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Fecha de edición: Diciembre 3 del 2023
Capítulo 22
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Silencio. El silencio que conquistaba las calles en ese momento no era para nada agradable, era ese silencio que anunciaba la venida de algo grande y sangriento. La quietud antes de la tormenta que marcaba el inicio y el fin… Sakura giró su rostro para ver el perfil del Mayor Uchiha, el rostro duro, pensativo, ante el escenario actual.
No había soldados entrenando, no había gritos y tampoco risas.
El hielo en sus huesos se hacía sentir más y más, aunque tratara de luchar contra él. Como si hubieran vuelto en el tiempo, cuando todo había estado bien, hasta que no lo estuvo.
Sakura buscó su mano en medio de la quietud, sintiendo el miedo de ambos crecer en el estómago. Demasiados recuerdos oscuros y dolorosos los habían marcado para ser quienes eran. La sangre corrió por sus manos, el olor metálico y la agonía en los ojos de su oponente, hasta que la muerte se apoderó de ellos.
Sasuke apretó su mano en silencio, mientras observaba la carretera. Nunca volverían a ser los jóvenes que luchaban por la libertad y la justicia, la inocencia había muerto en el campo de batalla enfrentando a su enemigo y lo único que tenían ahora era la esperanza.
—Mayor Uchiha— La voz de Jūgo era serena, los ojos de ambos se encontraron por el retrovisor y Sakura alcanzó a percibir la tensión en su cuello—. La tropa personal del General Madara.
Sasuke permaneció en silencio, al tiempo que sus ojos se volvían más oscuros, la miró durante unos segundos, aprentando su mano y giró su rostro a la ventana, soltando su extremidad.
La Haruno frunció también el ceño. Volviendo sus ojos al grupo de soldados formado delante, todos conocían o habían escuchado de las tropas personales de Madara Uchiha. Se decía que eran sus soldados más leales, encargados exclusivamente del trabajo sucio para quitar a sus enemigos personales, y la pequeña insignia sobre su uniforme era el distintivo característico: un punto rojo con líneas negras, formando tres círculos del mismo color en su base.
Nadie conocía la identidad del grupo detrás de las máscaras; sin embargo, todos sabían que estaban infiltrados en cada tropa y unidad. Espías para mantener todo controlado: Generales, Tenientes y Mayores.
Los asesinos que matarían con una simple orden
El auto redujo su velocidad hasta llegar a la altura de la primera patrulla. La ventana de Jūgo bajó, esperando a que el soldado hablara.
—Mayor Uchiha.—llamó realizando un saludo poco formal, mientras los orbes oscuros de Sasuke se alejaban del paisaje y miraban al individuo. Un leve asentimiento antes de volver con indiferencia a su estado inicial.
El hombre dio un paso hasta quedarse a su altura, y mientras Jūgo bajaba su ventana, la presencia totalmente oscura le habló.
—Mayor Haruno—. Una mano enguantada sobre el borde, mientras el tipo bajaba para mirarla cara a cara, separados por su máscara.
La tensión subió, su cuerpo entró en alerta y sintió a Sasuke intentar parecer indiferente.
—Soldado—. Su voz fue gélida mientras analizaba la mano enguantada a unos centímetros de su cuerpo y lo miraba fijamente.
El hombre se volvió a erguer y dio un paso atrás, dando la orden de abrir paso al vehículo. Jūgo aumentó la velocidad, cerrando las ventanas a medida que se alejaban. Sakura volvió un poco su rostro para observar al grupo de hombres cubiertos de pies a cabeza.
Algo había comenzado a cambiar y esta vez no existía vuelta atrás; los días estaban contados para que el caos llegara y la oscuridad reinara por tiempo indefinido; sin embargo, la pregunta real era: ¿volverían a ver otro amanecer en paz?
Sakura giró su cuello a la derecha, mirando por encima de su hombro, justo por el vidrio trasero del auto. Un pequeño grupo de soldados completamente cubiertos los observaban alejarse del punto, las armas listas en sus manos y el cuerpo en estado alerta.
—Mañana será un buen día, Mayor Uchiha. Los ejercicios en conjunto se harán en nuestros campos. La voz de Jūgo fue tranquila, captando su atención. Mientras ella volvía su cabeza, observó como los ojos del soldado se encontraban con los de Sasuke por el retrovisor durante unos segundos.
—Bien. Es hora de que los soldados de la Mayor Haruno vean que es un enfrentamiento real.
Los orbes oscuros de Sasuke la miraban, y pese a tener esa expresión estoica en su rostro, la diversión brillaba en los dos ojos ónix que la observaban desde el otro lado. Un entrenamiento en conjunto sonaba como los viejos tiempos, y si él quería jugar lo haría.
—Diga la hora Mayor, lo organizaré con mis capitanes—. Sakura sabía que estaban siendo observados desde lejos y a lo mejor escuchados. La mano en el vehículo no había sido un reflejo. Eran movimientos totalmente entrenados para parecer normales.
—Tenga a su equipo listo a las cero quinientas horas en la entrada principal, Mayor Haruno.
—No llegue tarde, Mayor.
La pequeña sonrisa de Sasuke le hizo saber que su chiste le había causado gracia, y si llegaba tarde ambos lo harían.
Él volvió a su posición inicial, dejando que el silencio se instalara en todo el auto. Una melodía suave sonaba por la radio, llenando todo el espacio. A pesar de que el oscuro futuro se acercaba con prisa, Sakura sentía que todo estaba volviendo a ser como siempre debió ser.
Un recorrido de 15 minutos más los llevó hasta la entrada principal del auditorio, custodiado exclusivamente por el grupo elite de Madara. Fueron recibidos por dos hombres, mientras abrían las puertas del vehículo al tiempo y bloqueaban la salida de Jūgo.
—El General Uchiha ha ordenado que solo Mayores en adelante estén presentes en la reunión, Mayor Uchiha. Su capitán será informado cuando termine la audiencia. Sasuke miró al hombre parado delante de la puerta de Jūgo y observó por unos segundos el rostro de Sakura mientras terminaba de acomodar su uniforme.
La Mayor Haruno se detuvo por unos segundos, mirando a Sasuke, quien sin más palabras caminó hasta su lado.
—Bien—. El hombre de Madara asintió y extendió el brazo como invitación a que siguieran.
El recorrido fue más largo de lo normal, y había un ambiente extraño en todo el recinto, la paz antes de la tempestad. ¿Estaban a puertas de la última batalla? Podría ser que, después de todo, éste debería llegar tarde o temprano y todos habían esperado demasiado por este día.
Entraron en el auditorio completamente lleno, todos sentados observándose unos a otros, los hombres más leales de Madara custodiando las entradas y sus perros guardianes en sus lugares analizando su llegada. Conocía sus ideologías y opiniones respecto a ella, podría estar muerta en menos de un minuto si no fuera porque Madara quería algo; sin embargo, nunca lo obtendría, se había asegurado de ello.
La Mayor Haruno caminó hasta su lugar, justo al lado de Sasuke, con todos los ojos fijos en ambos esperando el más mínimo error. Tomaron asiento, y aguardaron. Podía distinguir algunos encabezados con la foto del General Uchiha como primera plana y algunas otras en blanco y negro, todas menores de edad que no pasaban de los quince años.
Los ojos de Sakura volvieron a Madara y lo analizó en silencio, caminando de manera agitada en su tiempo normal y arrogante, su postura más curva y la mandíbula en una línea dura mientras las noticias mencionaban su nombre una y otra vez. Los músculos estaban totalmente tensos ante el estrés y la ansiedad que debían provocarle ser el centro de una mala noticia.
Ella soltó una pequeña risita sin poder evitarlo, captando su atención de inmediato. La mano de Sasuke dejó de jugar con el bolígrafo, y fue cuando lo sintió. La mano enguantada de Madara Uchiha sobre su cuello, Sakura sonrió un poco más, mirándole con burla.
—Tú…—Apretó un poco más su cuello—. Debí matarte cuando tuve la oportunidad.
Sakura lo siguió mirando fijamente, pese a la fuerza aplastante sobre su cuello que obstruía el oxígeno.
—Ahora todos verán la basura que eres—murmuró con dificultad, sintiendo un poco más fuerte el agarre. Tenía una idea de más o menos lo que decían los diarios, lo que estaban hablando todos y él porque Madara Uchiha estaba tan preocupado.
Sakura sonrió más.
Sabía que todos los estaban mirando, y la mirada penetrante de Sasuke sobre la mano de Madara era la más notoria de todas. Abrió la boca como reacción natural buscando oxígeno, cuando finalmente llegó a su límite y el general apretó un poco más.
—Corregiré ese maldito error ahora. Debiste creerte muy lista; pero has terminado de cavar tu propia tumba.
Su voz destilaba el odio que, siempre supo, le tenía. Sasuke de alguna manera siempre había sido su favorito y ella lo retenía a su lado, sin poder volverlo un títere.
—General Uchiha— La voz engañosa de Sasuke, pensó, siempre usaba esa voz tratando de transmitir la tranquilidad que no sentía.
—Esta vez no podrás salvarla, Sasuke. Ayer fue su última partida contra mí. Los ojos de Madara viajaron hasta el Mayor, mostrándole que realmente había tomado la decisión de asfixiarla delante de todos.
—Es imposible que ella lo haya hecho.
Se detuvo un momento antes de seguir, no quería terminar el secreto que compartían pero era eso o su vida.
—La Mayor Haruno estuvo toda la noche conmigo, trabajando en la tarea que nos fue asignada.
Los ojos azabaches de Sasuke lo miraron con determinación, y la mirada penetrante de Mei se había vuelto más oscura, llena de odio.
—La teniente Coronel es testigo de verla momentos después de la reunión que tuvimos para deshacernos de los traidores—. Su voz fue cortante, tratando de esconder que de alguna u otra manera, la muerte de Suigetsu aún le afectaba.
La traición nunca era fácil de digerir.
—Tengo una teoría.— Se atrevió a decir, levantando la mano para agarrar la de Madara, y las dos miradas se cruzaron en una batalla silenciosa.
Sasuke usó más fuerza de lo que era conveniente obligándolo en una señal silenciosa de que debía soltar el cuello de Sakura, que comenzaba a caer en la inconsciencia por falta de oxígeno. A pesar de que su rostro trataba de mantenerse serio e indiferente, su cuerpo estaba pidiendo a gritos silenciosos ayuda, ya que estaba llegando a su límite.
—General—repitió ejerciendo más fuerza en la mano enguantada de Madara. Sus rasgos se habían vuelto más duros y la desesperación se estaba haciendo presente al ver el rostro de Sakura demasiado pálido.
Un silencio prologado se instaló antes de que Madara soltara de golpe a Sakura, quien cayó sobre la madera con un golpe fuerte y estruendoso, el sonido de su respiración pesada y errática, mientras tosía de manera constante mirando al General desde su posición convaleciente.
Otro golpe resonó en todo el lugar, algunos jadeos sorprendidos y luego el silencio incómodo se expandió.
—Recuerda tu posición, Sasuke.
Fueron sus palabras después de la bofetada. La mejilla del Mayor Uchiha ardía por el impacto; pero su expresión era totalmente plana y carente de dolor.
A pesar de que el músculo parecía palpitar debajo de un color rojo brillante por el impacto, él volvió la cabeza y tomó asiento ignorando la mirada de todos.
Sakura siguió tomándose el cuello con cuidado, sin apartar sus ojos verdes de Madara quien caminaba nuevamente al podio mientras noticias en varios canales internacionales y algunos pocos nacionales se proyectaban en la enorme pantalla al mismo tiempo, varias voces con un simple mensaje: El general Madara Uchiha, era mucho peor que la familia imperial junta.
Una botella de agua apareció delante de ella de forma silenciosa. Se atrevió a mirar a Sasuke por el rabillo de su ojo. La marca aún roja sobre su rostro era un contraste demasiado marcado para ignorarlo; quería tocarlo; sin embargo, con tantos ojos sobre ella era preferible no hacerlo.
Tomó un sorbo tratando de calmar el ardor en su garganta y a continuación realizó un barrido sobre todo el auditorio. El rostro inexpresivo de la mayoría, era una máscara frágil en más de la mitad. El resto parecía totalmente ajeno a la gravedad de lo que estaba sucediendo.
Pero lo que realmente le llamó más la atención fue la ausencia de Fugaku Uchiha. Los hombres y mujeres de la familia Uchiha dedicaban su vida a la milicia, y solo se retiraban llegando a una edad o bien, cuando morían. Estaba bastante segura de que aún le faltaban unos años para su jubilación.
—Sasuke…tu pa-
Un leve golpe en su pierna izquierda la hizo detenerse, la señal silenciosa de que no era el momento ni el lugar para tratar el tema.
"—Según nuestros informes, la mayoría de niños y niñas de los orfanatos entre la edad de 8 a 10 años, fueron sacados y llevados de las instalaciones y llevados hasta una isla privada propiedad exclusiva del General Madara. Al parecer no era el único participante activo en estas actividades; sin embargo, parece que es el único miembro del clan Uchiha, quienes son conocidos por su larga línea de servicio".
El silencio era incómodo, mientras todos escuchaban las noticias.
—Apáguenlo. Fue la orden letal de Madara quien observaba con odio la pantalla. —¡Apáguenlo ya!
Nunca nadie lo había visto gritar, pensó Sakura, sintiendo a Sasuke tensarse a su lado. El sonido de los hombres corriendo, tratando de apagar el equipo, no fue lo suficientemente rápido y efectivo para el gusto del general, quien ya exasperado sacó su arma y disparó.
Tres balas, y todo el lugar se había quedado en silencio.
—Sasuke, tu teoría, por favor—murmuró sentándose en su lugar, con el arma en la mano, observándolos de manera fija. Madara Uchiha había llegado a un punto de no retorno.
Sakura dejó su mirada sobre el General. El desafío silencioso no era algo nuevo para ella. Quería hacerle entender que la muerte le era indiferente. Su experiencia le había quitado el miedo y si era su final, que así fuera. Analizó de manera discreta a los demás asistentes, y la máscara perfecta se comenzó a resquebrajar de forma sutil en más de los que hubiera imaginado. Otros, como Mei Terumi, seguían igual que siempre.
Aproximadamente cinco guardias de Madara estaban en ese extremo del auditorio, dos en cada puerta, y debían estar otros cinco detrás de ella. En un total de catorce guardias leales para una reunión, algo grande se avecinaba.
—Suigetsu era un experto en la obtención y manejo de la información—. Fueron las primeras palabras luego de unos momentos, mientras veía su mano derecha girar el bolígrafo de manera experta y la otra mano sobre la mesa—. Después de ayer, mandé a investigar un poco sus pertenencias, y el dinero ha desaparecido; pero según mis cálculos debió ser una cantidad considerable más allá del trabajo que nos hizo creer. Además de no ser la primera vez, encontramos algunas notas y creemos que faltan ciertas pertenencias que debieron ser entregadas de manera previa a terceros o con quien estuviera trabajando, ya que logramos obtener algunas copias de seguridad en su ordenador.
El silencio se hizo largo y profundo, y los ojos de Madara Uchiha se volvieron más oscuros.
—Su posición le entregaba cierta libertad para ir y venir. He comenzado una investigación interna de mis propios hombres—. Sasuke apretó su mandíbula. Admitir una limpieza interna en su propio equipo daba demasiada libertad a esas personas indiscretas que querían tomar su lugar.
—Bien. Confío en que sabes lo que haces, Sasuke.
Los ojos de Madara viajaron a ella, conocía esa mirada, y Sakura mantuvo sus ojos sobre él, mandando un mensaje silencioso al Mayor Uchiha con un simple rocé.
Los ojos de Sasuke se oscurecieron más. Él también lo sabía. Todo había cambiado. Sakura ya no le era de utilidad y los días podían estar contados hasta que encontrara la mejor manera de deshacerse de ella.
Admitir eso delante de todos no era lo mejor para su posición pero no tenía más opciones en ese momento. Madara estaba totalmente inestable, y ya todos habían notado su comportamiento errático, justo después de escuchar las noticias, y si seguía así sería peligroso para todos.
Lo más importante ahora es encontrar a la persona a quien le fue vendida la información o los aliados que pueda tener afuera, a quien le han vendido datos, porque estoy seguro, General, de que todos fuimos parte de esa venta.
La voz de Sasuke fue contundente, Suigetsu había sido quien los traicionó a todos por dinero. Sakura miró de reojo a Sasuke, su mano tratando de parecer relajada, los músculos de su cuello tensos tratando de aparentar la tranquilidad que no poseía.
Los orbes verdes de la Mayor Haruno volvieron al frente, observando detenidamente a Madara. Quien había echado la cabeza hacia atrás, mientras cerraba los ojos y respiraba con fuerza. Quería reír ante la ironía, saber que no era el único quien podía caer le daba una tranquilidad que realmente no debería tener… Pero ¿qué más secretos podían tener? Dejó sus ojos barrer todo el lugar y lo supo: pocos que se salvaban eran iguales o peores, por eso estaban ahí para mostrar el horror en sus rostros.
Sakura sintió la bilis en la boca de su estomago, unos jodidos enfermos que utilizaban su poder para todo, menos para defender lo que habían jurado.
Extrañamente, ni su padre, ni el padre de Sasuke se encontraban presentes pese a ser una reunión de los Altos Mandos; no obstante, sus pensamientos se vieron inundados cuando escuchó la risa cínica de Madara. Tensó los hombros ante la crueldad y el cinismo que podía escuchar con sólo su burla. La mayoría de los asistentes parecían totalmente indiferentes, tan fríos, tan poco humanos.
—Una última oportunidad, Sasuke. De lo contrario, sabes lo que sucederá.
Fue la advertencia de Madara, y después de su risa, los ojos negros oscuros y crueles sobre ella la hicieron caer en cuenta de que Sasuke debió haber hecho un trato por su vida.
—Sí, General. Fue la simple respuesta por parte de Sasuke con la mirada fija en él.
Podía notar la inconformidad entre los demás mandos, todos con la mirada en ella; sin embargo, cada uno se mantuvo en su lugar, sin hacer nada. Sus ojos verdes volvieron a Madara quien sonreía con malicia, y se podía hacer una idea de lo que quería para Sasuke, aunque no estaba de todo segura y sus deducciones eran acertadas…
—Reunión terminada—. La voz fría y profunda de uno de los guardias personales llenó el lugar, justamente abriendo las puertas del recinto.
Sakura observó como desde los extremos comenzaba la salida de los asistentes, y lista para largarse de ese lugar, dio vuelta para comenzar la marcha cuando lo escuchó.
—General Uchiha, yo la terminaré para usted—. El sonido tan conocido de un arma, la mano caliente de Sasuke sobre su brazo, el olor característico penetrando sus sentidos y entrando en su espacio cuando se encontró de golpe con una espalda amplia y firme, y por último la tensión en los músculos justo en los lugares correctos.
—Sasuke— Una advertencia sencilla… Plana.
Sakura contuvo el aire en sus pulmones, todos se habían detenido, y la tropa personal de Madara les estaba apuntando, y a pesar de estar escondida de todos podría notar la diferencia en el aire.
—General—. En una palabra, Sasuke había puesto sus cartas sobre la mesa y Madara lo sabía.
—Tu capitán está esperando en la entrada.
La respuesta fue todo lo que necesitó él para bajar su mano y tomar su mano arrastrándola fuera del lugar. El arma de Sasuke seguía a la vista, y con los pasos firmes atravesó todo el lugar con ella, cuando otro disparo se escuchó desde el interior.
Trataba de parecer indiferente y fría, sin embargo, sus manos estaban apretando con más fuerza la mano del Uchiha. Entraron en silencio al auto, ignorando a los hombres de Madara en la guardia. Sabía que estaban siguiendo cada pequeño movimiento que hicieran.
El camino de vuelta fue totalmente silencioso. La base estaba completamente vacía y si no estaba mal, tendría el día libre por hoy. Tal vez unas pequeñas vacaciones después de todo el drama.
Llegaron a la residencia de Sasuke y salieron del auto sin más ceremonias, como una pareja normal. Mientras tanto Jūgo se marchaba para realizar una limpieza exhaustiva del vehículo.
Entraron en la casa en completo silencio, y aun con las luces apagadas podía apreciar cómo Sasuke se despojó de su uniforme lentamente: la gorra, sus guantes, la gabardina tiradas sobre una silla sin más ceremonias, volvió a ella, tomando su rostro entre sus manos calientes y sus labios sobre ella…
Sakura jadeó por la sorpresa, y se aferró a la camisa de Sasuke como si no hubiera mañana. Todo, siempre había querido todo con él, siempre habían sido solo ellos dos.
Podía sentir la necesidad en ese beso: lo que fueron, lo que eran y lo que serían. Nadie había entendido realmente lo que eran el uno para el otro, habían sido años solitarios y dolorosos para ella, algunas cosas que estarían entre ambos, tratando de separarlos siempre; sin embargo, había logrado entender que él también se había sentido así.
Huyendo durante años, de amantes a enemigos y ahora volviendo a donde siempre deberían haber permanecido, tenía su nombre grabado en fuego sobre su corazón, porque a pesar de todos los años separados él aún parecía conocerla mejor que nadie.
—Sasuke—jadeó su nombre.
Él se limitó a besarla más profundamente. Sí, definitivamente podían llamarlo como quisieran, porque Sasuke siempre había entendido que no necesitaba ser salvada como los demás pensaban.
Hoy podría ser el fin del mundo; y para ellos sería una bendición. Pensó dejándose llevar completamente.
Los primeros rayos del sol penetraban con delicadeza por la ventana y un peso ausente en la cama la hicieron levantarse y observar en silencio el cuarto. Era hora de entrenar después de ayer, y sabía que era sólo cuestión de tiempo para que todo estallara… La puerta lateral se abrió revelando al Mayor Uchiha preparado, ropa de entrenamiento negra y cómoda y esos ojos penetrantes que la miraban con tanta atención que sabía que nada de lo que hacía era mentira.
—Estaré lista en cinco minutos.
Saltó de la cama con agilidad y corrió al baño. Cinco minutos hacían la diferencia entre la vida y la muerte. Terminó en tiempo récord y bajó corriendo hasta la primera plata para encontrarlo justo delante de la puerta con una pequeña bolsa.
Sin poder evitarlo, se acercó con prisa y se paró delante, en puntillas, con la mirada fija en esos orbes negros, y dejó que una sonrisa apareciera en su rostro mientras acercaba sus labios a la boca de él, un pequeño roce antes de separarse.
—Sakura— Su voz fue baja e íntima. Esos momentos eran solo de los dos.
—Sasuke—dijo un nombre en un susurro sintiendo la felicidad en su cuerpo, y dejó escapar una pequeña sonrisa mientras dejaba sus brazos rodearlo. Ojalá pudiera detener el tiempo y estar siempre así.
La calidez de su cuerpo con el suyo.
Sin embargo, la fantasía se vio terminada cuando el golpe en la puerta lo sacó del pequeño mundo. Con un Jūgo totalmente vestido para un entrenamiento largo y abrumador, su rostro es totalmente inexpresivo.
—¿Qué sucede Jūgo?— Fue el simple comentario de Sasuke sin soltarla. Al parecer era una noticia que estaba esperando.
—Ha comenzado un pequeño movimiento dentro de los civiles, justo como predijo—. El Mayor Uchiha asintió sin mirar a su subordinado. — Y también ha comenzado a flotar la incertidumbre dentro de la base, ¿debemos hacer algo?
—No.— La respuesta fue simple y corta, ¿qué era lo que sabía Sasuke y ella había omitido? Algo estaba mal, lo podía presentir, como si faltara una pieza en todo el rompecabezas.
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Continuará
Lento pero seguro.
Espero que todos se encuentren bien y gocen de buena salud.
Gracias por seguir leyendo, espero que el capítulo les guste.
Zhang
