Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Fyrebyrd, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Fyrebyrd. I'm only translating with her permission. Thank you so much again, April! :3


Capítulo 12

Las acciones de Cullen Corp han dejado de caer con las noticias (¡que escucharon aquí primero!) del casamiento del heredero Cullen, aunque aún no han subido.

El mundo espera con gran anticipación para ver si ella se convertirá en una verdadera Cullen, o si simplemente es una trampa para robar el trono.

¡Cuando lo sepa, ustedes lo sabrán!

Alice Lo Sabe Todo


—Aún sigo asombrado por cómo Gianna pudo hacer algo tan asombroso en tan poco tiempo. —Me maravillo con la sala mientras mi marido nos desliza por la pista conmigo en sus brazos—. ¿Dónde siquiera consiguió tantas flores?

El aliento de Edward sopla caliente contra mi piel mientras habla.

—La sala no se compara con mi vista.

Mi pecho y mi cuello enrojecen y mis mejillas se calientan. Soy incapaz de mirar a esos intensos ojos verdes que me derrumban.

—No tienes que decir esas cosas —susurro, mi garganta tensa con la emoción—. Ya me he comprometido a ti y a este loco plan.

Bajamos el ritmo al punto de estar apenas moviéndonos, y Edward levanta mi rostro con un gentil dedo bajo mi barbilla.

—No soy un hombre que no dice las cosas con honestidad —dice con voz ronca y áspera—. Y esta noche, me has hecho un hombre muy feliz.

Parpadeo, las malditas lágrimas nublan mis ojos.

—Estoy segura que tu compañía prosperará bajo tu mando.

—A la mierda la compañía, Bella —espeta, la maldición provocando que unas pequeñas olas de deseo se deslicen por mi espalda—. Este anillo en mi dedo significa más que el puesto de director ejecutivo en Cullen Corp. Quiere decir que ahora soy un hombre de familia de una manera que jamás lo había sido antes, y estoy listo para explorar eso, honrarlo, descubrir esa parte de mí, y estoy ansioso por hacer eso contigo, Sra. Cullen.

—¿Cómo tuve tanta suerte? —Lo miro a los ojos, buscando la respuesta en su mente complicada—. Un hombre como tú podría tener a cualquier mujer del mundo.

—Y aún así, aquí estás —dice con una risita. Me hace girar en un semicírculo alegre, y siento que vuelo—. No estoy seguro de qué es exactamente, pero hay algo de ti que me dice que mi corazón está a salvo en tus manos capaces.

—Esa es una gran confianza, Sr. Cullen. —Mis labios se tuercen mientras bromeo—. Espero poder vivir con esas grandes expectativas.

Su brazo que rodea mi espalda se tensa, llevándome hacia su firme cuerpo.

—No tengo dudas de que superarás las expectativas, Bella Cullen.

Mi estómago sale disparado como el resto de mí mientras él me gira alrededor del cuarto. Diviso a Rose acurrucada en el rincón con Lauren y Jessica del equipo de maquillaje, champán en sus manos y chismes en sus labios. Sus ojos están fijos en Emmett, quién baila con Gianna en la pista de baile.

La sala, en general, está llena con personas desconocidas que Edward encontró e invitó para cumplir todos mis deseos de boda—no que alguna vez hubo alguno.

Si lo hubiera habido, esto se le acercaría.

—¿Por cuánto tiempo más deberíamos quedarnos? —masculla Edward junto a mi oído.

No me atrevo a reaccionar, con miedo de asumir.

—¿Adónde iríamos?

Es una pregunta susurrada, pero cuando sus labios rozan mi oído, sé que me ha escuchado.

—A la suite de luna de miel.

Mis pies dejan de moverse, los nervios se despiertan como un volcán en mi estómago mientras me aparto para mirarlo a los ojos.

—¿En serio vamos a hacer esto?

Frunce el ceño.

—¿Tienes alguna objeción?

—No… No lo sé. —Doy un paso atrás así mi cabeza estará despejada cuando tome esta decisión—. ¿No deberíamos ver adónde van las cosas o algo?

—Por supuesto. —Se estira en busca de mí.

Doy otro paso atrás.

—No puedo pensar cuando me tocas.

Deja de avanzar, y una sonrisa satisfecha perfectamente esculpida aparece en su rostro tallado.

—Eso suena prometedor.

—Para ti. —Me río nerviosamente.

—Bella —dice suavemente, ofreciendo su mano—. Jamás te presionaría a que hicieras algo para lo que no estás ciento cincuenta por ciento lista.

Respiro profundamente y exhalo, dándome cuenta lo completamente ridícula que sueno. Este es Edward Cullen. Un hombre que puede tener a cualquier mujer en esta sala.

Es mi marido.

Y me desea.

Coloco mi mano temblorosa en la suya.

—Confío en ti.