UN REY Y UN DAMA
Capítulo 2: !
Cuando Fleur Delacour llegó a Hogwarts para el Torneo los tres Magos, sonrió ante la admiración de todos los alumnos ingleses. Pero por dentro sentía que se moría del aburrimiento.
Luego de las presentaciones de rigor, y del pavoneo predecible de los colegios para impresionarse los unos a los otro, Fleur tuvo que rebajarse a soportar a sus semejantes. Eran los estudiantes de Hogwarts y Durmstrang; y en aquel grupo de los 3 colegios reunidos había la calaña más predecible: celosas, envidiosas, babosos, aduladores, lamebotas, pervertidos, doblecaras, tragalibros, buscavidas, parásitas, chismosas, tarados, perdedores, arrimados, farsantes, pajeros, abusones y seguramente también homosexuales. Y entre todos alguna celebridad como Harry Potter y Viktor Krum.
Excepto por ellos dos, el resto era la misma chusma de siempre. A Fleur no le resultó difícil encantarlos con algo de carisma, alguna sonrisa por aquí para los varones, algún falso halago por allá para las chicas.
Al grupo de Beauxbatons los alojaron cerca de las mazmorras de Hogwarts. A ella no le gustaba; el lugar era frío, húmedo y estaba demasiado cerca de aquellos mocosos orgullosos de llamarse víboras. Y ella no entendía ¿Por qué llamarse a sí mismos como unos bichos rastreros, traicioneros y oportunistas?
Como supo después, muchos de ellos tenían afición por crear pociones. "Genial" pensó al enterarse "ahora voy a tener que cuidar de todo lo que bebo."
El colegio tampoco le gustaba, era demasiado serio para su gusto, demasiado soso, seco y hasta un poco hostil.
Los primeros días que estuvo en Hogwarts pasaron sin novedad. Las primeras cartas llegaron a la mañana siguiente de su llegada, a la mañana siguiente los primeros regalos. Ellas los aceptó, pero sin comprometerse a nada.
Llegó el día de nombrar a los campeones para el torneo sin ninguna novedad. Pero a diferencia del resto de la comitiva Beauxbatons, ella no estaba ni ansiosa ni preocupada. Iba ser su nombre, de eso no había duda. Sólo tenía que esperar.
Por la tarde, se presentó en el comedor bajo las miradas de los babosos. Casi siempre eran varones. Delante de ella eran siempre educados, con la vista quieta y el lenguaje decente, como buenos caballeros. Luego, entre ellos hacían puyas, y signos obscenos, y describían todo lo que le harían si tuvieran oportunidad. A veces empezaban luego de que ella se alejara tres pasos. Ella fingía no darse cuenta.
En ese momento, no tenía otra cosa que hacer que pasear un poco. Averiguar un poco más sobre quién podría ser el elegido para representar a Hogwarts. Esperar a que su nombre salga de la copa, recibir las felicitaciones de rigor y luego irse a dormir.
Estaba caminando entre las mesas cuando algo llamó su atención. Eran dos chicos de Hogwarts. Miraban atentos hacia adelante sin reparar en ella. Los separaba un tablero de ajedrez. Fleur no pudo evitar aquel sentimiento antiguo que punzaba de vez en cuando. Se sintió incómoda. Lo mejor era irse lo más lejos posible, pero se sentó cerca de ellos, lo suficiente como para escuchar.
—E4 – dijo uno de ellos.
—E5 – respondía el otro
—Caballo f3
—Caballo f6
—Caballo captura en e5.
—Caballo captura en e4
Fleur soltó un suspiro y negó con la cabeza.
"Idiota"
—Dama e2.
—Caballo f6
—Caballo c6 ¡jaque!
Y el resto fue una partida predecible para alguien que cae en un truco tan barato. Lo peor fue que siguieron jugando partidas iguales o peores que aquellas. Llegó un punto en que ella se levantó, avanzó hacia ellos y se detuvo a contemplar las partidas más de cerco. Su presencia los hacía actuar nerviosos. Fleur, en un arranque de bondad, decidió hablar y calmarlos.
—¿Sabes? Vas a seguir perdiendo si sigues siendo lo mismo una y otra vez.
El menos idiota la miró con la boca abierta.
—¿Sabes jugar al ajedrez?
Por medio segundo, Fleur estuvo a punto de perder su perfecta máscara, pero pudo controlarse.
—Claro —dijo—. No es tan difícil.
Lo que quería decir en realidad era:
"¡Claro que sé jugar, maldito renacuajo imbécil! ¡Ni que fuera tan difícil! ¡Si fuera otra chica no les importaría!"
—¿Quieres jugar?
"Lo que quiero es arrancarte las orejotas de elefante sietemesino y hacer que te las comas."
—¡Claro!... ¿Contra ti?
—Sí, sí, es mi tablero. Lo compré esta semana.
"Lástima que no pudo comprarse un cerebro."
—Bueno, empecemos.
Terminaron rápido. Ella lo destruyó en minutos. Sus trucos baratos no iban a servir contra ella. Jugaron tres partidas y las tres las ganó.
En la última partida, ella se dio cuenta que los ojos del muchacho se desviaban. Iban de sus hombros a su pecho, pero apenas instantes cortos que luego trataba de disimular. Fleur estaba furiosa.
Desvió la mirada hacia el chico. Él, súbitamente, miraba al tablero fijamente, pero su rostro estaba totalmente rojo.
"Qué asco" pensó ella.
—Mira. Te lo haré más fácil.
Con delicadeza le tomó de la mano y lo guio sobre el tablero, hizo que tomara su rey, y que lo hiciera acostar sobre la madera.
—Y se acabó. Ahora retírate.
Él la miró sin comprender.
—Retírate. Necesito seguir jugando. Vamos, rapidito.
Él se levantó cual perro apaleado y se hizo a un lado.
Fleur sabía que ahora debía levantarse e irse. Quedarse ahí era una tontería, pero no pudo. Algo la retuvo ahí contra los buenos consejos de su mente. Levantó la mirada al techo y dijo lo suficientemente alto como para que los mirones escuchen.
—¿Alguien aquí sabe jugar de verdad?
Vinieron varios jugadores. A su alrededor se formó un círculo de curiosos, la mayoría varones. Algunos querían verla ganar, la mayoría quería que la humillen. Fleur lo sabía. Ni siquiera tenía que mirar sus rostros para saberlo.
Fueron partidas rápidas, marcadas por el reloj del tablero mágico. Uno a uno, Fleur despachó a quien estuviera enfrente. Variaban entre algún idiota que se hacía el galán, algún mequetrefe con rostro lleno de granos, o algún rencoroso con ganas de sentirse mejor consigo mismo.
Todos cayeron con facilidad.
Fue entonces que apareció un pelirrojo engreído. Se sentó frente a ella. Llevaba una sonrisa confiada. Empezó a acomodar las piezas.
—Hola. Yo soy Fred.
"No me importa"
—Soy Fleur Delacour. Mucho gusto.
—Espero que estés lista. Yo soy un experto ¿Te parece si jugamos un par de partidas?
—Qué emocionante. Empecemos.
Luego de 6 jugadas, la sonrisa del tal Fred fue desapareciendo, y para la jugada 10 se había ido totalmente. La segunda vez que jugaron se lo tomó un poco más en serio.
"Pero para lo que te va a servir" pensó Fleur. Y procedió a ganarle.
Fred pidió una tercera partida y para entonces el lado cruel de la veela afloró sin que ella pueda evitarlo, así que accedió con bastante gracia.
Entonces procedió a destruirlo totalmente. Esta vez se tomó libertades con la partida. Sacrificó todas sus piezas importantes, llevándose las del pelirrojo por delante, hasta que quedaron sólo los peones. Los de ella, en orden para el ataque y los de él, dispersos en todo el tablero.
Luego los hizo avanzar uno a uno, hasta que llegó a coronarlos, no como damas o torres, sino como caballos. Y luego cuando tuvo cuatro caballos, despejó del resto del tablero los peones que le faltaban al Weasley, hasta que quedó su rey solitario. Empezó a acosar al rey del pelirrojo hasta hacerlo bailar en el centro del tablero. Le dio jaque mate ahí.
Lo peor es que pudo haberse rendido en cualquier momento, pero no lo hizo.
"Su orgullo de hombre no lo dejaba" pensó Fleur.
Fred se levantó. Estaba molesto.
—Buena partida – dijo ella con una encantadora sonrisa. Rogaba en su mente que él no fuera tan tonto como para no darse cuenta que se estaba burlando.
—Sí, sí. No lo haces tan mal. Pero esto del ajedrez es aburrido. Sin ofender. Sólo digo que yo conozco a alguien que te puede ganar.
—Ajá — dijo ella con desdén—. En todo caso quizás debieras pedirle unas cuantas lecciones.
—¿Por qué debería? Me ganaste ahora, pero lo cierto es que él te da varias vueltas. Es mucho mejor que tú.
Hubo algunas voces que exclamaron con júbilo ante el desafío. "Gente de mierda" pensó Fleur. "No pueden hacer nada por su cuenta así que se colocan detrás de quien puede"
—Cualquiera puede hablar, y más si es sobre otra persona. Tráelo aquí y veamos qué tan bien juega.
—Es mi hermano ¿y por qué habría de traerlo aquí a jugar contigo? Ya te lo dije, eres aburrida, ¿Qué hay para mí o para él si solamente tiene que ganarte? No es como si le fuera a costar mucho.
Era una provocación. Ella lo sabía, era solamente un ardid para irritarla, un intento de manipularla pinchándole el orgullo.
Tenía que admitir que estaba siendo un muy buen trabajo.
—¿Qué tienes en mente?
—Una apuesta. Si mi hermano te gana… me darás un beso, a mi hermano y a mí.
—Acepto.
Hubo vitoreo e insultos. El pelirrojo sonrió de oreja a oreja.
—Bien, entonces vamos a la Sala Común de Gri…
—¿Pero por qué yo tendría que jugar con tu hermano? ¿Qué hay para mí? ¿Qué voy a obtener si yo gano? ¿Acaso piensas que voy a querer un beso tuyo? No me hagas reír. Si besas como juegas, prefiero jugar contra un troll. Sin ofender, claro.
—Uuuuuh – coreó la gente a su alrededor.
Las orejas del pelirrojo se pusieron rojas.
—Qué quieres si ganas.
—Treinta galeones en metálico.
—Hecho. Ahora vamos a la Sala Común de Gryffindor…
—No tan rápido, niño – Fleur señaló su rostro y lanzó un beso al aire—. Tu premio está aquí. Quiero ver el mío o no hay trato.
El tal Fred aceptó. Fue y volvió con los galeones prometidos y una mirada encendida. Le mostró el oro, constante y sonante.
"Está tramando algo" pensó Fleur. Pero eran 30 galeones así que aceptó.
Ella subió a la sala común de Gryffindor. Ahí estaba la chusma inútil lista para ver el espectáculo. Y tras el tablero estaba… ¿El mismo pelirrojo?
—Soy George, su hermano gemelo – le explicó él—. Pero yo tengo la pinta y el talento. Será una sola partida de 45 minutos. Espero que estés lista, primor.
El pelirrojo estaba tranquilo, apoyaba su cabeza en la mano de un lado. El dinero ya estaba en la mesa.
Él empezó.
—e4
—c6
—c6 ¿eh?... c4.
Era cierto, no era como el otro muchacho. No era un simple principiante.
El nuevo pelirrojo estaba demasiado quieto. No se movía y apenas giraba la cabeza. Fleur tomó algunos galeones y empezó a juguetear con ellos. Seguro así lo intimidaba. Pero no funcionó. El pelirrojo atacaba y desarrollaba sus piezas. Aunque dejaba algunas partes desprotegidas, estaba al ataque, eso era seguro.
—Torre e1
—Torre e8.
—Alfil g5.
—Alfil e6.
Hubo una pausa. Pero luego…
—No puedo – murmuró el pelirrojo—… Me va a comer la torre… Pero… To… Torre come en e6.
—Adiós torre – dijo algún espectador.
Sí, eso era lo que debía hacer, pero estaba dejando todas sus piezas demasiado expuestas
—Peón captura torre.
—Y el peón captura la torre ¡Y me quedé sin torre!
"Repite todas mis jugadas… ¿Por qué?"
La partida continuó, el tal George se la pasaba murmurando cosas, y parecía nervioso, luego de perder la torre hasta parecía asustado. Pero sus jugadas reflejaban algo totalmente distinto.
Su amiga Sophie colocó una taza de café junto a ella.
—Gracias – dijo Fleur en un idioma que ningún curioso entendió—. Sophie, querida ¿me haces el favor de averiguar algo sobre este chico? Creo que algo huele a trampa.
Sophie le dio la más inocente de la sonrisa.
—Te lo averiguo dentro de poco.
La partida continuó. Fleur se olvidó de su pesquisa cuando el alfil blanco se posicionó para atacar al rey, apenas defendido por un solitario peón.
¿Ese era su juego? Aquel pelirrojo maldito. Sus 30 galeones pendían de un hilo.
"No te hagas el listillo conmigo"
La partida era equilibrada, ella con mejores piezas, pero en una posición desventajosa. Él era elegante pero agresivo. Su táctica era precisa y directa.
Implacable.
Pero ella no se dejaría vencer tan fácilmente.
—Rey H8.
Eso le daría algo de tiempo.
Sophie le entregó la taza de chocolate y le puso unos dulces. Ella hablaba vasco y de seguro nadie en Hogwarts tenía idea de qué era eso. Así que pudo hablar sin temor alguno.
—Son gemelos que hacen un montón de bromas, pero no les gusta jugar ajedrez, lo hacen de vez en cuando, pero, según me han dicho, no son muy buenos.
—Entiendo, gracias.
"Aquí hay gato encerrado"
Miró el reloj, se acababa el tiempo.
—Peón h5.
—Peón en g captura en h5.
—Dama captura en h5.
"Debo atacar"
—Torre f8.
—¿Torre f8?…
Se quedó callado. El tiempo corría inexorable, pero el pelirrojo murmuraba cosas.
—¿Qué?... No… No… mi torre… Ca…Caballo g3
—Adiós tu otra torre – dijo algún espectador decepcionado.
"Idiotas ¡Tiene mate en h7!... Pero si ataco quizás pueda hacer algo."
—Dama captura torre… jaque.
—Rey h2.
"Ahora sólo debo defenderme."
—Tu tiempo, Fleur…
—Sí, sí, lo sé, lo sé… peón h6.
Hubo una pausa, apenas un instante, pero luego ella vislumbró todo.
"¡No!" gritó Fleur en su mente. Pero no había solución. Todo se desmoronaba. Todo caía en su inevitable conclusión.
Empujó la moneda contra la mesa ¿Cómo no pudo verlo? ¿Cómo fue que cayó así?
Y ahora estaba ahí, con la soga al cuello, a punto de sufrir una humillante derrota.
"¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo es tan bueno?!"
La moneda se retorció doblándose hasta que se resquebrajó por la mitad. Por su costado se veía el color plomo oscuro de su interior.
—Es oro leprechaun – dijo Fleur. Se levantó de un salto y con un movimiento de varita reveló la verdadera naturaleza de las monedas—. ¡Me quieres pagar con oro falso!
Entonces el chico pelirrojo cometió un error. Se puso en guardia ante un posible ataque, pero ahí fue cuando se delató a sí mismo.
—¿Qué es eso en tu oreja?
—¡Qué! ¡Espera! ¡No!
Su segundo error fue tratar de cubrirse la oreja y ponerse aún más en evidencia, pero Fleur levantó la varita antes de que el pelirrojo pudiera hacer algo y lo hechizó. Él lanzó un alarido, pero no pudo hacer nada. Tomó el hilo enrollado en la oreja del pelirrojo y lo levantó bien alto para que todos lo vean.
—¡¿Qué es esto?!
—Parece un hilo comunicador – dijo alguien de entre la gente—. Es un invento de ellos. Es un hilo hechizado para que dos chicos se comuniquen entre sí. De vez en cuando algún chico de primero lo usa para hacer trampa en los exámenes.
La veela puso al pelirrojo a flotar como si fuera un globo mientras que con magia recogía el hilo del suelo y le seguía la pista. Hubo un alboroto entre los espectadores, pero los prefectos trataron de poner orden.
Fleur siguió el rastro por su cuenta hasta subir por la escalera de los dormitorios y llegar hasta una puerta concreta.
La abrió de un golpe de magia. Del otro lado encontró al primer gemelo frente a un tablero de ajedrez. La habitación estaba mal iluminada, pero Fleur distinguió el hilo rojo enrollado en la oreja del cómplice. Cerró la puerta y avanzó.
Lanzó al gemelo por el aire y cayó encima de su hermano cómplice. Un hechizo paralizante los dejó en su lugar.
Fleur se aproximó pausadamente. Estaba furiosa, pero necesitaba saber. Delante de ella había un tablero de ajedrez en la que habían imitado todos los movimientos. Del lado opuesto estaba un muchacho que la miraba asombrado.
Era hermano de los gemelos, eso era obvio, pero más joven y con un aspecto aún más zaparrastroso. Estaba solo, sin ningún libro o hechizo para ayudarlo. Ni siquiera una pócima para la concentración.
La veela se dio cuenta casi de inmediato. "Fue él" pensó. Él fue quien jugó la partida, él fue quien hizo todos los movimientos. Aquella apertura, aquella combinación, ese sacrificio de ambas torres…
Sólo había una forma de comprobarlo.
—Rey g8.
Trató de descifrarlo, de encontrar algo que justificar todo lo que había pasado. El muchacho estaba anonadado, Fleur quería convencerse de que alguien como él no pudo haberla sometido de esa manera. Pero…
—Alfil captura g7—. dijo él.
Fleur apretó los dientes y respondió:
—Torre captura en F2.
Su rostro se había puesto casi tan rojo como su cabello. Ella podía rendirse, pero no lo iba a hacer. Él incluso dudó antes de poner la sentencia final.
—Dama h7, jaque.
—Rey F7.
—Reina G6, jaque.
—Rey G8.
—A… Alfil h6… jaque.
"¿Por qué mierda tartamudea?"
—Rey H8
—Dama H7
—Jaque mate— dijo Fleur.
El pelirrojo más joven parecía anonadado, confundido, patidifuso. Todo un insignificante tarambana. El tipo de gente que ella siempre odió.
Pero aún así, él había ganado ¿Qué significaba todo aquello? Momentos antes estaba abrumada por tanto talento. Pero ahora estaba delante de él y él tenía pinta de que ella podía matarlo con solo mirarlo, con sólo decirle las palabras correctas…
"¡¿Cómo fue posible que él me haya ganado? ¿Por qué? ¡¿Por qué alguien como él?!"
¿Qué debía hacer? Era obvio que él no sabía que era parte de aquella treta.
El tablero era viejo y desgastado. Pero la partida fue maravillosa. Ella hizo caer todas las piezas con sus dedos.
¿Debía decir algo como buena partida, buen juego, bien hecho?¿Debía estrecharle la mano? Era una regla no escrita entre ajedrecistas. Pero no lo hizo, su orgullo herido paralizó cualquier intento de acercamiento. Ella había perdido. Y la idea hacía eco dentro de su mente como un martillo incansable.
"Perdiste, perdiste, perdiste".
No. No iba a rebajarse a cometer ninguna patética muestra de falsa humildad.
Pero una apuesta era una apuesta. Se inclinó hacia adelante. Tomó al muchacho de los hombros, lo levantó de un tirón y lo besó.
Fue tan repentino que él ni siquiera pudo reaccionar. Luego lo empujó con desdén. Cayó hacia atrás y casi se desparrama con todo y silla.
Recogió su varita de la mesa. Desparalizó a los gemelos y el castigo empezó.
1. e4 e6 2. d4 d5
Fleur volvió al Gran Salón. Puso su sonrisa de siempre para aguardar su nombre salir del Cáliz de Fuego. Y salió tal como lo había previsto. Por supuesto que iba a ser su nombre ¿qué otras opciones había? Junto a su nombre salió el de Viktor Krum y otro chico de Hogwarts del todo irrelevante.
También salió el de Harry Potter, lo cuál era una traición en todo sentido. Pero en ese momento no podía aflorar su justa indignación de ninguna parte de su mente. Lo único que resonaba ahí era el mismo pensamiento que llegaba de forma contundente.
Perdiste. Perdiste. Perdiste.
1. e4 e6 2. d4 d5
Notas del autor: Gracias a mi amigo Duckmanolo por su ayuda con lo de ajedrez. La partida de Fleur y Ron está sacada de una partida real: Tal vs Karpov. Hay muchos análisis en youtube para quienes estén interesados (aunque yo no lo entiendo tanto).
A partir de ahora no voy a escribir cada jugada que hagan. No queda bien, voy a describir las partidas en general pero no cada jugada.
Cualquier comentario es bienvenido. Gracias por leerme.
Nos vemos.
