Fanfiction escrito por mi persona, sin fines lúdicos, basado en la obra de Ichiei Ishibumi, las novelas ligeras HighSchool DxD.


- High School DxD –

[True Draconic X Deus]


-Hijos no Deseados de Dios-


-Territorio Bael-

A ojos del Inframundo Issei Gremory era un príncipe demoniaco legítimo, una sorpresa inesperada y agradable a la rutina del Inframundo. Pero no todos eran tan comprensivos y unos pocos sabían la verdad.

Lord Bael, el hermanastro de Venelana, sabía que no era su hijo. No se creía que su hermana hubiese concebido a un hijo sin que él lo supiese. Aunque Zekram Bael, el fundador, parecía apoyar la versión de su nieta Venelana. Y eso y el ser su hijo le daba cierto margen pero…

Era la familia de su madre, tenía que ser bueno…

Bajándose del carruaje, Issei se estiró, brazos y piernas, mirando como el carruaje tirado con camellos alejarse a buen ritmo. Perderse por un camino de piedra extenso entre dos mares de verde pradera.

A sus espaldas había una casa, de tamaño considerable, pero algo muy inferior a lo que la gran familia Bael destinaba a los miembros de su familia. La misma ciudad cuya capital del Dominio se llamaba "Ciudad Bael".

La mansión tendría capacidad para cuatro o cinco personas más el servicio. Aunque no sabía si lo tenía, nadie había venido a recibirlo.

Quitándose la chaqueta, colgándosela en el hombro, se arremangó la camisa y se dirigió a la entrada. Cambiando su destino en el último momento, optando por visitar el patio lateral.

Su madre solía tomar el té, estar en el exterior cuando hacia un buen día como aquel, sentir el sol (falso) y el viento en su rostro.

Efectivamente, había una mujer, cabello castaño y ojos morados. De aspecto frágil, sentada en una butaca, una manta en sus piernas.

La mujer se giró, levemente sorprendida al verle. Ladeando la cabeza al ver a un niño vestido de traje, un niño con un largo cabello castaño claro.

La mujer abrió los ojos sorprendida, haciendo el amago de levantarse.

-Eo, eo! No hace falta!- exclamó el niño dando un paso al frente –Si no se encuentra bien no se esfuerce…-

-Tú debes de ser el hijo de Venelana…-

-Issei, me llamo Issei… ¿Lady Misla?-

-Esa no soy yo, me llamo Misla-

-Pues eso, Lady Misla-

-No, yo soy Misla-

La mujer rió divertida, levantándose.

-Déjame verte… Mírate! Que grande estas!- agarrándolo de los hombros –Tienes el cabello de tu madre- guiñándole un ojo –Tu padre no estará muy contento…-

-Y guapo, no te olvides de lo guapo!-

La mujer volvió a reír, abrazándolo con cariño.

-Mi madre me ha dicho que eres una buena mujer, así que no voy a engañarte…-

-Eres el hijo de mí la hermana de mi ex marido… Eres mi familia, te quiero y te valoro como tal-

-Muchas gracias…-

-Tenía muchas ganas de conocerte, Venelana siempre habla de ti y tu hermana…- mirando por encima de su hombro.

-Mi adorable hermana no ha venido, lo siendo Lady Misla-

-Olvida eso de Lady, por favor-

-Descuide, la próxima vez que venga la arrastraré conmigo, y me traeré a Milicas, verás que adorable que es- instándole a que se sentase, parecía muy frágil –Lamento mucho no haber venido antes, mama me suele hablar de ti y mi preciosa hermana insiste en que Saira necesita ayuda…-

-No tienes que…-

-Oh, tengo tengo. Mama insiste e insiste en lo mucho que tenemos que mejorar las relaciones familiares…- tomando asiento, instándole a que se sentase, parecía frágil –Que puedo decirte que no hayas leído en las revistas del corazón, Lady Misla-

-Que terco! ¿Cómo te ha educado Venelana? Sirzechs es un hijo tan educado!-

-Los gemelos Gremory, Lady Misla. Solo Rias puede hacerme entrar en razón-

-¿Entonces estas tan unido a tu hermana?-

-Uña y carne. Ahora mismo no está aquí porque la dama de hierro lo impide, aunque es temporal… Rias es mía, yo soy suyo, no podemos estar lejos si no está en su prisión…-

La mujer volvió a reír alegre.

-Hacía mucho tiempo que no reía así… ¿La Dama de Hierro es Grayfia por casualidad? ¿La prisión es el centro más prestigioso de mujeres para doncellas?-

-Adoro a mi tía. Es absolutamente mi modelo de mujer… Bueno, mama también… Grayfia es im-pre-sio-nante! La admiro muchísimo! Palabra-

-Por Satán, jajajaja!- inclinándose, conteniendo la risa.

Al alzar la mirada se sorprendió. Llevándose las manos a la boca. Frente a ella la imagen era esperpéntica.

Unos reconocibles ojos azules estaban enfocados en ella. Una niña, hermosa como una muñeca de porcelana, vestida con un traje rosa claro. Sentada sobre el regazo del niño.

Ya no veía al joven Issei.

¿Cuándo, cómo había llegado?

-Lo dichoooooo- exclamó Issei tras Rias.

-Lady Misla! Es un placer volver a verla!- sonrió Rias levantándose, abrazando a la mujer.

-Mi pequeña… Estas preciosa!-

-Han pasado muchos años, quizás demasiados. Lo siento-

-Detrás de mí son unos pocos años para un demonio?-

-Mama me ha hablado de lo mal…- mirando a su alrededor –Pensaba que podríamos…-

Misla Bael sonrió cálidamente.

-Venelana tiene mano para los niños, ha criado a tres hijos magníficos… Rias, no tienes que preocuparte, tenemos todo lo que necesitamos- viendo como la niña regresaba a manos de su hermano –Entonces si es cierto…-

-¿El qué?- preguntó Rias apoyando su cabeza en el hombro de Issei.

-Que estáis tan… Juntitos-

-Como siempre-

-Oh…- jugando con sus manos inquieta.

-¿Issei?-

Girándose, el pelirrojo vio a su primo salir de las puertas de la mansión, con una bandeja en la mano.

-¡Issei! ¿Qué haces aquí? ¿Rias? ¡Habéis venido!-

-Ria-tan me ha dicho que tienes problemillas entrenando y no puedo negarme a lo que me pide…- buscando las cosquillas en la barriga de la pelirroja.

-¡E-estate quieto, idiota!-

-¿Los gemelos Gremory están tan unidos como dicen?- preguntó Sairaorg animado, estrechando la mano de uno y de otro –Me alegro de veros, mucho!-

-Mi hermana es mi alma gemela. Es preciosa. Es la mejor-

Misla se llevó la mano a la boca antes de reír alegre.

-Que chico…-

-A ver, chaval. ¿Qué necesitas?-

-Verás…- tomando asiento –Hace unas semanas me reuní con el fundador…-

-Zekram, se quién es… ¿Y?-

-Me citó en la capital, fue algo bastante extraño. Desde que vinimos aquí no hemos tenido contacto con ellos… Soy un defecto genético, apenas tengo reservas mágicas y no he heredado el Poder de la Destrucción…-

-Sairaorg eso no es…-

-Lo sé, mama- sonrió el joven tomando una de las manos de su madre –El fundador me dijo algo curioso… ¿Sabéis que son los Hijos no Deseados de Dios?-

-Primera vez que lo escucho-

Rias negó con la cabeza.

La mujer tampoco parecía de qué hablaba.

-Por lo visto hay casos, muy raros, en los que hay demonios que nacen sin poder. Se dice que son hijos de dios…-

-Yo no soy de esos, te aviso…-

-No, no, es por mi…- juntando sus manos, jugando con sus dedos –Puedo renunciar al poco poder que me queda y completar el proceso-

-¡Sairaorg! ¿Estás hablando de las Restricciones Divinas?-

-Eso lo hemos estudiado… Son anomalías, no tanto como enfermedades porque no tienen cura, que impiden que un demonio pueda desarrollar algún aspecto… En cambio potencian otro aspecto. En como la minusvalía que pueda tener un ciego, no ve pero desarrolla otros aspectos como el oído o el tacto…-

-Así es. Popularmente se culpa a dios…- alzando el índice, señalando el cielo –Hay demonios que apenas tienen talento para aprender conjuros pero esos conjuros son la ostia de poderosos… Yo soy un caso mucho más severo-

-¿Y lo has tratado en el Serafall Memorial?-

El joven Bael asintió.

-Al nacer fui elegido como uno de ellos, en eso somos iguales. ¿No te dijeron lo mismo?-

-Mmm… Cierto-

-Los Hijos no Deseados son escasos… Siendo los Nephilim los más beneficiados, sabes? Si por contrato renuncian a las características que de por si no pueden usar, potenciando las otras… Uau!- exclamó Rias –Pero suele ser un intercambio equivalente, la sangre de los Bael es intensa, rica y poderosa… El regalo a recibir será muy alto imagino…-

-Eres la parte racional de nosotros, no deberías de intentar convencerlo de no hacer lo que yo haría?- preguntó Issei mirando a Rias.

-Es el resultado óptimo-

-¿Qué hay de aquello del valor de la sangre?-

-No sé de qué me hablas-

-Sí, sí, Ria-tan, aquello que siempre dices valorar la sangre noble y esas cosas…-

-¡Deja el tema! No quiero hablar de eso!-

Los Bael los miraron con curiosidad. Se habían olvidado de ellos…

-La Princesa entre las Princesas, orgullosa y caprichosa…-

-Mouuuu! No me gusta que me llames caprichosa! No es cierto!- girándose, sentándose en su regazo, escondiéndose en su pecho.

-Por supuesto que lo es!-

-Solo contigo, el resto no importa!-

-Yo soy mucho, que diría mama de tu actitud caprichosa, eh?-

-Tú no eres hijo de nadie, eres mi hermano, ya está. No te emociones- advirtió Rias.

-Esto… ¿Hola?- preguntó Sairaorg alzando su mano, buscando llamar su atención.

-Ria-tan, no querías ayudar a nuestro primo? Pues ayúdale…-

Rias giró su rostro, mirando a Sairaorg sin mucho interés. Más por cumplir.

Misla Bael lo vió. La unión entre los Gemelos. El poco interés que tenían en nada que no fuese ellos, incluido su familia, alguien a quien apreciaban como Sairaorg.

-Es muy sencillo. Todo el potencial mágico va a parar a las capacidades físicas. Que renuncie al poco poder que tiene y lo emplee en poder físico-

-¿Eso explica lo fuertote que eres?- preguntó Issei mirando a su primo.

El joven bajó la mirada.

-Issei… Llevo tiempo observándote. Eres mi ejemplo a seguir, tú has podido superar tus desventajas… Yo he encontrado mi camino-

-¿Y cómo lo has hecho?- preguntó Misla con curiosidad –No es algo que se pueda realizar…-

-Encontré algo en las ruinas de la familia, madre-

-¿Q-que ruinas?-

-En las Colinas del Rugido del León-

-¡!-

-Recuerda que Lady Misla proviene de la familia de los domadores de leones- susurró Rias.

-A cambio de ofrecer mi poder mágico se pudo completar el ritual…-

-¿Qué clase de artefacto demoniaco finalizaría una intervención divina?-

Issei golpeó su trasero con su mano.

Su hermano la miró, entendiendo el mensaje…

-Issei… Quiero poner a prueba mis nuevos límites-

Misla abrió los ojos incrédula.

-¿Qué cojones… No me digas que…-

-¡Sairaorg! Hijo mío, que has hecho!-

-El poder mágico que tenía era ridículo madre, solo he acabado lo que se tenía previsto para mi…-

-Pero Sairaorg…-

-¿Un momento… Entonces ahora eres aún más…-

Sairaorg sonrió orgulloso. Chocando sus puños.

-¿Mi hermana sabe de esto?- preguntó Issei alzando la ceja, mirando a Misla -¿Mi hermana me ha tendido una trampa?-

-Tu hermana está aquí!- protestó Rias moviendo su cintura.

-Lo hablé con Rias! Me dijo que serias mi mejor compañero! Jajajajaja-

-¡Que Rias está aquí!- dijo Rias alzando la voz.

Misla los miró curiosa, divertida.

-¡Mi hermana me ha tendido una trampa!-

-¡Sairaorg! No apruebo esto!- exclamó Misla levemente molesta. Desde su asiento.

Era demasiado noble como para enfadarse.

-A ver, en serio, mi vida peligra?- preguntó Issei a unos metros del castaño.

-Tranquilo, no seas cobardica…- arreglando el cuello de su camisa –Si se pasa de listo lo fulmino-

-Ria-tan, es nuestro primo-

-Si se pasa de listo le buscaré un amante joven y viril a Misla para que se haga otro hijo-

-Pssssss… Que no te escuche- envolviendo su cintura -¿Y qué es esto de maquinar a escondidas?-

-Por teléfono, mama insistió… ¿Qué habrá hecho?-

-Recurrir a algo que los Vapulas tenían escondido… Y es algo sagrado-

-¿Por eso ha podido…?-

-Una Longinus- susurraron los Gemelos al unísono.

-Mamá espera una colaboración satisfactoria…- besando sus labios, separándose, caminando hasta Misla Bael, sentándose junto a ella. Juntas observaron cómo los demonios se colocaban cara a cara, a unos metros el uno del otro.

Retirándose la camisa, Sairaorg inspiró con fuerza.

-¿Cómo van las clases de defensa personal?-

-Yo miro, tengo otras cosas que hacer…- estirando los brazos.

Sairaorg era fuerte, rápido, no muy diestro, pero no se le podía subestimar.

Apretando los puños, ladeó su cuerpo, esperándole paciente.

-Empecemos!-

Issei asintió con la cabeza.

Al primer parpadeo el joven Bael ya no estaba en su sitio.

Sorprendido vio como el joven se había adelantado varios metros…

-¡Que ra… ¡!- alzando un brazo, el Gremory se defendió de una patada alta.

Rias vio cómo su hermano salió volando con suma facilidad.

Entrecerrando los ojos, vio a su hermano reducido a un mero saco de golpes, retrocediendo y retrocediendo.

Sairaorg era inmensamente mucho más rápido y fuerte.

Apartando los brazos de Issei, le golpeó en el vientre con el codo, dejándolo de rodillas en el suelo, vomitando bilis.

-Joder… No sé qué has hecho… Pero como ha funcionado…- incorporándose lentamente, antes de salir volando de un puñetazo. Cayendo de espaldas al suelo.

Misla observó incrédula como la pelirroja a su lado empezaba a liberar poder mágico, intenso, asesino.

¿Reaccionaba de una manera tan agresiva ante la violencia contra su hermano?

Issei alzó su mano, relajándola.

[Modo Regio]

Misla giró su cuello sorprendida, de nuevo, por el lado masculino de los gemelos.

El niño se había levantado, envuelto en poder demoniaco, su largo cabello castaño claro ahora rojo.

-Vaya… Qué curioso-

Recogiéndose la sangre de la nariz le indicó a Sairaorg que se acercase a él.

El siguiente movimiento del Bael no impactó, fallando en el aire, el Gremory ladeó su cuerpo en el último momento, golpeándole con la rodilla en el vientre, dándole un puñetazo seco en el pecho. Rematando con un gancho lateral. Derribando al Bael.

-Sí, si… Esto es lo que esperaba!- exclamó Sairaorg levantándose, contento -¿Puedo contar contigo para pulir mis habilidades Issei?-

-Por supuesto, tomate el tiempo que necesites, primo- intervino Rias agarrándose la falda, esgrimiendo una falsa sonrisa.

-Pero Ria-tan…- dijo Issei.

-Yo me haré cargo, otouto-

Encogiéndose de hombros, los jóvenes demonios prosiguieron con el entrenamiento…

-No ha pasado tanto… Pero has cambiado mucho, Rias-

-¡!-

-Si no fuese por el físico no te reconocería… Los Gemelos Gremory… No era lo que me esperaba… ¿Cuántos Geas habéis firmado? ¿Cuántos juramentos mágicos os habéis prometido?-

Rias solo sonrió.

-Por los cuernos de Satán… Venelana, que has hecho?- susurró la castaña volviendo la mirada a su hijo. Parecía que se divertía –Como has permitido que pase…- mirando al pelirrojo, pasando a mirar a la joven –Os ha comprometido… La sangre del dragón…- negando con la cabeza –Esa mujer no pierde el tiempo…-

Rias sonrió satisfecha.

-Mama quiere los genes del dragón en la familia, me concedió decenas de contratos Geis-

-¿Y cuantos usaste?-

-Todos- respondió la heredera.

Relamiéndose los labios, observando como su hermano quemaba y quemaba poder dragontino. Un exceso de energía que inundaría su cuerpo y que tendría que saciar ella solita.

Iba a ser glorioso.

Masajeando sus cansados músculos, la pelirroja inspeccionó detenidamente el cuerpo del menor de los Gremory.

Desnudos, pegados en el baño del apartamento del internado de la niña.

-El mundo no deja de sorprenderme… Hijos no Deseados de Dios… Curioso. Aunque tendría sentido… Las reencarnaciones no son algo limitado a razas… Mi valquiria dice que toda la vida pasa por las ramas del árbol de los mundos, así que si un ángel al renacer puede ser un demonio…- moviendo el índice.

-Las bendiciones que el Dios de la Biblia concedió a almas angelicales pueden ser demonios ahora… No recuerdan nada de sus vidas pasadas pero si heredan los dones…- acabó Rias –Tu cuerpo endurecido y con el poder de la Pieza y aun te ha supuesto un reto… Increíble-

-¿Suponer un reto? Me ha dado una paliza…- gruñó Issei echando la cabeza hacia atrás.

Su hermano no estaba herido, pero si algo magullado.

-Cuando quieras me das las gracias…-

-¿Dar las gracias porque?-

-Te he encontrado un excelente compañero de puñetazos-

-No digas tonterías, no lo he hecho por mí…-

-¿Entonces?-

-¿Cómo pensarías derrotarle de ser tu quien peleaba contra él?-

-¡!-

-Exacto…- acariciando su cabello, su mejilla.

La chica infló levemente sus mofletes. Pensativa.

Su hermano no se equivocaba. Pese a sus talentos, pese a su genética, pese a todo ella no era rival para su primo Sairaorg. Y si no era rival para un "discapacitado" en el Inframundo…


-Japón-

Japón estaba dividido en 5 regiones espirituales. La Familia Imperial había distribuido todo el territorio en áreas que las casas debían guardar, administrar y gestionar en material espiritual. Todo el territorio estaba asignado excepto dos regiones. Los Reinos Youkai. La Familia Imperial exigía que se respetase su independencia y se exigía la colaboración.

La región al Norte estaba a cargo de la familia Doumon. La isla principal al cargo de la familia Nikiri. Al sur la isla Shikoku por la familia Kushihashi. Al suroeste la familia Shinra. La familia Himejima estaba al cargo de Okinawa y todos los archipiélagos e islas menores. Pese a estas divisiones los Nakiri mantenían controlado el Reino del Este y los Shinra tenían autorización para entrar en la isla principal para vigilar al Reino del Oeste.

Los Dioses querían que los Reinos tuviesen su independencia, pero el hombre era el hombre, el dios era un dios y cada uno tenía que actuar de acuerdo a tu naturaleza. El dios ignoraba al hombre, el hombre destruía el mundo.

Pese a tener poca superficie útil, la familia Himejima gestionaba las más de seis mil islas menores, alcanzando las catorce mil con las que expande el control e influencia por todo el territorio.

Muy a menudo usaba esas islas para enviar familias, grupos operativos reducidos que aunque no servían para potenciar la influencia si evitaban que se perdiese. Shuri Himejima y su exilio eran la prueba viviente de esta teoría. Una talentosa sacerdotisa al cargo de un templo menor en una isla cercana a la bulliciosa Fukuoka, una importante urbe bajo el control Shinra. Exiliada y excomulgada al enamorarse de un ángel caído, reafirmando su condena al quedarse embarazada de este.

El pecado de esta sacerdotisa se vió agravado en el tiempo cuando por el descuido de los Kushikashi, más centrados en combatir la influencia política de los Nakiri que por vigilar sus terrenos, esta conoció a un joven heredero demoniaco.

El Príncipe de los Gremory.

Al mantener una estrecha relación con la hija de esta, el Príncipe dotó al pequeño poblado de una guarnición de soldados y a la isla de protección en forma de barrera. La isla volvió a florecer, con la guarnición siendo algunas familias de demonios empezando una nueva vida. Nuevos tiempos brillaban en las vidas de esta buena gente…

Los ciudadanos de la isla, gente mayor y ancianos en su mayoría, agradecieron a regañadientes este asentamiento. Olvidados y dependientes, la sabia nueva, los brazos jóvenes y fuertes y los nuevos negocios les convencieron de que su presencia era algo positivo. Y aunque no les recibieron con alegría, los acabaron aceptando como a uno más. Decenas de familias de demonios que bajo la bandera Gremory, vivían sus vidas con sus negocios, vigilando que nadie atentara contra la familia que vivía en el templo en lo alto de la montaña. Bajo la inexistente y complaciente supervisión de Issei Gremory estas familias hicieron prosperar a la isla, se mantenían alejados del lúgubre Inframundo, reportaban beneficios a la familia Gremory y vivían en paz…

-No hay nada que reportar, señor Baraqiel- respondió una mujer adulta, sirviéndole una taza humeante de té. Esperando paciente por una respuesta, de pie junto a la mesa de su humilde negocio con vistas al mar, al puerto. Un negocio sencillo y tranquilo.

-¿Se sabe algo del mocoso?-

La mujer negó con la cabeza.

-Issei-sama no es de avisar o dar órdenes precisamente, si quiere venir, vendrá y si no ya conocemos nuestras órdenes. Esta todo debidamente detallado, por escrito como bien sabe-

-Joder con el mocoso-

-Personalmente estamos muy conformes con la gestión del señorito. ¿Usted no lo está?-

El ángel caído gruñó molesto.

-T-tienes… Tienes eso?-

-¿El qué?-

-Y-ya sabes…-

-¿Las revistas?-

Baraqiel desvió la mirada, avergonzado, irritado y molesto.

-El señorito vuelve a ser portada… Eso alegrará a la señorita. Hay un amplio documental que habla sobre él…- dijo la mujer dejando múltiples revistas en la mesa, junto al te –Aunque señor, cuídese de Corazón de Demonio-

-¿Ocurre algo con esta?- mirando la revista de reojo.

-Es la más reciente, incluye cierta noticia, primicia que no es tan novedosa para nosotros pero aquí aun no… Puede que la señorita no se lo tome con alegría precisamente-

-¿Y cuál es?-

-El señorito tiene una nueva esclava-

-Vamos, por favor, otra vez no…- dejándola a un lado –Esta me la guardo para otro momento…-

-La joven Akeno la espera con ganas…-

-Pues no ha llegado. Si pregunta, no ha llegado-

-Como quiera…-

-Maldito mocoso, aun en el Inframundo sigue jodiendome…- tomándose su taza.

-¿Tan poco satisfecho esta con la gestión del señorito?-

El ángel caído se quedó mirando el mar.

-Me gusta el mar… En el Cielo había un mar, de nubes… Se extendía por toda la inmensidad, blanco y tranquilo… En el Inframundo hay mares, de pradera. Verdes e interminables, pero esto? El suave vaivén, la brisa marina, el olor a mar…- mirando a la mujer –Soy un miembro de los Cadre, y aun con más de dos mil años de existencia a mis espaldas es aquí, en este momento donde puedo decir que he encontrado la paz, que empiezo a vivir mi vida. Que tras milenios vagando por este mundo, se dónde quiero estar-

Sorprendida, la mujer no lo interrumpió.

-¿Qué si estoy insatisfecho con la gestión de ese mocoso?- preguntó el ángel caído mirando al mar de nuevo –Ama a mi hija. Ella le corresponde. De una manera que hasta Dios los envidiaría… Ha sabido hacer de esta cárcel un pequeño paraíso. Su llegada a marcado un antes y un después y lo mejor, el futuro es brillante… Shuri es mortal. Akeno no. ¿Cómo le explico a mi hija que en apenas un susurro en su larga vida su madre se marchará?-

-El señor, los Gremory podrían…-

-Los Gremory podrían reencarnarla… Podríamos estar juntos-

-Pero el precio…-

-Hablaré con Azazel, me uniré a la Casa Gremory, serviré a ese niño si con ello Shuri puede estar con nosotros. Porque confío en él. No es perfecto, pero es el mejor demonio con el que podríamos estar… Ningún otro habría hecho tanto por tan poco- volviéndose a la isla –Aunque solo lo haga por mi hija, pero lo ha hecho-

La mujer sonrió, satisfecha con la respuesta.

-La mayoría no lo entiende, no le entienden. El señorito no es el mejor de los demonios. No es un demonio singular, típico, la alta sociedad nunca lo respetará pero nosotros, sus siervos, no nos podríamos sentir más agradecidos con él- volviendo su mirada al mar, sonriendo al ver el barco local en la distancia –Y creo que tienes otras cosas en las que pensar… Buena suerte-

-Como si la necesitase, es mi hija, me adora. Tengo confianza. Me siento seguro-

La demonio rio divertida.

-¿A qué viene esa risa? ¿Qué quieres decir con eso?-

La mujer no respondió, marchándose a paso ligero, rápida.

-Que sepas que yo soy el padre! Yo soy el único hombre en sus ojos! Al menos hasta que sea mayor de edad y… y… ¿Me escuchas?-

La mujer ya no estaba.

-Mi niña tiene doce años! Es muy joven para esto! Es muy joven!- tomando el té a corre prisa, viendo como un barco civil se acercaba al puerto.

Había una escuela en una isla cercana, pero prefería que tuviese una mejor educación en un instituto para chicas en Fukuoka. Lo ideal sería instruirla en las instalaciones de Grigory, pero no eran precisamente el lugar idóneo para una niña/adolescente con su sangre, inmadura e incapaz de contener y comprender su naturaleza.

Porque Akeno seguía pensando que ser ángel caído era tener alas de cuervo y poder usar magia sagrada…

Antes muerto y enterrado que aceptar la opción del mujeriego de los Gremory de llevarla al centro de su hermana… ¿Y así engrandecer la influencia que tenía sobre ella? No, no, NO!-

Inspirando, intentando relajarse, Baraqiel vio la luz. La luz que lo iluminaba.

Su hija, vestida con su traje de marinera, lo miraba visiblemente ansiosa. Una gigantesca sonrisa en su rostro. Los ojos llenos de alegría.

Baraqiel empezó a llorar.

Su hija, que apenas la veía, que tenía que viajar en barco cada día para ir y volver de su colegio, estaba tan emocionada por verlo… ¿Podía ser más feliz? Akeno parecía estar inquieta, moviéndose a lado y lado, esperando impaciente a que el barco atracase. Una vez amarrado, extendieron la pasarela y la niña adelantó al resto de pasaje, corriendo por el muelle. El ángel caído hincó una rodilla, extendiendo los brazos, claramente emocionado.

La niña pasó de largo.

Incrédulo, el ángel caído se giró, viendo como la niña se colgaba de otra persona. Un niñato de cabello rojizo recogido en una coleta alta. Un cabello a juego con sus ojos. Un niñato de mierda que besaba a su hija con efusividad, correspondiendo el entusiasmo recibido. Baraqiel golpeó el suelo, llorando de desesperación.

-No puedes llegar a imaginar lo mucho que te odio- masculló el hombre, de pie junto al heredero Gremory.

-¿Por qué? Yo me tengo en muy alta estima!-

-Equivocada-

-Todos me quieren-

-Yo no-

-Es mentira-

-Déjame en paz-

-No te pongas gruñón, que te quedan… 6 años como figura paterna? Después se vendrá conmigo-

Baraqiel se cruzó de brazos, malhumorado.

-¿Te burlas de mí?-

-No quieras apostar. Te prometo que la cuidaré bien-

-Sigue así y no llegarás a esa edad-

-Mira, mira- dijo el niño señalando a la niña, que daba saltos en una tienda, saludándoles con la mano.

Refunfuñando, imitó al pelirrojo, devolviendo el saludo con la mano.

-Sonríe, recuerda que estas contento… Podrás venir a verla cuando quieras, a diferencia del resto yo me llevo bien con todos mis cuñados-

Cuando Akeno se volvió a girar solo estaba su padre, sonriendo más contento que nunca.

Issei saldría del agua con toda su ropa puesta, la mejilla roja y cara de pocos amigos…

-¿Issei! Issei!- exclamó Shuri emocionada, dejando la escoba contra los muros, caminando hacia su familia, abrazando al niño contra su pecho con fuerza –Que alegría verte!-

-Shuri-okaa-sama. Mas alegría me da a mi volver a ver a mi sacerdotisa favorita!-

-Ejem!- protestó Akeno tomando al pelirrojo del brazo, apartándolo de su madre.

-Cariño, cuanto vas a quedarte?-

-Lo suficiente como para asegurarme que cierta niña es tan buena como dice y si ha estudiado como prometió…- alzando sus brazos, cargando un par de bolsas –Regalitos para todos-

-Ohhhh! ¿Regalos? Mira que bien… Pues esta niña buena primero irá a su habitación, se cambiará y ayudará a su padre que bastante ocupado está-

-Pero okaa-sama!-

-Nada de peros jovencita-

-Ahora vuelvo!- exclamó Akeno mirando al pelirrojo antes de marcharse corriendo.

-Y tu jovencito, vas a venir conmigo y me vas a contar detenidamente como te cuida la vida!-

-¿Akeno-chan no tenía que ayudarte?-

-Te sorprenderías lo mucho que está mejorando Baraqiel en las tareas del hogar- tomando al demonio del brazo, caminando hacia el templo principal –Ahora vamos a hacer negocios-

El Príncipe Gremory. Una sacerdotisa del Shinto. Una docena de fotografías en filas de seis.

-Te cambio… Tenshi tumbada en el césped por mini enshi vendiendo helados-

-Ah no! Una mini Akeno-chan por una mini Akeno-chan!-

Issei chasqueó la lengua. Mirando fijamente una foto de Akeno con unos cuatro años vestida de sacerdotisa con una bandeja de helados en la mano. Quería esa foto.

-¿Cuánto por ella?-

Shuri sonrió perversamente.

-No la vendo por separado… Forma parte del lote-

-Si pides una pasta por una cuanto pides por todas?-

-Algo que solo un demonio, con autoridad de príncipe y con un fuerte sentido de la responsabilidad…-

Se acaba de percatar que estaban solos… ¿Shuri había alejado a su marido a propósito?

-Lo que quiero por esto es…- sacándose un rollo de papel de la manga de su kimono –Quiero que firmes esto-

Extrañado, tomó el rollo, abriéndolo con cuidado.

-¿Un Contrato Demoniaco? ¿De dónde lo has…?-

-Suzaku-

-Que jodida…- gruñó Issei observando los términos –De que hablamos-

-El cliente soy yo, el objeto; mi hija-

Issei perdió la sonrisa.

-El pedido que cuides de mi hija, el pago será ella misma, el detonante mi muerte-

-¡!-

-Dejaré a mi hija a tu cargo, legalmente. La reencarnarás y la tendrás bajo tu custodia. No le faltará de nada, por toda la eternidad o hasta que ella desee. Harás lo que ella pida. Y lo jurarás por este contrato-

-¿Por qué me propones algo así? Ya sabes que voy a cuidar de ella…-

-Sé que mi tío logrará burlar todas las medidas que habéis puesto tú y mi marido…-

-¡!-

-Lo subestimáis enormemente-

-Entonces marchémonos! Lo tengo todo preparado, está dispuesto…-

-El Inframundo no es seguro-

-Pero… Shuri-Okaa-sama… Creo que le sobreestimas…-

-Has de asegurarte que cuando Akeno se vaya contigo, Suou crea que está muerta. Yo seré la prueba que engañe a mi tío-

-¡!-

Issei miró fijamente a la mujer, serio.

-No sabía que las sacerdotisas del shinto eran profetas-

-No te enfades, cariño… No he sido la mejor madre del mundo, pero quiero enmendarlo-

-Me hace gracia que me digas que no me enfade justo antes de soltarme eso!-

-¿Qué clase de madre tendría a su hija aquí encerrada?-

-Lo que no entiendo es porque no arreglamos esto aquí y ahora!-

Shuri solo sonrió, acariciando el papel.

-Pronto lo entenderás…-

-Okaa-sama… No lo entiendo-

-Mi dulce niño…- murmuró Shuri acercándose a él, acariciando su cabello, abrazándolo contra su pecho –Eres un dulce niño que aún no sabe gestionar su frustración… Que aún no conoce el sabor de la perdida. Su dolor-

-Pero okaa-sama…-

-No se toda la verdad… Pero sé que tengo un papel que cumplir. Y sé que lo he cumplido lo mejor que he podido. El día en que conocí a Suzume, el día en que vi a Akeno-chan y Suzume-chan juntas… Cuando logré entender el vínculo que tenéis lo vi claro…-

-¿?-

-No pasa nada… Estoy tranquila. Doy gracias por el papel que se me ha dado… Aunque admito que estaría mucho as tranquila si firmases esta cosita-

Issei se cruzó de brazos.

-Mi adorable hija en propiedad, vamos! Firma! Firma!-

-Pues sí que va a ser cierto que como madre…-

-Issei… ¿Sabes que te quiero mucho, verdad?-

El demonio desvió la mirada, irritado.

-Mi hija te quiere mucho, mucho, más que nada… Es un amor tan intenso como peligroso… Mi hija no puede permanecer mucho tiempo más en esta isla-

-¿Qué? No la entiendo…-

-Mi hija… Issei. Akeno-chan tiene una oscuridad en su corazón… Y creo que si no estás cerca de ella esa oscuridad crece y crece…-

Por la mirada del niño Shuri entendió que tenía razón.

-Las dos cosas son ciertas…-

-¿Qué dos cosas?-

-Suzume y Akeno no son parecidas por nada… Nuestro vínculo es real… Y padecen si estoy mucho tiempo lejos. Pero no sabía que fuese tan severo…-

-Solo quiero saber una cosa… ¿Mi hija está enferma?-

-Jajajajaja. No, no… Su hija, Tenshi es sensible a mí…-

-Oh… Es eso…- exclamó Shuri sorprendida -¿Dragonificacion? Por los dioses y los espíritus! No sabes qué alegría me has dado!-

-¡!-

-Se me quita un enorme peso de encima!-

-¿Podrías culparme de crearle esa necesidad? Porque lo mismo yo soy el culpable…-

-Mi marido y esa niña traviesa que no me hace caso cuando estas cerca están por venir. Fírmame esto, ya-

-Oblígame-

-Demonios de los… Hazle caso a tu madre!-

-Mi madre está en el Inframundo y le hago caso muy de tanto en tanto…-

-Pues hagamos como los demonios… Apostemos!- tomando el documento, añadiendo unas líneas.

-¿Apostar que?-

-Vas a firmar este documento y solo tendrás que cumplir si pierdes-

-Te escucho…-

-Sé que necesitas una Reina…-

A Issei se le desencajó la mandíbula.

-Si logras convertir a Suzume antes de que mi profecía se cumpla, se anula-

-¿Por qué metes a Suzume en esto?-

Shuri rio divertida.

-Esto lo tengo ganado-

-¿El que tienes ganado? Convertir a Suzume no tiene mérito alguno-

La mujer rio más fuerte, provocando un temblor en la ceja del demonio que tomó la hoja, firmándola con rapidez.

-Felicidades, acabas de firmar un pacto con el demonio!- guardando el papel.

-No me siento muy engañada, has hecho bien tu trabajo?-

-Este no suele tomarse su trabajo en serio, no esperes un resultado muy bueno…- murmuró Baraqiel cargando con unas bandejas, sentándose junto a ellos.

-Anda, los pajaritos saben cocinar? Solo te falta el delantal…-

-No todos vivimos de otros, algunos atienden sus propias necesidades, como hombres de verdad-

-¿Por qué hacer nada por mí mismo cuando puedo ver como…-

-Issei-kun… ¿Dónde está mi hija?-

-Pues…-

-¿Y a qué esperas? En lugar de estar discutiendo como simios podríais comportaros… Issei, mi hija por favor-

-Ñeeeee…- protestó Issei incorporándose, caminando hasta la cocina.

Apoyándose en la puerta, mirando como Akeno se movía entre fogones con alegría.

De alguna manera, Issei perdió la sonrisa. Quizás… Quizás si debía aceptar el acuerdo y… llevarse a Akeno y a Suzume.

¿Por qué esperaba tanto? Porque no estaba listo… Aun no… Era pronto…

El cabello, recogido, colgando por su espalda, decorando su uniforme. Moviendo con la falda a cada movimiento de cadera de la joven.

BADUN BADUN

Runeas era una cabrona de manual. Ya le había pasado con Suzaku, y lo había sentido al ver a Akeno en el puerto. Runeas había prendido fuego a su sangre, y esta hoguera se avivaba con excesiva facilidad. Y era un problema, algún día tendría que explicar porque profanó el cuerpo de su hermana a tan tierna edad, un cuerpo protegido, sorprendentemente sagrado. Mas no se arrepentía lo más mínimo. Lo que le llevaba a un nuevo problema.

Una niña de doce años, una soberbia belleza, exquisita y deliciosa. Dulce y apetecible. Un manjar dispuesto por y para él. La sangre de ángel caído recorriendo sus venas destruía las ataduras morales, la predisposición genética jugaba a su favor. Estaba preparada para él. La niña humana era una fruta inmadura y prohibida. La ángel caído un recipiente ejemplar de los valores de su raza.

El fornicio y la degeneración, el odio y el desprecio del Dios Bíblico.

Desconocía si Shuri lo sabía, o si Akeno lo hacía. Pero él sabía muy bien porque Baraqiel escondía a Akeno en esta montaña. En este templo a pesar de la amenaza que suponía su familia materna, envuelta por la energía natural de la misma montaña sagrada, la mantenía alejada de su especie. Lo que todos conocían como una bonita historia de amor entre una sacerdotisa y un ángel caído herido era cualquier cosa menos algo a adorar y elogiar.

¿Cuánto tiempo aguantaría la joven e inocente humana en ceder a la depravación de aquel expulsado del Cielo? Baraqiel la forzaría o la seduciría, eso solo lo sabían ellos. Pero no hay que ser muy avispado para saber que el cuerpo humano de Shuri poco pudo hacer ante el sobrenatural de Baraqiel. La fuerza, resistencia y poderío del fornido ángel caído, sus instintos de perversión y placer destruirían la mente de la preparada sacerdotisa. La habilidad y aptitudes físicas de Baraqiel tuvieron que parecer algo divino para una virginal e inocente existencia como Shuri. Conquistándola y aceptando que su rol no era más que el de proveer de placer al Cadre, que acudía al templo para saciar sus deseos carnales. Porque Issei no era estúpido. Tenía en alta estima a Baraqiel, y sabía que sus sentimientos eran genuinos, amaba y respetaba a Shuri. No en vano se mantenía fiel a una humana mortal, pero el instinto de una existencia con miles de años de vida a sus espaldas era difícil de cambiar…

Y si, cuando Baraqiel o Shuri le llamaban para que se hiciese cargo de Tenshi, a él o a Suzume, era porque Baraqiel regresaba de Grigory con unos huevos repletos de leche que Shuri debía vaciar.

Y ante todo, Baraqiel amaba a su hija. Sabía perfectamente quien era y que era su hija. Tenerla encerrada en una montaña era la mejor opción. No podía tenerla en Grigory zorreando con todo el personal, siendo el objeto de placer de quien se cruzase como Penemue, que se pasaba más tiempo de rodillas que sentada en un despacho. Y aunque la montaña no había sido suficiente como para alejarla de él, reconocía que la devoción de Akeno por su persona le reconfortaba. Había mejorado su calidad de vida. Sabía que podía enviarla a estudiar a la isla principal entre humanos sin que esta aprobase todas sus asignaturas a base de follarse a sus profesores.

Ser el padre de un ángel caído era una soberana mierda si se tenían ciertos códigos morales. Y era curioso, porque no quería para su hija la vida que había impuesto a su madre. Aunque quizás porque la conocía de primera mano no quería dársela a su hija.

Respetaba a Baraqiel. Amaba a Shuri como a una madre. Pero nada de eso cambiaba un ápice el destino que compartía con su hija Akeno. Si había que culpar a alguien, de tener que culparse, la Sacerdotisa por haber elegido esos cuerpos, esas vidas… Ídem de Rias y Runeas y… De todas.

De culpar a alguien, no… No había que culpar a nadie. No había nada de malo…

Issei se relamió los labios.

Baraqiel estaba en el mundo humano, aprovechando que estaba aquí se llevaría a Shuri?

¿Madre e hija acabarían a cuatro recibiendo polla esa misma tarde? Curioso…

-¡!-

Unos ojos violeta lo observaban, con detenimiento.

-Joder…-

Akeno podía leer su mente como un libro abierto.

-Shuri-okaa-sama pregunta por la comida… ¿Necesitas que te ayude?-

Akeno no respondió. Solo lo miraba fijamente.

Un rostro hermoso, elegante, decorado con un manto de sedoso cabello negro. Los labios rosados entreabiertos. Una blusa blanca y una falda rosa que Shuri habría comprado ateniendo a la edad de la niña, sin contemplar la naturaleza genética de la niña.

El mismo rostro que Suzaku… Y pensar que en tres años más tendría esa misma…

-¡!-

Ahora que lo pensaba… La próxima vez que la viese la pondría en la cama, se subiría a su pecho y usaría esos melones hasta correrse en ellos y porque no, correrse en esa carita celestial…

¿Podría empezar por Akeno? Estaría bien…

GLUP

Akeno podía leer su menteeeeee…

-¿Tenshi?-

La chica no respondió.

¿Leer la mente incluía la conversación con Shuri?

Oh oh… Mierda.

-Akeno-chan…-

La chica no le quitaba ojo de encima.

-Tendríamos que hablar sobre eso de… Ya sabes, mirar aquí dentro- apoyándose en la mesa, señalándose la cabeza –No es una buena influencia…- tomando un recipiente con fruta, uvas, llevándose alguna a la boca.

La ángel caído seguía sin responder.

-Suzu me ha dicho alguna que otra cosa, pero sigo sin saber cómo funciona esto… ¿Es algo selectivo? ¿Puedes verlo todo? ¿Solo lo que pienso en el momento concreto?-

Dándole tiempo para responder, el demonio siguió comiendo uvas.

El silencio era aterrador. La niña no decía nada. Solo lo miraba, sin apenas pestañear.

Estaba jodido. MUY jodido.

-Tenshiiiii… Dime algo, anda…- acariciando su hermoso rostro.

Silencio.

Perfecto. Había frito la mente de la niña con sus perversiones…

-Voy a preguntarle a Shuri-okaa-sama que falta…-

-No tienes que pedir perdón-

-¡!-

-No hay nada… de malo-

Issei se giró muy lentamente. Eso era lo que había pensado hacia un rato respecto a…

Akeno estaba apoyada contra la mesa, su blusa desabrochada, alzando su falda.

BADUM BADUM

De un paso tomó a la morena del cuello, alzándola.

-Basta, no sabes lo que haces…-

Sonrojada, no apartó la mirada de la suya, sosteniendo igualmente su falda alzada. Sonriente, dejó a la chica en el suelo, pasando de su cuello a su nuca, acercándola a él. Akeno ronroneó satisfecha. Sus labios contra los suyos, sus manos recorriendo su cuerpo.

-¿Has acabado de cocinar?-

-S-solo necesita un poco más de tiempo…-

Complacido, soltó a la chica, que se giró para acabar de preparar los platos. No era muy bueno percibiendo auras, pero si sabía que Baraqiel estaba lejos, Shuri estaría con su marido, aprovechando el tiempo a solas. Pegándose a su espalda, Issei colocó sus manos en la cintura, empezando a besar su hombro, pasando a su cuello.

-Mmm… Ise…-

Subiendo sus manos, tomó sus senos. Amasándolos suavemente.

La ángel caído jadeó alegre.

-¿Cuánto tiempo llevabas esperando por esto?-

-M-mucho-

Orgulloso, coló una mano entre las piernas de la chica.

Abriendo los ojos, Akeno gimió complacida, tomando el rostro de Issei, besándolo con fuerza.

-Que equivocado estaba…- murmuró Issei apartando a la chica, colocándola contra otra mesa –Y yo que pensaba intentar mantener conversaciones de niños y mírate…-

Los ojos de la chica estaban nublados, ciegos de deseo, con los labios sosteniendo su blusa, el sostén levantando, bajando sus braguitas, alzó su falda de nuevo.

-Baraqiel tiene mucha razón. Como te saquen de aquí…- acercándose a ella, inclinándose, observando sus jóvenes pechos sin prisa alguna.

Dándole un beso a un pezón. Pasando al otro.

Akeno protestó visiblemente.

Issei le dio lo que quería. Separando sus labios, tomó el pezón, empezando a lamerlo. Colando su mano entre sus muslos.

La joven Himejima ahogó un chillido de placer.

-Basta de juegos, preciosa. Voy a darte lo que quieres… Esta tarde, cuando a tu madre la estén montando como a una perra, tu tendrás lo tuyo- separándose, observando su joven cuerpo.

Mordiéndose el labio inferior, golpeó levemente sus senos, subiendo a su rostro, introduciendo el índice en su boca.

-Hoy dejarás de ser una niña, preciosa- gruñó Issei tomando algunos cuencos, saliendo de la cocina.

Akeno Himejima bajó las manos, devastada. Observando los sendos reportajes que le habían dedicado al Príncipe Demoniaco… Y a sus nuevas esclavas. Las muy putas se reproducían. Cada vez que se marchaba regresaba con alguna nueva furcia.

-Tienes que hacer lo que puedas por ella!- exclamó Shuri molesta.

-No soy una ONG! ¿Qué quieres, que vaya coleccionando esclavas?- protestó Issei.

-¿Cuál es el problema? Mejor la vida que les puedes dar a la que puedan tener. Además, solo tienes que ponerlas bajo tu cuidado dándoles alguna función-

-Ah, no, no! Lo mío es una cuestión de…-

-Ni se te ocurra responderme pensando con tu segunda cabeza, jovencito-

-Mis esclavas, mis normas. Demasiado a menudo olvidas que soy un demonio que sigue el Sendero de la Lujuria-

-¿Quieres que mi hija realice un exorcismo? Te podemos librar de esos deseos en un instante-

-O exorcizarlas a ellas…- murmuró Akeno en voz baja.

-Vale, vamos a relajarnos, que yo y mis deseos tenemos una relación magnifica…-

-¿Y tu relación con las chicas?-

-Maravillosa!-

Shuri lo miró sin acabar de creérselo.

-¿Qué actividades hacen las chicas?-

-Pues…-

-Solas-

-¿Qué?-

-Solas. ¿Cómo interactúan entre ellas?-

-Pues…-

-La última vez que hablamos, Lavinia y Kuroka seguían yendo juntas y Rossweisse e Ingvild iban por su cuenta… ¿Ha cambiado eso?-

-Pues… No-

-¡Issei!-

Sin poder excusarse, el pelirrojo retiró su conjuro, centrándose en su taza de té.

-Tomar bajo tu responsabilidad a una Leviatán… Es un riesgo enorme- dijo Baraqiel sentándose junto a ellos.

-Es una niña, Baraqiel!- protestó su esposa.

-La influencia de Lucifer sigue siendo intensa, poderosa, influyente y peligrosa. No me gusta-

-Es un reto, un desafío-

-No quiero a mi hija cerca de esa demonio-

-Baraqiel! No digas esas cosas!-

-Tranquila, es comprensible… Aunque ha pasado mucho en mi tierra seguimos en Guerra…-

-Si Katerea descubre que aún hay una descendiente viva…-

-Eso es algo inevitable, pero cuando ese momento llegue estaremos preparados…-

La pareja no estaba muy convencida.

Akeno la miraba fijamente.

-Papa-

-¿Si, mi dulce y adorable hija?-

-¿Quiénes son los Nebiros?- preguntó la joven mirándolo con curiosidad.

Issei escupió el té con fuerza.

Baraqiel se llevó una mano al rostro. Gruñendo con fuerza.

-Cariño, quiénes son?-

-Una familia vasalla de Lucifer. Antigua, culta y estudiosa que elaboraba experimentos para el Gran Satán. Como todas las familias vasallas de Lucifer pasaron a tener una relación complicada con los Gremory después de que su hermano pasase a ser el nuevo Lucifer-

-Gente muy maja, en serio. Nos llevamos bien, hay buen rollo. Tomamos café los domingos-

-Le han dado una misión. Una peligrosa misión de rescate-

-Serás chivata! Que no! Que no!-

-¿Issei?- preguntó Shuri cruzándose de brazos.

Chasqueando los dedos, fastidiado, usó uno de los pocos conjuros que sabía. El demonio dejó la carpeta frente a él. Baraqiel lo tomó con lentitud, leyéndolo detenidamente.

A nadie le importaba que fuese un documento oficial.

-Maldita sea, es serio… Este encargo viene de arriba…- dejando el papel en la tarima.

-¿Y es peligroso?- preguntó Shuri.

Baraqiel asintió.

-El nombre es peligroso. Es una sencilla misión de reconocimiento y potencial secuestro. Poco más…-

-¿Solo tú y tu equipo?-

-Yo y mis chicas-

-¿Estas?- señalando las revistas.

-¿Te parece poco?-

-En estos momento lamento que no tengas todas las piezas asignadas…-

-Por favor… Cuanto melodrama…-

-¿V-vas a algún sitio peligroso entonces?- preguntó Akeno.

Issei bajó la mirada derrotado.

-Me voy de excursión-

La morena empezó a tirar de su oreja con fuerza. Llorosa.

-¡Au! Au! Suelta! Suelta!-

-¡Vas a un sitio peligroso!-

-Moderadamente atrevido, solo eso!-

-Papa cree que es peligroso!-

-Tenshi, soy un principito súper guapo y ultra capaz. Tarde o temprano tendré que empezar a ganarme los privilegios…-

-Eso es cierto. Son obligaciones familiares… Hora de pagar por los constantes lujos que se da- admitió Baraqiel.

La pareja empezó a hablar aprovechando que Issei consolaba a Akeno.

-Ven conmigo. Tú y yo vamos a repasar las bases de tu adiestramiento- dijo Baraqiel levantándose.

-¿Qué? ¿No os ibais?-

-Ya no. Vamos a aprovechar las últimas horas antes de irte para prepararte. Háblame de tus esclavas-

-Ale, ya me has jodido el plan-

-¿Qué plan?-

-Nada, nada…- estirando sus brazos –Si no te importa me voy con ellas a perfilar mi plan-

-¿Rechazas mi consejo?-

-Tengo confianza en mis habilidades… Gracias-

-Tú mismo…-

Akeno se mordió el labio inferior increíblemente frustrada.

-DxD-

Rossweisse y Kuroka las animaban, energéticamente. Issei se mantenía cauto, firme en su sitio, expectante sin demostrarlo.

-¡Vamos, nya! Vamos! Solo un poco más!-

-Fuerza chicas! Un último esfuerzo!-

Lavinia e Ingvild no podían escucharlas, no podían procesar nada… Solo querían parar, descansar… Estaban agotadas.

-¡Tenéis prohibido parar! No os podéis rendir!- rugió Issei, autoritario, cruzándose de brazos frente a ellas.

Asintiendo, sudorosas, las demonio obedecieron la orden.

El castaño miró el cronometro en su mano, sonriendo satisfecho.

-Podéis apagar. Se ha acabado!-

-¡!-

Jadeantes, las chicas, sin apenas fuerzas, trasladaron sus manos al panel de la cinta de correr, reduciendo el ritmo hasta apagarlas… Antes de verse envueltas en fuertes abrazos.

-¡Lo habéis hecho! Lo habéis hecho!- chilló Rossweisse emocionada abrazando a Ingvild.

Kuroka tomó a una agotada Lavinia entre los suyos, ignorando el sudor de la rubia.

-80 kilómetros en 3 horas… Nada mal, chicas, nada mal-

-¿N-nada mal? ¿T-tú te has escuchado?- protestó Lavinia, sin fuerzas.

Issei rio con ganas.

-Las magas perezosas han logrado su objetivo, y os esperan bebidas energéticas preparadas y en cuanto estas dos acaben sus ejercicios, una buena ducha caliente…-

-Como lo espero… Pero dejadme recuperar fuerzas…- susurró Ingvild en brazos de la valquiria, que la trasladó hasta una de las colchonetas.

-Ya podríamos dar el día por acabado, nya… Con las debiluchas habiendo cumplido el cardio…-

-Las Torres deben de desarrollar más su fuerza que ninguna otra esclava, vamos, a levantar pesas…-

-Ya soy fuerte…-

-Rose lo es más-

-Ella es una semidiosa, nya…-

-Y tu una demonio y una youkai-

-Mientras no puedas usar el poder de la Torre deberás entrenar para superar mis capacidades, Kuroka-

-Si no puedo usar esa pieza no es culpa mía-

-Es cierto, no han despertado por mi culpa, pero eso no excusa, vamos, vamos!-

-Si la culpa es tuya porque lo pago yo, nya…- gruñó la nekomata subiéndose en la primera máquina. Empezando a levantar pesas…

250 kilos en combinado. Dado que usaba los dos brazos a 125 kilos por cada una… Sabía que Sairaorg se movía por encima de esos enshi. No estaba mal… Aunque Rossweisse movía esos pesos sin pestañear. Los asgardianos no eran semidioses por nada. Si una doncella, joven, sin adiestramiento podía levantar eso… ¿Qué levantaría un soldado fornido y entrenado?

-Soy más fuerte que cualquier humano, nya… Ya debería de ser suficiente-

-Hay humanos que pueden mover eso-

-¿Quiénes?-

-Los exorcistas de tu tierra, por ejemplo-

-Ellos hacen trampas, nya-

-¿Los exorcistas pueden hacer eso?- preguntó Issei con curiosidad.

-Los exorcistas usan muchas estrategias para superar los límites biológicos. Desde unirse a espíritus a recibir dones. Hay exorcistas que toman el poder de los propios espíritus malvados en su interior, los purifican y reutilizan-

-Mmm…-

-Aunque esos dones siempre comportan dolorosas consecuencias… Una vez leí que esos espíritus y mismos dioses toman las vidas de las sacerdotisas en una eterna servidumbre-

-Siempre me han caído mal, no valoran la vida, nya… Esos exorcistas usan a las sacerdotisas para sus intereses, nya, y luego las entregan en una vida de condena en el mundo espiritual…-

-¿Qué? ¿De qué hablas?-

-El mundo pertenece a los espíritus, ellos son los que se manifiestan en nombre de la naturaleza, la dueña de este mundo, nya… Es la benevolencia de la naturaleza que hay tanta vida… Cuando los espíritus deciden que llueva, llueve. Y los humanos encontraron una forma de comunicarse mediante servidumbre y sacrificio, nya-

-¿Qué?-

-Por ejemplo, las sacerdotisas de la lluvia… Rezan y rezan, los espíritus a veces cumplen, otras no, nya… Pero llegado un punto siempre piden su precio, que suele ser tomar la vida de esa persona en eterna servidumbre en su reino, en las nubes si hablamos de las tormentas y la lluvia…-

-¿Eing?-

-Ya había oído hablar de eso… Costumbres muy crueles. Si conoces a alguna sacerdotisa no intimes mucho con ella…-

-¿Cómo que sacerdotisa? Conozco a dos-

-¿A dos, nya? ¿De qué son?-

-¿Cómo que de qué?-

-Que hacen, bailan, sirven… Exorcizan… Hay muchos tipos de sacerdotisa, nya-

-Pues una baila… Es una niña, su madre vive en una isla y tiene allí su templo… No hay nada sospechoso-

-¿Esta confinada en una isla? ¿Hay una barrera?-

-La pusimos nosotros…-

-Pero es un lugar intenso en poder natural-

-Así es, si-

-¿Ese lugar tiene nombre?- preguntó Rossweisse –Porque parece que están confinadas, obligadas a vivir cerca del Gran Espíritu que les brinda su poder-

El demonio no respondió.

-¿Lo tiene, nya?-

-Recuerdo… Recuerdo que lo llamaban la Montaña del Dragón-

Kuroka gruñó con fuerza.

-Amo. Esas sacerdotisas están sirviendo a alguien de tu especie. Llegado un momento las devorará, nya-

-¿Qué dices que?-

-¿Y la otra?-

Medio confundido no dejó de mirar a la morena.

-Es la heredera de una de las Grandes Casas…-

-Nyahahaha! ¿Una mujer? ¿Heredera? Despídete de ella, nya-

-¿Por qué?-

-¿A que no conoces a su madre? ¿Tía? ¿Abuela?-

-…-

-Todas sacrificadas a la Bestia Sagrada, nya-

Issei frunció el cejo, irritado.

-Dejad el entrenamiento, todas a las duchas, salimos en veinte minutos- ordenó Issei girándose, alejándose a paso rápido.

Las chicas se miraron extrañadas.

¿Qué pasaba?

-Eso no es justo…- gruñó divertida Shuri viendo como su hija iba dando saltitos, flotando con sus alas extendidas, subiendo las interminables escaleras que daban al templo –yo también quiero alas…-

-Jejeje-

-Me alegro que ahora uses tus dones de manera regular, pero no descuides el ejercicio, cariño. No quiero que te vuelvas una…- deteniéndose, la mujer se giró al ver que estaba sola.

Akeno se había quedado atrás. Atrás mirando un gato. Un gato negro de ojos amarillos.

-¡Akeno!-

El gato dio un paso al frente, transformándose en una hermosa joven, quedando cara a cara frente a la niña.

Sus ojos amarillos, salvajes. Su aura, inquietante. Su sonrisa, diabólica.

¿Cómo había atravesado un youkai la barrera?

-¡Akeno! Aparta!- chilló la mujer convocando un mantra rápido, generando un relámpago desde su dedo índice que pareció intimidar a la nekomata, que se apartó, perdiéndose entre los árboles.

Asustada, tomó a su hija sobre su hombro, arrancando a correr por las escaleras.

-¿Mama?-

-¡No pasa nada, Akeno-chan! Quiero que hagas lo que te diga hasta que llegue tu padre!-

-Pero mama…-

-Esa gata era una youkai, Akeno! No debes acercarte a…-

Jadeante, alcanzó la cima de las escaleras, intentando recuperar el aliento lo más rápidamente posible.

Incrédula contuvo la respiración.

La nekomata no había venido sola. En el centro del patio había una joven, de media melena plateada y notorio poder mágico. Vestida con un traje negro con falda corta y pronunciado escote, dejando su ombligo a la vista.

La joven percibió su presencia, girándose, aparentemente nerviosa.

-Ah! Disculpe… ¿Es usted la sacerdotisa del templo?-

Asustada por su poder sobrenatural, dejó a Akeno en el suelo, colocándola tras ella.

La niña la miraba confundida.

-Akeno, quédate detrás de mí…-

-Pero mama…-

-Yo, bueno… ¿Has visto a… Bueno… Es una gata traviesa y… Me preocupa que…-

-¿Tu estas con la youkai?- exclamó Shuri sacando de su bolso unos shikigami de papel.

La albina se asustó, dando un paso hacia atrás.

-U-un momento!-

La chica miró a lado y lado, asustada.

Ambas mujeres vieron a un gato negro abandonar los matorrales, cruzando el patio con velocidad antes de saltar al porche del templo, acurrucándose en el regazo de un demonio de ojos rojos. Un niño acompañado por una adolescente de cabello rubio embutida en un uniforme de sacerdotisa diseñado para tallas menos voluptuosas.

Rossweisse suspiró aliviada.

Shuri lo miró sorprendida, relacionando, relajándose al instante.

Akeno, radiante, tomó la mano de su madre, mirándola con una sonrisa, antes de salir corriendo hacia el dragón.

-¡Jovencito! ¿Sabes el susto que me has dado?!- chilló Shuri caminando hacia el niño.

-¿Susto? ¿Por qué?- preguntó Issei levantándose, acariciando el rostro de Akeno, viendo como Kuroka se escondía tras sus piernas.

-¡Esa youkai nos ha dado un susto terrible! ¿Está contigo?-

-¿Kuro?- preguntó extrañado –Te he dicho que fueses a buscarlas… ¿Qué has hecho?-

-¡Yo nada! Nya!-

-Supongo que es culpa mía…- murmuró Issei rascándose la nuca –Shuri-dono, hoy he venido con los miembros de mi Nobleza… Os presento a Kuroka y a Rossweisse… Kuro, vamos…-

A regañadientes la nekomata tomó su forma humana, sin dejar de esconderse tras Issei.

-Es un placer… Podrías haberme avisado! Os habría recibido en condiciones! Rossweisse… ¿Lo digo bien? Que nombre más extraño…-

-Lo ha dicho perfecto, señora-

-Yo soy Shuri y esta es Akeno-chan, mi hija… Bienvenidas a mi hogar, por favor, estáis en vuestra casa. Poneos cómodas-

-No te lo tomes en sentido literal, Kuroka, que te conozco- siseó Issei con escepticismo.

-¿Queeeeee? Nya! Que aburriiiiido-

-Lamento venir sin avisar, Shuri-dono-

-¿Cuándo has avisado antes de venir? Pasad, por favor…-

-Y espero que no te importe, Lavinia quería probarse el uniforme de sacerdotisa…-

-¡Tú me has dicho que me lo pusiese!- protestó la bruja.

Sentado junto a la mesa, Shuri dejó una taza de té en la mesa, sentándose frente al demonio. Visionando el emblema de la Casa Gremory en lo alto del cielo. El niño había entrado a las malas, había llegado a toda prisa, de ahí que viniese con su sequito usando magia, la barrera le había reconocido y delatado con su emblema en lo alto de cielo, gigantesco, bajo el techo de la cúpula.

Algo había alterado a Issei. Algo que le había hecho dar un paso en falso y dado que todo estaba bien o había algo que no sabía…

Shuri entendió de repente. Sonriendo aliviada.

-Primero debería disculparme…-

-Preferiría que me contases que te preocupa-

-¿Directamente?-

-Por favor-

Issei aceptó a regañadientes.

-Quiero hablar sobre sus funciones como sacerdotisa, de las que Akeno y de las de Suzaku… Si puede ser…-

-¡!-

-Pensaba que veníamos por Baraqiel…-

-Puede que me equivoque, pero he escuchado ciertas cosas que no me han gustado…-

-Issei-kun… ¿Conoces el origen de las islas de Japón?-

El demonio la miró sorprendido.

-¿Origen como… Como se formaron?-

-Así es-

-Bueno… Supongo que de forma natural… Millones de años y placas tectónicas y cosas así… Algo he estudiado en el colegio…-

-Tres gotas…-

-¿?-

-El origen de Japón son tres gotas. Tres gotas que un espíritu dejó caer en mitad del mar, en respuesta a tres doncellas, moribundas, a bordo de improvisados barcos, que contenían a refugiados que huían de las guerras tribales de lo que hoy son China y Taiwán-

-¡!-

-Tres mujeres desesperadas que lanzaron una súplica de auxilio al viento, en mitad del mar, desesperadas… Un espíritu las escuchó, hizo emerger las islas y tomó sus vidas… Los supervivientes y sus descendientes empezaron a rendirle culto a ese espíritu, que pronto se convertiría en una llamada a otros. Con el paso de los siglos se convertiría en el Panteón Japonés-

-¡!-

-No sé si lo sabias… Pero Japón era un país lluvioso, muy lluvioso. Tanto como hacer que los ríos o bahías fuesen mucho más grandes…-

-¿Qué?- preguntó Issei confundido. No sabía porque Shuri le estaba hablando de eso ahora…

-Japón no era lo que conoces hoy día y el clima no era tan indulgente… Eso cambió gracias a las sacerdotisas de las lluvias-

-Un momento…-

-Las nubes son islas donde residen los espíritus. Y allí llevan siglos sirviendo los sacrificios que mis ancestros hicieron para que los habitantes de este país tengan donde vivir-

-No puedes…-

-Los humanos no poseen nada de valor, viven poco, son débiles… ¿Qué pueden ofrecer a los dioses?-

-…-

-La misma vida que poseen. Pequeña, miserable, pero una con la que se puede trabajar, someter, comerciar…-

-¡!-

-Una vida de la que se alimentan las Grandes Bestias Divinas-

-¡!-

Shuri apoyó su mentón en sus manos, mirando al dragón con una sonrisa en el rostro.

-Como sus vidas son efímeras se pueden conservar, almacenar, expandir, controlar y someter… Sí. Suzaku ofrecerá su vida al Ave Bermellón cuando este crea que el ciclo de mi sobrina haya llegado a su fin-

-¡!-

-O servirá de alimento a su bestia, como cientos de mujeres antes que ella o se marchará a servir a los dioses, como tantas otras-

-¡!-

-Nuestro caso es un poco diferente… Tenía a quien servir, una función en la familia… Pero el nacimiento de Akeno lo cambió todo. Los dioses rechazaron su existencia-

-Un momento, un momento… Pensaba que Suou Himejima…-

-Nunca he querido decírselo… Suou se enfureció… La Casa Himejima no es la Casa del Dragón, los dioses japoneses no son los criados de nadie… Eso dijeron-

-¡!-

-Mi esposo cree que el alma de nuestra hija esta encadenada a algo. De la misma manera que los dioses encadenan a las sacerdotisas a su destino, por lo que no pueden tocarla. Pero por las palabras de los dioses yo entiendo que no es eso, que no es la primera vez y que esta vez, no van a transigir-

-O ambas opciones-

-Puede…-

Ambos se quedaron en silencio.

-Shuri-okaa-sama… No quiero parecer… No te enfades, pero no dejaré que Akeno acabe siendo el sacrificio de nadie…-

-Ese es uno de los motivos por los que Baraqiel quiere que nos mudemos, Issei-

-Oh… Vaya… Entonces…-

-Aunque el proceso será lento… ¿No pasará nada mientras la barrera aguante, verdad?-

-La barrera la diseñó… ¿No crees que aguante?-

-No lo sé… Hace apenas unos minutos he visto una youkai y…-

-Baraqiel le dio su visto bueno!-

-Ya, pero…-

Tras unos segundos de silencio, Shuri empezó a reír con fuerza.

Issei gruñó molesto.

-Mientras los totenes aguanten, la barrera es infranqueable. Solo un dios podría atravesarla!-

-Lo sé, lo sé-

¿Los totenes?

Una presencia se alejó de la puerta, moviéndose con agilidad por la casa.

Al salir del salón Issei visualizó a la asgardiana, esperando pacientemente en el patio, de brazos cruzados.

-¿Qué haces aquí?-

-¿Cómo que que hago aquí? Esperar!-

-¿Esperar a que?-

-¿Me tomas por idiota? Pues a la niña!-

-¿Akeno? ¿Aún no ha bajado?- gruñó Issei rascándose la nuca –Pues habrá que hacer tiempo, Baraqiel ha salido, muy oportuno…-

-Ya estoy!- exclamó la morena corriendo hacia ellos, vistiendo un vestido blanco, con su cabello suelto.

-¿Por qué has tardado tanto?- espetó la albina molesta, irritándose aún más al ver a la morena esconderse tras Issei.

-Bueno, bueno… Dejemos eso, vamos a por las chicas…- gruñó Issei empezando a caminar –Quiero que las conozcas-

-No hace falta…- gruñó Akeno.

-¿Sabes dónde están?-

-Lo sospecho… Hay un campo con flores no muy lejos, conociendo a Lavi estará allí, conociendo a Ingvi, estará con ella- deteniéndose en medio del camino – Y Kuro…-

Akeno la miró curiosa. ¿Por qué se detenían?

El castaño alzó la mirada, silbando suavemente.

De entre los matorrales junto a ellos salió un gato negro, tomando una forma humana al alcanzarlos. Ronroneando risueña Kuroka se agarró del brazo de su amo.

Akeno la miró con mala cara, agarrándose a la otra con firmeza.

-Amo! ¿Me has llamado?-

-Te he pedido que fueses a buscar a Akeno, que has hecho?-

-La he encontrado, amo! Y pensaba llevarla hasta ti… Pero veo que ya la has… ¿Por qué te agarras a mi amo?- preguntó Kuroka inclinándose, mirando a la niña -¿No te incomoda, amo?-

-La has asustado, eso has hecho!- protestó Rossweisse –Tienes que cuidar tus modales, lo hemos dicho muchas veces!-

-Nyaaa… Solo quería ir rápido…-

-¿Quiénes son?- preguntó Akeno mirándolo fijamente a la cara, inspeccionando a las chicas.

Elegantes, esbeltas, con una figura envidiable. Estaba claro que buscaba Issei en las mujeres.

-Kuroka, una preciosa y obediente nekomata. Rossweisse, una ilustre asgardiana. Chicas, Akeno, mi angelito-

-Es un placer conoceros…- murmuró la morena cohibida.

-¿Qué significa angelito?-

Snif snif

-La niña no es trigo limpio, huelo algo, nya…-

-¿Las dos son sirvientas?-

-Una personal, la otra a la familia-

-¿Cuál?-

-Kuro es mi Torre-

-Mmmm… ¿Y las otras?-

-Esclavas a pleno derecho, personales…- sonriendo al llegar a un claro, abandonando la arboleda que rodeaba el templo.

Frente a ellos había un campo de flores, enorme. El trabajo de Akeno aprovechando las excepcionales capacidades del monte. En el centro dos jóvenes. Una tumbada, la otra sentada.

Akeno avanzó rápidamente, primero molesta, habían pisado sus flores. Al acercarse se tranquilizó. Se habían colocado en su sitio, donde ella se relajaba, uno de los pocos puntos donde no había flor alguna.

-Issei!- exclamó Lavinia sorprendida, haciendo el amago de incorporarse. El demonio se lo impidió gesticulando con la mano.

-Ella es…- empezó la rubia mientras su acompañante se despertaba, desperezándose lentamente, mirando a su alrededor confundida.

-Nos días Ise… Donde…-

-La brujita, Lavinia. La bella durmiente, Ingvild… Chicas. Os presento a Tenshi, la hija de nuestra anfitriona aquí… ¿Akeno?-

Avanzando hacia ellas, la morena las inspeccionó al detalle.

Eran como las otras. Chicas hermosas, dotadas, de cabello largo y con pecho, mucho pecho… Podía competir sin problemas. No importaba que hiciesen, lo obedientes o putas que fuesen… Ella lo sería más. Sería la mejor, la favorita. Ninguna de estas rameras podía compararse con ella. Él las había elegido. Pero ella le había elegido a él. Y no había escapatoria.

-Me llamo Akeno Himejima, es un placer conoceros…- dijo la chica inclinándose con respeto –Muchas gracias por cuidar de mi novio-

Las esclavas se giraron al instante, mirando al demonio.

Issei miró a Akeno confundido. Luego a sus chicas.

-¿Qué?-

-¿Esa niña, tu novia?-

-¿Qué problema tienes con la niña?- preguntó Akeno molesta.

Issei se giró hacia Akeno. ¿Dónde estaba su dulce enshi?

-Nos preocupa que el amo pierda el tiempo con eso, niñas, nya-

-¿Perdona?- alzó la voz la ángel caído girándose hacia Kuroka, apretando los puños.

La nekomata se estaba ajustando el apretado kimono, insinuando sus abultados senos.

-Chicas…-

-Kuroka-san, Ingvild-san, Rossweisse-san, Lavinia-san… Os estoy muy agradecida por mantener a mi novio entretenido. Pero vuestros servicios pronto dejarán de ser necesarios-

-¿Qué?-

-En cuanto esta niña deje de ser una niña habrá que buscaros otra cosa que hacer, pero no os preocupéis, seguro que sois muy competentes y encontraremos algo que os encante hacer…-

¡¿Dónde estaba su Akeno y quien era esta chica?!

-DxD-

Shuri estaba radiante.

Las esclavas del niño estaban en su casa, en su comedor, en su cocina. Vestidas con delantales, Lavinia e Ingvild ayudaban a su hija a preparar la comida. El niño y las chicas morena y albina estaban en el salón, viendo la televisión. Hacía poco se habían personado todas en la entrada cargando con sendas bolsas de plástico, descargando una importante cantidad de comida en la cocina. Estaban preparando un banquete.

-Insistimos, puedes ir al comedor, Shuri-dono. Nos encargaremos de todo-

-No puedo hacer eso, sois mis invitadas…-

-Tienen razón, vamos, fuera fuera- dijo Issei gesticulando con la mano.

-Pero… Issei!-

-Nada, nada- retirando su delantal, poniéndoselo él.

-¿Vas a cocinar tú?-

-¿Alguien tiene que supervisar a las chicas?-

-¿El amo sirviendo?-

-Vamos, fuera!- protestó el niño empujándola de la cintura antes de volverse a las chicas -¿Qué estáis haciendo?-

-¿Te prestas voluntario y no sabes qué hacemos?-

Issei se encogió de hombros.

Lavinia negó con la cabeza.

La nekomata miraba la televisión, perezosa, comiéndose una galleta tras otra.

La albina miraba su te llorosa.

-Vosotras… No ayudáis?-

-No, nya-

-Nooooo-

Snif

-Que clase… de sirvientas sois?-

-Yo no hago esas cosas, nya-

-Snif-

-Vaya… ¿Y tú?- mirando a la albina.

-Ella es muy mala cocinando. Es un peligro público, nya-

-¡Yo no soy eso, Kuroka!-

-Lo eres, nya-

-Vaya…-

La nekomata apartó la mirada para pasar a centrarse en la sacerdotisa.

-Yo… Quería disculparme, nya-

-¿Disculparte porque?-

-El susto… No era mi intención, nya-

Parpadeando repetidas veces, Shuri sonrió.

-¿Eres una nekomata del Reino del Este?-

-Así es, nya-

-Una cría de Magari, entiendo-

-¿Conoces a la vieja?-

-No. Y nunca he estado en ninguno de los dos Reinos, aunque he escuchado que son preciosos… Y ese labio… ¿Te has comprometido con Issei?-

-¡!-

-Se de las costumbres de tu pueblo, pequeña. Le habrás entregado tus fluidos… Y un collar, adorable…- tomando algunas galletas, acomodándose en el kotatsu –Una gata callejera domesticada, eso no es faena fácil… ¿Estas contenta aun habiendo abandonado a tu pueblo?-

-Mucho, nya-

-Me alegro… Y tu… ¿Te llamas Rossweisse, verdad?-

-Así es, señora!- respondió la albina recogiéndose algunas lágrimas.

-Puedes tutearme, pequeña… Estoy segura de que tus habilidades culinarias no son tan malas-

-Muchas gracias! Muchas gracias! Yo también lo creo!-

-Yo no, nya-

-Es solo que Issei no valora mis habilidades culinarias! Es un intolerante!-

-En cuanto tengamos que ir a la guerra lo apreciaremos, nya. Como un arma química!-

-Calla!-

-Háblame de ti, como conociste a Issei?-

-Yo soy una asgardiana, provengo de Asgard… En una misión rutinaria en el mundo Intermedio sufrimos una dolorosa derrota… En mi pueblo la cultura de la derrota…- mirando su taza.

-Es una criatura perdida que el amo recogió, tiene sus cosas buenas. No es una gran mujer como yo, nya, pero tiene sus cositas- intervino Kuroka zampándose otra galleta.

Shuri la miró cálidamente. La experiencia había sido dolorosa y la nekomata, una criatura salvaje y egoísta por naturaleza, la había protegido.

La doncella, dolida por la experiencia, parecía estar recuperándose poco a poco. Las chicas en la cocina no estaban sirviendo por obligación, colaboraban fruto de la bondad y el buen hacer. Issei había educado a unas excelentes sirvientas. El niño, sin saber cuál era el grado de intervención de sus padres, había superado por mucho sus expectativas. Akeno estaría en excelentes mano si…

-Ufufu… Gracias por venir chicas, mi hija no suele traer a amigas a casa y es la primera vez que hay tanta vida en este templo…-

-Por mí encantada, nya. Prefiero estar aquí que entrenando…-

-¿Cómo dices?- preguntó Shuri mirando a la valquiria. La joven parecía más seria -¿Me puedes explicar que significa eso?-

-Estábamos en el gimnasio. Salió el tema de las sacerdotisas e Issei detuvo todo el entrenamiento y vinimos directas…- respondió Rossweisse tomando una galleta –Y es raro porque tenemos la misión y pensaba que veníamos por un tal Baraqiel y…-

La ceja de Shuri empezó a temblar.

-Ahora vuelvo chicas…-

Las chicas la ignoraron.

Lentamente regresó a la cocina.

-Issei-kun… ¿Has venido en un día libre?-

-Aja, siempre-

-¿Seguro?-

-Yo no miento a la preciosa madre de una preciosa angelito-

-¿Y no estarías en medio de un entrenamiento?-

-…-

-¿Issei-kun?-

-…-

-¡¿Issei-kun?!-

El chico lloró de dolor al sentir como Shuri tiraba de su oreja con fuerza…

Baraqiel se tomó su tiempo en analizar a los demonios frente a él.

Una Youkai. Una asgardiana. Una bruja de Oz. Una demonio ancestral.

-Ríete de tu hermano, pero su hermano no pisa más flojo el acelerador…-

-¿Qué?-

-¿La asgardiana cuenta?-

-No tiene pieza. Pero cuenta-

-Entiendo… ¿y esta es toda la información?- señalando la carpeta.

-Así es-

-Bien…- ojeando el contenido –Sabíamos que los Nebiros seguían operando… Pero hacia siglos que no escuchaba este nombre-

-¿Los conociste abuelo?-

-Para nada. Y no soy un abuelo- pasando páginas –Los Nebiros son científicos, no soldados. Una de las casas más leales y poderosas, pero por su ingenio. Si ellos están trabajando en algo será importante. Tu hermano te tiene en gran estima para confiarte algo así-

-Es una misión de rescate, nada más-

-Nunca es tan sencillo. Es lógico pensar que te verá forzado en investigar o intervenir… Serán humanos. De lo contrario habrían llamado la atención mucho antes. Si hay demonios significará que las instalaciones son de alta seguridad. Y una mayor prioridad… No, lo dudo mucho- esparciendo las hojas en el suelo –Eres múltiples veces más fuerte y rápido que cualquier humano. Estos serán soldados o guardias de seguridad, muy probablemente estén entrenados. ¿Qué debes hacer?-

-Ante la duda, jugadas seguras, movimientos sin riesgo. Aprovechar el factor sorpresa, la velocidad-

-He leído de tu duelo con los Stolas. Conoces a la muerte. ¿Cómo lo superaste?-

-Alcohol y chicas-

-¿Y ahora?-

-Listo y preparado-

-Las chicas pueden encargarse del perímetro. Me gustaría llevar sus datos a Grigory y estudiarlas con detenimiento pero…- callando ante la mirada del niño –No tendrán problemas con mantener el perímetro seguro tu… Harás una carnicería con Yamato-

-¡!-

-Pero puede…- acariciándose la barba, recogiendo todos los papeles, guardándolos en la carpeta se levantó. Dejándola en un rincón del tatami -¿Cuánto puedes desplegar de tu pieza?-

-Shhhhh! Que es un secreto!-

-No me has respondido-

-Pues…-

Serafall. Gabriel. Runeas. Lavinia. Ingvild. Kuroka…

-Entre un 30 y 40 por ciento calculo…-

-La pieza incrementa el poder del portador desde 10 a 100 veces… Por lo que hablamos de que puedes incrementar tu poder unas 30 veces… Nada de lo que haya en ese edificio será una amenaza para ti- quitándose su abrigo, dejándolo en el suelo –Adelante-

-Adelante que-

-Que quiero verlo- extendiendo su mano hacia él.

-Joder, sensei…-

-Tus efectos secundarios no vienen a cuento, vete a dormir temprano y descansa-

-Pse…- levantándose, quitándose la chaqueta, arremangándose la camisa –Lo que tú digas…- tomando la espada oriental en su mano, desenvainándola, apuntando al Ángel Caído.

Baraqiel abrió los ojos sorprendido. Con solo desenvainar el cabello del niño había tomado el rojo característico y su poder se había activado.

Una ola de poder demoniaco estremeció el dojo. La obra maestra de Ajuka Beelzebub trabajando a pleno rendimiento para convertir las ingentes cantidades de poder dragontino en olas de poder demoniaco múltiples veces el poder base del niño.

Ciertamente una obra maestra.

Separando las piernas, ladeando su cuerpo.

Issei no esperó a que el Ángel caído se colocase en posición. De un salto se colocó en su costado, blandiendo su espada.

Baraqiel tomó la hoja con sus dedos, mirando a su costado.

-Mas… rápido- gruñó el Cadre agarrando la hoja, enviándolo al patio exterior sin apenas fuerza.

Convocando una lanza de luz, la arrojó con velocidad contra el niño. Issei la partió con un corte ascendente, sin esperar, colocó la espada en posición de defensa, deteniendo un puñetazo. Derrapando por el suelo.

Había aumentado su poder 20 o 30 veces. Era más rápido, más fuerte, más poderoso… Y dudaba que de darle un directo en la mandíbula pudiese hacerle sangrar… Baraqiel era fuerte, legendario, pero ni de broma entraba en el grupo de los más fuertes del Inframundo. Su hermano mismamente era cientos de veces más fuerte lo que le llevaba a…

¿Cómo de débil podía llegar a ser?

-¿Qué te tengo dicho de tu disciplina y concentración? Vuelves a dispersarte…-

-¡!-

Absorto en sus pensamientos no vió al hombre acercarse, plantándose frente a él con el puño preparado.

PANG!

-¡!-

Una joven de cabello plateado se interpuso entre ellos, sosteniendo un escudo mágico, resistiendo con valentía.

Baraqiel alzó una ceja sorprendido, mirando a su alrededor, viendo como múltiples esferas de agua empezaban a rodearlo. Esferas que se solidificaron en agujas de hielo.

Extendiendo sus alas, giró sobre sí mismo, rechazándolas todas. Al detenerse vió una chica morena frente a él

PAM

El Ángel caído se miró el pecho. El delicado puño de la youkai contra su pecho.

-¡!-

Tosiendo, Baraqiel cayó de rodillas.

-Sería un detalle que te abstuvieses de intentar herir a mi amo, angelito- murmuró Lavinia apuntando a Baraqiel con su bastón.

Lavinia, Kuroka, Ingvild y Rossweisse se colocaron alrededor de Baraqiel.

-No está mal…- susurró el hombre barbudo chasqueando los dedos.

ZAS

Un relámpago le golpeó directamente, repeliendo con fuerza a las chicas.

-Jajajaja. No está mal…- incorporándose, asintiendo con la cabeza.

-¿C-como, nya…-

-Buen truco youkai, pero la efectividad de las artes de tu raza dependen de tu propia capacidad. Si mi poder mágico es superior al tuyo el efecto se verá reducido… Pero si usas su poder…- mirando a Issei.

Issei protestó estirándose en el suelo.

-Estarás satisfecho-

-Estáis muy verdes, pero creo que podréis hacer esto, mocosos-

-Bieeeen… Que ilusión- murmuró el pelirrojo a desgana.

Akeno no estaba contenta. Ni satisfecha ni nada. Akeno estaba enfadada, irritada y fastidiada. Shuri había dispuesto la pequeña casa anexa para invitados a los demonios. Akeno estaba increíblemente frustrada por no poder dormir con su amado.

-Descansad chicas, nos vemos por la mañana. Vamos Akeno-chan, a tu habitación a dormir…-

-Pero mama…-

-Los invitados han de descansar, vamos jovencita…-

-Voy… Que tengas dulces sueños, Ise!- exclamó la morena alejándose a paso lento, arrastrada por su madre.

-Bueno… Habrá que respetar la hospitalidad…- indicó Issei girándose hacia la casa.

-¿Duermes aquí cuando vienes?-

-Nop, pero somos muchos para esa habitación… Vamos! Padentro!-

Las chicas entraron lentamente, distribuyendo las camas por habitaciones dobles.

-Kuro y Lavi juntas, yo iré con Ingvi! Recuerda que estamos en casa de invitados! Compórtate!- exclamó Rossweisse arrastrando a la pelirrosa de la mano, cerrando la puerta de papel con fuerza.

El demonio se rascó la mejilla, confundido.

-¿Pero qué dice?-

Kuroka y Lavinia no respondieron. Encogiéndose de hombros. Los tres se dirigieron a la misma habitación, dejando la otra sin usar…

Issei empezó a jugar con un anillo, lanzándolo al aire, tomándolo al vuelo.

-¿E-eso es?-

El joven Gremory asintió con la mirada y Lavinia se sonrojó violentamente. Entrando en la estancia con una tremenda excitación.

Akeno se despertó sudorosa. Jadeante. Inquieta, intranquila, extraña se incorporó de golpe.

Volviendo a recostarse, moviéndose intranquila… Tenía tanto calor. Se sentía extraña, emocionada y exaltada. Su piel estaba radiante de sudor, sensible.

Curiosa, empezó a majasear su cuerpo. Se sentía excepcionalmente bien. Empezando a retirar su pijama, la asfixiaba tanta ropa.

Explorando su joven cuerpo, sus manos se centraron en sus desarrollados pechos para una chica tan joven.

La morena ahogó un leve gemido, ronroneando satisfecha… Recordaba haber visto imágenes en la mente de su amado. Que hacían sus esclavas delante suyo… Y llevó sus dedos a su entrepierna. Chillando sorprendida, se incorporó asustada. Su madre podría haberla escuchado…

Al no sentir ruido alguno se llevó el índice a la boca, llevándolo de nuevo a su entrepierna, empezando a acariciar su sexo.

-MMmmm!-

Girándose, ahogó sus gemidos en la almohada, mordiéndola mientras su dedo se movía por el contorno, sin llegar a entrar.

No era suficiente, quería más… Necesitaba a Issei!


- Continuará en el siguiente capítulo-


Me he tomado la licencia de retocar, solo un poco, al personaje de Sairaorg. Tengo la intención de hacerle un pelín más especial. No es que quiera desmerecer su historia de superación desde la inferioridad. Así seguirá siendo. Solo quería darle algo de contexto. Esto no supondrá ningún cambio argumental ni para él mismo. Digamos que quería ponerle nombre a su circunstancia.


Espero que os guste, nos vemos en el siguiente episodio.