No es la sabiduría, sino la autoridad la que hace la ley - Hobbes.
La paz fue un lejano recuerdo olvidado por los más sabios y mayores que aun hablaban de las leyendas del Sabio de los Seis Caminos y sus hijos; Indra y Ashura. La falta de conflictos se había convertido en algo inalcanzable debido a los ideales de unos y de otros tras la muerte del Emperador.
Ya fuese conquista o venganza, la guerra entre daimyō pretendientes a Emperador del Continente Elemental llevó primero a los samurai a la guerra y luego a los clanes shinobi que guardaban relaciones de sangre o vasallaje con ellos.
Con la paz siendo imposible de alcanzar, las personas solo podían esperar sobrevivir cada día y esperar poder ver otro amanecer más. La ley no la hacia el sabio sino el que poseía la autoridad y aquel era el fuerte.
Esa era la realidad, tan cierta como que el cielo era azul y la sangre roja.
Un hombre rubio de tez bronceada miro al cielo de un azul tan profundo como sus ojos con una pequeña sonrisa, observando las nubes grises deslizándose de forma perezosa por el cielo. El hombre no tenia aun cuarenta años y sus facciones tenían todavía un aire juvenil y un flequillo enmarcaba ambos lados de la cara.
El era Namikaze Minato y era un shinobi.
El rabillo de su ojo capto una mata de pelo tan rubia como la suya y se dio vuelta en un instante, chocando su mano extendida contra la de un rubio de ojos celestes que aun estaba en su desarrollo.
La sonrisa en sus labios se estiro mientras sus ojos agudos captaban la sonrisa mas enérgica y amplia en el rostro de su casi doppelganger. Poco los distinguía, aparte de esas curiosas líneas como cicatrices en la mejillas, el peinado y el color mas claro de ojos.
El era Namikaze Naruto, su hijo. Y en su sonrisa veía la de una mujer, una a la que nunca mas debía volver a ver.
Fue el ruido del pasto danzante siendo pisoteado con fuerza en la distancia lo que hizo que su sonrisa se achicara. Su clan era muy pequeño comparado a otros, menos de ochenta personas, y de el como jefe de clan dependía la supervivencia de su gente.
Por eso todos en su clan, exceptuando los tres bebes entre cuatro y dos años y medio, tenían conocimientos del actuar shinobi.
- ¡Los Inuzuka están aquí! -Gritaron dos exploradores, uno de ellos tenia marcas de mordeduras en la protección de su brazo derecho.
El enemigo estaba cerca.
Minato dejo que la sonrisa se desvaneciera de su rostro y frunció ligeramente el ceño. Su cuerpo se movió en un borrón y pronto estuvo saltando por encima de la linea de arboles primera con un kunai de tres puntas girando en cada mano.
Su vista capto el movimiento de los perros del clan enemigo, el viento en contra no llevaba el olor a sus narices tan agudamente desarrolladas. Los ojos de dos o tres miraron hacia arriba y ellos palidecieron, temblaron.
Los kunai giraron y se clavaron en la hierba verde, los shuriken despegaron hacia su posición. Los ojos de azul profundo observaron el ascenso de las estrellas mortíferas.
Y el mundo se inundo con la luz dorada del Kiroii Senkō.
El flash destellante cegó los ojos de sus enemigos, lo cual aprovecho para abrir cinco gargantas en un parpadeo. Al siguiente ya no estaba allí, estaba por detrás, amputando piernas y troceando dedos.
Diecisiete Namikazes aprovecharon la confusión, tantos y kunais en mano se trabaron en combate contra los aun desprevenidos ninjas del clan adiestrador de caninos.
Entre ellos estaba Naruto, el chico habia heredado la agilidad del padre, aunque aun no se acercaba a su velocidad. Pero su genio en combate era claro, un clon distrajo de una puñalada a un Inuzuka y al mismo tiempo sirvió de escudo ilusorio cuando intentaron asesinarlo con un corte en el cuello.
Barrio las piernas de un enemigo y atrapo con su mano un kunai antes de devolverlo en un salto, desviando a tiempo una pesada hoja de katana que apuntaba a su brazo. Un genjutsu oportuno hizo parecer que estaba tres pasos atrás de donde realmente estaba parado, lo cual sirvió para atravesar a un Inuzuka cuando se extendió demasiado en su salto.
Corrió detrás de su padre y juntos derramaron el rojo, mientras danzaban los rubios los sabuesos de guerra cayeron. El era mas hábil con kenjutsu, su tanto era corto pero no le faltaba precisión a la hora de señalar aberturas en una armadura o dirigir la hoja de su arma a los puntos mas sensibles del cuerpo.
Una parte de los ninken y mas de diecinueve Inuzuka lograron reagruparse, ellos no iban vestidos con la malla ligera, sino vestidos con armaduras gruesas. Sus gritos de guerra resonaron con el aullido de los perros de caza.
Habiendo sido el ataque repentino los Namikaze no habían ocupado tiempo en cambiarse y buscar mayor protección, pero estaban ganando gracias a su líder. Sin embargo las diferencias eran claras, tanto en numero como armamento.
Ese mismo líder saltó en el aire y dejo hipnotizado al grupo enemigo cuando una lluvia negra se elevó en el cielo en forma de quince shurikens multiplicándose en unos pocos cientos.
Hubo Inuzuka que desviaron los ataques entrantes con facilidad, pero algunos no fueron lo suficientemente rápidos como para contrarrestar la repentina andanada que llovía desde los cielos y cayeron cuando el rojo gorgoteó de sus cuerpos.
La hierba verde se tiñó con la sangre de sus enemigos. La muerte era un concepto que no le era ajeno, siendo que la había repartido. Acepto la realidad, acepto que matar fue necesario para salvar a su clan.
Ocultarse de ello bajo una excusa moral es huir de la realidad.
En medio de los últimos ataques de shuriken Namikaze Naruto y otros dos del mismo clan se deslizaron entre el acero y perforaron a los perros que buscaban proteger a sus dueños con su cuerpo en medio de la transformación animal. Los aullidos resonaron con un dolor impío que hacia apretar los dientes.
Doce remolinos entonces perforaron la tierra alrededor de los guerreros Namikaze. Los refuerzos de los Inuzuka habían llegado.
Minato trazó sello tras sello de mano a una velocidad que hizo sus manos pasar por un borrón antes de alzar sus brazos, esferas eléctricas de color amarillo danzando con furia alrededor de sus manos.
¡Dos clones se dibujaron al lado suyo, pero sosteniendo físicamente kunais de tres puntas en cada mano! En el momento de imprevisibilidad nadie noto el detalle de que Minato había robado el jutsu a un afamado guerrero del clan Senju.
- ¡Raiton: Rasen Senkō Chō Rinbukō Sanshiki! -
Y el mundo cambio a un destello cegador. Ráfagas de electricidad perforaron el suelo, la luz explotaba allí donde los clones viajaran mientras el amarillo se desvanecía y dejaba sangre regando la hierba verde.
Líneas de rojo se difundieron antes de ser borrados por mas y mas destellos amarillos. Minato cortaba, entraba y salía junto a sus clones, los kunais se habían vuelto rojos.
Los Namikaze se apartaron, dejando que el líder hiciera lo suyo. No deseaban confundirse en la carnicería, no eran necesarios.
Minato danzo, agachándose y girando sobre su propio cuerpo antes de soltar un golpe de palma abierta que hizo al cerberus Inuzuka escupir sangre. Su kunai manchado de sangre entonces corto las tres cabezas, deshaciendo de forma grotesca el mimetismo animal.
El siguiente fue el líder de avanzada, que cayo con una esfera de energía azul licuando su estomago y perforando sus órganos.
La electricidad se arqueó a través del espacio anteriormente deformado en una explosión chispeante. Los cabellos rubios y los ojos azules fueron iluminados por una sonrisa de desafío al mundo.
Aquél fue el fin de la avanzada Inuzuka. Y Namikaze Minato, el Destello Amarillo, se paró victorioso sobre los restos de sus enemigos mientras el humo de sus clones de sombra disipándose le hacían una sombra a su figura.
La sombra de otro shinobi apareciendo en las alturas. lo hizo mirarlo con una mirada firme, ocultando la cautela que sentía.
Aquél hombre era Senju Tobirama y cuando el hablaba el clan Senju hablaba a través suyo. El polvo se difumino bajo sus pies, solo un paso adelante de Minato cuando aterrizo en la misma montaña de cadáveres.
Tobirama Senju era un hombre fuerte. Un hombre que había mirado a la muerte a la cara y la había mandado a retirarse con una mirada fría y en medio del fragor de mil combates.
- Namikaze-san, tengo una propuesta -Directo, al grano, Tobirama no tuvo vacilaciones cuando habló, ignorando el olor a sangre y tripas -. Forjemos una alianza entre tu clan y el mío -
Minato ni siquiera parpadeó, no dejo que las emociones se filtraran en su rostro. Porque esperaba aquello, tarde o temprano el ginsho (general plateado) de los Senju debía hacer su aparición.
El líder Namikaze miró a los shinobi de su pueblo, revisando los restos de sus enemigos.
Los Inuzuka hacía dos semanas se habían aliado con los Uchiha, los que dominaban el fuego. Y luego habían atacado al pequeño clan Namikaze, siendo repelidos por Minato. Los Senju tambien estaban buscando nuevos aliados.
Minato se giró hacia él para darle una mirada gélida. La de un segador en el campo de batalla. Un shinobi veterano. Un asesino de escuadrones.
- Por supuesto, Senju-san, que nuestro destino sea prospero unidos -Las manos se estrecharon.
Si Minato se negaba no obtendría el apoyo de Senju Hashirama y al haber aniquilado fuerzas aliadas a los Uchiha luego los portadores del sharingan irían por ellos junto a sus otros aliados.
Lo peor de todo, Madara Uchiha o su hermano Izuna podrían llegar a conducir alguno de sus contingentes. Lo mas seguro era ponerse del lado de los shinobis que podían hacerles frente en influencia, numero y poder.
Por su lado Tobirama no tenia razón para quejarse de Minato robando y mejorando sus técnicas, si bien era molesto no era como si el pudiera ir como un niño pequeño a llorarle a su mama porque alguien malo le había robado su juguete. Era un shinobi y sabia como buscar maneras de beneficiarse.
Aun más importante para los Senju, Minato era el viejo estudiante y amigo del Sabio Errante, Jiraiya. Si obtenían su apoyo era probable conseguir el de un ninja sin nombre poderoso como subordinado y el del hombre de cabellera blanca como aliado.
Y los otros Namikaze serían buenos soldados reemplazables, más reemplazos para la gran guerra que se venía más allá de su inicio con los señores feudales. Porque pocos podrían reclamar el puesto de Emperador.
Y aquel reclamo debía pagarse con sangre y dolor.
Minato sabía aquello, pero tenía más esperanzas por diferentes razones en el panorama general de las cosas. Sus ojos observaron la figura en desaparición del Senju, creador del Hiraishin que el mismo había modificado.
Su hijo, sangre de su sangre, le sonrió orgulloso de quién era su padre. En sus manos también estaban los destinos de los miembros del clan. El rugido que escapó de las gargantas de los Namikaze lo hizo sonreír, su ropa tenía manchas de sangre, pero en su alma el fuego resplandeció.
Abrazo la espalda de su hijo, una breve sonrisa ilumino su rostro, aunque no llego por completo a sus ojos.
- ¡Volvamos todos a casa! -Anuncio, alzando su brazo en un gesto triunfal. Quizás era la ultima vez que podía lograr que todos y cada uno de ellos regresaran vivos. Pero mirando al adolescente de cabello rubio que le devolvía el abrazo Minato dejo aquellos pensamientos para mas tarde.
El era Uzumaki Naruto y Minato sabía que un día tomaría el mundo por asalto. La mirada de su hijo era hambrienta, quería aprender y viajar alrededor del mundo. Pero sobre todas las cosas, quería ser el mas fuerte.
Vivian en un mundo de avaricia, caos y muerte a la vuelta de cada esquina. Dejar cabos sueltos y no integrarse en la guerra era tan peligroso como no participar en ella. Con suerte, aquello forjaría a su hijo como un hombre fuerte que pudiese sostener el peso del mundo.
Hasta entonces, el se convertiría en la sombra del fuego, el guerrero para los cimientos de una nueva era. Era solo un hombre, pero no era débil.
Una risa escapo de sus labios, era el inicio de la historia. Y aunque el no lo supiera, era el Cuarto.
Nota de Autor: Este es, oficialmente, el primer fanfiction de Naruto que escribo con Naruto como protagonista. Creo que hice bien en hacerlo ahora y no antes, teniendo mas experiencia como escritor. Hay unos cuantos detalles que cambiare y espero que estén en cada paso del camino.
Escribir ciertas cosas haciendo referencia al shogi fue de lo mas divertido. Para explicarlo mejor, el ginsho o general plateado es una pieza de ese juego, no el titulo de Tobirama y me parece el mas adecuado. Si el Rey es la descendencia del Clan y el General Dorado es el lider es mas que adecuado que el General Plateado sea Tobirama; siendo quien coordina las acciones del clan indirectamente con su hermano. Aunque Tobirama podría ser el Narigin (General de Plata Coronado, igual que el general dorado) pienso que es respetuoso como para no querer tomar mas autoridad de Hashirama (y que este a pesar de ser tan ingenuo no lo permitiría)
Sin mas, se despide ValenTino85K~
