Capítulo 2: Un beso.
—¡Inuyasha!— lo retó e hizo un puchero— lo rompiste y era para Buyo. — le penetró con la mirada.
—Es tu culpa. — se cruzó de brazos. — por empezar ni siquiera quería venir sólo lo hice porqué tengo hambre.
—Y yo no te invité hoy. — puso los ojos en blanco— era para la cena de navidad.
El hanyō elevó una ceja negra — según lo qué me constaste parece una pérdida de tiempo.
— ¿Qué tiene de malo divertirse y relajarse de vez en cuando?
El hanyō apoyó una de sus manos bajo su barbilla,unió sus cejas y achicó sus ojos—¿Cómo de vez en cuando?, si tú siempre estás ...relajada, Kagome — soltó con desgano.
—¿Qué quieres decir?— arrugó su entre cejo y apoyó sus manos en sus caderas.
— Olvídalo — esquivó su mirada sentándose con una pierna sobre la otra y uniendo sus manos bajo sus mangas. —. Pero los fragmentos siguen dispersos mientras estamos aquí.
—No sentí ninguna presencia de ellos cuándo me fui. — giró su rostro golpeando levemente la nariz de Inuyasha con algunas hebras negras. —. Lamento haberte invitado,si tanto te molesta puedes irte. Regresaré en dos días. — le dijo con sus mejillas ardiendo.
El peli plateado se levantó acercándose a ella,y la tomó del brazo para enfrentar sus iris contra los suyos,haciendo que las mejillas de Kagome se enrojecieran más por la cercanía. El jóven levantó su mano para apoyarla en la frente de la chica ,su flequillo negro se entre mezclo en sus falanges y uñas.
—¿Qué haces,Inuyasha?— susurró por lo bajo al notar la piel caliente del jóven en su entrecejo.
Al segundo Inuyasha hizo lo mismo pero en su frente. — Tienes las mejillas muy rojas y creí qué podías tener fiebre pero parece qué estás bien. — suspiró y la miró de reojo.
Kagome se tapó las mejillas y luego le sonrió,muy ampliamente. — Sólo estaba... olvídalo,gracias por preocuparte por mí. — acarició el dorso de la mano del hanyō con dulzura.
— Me gusta cuando sonríes,Kagome. — los ojos ámbar brillaron en el calor de la luz de la habitación— de alguna forma me trae tranquilidad.
La peli negra se acercó más a él,y apoyó su rostro en su pecho, qué notó subir y bajar con lentitud. Pasó sus brazos al rededor de la cintura del chico y este le correspondió abrazándola con más fuerza hasta hacer que su nariz se hunda en su pelo plateado. Kagome suspiró dejandose envolver por los brazos,firmes de Inuyasha. ¿Firmes?. Bueno,si le parecían firmes,y confiables...y cálidos...y...y...
—Kagome...— susurró el hanyō abriendo y cerrando sus fosas nasales— hueles muy rico.
La joven salió de entre sus cabellos para mirarlo a los ojos— Debe ser el ramen,o qué tienes hambre y te parece más sabroso de lo qué es. — contestó.
Inuyasha se sonrió. — Eres una excelente cocinera pero no me refería a la comida, sino a ti. Tú aroma,es muy rico. — dijo por lo bajo rozando la nariz de la chica con su aliento caliente.
Una de las manos del chico se dirigieron a la muñeca de la peli negra que se tensó por unos momentos ante el contacto. Los ojos café brillaron sobre los ámbar.
—Inuyasha...— susurró con las mejillas ardiendo,pero está vez por los nervios que le provocaba la cercanía a los labios del hanyō.
El peli plateado tragó saliva ruidosamente y sus mejillas se coloraron de carmín ,pensando en lo que iba a hacer pero el impulso le ganó a la vergüenza. Sus labios se apoyaron sobre los de la jóven, quedándose por unos segundos quietos,como las fotos que llenaban los álbunes de la familia Higurashi. Porque si,de haber sido una foto ,Kagome la hubiera atesorado de manera recelosa entre papel cristalino.
Los labios de Inuyasha se abrieron sobre los de ella,para tomar uno, luego otro y finalizar atrapando ambos labios entre los suyos. Por un momento los pulmones de la jóven se abarrotaron hasta qué poco a poco sus labios se abrieron para dejar escapar el aire en el pequeño espacio qué restaba entre sus rostros y responder del mismo modo para en definitiva besarlo.
Cada movimiento de sus bocas creaba un pequeño ruido producto de sus salívas y sus gargantas dejaban salir el aire para seguir respirando normalmente. No era qué no se hubieran besado antes,pero al lado de este parecían besos más bien de escaparate ,al sentir cómo sus lenguas jugueteaban lentamente en sus cavidades, descubriendo cada detalle nuevo dentro de las mismas; los dientes,las encías,la saliva acumulada en el paladar, la extensión de sus lenguas qué les parecían más largas de lo que recordaban. Sus rostros se separaron ,apenas, cuando las manos del hanyō encerraron las cálidas mejillas de la jóven y está se reposo sobre las mismas para acomodarse mejor, ante el recibimiento de un nuevo beso un poco más húmedo,entrelazando un hilo de saliva en medio de sus comisuras.
Las manos de Inuyasha bajaron por su cuello,hasta sus hombros que sin querer quedaron desnudos, por la ropa corrida gracias a las uñas del hanyō. Kagome pensó,en medio de la contienda en la que se encontraban sus húmedas lenguas, que en otro momento le hubiera frenado pero es qué no podía ,ni quería hacerlo. Sólo deseaba besarlo,acariciarlo y sentir cada dedicación de afecto que quisiera darle. De repente las falanges del jóven habían repasado su silueta hasta su cintura creando un suave choque con las de él,aquello le hizo erizar los vellos de todo su cuerpo y pasar su sangre desde su palpitante corazón ,por medio de las venas qué hervían ,ardientes,hasta sus abdominales terminando en una descarga eléctrica qué pasó por sus músculos provocándole un jadeo en su garganta.
Las manos de Kagome se movieron escurridizas, por encima del ropaje de Inuyasha,desde sus marcados omóplatos hasta su columna vertebral para llegar rápidamente a su cintura , atrayéndolo a la vez que sentía el calor emanando de su piel hasta la suya, ladeó su rostro nuevamente para profundizar el choque de sus lenguas en sus bocas,que ahora no exploraban sino más bien reclamaban aquel lugar qué era suyo hace rato de una manera menos inocente.
—¡Qué peligroso,Kagome!— se retó mentalmente,pero acariciando por debajo de la ropa las pieles calientes del peli plateado.
—¡Qué atrevido!— se dijo cuando sintió como una de las manos de Inuyasha subía para acariciar su pecho que enseguida se erizó.
—¡Qué placer!— gimió por lo bajo al sentir los labios del joven deslizándose por su comisura,su mejilla hasta llegar a su oído.
—Mhm.— soltó por lo bajo Kagome al sentir como la lengua del jóven invadía el ombligo de su oído provocándole chispazos en su cuerpo al sentir su aliento pegar contra la humedad que dejaba en ella.
Kagome sentía su corazón latir con insistencia,tanto qué parecía iba a explotar en cualquier momento y sus manos se movieron hacia el pecho del jóven que sintió vibrar en sus falanges cuando los introdujo osadamente por entre su ropa para tocar su piel algo mojada, extrayendo un jadeo en los labios que ahora se habían movido a su cuello para depositar un pequeño y ruidoso beso.
... Continuará...
