Hola hermosas, excelente inicio de semana, espero que el frío les sea leve. Muchas gracias por estar al pendiente de un nuevo capítulo, espero sea de su agrado. Les recuerdo que las historia es completamente mía, lo hago sin fines de lucro simplemente por diversión. NO es para menores de edad o personas sensibles al tema adulto.
¡COMENZAMOS!
LÍNEAS DEL TIEMPO
46
LÍNEA 2
La incomodidad que había sentido toda la noche le había impedido dormir placenteramente, su cuerpo se removía de un lado a otro mientras su vientre abultado descansaba sobre un cojín debajo de ella.
-¿Estás bien? – Preguntó Anthony, quien la había acompañado en su desvelo.
-No, no me siento para nada bien. – Dijo Candy destapándose por enésima vez aquella noche.
-¿Quieres que te revise? – Preguntó Anthony preocupado por su esposa, sabía que estaba en el último trimestre de embarazo y que era un riesgo grande que se adelantara su parto, sobre todo por ser un embarazo doble.
-¡No! ¡Lo que quiero es dormir un poco! – Respondió Candy con molestia a la pregunta de su esposo. Anthony guardó silencio comprensivo. – Lo siento amor… - Le dijo Candy arrepentida por haberle respondido de esa manera. – No estoy molesta contigo, lo que sucede es que no me siento cómoda y eso me pone de mal humor. – Dijo disculpándose nuevamente por su comportamiento.
-No te preocupes, sé que no es conmigo el problema. – Dijo Anthony besando sus labios con un simple roce, no quería incomodarla, sabía muy bien cómo podía reaccionar cuando no había dormido, lo había pasado con Alexander, aunque en esta ocasión era mucho más pronto que la vez anterior. – De todas formas intenta dormir un momento por lo menos. – Le dijo con paciencia, no quería molestarla más de lo que ya estaba, sabía que podía provocarle un problema de salud.
Candy lo miraba sintiéndose culpable, porque a pesar de su mal humor y a veces mal comportamiento Anthony seguía teniendo la paciencia necesaria para tolerarla.
-De todas formas no debí hacerlo. – Dijo acercándose más a él, sabía que no había actuado correctamente. Anthony le sonrió más tranquilo, porque a pesar de ser comprensivo no le había gustado su forma de responderle.
Anthony la besó con mayor ternura, dejándose llevar por el amor que tenía por ella. Candy correspondió de la misma manera dejándose llevar por la pasión contenida en su cuerpo, arrastrándolo hacia su lado para acaparar sus labios apasionadamente. Anthony pronto reaccionó tenía días en abstinencia y su cuerpo le pedía un poco de acción, sin embargo cuando estaba a punto de llegar más lejos un quejido de advertencia lo detuvo.
-¿Estás bien? – Preguntó Anthony preocupado al ver que su esposa había dejado de besarlo para quejarse repentinamente.
-Se me ha roto la fuente… - Dijo Candy con preocupación.
-¿Ahora? – Preguntó Anthony confundido, sabía que aún faltaban algunas semanas para el nacimiento.
-¡Sí! – Respondió Candy con miedo, era una mala combinación ser médico y paciente al mismo tiempo.
-Tranquila, déjame ver. – Dijo Anthony controlando sus emociones, tampoco era una buena combinación ser médico de su esposa.
Anthony comenzó a auscultar a su esposa para después revisar su parte baja, sorprendiéndose con que efectivamente el parto se había adelantado y no había tiempo para mucho.
-Tenemos que ir al hospital. – Dijo Anthony levantándose rápidamente para vestirse deprisa.
-¿Qué sucede Anthony? – Preguntó la rubia con temor. Anthony se detuvo un segundo para intentar tranquilizarla.
-Nada, no te asustes, solo que ya comenzó el trabajo de parto. – Le dijo mientras se colocaba el saco para ayudarla a vestir.
-Anthony… tengo miedo… - Le dijo con preocupación, sabía bien que no estaba lista para recibir a sus pequeños.
-Todo estará bien amor. – Le dijo Anthony seguro, pero en el fondo también temía que hubiera alguna complicación.
Tomó a Candy en brazos para después hablar al personal de la mansión y le ayudaran a arreglar todo. Anthony colocó a Candy en el auto para después conducir hasta el hospital. Llamó a su asistente desde el automóvil para que preparara todo para la llegada de su esposa y poder internarla de inmediato.
El camino se les hizo eterno mientras el personal se movilizaba para atender a la esposa del dueño. Pronto el cuerpo médico que atendería a la pecosa estaba en recepción esperando que llegara el rubio.
-¡Stuart! Ayúdame… - Dijo Anthony en cuanto entró a la recepción. Llevaba a Candy en brazos y debía colocarla con mucho cuidado en la camilla que la estaba esperando para llevarla a quirófano, sabían bien que debía hacer una cesárea de emergencia, no había ya tiempo para intentar detener el parto y debían inducirlo.
-Quédate aquí Anthony. – Dijo Stuart seguro de que Anthony no debía entrar a la sala de operaciones.
-Pero quiero estar con ella. – Dijo Anthony decidido a ir a su lado.
-Primero tienes que calmarte, ustedes me eligieron para que la atendiera y hoy solo serás el padre y no la eminencia médica que eres. – Le dijo con determinación. Anthony asintió comprendiendo que era lo correcto, sin embargo le era muy difícil hacerlo esta vez, ya que con Alexander no se habían presentado tantos inconvenientes como en esos momentos.
-En un momento estoy contigo. – Le dijo a Candy respirando para calmar sus emociones. Candy asintió intentando parecer más tranquila, sabía que no estaba del todo bien, era muy pronto para que sus hijos nacieran, sin embargo ya no había marcha atrás.
El médico y los asistentes llevaron a Candy de inmediato al consultorio, mientras a Anthony lo llevaban y le daban un traje especial como a todo padre que llegaba a la sala de maternidad. Caminó por los pasillos impaciente, le parecía en esos momentos que las distancias eran más largas de lo habitual.
-Vamos a proceder. – Le dijo a Anthony una vez que llegó hasta él. Anthony asintió colocándose enseguida de Candy para darle valor, un valor que sentía él no tenía en esos momentos.
-Todo estará bien pecosa. – Le dijo Anthony besando su frente. Candy asintió queriendo creer que así sería.
Las incubadoras estaban cerca de la cama de operaciones, cada una resguardada por un pequeño equipo médico que se encargarían de evaluar a cada pequeño, se habían preparado para todos los escenarios, sin embargo no pensaban que utilizarían el que menos les había gustado. Las manos de Anthony sostenían la de Candy mientras la rubia intentaba tranquilizarse para que la anestesia hiciera su trabajo.
-Anthony. – Dijo Stuart con seriedad, intentando que Candy no se diera cuenta de ello. Anthony soltó a la rubia para ir hacia donde estaba su colega. – Uno de los niños ya está en posición. – Dijo el médico al rubio. Anthony abrió los ojos sorprendido, había cargado a Candy para evitar que el pequeño que había sentido en su casa bajara por el canal. – Solo que viene enredado. – Dijo una vez más para alertar al rubio la situación.
-¿Puedes hacerlo? – Preguntó Anthony para saber si él podría acomodar al pequeño ser que coronaba bajo la rubia.
-Sabes que sí… pero no será fácil. – Dijo seguro que lo que haría iba a doler. No había tiempo de preparar la cirugía, el pequeño quería salir y Candy sentía las contracciones aumentar, obligándola a pujar para expulsar al bebé que estaba atorado con el cordón umbilical.
-¿Qué sucede? – Preguntó Candy a su esposo, quien llegaba a ella para tomar su mano en señal de apoyo.
-Esto te va a doler Candy. – Le dijo Anthony con verdadero dolor en su interior. Candy lo miró confundida.
-Estoy lista. – Dijo Candy sin preguntar más, confiaba en su esposo y en el doctor Stuart, por algo lo habían elegido. Anthony asintió al médico para dar la orden.
El médico introdujo su mano dentro de la rubia para girar hasta la posición más segura al pequeño, quien prácticamente estaba de fuera. El grito de dolor de Candy pudo escucharse por todo el quirófano mientras su esposo sentía como sus manos se aferraban con fuerza a las suyas, una lágrima se escapó de los ojos de Anthony al sentir que no podía evitar tal enorme dolor a su esposa.
-Falta poco amor. – Le decía con la mirada acuosa, dándole el valor que ella ocupaba en esos momentos.
Cuando por fin el pequeño estuvo libre de su prisión una nueva contracción atacó a la doctora logrando que la cabeza saliera de su refugio para después con ayuda del médico saliera por completo de su interior.
-¡Es un niño! – Gritó Stuart con emoción, su frente estaba empapada. Anthony se acercó a su pequeño para después cortar él mismo el cordón umbilical que había estado a punto de estrangularlo.
-¿¡Está bien!? – Preguntaba Candy aún adolorida, sin embargo la preocupación de madre la obligaba a dejar atrás aquel dolor que la había partido en dos.
-Está bien pecosa, no te preocupes. – Le dijo Anthony con una sonrisa en su rostro, las lágrimas caían de sus ojos con alivio al ver que el pequeño Andrés lucia sano. Entregó el pequeño al equipo encargado de su revisión y regresó hacia donde estaba su esposa, quien impaciente quería saber qué estaba sucediendo.
-¿Y Andrea? – Preguntó Candy ahora por su pequeña, sabía bien que la pequeña Andrea era la que faltaba por nacer.
-Ella si no está en posición, creo que tendré que hacer la cesárea. – Dijo el doctor Stuart al ver que la pequeña Andrea no bajaba para lograr su nacimiento.
-Adelante. – Dijo Candy con valor, había pasado un dolor inimaginable con el nacimiento de Andrés, pero sabía bien que su pequeña debería de nacer lo más pronto posible.
Stuart se preparó de inmediato para comenzar la cirugía que habían planeado, mientras el equipo que atendía a Andrés comenzaba a valorarlo, el llanto repentino del pequeño hizo llorar de emoción a sus padres.
-Está muy bien. – Dijo el pediatra que lo había valorado. – Estará en la incubadora y bajo observación los primeros días. – Dijo de nuevo para permitir que los preocupados padres se centraran en la cirugía que se llevaría a cabo.
-Bisturí. – Fue el pedido del doctor para comenzar la incisión en el vientre de la pecosa.
Anthony miraba a Candy con ternura y admiración, se sentía muy mal por ella, pero a pesar de todo sabía que lo hecho había sido necesario, su pequeño venía en riesgo y no había dejado el tiempo necesario para que naciera por medio de la cesárea.
El tiempo transcurría y minutos después sacaban a la pequeña Andrea del vientre de su madre, sin embargo Anthony y Candy pudieron advertir que la pequeña no se movía. El profesionalismo de Stuart evitó mostrar preocupación en su rostro.
-¿Qué sucede? ¿Por qué no se mueve? ¡Stuart! – Gritó Candy con temor.
-¡Un momento doctora! – Respondió Stuart con fuerza para evitar que lo pusiera nervioso, sabía que era la esposa de su jefe a la que tenía en el quirófano, sabía que era su superiora, pero en esos momentos era el médico que tenía el control de la situación y Anthony ya lo había comprendido.
Anthony se puso de pie para ir hasta donde estaba el otro equipo médico que esperaba la llegada de su hija. La tensión podía sentirse en el ambiente, Candy sostenía su respiración preocupada por no tener respuesta.
El pediatra recibió a la pequeña Andrea, quien de pronto tuvo un movimiento lento y una queja en su rostro. Anthony sonrió aliviado respirando una vez más.
-Está dormida. – Dijo con alivio. - ¡Está dormida! – Dijo a Candy con una gran sonrisa. Candy comenzó a respirar de la misma forma que su esposo con alivio.
-¿¡Está dormida!? – Decía Candy sorprendida por lo dicho por su esposo.
El pediatra comenzó a mover a la pequeña Andrea cerciorándose que lo que había dicho Anthony era verdad, y efectivamente unos momentos después de estarla moviendo de un lado a otro Andrea despertó y comenzó a llorar de manera escandalosa.
-¡Se parece a su madre! – Dijo el doctor Stuart sin pensar en sus palabras, recordándole a Candy la pequeña dormilona y quejumbrosa bebé.
Anthony comenzó a reír más tranquilo por lo que sucedía, sin poder de dejar de admirar a los dos pequeños que habían nacido antes de tiempo, las valoraciones hechas por los médicos los tranquilizaron al hacerles ver que a pesar de su bajo peso estaban completamente sanos.
-Es cuestión de días. – Dijo el pediatra encargado de valorarlos. – Ambos tienen unos pulmones igual de fuertes que su madre. – Dijo recordando a la rubia cuando los retaba. – Lo único es que tendrán que permanecer en observación por algunos días, tal vez semanas, por lo menos hasta que estemos seguros que todo marcha correctamente. – Dijo una vez más, informando a Anthony que era mejor que se quedaran en el hospital.
-De acuerdo, no te preocupes, lo importante es que ambos estén bien. – Dijo Anthony al pediatra, quien después de un momento colocó a la pequeña junto a su hermano.
Candy una vez que se había informado que los dos pequeños estaban fuera de peligro comenzó a quedarse dormida presa de los medicamentos suministrados. Anthony se quedó a su lado, cuidándola a ella y a sus pequeños quienes permanecían en la misma habitación que su madre.
-Te amo tanto pecosa, no sabes el susto que me has dado. – Decía Anthony mirando con amor a su esposa, mientras la pecosa dormía tranquilamente después de la difícil situación a la que había enfrentado. – Ustedes también, me han dado el susto más grande de mi vida. – Dijo girando su rostro hacia el lugar donde dormían sus dos pequeños angelitos, los cuales parecían más seguros al estar uno al otro.
El corazón del rubio latía nuevamente a su ritmo normal, se sentía ahora muy tranquilo después de haber pasado un día muy estresante y lleno de miedos. Se mantuvo el resto de la tarde cuidando de los tres, supervisando que todo estuviera bien con los pequeños y su esposa.
-¿Cómo te sientes? – Preguntó Anthony al ver que su esposa había despertado por fin de un largo sueño.
-Me siento muy cansada. – Respondió Candy intentando enderezar su cuerpo para sentarse un momento.
-Deja te ayudo. – Le dijo Anthony, acomodando la cama para que no tuviera que moverse demasiado.
-¿Cómo están los mellizos? – Preguntó Candy con emoción, quería ver a sus hijos, quería cargarlos en brazos como había cargado a Alexander seis años atrás.
-Están bien, no han despertado. – Dijo Anthony acercando la incubadora que los mantenía tibios. Candy observó al pequeño par de rubios que dormían abrazados uno al otro, como protegiéndose entre ellos. Las lágrimas en los ojos de Candy comenzaron a acumularse.
-¡Son tan pequeños! – Dijo Candy con dolor, le dolía que sus hijos hubieran nacido antes de tiempo, ella como doctora sabía muy bien que los dos últimos meses eran crucial para el desarrollo de sus hijos. - ¡Lo siento tanto Anthony! – Le dijo a modo de disculpa. Anthony la observó confundido por sus palabras.
-¿Lo sientes? ¿Qué quieres decir pecosa? – Dijo Anthony acercándose a su esposa para intentar confortarla nuevamente.
-Tal vez si yo no hubiera estado quejándome tanto… - Decía la pecosa angustiada por lo sucedido.
-¿De qué estás hablando amor? – Le preguntó Anthony mirándola fijamente. – Sabes perfectamente que son situaciones que muchas veces no se pueden controlar, tal vez tu cuerpo ya no podía mantenerlos dentro de ti. – Decía el rubio una vez más. Candy lo miró con dolor en sus ojos. – Ellos estarán bien Candy, te lo prometo. – Dijo abrazándola con ternura.
-Son hermosos. – Dijo Candy sin poder dejar de llorar.
-Son muy hermosos. – Dijo Anthony igual de conmovido que su esposa, emocionado por la dicha de ser padres una vez más. – Andy se parece mucho a ti. – Le dijo refiriéndose a la pequeña dormilona. Candy sonrió complacida.
-¿Y Andrés? – Preguntó Candy intentando ver mejor los rostros de sus hijos.
-También es idéntico a ti. – Dijo Anthony con una risita traviesa. – Solo falta ver el color de sus ojos, pero el pediatra sugirió que debíamos protegerlos por lo menos unas semanas más. – Le dijo anunciándole los cuidados que debían tener con los prematuros.
-¿Y Alexander? – Preguntó Candy apenada de pronto, recordando a su pequeño remolino.
-Hablé con él hace rato. – Respondió Anthony. – Está muy emocionado por conocer a sus hermanos, pero Albert e Isabella no lo pueden traer hasta más tarde. – Dijo una vez más.
-¿Y los demás? – Preguntó por el resto de la familia.
-La tía abuela está afuera con los demás. – Respondió Anthony nuevamente.
-No puedo creer que ya seamos cinco, Anthony. – Dijo Candy con la emoción desbordarse en su mirada. Anthony le sonrió con ternura y volvió a abrazarla, para después juntos observar a los pequeños que comenzaban a moverse inquietos en la incubadora.
-Gracias amor. – Dijo Anthony enternecido por la hermosa familia que había formado junto a la rubia, se sentía agradecido con Dios, con la vida y con su pecosa por haberle regalado tanta dicha en esa vida. – Le diré a los demás que pueden pasar. – Avisó a su esposa, quien asintió con una sonrisa aceptando las visitas, para después enfocarse una vez más en los pequeños seres que se removían inquietos frente a ella. Sus ojos comenzaron a derramarse una vez más.
Cuando Anthony regresó con el resto de la familia Candy era un mar de llanto y eso preocupó al rubio.
-¿Qué sucede Candy? – Preguntó al ver que su esposa estaba mucho más sensible de lo normal. Los recién llegados guardaron silencio al ver que la rubia lloraba.
-Es que no puedo sostenerlos entre mis brazos. – Respondió Candy con pesar, intentando controlar sus emociones, sin embargo era como si hubieran abierto una llave en sus hermosos verdes ya que no podían dejar de fluir sus sentimientos.
-Tranquila amor, ven… - Le dijo Anthony comprendiendo su tristeza, él también estaba impaciente por tenerlos entre sus brazos, pero debían conformarse por lo pronto por observarlos desde aquella vitrina que los mantenía seguros para que terminaran su gestación.
-Hola Candy. – Dijo Annie. Fue la primera que se atrevió a hablar, sabía bien que su hermana estaba doblemente sensible por lo que estaba sucediendo, ninguna madre esperaba ese resultado en su embarazo. Patty saludó con su mano y una sonrisa amigable, lo mismo que Archie y Stear, quienes se sentían incapaces de romper aquel momento entre la rubio y su primo.
-Hola a todos. – Dijo Candy limpiando sus lágrimas solo para descubrir que volvían a salir más.
-Son unos verdaderos Andrew. – Dijo la vieja Elroy, quien era la única que estaba frente a la incubadora observando a los pequeños. – Pronto saldrán de aquí no te preocupes Candy, se ven fuertes y sanos, es lo importante. – Dijo con su característica manera de hablar, firme y segura como siempre había sido. Candy sonrió agradecida con sus palabras.
-Ambos están bien. – Dijo Anthony a la familia, quienes ya estaban frente a los dos pequeños rubios, observándolos dormir. – Pero el pediatra nos recomienda que estén en observación por lo menos un tiempo, así terminarán su desarrollo, sobre todo sus ojos que es lo más delicado. – Dijo Anthony una vez más. Candy comenzó a llorar una vez más. – No amor, todo estará bien, ya se tomaron las medidas necesarias para que así sea. – Dijo una vez más el rubio para tranquilizar a su esposa.
-Tranquila Candy, todo estará bien. – Dijo Annie con una sonrisa dulce. – No es como si los médicos fuesen a descuidarlos por un momento. – Dijo de nuevo segura de que al ser Anthony el dueño del hospital y ella su esposa, no hicieran todo lo necesario para que la salud de los pequeños Brower estuviera bien.
-Lo sé, pero no me puedo controlar, me siento mucho más sensible que cuando nació Alexander. – Dijo Candy recordando que cuando nació su primogénito ella estaba radiante, feliz y que hasta unos días después fue cuando la alcanzó la depresión postparto, simplemente porque se sentía que había aumentado de peso y eso le había provocado unas inmensas ganas de llorar sin poder parar.
-No es la misma situación amor. – Le dijo Anthony con cariño. – Alexander nació en el tiempo indicado, lo tuvimos en nuestros brazos en cuanto salió de ti, es normal que tus emociones fluyan por la preocupación de nuestros hijos. – Dijo de nuevo besando su frente con amor.
-Es verdad. – Dijo Candy un poco más tranquila, fijando su mirada una vez más en sus pequeños rubios.
-Yo creo que se parecen a Candy. – Dijo Stear observando a los pequeños, se había mantenido en silencio escuchando lo que decía su primo y Candy, respetando el espacio de los médicos, pero ese tiempo lo aprovechó para comprobar si efectivamente como había dicho la matriarca los pequeños Brower eran "todos unos Andrew" o unos White como él lo veía.
-¿Qué estás diciendo? – Preguntó la vieja Elroy un tanto indignada, para nadie era un secreto que la mujer siempre encontraba un parecido hacia su familia aunque en esta ocasión no era así. – Son idénticos a Anthony cuando nació, igual a Alexander, lo único que los diferencia son los pequeños rizos que se forman en su cabello. – Agregó indignada. Stear y Archie se miraron uno al otro discrepando del comentario de la matriarca.
-No importa a quien se parezcan. – Dijo Anthony seguro de que sus hijos eran el vivo retrato de su esposa, lo único que faltaba era ver si también heredarían sus lindas pecas y el color de sus ojos, pero eso, eso tardaría mínimo un mes para comprobarlo. – Lo importante es que están aquí y que han llegado a completar nuestra hermosa familia. – Dijo una vez más mirando a su esposa con una amplia sonrisa. Candy asintió, ella como madre tampoco se preocupaba mucho por el parecido de sus hijos, lo único que quería era que salieran con bien de la incubadora.
-¿Completar? – Preguntó la matriarca intrigada por aquella palabra. Anthony asintió.
-Candy y yo decidimos que nuestra familia ya está completa. – Dijo Anthony mirando a su esposa, quien asintió para corroborar lo dicho por él.
-Así es, tres hijos es suficiente para nosotros. – Dijo Candy acurrucándose en los brazos de su esposo.
-Me parece bien. – Dijo Archie seguro de que quería tener otro más. Annie le sonrió con ternura.
-Primero déjame tener este y después hablamos. – Dijo Annie comenzando a reír por su comentario. Archie asintió e hizo la seña de que serían tres los que tendrían. La familia comenzó a reír por los gestos del diseñador.
-Pues nosotros aún no lo hemos decidido. – Dijo Stear abrazando a su esposa, él lo único que quería era que su esposa estuviera bien y que su hijo llegara a término, ya que no le gustaría pasar lo que estaban pasando Candy y su primo.
-A mí me gustaría tener dos. – Dijo Patty segura de que con dos niños podría continuar con su trabajo.
-En mis tiempos las familias eran más numerosas. – Dijo Elroy claramente en desacuerdo en que sus nietos hubieran dejado de procrear familia.
-El bisabuelo William tan solo tuvo tres hijos. – Dijo Anthony refiriéndose al padre de Elroy, ya que solo había tenido a su abuelo, a Elroy y al más joven de los Andrew, Jhon, quien había muerto demasiado joven.
-Pero fue porque mi madre ya no pudo tener familia, de lo contrario te aseguro que mi padre no se hubiera conformado con solo tres, mucho menos cuando sucedió lo de John. – Dijo Elroy con los recuerdos de la muerte de su hermano. Un silencio se apoderó por unos segundos de la habitación.
-¿Cuándo vendrá Alexander? – Preguntó Candy para desviar un poco la incomodidad del ambiente.
-Albert nos hará el favor de traerlos un poco más tarde. – Dijo Annie a su hermana. – Isabella se quedó con los dos. – Agregó nuevamente. Candy sintió pena por la esposa de Albert, ya que sabía bien que cuando se juntaban Alexander, Axel, Allison y Victoria podían ocasionar un verdadero dolor de cabeza a quien los cuidaba.
Anthony acompañó a su familia a la salida y Candy aprovechó para ponerse de pie, estaba tan cansada pero sabía que era necesario que comenzara a caminar, ató una bata para cubrir su cuerpo y se acercó hasta la incubadora para observar más de cerca a sus hijos. Introdujo sus manos por los orificios que había en la incubadora para tocarlos por lo menos de esa forma, los guantes que protegían sus manos era el único contacto que sus hijos habían conocido hasta ahora. Las lágrimas de la rubia comenzaron a fluir mientras con palabras tiernas y un dulce canto comenzó a conectarse con sus pequeños.
Anthony abrió la puerta y se detuvo a escuchar la dulce voz de su esposa cantándole a sus pequeños, sorprendiéndose por la respuesta de ambos mellizos quienes se giraban hacia donde escuchaban la voz de su madre. Candy sonrió y sus lágrimas fluyeron con mayor intensidad.
-Eres la mamá más hermosa del universo. – Le dijo Anthony acercándose a ella una vez que había terminado de cantar. Candy le sonrió con melancolía. - ¿En qué piensas amor? – Le preguntó acercándose a ella para después abrazarla por la cintura con mucho cuidado de no lastimar la cirugía.
-Pensaba en Candy. – Dijo Candy a su esposo. El rubio suspiró profundamente al recordar a la pequeña rubia que estaba comprometida con su yo de otra línea del tiempo. - ¿Crees que ella tendrá el mismo problema que yo para tener a los mellizos? – Preguntó con cierta preocupación en su voz, sabía bien que por el tiempo en que vivían era menos probable que sus hijos sobrevivieran en una época como aquella.
-Es probable. – Dijo Anthony con el mismo temor que su esposa, sabía que las fechas se habían repetido en todos, lo único que lo diferenciaba era el año en el que habían nacido.
-Me gustaría saber que no le fue mal en sus embarazos. – Dijo una vez más la joven doctora, preocupada por su contraparte.
-Todo saldrá bien para ellos amor. – Le dijo Anthony seguro que así sería.
-¿Cómo lo sabes? – Preguntó Candy insegura de las palabras de su esposo.
-Porque nosotros estamos bien… estaremos bien, y ellos lo estarán también. – Le dijo Anthony con tranquilidad, no sabía el motivo, pero él sabía que todo estaba bien en la otra línea del tiempo, era como una sensación que se formaba en su interior y que lo hacía tranquilizarse de lo que estaban viviendo en esa línea del pasado.
Las semanas fueron transcurriendo y Candy a pesar de estar bien no quería abandonar el hospital, así que se había mantenido en la misma habitación todo ese tiempo, esperando que sus hijos estuvieran más recuperados, su vida se había transformado entre estar con Alexander un tiempo por las tardes y regresar al hospital para quedarse a cuidar a los mellizos.
-¿Cuándo vendrán mis hermanos? – Preguntó Alexander un poco inquieto porque extrañaba mucho la presencia de su madre.
-Ya pronto hijo, te aseguro que no falta mucho para que tus hermanos y mamá estén de nuevo aquí. – Respondió Anthony con ternura a su hijo, a pesar de que Alexander era un pequeño muy inteligente y maduro para su edad, aún era un chiquillo de tan solo seis años, un niño que al igual que Axel necesitaba a su madre para sentirse seguro. Alexander suspiró un tanto resignado por la respuesta de su padre, bien sabía que era una manera de controlar la impaciencia que sentía por la ausencia de su madre, pero que con tantas veces haberle dicho lo mismo ya no funcionaba. Anthony respiró profundo consciente de que su hijo ya no se conformaba con esa respuesta. -¿Qué te parece si vamos a visitar a mamá y a los mellizos? – Le dijo de pronto para animarlo un poco.
-Pero siempre dices que no es adecuado que un niño pase más tiempo de lo necesario en un hospital. – Decía repitiendo las palabras que le habían explicado desde muy pequeño cuando se quejaba porque no podía ir al trabajo con ellos. Anthony sonrió por la agudeza de su hijo.
-Es verdad, pero también es verdad que si lo hacemos ocasionalmente no pasará nada. – Le dijo guiñándole un ojo en señal de complicidad. Alexander se emocionó con la respuesta de su padre y se apresuró para tener todo listo y acompañarlo al hospital.
Candy se sorprendió con la hermosa visita que tenía esa mañana, sabía que un día antes lo había dejado un tanto inconforme por tenerse que retirar para ver a sus pequeños, se habían mantenido alternando los tiempos para atender a sus tres hijos y eso había provocado un poco el descontento del mayor.
-¡Hola mamá! – Dijo Alexander con emoción al llegar a la habitación donde su madre se encontraba junto a sus hermanos. Candy abrió sus ojos emocionada por ver a su pequeño hombrecito entrar cual torbellino radiante por la puerta de la habitación.
-¡Alexander! – Dijo emocionada de como su pequeño mini Anthony corría para abrazarla con fuerza, clara señal que la había extrañado. - ¡Que linda sorpresa! – Le dijo con la emoción en su voz, mirando a su esposo quien la veía con ese amor que no podía esconder ni por un momento.
-Creímos que sería buena idea pasar el día con ustedes. – Dijo Anthony con una sonrisa, intercambiando miradas entre ellos para advertir que era algo que Alexander necesitaba.
-Gracias. – Le dijo Candy con una sonrisa llena de emoción, ella también había estado pensando mucho en el descuido que Alexander había tenido por parte de ella. – Me parece perfecto. – Dijo Candy abrazando a su hijo con fuerza para después dirigirse a su esposo y estirar sus labios para darle un beso. Anthony de inmediato se acercó a ella para corresponder a ese beso tan necesitado para ambos.
-¡Sin besos! – Dijo Alexander con gracia al ver que sus padres se demostraban su amor como siempre lo hacían. - ¿Qué van a decir Andrés y Andrea? – Preguntó una vez más, mientras se apartaba de los brazos de su madre para acercarse a la incubadora donde permanecían sus hermanos aún con los ojos cerrados. – Ustedes no saben lo que les espera con estos papás. – Les dijo a los pequeños, provocando una gran risa entre los rubios, quienes reían por las ocurrencias de sus hijos. – Pero yo les ayudaré a soportarlo. – Dijo con madurez y seguridad, seguro de que él ya había pasado muchas veces ese tipo de situaciones.
-Creo que Andrés y Andrea son muy afortunados de tener un hermano mayor tan maduro y dedicado. – Dijo Candy alabando a su hijo para que este se diera cuenta que seguía siendo muy importante para ellos. Alexander sintió que su orgullo crecía al escuchar a su madre tales palabras.
-Seré un gran hermano mayor. – Dijo Alexander sin dejar de ver a sus hermanos. – Los voy a cuidar y les voy a enseñar todo lo que sé, les contaré muchas historias y todas las aventuras que viví con mi tío Stear. – Decía con sus manos sobre el acrílico que separaba a los pequeños de él. Para sorpresa de todos el par de bebés comenzaron a moverse de manera inquieta moviendo su cabeza como si estuvieran buscando la voz de su hermano. - ¡Mira mamá! ¡Me están buscando! – Decía muy emocionado.
-Saben que su hermano mayor ha venido a verlos. – Dijo Candy con una dulce sonrisa. el rostro de Alexander era de total alegría, se notaba que estaba pasando un gran día con su madre y sus hermanos.
-Les voy a leer un cuento. – Dijo Alexander sin borrar su sonrisa, corriendo entre sus cosas para después acercar un sillón a la incubadora y comenzar a leer uno de sus cuentos favoritos: El principito.
Candy y Anthony miraban con total ternura aquel momento, sacando su teléfono para capturar en un video aquella interacción tan tierna de sus hijos, sabía bien que esos recuerdos le servirían para un futuro.
-Muchas gracias por haber traído a Alexander. – Dijo Candy a su marido.
-Se está impacientando mucho. - Dijo Anthony a su esposa. Candy asintió triste porque sabía que así era, ella misma ya lo había notado desde el día anterior.
-Ha sido muy paciente. – Dijo Candy orgullosa de su hijo. - ¿Qué te parece si lo traes después del colegio? – Preguntó a su esposo con emoción, con la mirada suplicante para que se lo llevara por las tardes. – Aquí haremos la tarea, le contaremos cuentos a los mellizos… - Decía Candy emocionada intentando convencer a su esposo. Anthony le sonrió cómplice.
-Con un condición. – Le dijo Anthony cruzando los brazos, intentando parecer que debía ser convencido para acceder a su petición. Los ojos de Candy brillaron de manera intensa, tal parecía que adivinaba las intenciones de su marido antes de que se las revelara.
-¿Qué condición? – Preguntó Candy observándolo con mirada seductora, el cambió su expresión por una de complicidad, para después observar a Alexander y ver que su vástago estaba embebido en la lectura a los otros dos pequeños, quienes por un momentos se mantenían en total quietud a la cálida voz de su hermano mayor.
-Que me des un beso. – Dijo Anthony con un volumen de voz apenas audible, un volumen tan bajo que demostraba que no era cualquier beso el que pedía, mucho menos cuando se había cerciorado que su hijo no estuviera atento a la demostración de amor que demandaba. Candy asintió acercándolo a ella por su cuello para comenzar un beso tierno e intenso, un beso que lentamente se fue profundizando, mientras a lo lejos la voz de su hijo comenzaba a escucharse cada vez más lejana.
-¿Te gustó? – Preguntó Candy traviesa a su esposo. Quien hizo un ademán de estarlo pensando un momento.
-Creo que voy a necesitar otro más doctora Brower. – Le dijo con una sonrisa seductora, una sonrisa que la atrapaba una vez más en el hermoso mirar de sus ojos. Candy fue ahora la que miraba hacia donde estaba su hijo, quien con ademanes y manoteos continuaba contando la historia. Candy sonrió segura que no serían vistos por su hijo mayor y decidió volver a besar a su esposo un poco más intenso que la anterior.
El beso que recibió Anthony fue un beso estilo francés, un beso que para él si le preguntaban podría decir que era de sus favoritos, un beso que Candy le daba de manera lenta, suave e intensa al mismo tiempo, demostrando en aquella delicada caricia la gran necesidad que ambos tenían por el contrario.
Al término del beso, sus miradas se encontraron fijas una en la otra, diciéndose mucho más de lo que podían decir con sus labios, la admiración, el amor y el deseo se veía reflejada en cada una de las expresiones de su rostro. Candy se aferró a su pecho enamorada, se sentía como si fuese la primera vez que lo besaba, el sentimiento seguía inundando en su pecho como si estuviesen recién casados.
-Y por lo de mamá y papá no se mortifiquen. – Dijo Alexander para sorpresa de los rubios. – Siempre hacen eso creyendo que yo no los veo, pero les puedo asegurar que esa es la forma en la que los papás se demuestran su amor, con el tiempo te vas acostumbrando y ya no tienes que taparte los ojos. – Dijo de nuevo ante el asombro de los rubios, quienes se daban cuenta una vez más que la inteligencia de su hijo no tenía límites, y que todo el tiempo que ellos pensaban no los estaba viendo, el pequeño Alexander sabía perfectamente lo que hacían aunque estuvieran a espaldas de él o aunque estuviera como en esa ocasión leyendo el libro que más le gustaba leer.
-Creo que tenemos más que un genio por aquí. – Dijo Anthony al haber escuchado a su hijo a la perfección.
-Terminé de leer porque se quedaron dormidos. – Dijo Alexander levantando los hombros demostrando que no había cuidado con ello.
-¿Cómo sabes que se quedaron dormidos? – Preguntó Candy, quien se acercaba a ver que efectivamente los mellizos se habían quedado profundamente dormidos ante la voz de su hermano.
-Porque respiran con mucha tranquilidad. – Dijo Alexander con cierta sabiduría. – Además, Andrea dejó de patear a Andrés porque él la estaba empujando. – Dijo una vez más para sorpresa de los rubios, quienes sabían bien que lo que decía su hijo era correcto, ya que varias veces habían descubierto que a pesar de lo pequeños que eran se peleaban de vez en cuando. – Creo que estos dos me darán mucho trabajo mamá. – Dijo de nuevo Alexander, exhalando un suspiro resignado al imaginarse las miles de travesuras que le esperaban por aquel dúo dinamita que había llegado a formar parte de su vida.
Candy y Anthony comenzaron a reír por las palabras de su hijo, sabían que estaba en lo cierto, pero también sabían que tal vez las travesuras de los mellizos no tendrían nada que ver con las travesuras y las aventuras que el mismo Alexander les había hecho vivir el último año.
-Creo que tienes razón. – Le dijo Anthony con una sonrisa tierna, acariciando los rubios cabellos de su hijo, mientras Candy reía con dulzura, observando a su hermosa familia, lanzando un suspiro de agradecimiento por tenerlos a todos ahí a su lado.
-¿Estás lista? – Preguntó Anthony impaciente al ver que la rubia esperaba igual que él con ansias que sus hijos fueran retirados de la incubadora. Candy asintió con los ojos llenos de lágrimas por la emoción.
El pediatra había examinado de manera exhaustiva a los mellizos, se había asegurado de que esos casi dos meses de haberlos tenido bajo observación no tuvieran problema alguno de salud, por fin Candy y Anthony los podrían cargar por primera vez.
Primero fue el pequeño Andrés el que fue puesto en brazos de su madre y la pequeña Andrea fue puesta en brazos de su padre. Ambos médicos estaban emocionados con sentir por primera vez el delicado peso de sus cuerpos sobre sus cálidos brazos. Candy besó a su pequeño y le habló con ternura para después dirigirse a la pequeña.
-Me siento la mujer más dichosa del mundo. – Dijo Candy conteniendo la emoción que quería desbordarse de su pecho. Anthony besó su frente con ternura, tampoco podía expresar mucho sus sentimientos.
-¿Puedo? – Preguntó Alexander quien impaciente observaba como sus padres sostenían a sus hermanos, no quería quedar excluido de aquella tierna escena. Anthony sonrió como disculpándose con su hijo y se agachó para poner a su altura a la pequeña, Candy hizo lo mismo que su esposo.
-Andrea, Andrés, él es Alexander su hermano mayor. – Les dijo a los pequeños como si no se conocieran. Alexander simuló cargar a los dos pequeños mientras sus padres los sostenían realmente.
-Espero no me den mucho trabajo ahora que están afuera. – Les dijo a modo de recomendación. Al escuchar la voz de Alexander ambos pequeños se removieron en los brazos de sus padres y al mismo tiempo abrieron sus ojos para buscar el lugar de donde provenía aquel sonido tan conocido para ellos. - ¡Abrieron los ojos! – Dijo Alexander emocionado. Candy miró a Anthony con entusiasmo y este asintió con una expresión radiante de felicidad.
-Creo que quieren conocerte por fin en persona. – Dijo Anthony al ver que los pequeños seguían la voz de su primogénito.
-Creo que sí. – Dijo Alexander con emoción, no podía ocultar la enorme sonrisa que tenía en su rostro al saber que sus hermanos lo buscaban con curiosidad.
-Saben que eres su hermano mayor. – Dijo Candy con una voz dulce, la cual hizo que sus hijos giraran de nuevo su rostro buscando el rostro de su madre. La voz de Anthony los hizo girar de nuevo sus ojos que impacientes descubrían que podían ver su entorno. – Hola Andrés, yo soy tú mamá. – Le decía Candy con una gran sonrisa. El pequeño emitió una tierna sonrisa como si comprendiera lo que decía. – Sus ojos son azules. – Dijo Candy maravillada con el color de ojos de su hijo, el mismo tono que tenía su esposo y su primogénito.
-Hola princesita. – Le dijo Anthony a la pequeña Andrea. – Yo soy tú papá. – Le decía totalmente enamorado de la mini Candy que tenía en sus brazos. – Sus ojos son azules también. – Dijo observando el brillo de su royal mirada. Después intercambiaron a los pequeños para después salir por fin del hospital todos juntos.
El día que Candy abandonaba el hospital con sus hijos, Annie comenzó a presentar los dolores de parto y más pronto que temprano Anthony regresaba para darle ingreso a la hermana de su esposa, pasaron algunas horas antes de que la pequeña Ayleen llegara al mundo, y como Archie lo había predicho desde un inicio los ultrasonidos revelaron que era una niña la que venía en camino. Archie se volvió loco al conocer a la pequeña que era igual a su madre, su mismo color de ojos, su misma sonrisa y tono de cabello. Ayleen había llegado unas semanas antes a la vida, sin embargo no tuvo ningún contratiempo en su nacimiento.
-Es tan hermosa como tú. – Había dicho Archie con orgullo.
Pocos días después fue el turno de Patty, quien también ingresaba a los pocos días de que Annie había abandonado el hospital, la castaña había tenido a su hijo por parto natural lo mismo que Annie y ambas habían podido hacerse cargo de sus hijos desde un inicio.
-Es tan guapo como tú. – Dijo Patricia al conocer al pequeño Alan, un bebé de cabellos negros y lacios como los de su padre, pero de ojos tan azules como los de su abuela.
-Será todo un galán. – Dijo Stear orgulloso de su hijo, la felicidad que sentía en su interior era mayor que cuando había hecho funcionar por primera vez la máquina de saltos cuánticos y mayor aún que cuando pudo viajar por primera vez entre las líneas de tiempo.
Los integrantes de la línea dos estaban felices por los acontecimientos de su vida, pero a veces no podían no olvidar a sus contrapartes de la línea uno, sus memorias viajaban hacia ellos curiosos por saber qué sucedía con ellos, incluso Anthony y Archie ayudaban en sus tiempos libres a Stear a continuar con la reparación de la máquina, buscando los tres regresar a ese tiempo en el cual habían intervenido para que sus otros yo pudieran alcanzar la felicidad perdida. Solo el tiempo les diría si volverían a reparar o no con éxito el aparato.
Continuará…
Llegamos al final por el día de hoy hermosas, espero que les haya gustado el capítulo, algunas dirán que Candy fue un tanto ruda con Anthony, pero volvemos a lo mismo los tiempos son diferentes y Candy de la línea 2 actúa más acorde a la vida moderna jajaja y la Candy de la línea 1 es un poco más modosita.
TeamColombia:
Hola hermosas, ¿Cómo están? Espero que muy bien, y espero más que este fin de semana les haya ido excelente. Muchas gracias por sus lindas palabras y por estar pendiente a cada capítulo, les mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
Rose1404:
Hola hermosa! Me alegra saber que están muy bien, ya falta menos para que tu pequeño bebé cumpla el año! ¡Qué emoción! No sé si estés preparándole una fiesta para celebrarlo o estarás atareada con las fiestas de diciembre, aquí en México hacemos fiestas por todo... jajaja pretexto son los que faltan jajaja. Verdad que sí! También digo lo mismo, si no quedó embarazada al primer intento fue a la primer semana jajaja, mucho fuego y pasión en esa luna de miel en Lakewood, quien como Candy jajaja. Candy y Annie deben quedar embarazadas casi al mismo tiempo como ocurrió en la línea dos, así que también está trabajando en el primogénito jijijij. Te mando un fuerte abrazo amiga, saludos y por supuesto bendiciones para ti y tú familia.
Mayely León:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Espero que muy bien. Permíteme llamarte la atención, Candy sabe aprovechar el tiempo? Mijita tienes tres hijos! jajaja creo que también lo aprovechaste jajajaja (yo igual jajajaja) Hay que aprovecharlo mientras se pueda mujer jijijijii. Creo que Albert también debe darse una oportunidad, a ver que pasa con él. Te mando un fuerte abrazo hermosa, cuídate mucho.
Julie-Andley-00:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Creo que tienes toda la razón, Stear es el que falta de comprender todo ese intercambio de miradas, porque aunque se dice que en su línea del tiempo era muy coqueto, él confesó que solo era eso "coqueto" y que no tenía práctica de nada. Vamos a ver cómo le va con su noviazgo. Muchas gracias por comentar hermosa, te mando un fuerte abrazo.
María José M:
Hola hermosa, muchas gracias por hacer un esfuerzo y comentar, te agradezco enormemente que lo hagas, siempre es un placer leer tú comentario y descubrir que una vez más atiné en atrapar tu atención. También esperemos que Albert pronto se decida a buscar otro camino. Me gusta que te agrade la narrativa de la historia, espero también te guste este capítulo. Te mando un fuerte abrazo.
Mía Brower Graham de Andrew:
Hola hermosa, un placer como siempre leer tú comentario, me alegra que te hayan gustado todos los capítulos hasta hoy. Creo que tu recomendación es muy interesante, sería bueno escribir algo como lo que dices, en una de mis historias lo intenté pero recibí muchos comentarios donde me mencionaban que no estaban de acuerdo, que no era posible, así que opté por eliminar a Elisa y hasta Candy y Anthony tuvieron que hacerse cargo de sus hijos. A mí me encantaría porque como dices tienen mucho para dar como pareja, espero poder incluir algo en las que tengo planeadas, de lo contrario partiré de ahí para una nueva. Te mando un fuerte abrazo hermosa.
lemh2001:
Hola hermosa, ¿Cómo estás? Muchas gracias por tú comentario, tienes razón Candy y Anthony son una pareja muy hermosa y especial. Stear pronto comprenderá que dentro de la habitación hay más diversión que en su laboratorio jajaja. También espero que Albert encuentre en Isabella lo que está buscando. Gracias por comentar amiga, te mando un fuerte abrazo.
Silandrew:
Hola hermosa ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien, te mando un fuerte abrazo. Espero que te haya gustado el capítulo.
Muchas gracias a todas y cada una de las personas que están atentas a las actualizaciones, gracias por leer y por darme un espacio de su tiempo. Dios las bendiga.
GeoMtzR
04/12/2023.
