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Bella

Emmett y yo planeamos pasar el día en Seattle, así que después de dejar a Eleazar y a Carmen en el aeropuerto, para su viaje a Las Vegas, nos paseamos por el centro y nos detenemos en un restaurante de comida japonesa.

Él toma unas fotografías de nosotros y entonces tengo que cuidarme de no estar despistada o de tener cara de tonta porque no aleja su cámara de mí.

—¿Cómo estuvo ayer? ¿No volviste a sentirte mal? —pregunta luego de que ordenamos.

Cuando el festejo en One Eyed se terminaba, Edward se acercó a mí para preguntar por mi estado, entonces todo el mundo se enteró.

—No, estuvo bien. Estaba demasiado muerta cuando llegué a casa.

—Rose me dijo que Edward y tú ya viven juntos.

Me encojo de hombros.

—Si, antes estaba todo el tiempo por ahí o yo iba con él, decidimos hacerlo bien.

—¿Por el bebé?

—Y por nosotros. Estamos…—considero las palabras—aprendiendo muchas cosas.

Como el hecho de que Edward dejando los cajones medio abiertos me saca de quicio, cuando antes no me importaba. O cómo su ropa está por doquier en mi clóset. Necesitamos tener una conversación al respecto.

Si él tan sólo pudiera dejar su ropa en su casa todo sería más fácil.

—Bien—él murmura y se inclina, apoyando los codos en la mesa—. La boda es en un mes.

—¡Lo sé! ¿Puedes creerlo? ¿Estás nervioso? Siempre te pones nervioso.

—¿Qué? Claro que no. Tengo nervios de acero—bufa.

—Ese día estaré junto a ti todo el tiempo, grabando tu jodido rostro—lo señalo despectivamente.

—Como sea… quería hablarte de algo.

Bebo de mi té helado de frambuesas y le asiento con la cabeza, animándolo a hablar.

—¿Vas a casarte con él?

Uuhh. Todo el mundo está preguntando eso últimamente. Y hacen que me ponga nerviosa. Me hacen querer retractarme de mis palabras, me hacen querer ponerme frente a Edward y colocarme en una rodilla.

—No lo sé, no lo sabemos, ¿por qué?

Emmett bebe de su refresco y mira alrededor, pensativo.

—Mamá dijo que vas a vender la casa de Charlie.

—Si—acepto y entonces le entrecierro los ojos—. ¿Qué planeas?

—Si te casas, ¿en dónde van a vivir?

—Ambos tenemos una casa.

—Y es por eso que pregunto.

—En casa, Emmett.

Él ladea la cabeza y alza una ceja.

—¿Dónde es "casa"?

Podría ser estúpida y responder "en donde sea que él esté," pero creo que Emmett espera una respuesta práctica y realista.

—¿Me estás tratando de convencer de no vender la casa de mi papá? ¿Crees que deberíamos ir a vivir ahí?

Emmett se encoge de hombros. Está a punto de decir algo cuando la mesera interrumpe y coloca nuestros platos de comida frente a nosotros.

—Sólo digo…—él inicia, mostrando las palmas—que venderla va a ser un dolor en el culo. Nadie va a comprar esa casa, Bella.

Lo sé, Emmett, lo sé. Alcanzo mis palillos y juego con ellos por un rato. Lo miro. Él me mira de vuelta, me analiza.

—No iré a vivir ahí, Emmett. Tengo una casa. Edward tiene una y, por suerte, comparten paredes.

—Pero…

—La casa que compró mi papá puede quedarse ahí por lo que a mí respecta—finalizo y enrollo mis noodles en los palillos.

—Estás evadiéndolo—murmura antes de dar su primer bocado.

—¿Y qué sobre eso? Lamento no disfrutar hablar de mi padre muerto, Emmett—mi voz sale más dura de lo planeado y él lo nota.

—Sabía que te enojarías, por eso no he hablado de él contigo en todo este tiempo.

—Sólo haz tus preguntas, Emmett. Y las responderé. Así es como las conversaciones funcionan.

—Ha pasado un año…

—Lo tengo muy claro—lo interrumpo.

Él me ignora.

—Y ni una sola vez me has preguntado cómo me siento al respecto—dice, en voz baja mientras observa su plato con un ligero puchero en la boca—. Era mi único tío, Bella. También era mi familia. Y he intentado hablarte de él, pero continúas actuando como si fuera "El que no debe ser nombrado," y Rose me detiene. Dice que estás lidiando con eso, que sea paciente. Bueno…—él suspira y se recarga en su silla—yo también estoy lidiando con eso y creo que un año es suficiente tiempo para esperar.

Trago mi bocado, sintiéndome incómoda, desnuda y horriblemente culpable. Él tiene razón. El tema de papá lo trato con pinzas. Y no recuerdo haberle preguntado cómo está.

—No eres la única que perdió a alguien.

—¿Qué se supone que tengo que hacer? Ustedes y apenas hablan de él.

—Hablamos de él todo el tiempo, sólo que no a tu alrededor. Cuidamos nuestras palabras cuando estamos contigo.

—Vaya, gracias. No tienen que tratarme con pinzas—rezongo, como si yo no lo hiciera—. Los dejaré solos, para así no arruinarles el día.

—Ay, vamos, Bella, no se trata de eso. Es sólo que parece que no quieres ni mencionar su nombre.

—El bebé llevará su nombre—respondo—. Nuestro bebé se llamará Charlie.

Emmett boquea y parpadea, sorprendido.

—¿Enserio? ¿Lo van a nombrar así?

—Si—contesto con un encogimiento de hombros—. Edward fue el de la idea y me pareció bien. Él quiere llamarlo Charlie.

—Wow, vaya… eso es genial—traga—en verdad es genial.

—Lo es—acepto, esforzándome por parecer segura y casual, en un intento por detener esta incómoda plática—. Edward dice que así mantendremos la memoria de mi padre viva.

—Tiene razón—Emmett se apresura a responder—. Y es genial que lo hagas porque…—suspira—al parecer serás la única en tener hijos—agrega con una pequeña sonrisa.

Wow, esta conversación tomó un giro que no quería, sólo estaba tratando de detenerla.

Le frunzo el ceño y enredo un poco más de noodles en mis palillos mientras él remueve sus camarones.

—Emmett…

—Sólo estoy siendo realista—me detiene, alzando la mano—. Tal vez tengamos suerte, pero por el momento, tú eres la que dejará descendencia.

—¿Estás teniendo dudas? —le pregunto luego de un rato. Luego de que él ha comido varios camarones y luego de que mi tazón está por la mitad.

—No—sacude la cabeza—. No, claro que no.

—¿Enserio?

—Enserio—asiente, mirándome a los ojos—. Sólo falta un mes.

—¿Y sólo porque falta un mes tienes que hacerlo?

—Tengo que hacerlo porque quiero casarme con Rose—dice—. Me estoy casando con ella, no con un niño que ni siquiera existe. Estoy enamorado de Rosalie, no de él.

—Bien—le arrojo un chícharo perdido en un intento por hacerlo reír. Él sonríe levemente y aleja el vegetal de su camarón—. Porque tal vez puedan seguir juntos, aunque no se casen.

—¿Cuál sería el punto entonces?

—¿Quererse?

—No tiene sentido.

—Hablas como si el matrimonio fuera el punto máximo de una relación, Emmett.

—Para eso se tienen relaciones, para casarte con esa persona.

Le ruedo los ojos y él sonríe, pateándome ligeramente debajo de la mesa.

—Deberías hacerlo. No quiero ser el único en arruinar su vida.

Le alzo las cejas, fingiendo sorpresa.

—Rosalie estará encantada de saber esto.

—No le vas a decir nada.

—Oblígame.

—Si le dices, yo le digo que dijiste que los vestidos de dama son horribles.

Le regreso la patada.

—No voy a casarme.

—Dijiste que no sabías.

—No en el futuro inmediato—corrijo.

—Mhmm—asiente, juguetón y muerde un camarón.

—Si lo haces, hazlo por las razones correctas—aconseja.

—¿Razones correctas? ¿Y cuáles son esas, Doctor Corazón? —aventuro.

Emmett ríe y me señala con su palillo.

—Sólo recuerda que primero es el matrimonio y luego la familia—resuelve.

—Muy tarde para eso—señalo.

—Jesús, palabras simples para la idiota: no te cases por el bebé.

Edward

Es tarde cuando termino con mi trabajo del día.

Luego de salir de Le Monde fui al norte de la ciudad a encargarme de unas fotografías para unas gemelas. Fue divertido, la cámara las adora.

Antes de encender el auto, le mensajeo a Bella, que debería estar en camino a casa o todavía atorada con Rosalie y el asunto de la boda.

Edward: Estoy en camino. ¿Ya cenaste?

Ella tarda unos minutos en responder y aprovecho el rato para elegir una playlist y juntar papeles y envoltorios que están tirados por ahí.

Bella: Ya. Ensalada. Yo sigo aquí.

Edward: ¿Sólo comiste eso?

Bella: Me estoy poniendo gorda, Edward.

Le ruedo los ojos y enciendo el auto.

Edward: Compraré la cena. ¿Quieres algo para cuando llegues a casa?

Bella: ¡No! Gorda, ¿recuerdas?

Edward: Claro que no. Y si así fuera, ¿qué problema hay?

Bella: Muchos.

Por mi propia salud mental, ya no le respondo y me dirijo al McDonald's más cercano a casa. Tan distraído como estoy cuando avanzo hasta la puerta, no noto que Paul está ahí dentro, con su brazo alrededor de los hombros de Renata.

Detengo mis pasos antes de abrir la puerta y los observo a la distancia.

Están riendo de algo, ella está sonrojada, cubriéndose la boca con la mano y Paul lanza la cabeza hacia atrás, carcajeándose. Renata dice algo, alcanzando su vaso y cuando sorbe por el popote, Paul se inclina a besarle la mejilla.

Lucen felices y empalagosos. Diablos, hacía tanto tiempo que no veía a Paul así de feliz. No sabía que podía ser cursi. Una sensación de extrañeza se coloca en mi pecho, mezclándose con una de alivio y me alejo, decidiendo que no arruinaré su velada.

Tal vez Wendy's tenga mejores hamburguesas hoy.

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Ver a Paul al día siguiente, me parece extraño. Él me mira de soslayo en repetidas ocasiones, notando mi escrutinio.

—¿Qué mierda quieres? —ladra.

Me río entre dientes y giro un tequilero en mis dedos.

—Nada. ¿No puedo simplemente mirarte?

—No, no puedes—finaliza, golpeándome el pecho con su trapo enrollado.

Me froto el golpe y ambos miramos hacia la puerta cuando esta se abre. Seth está entrando con Laurent y Kate a sus espaldas.

Laurent es un chico alto, afroamericano y Kate es una rubia que usa demasiados anillos. Ella está usando un pantalón a la cadera, con su tanga visible y una mini blusa con escote pronunciado y que deja ver su piercing en el ombligo. También tiene uno en el esternón y un par de tatuajes. Trae mechones negros entre todo ese cabello alocado.

Paul es quien se encarga de explicarles el asunto de los inventarios y la bodega mientras que yo les cuento sobre la barra. Seth sólo se dedica a pasearse por ahí y a tocar el cabello de Kate, que lo mira de soslayo cuando las manos inquietas de Seth comienzan a trenzarlo.

No hay mucho qué explicarles sobre la barra. Ellos tienen experiencia, dicen ser buenos en esto y acordamos que será mejor comenzar mañana mismo.

Ellos aceptan, entusiasmados y luego Seth saca la botella de tequila para brindar por el futuro de One Eyed Pete.

Y por el cabello de Kate que, según él, es "de ensueño."

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Es tarde cuando regreso a casa, pero Bella sigue despierta. Ella está en la sala, viendo televisión y sale del sofá, deshaciéndose de la manta en sus piernas, cuando me ve. Carga un tazón en su mano y sonríe ligeramente.

—Hola, ¿cómo estuvo?

—Hola, bien—me inclino a besarla y ella palmea mi espalda al alejarse—. Sus nombres son Kate y Laurent.

Ella se pierde en la cocina y camino hasta allá, hurgando en mi celular para mostrarle la foto que Seth tomó de nosotros. Me coloco a su lado y lava el tazón lentamente. Comió helado.

—Son ellos.

Seth sostiene mi celular mientras Paul y yo nos colocamos detrás, con sonrisas ladeadas. Laurent sonríe ampliamente y Kate hace un signo de paz, sin sonreír. Casi no lo hace. Es gracioso que no lo haga. Y fue aún más gracioso cuando Seth parecía confundido al decir bromas y no recibir risas por parte de ella. En su lugar, recibía comentarios jodidamente hilarantes. ¿Cómo puede ser graciosa sin reírse? No puedo entenderlo.

—Wow—Bella musita—. Es preciosa.

—¿Cómo estás? ¿Te divertiste con Rose?—al parecer estará por las tardes con ella hasta que terminen con sus pendientes.

—Ajá. Cansada—deja el tazón a un lado y se seca las manos, arrojando el trapo de cocina—. Me voy a dormir.

No me está mirando, sólo mantiene sus ojos bajos y me esquiva, reanudando su camino. Intrigado, la sigo, pero me detengo en el pasillo cuando ella ya está dejando la sala a oscuras.

Ya en el baño, intento cruzar miradas con ella por el espejo, mientras se cepilla los dientes. Sabe lo que estoy tratando de hacer y por esa misma razón, no desisto.

—¿Qué pasa? —pregunto cuando me enjuago.

—Nada—frunce el ceño, sacándose la liga del cabello—. ¿Qué pasaría?—se alborota el pelo.

—No lo sé, tú dime—respondo, alcanzando mi jabón.

Bella bufa y cierra la puerta detrás de ella, perdiéndose en la habitación.

Ella está en la cama, usando una de mis playeras viejas y teclea algo en su celular. Me tiro sobre mi panza, arrastrándome y hurgo en su ropa hasta colocar mi boca sobre su barriga, en donde dejo besos. La acaricio y miro a Bella entre mis pestañas.

Ella no se inmuta.

Algo anda mal.

—¿Cómo está? —pregunto, frotando mis manos contra su piel.

—Bien—ella responde—. Tuvo mucha hambre hoy.

—¿Sí? —le hablo a Charlie—¿estabas hambriento, lindo bebé?

Ella apenas y sonríe. Le frunzo el ceño y con una última palmada, me alejo, saliendo de la cama.

—De acuerdo, ¿qué pasa?

Bella sólo me mira, y con un suspiro, deja su celular sobre el buró y se cubre la panza.

—Quería hablar de algo.

—¿De? —comienzo a desvestirme, sacando mi playera, sintiéndome ansioso de pronto.

—Lauren.

—¿Lauren? ¿Qué con eso? —pregunto, deteniendo mis movimientos sobre el cierre de mi pantalón.

¿Qué pasó? ¿Qué escuchó? ¿Qué vio? No, no. No hay nada que escuchar ni ver.

Termino de bajar mis pantalones y pateo la bola que se forma en mis pies.

—No puedo evitar pensar que me ocultas un par de cosas.

La miro rápidamente. ¿Qué mierda está pasando? Oh no.

—¿Cosas? ¿De qué hablas? No estoy ocultándote nada—le frunzo el ceño. Mi corazón se acelera. Me encuentro tan confundido.

Bella se encoje de hombros.

—¿Pasa mucho tiempo en el bar?

Ah, entiendo por dónde va esto. Tendré que repetir lo que dije hace tanto tiempo atrás. Rendido y de pronto sintiéndome de mal humor, me siento en la cama, para sacar mis calcetines y le doy la espalda.

—No, Bella. Ya te lo había dicho.

—Y si no mal recuerdo también dijiste que no la viste en la fiesta, pero lo hiciste.

—No la…

—Te vi, Edward—Bella alza la voz. Un movimiento brusco a mis espaldas y luego ella está de pie frente a mí—. La viste cuando estaba besándose con alguien.

—¿Y qué? —la miro, alzándole las cejas—. ¿Lo ves? Está saliendo con alguien o no sé qué está haciendo. Ella trae su onda, Bella.

Ella se cruza de brazos.

—Me has mentido en dos ocasiones.

—¿Dos? ¿Qué mierda, Isabella? —arrojo mi playera lejos—. ¿Estás contándolas? ¿Por qué estás tan obsesionada con ella?

Y sé que la cagué tan pronto como las palabras dejan mi boca. Su rostro se crispa por un segundo, antes de caer.

—No estoy obsesionada con ella—murmura—, sólo estoy obsesionada con el hecho de por qué no me dices la verdad.

—¿Qué verdad? No hay nada qué decir.

—No me dijiste que estuvo ahí cuando fui a Seattle. Dijiste que no la habías visto en la fiesta, eso es suficiente para hacerme creer que mientes. ¡Quién sabe cuántas veces más has estado pasando el rato con ella!

—¡No estoy pasando el rato con ella! Es tan jodidamente irrelevante.

—Sólo quiero saber la verdad—insiste.

—No hay ninguna verdad qué saber, Bella. Si, estuvo ahí cuando lo de Seattle. Si, la vi en la fiesta y la evité porque estabas ahí.

—¿Entonces si yo no hubiera estado ahí no la habrías evitado?

—La evité por respeto a ti y a Charlie y a esto que estamos haciendo—señalo alrededor—. Así como la evité cuando estabas a cuatro horas de aquí.

Bella bufa y su reacción me saca de quicio. Más de lo que esta conversación sin sentido lo está haciendo. Me abstengo de gruñir o de frotarme la frente.

Odio que no me crea. Si, le mentí… ¡por nuestro jodido bien! Y no funcionó. Me voy a la mierda, supongo. Y Lauren está a mundos lejos de ser relevante e importante. Lauren está en el pasado. Sólo estoy considerando a Bella y a Charlie, pero ella me está mandando al diablo justo ahora.

Es tan frustrante. Yo sólo quería ir a la cama y dormir. Tal vez besuquearnos un poco. Y estoy cansado también. Luego de un largo día en el trabajo y en el bar, lo menos que quiero es a Bella gritoneándome.

Muchas gracias.

—A la mierda, Bella—mascullo, levantándome para apagar la luz de la habitación—. Terminé con esto.

—No puedes dejarme hablando sola—rezonga, con voz dura.

—Ya te lo expliqué. Tú eres quién le está dando mucha importancia.

Permanece callada un rato y aprovecho su silencio para tirarme en la cama, ajustando mi almohada.

—Eres imposible—musita entre dientes.

Escucho sus pasos alejándose y luego se tropieza con algo.

—Mierda, Edward, ¿por qué carajos apagas la luz? Maldición.

—¿Estás bien? —pregunto, apoyándome en mis codos.

Sólo gruñe, subiéndose a la cama.

Pasa un buen rato en el que permanezco observando a la nada, a la oscuridad. Es una noche nublada, así que no hay luz de luna. Ligeras gotas comienzan a salpicar la ventana.

—Buenas noches, Bell. Descansa—murmuro.

No obtengo respuesta de inmediato. Ella está en la orilla, dándome la espalda.

—No me hables—responde.

—Bella…—estiro mi brazo para tocar su espalda.

—Enserio, Edward, ni siquiera me toques.

Sostengo un suspiro y alejo mi brazo.

—Hablemos entonces.

—Terminaste con eso, ¿no? —masculla—. Sólo déjame dormir.

Hago una mueca. Ay, mierda. Ahora me siento horrible.

Espero un momento más, sintiendo mi pecho comprimido, pero en algún punto me quedo dormido.


Sip, eso pasó. Veremos si Edward hace algo para solucionarlo o si deja que la vida se encargue, ¿creen que haga algo?

Gracias por leer y comentar. Nos seguimos leyendo.