Capítulo 102 "Los Ángeles"
Un golpe de nostalgia llegó a él cuando miró hacia la sala desde el mezzanine y encontró un escenario casi idéntico al de tantos años atrás, cuando se esmeró en preparar una noche romántica para la primera vez de ambos.
—Oh wow… —murmuró en un suspiro lleno de asombro mientras bajaba corriendo las escaleras.
Wang Yibo había improvisado una cama frente a la chimenea encendida, había velas por doquier, una buena botella de vino, pétalos de rosa y música agradable de fondo.
Era una atmósfera perfecta.
El corazón de Xiao Zhan se conmovió al ver el esfuerzo que había hecho su esposo.
—Feliz cumpleaños, baobei.
A Xiao Zhan no le gustaba que le dijera así, y Wang Yibo sabía bien el motivo: demasiado cursi para su amargado corazón de señor adulto.
Así que últimamente se lo decía con la intención de molestarlo.
Las mejillas del mayor se sonrojaron.
—Tonto —aceptó la copa de vino que le ofrecía y brindó con su esposo.
—Por muchos cumpleaños más a tu lado, unos sesenta más, mínimo.
Xiao Zhan se echó a reír.
—Por sesenta cumpleaños más juntos.
Chocaron sus copas y se deleitaron con la deliciosa bebida y sus notas afrutadas. Xiao Zhan amó el sabor dulzón del vino.
—Esta vez hay un colchón real bajo esas mantas —señaló Yibo al notar cómo su amado miraba todo con emoción.
Xiao Zhan rio más, recordando viejos tiempos. Estaba maravillado.
—Esto es hermoso —sin soltar la copa de vino, tomó la cintura de su amado con una mano y comenzó a mecerse, indicándole que bailaran juntos.
"Hopelessly devoted to you" sonaba en la bocinas, trayéndoles el grato recuerdo de su viaje a Grecia. Cada vez que escuchaban esa canción se remontaban a ese perfecto momento de sus vidas.
Se sonrieron.
Los ojos de Yibo estaban fijos en los de Xiao Zhan, y viceversa. Se decían tanto y al mismo tiempo nada. No necesitaban palabras para disfrutar de esa hermosa velada.
Aún con los vestigios de su reciente siesta, Xiao Zhan se relajó aún más al beber el vino, bailó varias canciones con su esposo antes de que este dejara ambas copas sobre la mesa y lo abrazara con fuerza. Supo qué intenciones tenía cuando sintió cómo inhalaba profundamente el aroma de su cuello, haciéndole cosquillas cuando comenzó a besarlo una y otra vez.
Xiao Zhan se sentía en el paraíso.
—Lo sabes, ¿no es así? —murmuró Yibo contra la piel de su cuello.
—¿Qué? —suspiró, dejándose llevar.
—Que soy tuyo, completamente tuyo —besó una, y otra, y otra vez su cuello hasta llegar finalmente a sus labios.
Xiao Zhan lo tomó del rostro y devoró su boca. Por alguna razón escucharlo decir aquello lograba excitarlo sobremanera.
Muy pronto se hallaron desnudándose mutuamente, se tumbaron en la cama improvisada con solo su ropa interior puesta. Yibo se sentó sobre las caderas de su esposo y acarició con sus palmas abiertas todo lo que tuvo al alcance, ignorando deliberadamente la erección que ya se notaba bajo la ropa interior de ambos.
Xiao Zhan posó sus manos en las caderas de Yibo, maravillado con lo que tenía en frente.
—En verdad te ejercitaste —suspiró el mayor, sorprendido. Habían pasado meses desde su último encuentro sexual de verdad. Y en esos meses habían pasado más tiempo en el gimnasio que juntos.
—Tú también —apretó ambos pectorales, haciendo reír a Xiao Zhan y avergonzándolo un poco—. Es que son increíbles —admitió—. Yo por más que me ejercite no se notan tanto.
—¿Tú crees? —extendió una mano y lo acarició con la punta de los dedos desde su cuello hasta su vientre bajo. La verdad es que nunca se habían visto en tan buena condición física como en ese momento—. A mí me gustas demasiado —suspiró antes de morderse involuntariamente el labio inferior. Eso sonrojó a Yibo al imaginar qué pensamientos impuros atravesaban esa loca cabeza.
Estaba tan perdido mirando y acariciando a Yibo, que no se dio cuenta del momento en el que este tomó algo que tenía al alcance, luego sujetó su muñeca y…
Un "Click" hizo eco en el lugar.
—¿Qué… qué es esto? —Xiao Zhan se asombró el ver que Yibo le colocó unas esposas, solo en una mano.
—¿Tú qué crees? —se inclinó hacia él y con su lengua saboreó la piel de Xiao Zhan de su mentón hasta su oreja.
Xiao Zhan soltó un jadeo suave.
—¿Quieres jugar un poco? —murmuró sobre sus labios, mirándolo profundamente a los ojos.
El mayor tragó en seco, no pudo emitir palabra alguna, así que solo asintió.
Una sonrisa traviesa y malvada se abrió paso en Yibo. Xiao Zhan no podía estar más emocionado. Sus ojos grandemente abiertos no querían perderse ni un segundo de lo que tenían en frente.
Yibo era tan sexy.
Soltó un jadeo cargado de placer cuando el menor dejó caer sus caderas en peso muerto sobre él, restregando su trasero en cierta parte en específico.
—Hoy quiero ser tuyo, Zhan Zhan —onduló más sus caderas, inclinándose hacia delante para mordisquear la oreja de su esposo—. ¿Me harás tuyo? —deslizó sus grandes manos por el tórax de él hasta detenerse sobre sus pectorales para apretarlos a su antojo y hacerlo jadear.
—Sé mío —gruñó al mismo tiempo que lo tomaba de las caderas para pegarlo más a su cuerpo, casi con ferocidad.
—Espera —Yibo se apartó de inmediato y puso una mano en ese cuello largo y tibio, la presión era mínima, pero la expresión en su rostro dejó a Xiao Zhan sin habla—. Espera —repitió, y una sonrisa llena de maldad se cruzó en su expresión—. Será bajo mis reglas a partir de este momento —se volvió a inclinar hacia él—. ¿Estás de acuerdo? —susurró sobre su oído.
La piel de Xiao Zhan se erizó. Yibo podía sentir su pulso al apretarle el cuello, estaba tremendamente agitado.
—Haré lo que me pidas —suspiró Xiao Zhan, extasiado a pesar de que Yibo apenas lo había tocado.
Podía sentir su erección apretada bajo la ropa interior. Pedía a gritos algo de atención, y como si Yibo lo supiera, restregó su trasero una vez más sobre él.
Xiao Zhan soltó un gemido incontrolable.
—Entonces ponte de pie.
Sin refutar, Xiao Zhan obedeció cada orden e indicación. Era la primera vez que Yibo se portaba tan dominante, y eso le estaba gustando demasiado.
Muy pronto Xiao Zhan se halló sentado en una de las sillas del comedor que Yibo llevó hasta la sala. Esposó ambas manos detrás de la silla, dejándolo inmovilizado.
—"Baobei" —dijo con seguridad al terminar de acomodar las esposas, Xiao Zhan resopló ante el apodo—. "Baobei", Xiao Zhan.
—No me digas así.
—No. Te estoy proporcionando la palabra clave. Si no la dices, no me detendré aunque lo supliques.
Xiao Zhan lo miró con ojos llenos de emoción. Estaba cumpliendo una fantasía sexual muy grande. Durante su día a día sentía la necesidad de tener el control sobre todo, pero en momentos tan íntimos como ese quería simplemente soltar el control y dejar que alguien más lo tomara. Pero que además de tomarlo, lo sometiera… aunque fuese un poco.
De pronto Yibo se sentó a horcajadas sobre su regazo y tiró de su cabello para alzarle el rostro.
—Dime, ¿cuál es la palabra clave? —quería asegurarse de que no la olvidara.
—Baobei.
—Oh, adorable, pero no creo que me sigas llamando así en unos momentos.
—No te estoy… —fue interrumpido por los labios hambrientos de Yibo sobre los suyos.
—Silencio —susurró sobre sus labios antes de invadir su boca con la lengua.
Xiao Zhan tuvo el impulso de querer tomarlo de las caderas, pero las esposas se lo impidieron. Estaba realmente maniatado. Yibo rio en medio de beso por ello.
Aprovechando el ritmo sensual de la música que seguía sonando, meneo sus caderas otra vez sobre el regazo de Xiao Zhan. Este, extasiado con una acción tan simple, echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos, hasta que…
—¿Estás seguro de que no quieres ver? —mordió el lóbulo de su oreja, suave al principio y salvaje al final.
El mayor abrió los ojos y fue testigo de uno de los momentos más sensuales de Wang Yibo. Este se había incorporado de su regazo, quitándole su peso de encima, pero sin apartarse comenzó a hacer sensuales movimientos con su cuerpo, bailándole como Xiao Zhan siempre le había pedido y jamás se lo había concedido, o al menos no de esa forma.
La música de fondo iba perfecta para el momento.
Wang Yibo esbozó una sonrisa ladina y peligrosa al ver lo fascinado que estaba su esposo. Eso lo motivó a hacerlo aún mejor. ¿A quién engañaba? Estaba disfrutando igual o más que Xiao Zhan al hacer aquello. Ver cuánto lograba excitar a su esposo sin siquiera tocarlo le hacía crecer el orgullo hasta el cielo.
"Without me" de Miguel Jontel sonaba al mismo tiempo que Wang Yibo bailaba moviendo sus caderas de una manera tan sensual que Xiao Zhan se mordía el labio inferior con fuerza, tentado a mandar todo al carajo y tomarlo ahí mismo.
Pero no podía, estaba atado.
Su excitación aumentó cuando por primera vez Yibo bailó de esa forma sobre su regazo. Era como ver la coreografía que le grabó hace tantos años, pero ahora en persona y muy cerca de su cuerpo, peligrosamente cerca.
De pronto Yibo se sentó con fuerza en su regazo, acarició su torso con una mano y con la otra le estiró el cabello para ladear su cabeza y mordisquear su cuello.
Xiao Zhan jadeó, su respiración se aceleró.
Las caderas de Yibo se movían al ritmo de la música, a veces lento, a veces solo rozándolo con cuidado, y en otras frotándose sin pudor contra él.
Sonrió con maldad al bajar la mirada y notar que la ropa interior de Xiao Zhan ya tenía marcas de humedad. Y aún no habían hecho nada.
—Eso se ve incómodo —dijo al levantarse y mirarlo de pies a cabeza, enfocándose en su entrepierna.
—Quítame la ropa —pidió, mirándolo fijamente a los ojos. Se estremeció al ver la sonrisa ladina.
—No.
—Por favor.
—Aún no —caminó hacia él y se sentó de nuevo en su regazo, pero ahora bajó una mano para tocarlo por encima de la tela. Xiao Zhan se retorció al sentir el tacto. Estaba tremendamente sensible—. Ya estás bastante duro —murmuró sobre su oído.
—Es tu culpa, ahora hazte cargo.
—¿Disculpa? —alzó una ceja, tomándolo del cuello una vez más.
Xiao Zhan sonrió victorioso, y repitió:
—Hazte cargo.
Yibo tragó en seco, emocionado por continuar. Apretó más su cuello.
—Pídelo "por favor".
Xiao Zhan lo miró con fiereza, pero Yibo no se amedrentó, al contrario, hizo mayor presión.
No fue sino hasta que apretó suavemente la entrepierna de Xiao Zhan cuando logró que este al fin cediera. El pobre soltó un jadeo lleno de necesidad. No estaba en posición para ponerse a jugar, en verdad necesitaba seguir.
—Hazlo —jadeó al sentir más presión en su cuello y entrepierna.
—¿Cómo se dice? —masculló entre dientes, obligándolo a alzar el rostro.
—Por favor… ah… por favor, Yibo —lo miró directo a los ojos, y casi pudo ver cómo estos se oscurecían más cuando sonreía de esa forma maquiavélica.
Fue complaciente, se alejó de él solo para quitarle al fin la ropa interior, dejando expuesta su dureza suplicando por atención. Pero fue ahí cuando notó algo que no había percibido por culpa de la ropa interior.
—Oh… —miró con sorpresa que no había ningún vello a la vista, ahora entendía por qué no tenía su preciado sendero de vellos que siempre lo llevaba a su lugar preferido.
—Sorpresa —rio un poco, pero dejó de hacerlo cuando Yibo se arrodilló entre sus piernas y le quitó el aliento solo como él sabía hacerlo.
De pronto tenía la boca de Yibo ocupada en cierta parte de su cuerpo.
Xiao Zhan se moría por poder tomarlo del cabello y tirar de él, pero no podía. Intentó zafarse, incluso se planteó la posibilidad de terminar con el "juego", pero no lo hizo. Estaba disfrutando de esas restricciones.
Empujó sus caderas hacia arriba, Yibo se atragantó un poco y en respuesta arañó los muslos de Xiao Zhan, pero no detuvo su boca. Lo hizo cuando distinguió ciertos jadeos en su esposo. ¿Se correría tan rápido?
No lo dejaría, no aún.
Se separó de él para poder quitarse la ropa interior, y ahí descubrió el deseo con el que Xiao Zhan lo miraba. Sus penetrantes ojos lo recorrían de pies a cabeza. Se preguntaba si acaso Yibo tenía idea de lo sexy y masculino que se veía en ese momento. Era un hombre en toda la extensión de la palabra.
Su ego aumentó cuando descubrió la mirada de Xiao Zhan descendiendo por su cuerpo hasta detenerse en su miembro.
—Yibo… por favor —lo miró a él y luego a su propia erección, suplicando atención inmediata.
El aludido no pudo negarse más, la urgencia por sentirse unido a él era tal, que cedió y dejó el "juego" un poco de lado. También necesitaba de Xiao Zhan, ya.
Se sentó sobre las piernas de su amado y vertió una cantidad generosa de lubricante sobre su miembro. Xiao Zhan no podía ayudarlo a preparar su entrada, así que él mismo se encargaría.
—¿Qué haces? —inquirió el mayor al ver que se acomodaba sobre él.
—Tomaré prestado esto —tomó el grueso miembro de Xiao Zhan y lo guio a su propia entrada con cuidado.
—Te va a doler.
—Cállate —se introdujo solo la punta, pero eso bastó para que una mueca de dolor se instalara en su rostro.
—Te dije.
Yibo apretó la mandíbula y lo miró con ojos amenazantes antes de tomarlo por el cuello.
—Cá-lla-te.
El pulso de Xiao Zhan se aceleró aún más.
Sin dejar de apretar su cuello, y casi sosteniéndose de él para no perder equilibrio, siguió penetrándose. Solo un poco, entraba y salía, solo la punta, nada más.
Xiao Zhan gruñó y movió sus caderas buscando un mayor contacto, a Yibo le dolió y se lo hizo saber apretándolo más del cuello, no llegaba a dañarlo, pero sí era lo suficiente para que la excitación del mayor aumentara. Estaban descubriendo cosas nuevas.
—Quédate quieto —ordenó el menor mientras dirigía la mano de su cuello a su largo cabello para enredar ahí sus dedos y tirar de él.
Las esposas hicieron ruido cuando Xiao Zhan intentó zafarse. El movimiento lento de las caderas de Yibo era tortuoso, mucho peor el hecho de que solo introducía la punta. Pero eso bastó para dilatarse poco a poco.
El sonido del roce de sus cuerpos era el único ruido que los acompañaba además de la suave música de fondo. Yibo ahora subía y bajaba suavemente al ritmo de "I Wanna be yours".
—¿Quieres que me siente? —preguntó con un tono "cariñoso", pegando su frente a la de Xiao Zhan, este asintió luego de tragar saliva.
Yibo se sentó, sí, pero lo hizo penetrándose con solo un poco más allá de la punta. Aun así eso bastó para que Xiao Zhan jadeara y se retorciera.
—Necesito más… —murmuró.
Yibo tiró de su cabello hacia atrás y besó su boca, pero recibió como respuesta una mordida. Eso solo lo excitó más. Ambos ya estaban desesperados.
—Yibo… por favor —lo miró directo a los ojos. Yibo parecía dubitativo, y es que esos ojos… esos hermosos ojos con esa expresión tan…
Al carajo todo.
Se dejó caer por completo en su erección, arrancándole a él y a sí mismo un profundo jadeo. Era la primera vez en mucho tiempo que volvían a tener esa unión tan íntima, y podían asegurar que no podrían volver a separarse por tanto tiempo. ¿Cómo habían logrado vivir sin eso por años? No lo entendía.
Todos sus sentidos estaban siendo estimulados. La música sensual de fondo, el aroma de sus lociones favoritas, el sabor de sus besos, la suavidad de su piel, y en el caso de Xiao Zhan: la sensual vista en primer plano de Wang Yibo cabalgando sobre él.
¿Qué más podían pedir?
"If you like your coffee hot,
let me be your coffee pot.
You call the shots, babe,
I just wanna be yours".
Luego de acostumbrarse a la intromisión, Yibo empezó a impulsarse hacia arriba y hacia abajo. Su buena condición física le permitía hacerlo sin cansarse tan rápido. Subía y bajaba prácticamente al ritmo de la canción, era casi como si bailara, pero sentado sobre algo bastante placentero.
"I wanna be your setting lotion (wanna be)
Hold your hair in deep devotion (I'll be)
At least as deep as the Pacific Ocean.
Now I wanna be yours".
Yibo se sostuvo de la nuca de Xiao Zhan para darse apoyo y no detener sus movimientos. Su rostro se contraía de placer con cada penetración.
"Secrets I have held in my heart,
are harder to hide than I thought".
Los ojos de Xiao Zhan estaban fijos en Yibo y en cada una de sus acciones, en la sensualidad que derrochaba por cada poro. Justo ahí podía jurar que no había ser más hermoso y sensual en la faz de la Tierra.
Cuando Yibo se percató de la manera en la que su esposo lo miraba, algo le provocó en su interior que de inmediato sus mejillas enrojecieron aún más. Eso hizo sonreír al mayor.
—¿De qué te ríes? —tiró de su cabello inesperadamente, robándole un jadeo que no supo si fue de placer o dolor.
Xiao Zhan no respondió con palabras, empujó sus caderas varias veces hacia Yibo, desesperado por penetrarlo más. Yibo se dejó hacer por unos momentos antes de retomar el control con fiereza. Se sostuvo de los hombros de su esposo y tomó el suficiente impulso.
"Maybe I just wanna be yours,
I wanna be yours, I wanna be yours".
Subió.
"Wanna be yours"
Se dejó caer.
"Wanna be yours"
Subió.
"Wanna be yours"
Se dejó caer.
"Wanna be yours"
Se impulsó de nuevo, tembloroso.
—Baobei.
—¿eh? —Yibo no entendió, parpadeó confundido por verse interrumpido en un momento así, pero se detuvo al instante.
—Desátame, por favor —pidió con seriedad.
—¿Estás bien? —se angustió.
Xiao Zhan sonrió de lado.
—Desátame para poder follarte.
El corazón del menor dio un vuelco por la impresión de escucharlo decir eso en un tono tan… sensual.
Los papeles se invirtieron.
Yibo le quitó las esposas, y en menos de lo que imaginó había sido cargado hasta la cama frente a la chimenea, donde Xiao Zhan lo depositó con cuidado antes de acomodarse entre sus piernas y penetrarlo una vez más, pero esta vez con la libertad de acariciarlo, abrazarlo y apretarlo a su voluntad.
—Eres mío —jadeó Xiao Zhan en su cuello, mordiendo su piel.
—Soy tuyo… ah… tuyo —enredó las piernas en su angosta cintura mientras recibía una embestida tras otra. Podía sentir la fricción entre sus cuerpos, el calor ante el roce directo de piel con piel.
Yibo arqueó su espalda, y eso le robó un fuerte gemido a Xiao Zhan al sentir que lograba una penetración más profunda y fácil. Inmediatamente pasó ambos brazos debajo de la cintura de Yibo para alzarlo y facilitar esas deliciosas embestidas.
No pasó mucho antes de que Yibo se retorciera de placer al experimentar el primer orgasmo de la noche. Xiao Zhan lo notó e incrementó el ritmo, apretando con fuerza a Yibo mientras lo embestía con fuerza hasta que su propio orgasmo lo alcanzó. Fue largo, intenso y sumamente placentero.
Sudorosos y agitados se quedaron acostados, inmóviles por unos momentos. Xiao Zhan descansó su cabeza sobre el pecho de Yibo, y este lo rodeó cariñosamente con sus brazos.
Eso había sido intenso.
Luego de recuperar el aliento, decidieron quedarse ahí, rodeados de esa cálida y perfecta atmósfera. El crepitar del fuego era relajante.
—Hagamos esto todos los días —pidió Yibo, radiante.
Xiao Zhan hizo una mueca divertida.
—Nos turnaremos.
—Bien, bien —palmeó su espalda, casi como si estuviera acariciando a un cachorro diciéndole "Buen chico".
—¿No peso mucho? —inquirió, sin moverse de su lugar.
—Sí, pero no te muevas —suspiró—. Es relajante sentir tu peso encima.
Xiao Zhan alzó el rostro, apoyando el mentón sobre el pecho de Yibo. Se veía adorable con la mitad del rostro iluminado por el resplandor del fuego.
Yibo no resistió y acarició su rostro y cabello.
—Te crece tan rápido —se asombró, enredando sus dedos en esas hebras negras tan suaves.
—¿Te gusta?
—Ya sabes mi respuesta.
El mayor soltó una risa graciosa antes de volver a recostar su mejilla contra el pecho de Yibo.
—Zhan Zhan.
—Te corriste dentro, ¿no es así?
—Mnh —asintió, sin moverse ni un centímetro de su lugar—. Lo siento.
Yibo suspiró antes de reír un poco.
—Justo ahora no tengo energía para ir a asearme.
—No vayas —lo abrazó más y restregó su rostro en él, de manera infantil y adorable.
—¿Y si…? —deslizó la yema de sus dedos por toda la columna de Xiao Zhan hasta el inicio de su trasero. El mayor entendió lo que quería sin necesidad de más palabras.
—Cariño, dame quince minutos y te prometo que volveré a la vida —lo miró de nuevo y su corazón se aceleró al ver la tierna expresión de Yibo mientras le pellizcaba una mejilla.
—No me dejaste terminar, te iba a sugerir que descansáramos un poco. Pervertido.
Las mejillas de Xiao Zhan enrojecieron.
—Mentiroso.
—Sí, lo soy —empujó a su esposo para quitárselo de encima y sora ser él quien descansara sobre su pecho. Deslizó sus piernas bajo las suaves mantas, sintiendo el calor del cuerpo de su amado.
Con Xiao Zhan a un lado era imposible pasar frío, era como un radiador. Y en invierno él amaba eso.
—¿Qué quieres hacer en estos días? —despejó la frente de Xiao Zhan, haciendo todo su cabello hacia atrás. El aludido sonrió y miró al techo, pensativo.
—Justo ahora estoy muy cómodo aquí. Podría quedarme días bajo las sábanas.
—Podemos hacerlo.
—Pero también quiero pasear contigo, esquiar como antes, ir a comer juntos, tomarte muchas fotos—suspiró como idiota enamorado—. Y hacer senderismo.
—Solo lo haré si nos detenemos a comer una hamburguesa con papas en el camino.
—Con malteada de fresa.
—De vainilla.
—Si seguimos con esta costumbre de hamburguesas y papas fritas… terminaremos con alguna enfermedad vascular.
—No lo hacemos tan seguido —chasqueó la lengua—. Además, es algo que nos gusta compartir de vez en cuando.
—Cuando estamos felices.
—Sí.
—O tristes.
—También.
—O cansados.
—Bueno, quizás deberíamos cambiar la costumbre por alimentos más sanos —rio.
El estómago de Xiao Zhan hizo ruidos graciosos que provocaron una carcajada en Yibo.
—¿Tienes hambre?
—Creo que ya fue evidente —se avergonzó.
Yibo miró la hora y se apresuró a tomar su teléfono.
—¿Qué haces? —Xiao Zhan se incorporó un poco para mirar con curiosidad lo que hacía en su teléfono.
—Descubrí que ya hacen entregas a domicilio de algunos de los restaurantes del pueblo. ¿De qué tienes antojo?
—Pizza.
—Pizza será.
Yibo hizo la orden, lanzó su teléfono a un lado y se echó como león a su presa sobre Xiao Zhan.
—¿Qué haces? —inquirió entre risas traviesas al sentir las grandes manos de su esposo buscando cierta parte de su anatomía que aún estaba muy sensible.
—Ya pasaron quince minutos.
—Que cruel.
—Cállate —rio.
¿Felicidad? ¿Emoción? ¿Miedo?
La cantidad de emociones era tanta que no sabía distinguir cuál de ellas predominaba. Xiao Zhan estaba siempre a su lado como buen esposo, y sin decir nada se daba cuenta de los momentos en los que experimentaba pequeñas crisis de pánico. Aún no estaba seguro de cómo era que se percataba, pero ya había perdido la cuenta de las veces en las que se acercaba a reconfortarlo. A veces solo rozaba su mano con la de él, entrelazaban sus dedos, o simplemente le dedicaba una significativa sonrisa.
Le ocurrió en el aeropuerto de Beijing, durante el largo vuelo, y también en el aeropuerto de Los Ángeles.
—Todo va a salir bien —le susurró al oído luego de besar su cuello con infinito cariño.
Yibo tragó en seco y asintió.
—Toma, bebe un poco —le ofreció su botella de agua y él la aceptó de inmediato.
—¿Cómo lo haces? —se quejó Yibo, frustrado.
—¿A qué te refieres?
—¿Cómo logras saber qué necesito? ¿Cómo lo haces?
Xiao Zhan soltó una pequeña risa.
—Eres mi esposo —se encogió de hombros—. El amor de mi vida. Y también te conozco desde hace muchos años. Wang Yibo, eres un libro abierto para mí y sé que justo ahora sientes pánico.
—¿¡Acaso tú no!? —sus mejillas estaban sonrojadas por todo lo que su amado acababa de decir, pero su ansiedad le ganaba en ese momento.
—Lo estoy —tomó su mano para demostrarle algo.
—Estás temblando, y te sudan las manos —notó el menor.
—Exactamente —rio—. Yibo, estoy en pánico también —miró la sala de espera de ese elegante hospital. Frente a ellos estaba el departamento de "Fertilidad e inseminación artificial". Al fin había llegado la hora de conocer en persona al médico que haría sus sueños realidad.
—¿Y si hay algo mal conmigo? Nunca me he hecho este tipo de exámenes. ¿Y si soy infértil?
—Lo dudo.
—Pero… ¿Y si es así?
—Si resulta ser así, yo seré el donador. O si resulta que yo soy estéril, tú serás el que done.
Yibo suspiró.
—De una u otra forma, Yibo, seremos padres —apretó su mano con fuerza.
—¿Y si algo sale mal?
Xiao Zhan supo en ese momento que todo lo que sentía Yibo era resultado de sus malas experiencias pasadas. Había quedado tan marcado que ahora le costaba trabajo aceptar las cosas buenas que le ofrecía la vida. Aún ni siquiera tenía aquello entre sus manos y ya tenía miedo de perderlo.
—Amor —puso ambas manos en las mejillas de Yibo, obligándolo a mirarlo a los ojos—. Todo va a estar bien. Pase lo que pase, estaremos bien. Recuerda que estamos unidos en esto.
Sí, necesitaba escucharlo en voz alta. Y aunque parecía tonto, funcionó. Yibo se tranquilizó lo suficiente.
—Gracias —acortó la distancia entre ambos y le dio un beso fugaz, pues en ese momento los llamaron.
Para sorpresa de ambos, todo salió bien desde que pusieron un pie dentro de ese consultorio. Ambos tuvieron buena química con el médico que los atendería. La charla fluyó tranquila y amena, el médico se esforzaba para que así fuera, pues a partir de ese día se volvería cercano a esos dos y necesitaban romper el hielo lo antes posible.
Comenzó haciendo preguntas cotidianas y poco a poco fue profundizando para crear el expediente de ambos pacientes.
Y ya una vez en confianza, el médico fue brutalmente honesto con ellos y les planteó todos los riesgos, tanto médicos como legales.
Algo que le llamó la atención fue ver cómo en ningún momento durante la conversación separaron sus manos.
Luego de una larga charla, de muchas preguntas sobre antecedentes médicos personales y familiares, el especialista les pidió que fueran a casa y pensaran bien las cosas. Si terminaban aceptando el tratamiento tendrían que volver al día siguiente, listos para comenzar con los estudios necesarios y con el papeleo.
—No necesitamos pensarlo más —aseguró Yibo, un poco más tranquilo.
El médico sonrió.
—Entiendo, son una de las parejas más consolidadas que me ha tocado entrevistar, pero me temo que es requisito del hospital. Es por mero protocolo. Vayan a casa, piensen bien en todo lo que les acabo de decir, y regresen mañana con una respuesta.
Ambos terminaron cediendo. Salieron del consultorio tomados de las manos. Afuera del hospital ya los esperaban sus guardaespaldas de manera disimulada.
Habían tomado las precauciones necesarias. Si bien no estaban en China, sabían que corrían el mismo riesgo en cualquier parte del mundo. Prefirieron no arriesgarse.
Ninguno dijo nada durante todo el camino rumbo al departamento que habían rentado por un par de semanas. Tampoco dijeron nada mientras desempacaban, sino hasta que se tumbaron sobre el colchón.
—¿Necesitas pensarlo? —preguntó de pronto Yibo, mirando hacia el techo.
—Definitivamente no.
El menor giró la cabeza hacia él y sonrió.
—Yo tampoco —susurró, casi como si le estuviera compartiendo el secreto más importante.
Xiao Zhan se giró sobre su costado, muy cerca de su esposo.
—¿Y tú?
—Ya sabes la respuesta.
Ambos se sonrieron.
—Seremos padres.
Wang Yibo no respondió con palabras, era tanta su emoción que se abalanzó sobre su esposo para besarlo y asfixiarlo entre sus brazos.
A la mañana siguiente asistieron al hospital en ayunas, listos para los análisis. Listos para firmar la papelería necesaria y así comenzar con esa aventura.
Era tanta la emoción, que Xiao Zhan olvidó que odiaba las agujas.
—¿Cuándo tendrán los resultados? —inquirió Yibo luego de entregar también su muestra de esperma.
—Mañana a primera hora —respondió la enfermera.
El aludido miró a su esposo con angustia, haciéndolo reír por lo impaciente que estaba.
—Falta mucho —murmuró luego de que la enfermera se fue.
Xiao Zhan rodó los ojos y pasó un brazo por los hombros de su esposo para ir juntos a la cafetería por algo de comer antes de reunirse nuevamente con el médico para comenzar a ver opciones de madres sustitutas.
Ese mismo día terminaron eligiendo a la candidata perfecta luego de varias horas de estar echando un vistazo escudriñador a cada expediente. No fue fácil, había muchas candidatas, pero todas tenían sus pros y contras.
La ganadora fue una mujer joven de treinta años con ascendencia chino-japonesa y residencia en LA. Ya había tenido un embarazo exitoso y sin riesgo alguno. Sus antecedentes médicos eran excepcionales, y lo más asombroso de todo, era que tenía un parecido increíble a Xiao Zhan.
—Ella —señaló Yibo, muy seguro.
—No la elijas solo porque se parece a mí.
El menor rio.
—Créeme, no lo hago por eso, pero debo admitir que sí le da puntos extra. Además de su excelente historia médico, me gusta ella por esto —le mostró una parte de su expediente que decía que era hija de un hombre japonés y… un hombre chino. Había sido concebida en ese mismo hospital, con un método muy similar.
—Wow.
—Si esa no es una señal, no sé qué otra podría haber —rio.
—Ella, que sea ella.
Yibo miró el expediente una vez más, buscando algún punto en contra, pero no halló ninguno.
—Es incluso menor que yo —dijo Yibo.
—Solo por un par de meses —notó Xiao Zhan.
Sin duda alguna ella era la mejor opción.
Esa tarde salieron del hospital de nuevo con rumbo directo a su departamento. Estaban un poco más tranquilos que un día anterior, y eso les hizo darse cuenta de que era la primera vez que estaban en LA, juntos, a solas.
¡Era hora de relajarse y disfrutar!
Aprovecharon que su departamento estaba a solo unas cuadras de la playa para salir a caminar y a tomar el sol.
Era diciembre, así que ya hacía suficiente frío como para no meterse al mar, pero hacía un sol perfecto como para caminar en la arena y recargar energía.
Sus guardaespaldas los seguían y vigilaban en todo momento, manteniendo la distancia para no incomodarlos, pero vigilando el perímetro.
Esa tarde se permitieron relajarse un poco. Aprovecharon que nadie sabía dónde estaban y así se ocultaron detrás del anonimato. A simple vista pasaban desapercibidos como dos residentes más de la ciudad.
A pesar del clima fresco había gente caminando en la playa. El aire que soplaba era frío, pero el sol brillaba en todo su esplendor. En el ambiente abundaba el olor a los food trucks que estaban instalados cerca de ahí, y las voces de turistas de todo el mundo resaltaban de vez en cuando.
Ambos se sentaron sobre la arena, mirando perdidamente hacia el mar y disfrutando del momento. Xiao Zhan de pronto recargó su cabeza en el hombro de su esposo, y este correspondió haciendo lo mismo sobre él.
—Gracias —murmuró Xiao Zhan.
—¿Por qué?
—Por hacer posible esto.
—Tampoco es como que pudiera hacerlo yo solo —rio y pasó un brazo por la espalda de su amado para apretarlo con cariño.
—Sabes a lo que me refiero —lo miró a los ojos, y el corazón de Yibo latió más rápido.
—Lo sé —besó su mejilla, luego la otra, su frente, y al final sus labios.
—¿Sigues nervioso por los resultados de mañana?
—Un poco.
—Yo también, aunque tengo un buen presentimiento.
Yibo se sintió contagiado de ese positivismo.
—Sí, todo saldrá bien —se dijo a sí mismo.
Cómodos en su lugar, vieron el sol caer poco a poco y cómo las gaviotas iban disminuyendo en número hasta no ver ni una sola.
Cuando el cielo oscureció, se levantaron y fueron hacia los food trucks luego de sacudirse bien la arena. Se maravillaron al no ser reconocidos por nadie.
A la mañana siguiente Wang Yibo despertó y descubrió que su amado ya había abierto los ojos, quién sabe desde cuándo, pero miraba fijamente el ventilador de techo que giraba en la velocidad más baja. Se veía tranquilo, con una mano sobre su estómago y otra bajo la nuca. Al parecer no se había percatado de que él ya había despertado, así que aprovechó para mirarlo en silencio.
Sonrió de lado, su esposo tenía un bonito perfil, y un adorable peinado matutino. El ritmo de su respiración era casi hipnótico, lo relajó tanto mirarlo de esa forma, que pronto comenzó a sentir sueño de nuevo, hasta que recordó dónde estaban y porqué.
Levantó su torso con prisa.
—¡Es hoy! —dijo con voz ronca y sacándole un susto de muerte a su esposo.
—Yibo —se llevó una mano al pecho—. No me asustes así —se incorporó también.
—Es hoy, Zhan Zhan, vamos al hospital. ¿Ya tendrán los resultados de nuestros estudios?
—Ya los tienen. Me mandaron un mensaje hace poco.
—¡¿Y por qué no me despertaste?! —se levantó apresurado, pero Xiao Zhan no. Eso le dio miedo—. Zhan Zhan, ¿qué ocurre? —se sentó en la orilla de la cama, justo a su lado.
Él negó con la cabeza.
—Nada —sonrió—. Estoy digiriendo esto.
—¿Qué cosa? ¿El hecho de que al fin tendremos descendencia? —rio—. Yo tampoco lo puedo creer. ¿Pero qué esperas? ¡Vamos! —lo zarandeó hasta que logró levantarlo de la cama.
Cuando llegaron al hospital el médico los recibió en su consultorio. El joven matrimonio trataba de descifrar algo en las expresiones del doctor, pero no lograban interpretar nada.
—Tenemos sus resultados —se sentó tras su escritorio y los miró seriamente a ambos.
—¿Hubo algún inconveniente? —inquirió Xiao Zhan.
Luego de una pausa que les pareció eterna e innecesaria, el médico suspiró.
—Oh no… —a Yibo se le fue el alma del cuerpo—. Algo salió mal, ¿no es así?
—He de informarles que ninguno de los dos presentó alguna deficiencia que pudiera interferir con el procedimiento.
Sin ponerse de acuerdo, ambos se levantaron de sus sillas y festejaron dándose un violento abrazo. Entre risas nerviosas y festejos adorables, el médico continuó explicando, ahora con una gran sonrisa.
—Ambos son jóvenes, tienen salud y su conteo y calidad de espermatozoides fue más que ideal. Esta mañana nos comunicamos con la candidata a madre sustituta que eligieron y le mandamos el expediente de ustedes, sin revelar su identidad, por su puesto. Y un poco antes de que llegaran al hospital recibimos su respuesta afirmativa.
—¿Qué? ¿Tan pronto? —se asombró Xiao Zhan. Por lo que había leído, sabía que ese tipo de situaciones eran tardadas, pero la mujer había aceptado de inmediato.
—Lo sé, también nos sorprendimos —rio el médico—. Le preguntamos su motivo, ella dijo que era personal.
—¿Sabe quiénes somos? —se alarmó Yibo, imaginando lo peor.
—No —respondió con seguridad—. Su identidad se manejó como algo altamente clasificado. Ella aceptó la solicitud al saber su nacionalidad y el sexo de ambos.
—Oh…
—Sí. También aceptó que no se le revelara la identidad de ninguno de los dos. Estuvo de acuerdo en ello.
—Vaya, eso suena increíble.
—Es un caso excepcional, debo admitir —sonrió el médico—. Por lo regular estas situaciones se llevan unos dos o tres meses, y ustedes lograron todo ese proceso en cuestión de tres días.
—¿Qué sigue ahora?
—Fácil. En los próximos días la madre sustituta vendrá con su abogado para leer los términos y condiciones estipulados, y si no tiene ningún inconveniente, podríamos hacer la inseminación esta misma semana.
Xiao Zhan se llevó ambas manos a la cabeza, impresionado.
—Hay otro asunto. Necesitamos recolectar la muestra definitiva de esperma, ¿quién de los dos la proporcionará?
Los aludidos se miraron mutuamente. Por alguna razón habían sido pesimistas pensando que alguno de los dos sería estéril. No consideraron la posibilidad de que ambos fuesen altamente fértiles.
Al verlos dudosos, el medico se atrevió a hacerles una sugerencia.
—Por lo regular, cuando parejas del mismo sexo planean tener más de un hijo, se turnan. Eso es lo más común. Pero también está la otra opción.
—¿Cuál? —inquirió Yibo, curioso.
—Usamos las muestras de ambos para la inseminación y se lo dejamos al azar.
Se quedaron pensativos unos momentos, no habían pensado en esa opción tan lógica. Pero por lo regular era algo que no se les pedía a los padres heterosexuales. "Elige quién será el padre" que decisión tan difícil.
—Piénsenlo, no tienen que decidirlo ahora. De todas formas necesitamos al menos cinco días de abstinencia de su parte para conseguir una muestra de calidad. Tienen ese tiempo para pensarlo.
Y vaya que lo pensaron.
Esa mañana no pudieron regresar a encerrarse a su departamento. Salieron a caminar por las calles más bonitas de Los Ángeles, encontrándose con todo tipo de cafeterías: aesthetic, veganas, urbanas, vintage y Starbucks por doquier.
Terminaron entrando a una cafetería bistro que desprendía el olor más irresistible a café y pan recién horneado. Eligieron una mesa al aire libre en una pequeña terraza con vista al mar. Ninguno de los dos tocaba el tema, estaban muy pensativos.
—¿En qué tanto piensas? —preguntó Xiao Zhan una vez que les entregaron un par de menús.
Yibo suspiró.
—En que tus genes son mejores que los míos. Y si podemos controlar de quién será el hijo… yo creo que deberíamos elegirte como candidato.
Xiao Zhan lo miró perplejo, en especial porque no bromeaba, hablaba muy en serio.
—Wang Yibo —hizo a un lado el menú y tomó sus manos por encima de la mesa—. ¿Por qué demonios dices eso?
—Porque no eres tú quien tiene problemas de corazón.
—Conozco tu padecimiento mejor de lo que imaginas, y sé muy bien que eso no es hereditario.
—No, pero… hay algo que no te he dicho.
Xiao Zhan palideció. Un miedo irracional lo invadió.
—Tranquilo, no es algo muy serio —se apresuró a aclarar al ver su espanto—. Es solo que en mi familia hay una larga línea de enfermedades cardiacas, el hecho de que mi enfermedad se complicara no es solo por mala suerte —suspiró—. Es un conjunto de situaciones que no tiene caso explicar a detalle porque ni siquiera yo lo entiendo del todo, pero en resumen te puedo decir que los mejores genes aquí no son los míos. Lo tenía que decir —se cruzó de brazos y miró hacia el mar. Por alguna razón se sintió cohibido y triste.
Una risa cantarina lo hizo voltear con el ceño fruncido hacia su esposo.
—Wang Yibo, Wang Yibo —suspiró y negó con la cabeza—. Si te contara la gran lista de enfermedades que hay de parte de mi familia… no terminaríamos. ¿Sabías que soy propenso a quedarme calvo? Mi abuelo lo estaba, por completo.
El menor se llevó una mano a la boca tratando de contener una risa que, obviamente, no consiguió ocultar.
—Todos tenemos alguna mancha en nuestro historial genético, o muchas manchas —se encogió de hombros—. No nos preocupemos por eso.
Yibo se sorprendió. ¿El señor "yo controlo todo" estaba diciéndole eso?
—Eso quiere decir que… ¿te estás inclinando por la segunda opción que nos dio el doctor?
—Sí —respondió con seguridad aplastante.
Los ojos de Yibo brillaron y una sonrisilla bailó en sus labios, dubitativos por la emoción.
—¿No te gustaría saber de quién será el hijo?
Xiao Zhan extendió su mano a través de la mesa hasta alcanzar la de Yibo.
—Independientemente del origen de los genes, será NUESTRO hijo o hija —se encogió de hombros con una sonrisa genuina en su rostro—. No necesito saber que tiene mi ADN para amarlo con mi vida.
El corazón de Yibo se aceleró al escuchar al amor de su vida decir aquello. Ver a Xiao Zhan como un padre de familia le hacía sentir cosas extrañas, sus manos sudaban, el corazón se le aceleraba y experimentaba una sensación agradable en la base del estómago.
—Entonces la decisión está tomada —sonrió tan ampliamente que se formaron unas lindas marcas en sus mejillas—. Elegiremos la opción número dos.
Xiao Zhan asintió con una sonrisa igual de radiante.
Su bonito momento se vio interrumpido por un amable mesero.
—¿Están listos para ordenar? —tomó papel y bolígrafo de su delantal, entonces miró el rostro de sus comensales—. Oh wow…
Los aludidos hicieron una extraña mueca de espanto cuando vieron que habían sido reconocidos.
Xiao Zhan hizo un adorable gesto con su mano pidiendo que guardara silencio respecto a su presencia ahí.
—Por favor —murmuró.
El mesero, impactado por verlos ahí, solo atinó a asentir con la cabeza. Estaba acostumbrado a ver celebridades pasearse por el café, pero pocas veces a dos de las más grandes figuras públicas de China.
—Tranquilos, no diré absolutamente nada —miró las mesas vacías alrededor, pues aún era temprano, hacía sol, y la mayoría de los comensales pedían mesa adentro—. Todas las mesas de la terraza me corresponden, no dejaré que nadie más elija asiento aquí.
Xiao Zhan y Wang Yibo compartieron miradas asombradas.
—Oh no, no queremos ser un estorbo, no es necesario —pidió el mayor.
Pero el mesero les dedicó una gran sonrisa.
—Hoy son invitados especiales, la terraza es suya, por favor úsenla el tiempo que gusten.
—Muchas gracias —dijo Yibo con una sonrisa sincera.
El joven mesero se emocionó tanto que por poco daba saltos de felicidad.
—Lo siento, es que… soy fan de ambos —miró a Yibo—. Admiro tu baile desde hace años —luego miró a Xiao Zhan—. Y admiro tu voz al cantar desde que iniciaste tu carrera. Y justo ahora soy admirador de ambos como actores, los respeto mucho y en verdad deseo que sigan creciendo profesionalmente como hasta ahora —fue tan sincero, educado y amable, que Xiao Zhan y Wang Yibo no cabían en sí de la impresión.
Compartieron miradas cómplices una vez más, y como si se leyeran la mente, Wang Yibo dijo:
—Agradecemos tu apoyo —sonrió de lado—. Nunca ofrecemos esto, pero… —no sabía bien cómo decirlo, no estaba acostumbrado.
—¿Te gustaría tomarte una foto con nosotros? —completó Xiao Zhan.
—¡Sí! —exclamó sin poder contenerse más.
Ambos lo miraban con ternura. El joven sacó su teléfono móvil, y con mano temblorosa intentó tomar la fotografía, pero era tanta su emoción que no salió bien.
—Permíteme —Yibo tomó el teléfono con cuidado, el mesero contuvo sus ganas de gritar de emoción al sentir su tacto, más todavía cuando fue consciente de que a la derecha tenía a Yibo y a la izquierda a Xiao Zhan. ¿Acaso estaba soñando?
Wang Yibo extendió su brazo y tomó la selfie. Ese fan no podía ser más afortunado.
—¿Y-ya saben qué van a ordenar? —trataba de controlarse.
Ambos retomaron sus lugares en las cómodas sillas.
—De hecho no hemos visto el menú, pero… —Xiao Zhan lo pensó unos momentos—. Me gustaría tomar un Latte, por favor.
—Yo también —secundó Yibo—. ¿Tienen Waffles?
—No, pero… —miró hacia dentro de la cafetería—…no, sí tenemos, los prepararemos en un momento.
—Que sean dos órdenes, por favor —pidió Xiao Zhan, con un hambre voraz de repente.
—Enseguida traeré su orden —salió casi corriendo de ahí rumbo a la cocina.
—Eres un coqueto de lo peor —murmuró Xiao Zhan, aguantando sus ganas de reír.
—¿Celoso? —alzó una ceja, sonriente.
—Ajá, muy celoso —rio y tomó las manos de su esposo por encima de la mesa.
Momentos más tarde les llevaron su orden de waffles con jarabe de maple, azúcar glass espolvoreada y una variedad de frutos rojos encima.
Tenía una pinta exquisita.
Mientras desayunaban podían disfrutar de la hermosa vista ante sus ojos. Era un ambiente sumamente relajante.
—No puedo más —Xiao Zhan se llevó ambas manos al estómago, dejando una cuarta parte del platillo intacto.
Yibo ni siquiera se molestó en preguntarle, tomó su plato vacío y lo intercambió con el de su esposo.
—Glotón —murmuró.
—No soy yo el que tiene crema de latte en los labios —respondió en el mismo tono mientras devoraba los waffles.
—¿Eh? —se limpió de inmediato—. ¿Por qué no me dijiste nada, idiota? —rio.
—Porque te ves adorable —respondió con la boca algo llena, sonriente.
—Tonto.
Yibo asintió.
Estaban tan felices que nada les podía arruinar el momento.
Tomaron la palabra del mesero y se quedaron un poco más ahí, disfrutando de la privacidad que amablemente les brindaron. Pidieron un par más de bebidas y las tomaron mientras escuchaban el jazz suave que sonaba como música de ambiente, mirando el mar a lo lejos.
Al pedir la cuenta tuvieron que solicitarle un último favor a su nuevo amigo.
—Lo que ustedes deseen.
—Es sobre la fotografía. ¿Crees que podrías conservarla como secreto por un tiempo? Al menos lo que resta de este mes. ¿Sabes? Nadie está enterado de que estamos aquí, y si se vuelve noticia… pues tendríamos que irnos pronto —explicó Xiao Zhan con tacto.
—No diré nada, conservaré la foto en secreto por un tiempo, lo prometo.
Ambos le agradecieron dejándole una nota firmada por ambos junto a una muy buena propina.
Sin proponérselo, siguieron visitando esa cafetería durante toda su estancia en la ciudad, obtuvieron el mismo trato amable de su nuevo amigo, y luego de varias visitas descubrieron que los waffles ni siquiera estaban en el menú.
Luego de haber tomado aquella decisión tan importante, comenzó el reto de abstinencia.
Habían atravesado largos periodos de abstinencia con anterioridad, pero… el más largo de ellos fue por problemas fuertes con el gobierno, y el otro más reciente fue porque los separaban miles de kilómetros.
¿Cómo se suponía que estarían en abstinencia mientras durmieran en la misma cama todas las noches?
Eran solo cinco días, sí, pero el simple hecho de saber que estaba prohibido los hacía querer romper las reglas. O al menos así era hasta que recordaban el objetivo.
Sin embargo…
—Iré a dormir al sillón —Xiao Zhan tomó su almohada y una cobija.
—Gracias.
Xiao Zhan solo gruñó, y es que Yibo no ponía de su parte, este sabía que Zhan Zhan era débil y aun así decidía dormirse medio desnudo.
Fueron los días de abstinencia más largos de sus vidas, pues se tenían al alcance, tenían el tiempo de sobra para hacer el amor, y para rematar, Wang Yibo se bañaba con la puerta abierta.
Cuando fueron a entregar sus muestras se encerraron cada uno en un cubículo y salieron en muy poco tiempo, entregando un vaso mucho más lleno que la última vez.
La candidata seleccionada ya había ido a firmar todos los documentos legales y al parecer no había puesto ninguna queja a sus requisitos.
Así pues, el procedimiento dio inicio lo antes posible. Indujeron la ovulación de la paciente y al día y medio se llevó a cabo la inseminación.
A pesar de que quedaron en comunicarse con ellos por vía telefónica para informarles si el tratamiento tuvo éxito, ambos decidieron quedarse en la ciudad un poco más. Sabían que el procedimiento podía fracasar, no siempre funcionaba a la primera y en ocasiones necesitaban un par de rondas más de inseminación para conseguir una fecundación exitosa.
Eso los hizo pasar navidad y año nuevo en Los Ángeles. No podían quejarse, eran unas largas vacaciones en un lugar muy lejano de casa, lugar en el que podían caminar libremente por las calles tomados de las manos, o besarse cuantas veces quisieran.
—Quiero hacerme un tatuaje —dijo de pronto Xiao Zhan mientras desayunaban en la cafetería que habían amado tanto.
Yibo tragó la comida que tenía en la boca y sonrió de oreja a oreja.
—¿Qué tienes en mente?
—Algo que complemente el tuyo.
—No, por favor —rio—. Hazte algo cool.
—¿Cómo qué? —alzó una ceja.
—Una moto.
—Estás loco —rodó los ojos, eso hizo reír a su esposo.
—Un lego.
—Meh.
—Ya sé.
Xiao Zhan lo miró con atención.
—Tatúate mi nombre —sonrió de lado, mirándolo de manera sugerente.
—Sí, excelente idea.
—¿Eh…? No, no, no. Era una broma.
—Pero es buena idea. Tú tienes mi nombre tatuado en contra de mi voluntad, así que yo me tatuaré el tuyo a pesar de tus negativas.
—Eso no se vale.
—Yo creo que sí —rio—. Suena bastante justo a mi parecer —sacó su iPad de la pequeña mochila que traía consigo a todas partes. Yibo se asombró—. Ayúdame a decidir el diseño.
—Espera, Xiao Zhan, ¿estás hablando en serio?
—Muy en serio —rio—. ¿No me crees?
—Es que a ti no te gustan los tatuajes, ni las perforaciones o las decoloraciones en el cabello.
—Pero quiero un tatuaje que haga juego con el tuyo —comenzó a dibujar con el lápiz táctil—. No es justo que solo tú tengas mi nombre, yo quiero el tuyo.
Yibo se llevó una mano a la boca, enternecido.
—Está bien —aceptó luego de un rato—. Te llevaré a tatuarte y luego iremos a robar un par de autos.
—Y luego a nadar con vagabundos.
—Excelente idea.
Ambos se echaron a reír.
—¿Qué opinas? —le enseñó el diseño que hizo con su nombre. Era una caligrafía tan hermosa y delicada. Yibo sintió envidia.
—Es demasiado hermoso comparado con el mío.
—Sí, tienes una letra horrible estando ebrio.
—Lo sé. Ayúdame a mejorar el mío y vamos juntos a tatuarnos hoy mismo.
Xiao Zhan se emocionó.
—Trato hecho.
Comenzó diseñando su propio tatuaje y luego mejoró el de Yibo dándole algunos retoques, rellenando algunas partes y…
—¿Puedo? —inquirió Yibo dubitativo, pidiéndole prestado su lápiz táctil. Xiao Zhan se lo dio, curioso por lo que quería plasmar.
Yibo hizo un zoom grande para poder dibujar un pequeño corazón con un punto a la derecha.
—¿En serio quieres agregarle eso?
—Ge Ge, no sé si a estas alturas te percataste de ello, pero durante años te representaba en la más mínima oportunidad con un corazón y un punto a la derecha.
El aludido abrió mucho los ojos.
—¡No puede ser, Xiao Zhan! Sabía que eras distraído, pero no ASÍ de distraído —se burló—. Siempre se trató de ti.
—Idiota —lo golpeó en el brazo—. No soy tan ciego. Lo sospechaba, pero no estaba seguro.
—Ciego.
El mayor chasqueó la lengua y le quitó el lápiz. Yibo observó atentamente lo que hacía.
—¿¡Estás copiando mi corazón en tu tatuaje!?
—Cállate.
Yibo se echó a reír con más ganas al ver que copiaba y pegaba el corazón para que fuese exactamente idéntico.
Se maravilló con su talento en el dibujo, a veces olvidaba que literalmente tenía una carrera profesional que se trataba de eso.
No quería que se tatuara su nombre, pero no podía negárselo después de que él llevaba los caracteres del nombre de Xiao Zhan tatuados sobre la piel de su cadera izquierda.
Terminado el diseño se dirigieron al estudio de tatuajes que su nuevo amigo mesero les recomendó.
Para su sorpresa, la dueña del estudio los reconoció al instante, y a diferencia de su amigo mesero, esta sí hizo un gran escándalo al principio. Les hizo saber la gran admiración y respeto que sentía por ellos, pero cuando se enteró que querían tatuarse casi se desmayó.
—¿Me concederían ese honor?
—El honor sería nuestro —respondió Xiao Zhan con educación—. La situación aquí es que… yo nunca me he tatuado.
—Lo sé, y tú… —señaló a Yibo—… corren los rumores de que te hiciste un feo tatuaje hace mucho.
—Rumores ciertos, por cierto.
La joven tatuadora se emocionó.
—Quiero hacerme mi primer tatuaje, y él quiere que mejoren el suyo.
Pusieron manos a la obra, comenzaron con Yibo. Se recostó en el sillón para tatuajes y descubrió su cadera izquierda lo suficiente para que fuese fácil trabajar ahí.
—Oh wow… te tatuaste su nombre —miró a Yibo con mucha sorpresa.
—¡¿Ves?! Ella sí logró reconocer tu nombre, y tú solo te burlaste cuando te lo mostré —le reclamó a su esposo.
—Se entiende a duras penas —añadió ella.
—Ja, te lo dije —Xiao Zhan se cruzó de brazos, estaba parado junto a él. Quería ver cómo solucionaban ese desastroso tatuaje.
—Será todo un reto, pero… —miró el rediseño en el iPad de Xiao Zhan—…podremos mejorarlo, eso sin duda.
Puso manos a la obra y comenzó a rediseñarlo.
Supieron que estaban en buenas manos cuando muy pronto ese feo tatuaje se convirtió exactamente en lo que Xiao Zhan plasmó en el iPad.
—Wow… se ve mucho mejor —Yibo estaba sorprendido.
—Y aun puede mejorar, ¿tienen prisa por irse?
—Ninguna, tómate tu tiempo.
Se concentró en su trabajo, pero estaba tan feliz de tenerlos ahí que no se resistió y comenzó una charla amena como solía hacerlo con todos sus clientes.
—¿Cuándo te lo hiciste? —le preguntó a Yibo con verdadera curiosidad. El aludido soltó un pesado suspiro mientras Xiao Zhan sonreía como tonto.
—Hace años, más de los que me gustaría admitir.
—Adorable —fue lo único que dijo antes de seguir con su trabajo.
Al terminar, Wang Yibo no pudo estar más agradecido. Había transformado por completo su tatuaje, y el diminuto corazón a un costado le daba un toque especial y único.
—Sigues tú —Yibo le cedió su lugar en el sillón. Xiao Zhan se recostó y le mostró su diseño mientras ella cambiaba todo el equipo por uno esterilizado.
—Oh vaya, que sorpresa —bromeó.
—Lo sé, lo sé. Es cursi y cliché —rio avergonzado.
—Es adorable, ustedes lo son. Que hagan esto es muy romántico.
—Y cliché.
—Bueno, sí —admitió entre risas—. Pero romántico a fin de cuentas —terminó de instalar sus utensilios—. ¿Listo para comenzar?
Xiao Zhan asintió sin ninguna duda, estaba emocionado.
—¿Dónde lo vas a querer?
El aludido descubrió su cadera derecha. Justo a la misma altura que su esposo.
Desinfectaron el área a tatuar, pero apenas comenzó… Xiao Zhan sintió cómo la sangre se le iba hasta los pies.
¡Dolía! Dolía bastante.
Había visto que Yibo ni siquiera se inmutó durante todo el procedimiento, pensó que era indoloro, ignorando el hecho de que un tatuaje permanente era literalmente hecho por miles de piquetes pequeños para lograr que la tinta fuese inyectada en la piel de manera correcta.
—Zhan Zhan, ¿estás bien? —se espantó al ver a su esposo tan pálido.
La tatuadora se quitó los guantes y fue rápido en busca de algo a la habitación contigua. Segundos después regresó con una Coca Cola fría.
—Toma un par de tragos —se la extendió a Xiao Zhan—. Te sentirás mejor. Es normal que te sientas así en tu primer tatuaje —lo tranquilizó, luego miró a Yibo—. ¿Le tiene miedo a la agujas?
—Les tiene pavor —trató de aguantar su sonrisa burlona, pero no pudo y terminó riendo junto con ella.
—Están conscientes de que estoy justo en medio de ustedes dos, ¿no es así?
Ella se avergonzó mucho, en cambio Yibo solo le revolvió el cabello.
—¿Quieres continuar? No tienes que tatuarte.
—Ya comenzamos, ahora lo terminamos —dijo, muy seguro. Entonces bajó la mirada y descubrió que solo había un mísero punto, eso bien podría pasar desapercibido como un lunar—. Ay no… —pensó.
—¿Estás seguro?
—Puedo aplicarte un poco de anestesia —interrumpió ella.
—¿En serio? —le brillaron los ojos.
—Es lidocaína tópica, no quita el dolor por completo, pero sí ayuda un poco. ¿Quieres intentar?
—Por favor —pidió con una expresión que la llenó de ternura.
—Ah Xiao Zhan, Xiao Zhan —suspiró Yibo mientras arrastraba un banquito y se sentaba a su lado para sostenerle la mano.
—Nunca dijiste que doliera tanto.
—Es porque no me dolió.
—No te creo.
—Las agujas nunca me han incomodado tanto.
Entonces Xiao Zhan recordó los antecedentes de Yibo. Yendo de hospital en hospital siendo apenas un niño, recibiendo tantas inyecciones y tratamientos dolorosos.
Ahora entendía por qué resultaba algo inmune a ese tipo de dolor.
—Aprieta mi mano si quieres —le quitó la Coca Cola y le dio un sorbo.
Al principio no fue fácil soportarlo, no estaba acostumbrado a sentir tantos pinchazos, pero luego de un rato se adaptó y no sentía más que un extraño adormecimiento y ardor.
Cuando miró el resultado final, se maravilló. Era hermoso.
—"Propiedad de Wang Yibo". Excelente elección de tatuaje, Zhan Zhan —besó su frente.
El aludido de inmediato bajó la mirada para asegurarse de que no decía eso. Su nueva amiga soltó una risilla traviesa al escucharlos bromear de esa forma, en especial al ver cómo Xiao Zhan le respondió con un golpe muy similar a los que le daba en el detrás de cámaras hace diez años.
—Me gusta, me gusta mucho —admitió Xiao Zhan—. Debes estar exhausta —le dijo al ver cómo estiraba sus cansados músculos.
—Nada fuera de lo normal —sonrió mientras aplicaba un humectante sobre la piel recién tatuada y les entregaba una hoja con las indicaciones a seguir luego de un tatuaje.
—Yibo, ¿me dejas invitarla a cenar? —le preguntó en chino, ella se sorprendió al escucharlos hablar en su idioma por primera vez desde que llegaron.
—No es mala idea, muero de hambre. ¿Y si cenamos aquí? Nadie nos vería.
Xiao Zhan asintió.
—Kat —la llamó Xiao Zhan. Después de haber pasado tantas horas juntos ya sentían que se conocían un poco, pues no habían dejado de charlar en todo momento.
—¿Si? —sonrió de oreja a oreja al escucharlo decir su nombre.
—¿Podemos invitarte a cenar?
Tomó su propia Coca Cola y le dio un rápido sorbo. No cabía en sí de la impresión.
—Me encantaría —trató de sonar lo menos desesperada, no quería incomodarlos con su fanatismo hacia ellos.
—¿Crees que podamos pedir algo a domicilio?
—¿Quieren cenar aquí?
—Sería lo más cómodo, además, así nadie nos podría molestar.
No tuvieron que decir más. Kat se encargó de cerrar el estudio y los guio al pequeño comedor que tenía en la parte trasera. Ordenaron comida tailandesa y pasaron un ameno momento.
—¿Duele mucho? —inquirió Yibo al ver a su esposo moviéndose con cuidado.
—No, solo es un poco incómodo. El parche dérmico ayuda bastante.
—Te acostumbrarás —aseguró él.
Ella los miraba como si fueran lo más hermoso e interesante del mundo. Observaba con atención cómo Yibo siempre buscaba contacto físico con Xiao Zhan, ya sea acariciándole el cabello, tomando su mano, o simplemente molestándolo con golpes.
También confirmó que las sonrisas más hermosas de Xiao Zhan eran dedicadas exclusivamente a su esposo. Le sorprendió el hecho de que sus ojos casi adquirían un brillo propio cuando lo miraba.
La manera en la que se trataban era tan dulce y al mismo tiempo tan divertida. Parecían mejores amigos, pero luego miraba las argollas matrimoniales en sus dedos y recordaba que eran más que amigos.
Eran un matrimonio real.
No perdió la oportunidad de pedirles un autógrafo y una foto, ellos le concedieron el gusto, no sin antes pedirle lo mismo que a su amigo mesero: no compartir las fotos sino hasta que se terminara el mes o hasta que se esparcieran fotos de ellos turisteando por la ciudad.
—¿Estás segura de que quieres nuestras firmas en tu brazo?
—Por supuesto, las quiero ahí para poder tatuarlas.
—¡¿Qué?! No.
—Por favor.
Ambos rieron un poco.
—Estás algo loca.
—¡Yibo! —lo regañó su esposo.
—No es algo que no me hayan dicho antes —admitió ella.
—A mí igual —rio—. Apoyo tu idea del tatuaje.
—No aceptes consejos de alguien que se tatúa nombres —advirtió Xiao Zhan.
—Idiota… ya perteneces a ese club también —se burló. El mayor se quiso morder la lengua por tonto. Tenía razón.
Kat y Yibo estallaron en carcajadas. Ella terminó feliz con las dos firmas en su brazo.
Durante ese viaje a Los Ángeles descubrieron que tenían mucha más libertad en esa ciudad que en casa. Se dieron cuenta de que sí había personas que los reconocía, pero eran educados y no los molestaban.
Eso era muy agradable, al menos por el momento, pues en realidad casi nadie sabía que estaban ahí. Pero sabían que cuando se volviera una noticia oficial, habría fans que volarían hasta la ciudad para tener una oportunidad de encontrárselos.
Poco antes de navidad tuvieron la fortuna de vivir una pequeña ola de calor en pleno invierno. Eso provocó que las playas se llenaran de gente disfrutando el sol, el mar y un cielo despejado.
Wang Yibo y Xiao Zhan no fueron la excepción.
Consiguieron trajes de baño, toallas de playa y una sombrilla.
Sabían que serían descubiertos, pero poco les importó. Sabían que sus tatuajes se verían expuestos, pero tampoco les interesó. Querían disfrutar de la vida como seres comunes y corrientes, tomando el sol, persiguiéndose en la playa, metiendo los pies al mar solo para descubrir que el agua estaba heladísima, y terminar el día con broche de oro haciendo el amor en su habitación.
La vida era buena en LA.
Al día siguiente entraron a sus redes sociales americanas solo para descubrir lo que ya imaginaban.
Eran tendencia en twitter.
Cientos de fotos de ambos en la playa fueron compartidas, unas mejores que otras, pero todas eran de ellos.
A simple vista parecían cualquier par de asiáticos, así que eso creó dudas en el fandom. ¿Eran realmente ellos?
Lo que incrementó esa duda fue ver que ambos tenían tatuajes. Muchos fans descartaron que se tratara de ellos, pero muchos otros confirmaron que estaban en Los Ángeles.
—¿Hacemos algo al respecto? —preguntó Xiao Zhan, desnudo junto a Yibo. Este chasqueó la lengua.
—Déjalos que hablen.
—Mira, en esta foto lograron enfocar nuestros tatuajes —rio—. Si tenían dudas sobre nuestra identidad… con esto terminan de confirmarlo.
—Quien sabe, puede tratarse de un par de locos que se tatuaron nuestros nombres —se encogió de hombros.
—No seas tonto —rio—. Mira… en esta foto nos vemos claramente —suspiró.
—¿Weibo va a explotar?
—Sin duda alguna lo hará. No me he atrevido a abrir la aplicación.
—No lo hagas —gruñó y le quitó el celular—. Durmamos un poco más —bostezó.
—Pero ya son las diez de la mañana.
—Diez de la madrugada —lo abrazó—. Además, nos dormimos apenas hace unas horas.
—Bien, durmamos un poco más —aceptó, correspondiendo el abrazo.
Todo mundo supo que se tenían tatuados mutuamente. Todo mundo entendió que se habían ido de vacaciones lejos de todo y de todos para disfrutar de su amor sin límites.
Jamás olvidarían ese hermoso invierno, en especial la mañana del día primero de enero del nuevo año 2028.
Xiao Zhan tomaba café negro en la pequeña terraza del departamento, Yibo había estado haciendo lo mismo a su lado, pero cuando entró para servirse otra taza de café, vio que el teléfono de su esposo recibía una llamada.
Dejó lo que tenía en manos y corrió a contestar. Su amado era ajeno a ello hasta que Yibo salió agitado a la terraza.
—¿Qué ocurre? —preguntó en un tono serio al verlo así. Yibo le enseñó el teléfono celular que tenía en la mano—. ¿Se te cayó? ¿Lo rompiste? —frunció el ceño.
Yibo soltó una carcajada con singular alegría.
—No, amor, no —dejó el celular en la mesita de la terraza—. Llamaron del hospital. El tratamiento tuvo éxito en el primer intento.
—Nosotros… —palideció, se le fue el aliento.
—¡Seremos padres! ¡Zhan Zhan! ¡Vamos a ser papás! —literalmente saltó de la alegría un par de veces y corrió a abrazar a su esposo que parecía no creerlo aún.
Muy pronto los dos estaban gritando y saltando de felicidad, haciendo un escándalo digno de grabar.
Probablemente eran los únicos huéspedes del edificio que tenía tanta energía en un primero de enero por la mañana.
Continuará…
Y se llegó el día. 102 capítulos tuvieron que pasar para llegar a este punto, lamento la espera jajaja. Pero bueno, ya me conocen, y si no… ya lo harán.
De nuevo, y sin proponérmelo, les entregué un capítulo lleno de amor y felicidad. Pero eso sí, no se confíen todavía, que todo puede suceder.
¿Ustedes qué opinan? ¿Qué les ha parecido la historia?
¿Niño o niña?
¿Será de Xiao Zhan o de Wang Yibo?
¿Serán buenos padres?
30/11/23 (sí, escribí esto al día siguiente de la última actualización)
