Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Fyrebyrd, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Fyrebyrd. I'm only translating with her permission. Thank you so much again, April! :3
Capítulo 11
¡Noticias desgarradoras desde Las Vegas, señoritas! El soltero más codiciado ya no está soltero. Es verdad. Edward Cullen se casó con Isabella Swan, la camarera de la cafetería Charlie's, en una boda rápida justo anoche.
¡Lo escucharon aquí primero!
Ánimo, señoritas.
Estén atentas a ALST para los últimos detalles.
Todo ha sido un borrón desde que aterrizamos en Las Vegas. Un coche privado nos llevó al Bellagio, el cual es absolutamente hermoso, y estamos escondidos en un piso privado con habitaciones tan exclusivas que el público general no sabe que existen.
Yo no sabía que existían.
Actualmente me encuentro en mi propio rincón de la monstruosidad de cuatro cuartos con vistas al centro y el fondo montañoso que rodea Las Vegas. La ciudad está viva debajo nuestro, resplandeciendo con luces brillantes y vívidos rojos y verdes para indicar que la Navidad se acerca. Siento que estoy soñando mientras un equipo de mujeres satisfacen todos mis caprichos y algunos que nunca siquiera he soñado.
—Este es Vera Wang —dice una mujer mientras sostiene otro vestido. Casi todos han sido un desastre abultado, y no puedo verme en ninguno de ellos. Sin embargo, este es pulcro, elegante, y el primero que estoy tentada a probarme.
—Es bonito —digo, tocando el suave material—. Lo probaré.
La mujer sonríe, asintiendo felizmente, y da algunas órdenes en español a una de las otras chicas, quien se apresura hacia el perchero en busca de un velo.
Otra mujer, llamada Gianna, es la coordinadora de la boda. Está preparando otra suite para la ceremonia, junto con un Elvis como oficiante. Me está bombardeando con opciones, y estoy cerca de cerrar los ojos y simplemente señalar.
Otro equipo de mujeres, un maravilloso dúo llamado Lauren y Jessica, están trabajando con mi rostro y mi cabello. Los ruleros están en sus lugares y una mascarilla ha sido aplicada. La piel recientemente depilada alrededor de mis cejas duele un poco, pero como Rose dice, la belleza es dolor.
—¿Qué piensas? —pregunta Rose mientras baja por las escaleras en un elegante vestido rojo con un escote bajo.
—Vaya, Rose, es hermoso —digo, estudiando el vestido super costoso que parece hecho a medida para su cuerpo—, pero no sé si quiero que te pares a mi lado luciendo así.
—Cariño —dice, bajando las escaleras con propósito—, entiendo que eso es lo que piensas, pero Edward no me mira, y él es el único que debe importar.
—Segundo eso —dice Edward, asomando la cabeza por la puerta. Es encantadoramente adorable con sus ojos cubiertos—. Guarden los vestidos, así puedo entrar.
Las mujeres se apresuran a juntar todo lo que sea blanco y quitan el perchero del cuarto. Estoy sorprendida cuando todo el equipo de maquillaje y Gianna también desaparecen antes de que yo siquiera pueda parpadear.
—Todo está despejado —Rose le grita a Edward antes de dirigirse a las escaleras—. Hay un vestido azul marino que quiero probarme, así que les daré unos momentos.
—No puedo esperar a verlo —digo, dándole una pequeña sonrisa antes de ver a Edward cruzar la habitación. Se encuentra elegante y sexy con un esmoquin negro y una corbata blanca—. Vaya. Te aseas bien. —Me río de mi propia tontería. Edward jamás ha sido otra cosa que no sea refinado en mi presencia.
—¿Te gusta? —Da un giro, sonriendo pícaramente como siempre lo hace.
—Más que gustar —mascullo, recorriéndolo por completo con la mirada.
Su expresión se suaviza para combinar con mi tono mientras toma un taburete cercano para sentarse a mi lado.
—Los papeles están listos para que los firmes —dice, estudiando mi rostro—. Esta es tu última oportunidad para retirarte de esta locura.
—¿Eso es lo que quieres? —pregunto, mirándolo por debajo de mis pestañas—. ¿Que me eche atrás?
—Por supuesto que no —responde rápidamente—. De hecho, llamaría a Elvis ahora mismo si pudiera. Al diablo las preparaciones.
—No me opongo. —Sostengo su mirada.
La sorpresa aparece en sus ojos.
—Siempre me deleitas con tus respuestas inesperadas. —Se acerca a mí, su lengua asomándose para deslizarse por su labio inferior—. ¿Te gustaría acelerar la agenda?
—¿Todo lo que necesito es firmar unos documentos electrónicos para que nuestro trato esté completado? —Me estoy inclinando más hacia él, atraída por su mística seducción.
Él saca un teléfono extrañamente grande del bolsillo interior de su chaqueta.
—Los tengo aquí.
—Muétrame.
Los próximos minutos pasan mientras añado mis iniciales y mi firma a una serie de documentos. Uno solidifica mi posesión de un apartamento y el segundo confirma mi aceptación del acuerdo de custodia preembarazo.
Uno creería que consistirían de decenas de páginas con cientos de letras pequeñas, pero no es así. Ambos son claros y exactamente lo que dicen que son sin nada extra. Supongo que cuando eres Edward Cullen, tus contratos pueden decir lo que sea que te guste.
—Ahora —dice, poniéndose de pie y dándose la vuelta—. Rose, ¿podrías bajar?
Frunzo el ceño mientras mi mejor amiga baja las escaleras con un vestido azul oscuro. Es mucho más apagado que el rojo cuando se trata de sensualidad, pero es el mismo nivel de preciosidad. No me di cuenta que estaba merodeando, pero por supuesto, Edward sí. Él parece saber todo.
—Lo siento. —Se encoge de hombros, luciendo para nada arrepentida.
—Está bien ser sobreprotectora con Bella —dice Edward amablemente, ofreciendo su teléfono—. Si, por favor, firmas estos documentos, serás cincuenta mil dólares más rica y podemos dejar atrás esta boda.
Ella se inclina así puede ver detrás de él y a mí.
—¿Esto es lo que quieres?
Asiento.
—Estoy lista para convertirme en la Sra. Cullen.
