Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Fyrebyrd, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Fyrebyrd. I'm only translating with her permission. Thank you so much again, April! :3


Capítulo 9

¡Pastel, pastel en todas partes!

Parece que el posible director ejecutivo perdido ha acogido el gusto por el pastel de manzana de la cafetería Charlie's.

¿O es algo más?

Alice Lo Sabe Todo


—¿Qué diablos está pasando aquí? —Edward marcha hacia adelante, el humor de la situación ha desaparecido por la constante disputa entre el hombre fornido y mi enérgica amiga—. ¡Emmett! ¡Detén esto ya!

Usa un tono que nunca he escuchado en él, y es suficientemente frío para hacer que el gigante se sonroje.

—Lo siento, señor.

—Termina con eso. —Edward resopla antes de voltear hacia mí—. Me gustaría que conocieras a mi mejor amigo convertido en guardaespaldas y asistente personal, Emmett McCarty. Emmett, como ya sabes, ella es Isabella Swan pero prefiere ser llamada Bella.

—¿Qué? —No estoy segura de cómo me siento al saber que él obviamente sabe más sobre mí que yo de él.

Edward me mira sin rastro de arrepentimiento en sus ojos.

—Revisión de antecedentes. Es un procedimiento estándar para un hombre como yo. Perdón por no decirte antes, aunque creo que ambos podemos acordar que nuestra conversación fue groseramente interrumpida. —Envía una mirada furiosa primero a Emmett y luego a Rose, que le devuelve la mirada, cruzada de brazos. Edward suspira—. También me gustaría que conozcas, y respetes, a Rosalie Hale. Ella es la amiga más cercana de Bella, así que la verás mucho.

La mandíbula de Emmett se tensa, pero asiente cortadamente.

—Señorita Hale.

—Imbécil — responde ella, sus ojos brillando con ira.

—Bella y yo hemos llegado a un acuerdo —dice Edward, mayormente a Emmett, que claramente está al tanto de lo que estamos discutiendo—. Las cosas avanzarán rápidamente, así que deberías estar atento y no discutiendo con la dama de honor de mi prometida.

—¡Prometida! —Los ojos de Rose se agrandan con sorpresa, pero no veo enojo en ellos—. Disculpa, pero voy a necesitar un poco más de información.

—Por supuesto —dice Edward, señalando a una mesa cercana—. ¿Por qué no dejo que Bella explique mientras yo trabajo en los detalles. Me gustaría estar en Las Vegas por la mañana.

—¡Las Vegas! —Rose y yo exclamamos al mismo tiempo, usando el mismo tono.

Él la ignora, volteando hacia mí. Casi se siente como si los otros desaparecieran debido a la intimidad que nos envuelve. Sus ojos captan mi atención y la sujeta firmemente.

—De nuevo, me disculpo. Sé que estoy siendo presuntuoso, pero los papeles para el apartamento serán presentados en la mañana, y la cuenta del fideicomiso ya está abierta, pero necesitaremos la firma de Rosalie en varios documentos. Con respecto al acuerdo de custodia, mis abogados están redactándolo mientras hablamos. —Mueve mi cabello hacia atrás de mi hombros—. Me niego a darle la oportunidad a alguien de detener esto —Se inclina más cerca de mí—, incluyéndote a ti.

—Está bien —digo, sorprendiéndonos a los dos.

Pero la expresión satisfecha en su rostro hace que valiera la pena.

—Estás siendo muy complaciente de repente.

—Ya he aceptado —digo suavemente—. Si me voy al infierno, bien podría hacerlo plenamente.

—Otro aspecto para descubrir de la mujer más intrigante que he conocido —dice, sonriendo.

Me inclino hacia él, atraída por el magnetismo que existe naturalmente entre nosotros.

—No hace daño que probablemente seas el hombre más apuesto que he visto.

No creo que lo creyera posible, pero sus mejillas se sonrojan. Lleva su mirada a algo por encima de mi cabeza, en el estacionamiento quizás, mientras contesta.

—No puedes imaginar la cantidad de veces que me han dicho lo atractivo que soy —Vuelve a mirarme, y un fuego verde arde en las profundidades de sus ojos—, pero ninguna de ellas me ha hecho sentir algo parecido a lo que siento ahora mismo.

—Edward —susurro porque nada más puede expresar la corriente que corre entre nosotros en este momento—. Por favor, bésame.

Él no pausa o va lento.

Su palma sostiene la parte trasera de mi cabeza, y se inclina, presionando sus labios contra los míos. Jadeo ante la descarga que recorre mi espalda, y él aprovecha la oportunidad para saborearme con su lengua. Aferro su suéter, cerrando los puños mientras me estiro para explorar su boca. El fuego se enciende en mi interior, y me desespero por más.

Me presiono más contra él.

Su calor llama.

Su boca reclama.