Capítulo sin beteo.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 31
Cerré los párpados.
Sentí sus labios suaves, le correspondí. Consumiéndome en el calor de su boca y llenándome de su sabor, disfrutando.
Gruñí un poco mientras mis brazos la envolvían cerca mío.
Nos estábamos besando después de semanas sin tener un solo acercamiento.
Decidí invadir con mi lengua su cavidad, nuestros dientes chocaron y la pasión aumentó. Mi cuerpo reaccionó al suyo…la necesitaba y no era solo un deseo carnal.
― Eww…
Nos separamos cuando Amy se quejó. Tenía sus mejillas muy rojas y esbozaba una tímida sonrisa al vernos.
Bella y yo nos miramos un momento y compartimos una sonrisa cómplice. Acaricié con mis dedos su mejilla sonrojada y calentita.
Era hermosa.
― ¿Qué pasa, Amy? ―mi mujer preguntó mientras mi brazo rodeaba su cintura. Me sentía tan feliz que no me atrevía a soltarla.
― Papá y tú… ―Ella dijo― se estaban comiendo sus bocas.
― Mamá y yo estamos felices ―comenté. Atrayendo el cuerpo de Bella delante de mí, de esa manera la rodeé con facilidad, descansando el mentón en su hombro.
Los ojos de Amy se ampliaron mostrando una felicidad inigualable, juntó sus palmas al mismo tiempo que empezaba a dar saltos.
― ¿Eso quiere decir qué no se van a divorciar?
― No ―Bella negó―, nada de eso.
― Sam, Aline, ¡vengan pronto! ―Amy gritó― ¡nuestros papás no se van a divorciar!
Las ardillas no tardaron en llegar. Agitados y sin poder respirar nos evaluaron de pies a cabeza antes de correr hacia nosotros y abrazarnos.
Estaba teniendo la mejor sensación en mucho tiempo, cada cosa estaba cayendo en su lugar como debía ser.
― ¿Mañana podemos faltar a la escuela? ―Indagó Sam haciéndose el gracioso, mi mano despeinó su suave pelo y negué cuando sus ojos me vieron fijamente.
― Mañana los tres asistirán a clases de forma normal ―dije―, mamá y yo nos quedaremos en casa aprovechando que no estarán.
Esa decisión la acababa de tomar y no podía esperar a estar solos.
Sam frunció las cejas y empezó a protestar.
― ¡Nooo! ―protestó Amy―. Queremos quedarnos con ustedes, papi.
Aline me ofreció sus cortos brazos para que la cargara. Cuando la tuve conmigo apoyó su mejilla en mi hombro; era su forma de expresar sus sentimientos hacia mí.
― Yo tampoco quiero ir ―Aline comentó.
Bella inhaló y exhaló repetidamente dejando sus hombros hundidos. Pasó una mano por la espalda de Aline.
― La escuela es necesaria para tu aprendizaje, pequeña ―trató de animarla, pero no funcionó.
― No ―refunfuñó Aline, arrugando mi camisa con sus manos.
Abracé fuertemente el pequeño cuerpo. Era mi ardilla pequeña, que apenas estaba acercándose a mí y teniéndome confianza. Debía consolarla y hacerla entender que debía asistir a clases por su propio bien.
― La comida está lista ―Bella comentó zanjando el tema.
Escuché los quejidos de protesta de mis hijos. Ellos realmente estaban rehusos en asistir a clases.
.
En la intimidad de nuestra habitación Bella me había confesado que hubiera deseado quedar embarazada.
― Lo sabía ―acepté sonriente―, sabía que también querías un hijo.
Bella abrazó sus piernas, apoyando el mentón en las rodillas. Tenía un semblante relajado desde que empezamos a conversar sobre nosotros.
― Tal vez tenía la ilusión que vivieras conmigo un nuevo embarazo.
― Lo quería, Bella ―admití frente a ella, me agaché quedándome de cuclillas―. Tenía ganas de pasar contigo todos los cambios que trae un embarazo. Me conoces bien y sabes que hubiera querido volver a vivirlo.
― También considero que fue lo mejor. No estamos listos, Edward.
― Bueno, tal vez no ―me subí a la cama, tumbándome a su lado. Pasé una de mis manos por su pierna derecha y la arrastré por su suave piel. Bella sonrió y aceptó gustosa tumbarse a mi lado―. Pero pudiéramos practicar.
Mientras mi boca se perdió en su cuello. Bella enterró la punta de sus dedos en las hebras de mi pelo. Empezó a arrastrarlos logrando que me relajara en instantes.
― No somos unos adolescentes que se dejan llevar por sus impulsos sin pensar en las consecuencias.
― Bella… ―gimotee, besando su cuello― no pasará nada con solo una vez, además ambos queremos.
Empezó a reír.
― Edward, ¿te has dado cuenta todo lo que hemos cambiado? No somos los mismos.
Resoplé. Necesitaba seguirla besando y no tenía ganas de conversar. Si, probablemente era infantil, sin embargo deseaba solo estar con ella.
― ¿Por qué lo dices? ―Quise saber.
― Porque así lo siento, ambos hemos cambiado.
― Es parte de nuestro crecimiento, nena. Estamos obligados a evolucionar y mejorar en todos los sentidos.
Suspiró muy quedamente, acurrucando su cuerpo al mío. Subió una de sus piernas a las mías y descansó su cabeza en mi pecho.
Besé sus cabellos y apreté su cuerpo al mío.
― No solo hemos cambiado internamente, Edward. También lo hemos hecho físicamente.
Le di una débil palmada en el trasero.
― ¿Me estás llamando viejo?
― Ambos hemos envejecido, aunque tú lo has hecho como los buenos vinos. Te miras mejor ahora, me gustas más.
― Siempre te he gustado ―articulé, perdiéndome en su cuello el cual mordí sutilmente, mi mano recorrió su cintura y caderas, apretando su carne―. Así como tu siempre me has gustado a mí.
― Eres un engreído.
Reí al succionar su cuello. Poco a poco mi cuerpo cubrió el de ella, dejándolo debajo del mío. Besé sus labios apasionadamente y sus dedos se enterraron en mis hombros, mis caderas se molían contra las de ella.
― ¿Podemos dormir aquí?
Nos quedamos estáticos al escuchar a nuestros hijos detrás de la puerta. Se oían las suaves risas de los tres.
Otro toquido a la puerta.
― Queremos dormir con ustedes ―dijo Sam.
― Yo también ―secundó Aline.
Miré los ojos de Bella. Sus manos cubriendo su boca para acallar su risa.
― No quiero abrirles ―confesé.
Volvieron los golpes a la puerta. Ahora más fuertes, eran los tres.
― Hazlo. O terminaran por tumbar esa puerta.
Bufé mientras abandonaba el calor de su cuerpo y rodaba por la cama.
― Pasen ―los invité a pasar porque no quedó de otra.
No dudaron en entrar y lanzarse a la cama, invadiendo nuestra intimidad. Sabía que nuestra noche les pertenecía a ellos.
Los tres se metieron bajo las sábanas, acurrucándose en Bella y poniendo distancia de mí que había quedado rezagado en una orilla.
― Mami, cuéntanos otra historia de la selva, por favor ―pidió Amy.
Sabía que la conversación se alargaría probablemente después de la madrugada.
.
.
Pocas veces la casa estaba en silencio. Generalmente ocurría solo cuando las ardillas hacían tareas.
Así que hoy fue una tarde bastante tranquila.
― ¡Terminé la tarea! ―Anunció Sam mientras bailaba, moviendo su estómago.
Amy lo vio apenas unos segundos y se rió de él, juntó mucho las cejas y se concentró en su actividad en la computadora portátil. En cambio Aline miraba un poco asustada la pantalla de su tableta. Noté que llevaba tiempo mordiéndose los labio, un hábito muy común en Bella y que seguro había heredado nuestra hija.
― ¿Necesitas ayuda? ―me acerqué. Los ojos de Aline me miraron suplicantes.
― No sé hacerlo ―se lamentó señalando la pantalla.
Aline estaba llevando clases especiales para que pudiera estar al mismo nivel académico que sus compañeros de kinder. Habíamos notado que se le dificulta usar la tecnología y podía pasar horas tan solo observando.
― Ven aquí… ―la subí en mi regazo y le mostré la tableta: cada figura geométrica tenía el color según las instrucciones― no sabes cómo enviar la tarea ¿verdad?
Asintió con la cabeza.
― La maestra no quiere que la haga en papel ―me explicó― dijo que debía ser en la tableta. También tengo que leer un libro distinto cada noche.
― ¿Quieres que te ayude yo? ―Bella preguntó al salir de la cocina secando sus manos en el delantal que usaba en la cintura.
Le soplé un beso y ella sonrió. Era maravilloso verla siendo ella, con mucha energía y cocinando como lo hacía.
― No. ―Aline negó, apoyando su pequeña espalda en mí―. Papi me ayudará.
Bella y yo nos miramos de inmediato, incluso las ardillas también lo escucharon porque sonrieron. Aline me había llamado papi y era la primera vez que lo hacía.
La cargué, levantando su liviano peso.
― ¿Cómo me dijiste?
Aline empezó a reír mientras levantaba su cuerpo sin esfuerzo.
― Repítelo ―pidió Sam―. Papá necesita escucharlo de nuevo.
― Papi… ―susurró Aline― eres papi.
Ahí estaba de nuevo su vocecita hermosa y dulce llenando mis oídos y calentando mi alma.
La abracé a mí; su corazoncito latiendo deprisa y retumbando en mi pecho.
― Mi pequeña ardilla ―le dije sin dejar de sonreír.
Bella y los niños también sonreían felices al vernos.
Sabía que era un nuevo comienzo.
Hola, quise traer un capitulo tranquilo, ojalá les guste. Quiero que tengan momentos en familia y qué recuperen el tiempo. Nos leemos muy pronto. No me me olvido de los padres de Bella, ni de Esme, Irina y Lauren.
Les agradezco mucho su apoyo, espero ahora si le llegue la notificación de correo electrónico.
Infinitas gracias por sus comentarios: Coni Salinas Ríos, miop, Daniela Masen, Diannita Robles, mrs puff, Dulce Carolina, Mabelli Masen Grey, marisolpattinson, Cary, Liduvina, Antonella Masen, cocoa blizzard, solecitopucheta, Adriana Molina, ALBANIDIA, NarMaVeg, Isis Janet, Pepita GY, Adyel, Valeria Sinai Cullen, solecitopucheta, Rosemarie28 rociolujan, Brigitte, sandy56, Ary Cullen 85, Flor McCarty-Cullen, Maribel 1925, Noriitha, Verónica, jupy, Kasslpz, Wenday14, Car Cullen Stewart Pattinson, Lore562, Valerials Cullen, Santa, dará, Lili Cullen-Swan, Maryluna, Estefania Rivera, Marbelli, y comentarios Guest
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