El gran árbol que se encontraba en el centro de la isla de Nunca Jamás, había pertenecido a Peter Pan durante mucho tiempo.
Había sido su hogar desde que su madre Azalea había abandonado la isla y lo había dejado a cargo de la reina hada. Sin embargo, al ser rechazado por la misma reina, hizo que le llevaran hacia Tierra Firme de igual manera, en donde los humanos se harían cargo de un niño huérfano que necesitaba una familia. Jamás nadie se atrevió a contradecir a la reina sobre sus acciones, así que a Peter Pan no se le vio en la Isla sino tiempo después, cuando curiosamente los hombres de Barba Negra traían consigo, niños de un orfanato de Tierra Firme para esclavizarlos en las minas para que trabajaran ahí.
Fue dentro de las minas de Barba Negra donde Pan y Garfio se habían conocido. Y donde posteriormente habían conseguido su libertad eventualmente. Después de esa época, no volvieron a verse ya que James con sus hombres había regresado a Tierra Firme con Florence y Pan se quedó en la Isla sin saber a donde ir.
La reina Hada estaba enterada del escape de Pan, así que encomendó hadas a cumplir la misión de apoyarle en encontrar un sitio adecuado para que él viviera. El gran árbol del centro de la isla fue el lugar elegido para él.
Ahí siguió viviendo y haciendo amistad con alguno que otro habitante de la Isla. Sin embargo la amistad más poderosa para él, fue la que entablo con Campanita, el hada que se volvería su inseparable compañía. Y gracias a ella, logró en determinado momento atravesar la línea invisible de Nunca Jamás y Tierra Firme para viajar entre ambos mundos. Llevando en muchas ocasiones, niños perdidos hacia la isla que nunca existió.
Todo lo anterior era comentado por un entusiasmado Zheng y una alegre Zarina, quienes unieron sus conocimientos sobre la historia del árbol al que habían llegado para refugiarse después de haber escapado de la fortaleza de los pieles roja. James Garfio confirmo lo que su hada relataba, sobre la parte en la que él y Pan se habían conocido en las minas como esclavos.
Faltaban un par de horas para la media noche. Y después de que los hombres de la capitana Ching Shi y el capitán Zheng Yi si reunieran con abrazos y lagrimas de felicidad por haber sido separados durante tanto tiempo, planearon cuadrillas de patrullaje por el área mientras otros descansaban dentro del árbol a la espera de alguna señal de sus aliados.
Zheng y Ching no se habían separado desde el momento en que se habían reencontrado. Tenían tantas cosas que contarse, tantas lagrimas que llorar juntos y tantos deseos de venganza en contra de Tich por lo que les había hecho, que no se daban cuenta del encantador espectáculo que mostraban a sus compañeros, tomados de la mano en todo momento sin soltarse y sin alejarse uno del otro como si en cualquier momento algo los fuera a separar nuevamente.
Zarina encontró por fortuna alimentos y agua. Y quienes descansaban en el árbol pudieron comer y beber. Algunos piratas chinos les llevaron a sus compañeros del exterior comida y agua para que recargaran energías.
Fueron las curiosas preguntas de Víctor las que despertaron el interés de Zheng y Zarina de comentar la historia que ese árbol compartía con el niño pelirrojo.
Sin importarles un carajo que aquella cama le perteneciera a uno de sus enemigos, Annie y Víctor se recostaron sobre ella para descansar.
Abrazada a Víctor y después de un buen rato llorando el dolor que la embargaba, Annie se abandonó en los brazos de Morfeo poco después de recostarse. Víctor le agradecía en susurros el haberle salvado a vida, a pesar de lo que había ocurrido. Ella antes de caer dormida, le había pedido perdón por haber permitido que sus hermanos murieran. Le pidió perdón cientos de veces entre lágrimas mientras Víctor llorando al igual que ella le aseguraba que el jamás podría odiarla por haberlo elegido a él. Le aseguró que la amaba más que nada en el mundo, y que ella era todo su universo. Le llamó mamá muchas veces más mientras la abrazaba llorando contándole la infinidad de veces que soñaba con que ella lo adoptara algún día para poder ser su hijo para siempre. Annie abrazada a él comenzó a calmar un poco su llanto hasta caer dormida abrazada al niño, pero Víctor estaba demasiado alterado por las circunstancias como para poder dormir.
Sin embargo, no quería despertarla así que optó por hacerle plática a los adultos desde su sitio, acurrucado junto a quién estaba más que convencido, sería su madre para siempre.
Mientras Annie dormía, no pudo presenciar el como los adultos reconfortaban al pequeño Víctor diciéndole lo mucho que sentían la perdida de sus familiares, pero que confiara en el criterio de Annie, pues ella estaría dispuesta a dar su vida por él.
Zarina se acercó al pequeño para acariciar su cabello y asegurarle que ninguno ahí permitiría que les sucediera nada malo. Y aunque el riesgo seguía allá afuera, no dejarían de luchar por vencer a toda esa locura.
James por su parte, había presenciado todo en silencio sentado en una silla cerca de la cama. A pesar de que el efecto de las drogas iba disminuyendo, no se sentía con ánimos de pronunciar ni una sola palabra aún. La cabeza le dolía y no tenía completo control de su cuerpo. Simplemente se quedó cerca de Annie y Víctor, escuchando las palabras que se decían uno al otro hasta ver que ella era derrotada por el sueño. De repente sintió unas increíbles ganas de acurrucarse junto a ellos dos y dormir. Solo dormir. No pensar.
La horrida imagen de casi ver caer a Víctor y Annie por ese abismo divagaba en su mente, torturándolo. No había sido capaz de apoyar a Zarina en combate, ni a Ching. Simplemente había sido llevado por piratas aliados a la selva mientras Zarina se abría paso junto a otros hombres de la capitana en contra de los pieles roja que los rodeaban.
Daba igual como lo habían logrado, pero habían sobrevivido. Y si es que existía un Dios magnánimo, que lo perdonara por lo que pensaba, pero jamás podría estar más aliviado de ver que Annie había tomado la decisión de salvar a Víctor. No iba a culparla por sus preferencias. Nadie ahí lo haría jamás.
El cansancio le estaba ganando la partida. Y poco a poco sus ojos se fueron cerrando.
Annie abrió los ojos cuando la luz del sol se colaba por pequeños huecos del tronco del gran árbol. Inspiró con pesadez deshaciéndose de la incómoda posición en la que se encontraba.
Al girarse a su izquierda, pudo ver a James recostado a su lado mirando hacia el techo con calma. El hombre se percató de que ella estaba despierta y giro su rostro hacia ella.
Los ojos azules se encontraron con los cafés.
—¿Cómo te encuentras?—, preguntó él.
—Destrozada—, respondió en un susurro.
Ella lo enfrentaba con la mirada más triste que él jamás había conocido en ella. Annie vio como el pirata se giraba hacia ella para abrazarla. Y ahí en sus brazos rompió en llanto una vez más.
—No servirá de consuelo lo que diré. Pero pudiste salvar a Víctor y ese acto de amor es más poderoso que cualquier otra cosa—.
— Pero dejé que murieran...—.
—No tuviste opción con Elliott, no tenías control sobre esa situación—.
—Maté a Margarett...—, dijo ella desconsolada contra su pecho.
—Tenías que elegir...era ella o Víctor. Era decidir por alguno o morir junto a ellos dos—.
—Tal vez esa era la decisión correcta—.
—No te atrevas a creer tus palabras. La mejor decisión fue la que tomaste—, le dijo convencido.
—Una decisión basada en egoísmo y favoritismo—.
—¡Una decisión basada en amor!—, le corrigió él levantando el tono de su voz para dejar en claro su punto.
Annie continuo llorando mientras él acariciaba su cabeza. James se acercó para depositar suaves besos en su frente repetidas veces. Y fue su turno de susurrarle a la castaña lo que sentía.
Así como Víctor le susurró por mucho tiempo cuanto la amaba y lo agradecido que estaba por haberlo elegido, James le susurró suavemente al oído cuan preocupado estaba de que pudiera haber perdido la vida en manos de Tigrilla primero, y en aquel árbol más tarde. Le juró que no había sentido tanta impotencia en su vida cómo en esos momentos. Y le juro por su vida que nunca más se separaría de ella. Le prometió que cuidaría de ella y de Víctor. Le juró que Barba Negra, Tigrilla y Peter Pan iban a pagar por todo lo que había ocurrido.
Y la beso.
La beso con un hambre contenida y con sentimiento atorado en su pecho. Y Annie se dejó mimar por aquel hombre. Se dejo abrazar por ese pirata que no era villano. Ya no más. Se dejó acariciar por ese hombre que solo buscaba venganza a los suyos y libertad en esas tierras. Dejó que James devorara sus labios mientras ella lloraba su miedo y su angustia. Todo su dolor.
Pasaron un rato más acurrucados. El silencio era interrumpido por el sonido del viento y de las aves en el exterior del árbol. A lo lejos, en otra sala del árbol, el crepitar de las llamas de lo que parecía una chimenea encendida.
Cuando Annie logro calmar su llanto en los brazos de James, una idea pasó por su mente entonces. Víctor y su constante intención de llamarla mamá. No tenía la fuerza para pedirle que dejara de hacerlo, pues adoraba que el pequeño le llamara de esa forma. De la forma que muchas veces ella soñó con ser llamada. Pero sabía que esa fantasía se terminaría una vez que el pequeño se reuniera con su verdadera familia. Y eso le dolía. Le dolía la horrible confrontación que se avecinaba cuando tuvieran que relatar a los Darling lo que había ocurrido con Jane, Margarett y Elliott. Esa era la razón por la que ella no se atrevía a corresponderle a su llamado. Era la razón por la que se quedaba callada cuando él la llamaba "mamá", en su búsqueda de que ella le dijera "hijo".
No se percataron del momento en el que Víctor se acercó a la cama con ellos.
—¿Está despierta?—, le preguntó al pirata mientras miraba a la mujer contra el pecho del hombre.
—Si cariño—, se adelanto ella a responder —recién desperté—, mintió.
—Vamos a desayunar, Zarina ayudó a piratas de la capitana Ching a cazar conejos anoche. Y ya los han preparado para poder comerlos. Casi todos se han alimentado ya, pero quise esperarlos a ustedes para comer—.
James asintió a las palabras del niño con una sonrisa que reconfortó al menor. Y ambos miraron hacia la mujer.
—Ya vamos—, le anunció ella —anoche estabas aquí conmigo, pero desperté a lado de James—.
—Se quedó dormido en esa silla—, dijo Víctor con una sonrisa señalando el objeto —, yo no podía dormir y le dije a Zarina que sería buena idea dejar que él descansara contigo. Así que lo hizo flotar con su polvillo e intercambiamos lugares. Por un momento creí que despertarías, pero no fue así—.
—Ni siquiera recuerdo haber sentido nada. Cuando desperté ya estaba junto a ti—, le confesó el pirata haciéndola sonreír—.
— Después de comer algo y de platicar con Zheng decidí regresar a la cama con ustedes—.
—¿Los tres?—, se sorprendió James mirando el hueco que hacía de cama en el que estaban.
—Pude acomodarme en la orilla y me quedé dormido. Le pedí a Zheng que me avisara cuando Tecumseh llegara con sus guerreros, pero me dormí. Desperté con el olor a comida hoy más temprano—.
Annie se incorporó en su lugar mirando al rededor. Al mirar hacia afuera de la habitación, tan solo cuatro piratas, y Zarina al fondo en la cocina se encontraban platicando mientras comían. Parecía que el resto estaban en los exteriores del árbol.
—¿En done está Tecumseh?—, le interrogó Annie.
—No llegó—.
—¿Qué?—, preguntaron los adultos al unísono.
James se levanto de la cama con cuidado. Annie se sentó en la orilla de la misma mirando a Víctor.
—Zarina nos dijo que era un riesgo que ya se sabía, que no todos pudiéramos reunirnos antes de viajar hacia la Tierra de las Hadas. Los capitanes están deliberando cuanto tiempo lo esperarán antes de marcharnos—, notificó el niño mirándola.
—Ya debería estar aquí—, murmuró James mirando hacia la espalda de Zarina.
—Cariño...ve con Zarina y comienza a desayunar. Enseguida regreso—, le dijo Annie mientras se ponía las botas.
Tomó a Víctor de la mano y lo acercó a Zarina quien sonrió hacia ella al ver que ya estaban despiertos. Annie le entrego a su hada la mano del niño, pidiéndole el mudo favor de que lo cuidara. Y se dirigió hacia la salida seguida de James.
Afuera de ese gran árbol, los piratas de la armada de Zheng y Ching se encontraban atentos a sus capitanes. Ambos, rodeados, se dirigían a sus hombres quienes estaban impacientes por lo que ocurriría a continuación.
—Pero capitán—, se escuchó a uno de los hombres hablar — entrar a esa fortaleza es una locura ¿porqué ayudaríamos a un infeliz como Tecumseh?
Varios hombres más apoyaron las palabras de su compañero.
—Él facilitó las cosas para que pudiéramos escapar, a sabiendas de las repercusiones que eso traería para sus hombres y para él—, contesto Zheng.
—Solo está siguiendo ordenes, no fue su voluntad—, añadió otro hombre más atrás.
—Y aunque así sea—, continuó Zheng — las ordenes también son para nosotros. Todos debemos estar ahí, la chamán fue clara en ello.
—Sondearemos el área a su espera—, añadió Ching — no entraremos en la fortaleza. Si vemos que es demasiado tarde, no tendremos más opción que dirigirnos hacia la Tierra de las Hadas nuevamente.
A varios hombres les pareció una auténtica locura lo que sus capitanes pedían.
Zheng se percató de la presencia de la pareja y con una sonrisa se acercó a ambos rodeándolos a la vez de un fuerte abrazo.
—Ellos dos—, comenzó a hablar el capitán — están libres de cualquier hostilidad que nuestro pueblo pueda tener en su contra. Que bueno es verte finalmente de frente James. Será un honor combatir a tu lado.
—Así es—, dijo Ching con mirada empática hacia Annie.
—Ahora sabemos que fue Tigrilla la responsable de las muertes que involucraron ambas partes. Que nunca se nos olvide quién es el verdadero enemigo—, terminó Zheng mirando con alegría a sus aliados.
Los hombres asentían a las palabras de su capitán.
Un momento después, sonidos en el cielo se acercaban a buena velocidad alertando a todos por igual. Annie y compañía intentaban reconocer el sonido que se acercaba. Fue la voz de James sin embargo, la que dio una advertencia que les helaría la sangre.
—Son barcos, ¡Escóndanse!—, gritó.
Todos corrieron a diferentes escondites. Annie y James retrocedieron junto a varios hombres más a la entrada del árbol. Ching se escondió con otros de sus hombres detrás de arbustos mientras que Zheng optó por ocultarse detrás de la alta hierba del suelo.
Guardaron silencio en sus posiciones. Zarina alterada se acercó a la puerta junto a James y Víctor corrió a los brazos de Annie que estaba cerca de una ventaba cerrada.
—¿Qué sucede?—, dijo el niño con miedo.
Annie le hizo una seña para que guardara silencio. Las sombras de majestuosos barcos bloqueando la luz del sol se hicieron presentes entonces. Volaban directamente en dirección al este a gran velocidad. Eran dos barcos que alborotaron el aire del lugar haciendo que las ramas de los arboles y las hierbas se sacudieran a su paso, hasta que se perdieron en el horizonte tan pronto como habían llegado.
Después de asegurarse que no había más barcos, todos salieron de sus escondites.
—Ni hablar—, habló Annie enseguida mientras salía nuevamente— no hay manera de que podamos regresar a la fortaleza por Tecumseh.
Zheng incorporándose del suelo junto a varios de sus hombres miro fijamente hacia James y este le devolvió una mirada significativa.
—Era Barba Negra. Ese era su barco personal. El Queen Anne's Revenge—, acertó a decir Ching ya fuera de los arbustos con la mirada hacia el punto en el que los barcos habían desaparecido.
—Seguramente viene de las tierras de los pieles rojas—, dijo James —ya debe saber que nos dimos a la fuga.
—Lo cual compromete la vida de Tecumseh—, dijo Zheng hacia su esposa.
—¡Ya debe estar muerto!—, le contestó ésta con desespero — Tigrilla no cometería la estupidez de dejar que escape también.
—Hace un momento estabas de acuerdo con mi plan—, respondió su esposo.
—Hace un momento no nos buscaba Barba Negra a esa velocidad. Tenemos que ponernos a salvo en la Tierra de las Hadas cuanto antes, el resto de mi flotilla ya debe estar llegando a las costas de las hadas—, respondió Ching con seriedad.
Varios de sus hombres emitieron su voto a la idea de su capitana.
—No quedan más alisados nuestros en el oeste Zheng. Hay que viajar al este—, insistió su esposa.
—Zheng...Tecumseh es completamente capaz de salir por si mismo de la fortaleza—, intentó decir James.
—Oh si—, se burló el pirata oriental — tan capaz como todos nosotros sin ayuda, seguramente.
—¿Qué pretendes?—, dijo Ching a su marido — ir en una misión suicida en busca de un hombre muerto.
—Podría no estarlo aún y nunca me perdonare el haberlo dejado ahí—, sentenció Zheng.
—¿De dónde viene tanta lealtad?—, intentó entender Ching.
—Él arriesgo su vida para sacarnos de ahí—, dijo Zheng mirándola con seriedad acomodándose sus armas en sus ropas —por lo menos esperaré a saber si logró salir—, aseguró.
—Esperarlo si. Ir por él no—, sentenció Ching de acuerdo con el cambio de decisión de su esposo.
Prometieron verse en la Tierra de las Hadas en la reunión sin falta. James les hizo prometer en más de una ocasión a los piratas que no faltaran a esa promesa. Que no permitieran que ningún barco de Barba Negra les encontrara.
Así fue como los piratas orientales permanecieron en el árbol de Peter Pan junto a sus hombres, mientras que James y las dos valientes mujeres que le acompañaban junto con Víctor emprendieron su camino hacia la Tierra de las Hadas. En realidad, el camino sería sencillo. No tardarían más de una hora en llegar a pie.
Cuando llegaron al lugar, lo supieron enseguida. Pues lo árboles más hermosos en toda la isla aguardaban en ese lugar. El agua parecía tener un brillo majestuoso en los pequeños riachuelos colindantes y el aire acariciaba sus pieles con suavidad. Podía sentirse una armonía distinta en el sitio.
Y en los límites del lugar, varias luces provenientes de hadas guardianas les aguardaban ya.
Víctor se emocionó al ver las pequeñas hadas que se les acercaban y que se dirigieron a Zarina enseguida. Los humanos, solo podían percibir tintineos que se dirigían al hada quien después de asentir hacia ella, se giró para mirar a sus amigos.
—La reina ya no espera. Debemos entrar con cuidado y seguirlas a donde nos guíen—, les informó.
Sus tres acompañantes asintieron a sus palabras, y entonces el grupo fue conducido en la espesura de ese bosque que se volvía más hermoso en cuanto avanzaban en su interior.
Notaron entonces, que las hadas los llevaban a un árbol similar al que usaba Peter Pan en el centro de la isla, un roble majestuoso de tronco ancho, perfecto para alojar humanos en su interior. No era difícil que se camuflajeara entre la inmensa cantidad de robles a su alrededor.
Zarina les indicó que debían ingresar al árbol, siendo la primera en entrar al lugar. Víctor con emoción se soltó de Annie para seguir de cerca a Zarina. Pero Annie se detuvo al percatarse de algo que James también había notado. Varias decenas de hadas alrededor de ellos observándolos. Muchos destellos de hadas alrededor del árbol y en los alrededores de ese bosque los escrutaban con la mirada.
Annie miró hacia James, no le costaba imaginar la incomodidad del capitán al haber sido el villano de la isla durante tanto tiempo. Y al verse a si mismo juzgado en esos instantes por las hadas que le rodeaban.
Quiso decir algo al hombre, pero la voz emocionada de Víctor interrumpió cualquier intento por su parte.
—¡Abuela Wendy!—, gritó la voz de Víctor antes de correr hacia el interior del gran tronco.
Esas palabras congelaron a la castaña y al pirata quienes enseguida giraron con sorpresa hacia donde Víctor se dirigía y caminaron hacia el interior del árbol.
A Annie le dio un vuelvo el corazón al ver tanto a Wendoline Darling como a Lady Florence levantarse de sus asientos con sorpresa en sus ojos al verlos ahí. Y junto a ellas dos, una majestuosa mujer, que expedía un brillo propio imposible de imaginar siquiera. Una dama de mirada serena, porte majestuoso con hermosos ojos y un par de alas que brillaban como estrellas en el firmamento.
—Reina Hada—, dijo Zarina reverenciándola entonces.
Annie, James impactados en primera instancia por saber la identidad de esa hermosa mujer abrieron los ojos con impresión, antes de imitar a Zarina y reverenciar a la mujer que se levanto de su lugar tal y como lo habían hecho Wendy y Florence.
Víctor en los brazos de su abuela se giro para mirar a la mujer y también reverenciarla. Lo que causo que la reina expidiera una bella sonrisa por el gesto del menor, regalándole la mirada más mágica que Víctor hubiese visto jamás.
—Que alegría saber que están bien—, dijo Florence sin poder reprimir más sus sentimientos.
Se acercó para abrazar primero a Annie con fuerza y después a su primo. Mientras tanto Annie se acercaba a Wendy con el corazón en la mano sin saber exactamente como comenzar la dolorosa platica que estaba por venir. Wendy no le permitió decir ni una sola palabra y jaló su mano para abrazarla con fuerza.
—Esta bien, Annie—, le dijo Wendy al oído con cariño acariciando su cabeza —Mi hija y mis nietos, no murieron por tu culpa—, dijo entonces.
Annie con la sangre helada se separó de ella para mirarla con asombro. Zarina, Víctor y James también se congelaron en su lugar sin entender-
—¿Cómo...?—.
—Los he tenido vigilados desde que llegaron al árbol de Peter Pan—, intervino la reina hada entonces llamando la atención de todos — tengo cuadrillas de hadas siguiendo sus pasos, y vigilan su árbol en espera de noticias de él. Pero parece ser que no piensa volver a su antiguo hogar. Sin en cambio, cuando ustedes llegaron junto a Zheng y Ching, se me aviso enseguida.
Annie con lágrimas en sus ojos se giró para mirar a Wendy temblando como una hoja al viento.
—Perdóname—, le dijo un suspiro mientras Wendy la volvía a abrazar.
—Mis hadas escucharon la conversación entre tú y Víctor anoche. Ahí se enteraron de lo que había ocurrido. Fue anoche cuando Wendy y Florence también supieron la noticia—, notificó la reina.
—¿Tú estás bien?—, dijo James en un suspiro tomando con su mano izquierda el mentón de su prima quién ya lloraba al igual que Annie..
—Lo siento tanto...intenté detenerlo—, dijo entre sollozos.
James frunció el ceño al percatarse de que no hablaba de Jane y sus hijos.
—¿Florence?—, interrogó Annie girándose hacia ella al tener la misma reacción de James—¿Qué ocurrió?
—Fue Jane...ella...ella regresó a la aldea, Annie. Todo fue muy rápido, ¡Barba Negra llego con ella!
—¿Barba Negra?- dijeron Annie y Zarina al mismo tiempo sin comprender.
—Asesinaron a los hombres de la aldea, arrasaron con mujeres y niños. Barba Negra dijo que fue gracias a Jane que se entero de nuestro escondite. Cuando llegaron, todos ustedes ya se habían marchado en los barcos- dijo Florence
—¿Qué ocurrió con Junior y Truman?—, preguntó enseguida James.
—Los vimos combatir barcos de Barba Negra en altamar mientras atacaban a la vez la aldea. En un determinado momento levantaron vuelo y desaparecieron en el Firmamento, estoy segura de que regresaron a Tierra Firme—, aseguró Florence.
—¿A Tierra Firme?—, dijeron Zarina y James al unísono sin comprender porque ellos tomarían una decisión tan drástica.
—Sin embargo—, dijo Florence mirando hacia Annie —…Benton...tú padre...—.
—¿Qué le ha pasado a mi padre?—, dijo Annie con el corazón acelerado cayendo en cuenta que él no estaba ahí.
—Jane le dijo a Barba Negra quién es tu padre, y se lo llevaron- dijo Florence con lágrimas que no cesaban su largo camino a través de su rostro — Wendy y yo intentamos pelear para que no lo hicieran...perdóname- dijo la rubia acercándose a Annie.
Annie miraba a Florence como si estuviera en un trance.
—Por favor Annie, perdóname— dijo abrazándola llorando con sentimiento.
A la castaña le tomo unos segundo reaccionar. A pesar de que un fuerte dolor de cabeza ya se instalaba en ella. Era demasiada presión. Demasiadas malas noticias.
—No tienes la culpa de nada—, contestó Annie tomándola de las mejillas — escúchame Florence, tú no tienes la culpa de nada.
Entonces Wendoline tomó el mentón de Annie para que la mirara a los ojos.
—Ni tu tienes la culpa de lo que paso en la fortaleza de los pieles roja—, dijo la mujer.
Entonces Annie negó con la cabeza comenzando a llorar nuevamente.
—Has salvado a Víctor, me has traído a uno de mis nietos con vida, y es lo mejor que pudiste hacer en tu posición—.
Annie no dejaba de llorar, todos los sentimientos de angustia se arremolinaban en su mente. Y sentía que colapsaría en cualquier momento. La cabeza no paraba de doler. La culpa de las muertes de una familia y la captura de su padre eran demasiado.
Comenzó a hiperventilar.
—Creo que por ahora es suficiente, Annie—, dijo la reina hada acercándose un par de pasos a Zarina — Zarina, por favor—.
Cuando Annie levantó la mirada con la respiración acelerada por el llanto, vio a su hada buscando entre sus ropas lo que parecía ser polvillo. No pudo hacer nada antes de ver como Zarina soplaba ese polvo a su rostro.
Y todo se oscureció.
¡HOLA!
Annie no ha tenido los mejores días de su vida. Y parece ser que las cosas se vuelven a complicar. Como siempre.
Ya llegarán las respuestas pertinentes a nuestras preguntas.
¿Porqué regresaron Junio y Truman a Tierra Firme?, ¿Porqué Peter Pan ya no vive más en su antiguo hogar?, ¿Hacía dónde se dirigían los barcos de Barba Negra con tanta prisa?, ¿Tecumseh sigue con vida?, ¿Zheng y Ching llegarán a tiempo a la reunión?, ¿En dónde está Leandro?
Y muchas...muchas preguntas más...
Gracias por seguir leyendo esta historia.
¡Hasta la próxima!
