mujer fulminandolo con aquellas joyas tan azulinas que calentaban el corazón del hombre, extasiado por la cara molesta e indignada de esta se levantó, tomó su cuello en un fuerte agarre e impactó sus labios contra los femeninos.

Juvia se quedó quieta. Bien, era definitivo. El tipo ese quería morir. Y tan rápido como abordo ese pensamiento,sintió la lengua masculina invadir su cavidad bucal. Su siempre y confiable daga no fue ni capaz de salir por el embate tan abrazador al cual la estaban sometiendo. Su mente solo pensaba en devolver el beso que ese maldito cabrón le estaba dando. Así que para que no se atreviera a parar, agarró sus cabellos en punta y tiró con fuerza de estos.

Tan agresivos.

Una danza peligrosa.

Disfrutar de ese hombre resultaba en uno de los placeres más asombrosos que existiera, era un asesino pero realmente no importaba, ella era una ladrona. Seguramente eran una pareja muy bien hecha, a excepción, claramente, que ella ya no le amaba. Mordió su labio inferior y tiró de sus cabellos con tal fuerza como para arrancar algunos de su cuero cabelludo. El hombre la miró tras esos ojos fieros como una bestia y una sonrisa torcida se formó en sus labios.

—Sin duda, eres una de las mujeres más rudas que he conocido como para tratar así a tu pareja.—rio, para su propia molestia, la fémina le regresó la sonrisa y tiró de los cabellos masculinos hacia abajo. Sus ojos dos cuencas desafiantes del azul más hermoso que pudiera haber visto. La amaba de un modo retorcido que ambos disfrutaban jugar.

Mientras todo eso se desarrollaba, una fémina oculta por su capa, admiraba en silencio a la poderosa bestia sentada a su lado. Con la mano más cercana a este, agarró un mechón del cabello del Fernandes que no cambio su atención de la copa a ella como si lo que estuviera haciendo no fuera con él.

Dispuesta a que le prestará atención, tironeo con un poco de fuerza logrando su cometido cuando aquellos dos ojos tan afilados como la punta de una daga la observaron. Tan llamativos que acabó sentenciada una vez más bajo estos. Impactada por la belleza que solían transmitir.

—Erza. A pasado tiempo desde la última vez que te vi.—su corazón latía con fuerza ante la clara evidencia de que ella no era como las otras mujeres que habían yacido con él en la cama. Lo sabía perfectamente. Ella era única para él, pero era bueno que le recordarán este hecho. La hacía sentir feliz.

Querida por él.

Un bastardo ruin y marcado en sangre.

—Si. Yo también tenía ganas de verte, Jellal.—se acercó tanto hasta el punto de rozar sus pechos y beso sus labios,un leve roce, una caricia tan suave y seductora que calentaba a ambos a la vez. La sonrisa seductora bailó en sus labios como la más letal de las drogas existentes. La mano masculina salió disparada escurriendose bajo su capa, directamente en la parte intermedia de sus shorts. Se estremeció ante la palma fría rozando su intimidad.

—Erza, siempre eres tan atractiva cuando estás aquí a mi alrededor.—jugó un poco más de modo que sus dedos se adentraron en su calor y estuvo a punto de soltar un gemido fuerte si no fuera por la velocidad con la que se mordió el labio inferior callandose. Le miró con esos ojos chocolates implorando que no se detuviera y este prosiguió moviendo sus dedos en su interior.

—Je-jellal...¡Ah!—se sorprendió cuando esté agarró su clítoris y empezó a frotarlo. No podía ver para nada lo que estaba haciendo, pero las expresiones de la fémina eran un gusto y placer para sus ojos avellanas. Una verdad que no pensaba confesar era que desde el primer instante que había visto a Erza Scarlet había quedado prendado de ella.

Era como aquella luz que había estado buscando por tantos años. La necesidad de estar a su alrededor a veces era demasiada que acaba volviendo al reino solo para verla. El había nacido como un simple mendigo, abandonado por la sociedad, había caminado en las calles buscando el modo de sobrevivir. Hasta que su suerte se vio truncada y fue reclutado en un gremio de asesinos.

Había estado muerto en vida con la única meta de sobrevivir.

Hasta que desobedeció las órdenes.

Su última misión había sido darle fin a la hija del Duque de Belserion ya que ella sería la prometida del principe heredero. Sin embargo. Cuando fue a ejecutar su misión. Acabo prendado de la belleza, vigor y decisión de la mujer. Ella era tan única y diferente a todo lo que conocía que no pudo evitar caer por ella.

Tan única.

Y aunque ella también se había enamorado de él. Porque lo sabía. Sus constantes visitas a la dama, su forma de ser con ella. La habían atraído como una presa a su jaula. Pero él mismo cayó cuando ella le dijo que sabía todo sobre él. Simplemente no podía apartarse y que cada que tuviera la oportunidad.

Deseaba verlo.

No sé negó.

Un romance turbio.

Pero gracias a sus habilidades, podía protegerla. Podía estar allí para ella. No sé detenía y trataba de salvarla cada que escuchaba que alguien trataba de hacerle daño. Era su fiel servidor y aún así ella no lo sabría jamás. Estaba postrado a sus pies y tampoco se lo diría con palabras. Solo actuaría por el bien de la Scarlet.

Ella era su luz escarlata.

—Vamos a una habitación, Erza.—las mejillas le ardieron a la mujer al sentirse vacía de sus dedos en su interior. La vergüenza la recorrió pero sonrió con confianza cuando vio la mano extendida ofreciéndose la para que se encaminaran a cualquier sitio que el azulado deseara mostrarle.

Por qué él era así.

Un demonio escondido en un ángel.

Mientras la pareja se retiraba de allí, una azulada había mordido el labio inferior del oji gris y le miraba con una arrogancia casi imposible de rebasar. Gray se chupó su labio agredido y observó a la mujer que quería estampar tantas veces consecutivas en su cama y hacerla callar. Era tan molesta e insoportable a veces pero eso solo le agradaba en demasía.

Era especial.

Juvia Lockser lo traía loco.

Una ladrona que había podido darle unos cuantos esquinazos a alguien tan bueno como él. Cómo Jellal, era un ex-miembro de un gremio de asesinos. No sabía porque el otro se había largado pero las razones de Gray de dejar el gremio eran claras. Había conseguido lo que deseaba en aquel entonces.

Poder.

Poder para asesinar a aquel tipo que le arruinó la vida.

Había vengado a sus padres y su mentora.

Era libre pero siempre daba la coincidencia de que se encontraba con la astuta ladrona en sus brazos. Era tan escurridiza y hábil que no tardó en hacerse espacio en su negro corazón. Juvia era una mujer con la que no se habría ligado de no ser porque ella estaba tan podrida como si mismo. Tan buena en la cama que no quedaba satisfecho y necesitaba más de ella.

Más veces.

Quería todo de la mujer.

De esa maldita ladrona.

Agarró con fuerza la muñeca de la fémina tirando de ella a una de las habitaciones del segundo piso,sin embargo, los tacones de la mujer se clavaron en el piso y este la miró confuso. La de cabellos azules se acercó y rozó sus labios en el lóbulo de su oreja con aquel delicioso aroma que la caracterizaba hundiendo lo en el sumo placer de su toxicidad.

—Si tienes los huevos bien grandes, follame aquí.—demandó con una voz que simplemente hizo arder esa fibra tan malvada que tenía. Con una sonrisa desplegándose en sus labios, la llevó hasta una de las mesas más al fondo de la taberna. La sentó en sus muslos dejándola sentir la casa de campaña que portaban sus pantalones y Juvia solo se removió para sentir perfectamente la delicia que ese hombre le ofrecería una vez la tomará.

No había muchos ojos sobre ellos, todos los hombres estaban principalmente atendiendo a sus conversaciones, el acto que realizaban algunas mujeres para ellos y las mismas que entregaban las bebidas con vestidos y escotes que hacían que todos los que poseían un miembro colgante, les prestarán suma atención.

—A veces eres tan pilla, pero supongo que son gajes del oficio.—con sus manos bajando a donde su pantalón se cerraba, su mano se escurrió con la misma experiencia con la que agarraba un cuchillo con fines de hacer sashimi a los hombres que le tocaba asesinar. Juvia solo río y beso con sus rojos labios la boca del oji gris. Gray le devolvió el beso con el mismo fuego que él ardía por ella. Sus dedos terminaron de colarse en su interior y empezó a jugar con su parte intima.

Juvia se negaba a soltar cualquier suspiró,gemido o prueba del delito de que le gustaba el modo en que este la estaba tocando. Qué la crucificaran primero, pero se negaba a dejarle ver a ese maldito demonio que ella disfrutaba de sus caricias a su cuerpo. Sin embargo, lejos de terminar como el estaba planeando, la mujer agarró su muñeca y apretó con fuerza obligándolo a soltarla.

Cosa que hizo después de que ella le miró fijamente.

Se bajó del regazo masculino y con la experiencia de una gata bajó la bragueta de los pantalones masculinos. Sus ojos se posaron en el falo largo y duro de este y con una sonrisa paso la punta de su lengua por este. Maliciosamente, lentamente. La tortura había comenzado y este no podía hacer mucho o los descubrirían.

Un instante después, se metió todo el miembro de Gray en la boca y empezó a chupar com fuerza. Su lengua rozaba cada una de las partes de este y con una sonrisa disfrutaba de la maravilla de sabor salado que le regalaba. Gray era el mejor sabor que le encantaba comer. Empezó a empujar más rápido y más fuerte hasta el punto que casi se atragantaba pero no le podía importar menos si con eso disfrutaba de semejante paleta.

Gray agarró con fuerza el cabello azul de la mujer obligándola a tomar todo de él, y justo cuando sintió como ella le apretaba con su boca, no pudo controlarse y su semen se derramó en la fémina que lo tragó con dificultad y estuvo a punto de atragantarse.

—No sabía que me querías tanto como para matarme.—le dijo saliendo de debajo de la mesa y sentándose una vez más en sus piernas. Claro, aprovechando la postura se bajó un poco el pantalón y las bragas y se empalo con el miembro de este. La sensación fue increíble a tal punto que un gemido se le escapó pero gracias a la música nadie pareció percatarse.

—Y yo no sabía que a ti te encantaba mi polla en ti.—le mujer por extraño que pareciera, se sintió avergonzada ante las palabras del hombre, porque realmente le encantaba como se sentía de llena cuando lo hacía con él. De todos los hombres con los cuales se había acostado, el único hombre que realmente la hacia ver el éxtasis.

Era Gray Fullbuster.

Empezó a moverse sobre las caderas de este, tentativamente, lento, disfrutando al máximo el placer que le ofrecía ese increíble espécimen de hombre. Ella solo buscaba su placer y egoísta, pero sin desearlo ni pensarlo, su cuerpo reaccionaba al hombre que la tomaba y era el que decidía lo que estaba pasando. Por eso, tanto la Locker como el Fullbuster, disfrutaban del el placer de conectarse de manera tan íntima.

Las caderas del Fullbuster empezaron a moverse más deprisa. Tenía como meta llenarla totalmente y hacerla rogar por más. Era sin dudas lo que más le gustaba. Ver a la fatídica ladronzuela Juvia Lockers ser un manojo de nervios que se revolcaba por él. Más rápido y más duro, su miembro penetraba en ella como hace tantos años lo había hecho.

Aún recordaba plenamente como de increíble se había sentido cuando tomó la virginidad de esta. Había actuado como una experta solo para retorcerse en sus brazos más tarde. Sin dudas, ella era única. Agarró con sus manos sus caderas para aumentar el ritmo de sus acometidas, planeaba llegar hasta el final, la forma en que le apretaba le hizo tensar la mandíbula para no soltar ningún gruñido que lo señalará como que estaba cometiendo un movimiento ilícito con una mujer en ese establecimiento frente a tantas personas.

Pero la adrenalina parecía filtrarse en los poros de ambos. Las uñas filosas de esta se clavaron en su cuerpo cabelludo y gruñó. Ella sonrió y apretó en sus entrañas haciéndole soltar una fuerte bocanada de aire. Definitivamente, esa bruja de cabellos azules quería matarlo ya que ella misma empezó a marcar un ritmo rápido y profundo que acabó en que ambos llegarán al clímax.

Las bocas de ambos se unieron tragándose los obscenos sonidos que seguramente estaban a punto de haber soltado. Juvia acabó mordiéndole el labio inferior como muestra de su poder y se levantó. Liquido escurrió de su entrada hasta sus piernas y eso la avergonzó debido a la sonrisa tan creída del Fullbuster.

—Gracias por tus servicios, Fullbuster.—dijo subiéndose el pantalón. Empezó a caminar dejando atras al hombre que empezó a reír desquisiadamente. Sin dudas, Juvia Lockers era la única para él aunque ninguno de los dos deseará admitirlo.

—Nos veremos entonces,Juvia.—ella entrecejo los ojos y le dejó allí, dándole por el loco que definitivamente era.

—0—

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Jellal se levantó de la cama observando a la mujer de cabellos escarlatas totalmente extasiada. Había sido como de costumbre para él. El mayor éxtasis que podía conseguir con alguien, era solo ella. El placer solo le invadía cuando ella era la receptora.

Sus labios tiraron en una sonrisa y acarició su bello cabello. Sus dedos pasaron por sus hebras y observó algunos de los chupones que le dejó por todo el cuerpo. Adoraba dejar su marca en el cuerpo de ella. Tan ardiente. Su miembro volvió a pulsar en sus pantalones pero solo negó. No la forzaria a aceptarlo nuevamente con lo cansada que estaba.

Se preguntaba qué cara pondría su madre si supiera con quién ella andaba. Sin embargo, no le dio otro pensamiento a eso. Se levantó de la cama dejando a la mujer allí, sin embargo, la mano femenina se enroscó en su muñeca impidiéndole que se fuera, conectando sus ojos con ella.

—¿Ya te vas?—el asintió a su pregunta. —Entiendo.—fue la simple respuesta.

—Nos volveremos a ver, Scarlet.—besó su frente. —Tu eres mía, nadie te tendrá.—ella sonrió y el Fernandes salió del cuarto. Erza Scarlet le pertenecía por siempre. Qué importaba si era una ruin existencia, nadie más tenía derecho a tenerla.

Si ese fuera el caso.

Mataría al que tratará de poner sus manos sobre ella.

La fémina solo sonrió, esta vez, lo había hecho a lo grande. Su madre la ahorcaría cuando se enterará pero ya estaba hecho. Se había encargado de prepararse para ese evento durante mucho tiempo. Había dejado de tomar sus anticonceptivos con mucha antelación y se había asegurado de que era su semana fértil.

Ahora solo tenía que esperar.

«No te vas a escapar más de mi, Jellal Fernandes.» río y empezó a dar vueltas de emoción en la cama imaginando el loco futuro que se vendría para ella.


Hola nwn ¿Qué les pareció? En mi opinión, me gustó, aunque no les di mucho protagonismo a mi OTP pero bueno, la historia iba pensada para el Gruvia en si, por eso quedó así, ¿Comentarios? Hasta la próxima historia nwn