PERMANENTE.
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Abrió los ojos de golpe sentándose de tirón en la cama. Su respiración estaba agitada sin razón aparente, no recordaba haber tenido ninguna pesadilla y lentamente sus pulsaciones comenzaron a bajar al reconocer que se encontraba en su habitación, sin embargo, su cuerpo estaba invadido por una angustia que no sabía explicar.
Sus ojos incluso se quedaron clavados en la nada, tratando de hacer que su cerebro... ¿funcionara? no sabía exactamente qué era lo que trataba de encontrar en su propio razonamiento. Los segundos comenzaron a pasar y la angustia a desaparecer, pero irónicamente, que este sentimiento se fuera, le causaba una intranquilidad que no sabía descifrar, como si una bruma estuviera envolviéndola sin dejarla pensar más en el asunto, pero... ¿cuál asunto?
Akane enterró su mano derecha en su cabello tratando de... ¿de qué?
La puerta de la habitación se abrió y dio paso a su hermana mayor.
- Akane, que bueno que ya despertaste. - En su mano llevaba algodón y alcohol. - Te desmayaste de repente y me angustié mucho. - Dejó lo que llevaba sobre el escritorio y se sentó en la cama tomándole las manos. - ¿Cómo te sientes?
- ¿Me... me desmayé? ¿Por qué? - Cuestionó sin encontrarle sentido, aunque prestándose más atención a sí misma, dedujo que los golpes que tenía su cuerpo se debían a una mala caída en aquel incidente.
- No lo sé... - La mayor bajó la vista a las manos que sostenía y habló con sentir. - Tus manos están heladas. - Rápidamente se movió y consiguió destrabar las mantas bajo el cuerpo de la menor. - Abrígate hasta que entres en calor.
- Kasumi... yo... - intentó decir mientras era cobijada, pero... ¿ella qué? Realmente se sentía confundida, ni siquiera sabía que preguntar o que quería escuchar para dejar de sentir esa pesada bruma que la embotaba en un raro sentido que no era físico.
- ¿Tú? - Preguntó la mayor esperando una respuesta.
- No... no, nada... - Terminó por decir al cabo de unos segundos, como si hubiera estado esperando que Kasumi completara la idea que no encontraba dentro de ella misma.
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- ¿Un amigo tuyo? - Preguntó Akane cuando su padre mencionó en la cena que tendrían visitas en los próximos días.
- Así es, es un amigo de mi adolescencia, Ichioka Yoshio, además, vendrá acompañado por su hijo Yamato. - El comedor se quedó en silencio, como si ni Nabiki ni Kasumi tuvieran nada que decir y Akane sin premeditarlo preguntó.
- ¿Entrenaba contigo?
- ¿Qué? - Soun dejó de comer para ver a su hija que esperaba una respuesta.
- Me refiero a tu amigo, ¿era tu compañero de entrenamiento?
- No, no, claro que no jeje... - rio un poco. - ¿De dónde se te ocurrió? jeje. Ichioka era mi mejor amigo cuando estaba en el instituto, pasamos muchas aventuras juntos, pero nada relacionado a las artes marciales. - Dio un bocado antes de seguir. - Ichioka se dedica a las ventas y publicidad. - Luego continuó cenando.
- Y su hijo...
- No conozco al muchacho. - Completó Tendo antes que Akane terminara de hablar.
La chica de cabello azulado suspiró quedamente, al parecer sus cuestiones habían puesto incómodo a su padre. Ahora mismo, el apetito se le había ido y no entendía por qué, aunque si era sincera consigo, la "bruma" que sentía desde su desmayo hace dos semanas no se había marchado y a eso le achacaba sus ocurrencias.
- Me retiro a dormir. - Dijo en tono pasivo. - Estoy bastante cansada.
- Que descanses Akane. - Deseó alguien de su familia, pero ni captó realmente aquello.
A paso lento subió las escaleras y se encerró en su cuarto. Tirándose en la cama observó el escritorio, más específicamente el portarretratos con la fotografía de su familia y... sacudió la cabeza con fuerza, era tonto ese sentimiento de que esa foto no encajaba en ese lugar.
Suspiró, esta vez con fuerza y se estiró intentando recuperar con ello la estabilidad que al parecer la abandonaba por momentos; las vacaciones de invierno estaban por terminar, tendría que regresar a la universidad y se prometió que a partir de mañana dejaría de lado esas tonterías concentrándose por fin en estudiar, ¿qué se le había metido para ponerse a limpiar a diario la habitación vacía a unas puertas de la suya? ¿qué propósito tenía no solo pasar hora tras hora en el dojo y no precisamente entrenando sino mirando las paredes intentando descubrir algo? peor aún, ¿para qué meterse repetidamente al ático del salón a respirar polvo con el mismo motivo de "descubrir"? ¿y qué pasaba con esas tardes frente a la poza mientras observaba el agua moverse lentamente con el viento, como esperando que algo surgiera de su poca profundidad de repente? No lo sabía... ese era el maldito problema... que no lo sabía.
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- Buenos día Akane. - La chica tuvo que contener una mueca ante el desagrado que sentía por el chico al oír su voz, a pesar de que ya llevaba viviendo ahí un mes y que Soun declarara que los Ichioka ahora eran parte de la familia, le seguía dando repelús total tratarlos con algo más que mera formalidad e igualmente odiaba que ellos se tomaran confianzas con ella, especialmente ese muchacho.
- Buenos días Ichioka. - Remarcó el apellido esperando, como otras tantas veces, que entendiera no le gustaba el tuteo, no con él, aunque tampoco del padre del mismo.
- ¿Hay más pasta dental? - Sin esperar a que ella terminara de secarse la comisura de la boca entró al cubículo del lavabo, Akane se reprendió a si misma por no cerrar la puerta y sin contener su desagrado ante la presencia dio un bufido, pero el chico no lo notó, o al menos hizo como que no lo notaba.
- No sé. - Fue su única respuesta mientras tiraba el empaque de jabón dental ahora vacío y lo esquivaba para salir de ahí antes de hacerle algún desplante.
- Oye Akane. - La llamó rebuscando en las gavetas bajo el lavabo. - ¿Qué harás saliendo de la universidad? Había pensado que podríamos ir a pasear a la feria y de regreso ir a comer a...
- No. - Contestó de tajo. - Estoy ocupada.
- Bueno... - Por fin volteó a mirarla intentando sonreír a pesar de la contestación fría. - Tal vez...
- Todos los días, siempre, incluso fines de semana, estoy ocupada. No tengo tiempo. - Se retiró sin más.
La chica Tendo había tomado sus cosas con premura y salido de la casa, tanta era su urgencia que a algunos metros más allá del dojo, tuvo que frenar su carrera, se le había olvidado su bolso de entrenamiento, hoy tenía club de kyudo. Mal humorada regresó a paso lento a la casa.
Empujó el portón que como pocas veces se movió sin ruido y segundos después entró a la casa sin hacer escándalo, no quería toparse de nuevo con el muchacho Ichioka o el padre de este, tampoco con nadie de su familia que siempre la molestaban para que conviviera más con el chico.
- ¡Es que hago todo lo que puedo! - Oyó la voz desesperada de Yamato que sonaba desde el comedor. - ¡Me esfuerzo por agradarle, pero no le caigo bien! ¡Akane me odia y no sé por qué!
- ¡Esfuérzate más! - Pidió Soun con tono lloroso. Akane se acercó con sigilo y curiosidad, entendía que su padre quisiera que tuviera buena relación con los Ichioka, pero no para ponerse así.
- Sinceramente Soun, estoy comenzando a pensar que esto no va a funcionar, a mí me parecería mejor que anunciaras de una buena vez el compromiso entre nuestros hijos, Akane como buena hija deberá responder con honor a tu palabra dada. - La aseveración del amigo de su padre la dejó helada.
Se recargó en la pared ante el descubrimiento, ¡¿la querían comprometer con Yamato?!
- No, no, eso no funcionaría. - Debatió de inmediato Soun.
- ¿Entonces que pretendes Tendo? - El hombre parecía frustrado.
- ¡Pues que se la gane! ¡Que Yamato la conquiste a pulso! - Declaró con fervor.
La platica siguió con Soun gritándole al joven como conquistarla, pero Akane no quiso saber más, simplemente volvió a salir de la propiedad.
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La chica Tendo se sentó en la banca esperando el autobús de regreso a Nerima, durante todo el día no se había concentrado en absoluto en las clases, menos aún se había presentado a entrenar con el arco, no tenía ánimos, además había estado perdiendo el tiempo, atrasando así, el momento de regresar a casa.
El pequeño trozo de conversación que había escuchado entre su padre y los Ichioka le había provocado sensaciones más allá de la furia por querer ponerla en un compromiso arreglado, más bien era como si una bola en su estómago se hubiera formado hasta el punto de querer llorar, y ciertamente, no era por la situación en sí, era otra cosa... algo que de nuevo no tenía explicación aparente.
Tan metida estaba en sus pensamientos que solo salió de ellos cuando oyó el ruido del autobús arrancar, había estado tan encimada que ni siquiera había notado el vehículo hasta que este se había ido. Realmente no tenía ganas de volver a casa, pero mirando su reloj de pulsera, cayó en cuenta que ese había sido el último transporte del día hasta Nerima.
Bufó levantándose de la banca de metal y dio unos cuantos pasos con la intención de resolver como regresar a casa, cuando en la esquina más próxima una figura impactó contra ella llevándola hasta el asfalto.
Akane había apretado los ojos por instinto ante el susto, y solo comenzó a abrirlos al notar que no había habido golpe alguno contra el suelo y que alguien la había protegido del golpe y estaba bajo ella.
- Lo... lo... siento... - Dijo el joven bajo su cuerpo, mirándola con una mezcla de completo asombro, shock, felicidad y tranquilidad, todo al mismo tiempo y Akane supo que era la misma mirada que ella tenía.
- Tú... tú... - tartamudeó, ninguno de los dos se movió.
- Disculpen... - una voz molesta los sacó de su trance e inmediatamente ambos se levantaron del suelo ante la mirada del hombre que no podía pasar por la banqueta.
- Yo... de... deberías tener más cuidado... - La voz femenina terminó en un susurro al darse cuenta de que el chico no le había soltado la mano, lo cual provocaba una sensación de electricidad que iba desde su extremidad y le invadía el cuerpo.
- ¡Lo siento! - Se apartó de ella apenado. - Solo... yo solo... trataba de... encontrar... - igual su voz se apagó cuando volvieron a cruzar miradas y no podían dejar de mirarse.
- ¿Qué querías encontrar? - Por fin murmuró ella con un evidente interés.
- Creo que ya lo hice... - Inconscientemente movió un poco sus pies quedando ligeramente más cerca de ella.
- ¿Perdón? - Preguntó sin comprender, sin embargo, ella también se movió, como si aquel sujeto ejerciera una fuerza magnética en ella.
- ¡No nada! - "Aclaró" - Ranma, mi nombre es Ranma Saotome, ¿el tuyo cuál? - Preguntó sonriendo como si estuviese deseoso de conocerla mientras extendía la mano en su dirección, costumbre extraña para un par de japoneses que solo usan inclinaciones como forma de saludo, a pesar de esto, Akane tomó su mano sin cuestionamientos, dándose cuenta que, nunca en su vida había ansiado tanto el contacto con alguien.
- Akane, Akane Tendo. - Dijo su nombre sonriendo, con el mismo orden de mencionar primero nombre propio y después el apellido, justo como él lo había hecho, como si ambos quisieran tutearse desde el primer momento.
- Akane... - Saboreó el nombre entre sus labios sonriendo aún más.
- Ranma. - La chica no sabía porque ese nombre se sentía "correcto".
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- Kasumi, ¿ya llegó Akane? - Preguntó Soun ante la mirada de los Ichioka.
- No papá, no ha llegado. - Dijo recogiendo los platos de la cena.
- Pero, ya casi son las 10... ¿ya la llamaste?
- Si, pero no contesta su teléfono.
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- Creo que desperdicias tu tiempo. - Dijo entre risas. - La universidad está sobrevalorada, mejor deberías entrar a combatir profesionalmente, claro, eso si eres tan buena como presumes.
- Idiota. - Le golpeó el hombro de forma amistosa, segundos después su rostro se sonrojó cuando notó que la camarera había regresado a la mesa con su tercera ronda de bebidas y la miraba extraño.
- Chocolate caliente para el señor y té verde para la señorita. Con permiso. La mesera se retiró.
- Gracias. - Dijo Akane ahora modosa.
- Jajaja, ¿no me digas que te avergüenza mostrar tu verdadero carácter ante la gente? - Se burló él.
- ¿Y tú que sabrás de mi carácter si ni me conoces? - Dijo sorbiendo su té con aparente calma.
- Soy bueno leyendo a la gente. - Dijo altivo.
- Eres un ególatra de primera. - Ranma frunció el ceño ante la cara de gracia de ella. Después de unos segundos ambos comenzaron a carcajearse. Ya llevaban casi dos horas en aquel café hablando de todo y a ratos de nada, contándose su vida y a la vez como si fuesen viejos conocidos que solo se ponían al día.
El teléfono de Akane volvió a sonar, y como las otras veces anteriores, miró la pantalla que a pocos pixeles ponía "casa", hizo un gesto molesto y declinó la llamada otra vez.
- ¿Quién es? - Preguntó directo, con una confianza que normalmente se tarda años en tener hacia otra persona. - ¿Tú novio? - El rostro se le había puesto mortalmente serio esperando su respuesta, desde las anteriores llamadas había querido preguntar y ya no podía esperar más.
- No. - Aclaró de inmediato como si le debiera explicaciones. - No tengo novio ni nada parecido. - Soltó al momento de poner el teléfono en completo silencio.
- Yo tampoco tengo novia, de hecho, mi padre quiere comprometerme con una amiga de la infancia, se llama Ukyo, la de los okonomiyakis que te mencioné hace rato, pero yo no la veo de esa manera, no me interesa en lo más mínimo en el sentido romántico. - Le explicó como si quisiera evitar futuras aclaraciones.
- ¿Porqué? - Cuestionó un poco desconfiada.
- No es mi tipo. Tengo otro tipo de gustos.
- ¿Cómo... cuáles? - Insistió
- Disculpen. - La camarera había regresado causándoles un sobresalto. - Cerraremos cocina en cinco minutos, ¿se les ofrece algo más?
- No, estamos bien, gracias. - Contestó Akane, de nuevo estaba algo sonrojada dándose cuenta de la pregunta tan directa que le había hecho al muchacho.
- De acuerdo, agradecemos su preferencia y les recordamos que el local cerrará en media hora más. - Asistieron antes de verla irse.
- No pensé que fuera tan tarde... - Akane mencionó intentando que Ranma olvidara su pregunta y recordando por primera vez que no vivía a la vuelta de la esquina, que de hecho ya no había autobuses para Nerima desde el centro de Tokyo y que con justa razón su familia estaría preocupada.
- No es tan tarde. - Debatió, no quería aun dejarla ir.
- Casi las once... si no me voy ahora no conseguiré ni siquiera taxi. - Comenzó a rebuscar en su bolso hasta que encontró su cartera.
- Yo invito. - Aclaró Ranma antes de que sacara dinero para pagar la cuenta.
En un silencio incómodo que contrastaba con lo ruidosos que habían sido durante la charla anterior, salieron del local, ninguno con ganas de separarse, sin saber cómo retener al otro por más tiempo a su lado.
- Cielos... - Mencionó ella al percibir que pequeñas gotas caían anunciando la próxima lluvia torrencial.
- Maldición. - Masculló él entre dientes.
- ¿Todo bien? - Preguntó, es decir, ella obviamente no quería mojarse, pero el sonaba frustrado.
- Si... bueno... no me gusta la lluvia... - Se quedó en silencio y ella no insistió.
Akane a lo lejos vio un taxi con la luz de disponible encendida, y supuso que era una suerte con lo difícil que era conseguir uno a esa hora en ese lugar, así que resignada comenzó a levantar el brazo para hacerle una señal, de pronto, Ranma dijo sin preludios.
- Tengo una maldición. El agua me hace transformar. - Fue tajante, solo esperando a que ella se riera o simplemente lo tildara de loco, ni siquiera sabía porque tenía esa imperiosa necesidad de decírselo o porque se lo había dicho se esa manera.
- ¿En verdad? - Ignoró al taxi que pasó de largo, dejando caer su brazo laxo y volteó a verlo a él. No parecía exaltada ni burlona, solo curiosa.
- Si...
- ¿En qué te... transformas? - Ranma dio una larga inspiración, lo más difícil era pronunciar esa palabra.
- Me estoy quedando en una posada a algunas cuantas cuadras de aquí, ¿quieres venir? - Ella se lo pensó, no mucho, y al final terminó por asistir con la cabeza, algo dentro de ella le decía que desconfiar de él no era opción.
La caminata era realmente lenta y las gotas de lluvia poco a poco comenzaron a tomar fuerza, para cuando llegaron a la posada, Akane ya no caminaba con un varón, lo hacía con una pelirroja más menuda que ella misma.
- ¿Cómo... - comenzó a preguntar sin atreverse a completar nada cuando entraron en la casa tradicional.
- Es una larga historia. -
- Tengo tiempo. - Aclarando con eso no solo que estaba dispuesta a escucharlo, sino que entraría con él.
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- No contesta. - Preocupada, Kasumi colgó el teléfono, Soun comenzó a llorar desconsolado.
- Deberíamos ir a la policía de una vez, mientras menos tiempo pase, podrán seguirle el rastro más fácil. - Dijo convencido el señor Ichioka, Tendo asistió repetidas veces.
- Tengo el presentimiento de que ella está perfectamente bien. - Se notaba preocupada, pero no tanto como su padre o sus invitados, Nabiki se enderezó, todo este tiempo había estado contra la pared.
- Yo... yo también siento lo mismo. - Susurró Kasumi y todos, o al menos los varones, hicieron como que no la habían escuchado.
- Esas son tonterías. - El señor Ichioka chasqueó los labios, Nabiki ladeó la cabeza con el inicio de una sonrisa gatuna, no le gustaba en absoluto que ese hombre se metiera en los asuntos de la familia.
- Me apostaría la mitad de mi salario a que nunca le contaste a tu invitado cierta historia que involucra a Akane y la antigua familia que vivía aquí. - Soun enrojeció.
- ¡Eso no tiene nada que ver! - El hombre se movilizó por la casa. - Iré ahora mismo a la comisaría.
- Papá, piensa mejor las cosas. - Le dijo suavemente su primogénita, Soun hizo caso omiso y salió de la casa seguido de los otros dos hombres.
Las hermanas Tendo se miraron entre si al quedarse solas.
- ¿Cres que se hayan encontrado? - Kasumi se mordió el interior del cachete con nerviosismo, sabía que era mismo presentimiento que tenía Nabiki. - El tío Ge... el señor Gen... Saotome... - Se corrigió. - Prometió que se llevaría a su familia donde no volviéramos a saber de ellos, de donde Ranma no pudiera regresar.
- No lo sé, pero tampoco me extrañaría que el cuñadito haya encontrado el camino de regreso hasta nuestra hermanita, ¿a ti sí?
- No, tampoco. Pero... - se quedó callada mientras regresaba al comedor y se sentaba en los cojines pensativa. - Desde que papá y...
- Dilo, el tío Genma, nosotras no tenemos nada que ver en sus embrollos.
- Y el tío Genma decidieron hechizarlos, me he sentido muy culpable al quedarme callada, y aunque el curandero juró que no se recordarían, he visto desde entonces a Akane buscando en todos lados, como si un pedazo de sí misma se le hubiera perdido. Nunca debimos de acceder a seguirle la corriente a papá y al tío Genma... - Bajó la cabeza a punto de llorar ante la culpa.
- Ya, bueno, tampoco te pongas así. No fue nuestra culpa, además, debes de admitir, que los dos viejos tenían buenos argumentos. - Se sentó a su lado y le palmeó el hombro. - Papá y el tío ya tenían demasiados problemas entre ellos y ese último enemigo nos sacó un buen susto a todos, aunque si te soy sincera en el fondo sabía que solo fue la excusa perfecta para separarlos, y claro, también estaba casi segura de que tarde o temprano volverían a reencontrarse.
- A mi si me da miedo Nabiki... ¿Qué tal si esa cosa que liberó Happosai regresa e intenta matarlos de nuevo al encontrarlos juntos?
- Hermana, deja el susto de lado y piensa con la cabeza fría. - Kasumi la miró sin comprender, suspirando continuó. - La entidad que liberó Happosai en una de sus tantas tonterías ya está más que extinto, Ranma lo mató, ¿y por qué? Porque nunca dejaría que algo malo le pasara a Akane, primero hubiese sacrificado su vida.
- ¿Y si volviera a aparecer un monstruo similar, otro que también quiera comérselos a ambos por formar en combinación energías perfectas?
- No creo que haya otro monstruo igual. - Dijo como si fuese lo más obvio del mundo. - Y aunque así fuese, Ranma jamás dejaría que le pasara nada malo a nuestra hermana. Así que teniendo en claro eso, que estoy segura también la tía Nodoka ya ha de haber deducido, lo más probable es que Ranma y Akane ya se hayan encontrado.
- ¿Y si no? ¿Y si a Akane en realidad si le pasó algo y por eso no regresó a casa?
- ¿De verdad lo crees? Porque yo apostaría más a que Akane se hubiese ido a buscar por su cuenta una respuesta a sus melancolías.
- Si... tienes razón.
- Bien, ya que estamos despiertas a las tres de la mañana, ¿quieres que ordene algo de comer?
- Nabiki... - Amonestó.
- ¿Qué? ¿Qué tal y Akane ya se la está pasando en grande con Ranma?
- ¡Nabiki! - Esta vez Kasumi enrojeció. - Mejor si ve a ordenar algo... espero que encuentres un servicio de 24h.
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- ¿Entonces tu padre también te quiere comprometer? - El joven Saotome entrelazó sus dedos con los de la muchacha, sentía tanta paz que ni siquiera esa información le hizo perder la calma, al fin de cuentas, ella acababa de decirle que estaba enojada.
- De todas formas, antes incluso de saber lo del compromiso... - Bostezó cerrando los ojos, estaba acostada de lado sobre el futón y frente a ella, sobre el tatami, Ranma también bostezó. - Ya me caían mal... no sé... no soporto a ninguno de los dos, siento como si fueran unos entrometidos. - Ranma soltó una risita al aire mirando su ceño fruncido.
- Oye Akane... se nota que tienes carácter. - Sonrió más.
- ¿Y eso que significa? - Quiso alejar su mano un poco a la defensiva.
- Me gusta. - Declaró firme sin soltarla y ella sonrió de forma sutil y encantadora.
Akane abrió los ojos
- Si solo lo estás diciendo por molestar yo...
- Lo digo en serio. - Ranma se sentó y ella le imitó, como si presintiera algo con esa mirada tan seria que había puesto él de pronto. - Y en serio siento que... - Dejó salir de sí el aire acumulado como si con eso controlara su repentino nerviosismo. - Vine aquí con la intención de... - comenzó a tartamudear.
- ¿De?
- Es que... - Se rascó la nuca consternado. - ¡Lo que pasa es que yo!
- ¿Tú?
- Tal vez te parezca una completa locura, pero... - Retuvo de nuevo el aire sin saber cómo continuar, haciendo una larga pausa.
- ¿Como si... me hubieras estado buscando? - Completó ella de pronto.
- Si. - Asistió sorprendido mirándola fijamente, apretando el agarre de sus manos.
- ¿Quién eres Ranma? ¿Por qué siento que he estado esperándote?
- ¿Estarías dispuesta a descubrirlo conmigo? - Akane bajó la mirada sopesando la idea, estaba bastante consciente que no era algo ligero, era el todo por el todo.
- Yo... supongo que... - Pasó saliva ante la magnitud de su respuesta. - La universidad puede esperar.
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- Él es el agente Arisawa, nos acompañó a casa para hacerles algunas preguntas. - Kasumi vio entrar al comedor a su padre junto con los Ichioka y un hombre de la policía cerca de las seis de la mañana.
La joven se levantó con lentitud e hizo una ligera reverencia, el cansancio ya la consumía y solo había estado esperando a su padre, Nabiki hace horas que se había ido a descansar.
- Arisawa Kei, señorita, una pena conocerla en estas circunstancias.
- Tendo Kasumi... - Asistió sin saber cómo continuar hablando. - Pero... - inspiró aire mientras miraba fijamente a su padre, estaba segura que lo siguiente lo desmoronaría. - Me temo que ha venido en vano.
- ¡¿Tu hermana regresó?! - Soun preguntó con una sonrisa en el rostro.
- Llamó cerca de las cuatro de la mañana.
- Por tu expresión supongo que se encuentra bien, pero que desconsiderada ha sido. - Habló el amigo de su padre y la primogénita Tendo no pudo evitar hacer un gesto con las cejas digno de Nabiki, a ella tampoco le agradaba que los Ichioka se metieran en su vida familiar.
- ¡Dime hija! ¡Dime por favor!
- Dijo que se quedó con... su novio. - Resumió, no iba a ponerse a explicar delante del policía el resto de la historia.
- ¡¿Novio?! - Gritaron los tres hombres de la casa, el agente se limitó a asistir con la cabeza, no era la primera vez que le tocaba atender el llamado de algún padre cuyos hijos solo estaban viviendo su juventud.
- No, no, ¡Akane no tiene novio! – Soun se acercó a Kasumi intentando tomarla de los hombros, ella esquivó y se dirigió al agente de nuevo.
- Lamento que haya perdido su tiempo señor Arisawa, pero mi hermana menor está perfectamente bien, ¿gusta al menos un té? - El hombre negó con la cabeza encaminándose a la salida de la casa con Kasumi siguiéndole los pasos. - Una disculpa. - Se inclinó ya cuando estaban en la puerta ante la atenta mirada de Yamato, mientras que su padre estaba igual de petrificado que Soun.
- No se preocupe, a veces acontecen estas situaciones y es nuestro deber atender todos los llamados, de hecho, le agradezco que haya sido sincera en primera instancia, se sorprendería de la cantidad de familias que por "resguardar la dignidad" de sus hijas se hacen de la vista gorda gastando el tiempo y recursos de la policía. Solo adviértale a su hermana no volver a preocuparlos de esa manera.
- Se lo haré saber. De nuevo una disculpa y gracias. - Terminó por inclinarse de nuevo mientras el hombre se iba.
Cuando Kasumi regresó al comedor, de nuevo seguida de su "cuñado", su padre la observó entre confuso, disgustado, aliviado y enojado.
- ¡Akane no tiene novio! ¡¿Qué fue lo que te dijo realmente?! - Le gritoneó por primera vez en años a su hija mayor, ella con calma se sentó frente a él.
- Ella y Ranma están juntos.
- No... no puede ser...
- Si, si puede.
- ¿Quién demonios es Ranma? - Preguntó disgustado Yamato
- El prometido de mi hermana - Contestó sin endulzarlo y solo Dios sabía cuanta satisfacción le causó a Kasumi decir esas palabras y ver la expresión de ambos Ichioka. - Ranma la encontró y ella no dudó en irse con él.
- Pe... pero... ¿qué estás diciendo? - Preguntó con miedo Tendo. Kasumi se levantó y tras un suspiro, dijo.
- Creo que aún no se han dado cuenta que sus propias familias los metieron en una trampa, pero si ya están juntos es cuestión de tiempo para que lo sepan, más vale que te prepares... que nos preparemos, nosotras también tenemos culpa en todo esto por haber aceptado tan ridícula resolución tuya y del tío Genma, solo espero que Akane nos perdone. - Y sin más se dirigió a la salida. Ya con un paso fuera del lugar, agregó. - Fue un gusto conocerlos señores Ichioka.
- ¡Tendo, ¿qué rayos está pasando?! - Se oyó gritar al hombre exigiendo explicaciones.
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Ni siquiera sé cómo empezar esto de una forma adecuada, así que seré directa, ¡¿Por qué nos hicieron esto?! ¡¿Por qué jugaron así con nosotros?! ¡Ustedes, justo nuestra propia familia!
Esperé todos estos meses para escribirles porque si lo hubiera hecho en el momento en que Ranma y yo descubrimos la verdad, literalmente solo hubiera escrito insultos, aún estoy sumamente dolida, muy enfurecida y no hay un regreso planeado, sin embargo, supongo que necesitaba al menos avisarles que ya recordamos todo y desahogarme un poco.
Por lo que respecta a MI AHORA ESPOSO ni siquiera quiere oírlos nombrar y yo no voy a hacer, al menos por ahora, ni el mínimo esfuerzo para hacerlo cambiar de parecer.
Con respecto a Genma y a Soun e incluso Happosai, díganles que ni siquiera intenten cruzarse en nuestro camino porque... no, solo avísenles que NO lo hagan.
Probablemente no vuelva a escribir hasta que logre poner en orden mis sentimientos respecto a ustedes y lo que nos hicieron.
Sin más, Akane.
Kasumi lagrimeaba un poco a pesar de no ser la primera vez que leía la carta, la familia que se había reunido para escuchar el contenido de la misma la rodeaba con las emociones reflejadas en el rostro.
- ¡Yo siempre estuve en desacuerdo! ¡Ya vieron lo que provocaron par de inútiles! - Les gritó a Soun y a Genma el pequeño maestro.
- Pero tampoco estuvo en contra. Estaba muy enojado con Ranma por haberlo enfrentado por la liberación de esa cosa. - Le recordó Nabiki en tono fúnebre con la vista clavada en sus piernas.
Los sollozos de Nodoka aumentaron de volumen antes de levantarse de la duela, ir hasta su esposo y gritarle.
- ¡Nunca debí permitir nada! ¡Esto es tu culpa! - Luego salió rápidamente de la sala y se encerró en su habitación a llorar sus propias penas.
- Ya estarán satisfechos... - Dijo Nabiki antes de levantarse e irse. Sabía de sobra que todos tenían culpa en el asunto, pero tampoco iba a cargar con la estupidez completa de sus padres.
- Por favor, resuelvan sus asuntos y no vuelvan a involucrarnos en ello, en realidad creo que tuvimos suerte de que Akane tuviera la atención de avisarnos sobre la situación en lugar de solo desaparecer de nuestras vidas. Si ustedes quieren romper su amistad, será cosa de ustedes, pero ya no pueden deshacer lo que fomentaron durante más de cinco años, sin consultárnoslo nos volvieron familia, ahora respeten eso, porque es permanente, con mucha más razón el lazo que hay entra Akane y Ranma. - Soltó Kasumi sin condescendencia antes de irse también.
- Necesito despejarme. - Declaró Happosai saliendo repentinamente de la habitación y de la propiedad de salto en salto.
- Lo... lo siento Tendo... - dijo Genma derrotado luego de un buen rato en silencio, cuando solo estaban ellos dos. - Sé que nunca fui un buen aliado, pero... no quiero que nuestra amistad acabe de esta manera, y menos como dijo Kasumi, nuestra familia.
- Familia... - Repitió llorando. - Lo que siempre quisimos, ¿verdad?, ser familia. Yo... yo también siento todo lo que pasó... amigo Saotome.
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- ¿Cómo estás? - Preguntó en tono dulce y comprensivo, casi meloso, recostándose al lado de su mujer.
- Mal... siento que podría morir en cualquier momento. - La cara del joven se pasmó en un gesto alarmado y prácticamente saltó para ponerse en posición de cargarla y emprender carrera, luego, al ver una pequeña sonrisa que asomaba en el rostro de la chica a pesar de sus ojos cerrados, se dejó caer sentado a su lado con el ceño fruncido.
- No hagas ese tipo de bromas, boba.
- Es que... - Soltó una pequeña risita. - Eres muy exagerado, un entrenamiento severo no va a matarme, tonto.
- Claro, debí saber que una marimacho como tú, no saldría lastima... ¡auch! - Se sobó la cabeza ante el golpe. - ¡Te puedo asegurar que esto definitivamente no lo extrañé! - Le señaló con el dedo.
- ¿En verdad? - Akane abrió los ojos y se sentó lentamente mientras preguntaba casi dolida y Ranma comprendió que había cometido un error al bromear con eso, un chasco verdaderamente estúpido considerando que a él tampoco le agradaba el tema y que, de ser al revés, si a Akane se le hubiera ocurrido mofarse, él mismo estaría enfadado de verdad. - Sé que... a veces soy un poco... brusca, pero...
- No. - La interrumpió y tomándola en un principio de las manos, la jaló dejándola sentada sobre su regazo, abrazándola en el acto como si la vida dependiera de ello, enterrando su cara en el cuello femenino. - Extrañé todo... - Aclaró. - No me hagas caso... por favor, tengo una gran boca. - Akane suspiró sabiendo que decía la verdad. Con mimo abrazó su cabeza oliendo sus despeinados y húmedos cabellos.
- Yo también te extrañé, a ti y a esa forma extraña tuya de expresarme amor, tonto. - Dijo besando las hebras ébano, aguantando un jadeo ahogado cuando Ranma se dejó caer acostado poniéndola sobre su cuerpo.
- Hagámoslo. - Declaró rodándolos, dejando el cuerpo femenino bajo de él.
- Oye... e-es-espera... aún quiero hab... - La palabra quedó a la mitad al ser interrumpida por el ansioso beso, un gesto que denotaba el lazo permanente que compartían.
FIN
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N/A
03 de diciembre, tarde, pero es del 03 de diciembre xD.
Sobre la temática, pues solo creo que incluso haciéndolos olvidar, ellos se terminarían reencontrando, que es su destino.
Aquí estamos, aquí seguimos, gracias a todos por su apoyo, en especial a:
· FernandaTaisho
· Crisel Grajeda
· Alexina
· Vape
· Akai27
· Kris de Andromeda
Y...
· GabyCo
· Benani0125
· gatopicaro831
· Psicggg
· Guest01
· Rowenstar,art. jeje claro, un honor y muchas gracias
· Jauny Nodoka
· Crisel Grajeda
· YokoLyn
· Nita-chan84
· Adriana Flores
· Akanita de Saotome
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· Arianne Luna
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