Sabía que allí había algo.

Primero fue su instinto el que se lo advirtió. Luego fue su cuervo kasugai.

Tenía mucho sentido si lo pensaba. Un barrio donde todo está permitido, donde la vida se vive al revés...un demonio estaría más que cómodo en el Distrito Rojo.

Así que, Tengen Uzui se adentro en Yoshiwara una noche. Dos. Tres. Diez.

Un mes.

Rondó todas las casas y trató de ser lo menos llamativo posible, lo que le resultó sumamente difícil.

A veces se preguntaba qué se sentiría vivir una vida simple como la de todos esos hombres y mujeres que veia. Sin tener que correr detrás de monstruos despiadados, sin ver tanta sangre derramada.

Últimamente esa idea aparecía más seguido que antes.

Caminó como un cliente más por esas pequeñas calles desbordantes gente.

Venía investigando hace tiempo. Y cada lugar que visitaba resultaba ser un callejón sin salida, y tenía que tomar otra dirección.

Pero esa noche, en una de las locaciones más pequeñas, una de las muchachas le dio información invaluable: una casa albergaba un demonio.

Una mujer que no se parecía en nada otras mujeres, diferente a todo, con los ojos totalmente negros cómo la noche y la boca siempre cubierta de sangre. Su piel era blanca como la de la Yuki Oni y su voz podía hechizar a quien la escuche sólo con una palabra.

-Esa casa...- le dijo, mientras miraba hacia los costados, asegurándose de que nadie la escuchaba.- Es famosa por ofrecer placeres...poco comunes. Las malas lenguas dicen que los hombres que van allá, y que pasan la noche allí, son drenados totalmente por la mujer demonio, que se alimenta de su dinero, su energía y su sangre hasta que prácticamente no se pueden mover, solo les deja la suficiente fuerza para caminar.-

Los ojos del Pilar del Sonido parecieron brillar con semejante descripción.

"Te encontré".

La Casa Extravagante estaba prácticamente oculta y separada del resto. Por fuera, no distaba mucho de las otras construcciones del barrio, y Tengen pareció decepcionarse.

Cuando quiso entrar, un hombre muy fornido, con un ojo ciego, blanco como el humo, le impidió el paso.

- La Casa está llena...-Dijo, cruzándose de brazos.-

- Por favor amigo, déjame entrar.- pidió Tengen, con buena voz.- Necesito terminar bien mi noche. Este barrio ha sido una decepción.-

- La Casa está llena.- repitió.

Tengen pensó. Y supo que tenía que desembolsar metal primero aquí antes que adentro.

Así que allí se fue un buen puñado de monedas.

El grandote de la entrada gruñó en señal de aprobación, y se hizo a un lado, abriendo con una mano la cortina que ocultaba el interior de la vista de los pasantes.

Tengen Uzui era un hombre de experiencia. Viajó por muchos más lugares de los que podía contar, y nutrió su mente en esos viajes. Era un hombre culto, que disfrutaba leer lo que cayera en sus manos, y aprender. Le gustaba pensar que pocas cosas lo sorprenderían.

Pero al entrar, lo que vio sacudió su cerebro.

No era una Casa diferente a las demás por fuera pero por dentro...era otro universo.

En una gran habitación iluminada por enormes lámparas de aceite que le daban una apariencia aún más íntima, había personas de todos los tamaños, colores y sexos. Mujeres con miembros faltantes, con extrañas prótesis, máscaras, disfraces.

Había mujeres desnudas que eran mujeres arriba, y varones abajo.

Había personas que prácticamente le llegaban a las rodillas y jovencitos enfundados en finísimos kimonos, con cuerpos tan neutrales que la única forma que tuvo de darse cuenta de que eran hombres fue notando en su garganta la manzana delatora.

Había una mujer que lo doblaba en tamano, recostada en un enorme almohadón, siendo alimentada por dos o tres hombres, que iban con correas en la garganta, y pinzas en los pezones, de las que ella tiraba levemente cuando queria algo. Había otras mujeres tan delgadas que parecía que iban a quebrarse en cualquier momento, cubiertas por finísimas telas transparentes y llenas de joyas. En el centro de la habitación un muchacho, de marcados rasgos femeninos pero un cuerpo desnudo sumamente andrógino, tocaba armoniosamente el shamisen. El aire olía a tabaco, alcohol, opio y lavanda.

Extravagancia en su máximo esplendor. Variedad a pedir de boca.

Pero no había, o al menos él no detectaba, ningún demonio. Y aunque sus sentidos estaban algo embotados por el ambiente tan cargado, aún eran agudos y él aún confiaba en ellos.

-¿Que busca el joven?- una mujer bastante mayor, de marcados rasgos duros y el cabello negro recogido en un enorme peinado lleno de adornos, apareció a su lado y le habló luego de darle una calada a una larga y delgada pipa.

Tengen pensó, y se giró a verla para decirle con suavidad:

- Lo más especíal, extravagante y llamativo que tenga en el menú, señora.-

La mujer lo llevó a través de la habitación, tomó un farolillo de una pared y lo guío por una escalera hacia abajo, hacía una especie de sótano.

Era un pasillo lujosamente decorado, con una interminable fila de fusumas cerrados. Y Tengen no pudo evitar pensar en qué extensión tenía este lugar realmente. Arriba, en la superficie parecía pequeño. Pero claramente se extendía mucho más.

El pasillo olia a incienso, y aunque estaba bajo tierra no se sentía extraño, el aire seguia siendo respirable y de alguna forma, mas puro que en esa habitación donde uno escogia que deseaba consumir.

Allí abajo, los sonidos inconfundibles del placer parecían acariciarle los oídos. Gemidos. Deliciosos y cargados de erotismo se amontonaban en sus tímpanos, potenciados por la resonancia del lugar.

Se detuvieron en la última puerta al final del pasillo.

La mujer le hizo un gesto reverente para que ingrese, y deslizó un "que lo disfrute".

Tengen se halló solo en una sala con un biombo de tres piezas, en el lado opuesto de la habitación había una mesa pequeña con una botella de un sake muy caro, y un espejo, más grande de lo que hubiera pensado que cualquier dama necesitaría.

Y en medio, un futon con un costoso cobertor, color rojo y negro, con una enorme grulla bordada con hilos plateados.

Pero nada más. No había nadie allí. Y había silencio, al menos dentro de la habitación. Así que se acercó lentamente al tokowaki, y miró dentro dentro de un armario empotrado en la pared.

Abrió un cajón. Velas y sahumerios.

Cremas y aceites en el otro cajón.

El último tenía cintas de raso negro, cadenas y sogas de varios grosores...Tengen alzó las cejas y una suave sonrisa se dibujó en sus labios.

-Vaya, eres curioso por naturaleza ¿verdad?- la voz sedosa y tranquila de una mujer lo tomó totalmente por sorpresa. - Eso es bueno. Me agrada.-

Se giró rápidamente y la vio.

Era mucho más baja que él, lógicamente. Tenía la piel blanca como la luna, las pupilas y el iris se fundían en un profundo y amenazante negro, cómo la obsidiana, cómo la noche cerrada. Los labios carnosos estaban pintados de un rojo carmesí como la sangre recién derramada y el cabello, negro también, era larguísimo, tanto que incluso recogido y trenzado, llegaba a arrastrarlo por el suelo.

Era, francamente, exuberante. Los pechos grandes estaban metidos en un sostén totalmente cubierto de zarcillos y piedras preciosas de colores negros y rojos, coronados por una gran gargantilla a juego que caía en cascada hasta donde justamente se unían.

Llevaba una especie de falda corta, también repleto de las mismas piedrecillas, que se movían al compás de sus caderas cuando caminaba, y hacían un sonido sutil. Iba descalza, y sus pies pequeños parecían apenas tocar el suelo que pisaban.

Pero...sus facciones. Sus facciones eran claramente diferentes a todas las personas que había visto en toda su vida.

Pero claramente humana. Indudablemente.

- Bienvenido a mí guarida.- le sonrió, con una voz que pareció envolverlo, acariciarlo. Cerró la puerta detrás de ella y lo miró fijamente- ¿Encontraste algo en mis cajones que te interese?-

"Pues...si." pensó Tengen. "Todo lo que vi, en el orden en el que lo vi."

- No...de hecho...- dijo él, aclarándose la garganta. Profesionalismo ante todo.- Creo que no eres lo que estaba buscando.-

Ella hizo un puchero que hizo que sus labios carnosos resalten aún más.

-Pero si ni siquiera nos hemos presentado, cariño.- dijo, acercándose a él lentamente, como un depredador a su presa, como un vendaval, con los zarcillos tintineando al son de sus pasos en una melodía fantasmal.

- Lo siento, pero no...-

- Soy Oni*.- sonrió ella, poniendo delicadamente una mano en el pecho del hombre que la doblaba en altura, y Tengen observó las uñas largas, puntiagudas y filosas. Era evidente que cuidaba sus manos y limaba sus uñas para que se vean asi

- Oni...- repitió él. Y el relato que escuchó cobró sentido. Se decepcionó. En parte. - Así que tú eres el demonio del que tanto hablan...-

- ¿Una prostituta mestiza, de ojos negros, redondos y piel blanca? Por supuesto que soy un un demonio para todos los japoneses. Es su definición para conmigo.- Sonrió ella, aunque Tengen pudo ver un brevísimo destello de ira en sus ojos.

El maldijo para sus adentros. Su búsqueda nuevamente fue infructuosa...

¿O no?

- No eres a quien buscaba.- dijo él, apartandola suavemente por los hombros y dándole la espalda para salir.

- ¿Buscas al verdadero Demonio de este barrio lujurioso?- Se apresuró a decir Oni.- ¿Qué eres, un Cazador?

Tengen se detuvo y se giró a verla. Fue cómo si la chica hubiera lanzado un anzuelo y él lo atrapó en el aire.

- ¿Qué sabes sobre eso?- preguntó él, viéndola casi de costado.

- ¿Sobre el Demonio o los Cazadores?- preguntó Oni, inocentemente.

- Ambos.-

- Quédate, y te cuento lo que quieras. -Sonrió ella, encantadora, llamándolo con un dedo. Tengen notó como se humedeció los labios y los mordió levemente en un gesto que le resultó sumamente seductor.

Y aunque hasta hace unos instantes había dicho que se iria, lo cierto es que no tenia ni la más mínima gana de hacerlo. En esa casa se respiraba extravagancia y eso le gustaba, era innegable.

Así que si frágil voluntad se quebró al ver ese gesto sutil.

- Así que también negocias.- le sonrió, mientras se acercaba a ella.- Soy todo oídos.

Oni amplió su sonrisa, y abanicó sus largas y pobladas pestañas para él.

Llevó suavemente sus manos hasta las solapas de su kimono y tiró hacia abajo levemente. Y sin mucha resistencia del otro lado, lo colocó de rodillas frente a ella. Lo miró a los ojos y pasó una mano delicada por el cabello blanco del Pilar. Le acarició el rostro y jugueteó levemente con los aretes dorados.

Oni pareció embelesada por un momento, Tengen tuvo la impresión que sus ojos brillaron casi soñadores mientras recorría sus facciones con sus manos, mientras le acariciaba con delicadeza los labios.

Pero luego algo cambió, como si algún mago hubiera chasqueado los dedos y la mujer que tenía enfrente de hubiera desvanecido.

Oni parpadeó varias veces y puso si habitual sonrisa.

Tengen entendió que había asumido el papel para entrar en acción.

- Verás...llevo varios años aquí, trabajando.- Dijo, arrodillándose también- No creerías las cosas que se oyen o se ven por aqui.-

Estando frente a frente de rodillas, Oni pasó ambas manos por la cintura de Tengen, para llegar al nudo del Obi en la espalda, y este movimiento la dejó tan cerca de su rostro, que la punta de su nariz prácticamente rozaba con la de él. Clavó sus ojos negros en los de Tengen, y él solamente pudo tragar saliva. Había un fuego voraz en esos ojos.

No lo intimidaban las mujeres, en absoluto. Tampoco es que fuera tímido.

Pero pocas veces había conocido una mujer tan arrolladora como Oni. Emanaba una energía muy particular, destilaba sexualidad a cada paso, y eso no era algo que se vea a menudo.

Lo cierto es que no es que fuera algo común para él frecuentar prostitutas. Nunca lo necesitó, sólo entró a Yoshiwara porque había un demonio que estaba usándolo como restaurante. Y en su búsqueda, todas las prostitutas que conoció eran más bien delicadas y educadas, las típicas muñecas de placer, convencionales, protocolares.

Oni, en cambio, desprendía una energía que arrasaba con cada movimiento, con cada palabra.

-La noche es la madre de los secretos más oscuros...- le sonrió ella, con un brillo casi feral en sus pupilas.

Arrojó el obi lejos, y abrió lentamente la prenda que lo cubría. Tengen vio con claridad como se humedeció los labios cuando le quitó el kimono, cuando paseó los ojos por el cuerpo literalmente perfecto del Cazador, y eso le produjo una pulsión de excitación.

- Y nosotras, las putas, somos las guardianas de esos secretos...- agrego ella, dejando la frase incompleta. Lo miró a los ojos y los entrecerro levemente. Él supo que quería saber su nombre.

- Tengen.- dijo él, sin quitarle la vista de encima. No hubiera podido ni aunque lo hubiera intentado. La tenía tan cerca que olía la mezcla sake y jazmines que la cubría.

-Tengen.- repitió ella, ampliando su sonrisa seductora. Vaciló un instante, moviéndose hacia adelante, y sus labios rozaron los del Pilar. Pero luego retrocedió y se puso de pie.

- Lamento no ser lo que buscas.- dijo ella, dándole la espalda y caminando hacia los cajones que previamente él había revisado.- Acepta una cortesía de mi parte, ya sabes, por la decepción.-

- ¿Y cuál sería esa cortesía...Oni?-

- Te daré el mejor masaje que te hayan dado en tu vida, cariño.- sonrió ella, y sacó del primer cajón una pequeña botella de vidrio amarronado.- Recuéstate, boca abajo.-

Tengen no lo pensó dos veces y se recostó sobre el futón. Escuchó los pasos de la mujer y sintió caer su falda pesada a un costado.

Con el Pilar del Sonido en fundoshi y recostado boca abajo, ella se le sentó sobre la cintura. Tengen sintió enseguida que estaba desnuda. Al menos en su parte inferior.

- ¿Me vas a contar qué sabes o jugaremos a pararmela toda la noche?-

Oni rió, tenía una risa fuerte y marcada. Destapó la botella, y un delicioso aroma a cedro llegó sutil a la nariz del Pilar.

-¿Tienes prisa...- preguntó Oni, pasando sus manos aceitadas por los fuertes y marcados músculos trapecios del hombre. Se inclinó para hablarle al oido, su voz y el roce de los mil zarcillos que contenían los pechos contra su espalda lo estremecieron. Deslizó la última palabra con tanta seducción como pudo.- ...Cazador?

Tengen cerró los ojos, un escalofrío le recorrió la médula espinal. Quizá si era cierto que su voz embrujada a los hombres.

"Que jodidamente excitante" pensó. "Que peligrosa puede ser una mujer totalmente consciente de su atractivo."

-Pues ahora ya no...- sonrió él, sincero.

Oni comenzó su masaje, y fue realmente placentero, relajante. Sus dedos se movían decididos, suavemente, profundamente por la espalda y él podia sentirla sentada desnuda sobre su piel, sentir el calor de sus muslos, la intrincada composición de la vulva, cálida.

- Los secretos de este barrio son muchos y hay pocos que yo no sepa. A la gente el encanta hablar. Apuesto que viniste porque alguien te dijo que yo era un ser sobrenatural que comía personas o al menos, en parte. ¿Me equivoco?.-

- No. - dijo Tengen, algo sorprendido.- Asi fue. Tienes una reputación interesante.-

Oni rió nuevamente, pero más bajo.

- Esta Casa alberga muchas excentricidades pero ningún demonio. Sin embargo, si hay uno rondando el barrio...- le dijo. Recorrió con sus manos todo el largo de la columna y Tengen suspiró.- Últimamente muchas mujeres han desaparecido sin dejar rastros.-

- ¿Tienes idea de cuántas?- la voz del Pilar parecía venir desde muy lejos. Y la verdad sea dicha, estaba intentando mantenerse alerta aunque las manos de la mujer, pequeñas pero absolutamente calificadas, hacían un trabajo maravilloso al relajar sus músculos.

- Más de 5 seguro. Y eso sólo en los últimos dos meses. También pensarás que estoy loca, pero creo que ese demonio puede tomar una forma de serpiente o algo...esta es una habitación subterránea, y puedo jurar por mi vida que escucho algo arrastrarse bajo la tierra.

- Es una posibilidad.- dijo él.- Mientras más personas comen, más poderosos son, y más habilidades adquieren.-

- Muchas mujeres venimos aquí porque nos vendieron desde niñas, otras porque escaparon de sus hogares o fueron rechazadas por su familia...- Dijo ella, y se inclinó para masajear la parte de atrás de los brazos y los antebrazos.- Volvió a subir a los músculos del cuello.- Es injusto que en un mundo que nos trata como mercancía, todos miren hacía otro lado cuando muere o desaparece alguna. Somos prostitutas, pero aún somos seres humanos.-

Tengen notó como el agarre de sus dedos y su trabajo se volvió levemente más fuerte y violento. Supo que estaba enfadada...,y así y todo se sentía placentero. La chica manejaba muy bien sus emociones.

- ¿Tienes idea de dónde está o quién es?- preguntó él, cuando su cerebro pudo salir a flores del mar de relación en donde estaba.- Hace tiempo estoy investigando el Distrito, y no he avanzado mucho. Lo más cercano a una pista viable has sido tú. Y no eres un demonio.-

- No...- dijo ella, masajeando todo el largo de la columna vertebral, deslizando sus manos abiertas sobre los músculos dorsales, haciendo presión. Tengen suspiró. Eso se sentía muy, demasiado bien.- Pero si tengo grandes sospechas de tres casas.-

- ¿Tres?

- Tres de casi doscientas me parece un buen número.- dijo ella, alzando una ceja.- ¿A cuánto redujiste tu búsqueda hasta ahora?

Tengen río. Bueno, era cierto que sus resultados no llegaban a ese margen y no lo harían en bastante tiempo si las cosas seguían a ese ritmo, así que el dato era altamente valioso.

- ¿Cuáles son esas casas?- preguntó.

- La Casa Tokito, la Casa Ogimoto y la Casa Kyogoku.- le dijo Oni, sin dejar de atender los músculos del Pilar.- Esas tres son las que mas sospechas me producen.-

- He estado en ellas. No vi nada fuera de lo común.-

- No lo verás. - Sentenció Oni.- Ese demonio debe saber bien como camuflarse.-

Tengen repasó sus visitas a esos lugares. Realmente no percibió nada...pero quizá, sólo quizá, el demonio estaba demasiado oculto. Tan oculto, tan mimetizado con su entorno que nadie sospecharia.

Debia revisar a fondo. Infiltrarse más, así que una idea iluminó su mente en ese momento.

Pero su cerebro archivó ese pensamiento cuando Oni se bajó e hizo girar a su cliente, para que quede recostado boca arriba.

Entonces volvió a lubricar sus palmas con ese delicioso aceite aromático, se sentó a horcajadas sobre Tengen, y comenzó a masajear su pecho, los brazos, los hombros, incluso sus manos, con asombrosa dedicación.

Hasta ahora, había manejado muy bien su cuerpo y había evitado una erección. Pero luego de semejante estimulo, más la visión de la mujer sobre él y toda la energía que esta emanaba, Tengen pensó que tendría que estar muerto para no excitarse.

-Vaya...alguien decidió unirse a la fiesta.- sonrió ella cuando lo sintió debajo.

- Reacción natural, no soy de piedra.- sonrió él, con la sonrisa más descarada que le salió.- Pero no te entusiasmes, soy casado.-

- Ja, cariño...- Oni echó la cabeza hacia atrás y dejó salir una risa.- Como si eso fuera un problema aquí realmente.- dijo, pasando sus dedos por sus abdominales.- Hombres ricos y poderosos de todo el país han pasado por esta casa y créeme...todos son casados hasta que tienen a mano un pecho que no es el de su esposa. Todos son varoniles hasta que uno de esos jovencitos delicados que viste arriba le ofrece una chupada. Todos son déspotas en sus hogares hasta que te piden por favor que los nalguees mientras usan el kimono de una maiko.-

Tengen frunció el ceño.

Él se consideraba extravagante, incluso en el sexo. Tenía la mente abierta a nuevas experiencias siempre, pero lo que Oni le estaba relatando, era demasiado hasta para él. Claramente su mundo era convencional comparado con lo que ella veía.

O hacia. Su corazón corrió entusiasmado.

-.Aqui, Cazador...- sonrió ella, y acarició suavemente con las manos aceitadas sus pectorales, pasando tortuosamente los pulgares resbalosos por los pezones de él, lo que le envió una fuerte corriente de placer directamente al cerebro.- Las reglas del mundo exterior no nos rigen.-

Tengen respiró profundo, puso sus manos en las caderas anchas de Oni, y apretó firmemente. Su propia cadera se alzó casi instintivamente y la mujer de los ojos negros dejó salir un suspiro fugaz cuando sintió la firmeza apretarse contra ella.

- Parece que no soy el único que decidió unirse.- Sonrió él, cuando sintió la humedad de la entrepierna de Oni. Ella deslizó su cadera suavemente, estimulandose.

-¿Vas a entrar o necesitas una invi-..?.-

Antes de pudiera decir nada, y con una velocidad que francamente la aterró, Tengen ya había liberado su miembro de la ropa interior y ahora palpitaba piel con piel debajo de ella, rozando el clítoris hinchado, los labios menores húmedos.

Oni se sostuvo con las rodillas y se sentó sobre él, haciéndolo entrar de una vez.

Tengen gimió ante la calidez y la estrechez de su amante. Mal pensó que una mujer que trabaja de esto no podía estar tan tonificada, pero ella lo recibió de una manera tan apretada que lo volvió loco.

Se sentó en el piso, y con un brazo la rodeó por la cintura, dejándola levemente suspendida sobre él. Con el otro, se sostuvo en el aire, lo suficiente como para darle espacio a su cadera para moverse libremente. Tengen afianzó los pies para darse estabilidad y se miraron, al tiempo que Tengen la penetró profundamente, tanto que Oni percibió que la llenaba hasta el ombligo. Se aferró con ambas manos a los hombros de él, hundiendo levemente las uñas filosas en la piel.Tengen tomó la trenza eterna de ella, le dio un par de vueltas en su mano y tiró hacia atrás mientras la penetraba.

Oni gritó. Gritó de placer sin fingir por primera vez en mucho tiempo y Tengen se deleitó con la vista de los pechos rebotado y la gargantilla negra sacudiéndose violentamente con sus embestidas.

Ahora ellos también cantaban la sinfonía de gemidos que Tengen había escuchado al entrar.

Cuando sintió que ella le mojó la pelvis con el orgasmo, él se recostó en el piso totalmente y Oni, adecuadamente instruida, se movió sobre él, primero adelante y atrás, y luego arriba y abajo, rápidamente, apretando su interior. Sus caderas lo trabajaron solas hasta que el hombre se arqueo de placer debajo de ella, y dejó salir un gemido profundo, casi un gruñido, se vació totalmente al tiempo que le sostenía las caderas tan fuerte que los dedos grandes le dejaron grandes marcas enrojecidas en la piel. Todo ese conjunto de sensaciones la arrojó inesperadamente a otro orgasmo.

Oni cayó rendida a su lado, jadeando, gratamente sorprendida.

Tengen respiró profundamente y en un instante regularizó su ritmo cardíaco y su respiración. Se giró, para quedar cara a cara con Oni.

- ¿Y de los Cazadores? - Sonrió él, apartartando un mechón de cabello de su rostro.- ¿Qué sabes?-

- Que existen, porque salvaron a mí madre de un demonio una vez. Fue antes de que yo naciera.- Dijo ella, cuando pudo hablar sin jadear.- pero mí madre siempre me dijo que los demonios eran reales, que había gente como los Cazadores de Demonios velando por nuestra seguridad, y que nosotros teníamos que ser serviciales con ustedes.- dijo ella. Y le dio una sonrisa.

Tengen sonrió también.

- Realmente fue el mejor masaje que me dieron en mi vida.- Sonrió él.

Cuando ambos estuvieron vestidos nuevamente, tomaron té y hablaron un poco más. Tengen descubrió que Oni era una mujer inteligente y muy hábil en el arte de la conversación. No se aburrió en ningún momento y si bien ya habían mantenido relaciones más temprano, cuando Oni se cambió de ropa frente a él porque su jornada ya terminaba, Tengen tuvo la urgencia de tenerla nuevamente cuando la vio ataviada en una delicada bata negra de seda, con nubes bordadas en hilos de plata.

Fue instantáneo y ella no se negó ni se resistió en absoluto cuando la aprisionó contra la pared, le levantó las piernas hasta dejarlas sobre las caderas y la tomó. Esta vez, él la besó, mordió sus labios con pasión y se llevó grabado a fuego esa sensación ardiente del interior de Oni.

-Si vas a buscarlo...- Dijo ella, mientras deshacía su larguísima trenza sentada en el tatami.- Por favor, cuidate.

Tengen estaba terminando de vestirse.

- Tú tranquila. Sé lo que hago.-

- Si, me imagino.- dijo ella, y se puso de pie.

El cabello largo le caía interminable en la espalda, y se acercó a Tengen mientras este ataba su Obi.

Lo miró a los ojos y él por primera vez en toda la noche, pudo ver a la verdadera Oni. Una mujer agradable, centrada y ahora, visiblemente preocupada.

-Mira, no suelo decir esto porque, a decir verdad, mis clientes no son ni la mitad de interesantes que tú. - le dijo, encogiendose levemente de hombros y sin el menor reparo.- Por lo que, si no vuelven a mi, no suele importarme...pero tú...eres un buen tipo. Dedicas tu vida a una causa noble que no todos creerían. El mundo no necesita perder personas como tú, Tengen.- Le dio una sonrisa, calida y reconfortante esta vez.- Cuídate, ¿si?

Él la miró un momento y luego le sonrió. Hinchó el pecho y se llevó las manos a las caderas.

-Estas hablando con un guerrero experto, mujer. Nací para la batalla pero no soy estúpido, sé cuando he mordido más de lo que puedo masticar.-

Oni sonrió. Le puso una mano gentil en el pecho.

- Entonces te deseo mucho éxito, Cazador.-

Tengen asintió. Abrió la puerta y antes de irse, sacó una bolsita de terciopelo y se la tendió a Oni.

- Por la excelente noche, el masaje y la compañía.- sonrió él.

Oni tomó la bolsita. Miró dentro y vio que estaba llena de monedas de oro.

-Es más de...- ella empezó a decir pero Tengen la interrumpió.

- Es lo justo por un excelente servicio.- dijo.

Ella sonrió, asintió y Tengen volvió a ver fugazmente la mujer arrolladora de la noche.

- Que no te maten, Cazador.- Le dijo ella, cerrando la bolsita y guardándola entre sus manos.

- Cuando todo esto termine... volveré.- le dijo él, y le sonrió, seductor.- Aún quedan dos cajones más.-

Oni abrió los ojos sorprendida primero y luego sonrió también.

- Si regresas, la próxima noche será mi regalo. Ya sabes, para celebrar.-

Tengen sonrió. Si, era una excelente idea.

-Trato hecho.- le dijo. Se dio la vuelta y se marchó.


Oni: Demonio o cualquier criatura considerada malvada que se alimenta de los humanos. Oni generalmente se caracteriza por tener una apariencia aterradora. Los onis, en el folclore tradicional, son retratados de las más diversas formas, sin embargo las más comunes son: estatura inmensa, uñas puntiagudas y el color rojo siempre están presentes de alguna manera. (Dudo que alguien no sepa lo wue es un Oni si consume manga/anime.Pero nunca esta de más aclaralo, mas que nada lorwue mi Oni se basa más en ese tipo de demonio descrito que en el qur solemos ver en los animes.)